Capítulo 15 “Traiciones”
No había otra palabra para emplear que ésta. “Traición”. Eso fue lo que hizo al abandonar a Harry y quedarse cumpliendo su destino.
Un mes pasó desde ese entonces.
Las actividades en Hogwarts, eran cada vez más restringidas. Los paseos a Hogsmade, había sido cancelados.
Los alumnos encerrados en sus dormitorios, sólo salían al Gran Comedor o algunas clases.
Harry, con 8 meses de embarazo, no podía creer que faltara tan poco para el gran día, cuando naciera su bebé.
En todo el mes pasado, no tuvo noticias de Malfoy. Era como si la tierra se lo hubiese tragado.
En cambio, nuevas noticias de magos muertos, repletaban las páginas del Profeta.
Algunos titulares decían: “¿Dónde está el héroe?”, por mencionar algunos.
Por esas casualidades de la vida, Harry lo leyó y se sintió culpable.
Según la Profecía, él era el Elegido para derrotar a Voldemort; sin embargo, al estar embarazado, sus poderes mágicos eran nulos. A medida que iba llegando al término del embarazo, podía sentir algunos mareos. Debía admitir que le faltaba la magia de Malfoy.
Fue llevado a San Mungo, con una guardia especializada para cuidarle. Le hicieron transfusiones de magia y con ello, ha podido controlar los cambios hormonales que a veces le hacía pasar la cuenta.
Ron y Hermione, no le dejaron solo. Ellos salían juntos, a recorrero el colegio, los jardines.
Al menos, Harry debía mantenerse en forma, pronto llegaría el parto y debía hacer algo de ejercicio para no engordar demasiado. Con 25 casi 30 kilos más, no era nada fácil caminar y seguirles el paso a sus amigos.
Harry notaba que a menudo, alguien le observaba, pero su presencia se desvanecía como por encanto.
-Parezco una ballena chicos, me duelen mucho los pies.
-Tienes retención de líquidos Harry, deberías tomar las pociones que te dio Madame Pompfrey, pero eres tan porfíado que prefieres estar enfermo antes que sanarte- le reclama la gry.
-Pero Hermione, saben horrible, apenas las huelo, vomito- se defendía el pelinegro como un niño pequeño frente a su madre.
-Es por tu bien, así no tendrías los pies como un par de empanadas- dice la chica, con su tono clásico de “yo tengo la razón”
-Deberías hacerle caso a Hermione- le sigue Ron.
-Lo voy a hacer, cuando regresemos al castillo.
-Me voy a encargar de que te las tomes todas Harry- le dice Ron.
-No vas a entrar conmigo al baño- dice Harry.
-Claro que si, eres capaz de botar las pociones al baño- dice el pelirrojo, ganando la batalla.
-Está bien- dice derrotado- regresemos al colegio, tengo frío.
El cielo se había comenzado a nublar. Se avecinaba una tormenta.
Un chico de capa negra, sale de su escondite y, desaparece.
Ese mes en que Draco no apareció, era porque fue severamente castigado y si no fuera por la intervención de su Padrino, que abogó por él, ahora estaría muerto.
Su cuerpo era la prueba viva del maltrato. La marca de los látigos eran visibles, a pesar de que Severus le aplicaba pociones para que las cicatrices no fuesen tan horribles.
Ese cuerpo del que alguna vez se sintió tan orgulloso, era la sombra de lo que era, pasado.
Su presente, era obedecer, castigar y matar.
Draco, llegó a considerarse, despiadado. A base de cruciatus y maldiciones imperdonables, sometía a aquellos. Aún dentro de él, tenía miedo. Ya no el morir, sino que equivocarse en su labor sin derecho a réplicas.
Un asesino al fin y al cabo.
Las pesadillas no le dejaban en paz, por eso, ya no dormía. Lucía ojeras y el cansancio era notable. Poción tras poción, terminó por envenenar su cuerpo y sangre. Hasta que un día, se desmayó.
Snape, pudo salvarle la vida, por poco. Para Voldemort, era un buen soldado y de quien podía divertirse o descargarse a través de sesiones de tortura.
Fue en ese momento, cuando recordó esas palabras: “si cruzas esa puerta, no vuelvas”
No podía regresar, ya no podía hacerlo, aún así rompió las reglas y volvió cada día a escondidas con su traje de mortífago.
Draco ahora tenía el cabello un poco más largo, así que se hacía una coleta.
Traicionó, abandonó, lo único importante que era para él. Era tan difícil reconocer que amaba a Potter. Sí, lo era.
No le quedaba nada. Ni siquiera su madre, ya que de tanto dolor, un día la encontró muerta.
Sólo su Padrino lo cuidaba.
Voldemort no le mataría, ya que era un buen mortífago, había comprado el precio de vivir a costa de su amor.
No sabría decir si fue para proteger a Harry, o para terminar con todo. Estaba confundido, dolido, ya no sabía si estaba bien lo que hacía, era su realidad, sólo la seguía como un soldadito.
Lo que se refiere al trío dorado, ellos estaban en la sala común de gryffindor.
Harry en el baño, con Ron para que el moreno no fuese desobediente y tomara las pociones que le fueron recetadas para que el bebé naciera sano.
-Hazlo por tu hijo, Harry- decía Ron, con un vaso y ese líquido entre verde y azul que tenía en la mano.
-Te juro que ya no puedo más Ron- decía Harry ya muy pálido de tanto vomitar- me has hecho beber 5 vasos diferentes y tengo irritada la garganta.
-Entonces voy a llamar a Hermione para que te la dé.
-Ella no entraría al baño de hombres.
-¿Quieres saberlo?- sale con el vaso y llama a la castaña.
-¡Harry, por favor bébelas!- decía la chica preocupada.
-Ya no puedo más- volvía a vomitar.
-Creo que vas a tener que internarte hasta que nazca el bebé, así te controlarán los remedios- dice la gry, saliendo del dormitorio de los chicos.
-¿Qué va a hacer?- pregunta Harry.
-Creo que a hablar con Madame Pompfrey para que te internen- responde el pelirrojo.
-No quiero ir a un hospital.
-Vas a estar bien, Harry- dice el chico, bajándole el perfil a la situación.
-Pero me van a abandonar allá, voy a estar solo todo el tiempo- decía y se aferraba al lavamanos.
-Te iremos a visitar todos los días.
-¡No es lo mismo!- chilló.
-Harry, no te pongas pesado.
Mientras que Hermione, hablaba con Madame Pompfrey.
-Estoy muy preocupada por Harry- decía la castaña a la enfermera- no se ha tomado las pociones y creo que lo mejor es internarlo, para que pueda seguir el tratamiento como corresponde.
-Ayer estuve conversando con Dumbledore sobre el asunto y acordamos que vamos a internar a Sr, Potter en San Mungo hasta que nazca el bebé.
-Muchas gracias, sé que es lo mejor para mi amigo.
-Eso esperamos- dice la enfermera- ahora debería avisarle, dentro de una semana, se lo llevarán.
-Voy de inmediato- sale de la enfermería.
En el pasillo se encuentra con Ginny, quien se estaba besando apasionadamente con un chico de Ravenclaw.
Hizo de cuenta que no los vio, y se fue por otro pasillo hacia la torre de gryffindor.
Harry, después de salir del baño, parecía un fantasma o alma en pena. Lo único que pedía era su cama y dormir eternamente.
El bebé en su interior se estiró y golpeó la panzita. Ron veía asombrado como el vientre habían pequeños levantamientos.
Luego de que dejara al moreno en su cama, con ropita para dormir, salió de la pieza. Bajó las escaleras, topándose con Hermione.
-¿Cómo te fue?- le pregunta el pelirrojo.
-Madame Pompfrey dijo que la semana que viene iban a internar a Harry en San Mungo- dice la castaña bajo.
-A Harry no le va a gustar nada la idea- resopló.
-Lo sé, pero sabemos que es lo mejor- se van juntos.
Harry, quien fingía dormir, había escuchado la conversación.
No quería irse de Hogwarts, menos internarse por casi un mes en un hospital.
Fingió lo más que pudo que no sabía nada del asunto, hasta que pasó la semana.
Para llevárselo, tuvieron que aturdirle.
Así fue como el moreno despertó en un Hospital, un frío y solitario lugar…
Continuará…