Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amarte duele por Nabichan Saotome

[Reviews - 48]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Amarte duele

¿Quieres saber cómo te amo? Loca, desesperadamente y en secreto.


Por: Nabichan Saotome
_______________________________________________________________

Capítulo 12. El plan

El viento suave levantaba la cortina cubriendo el espacio vacío de la ventana abierta, e invadía el cuarto de frescura otoñal, despertando en ese preciso momento a Eriol. Ambos se encontraban en la casa del trigueño, después de haber platicado durante largo rato en la madrugada hasta que el sueño les venció las ansias de seguir adelante.

Sin embargo, al proveniente de Inglaterra aquella plática le había traído amargos recuerdos. El tema había sido el pasado, lo que había transcurrido durante su niñez, sus sueños, aspiraciones y momentos vitales. Principalmente Eriol se percató de algo demasiado importante. Cuando la pregunta “¿Cuál es tu mayor sueño?”, le interrogó, no pudo contestar y se quedó mirando el suelo como si en él se encontraran los secretos del universo; tan sólo respondió con lo primero que le llegó a la mente “Irme a dormir...ese es mi mayor sueño en este momento” pero aún después de acostarse y dar las buenas noches no pudo dormir.

-¿Cuál es mi mayor sueño? No sé quién soy ahora... ¿Voy a saber cuál es mi mayor sueño?- Se levantó y dejó a Syaoran solo, aún dormido abrazando la almohada con los brazos desnudos por la falta de camisa y una sonrisa en el rostro, sin imaginar lo que pasaba por la mente de Eriol.


-¿Quién soy?- Y es que jamás lo había pensado. Durante su infancia, fue demasiado fácil soñar que podía llegar a cualquier parte con el fin de buscar aventuras que cualquiera ilusiona. Ser un buscador de lo desconocido fue su mayor anhelo cuando contaba menos de una década. Aunque también quiso ser actor, para hacer ver a la gente cosas que realmente no estaban ahí; posteriormente escritor, para crear las obras para el actor y ser el responsable de todo aquel arte. Quiso enfrentarse a fuerzas desconocidas.

Incluso quiso ser mago.

Eriol sonrió con despecho.

-¿Por qué tenía que soñar con la magia? ¿Por qué?- Golpeó el pilar haciendo un hueco en el cemento blanco con la forma de su puño. Todo hubiera sido notablemente más fácil de no ser la reencarnación del Mago Clow. -Tengo los recuerdos de mi vida pasada...pero no soy el que fui... Jamás lo seré... ¿Por qué tener que recordar algo que no he vivido ahora, justo en esta vida? ¿Para qué? No siento lo mismo que entonces... ¿Por qué tengo que recordarlo? Recuerdo que amé a Yue, recuerdo sus besos y su forma de...- se ruborizó. -E incluso me siento bien a su lado, pero...no, no es que lo siento... ¡Lo recuerdo y mi cuerpo quiere recordarlo!- cayó de rodillas, sosteniéndose del barandal con la mano derecha en tanto cerraba los ojos fuertemente. -Yo quiero a Syaoran en esta vida...no a Yue... Pero no puedo quererlo si no existo antes...-

Aventuras, historias; todos aquellos sueños desaparecieron al momento de darse cuenta de que era realmente un mago, la reencarnación del más poderoso de ellos. Fue en ese momento en que huyó de su casa con el fin de conseguir sus recuerdos por completo y seguir con la misión de las cartas Clow. Pero todo había terminado. Abrió los ojos y se puso de pie.

En tanto, Syaoran despertaba de su sueño. Soltó la almohada ligeramente sonrojado por haber soñado que estaba con Eriol. Se estiró ligeramente dando la vuelta en la cama e intentando encontrar con las manos a su novio. Sin embargo, no lo encontró. Abrió los ojos por completo y se sentó, observando el lugar donde debía estar.

-Eriol- recorrió su habitación por completo sin encontrar indicios de él, la cortina ondeaba y dejaba entrar las pesadas gotas de lluvia que caían frenéticas sobre la alfombra en tanto comenzaba a enfurecerse con su novio por haberlo abandonado. -No, no se pudo ir...prometió que se quedaría conmigo...-

Una semana y media era el tiempo que habían pasado como pareja, y cada día que pasaba era mayormente apreciado por ambos. Incluso Syaoran había cambiado, era notablemente más cariñoso de lo que se hubiera pensado en un antes no muy lejano. Eriol no sólo demostraba la gran ternura que lo caracterizaba, sino un ansia por complacer y hacer feliz a su pareja, además de una pasión y cierto toque de lujuria que nadie había conocido, ni siquiera Yue. Claro que Syaoran no sabía que él y el ángel guardián habían tenido una relación más allá de una simple aventura.

El último, volteó hacia la ventana, escuchando ciertos murmullos indescifrables que llamaron su atención. Sabiendo cómo era el albino, o estaría en un árbol, o en la nevera, o en el balcón. O en algunos casos totalmente deliciosos, con él. Se puso de pie, con sólo el pantalón de mezclilla puesto. Caminó con lentitud, escuchando aún aquella voz que pronto supo era de su novio, palabras que no pudo descifrar, ni japonés ni chino era el idioma. Parecía una lengua antigua, de aquellas que regían el mundo antes de que fuese mundo. Estaba lloviendo con gran furia y el sol no era presente. Alejó la cortina ya algo empapada, y salió al balcón con cierto escalofrío por el cambio de temperatura y las gruesas gotas de agua que lo golpeaban desconsideradamente. Eriol estaba encima del barandal, de pie, con la cabeza agachada y las manos empuñadas a ambos manos del cuerpo sin ninguna fuerza. El pantalón negro de mezclilla que llevaba puesto resaltaba muy bien aquella piel albina.

Syaoran reaccionó de su estupor y deslumbramiento, recordando que aquella posición era demasiado peligrosa. La lluvia recorría por completo aquel cuerpo que sollozaba en silencio.

-Eriol- el aludido volvió a la realidad, levantando la cabeza con los ojos completamente abiertos por la sorpresa. Dio media vuelta y lo que sucedió a continuación dejó a su pareja totalmente perpleja.

El cielo, totalmente nublado y en tormenta absoluta se convirtió por completo, en una mañana que empezaba a amanecer. Las nubes desaparecieron en un solo instante, la lluvia dejó de caer como si jamás hubiera estado en ese lugar. Eriol dio media vuelta y una cadena en su cuello llamó la atención de Syaoran: colgando de aquel oro puro se hallaba una llave con la insignia que el Mago Clow había creado. Aquella llave ondeó en el viento mientras los movimientos de Eriol aparecían en cámara lenta.

-Syaoran- susurró.

-¿Qué...qué sucedió?- Mirando aún la insignia, su voz se percibía nerviosa y entrecortada. -¿Qué era lo que estabas haciendo?- observó aquellos ojos castaños, cuestionándolo con cierta sospecha. Eriol se dio cuenta del error que había cometido y en un movimiento tan fugaz que lograba ser inexistente se arrancó la cadena del cuello y se la guardó en el bolsillo. Había olvidado quitársela.

-Nada, nada...pensando...- bajó del barandal con un salto, aproximándose a Lee lentamente.

-¡No! ¡No! ¡Aléjate! ¡Dime qué sucedió! Estaba lloviendo...y de pronto...todo desapareció. Tú...tenías en el cuello una llave del M...- Syaoran se tapó la boca con la mano, sabiendo que había dicho palabras de más.

-¿Yo traía una llave de qué?- lo retó Eriol, aunque con cierto cariño y consideración.

-Nada, nada...olvídalo- suspiró, pensando que todo había sido una jugarreta de su mente. Ambos se acercaron y se dieron un beso en los labios con los ojos cerrados, en son de buenos días.

Hiragizawa, que no hubiera tenido las respuestas, logró escapar esa ocasión por el silencio que debía guardar su pareja; y todo permaneció olvidado.

**

Syaoran miró la sala con sumo cuidado, encontrándose a Wei sentado leyendo el periódico en tanto bebía un poco de té.

-Wei, ya nos vamos a la escuela-

-Que les vaya muy bien ¿Vendrán a comer?-

-Yo creo que nos vamos a ir por ahí... ¿Está bien?-

-Claro, claro. Que se diviertan- aquel adulto, de afable expresión y sinceridad animosa, sonrió, mirando a Eriol a un lado de Syaoran.

-Hasta pronto, señor Wei-

-Hasta entonces, joven Eriol- al parecer no sospechaba nada. Sin embargo, había algo de misterio en su mirada cuando ambos se despidieron y fueron a la puerta. -Hoy llega. Espero que el jovencito Syaoran no se enoje al no avisarle...- Era una sorpresa, por lo que sin pensarlo una vez más, volvió a su lectura.

**

Unos brazos ágiles se asieron a su cuello, colgándose de su cuerpo con aire infantil, soñador y posesivo.

Se habían quedado un poco de tiempo en el parque contiguo a la escuela, antes de aparentar nuevamente ser solamente amigos; tomando con desgana el tiempo justo para llegar un par de minutos antes del inicio de clases. Acababan de entrar al salón, Syaoran a la cabecera, en tanto platicaban animadamente; recién la mitad del aula se hallaba cuando una chica se lanzó a los brazos del primero, gritando su nombre y deteniendo el paso de ambos.

-¡Syaoran!- Eriol abrió los ojos incrédulo por la efusividad, interrogando con la mirada al chico a su lado con tal profundidad que no tardó en llamar la atención de los protagonistas de tal encuentro; la chica viró hacia él, observándolo con desconfianza. -¿Qué tienes? ¿Por qué miras así a mi Syaoran?- Hiragizawa no hizo más que entrecerrar los ojos y apretar aún más la mochila sostenida sobre uno de sus hombros con la mano derecha. Distrajo la atención hacia su novio, quien lo observaba con cierta aprensión.

-Ehhh...Eriol...ella es mi prima, Mei Ling...ella... ¿Por qué estás aquí?- la chica volteó hacia él, soltándolo de inmediato.

-¿Qué te ha pasado? Estás muy cambiado...- No obtuvo más respuesta que la intensa mirada de comunicación muda de ambos chicos, ignorándola por completo. -¡Syaoran! ¡¿Por qué no me contestas?!- exigió con prontitud, sin apartarse ni un centímetro, observando los ojos chocolate sumergidos en un brillo inexplicable de secreto, de delicia, de felicidad y amabilidad; sonreír sin intervención de los labios suaves y tersos que tantas veces había probado Hiragizawa. El primero en romper contacto, después de interminables segundos, fue Eriol; quien sin mayor esfuerzo, expresó la respuesta.

-Disculpe, señorita; por un momento su gran e increíble belleza me ha hecho olvidar mis modales. Mi nombre es Eriol, Hiragizawa Eriol- realizó una muy elegante reverencia, brazo diestro delante del pecho; presentando sus mayores respetos, con aquella voz infantil, tranquila y fina, que tanta humildad, distinción e inocencia demostraba. Se levantó tras unos instantes, observando directo a los ojos de la chica; que asombrada ante tal presentación, no pudo ocultar el leve sonrojo que apareció en sus mejillas. -Su primo ha sido muy amable en concederme su amistad, señorita Lee, y aunque ha hablado mucho de usted durante nuestros encuentros, siempre resaltando lo bonita que era, jamás pude imaginar, hasta estos momentos, el extremo a la que la belleza podía llegar- Eriol, quien obviamente intentaba quedar bien con la familia de Syaoran, no reprimió una amable sonrisa. La chica, por decir algo, se encontraba no menos que fascinada ante el breve, aunque no por eso malogrado, elogio. Principalmente por un hecho que no pasó inadvertido a sus coloradas mejillas y el brillo enloquecedor de su mirada.

-¿En...en realidad...dijiste eso...Syaoran?- no esperó respuesta alguna, pues al segundo, recobró la posición inicial; con los brazos alrededor de Lee, que no hacía más que observar de mala forma a su novio, con la esperanza de que le pagaría. En tanto, Eriol alzó suspicaz la ceja izquierda, en un acto de diversión. Dio media vuelta, dirigiéndose hacia su lugar; muerto de celos, por supuesto, pero no por ello mostrando debilidad a la vista.

**

Unos ojos increíblemente verdes, fijaron su atención en él. Divino trigueño, no parecía muy diferente de hacía días, pero a sus ojos lo era. Ya no lucía tan inocente, ni tan distraído, o tan serio y calculador; sus sentidos agudizaron y la carga sobre sus hombros disminuyo, incluso sonreía más...si es que acaso algún día, entre momento y momento, había entregado una ligera sonrisa con dulce sabor, cosa que no pudo recordar; gracias a Hiragizawa. Ambos estaban en el área de juego, enfrentándose en equipos contrarios de basketball.

Chicas y chicos diversos apoyaban a sus compañeros favoritos, ovacionando cada vez que la pelota pasaba con gran habilidad por el aro, pero ella no hacía movimiento alguno, no otro que no fuera seguir perturbadoramente exacta cada flexión, levantamiento, tiro, golpe, vuelta, carrera, jugada, pase, finta, robo, que hiciera Lee.

La clase de deportes llevaba veinte de los cincuenta minutos predispuestos, diez de partido, en que el equipo de Eriol llevaba la delantera desde el primer tanto. Pero eso no era importante por el momento.

Toda la mañana de visualizar a Syaoran le mostraba aspectos que a pesar del tiempo compartido, jamás había racionalizado de forma correcta, y era a esa hora que podía sincerarse; uno de ellos, era no percatarse antes del intenso rubor que cubría sus mejillas cada par de minutos, tanto así, que había perdido la capacidad de llamar su atención; otro, la forma, tonta (por no hallar otra palabra), en que de pronto paraba en seco de vez en vez, siguiendo a alguien con la sola mirada, en tanto sus ojos chocolate, totalmente hambrientos, sonreían sin necesidad de los labios. Pero Sakura no podía ver a la persona que seguía, por la rapidez del partido, y porque Lee inmediatamente tras un par de milésimas de segundo, volvía a la normalidad; recuperando el sentido de concentración que había perdido sin darse cuenta. También...racionalizó lo atractivo que era; ya no su amigo, el rival que había llegado a quitarle las cartas Clow, sino el chico que pudo entrar a su vida, al que ella no permitió la entrada... Pero...no era muy tarde ¿Verdad?

Sonrió y por primera vez en más de veinte minutos, desvió la mirada hacia Mei Ling, escuchando cada una de sus palabras con claridad, esperando el momento en que Tomoyo pudiera oír su nueva idea.

Tan pronto obtuvo el balón, vio su oportunidad de arreglar el marcador; estaba del otro lado de la cancha, pero eso no era mayor problema que hacerse camino entre la multitud de chicos que le bloquearían el paso; dio media vuelta rechazando uno de ellos en un grácil movimiento, comenzando una carrera hacia el extremo opuesto; pasó a Yamazaki, antes de que este último le devolviera el balón al ser acorralado por dos de sus contrincantes; muy cerca estaba, aún botando la pelota en continuos movimientos calculados y perfectos, a velocidad suficiente para no tener dificultades.

El último bote ya estaba decidido con la distancia medida para realizar el tiro de tres puntos que los dejarían aún a desventaja de cuatro tantos, pero por lo menos, podrían recuperarse. El tiempo se detuvo, aunque no literalmente, ante su oportunidad, sus compañeros entretenían a los demás. Bajó la mano para tomar el control y lanzar, pero vio el objeto de su búsqueda, desaparecido por un sagaz movimiento ajeno.

Viró hacia atrás, donde un atractivo inglés le guiñó un ojo, desapareciendo junto con la oportunidad de empatar siquiera el partido.

**

Una mano fina, blanca y aún así ligeramente bronceada, se posó con delicada lentitud sobre su hombro izquierdo, incitándolo a detenerse. Eriol se había adelantado a los vestidores, por su expresa petición; y cuando dio media vuelta, lamentó haberlo hecho, haber querido estar solo por unos instantes. Sakura estaba frente a él, sonriéndole nerviosa; en medio de un lugar cuyo nombre había olvidado por completo. Ambos demasiado cerca, presentes y dolorosos.

Tomoyo, al otro lado del campo, filmaba la escena, con una sonrisa fingida en la comisura de sus labios delgados.

La información recién dada a Sakura no sabía daría semejantes resultados. El no estar plenamente segura, no más allá de las afirmaciones de Hiragizawa, acerca de una relación formal de Lee; había sido el principal error. ¿Por qué no lo había pensado? Eriol siempre decía algo acerca de ellos dos, pero podía ser no más allá de un anhelado deseo de hacer a Sakura renunciar.

-Ehhh...yo, esto...Syaoran...- se detuvo a mitad de la frase, sin la comprensión necesaria de sus propias palabras, agachando la cabeza en son de un movimiento pensativo, con la mirada perdida en cualquier otra cosa menos en él. -Quería saber...- alzó el rostro, soltando frases que no había cavilado, con una prontitud y efusividad tal, que pronto descubrió, no era lo que realmente quería decir. -...Tomoyo, Mei Ling y yo.... vamos a ir al centro después de clase y... ¿Quieres venir con nosotras?- los ojos verdes brillantes le recordaron porqué se había enamorado, en primer lugar. Sin pensarlo, sin realmente hacerlo, asintió lentamente, hipnotizado por dos esmeraldas que escandalizados por la afirmativa respuesta, sonrieron con ayuda de unos labios curvados en felicidad. -¡Qué bien! Les diré a las chicas... bueno...nos vemos en el salón, Syaoran- dio una dramática media vuelta, alejándose con pequeños saltos colegiales, en tanto el joven Lee reflexionaba, se lamentaba, porqué había dicho que sí.

**

Su puño fino y blanco dio contra la pared del salón de música.

Entrecerró los ojos grises, viró hacia Syaoran por breves instantes, dedicándole una maliciosa mirada con sabor a venganza pronta. Sin decir una palabra, le dio la espalda; yendo hacia el piano con un caminar fluido.

Se sentó en el banquillo, se tronó las manos con un movimiento abrupto de abrir y cerrar; y con contradictoria ligereza, de sus suaves dedos comenzó a brotar una leve melodía, apenas rozando la tranquilidad del ambiente, sin hacerle demasiado daño; llenándolo de dolor ajeno.

Eriol estaba celoso, eso lo podía asegurar. Y no lo negaría, tenía buenas y fundamentadas razones.

Separó los labios, comenzando a hablar, antes de que la música le callara con su hermosura. Hipnotizado, se acercó lentamente al piano; los ojos cerrados y los labios entreabiertos mostrando deleite. Colocó ambas manos sobre la tapa, recostando la cabeza hasta exponer varias huellas de romances deliciosos en manos del mismo chico.

-No fue mi intención...te lo juro- susurró lentamente; mejillas sonrosadas, un molesto aumento de temperatura en su rostro, y desnivel en el cuerpo entero. No había querido decir nada, pero las palabras brotando de sus labios estaban más allá de su control. -Sin embargo, tampoco pude detenerme-

-Ven...acércate...Syaoran- Lee abrió los ojos, mostrando el nulo brillo en ellos. Se levantó en un movimiento abrupto, virando hacia él en un trance incontenible. En un par de pasos, se halló a pocos centímetros de su pareja. La melodía cesó, el ataque a su conciencia también. Eriol, antes de que siquiera pudiera pensar en lo sucedido, lo haló lenta y sensualmente desde la cintura; haciendo paso entre su sitio y el instrumento, para Syaoran. Un breve recuento constató que dos personas no cabían en tan corto espacio.

-Eriol...- lo soltó; dejando que sus manos vagaran por las teclas del piano, mismas que sonaron como susurros dentro del aula de música con sus roces, antes de concentrarse nuevamente en el chico delante de él. Alzó la mirada, con aquella característica sonrisa entre maldad e inocencia que a Syaoran tanto le gustaba. Colocó ambas manos en la cintura del otro, en un contacto afable y gentil que pronto cambió su temperamento; recorrió con lentitud dentro de la camisa del uniforme; torturando la piel trigueña que le recibió con percibidos escalofríos; aquella que conocía tan bien. Ambos cerraron los ojos al mismo tiempo, Lee desviando el rostro hacia el lado izquierdo; sonrojado. Eriol alzó poco a poco la camisa, caminando con besos por la extensión firme y tentadora; hasta que un suspiro de exasperación le hizo saber que iba demasiado lento. Sin pensarlo dos veces, con una sonrisa cómplice y libre de arrepentimientos, le quitó la prenda, arrojándola a unos cuantos pasos.

-...No me gusta el uniforme...no me deja besarte- pretextó, antes de ponerse de pie con lentitud. -No te preocupes...nadie nos verá- Syaoran asintió, no prestando demasiada atención a sus palabras. Le gustaba lo que hacía y eso era más que suficiente. Pronto él mismo se dejó llevar, tomando parte en la pasión presentada en un aula, a inicio de un recreo que sabían disfrutar al máximo. Cayó hacia atrás, por un movimiento demasiado fuerte, causando el abrupto y momentáneo lamento de las notas. Eriol detuvo su contacto, sólo para bajar la tapa de las teclas y evitar más incidentes que llamaran la atención. Fue obligado a subir los brazos y presentar sin reservas el cuerpo albino, mientras su novio se encargaba de retirarle la ropa de una forma poco ortodoxa. -Creo que no soy el único aquí que está ansioso- añadió, mientras su cinturón lograba un chasquido al ser arrojado.

-Cállate- los zapatos volaron en otra dirección, en tanto ellos seguían entre besos y caricias que arrancaban suspiros de consentimiento. Eriol inclinó la cabeza hacia atrás, recibiendo pequeños besos deliciosos que impregnaban en su piel el dulce aroma de Syaoran; demasiado metido en su propio mundo para percatarse de una chica observándolos.

Tomoyo salió corriendo, mientras la escena subía de tono. Debía decírselo a Sakura.

Eriol miró hacia la puerta, sonriendo ampliamente. Era una venganza deliciosa.

**

Ambos chicos salieron del aula de música, entre salvajes bestias y tiernas mascotas.

Eriol lucía una sonrisa pagada de sí misma; que inexplicablemente contagió a Syaoran. Tomó a su pareja por la cintura, después de asegurarse el pasillo estaba vacío a poco de la clase a la que habían faltado; y le llevó hasta los casilleros, donde cuidadosamente le acorraló, tratando de no llamar la atención.

Le acechó contra su cuerpo y las pequeñas paredes de metal; susurrando en su oído una sola palabra que hizo sonrojar a Lee.

-Delicioso- de nueva cuenta, en una revisión quizá paranoica; viró hacia ambos lados del corredor. Así pues, complacido; deslizó las manos dentro de la camisa del uniforme; recorriendo con lentitud y experiencia la piel suave y firme.

-¿Viste la cara de los de primero cuando nos encontraron a punto de...tú sabes?-

-No creo poder olvidarlas en toda mi vida. Ni la tuya. Buen momento para interrumpir- Hiragizawa soltó su cintura, acomodando los brazos a cada lado del rostro de Syaoran. -¿Un último beso?- Lee accedió, adelantándose para tomarlo él mismo; antes de que algo más les arruinara el instante.

-¿Qué están haciendo?- era Mei Ling saliendo del salón a la izquierda. Ambos se quedaron inmóviles, a escasos tres centímetros de encontrarse. Viraron hacia ella. Todo quedó en un tétrico silencio hasta que un amortiguado grito desvaneció a la sorpresa. -¿Y bien? ¿Qué hacían?- Eriol reaccionó milagrosamente, dando un paso hacia atrás como si no pudiera comprender lo que decía. -¡Contesten!-

-Nada en absoluto, señorita- respondió al instante, extrañado, fingiendo demencia. -¿O estábamos haciendo algo, Syaoran?- dijo sugerente, guiñándole de forma que la chica no pudo verle.

-No- sin embargo, no contuvo una pequeña sonrisa cómplice. -Lo mejor será que entremos a clase- el inglés asintió, siguiéndolo.

-La veremos en el salón, señorita Lee- sonrió con total dulzura e inocencia; provocando en su pareja una muy mala disimulada carcajada de incredulidad, que pronto reprochó con una mirada cargada de escepticismo. Entraron al aula de clase de química, en tanto una nada convencida Mei Ling seguía su camino hacia la oficina del director, volteando hacia los casilleros de vez en vez.

Ese tal Eriol no le daba buena espina.

**

"Te esperaremos afuera de la escuela; cuando termines tu servicio."

"Está bien"

Kinomoto vio a Syaoran salir por la puerta principal con la mochila en hombros; las tres suspiraron aliviadas de su puntualidad; Sakura fue la primera en ir a su encuentro, agitando la mano derecha nerviosamente; con una mueca de satisfacción en su hermoso e infantil rostro.

-¡Syaoran!- el chico dio un paso hacia atrás, sonrojándose de un momento a otro.

-Ho...Hola- Mei Ling le observó suspicaz, cubriendo el plan de su amiga con la mayor discreción posible. Lee desvió la mirada hacia la entrada de la escuela, buscando. -¿Dónde está?-

-Eh...- la sonrisa de Kinomoto se perdió entre un mar de confusión, bajó la mano y preguntó con dolor disfrazado de curiosidad. -¿Dónde está quién?-

-Eriol...lo invité a venir con nosotros-
____________________________________________________________

FIN DEL CAPÍTULO 12

=23 Mayo 04=

“I wanna hurt you just for hear you screaming my name”


Atentamente,

Nabichan Saotome.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).