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Días febriles por ines_kaiba_wheeler

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Notas del capitulo:

Como es la "continuación" del capítulo anterior y tampoco tiene tanta relevancia para la historia en general, no esperéis un capítulo de tres mil o cuatro mil palabras como suelo escribir. Simplemente espero que con este capítulo os quede aclarado el porqué del plan de Inui y Kaidoh, aunque realmente tampoco hay mucho que aclarar. Si seguís teniendo dudas, reescribiré lo que haga falta hasta que lo tengáis claro, pero básicamente fue una pequeña ayuda entre amigos con un solo beneficiario. Como suele pasar siempre.

En las notas finales os dejaré unas preguntas para ver si me las contestáis y advierto. Hay sorpresa al final, así que leed las notas finales.

Disfrutad del capítulo ^^

No eran ni las cinco de la mañana y él seguía despierto. Ni siquiera se había molestado en quitarse el uniforme, curiosamente impecable, tras la fiesta del cumpleaños de Takashi. Había llegado a su casa a las tres treinta según su reloj digital, agradeciendo la ausencia de sus padres debido a un viaje de negocios programado de última hora. Había caminado dando un bordeo por las oscuras, frías y solitarias calles desde el restaurante hasta su casa, sin notar en ningún momento la disminución de su calor corporal debido a la cantidad de alcohol que se había metido entre pecho y espalda en un impulso de su corazón. Había dejado sus datos a un lado y había disfrutado del momento, como uno más, animando a Eiji a hacer el pino-puente en dos taburetes, aplaudiendo cuando Syusuke terminó de cantar una de las cientos de canciones del karaoke y compitiendo contra Kunimitsu y Jin para ver quién de los tres se bajaba más rápido su botella. Eso había sido de lo más interesante que le había pasado en toda la noche, sobre todo ver a su serio capitán pidiéndole a Syusuke más alcohol para tratar de ganarle a la bestia negra del Yamabuki. Siguió apuntando esas cosas que le venían a la memoria como pequeños flashes en una hoja, que ya no tenía otra utilidad y que había encontrado en el escritorio de su habitación, tratando de ignorar la pesadez de su cabeza. Su estómago se retorció y él también, apretando el bolígrafo entre sus dedos y la palma de su mano. ¿Qué más había pasado en esa fiesta?

Se frotó los ojos con cuidado de no tirar sus gafas mientras analizaba aquel recuerdo que acababa de llegarle. Justo después de que Takashi abriera sus regalos y atacaran a la comida con hambre voraz, lo primero que se hizo fue traer las botellas del almacén. Al principio habían sido cuatro, pero fueron sacando más a medida que el sake iba desapareciendo en sus bocas. Paulatinamente, los de tercero se habían visto afectados por el alcohol en sangre, unos más y otros menos, bajo la mirada de envidia de Takeshi, siendo controlado en todo momento por Kaoru para que no probara ni gota de aquella bebida, aunque ni él ni ninguno de los demás de su curso e inferiores. En eses momentos, rondando las once de la noche, era el que mejor amueblada tenía la cabeza y su sentido de la responsabilidad se había multiplicado al ver caer en aquel círculo vicioso a su respetado capitán. Aún sin alcohol de por medio, tanto los de segundo como los de primero habían disfrutado a su manera, riéndose como nunca de sus compañeros de equipo ya borrachos e incluso sacaron la valentía para reírse de Jin, o mejor dicho, aquel muchacho sincero y romanticón que se había apiadado de su cuerpo cuando ya llevaba su segunda botella. Recordaba, mientras bebía directamente de su tercera botella, como Takeshi le dedicaba una canción a su querido rival, quien se debatía entre la vergüenza ajena y la suya propia. Si bien todos habían pensado que había ocurrido algo entre ambos, se confirmó cuando a las ¿doce? En fin, más tarde de la apertura de la primera botella de sake, Kaoru había arrinconado a Takeshi contra una pared para callarlo de una manera excitante y pasional que el otro bien supo aprovechar a su favor. Alrededor de esa hora fue cuando Takashi y Jin, el segundo en brazos del primero ya que estaba borracho como un perro, aunque el chico del cumpleaños también iba bien servido, desaparecían por las escaleras que llevaban al domicilio familiar. Takeshi se había despegado entonces de Kaoru, haciendo alarde de un autocontrol increíble por su parte, había reducido el volumen de la música a la mitad y todos se habían quedado mirando hacia el techo en silencio, Eiji incluso babeaba por tener la boca abierta, con claras evidencias de querer saber qué se estaba cociendo en el piso superior. Al principio escucharon las risas del Jin borracho. Durante unos minutos se preguntaron qué pasaba porque sólo se intuían unos leves murmullos y de vez en cuando también una que otra risa nerviosa por parte de Jin. Justo en el momento en el que se habían rendido, con Takeshi situando los dedos en torno a la ruedecilla del volumen del equipo de música, pudieron escuchar con total claridad un gemido proveniente, sin duda, de la garganta del demonio del Yamabuki. Los de primer año ya se habían ido, incluso Ryoma, debido a la hora que les habían impuesto sus padres, lo que hizo que no tuvieran que escuchar aquella harmonía de sonidos que se extendió hasta media hora más tarde pero ya por parte de ambos.

Takeshi y Kaoru se encargaron de hacerle ver a Kunimitsu, con gran dificultad, la hora que era y el estado en el que se encontraban la mayoría de ellos antes de irse pues ya se estaba haciendo tarde. Eiji se había quedado dormido sobre una de las mesas por lo que lo apartaron hacia el suelo y lo taparon con una manta que habían rescatado del piso superior cuando se dejaron de escuchar gemidos. Suichiro estaba a punto de caerse de su taburete al intentar levantarse para ir al baño por lo que tras volver, se tumbó al lado de Eiji y allí se quedó dormido como una piedra. Syusuke era el que más espabilado estaba, aunque sus ojos se mantenían abiertos, atentos a todo movimiento como si fuese un gato hambriento en una pescadería, mientras su habitual sonrisa misteriosa se ensanchaba escalofriantemente a cada trago que daba Kunimitsu de su botella.

Hasta ahí podía recordar. Después se había ido a casa porque no quería seguir bebiendo y sabía que sería lo único que hiciera si se quedaba.

Sadaharu dejó caer el bolígrafo en la hoja. Sus ojos se cerraban sin que pudiera hacer nada para evitarlo, víctimas del sueño, del dolor y de la irritación que empezaba a tener en ellos de tanto frotárselos. La cabeza le daba vueltas y cada vez que parpadeaba era como si le clavasen mil agujas en ella. Suspiró mientras le daba otro trago al zumo que se había servido al llegar a casa. Mañana cuando se levantara tendría una bonita resaca, pero al menos olvidaría cosas que era mejor olvidar. Como el dolor que sentía en el pecho cada vez que veía a Takeshi y a Kaoru juntos. No es como si tuviese sentimientos por Kaoru, eso estaba más que descartado ya que los jovencitos no le van precisamente, pero era como si el solo hecho de verle con otro lo consumiera por dentro. Por lo menos se portó como un buen amigo y le ayudó para hacer que Takeshi le aclarara si lo que sentía por él era algo pasajero o realmente estaba enamorado de él. Al menos ellos dos estaban felices. Su papel como alcahueta había terminado.

Miró el reloj de nuevo. Las seis y cuarto. Se frotó las sienes con dos dedos, masajeándolas con levedad. Se levantó entonces lentamente en dirección al cuarto de baño. Una ducha fría, un par de pastillas para el dolor de cabeza y directo al colegio. ¿Quién tuvo la brillante idea de celebrar un cumpleaños un martes cuando al día siguiente había clase? Syusuke Fuji, ¿quién sino? Justo en el momento en el que salió de su habitación y entró en el baño, por las ventanas de este, una vez acostumbrado a la luz, pudo ver una capa gruesa de nieve en el alféizar. Se acercó a ella y vio el paisaje completamente blanco que rodeaba su casa y la nieve que todavía caía con fuerza. Había un setenta por ciento de posibilidades de que las clases se hubiesen cancelado. Por si acaso, se aventuró a llamar al colegio y a los desechos humanos en los que se habían convertido sus amigos.

 

En ese momento, otras seis personas, o las que ya estaban despiertas, deseaban con todas sus fuerzas que los datos de Sadaharu se hiciesen realidad. Esas personas se habían despertado a duras penas, con un incesante dolor de cabeza, bocas secas y pastosas junto a una sed increíblemente mortal. Dos de esas personas en especial, se encontraban tirados en un colchón de cojines totalmente improvisado en la habitación de uno de ellos, abrazados el uno al otro proporcionándose calor mutuamente. Uno de los dos ya había abierto los ojos, aunque pronto los volvió a cerrar porque le escocían.

-Joder-murmuró Jin, tratando de recordar dónde estaba. Tenía frío en las zonas que Takashi no tocaba, seguramente por el hecho de estar completamente desnudo. El moreno, sin embargo, todavía tenía puesta la camisa del uniforme-Joder-repitió cuando intentó mover la cabeza hacia uno de los lados, buscando la comodidad, recibiendo como toda respuesta un dolor punzante en ella.

No sería ni la primera ni la última vez que tenía una resaca, pero sabía perfectamente que nunca terminaría de acostumbrarse a los síntomas. Los ojos rojos y vidriosos de su acompañante se abrieron con la misma confusión que habían tenido los suyos al despertar, aunque pronto se cerraron al tiempo que hacía una mueca de dolor, al igual que había hecho él. Si tuviera las ganas suficientes no dudaría en meterse con él para molestarlo al ser la primera resaca del muchacho, pero eso significaría molestarse a sí mismo por lo que desechó la idea. Lo que a Jin se le olvidaba era que estaba desnudo, con rastros de la gripe rondando por su cuerpo y en una habitación que no tenía calefacción. El ataque de tos que le dio fue inevitable. Takashi se encogió, tapándose los oídos con ambas manos, intentando opacar aquel sonido del demonio que le estaba taladrando la cabeza de lado a lado sin anestesia ni nada.

-Mierda-gruñó una vez se le calmó el picor en la garganta y el dolor en los pulmones. Como si no tuviera suficiente con el dolor de la resaca, aún por encima eso. Si algo tenía claro ese día era que iba a morir.

Cuando Takashi se sentó para vestirse y asaltar la cocina en búsqueda de agua o cualquier líquido potable, se dio cuenta de que había algo raro. Ambos estaban desnudos y se habían dormido muy cerca el uno del otro. Incluso pudo ver un preservativo usado en el suelo de tatami de su cuarto. Entonces, ¿por qué podía moverse con total libertad sin notar ni siquiera un pinchazo de dolor en la zona baja de su espalda? Se frotó la frente tratando de recordar algo, pero eso sólo le ocasionó más dolor de cabeza por lo que ignoró esa sensación extraña de que algo no iba bien, se estiró para recoger su ropa interior de debajo de uno de los cojines y se lo puso antes de salir al pasillo, no le gustaba ir desnudo ni aunque estuviese solo en casa. Antes de salir de la habitación, se giró hacia Jin para ver si se había vuelto a dormir ya que no había hecho ni un solo sonido desde hacía rato y eso era raro. Descubrió que no estaba dormido ya que se había incorporado al igual que había hecho él y que finalmente sí lo habían hecho. La cara completamente roja de Jin y sus ojos abiertos de par en par con una mezcla de dolor, sorpresa, orgullo dañado y vergüenza reflejada en ellos le dieron pie a entender porqué no le dolía nada a él. Takashi, haciendo acopio de toda la fuerza de voluntad que tenía dentro  e ignorando el triple salto mortal que hizo su corazón en su pecho ante tal descubrimiento, salió de la habitación, sabiendo perfectamente lo doloroso que era aquello, en busca de los calmantes que había en el botiquín del baño, olvidando de paso su propio dolor de cabeza y la sed que tenía. Sin embargo, cuando abrió la puerta del baño no se esperó ver la luz encendida, que lo echó hacia el pasillo de nuevo como si fuese un vampiro, ni tampoco a Syusuke arrodillado ante Kunimitsu haciendo algo que no quiso, ni pudo, ver. ¿Qué hacían esos dos todavía en su casa? Tampoco eso quiso saber.

Los tres se quedaron helados, sobre todo Kunimitsu y Takashi, que miraron fijamente hacia el techo y el suelo respectivamente, con la vergüenza saliendo a presión por todos sus poros.

-Buenos días, Taka-san-lo saludó su amigo mirándolo de reojo, rompiendo la tensión en el ambiente y todo contacto con su novio-¿Te importaría salir un momentito?-el shock le impidió decir nada por lo que asintió, sonrojado hasta la punta de las orejas, y cerró la puerta más rápido de lo que la había abierto.

Una vez fuera se dijo que no se quedaría allí esperando a que acabaran, no quería oír nada que pudiera incomodarle más tarde. Aunque estaba seguro de que la próxima vez que los viera a ambos no sabría ni qué decirles. Así que se fue a la habitación otra vez, tras pasar por la cocina y coger tres botellas de zumo que se encontró en un armario, encontrándose a Jin tumbado con un cojín sobre la cara y sus manos sobre este, supuso, para intentar fusionarse con él y dejar de existir. Takashi dejó las botellas cerca del muchacho, caminó hacia el armario, cogió una de las mantas del futón y lo cubrió con ella antes de sentarse a su lado.

-Espero que puedas aguantar un poco más el dolor, porque el baño está ocupado y no puedo coger las pastillas-le susurró el moreno, acariciando una de sus manos.

-¿Están tus padres en casa?-preguntó con un leve deje de ¿miedo? en la voz, opacada por los cojines.

-No, sólo Fuji y Tezuka que yo haya visto-tan pronto terminó de hablar, se escuchó la puerta deslizarse de nuevo y la cabeza del primero asomó por ella-H-Hola F-Fuji-murmuró Takashi desviando la mirada con las mejillas rojas como tomates.

-Buenos días de nuevo, Taka-san. Lamento la escena de antes.

-C-Creo que ya estoy curado de espantos, Fujiko-este iba a irse pero no podía morderse la lengua más tiempo.

-Mucha juerga ayer por la noche, ¿eh?-Takashi se sonrojó hasta la punta de las orejas mientras a Jin se le fue todo el aire de los pulmones-Se escuchaba todo desde abajo.

-Dios mío-no sabía cómo volvería a mirar a sus compañeros de equipo después de esa información.

-Supongo que no recordaréis nada-como Jin parecía que estaba muerto bajo los cojines, Takashi fue el único que negó-Pues de entrada tengo que aplaudirte, Taka-san, debes de ser un dios haciendo orales porque ni yo consigo esos gemidos por parte de Tezuka-toda la sangre del cuerpo se le subió a la cara y parte del cuello, haciéndolo ver como un farolillo chino.

-¿Cómo sabes que me la chupó?-se atrevió a preguntar Jin. Tenía un rastro de incomodidad y dolor en su voz.

-Porque tuviste dos orgasmos y Taka-san sólo uno-soltó una risilla-Te recomiendo que no vuelvas a emborracharte nunca, Akutsu, te vuelves un borracho muy sincero-a pesar de que no dijo nada, Takashi asintió levemente, recordando partes de las conversaciones que había tenido con Jin.

-¿Qué se supone que dije?-de nuevo parecía tener miedo de la respuesta.

-Seguro que a esa pregunta puede responderte Taka-san-sonrió de lado-¿Queréis desayunar? Han dicho por la tele que hoy no hay clase debido a la nieve e Inui lo ha corroborado llamando hace un rato.

-No puedo abusar así de ti.

-No, si el que fue a por el desayuno fue Eiji. Se levantó dando saltos, no sé cómo lo hace. Voy a llamarlo y le diré que traiga más-salió de la habitación, dejándolos solos y callados.

-¿Qué dije?-la pregunta se la esperaba, aunque quizá no en ese momento.

-Nada importante-contestó sonriente. Siendo sinceros, le había gustado escuchar algunas cosas de las que dijo el día anterior.

-Sí, tu cara dice que no fue importante ni nada-Takashi bajó la mirada para descubrir los ojos dorados de Jin mirándolo con desconfianza, y vergüenza, por encima de los cojines.

-No me gustaría decírtelo y que me lo negaras ahora, así que te vas a quedar con las ganas de saberlo-aprovechó para ir al baño, coger los calmantes y volver. Volvió a encontrarse con alguien allí dentro, pero sólo era Suichiro postrado ante el retrete extremadamente pálido-El que sí va a responder a unas preguntas serás tú, ¿vale?-debía conocer exactamente en qué tipo de situación se encontraba-Del uno al diez, ¿cuánto te duele?-Jin se tomó su tiempo para responder a esa pregunta. Mientras lo pensaba, el moreno le pasó la caja de pastillas y le señaló las botellas de zumo que había a un lado. También lo ayudó a incorporarse, con el consiguiente dolor para él. Eso hizo que se decidiera de una vez.

-Siete, ¿para qué coño quieres saberlo?-le preguntó antes de tragar la maldita pastilla y más de la mitad de la botella de una sola tirada.

-De momento hago yo las preguntas-colocó dos dedos sobre los labios de su novio, evitando que protestara como estaba seguro que haría-¿Es intermitente o continuo?

-Sólo cuando me muevo-Takashi suspiró aliviado.

-Nada grave, entonces.

-¿¡Nada grave?!-volvió a incorporarse mientras lo gritaba, pero entre el dolor de cabeza, el pinchazo en el bajo de su espalda y la quemazón en sus partes, pronto estuvo de nuevo tumbado, retorciéndose del dolor, escondiendo su cara en los cojines, girándose hacia ellos y dándole la espalda a Takashi-Duele-si no fuera porque casi lo veía imposible, aquello le había sonado a sollozo.

-No te lo voy a negar, pero te lo repito: no es nada grave-acarició con cariño su nuca y bajó un poco por su espalda con mucha suavidad-El cuerpo no está acostumbrado así que te dolerá un par de horas. D-Depende de lo cuidadoso que fuera, c-claro.

-Fuiste cuidadoso, Taka-san, esos gemidos sonaban a puro placer-se escuchó del otro lado de la puerta, en alguna parte del pasillo.

Se hizo un silencio bastante incómodo a su alrededor en el que Takashi no dejó de acariciar y besar sus hombros, provocándole escalofríos a Jin, intentando que así se olvidara del dolor que lo invadía.

-¡Joder!-exclamó con frustración el de ojos dorados.

-¿Pasa algo?-preguntó el otro antes de alcanzar una de las botellas restantes de zumo.

-Tengo a un Dios de los orales por novio y no me acuerdo de nada-murmuró mirándolo de reojo. Unas mejillas levemente sonrojadas y una sonrisa en los labios asomaron entre los cojines.

 Inevitablemente, Takashi se atragantó con el zumo que estaba tomando.

Notas finales:

En fin, las preguntas son...

¿Debería dejar pasar un par de semanas por aquello de darle un poco más de ritmo al fic?

¿Debería insertar ya otros personajes para meterle más jugo a la historia?

¿Debería ir pensando en un final o todavía queréis saber qué más nos puede ofrecer esta pareja tan curiosa?

Bueno, a esa última tengo algo que comentar yo. Lo he pensado y voy a finalizar Días febriles antes de año nuevo. ¿Por qué? Porque esto sólo es el principio de una historia, una introducción por llamarlo de alguna manera, por eso acabará la primera parte de la trilogía que tengo pensado hacer. Con esto aclaro se acaba el fic, pero no la historia. Voy a aprovechar que se pueden hacer series y ya las enlazo. ¿Alguna idea para el título de la serie o para el título de la siguiente parte de la historia?

En fin...Un capítulo para el final :) gracias por haberme aguantado este año y medio, aunque ya tendré tiempo de dar las gracias en el siguiente capítulo.


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