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Amarte duele por Nabichan Saotome

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Amarte duele

¿Quieres saber cómo te amo? Loca, desesperadamente y en secreto.

Por: Nabichan Saotome

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Capítulo 17. Dos vidas

Hoy me doy cuenta de que no sé quién eres.

El futuro fue silenciado con un dulce beso que destrozó el pasado y detuvo el presente, en medio de la febril caricia de las manos suaves quemando, sangrando, rompiendo a su paso, enloqueciendo lo que al mundo quedaba de cuerdo, mientras los labios húmedos, calientes, saboreaban su piel trigueña, desvaneciéndose en el clímax de un leve contacto experto. Le robaba vida, le incitaba a morir entre sus brazos...haciéndole el amor.

Mas era sólo un beso incitante que subyugada toda voluntad.

Si fueras alguien más... ¿Lo sabría?

-Eriol...- dejó le recargara con delicadeza en la cama, tal si fuera un sueño atrapado entre las manos, conteniéndose de devorarlo con llamas eternas. Los ojos grises, brillantes, conjugaron la perfección con sus labios hermosos, mismos que le tomaron nuevamente, con suavidad.

(……)

Ambos observaban una película de acción, envueltos entre las colchas en la sala reorganizada, con la mesita de centro repleta de vacíos envoltorios de dulces, palomitas con salsa, dos vasos de jugo, envases a la mitad. Eriol se hallaba semi-acostado, el peso de su pareja sobre de sí, abrazándolo medianamente mientras acariciaba de forma inconsciente el cabello castaño.

Las decenas de vueltas de un coche futurista, la manera en que era brutalmente carcomido el material que lo componía al entrar en la gigantesca explosión, la forma en que el héroe se salvaba y valientemente disparaba a sus perseguidores, deteniéndose por unos instantes para hallar resguardo...

-Eriol... ¿Quién es esa persona...de la que a veces te acuerdas?- ...ninguno de esos movimientos espectaculares tenían que ver con la plática que de un instante a otro su amante optó por iniciar.

-¿Para qué quieres saberlo?- desatendió la película que habían rentado, todo el equipo que Syaoran le había convencido en adquirir, observando entre la mediana oscuridad de las oscilantes imágenes de la televisión prendida, el hermoso rostro trigueño que un poco triste se fijó en él exigiéndola explicaciones cuya oscura naturaleza no estaría dispuesto a admitir, y en cuyos instantes se disolvían los secretos.

-¿La amabas?- la renuencia a contestar, la evasiva de una pregunta, hizo a Eriol averiguar el motivo.

...el héroe herido, las balas agotadas, fue lo que el albino capturó en su mirada perdida.

-Sí- quedaron en silencio por graves segundos de tensa actitud, cada uno volviendo a la pantalla brillante que fue cubierta por irreales imágenes de destrucción. -‘Lo amaba’- sujeto Eriol de él, ojos oscuros que le pidieron mayor detalle, aún reticente siguió hablando, procurando mantener un tono bajo de sensualidad calmada que se dejaba oír únicamente entre la violencia procurada en el plasma del televisor. Su vista no se alejó de la pantalla. -...Era...- ¿Cuál era la palabra correcta? -...extraño. Una relación casi de alumno-maestro: nos acompañábamos, mas no éramos iguales, nos entendíamos, platicábamos, pero nunca fuimos totalmente sinceros, mayormente permaneciendo en silencio, con la tonta ansiedad de no desgarrar al otro con una palabra cruda por sincera- se interrumpió por unos segundos, observando de reojo más allá del marco de los lentes, en la base de su cabeza encontrando los recuerdos que Syaoran le obligaba a rememorar, aún en contra de su voluntad. Evitaba de cualquier forma observar a su amante, quien entre sus brazos aún dependía de sus palabras silenciadas por secretos inconfesables. -...Nos corrompimos en amabilidad y ternura, viviendo en un mundo de hadas en que nosotros éramos sólo bufones y espectadores de los sueños; al final fuimos demasiado lejos, tanto que quizá nuestro amor fue entintado por épocas inciertas de palabras y nombres que no nos pertenecían... El amor que todos quieren vivir: Ideal, perfecto, color de rosa. Pero la vida no es así...terminó cobrando más de lo debido- una larga pausa, detuvo la mirada en la pantalla, viendo ejércitos de robots y humanos que combatían entre sí, entre la sangre caída pronunciados eran los gritos informes de auxilio, terror y valentía desinteresada, irrealidad que aplastaba los cuerpos destrozados, creación y creador en furiosa lucha... Mas entre la nostalgia la película careció de toda textura. -...y aunque no me arrepiento de haber estado con él...me hubiera gustado decirle la verdad, la que oculté por el bien de nuestro teatro montado. Ir más lejos, crecer... A veces uno necesita caer en pedazos...dejar de hacer lo correcto, desvivirse por lo que ama hasta las últimas consecuencias...dejarse llevar por los impulsos...- hizo la mesita a un lado de una fuerte patada, casi tirando todo su contenido, derramando un poco los vasos en la fina madera que por unos centímetros no golpeó el centro de entretenimiento. No se detuvo a observar la expresión de Syaoran, siquiera a escuchar su exclamación, le tumbó al suelo con cierta rudeza, consigo encima, procurando colocar una mano tras su nuca, de forma que evitó el golpe que iba a dar su cabeza.

-¿Qué haces?- la pregunta obligada, casi reflejo de sus acciones, misma que no fue coreada por la correspondiente respuesta llena de calma, se rompió al tiempo de él mismo atrapar los labios de su amante, adelantándose, arrastrándolo desde los mechones azules, con cuidadosa violencia.

“Dejándome llevar”

La vida no es color de rosa...la vida no se divide en bondad y maldad, buenos o malos momentos...la vida es forjada por uno mismo, se puede construir y disfrutar. Esperar, buscar...amar acaso. Explotar si se tiene el deseo, besar los labios prohibidos del ser ajeno que yace bajo uno, tomar la decisión de arrojarse a la locura de buscar la felicidad... Otrora vida no contestará si no lo desea, quedará inerte y silenciosa, casi muerta, mas es cuestión de uno mismo.

El trigueño le arrebató la playera antes de tomar el beso entregado al sonreír, el pacto en el que habían caído, y en reposición Eriol tomó los extremos de la camisa negra que portaba, halándolos en contrarias direcciones hasta reventar la mayoría de los botones. Ninguno de los dos dijo nada, concentrándose en quebrantar al otro de placer en entera devoción y hambre de instantes...

“...no quiero cometer los mismos errores”

(……)


El acceso principal se abrió de golpe, los visitantes entraron sin invitación ni anticipada llamada, demostrando el ansia por el encuentro inevitable. Syaoran se levantó, observando la puerta de la recámara, seguido de su amante que no tardó en levantarse, arreglando su ropa con tal ecuanimidad como si no hubiera sucedido nada entre ellos; recorriendo dulcemente los mechones oscuros de su cabello, manteniendo la forma desenfadada.

Los plateados ojos decididos le condujeron a la adoración, elevándose, sabiéndose observado; en ellos parecía en penumbra una tormenta, muy diferente a la soleada tarde que yacía fuera, vista a través de las ventanas de la mansión, contraria al rabioso deseo, nostálgica plata ribeteada de azul, sólido, líquido, brillante cual obra maestra...

Plata y tristeza de una despedida...

Los labios dibujaron la sonrisa personal que le pertenecía, consolándolo con ella en medio del silencio, sabiendo de los motivos que le habían arrastrado de regreso a casa con tal prisa y desesperación; musitaron con grave placer “Syaoran”, acercándose en lentos movimientos, abrazándolo, y por último le entregaron un beso doloroso, suave y profundo, que recorrió su boca entera deleitando los cálidos labios llenos de su sabor y nombre retenido.

“...la venda cae de tus ojos”
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“...es mejor atender a nuestros visitantes como es debido... ¿Podrías llevarlos a la biblioteca?”

-Adelante- rompió el silencio con amabilidad al abrir la puerta de la habitación señalada, con tal permitiendo que el pasillo fuera bañado de la luz del sol, de la deliciosa energía de Eriol que inspiraba calosfríos suaves de excitación a través de cada milímetro de piel abierta con caricias tiernas y dejos de violenta actitud; y que ellos se condujeran con prisa al interior. Lo encontraron en tal aire de contemplación que ninguno de ellos se atrevió a reclamar la vista azul que observaba el cielo a través de la ventana, la silueta desdibujada en la contrastante luz de media tarde, inmóvil tal sueño expectante, todo ello permaneció mientras ellos tomaban lugar en los varios sofás en medio del ala repleta de antiguos libros. Siendo el estilo, el techo era alto, muy diferente de las viviendas acostumbradas en el país, desviviéndose en recibir luz y admiración.

El joven Lee tras entrar cerró la puerta, despertando con ello la suave fantasía. Eriol giró hacia él, dedicándole una mirada de pérdida y melancolía, pronto desaparecida tras una firmeza indudable, viéndole tomar asiento.

Dos sofás de triple plaza, dos dobles, formaban un rectángulo beige alrededor de la mesa de centro donde varios libros yacían cerrados unos sobre otros. Mei Ling y Tomoyo, Sakura (con Kero en sus piernas, el libro Clow escondido en la mochila blanca a su lado) y Yukito; Syaoran esperándole...

Sin mucho pensarlo, se sentó en el sofá vacío, rechazando la muda invitación de su amante.

-Esperaba poder aplazar este encuentro- el maduro tono de hablar acarició sus sentidos, al igual que la mueca imperturbable que optó por utilizar. El guardián del sol se removió un poco sobre el vestido de Sakura, adelantando la mirada hacia el joven de cabellos azules, afable y misteriosa faz...y en su camino encontró un par de ojos grises que le sonrieron, acelerando el latido de su corazón...

Yukito se hallaba perdido en Eriol, dibujando en un lento recorrido la silueta perfecta, el movimiento de sus labios al tiempo de volver a hablar, la forma en que acariciaba la punta de sus dedos con el pulgar y entre el cinismo le observaba con afecto...la luz coqueteaba con la piel blanca, invitándolo a acercarse a él en lentos movimientos, arrebatarle la camisa índigo, los jeans oscuros tras los casuales zapatos negros... -...pero las cosas no han salido de acuerdo a mis planes, he tomado contrarias decisiones... éstas a su vez han lanzado resultados inverosímiles y en parte he perjudicado a cada uno de ustedes. Y...siendo sincero, nosotros ya habíamos tenido esta conversación con anterioridad...- ante el alboroto que de un momento a otro se arrojaría en su contra, alzó una mano, pidiendo calma y silencio. Tras ello, metió la mano en el bolsillo izquierdo de su pantalón, cogiendo la llave mágica que les mostró, colgada de la fina cadena. -...En mi vida pasada mi nombre era Clow-

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La verdad mostró el silencio frío, caliente ácido que destrozó la imagen de Eriol Hiragizawa....mostrando cuán humana era la perfección aparente... cuán volubles eran las estrellas...tal caprichosas olas del mar descendiendo a través del cuerpo desnudo de piel trigueña.

Ninguno de ellos parecía con voluntad suficiente para dejarse caer sobre él, todos manteniéndose al margen, observando sin interés algún punto inexacto de la maravillosa biblioteca, de tal forma que las miradas atravesaban la materia, confundiéndose a través del día, los rayos del sol...del azul pendiente del cielo en que las confundidas nubes se embarcaban. Lejanos de la mentira en que los habían ahogado, de decisiones incorrectas... las cosas arregladas al antojo habían disuelto más allá del plan perfecto...

Dejando la memoria borrada, los recuerdos que habían abandonado un espacio en blanco jamás cuestionado, el porqué de su regreso de Inglaterra.

“...no quiero ser la reencarnación del Mago Clow...”

Viró hacia el guardián de la luna, que había permanecido en su falsa apariencia; sabía lo que estaba sucediendo, podía leerlo a través de los ojos plateados cuya frialdad calentó su sangre, recordando entre sus labios había reposado su romance...le vio ponerse en pie con furia, sin siquiera decir algo yendo fuera de la amplia habitación, el resto pareció despertar ante el abrupto comportamiento, exigiéndole a Eriol reparase el daño hecho.

El joven inglés se levantó, ladeando sin palabras a los visitantes, incluyendo a su novio, que intentó detenerle justo cuando la puerta se cerró tras él.

Permanecieron largos segundos en silencio...hasta que varios gritos aclamaron atención, el tiempo en que una nueva puerta fue abierta, violentamente cerrada...

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-Yuki, por favor- tras la puerta cerrada escuchó su nombre ser musitado por Syaoran, mas lo ignoró y siguió adelante, caminando hacia el chico que permaneció recargado en la pared contraria del pasillo, sosteniendo sus brazos en la discreta desesperación. -Yue- un ligero estremecimiento, seguido del ocultar de la mirada triste. Estaba temblando, a través de la cuerda floja en llamas, destrozándose con la verdad que había ocultado...

-¿Estuviste con él?- la pregunta le tomó por sorpresa, de forma caballerosa acercándose a Tsukishiro, atravesando el pasillo hasta tomarlo de los hombros, levantando su cuerpo inclinado, incitándolo a quitar la mueca de decepción y tristeza, dedicarle una nueva sonrisa... a pesar de todo. Mas al obtener la silenciosa respuesta, la antigua melancolía de Yuki se tiñó de sadismo, los ojos plateados entrecerrados bajo el ceño corrompido, los labios ocultando los dientes fuertemente apretados, rabia que le tomó del cabello oscuro, empujándolo contra el cuerpo que clamaba por él, arrebatándole un violento beso. La suave punta de la lengua ajena se hizo forzado espacio entre los labios, introduciéndose de un fuerte empellón que incomodó a ambos; probando el sabor a embriagante juventud arrebatada.

Eriol intentó liberarse, forcejeando, colocando las manos en su pecho, empujándolo en ocasiones fuera de su boca, haciéndose daño al recibir fuertes mordiscos en los labios. El saber que la cálida boca había albergado a alguien más, le incitó a tomarlo de las manos, cambiar lugares y estrecharlo contra la pared, dando tiempo a que Eriol deshiciera la violenta caricia y reclamara la naturaleza incoherente que le había esclavizado.

-¡Yuki! ¡Basta!- los labios húmedos recorrieron la perfecta curvatura de su mandíbula, abandonando ligeros besos, descendiendo a través del cuerpo preciado que se estremeció. -¿Por qué estás haciendo esto?- la respuesta fue susurrada poco antes de que Yuki observaba la habitación aledaña, en tono bajo contra la piel delicada de su cuello.

“...Me prometiste no estar con nadie más...”

Abrió la puerta aledaña, que daba a una de las tantas recámaras para invitados. Le haló al claro interior, empujándolo contra la cama que se removió al recibir su cuerpo, tan perfecto, precioso, atractivo, tan inocente y prohibido, que dolió hubiera pertenecido a alguien más...

Syaoran...había ultrajado...le había quitado...

Aventó la puerta contra los goznes, colocando el seguro y yendo hasta él para evitar pudiera escapar. Le vio colocarse de pie al predecir su cercanía, más le tomó de los rebeldes mechones, colocándolo nuevamente contra las sábanas y edredón blanco. -¡Mmmhhh!- empujó contra la cama, callando sus súplicas.

-¡Eriol!- Syaoran le aclamaba del otro lado de la puerta, al parecer acompañado de los demás. Golpeaba con fuerza la puerta, casi derribándola.

...quizá si no lo hubiera hecho así, Eriol le habría dicho la verdad...que una parte de él aún amaba a Yue...una ínfima parte del alma de Clow...y el reconocimiento del deseo que aún existía le habría permitido besar gentilmente sus labios...volver a empezar, hacerle el amor con arrebato, decepción y furia. Sin embargo, al instante de darle la vuelta con la motivación de arrebatarle la ropa, los ojos grises le observaron...y el tiempo se volvió sueño y oscuridad. A Hiragizawa le tomó varios segundos regularizar su agitada respiración; al hacerlo, se libró de él, haciéndose a un lado. Durante un corto tiempo dudó, reiniciando sus propósitos. -Despierta, Yue-

La luz envolvió el cuerpo inconsciente, elevándolo entre las majestuosas alas que le convirtieron de vuelta al ángel guardián.

....las lágrimas del ángel no se cristalizaron al momento de caer, fueron absorbidas por lánguidos besos que borraron de él aquella cercana esperanza. Se arrodilló ante Eriol.

El joven inglés colocó una fina caricia en las largas hebras de cabello plateado, tranquilizando el silencioso llanto que comenzaba a desgarrar su molestia. -No es justo para Yukito. Deja de luchar...- levantó la mirada sorprendido. -¿Creíste que no me daría cuenta? ...has sido tú el que le hacía volver conmigo...le confundías...le hiciste dudar de sus sentimientos por Kinomoto-san... ¿Sólo porque creías que yo era Clow?- no había servido de nada, se contestó mentalmente el ángel. -¿Y para qué?...le hiciste obsesionarse tanto con algo que no amaba...que no te dejó despertar...- hundió la cabeza contra su pecho, demandando nuevamente sus manos...la caricia no le fue negada.
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Salió de la habitación. Fuera la esperada comprensión acerca de su naturaleza la que hizo a todos retroceder, o el respeto propio de su identidad, Eriol no lo cuestionó. Había cerrado las cortinas de la habitación, permitiendo que el ángel durmiera en la media-luz, así mismo no dejó por muchos instantes la puerta abierta, en el intento de no hacer barullo. Un pequeño ‘clic’ cerró la recámara, dejando a Yue entre las sábanas, el edredón y el sueño profundo en que había caído bajo las suaves caricias de Hiragizawa.

“...te pareces tanto a él...”

-¿Les importa si continuamos?- se hizo paso entre ellos hasta volver a la biblioteca, de cerca siendo seguido por los visitantes. El último de ellos cerró la puerta nuevamente, encerrándolos en la majestuosa habitación llena de luz de media tarde.

-¿Qué es lo que está sucediendo con las cartas?- volvieron a sus asientos. Kero fue el que realizó la cuestión, levitando a pocos centímetros de su ama, que en tranquilidad observó al aludido esperando la justificación.

-Es sólo una prueba. La lealtad a su nueva ama....lealtad que no han sabido respetar. La mayoría de ellas han venido a mí aún sin habérselos pedido, las restantes: las más fieles, simplemente esperan tu aprobación, Sakura. Si les das el no, se quedarán a tu lado...mas al no hallarse satisfechas romperán sus sellos y con el tiempo morirán- Hiragizawa se había quedado de pie, a un lado del sofá que había ocupado, observando la ventana con gran interés, más allá de ella a su verdadero propósito. -Debes estar consciente de que ellas están vivas; al igual que nosotros tienen deseos, sueños y necesidades...no puedes esperar que queden eternamente dormidas sin lograr su cometido. ¿O es que realmente crees fueron creadas para el vano entretenimiento del Mago Clow?- sonrió, inclinando la cabeza, cerrando los ojos y rememorando escenas que no le pertenecían. -...algunas de ellas lo fueron quizá; pero él amó a cada una de ellas...al igual que a sus guardianes...- no procuró observar al pequeño león, de inmediato virando con los brazos cruzados hacia Sakura, la mirada gris dirigida a ella con firmeza. -Cuando la Tierra no halle equilibrio quedará la opción de reciclarla o darle más tiempo con ayuda de las cartas. Es por ello que han permanecido...Sakura...no las subestimes. En esos momentos se necesitará la lealtad de cada una de ellas, verdadera fidelidad hasta el límite de la extinción- le vio tomar la mochila blanca aún a su lado, abriendo y sacando de su interior el libro Sakura. -Luz, Oscuridad, Nieve y Canción quieren permanecer a tu lado...puedo convencer a Espejo, Sueño y Tiempo...pero las demás...no lo garantizo- fue hasta la mesita, tomando el segundo volumen y entregándoselo a la jovencita. -Hacía tiempo quería regalarte esto. Es un libro de Magia...debes tener cuidado con las hojas, pues pueden desprenderse- era bastante pesado, así lo supo al tomarlo, observando la infinidad de hojas que ocultaba el grueso libro. -Perteneció al Mago Clow- las pastas negras, en perfecta limpieza no dejaban ver inscripción alguna. En cambio, la menor Kinomoto le extendió el libro.

-¿Qué pasará con Kero y con Yue...te los llevarás?- ante su sorpresa, Eriol rechazó el libro, dejándolo nuevamente a su lado. Se inclinó hacia ella, observando las densas lágrimas abundantes, sonriéndole por primera vez en mucho tiempo de manera sincera.

-No. Los guardianes Keroberos y Yue serán deslindados de su responsabilidad...aún quedando a tu cuidado- viró hacia la falsa apariencia del guardián del Sol, sonriéndole enigmático por largos segundos. -Keroberos te tiene en gran estima y no sería justo separarlo de ti en contra de su voluntad. Por otra parte...- y aquí, se colocó en pie y regresó a su sitio, esa vez sentándose, entrelazando las piernas de manera despreocupada. -...Yue “No te odia”, lo que quiere decir a su modo que te aprecia... sin descartar que Yukito ha elegido a tu hermano como la persona a la que más quiere. Admito que no será fácil al principio, pero Yue debe olvidar a Clow...y Kinomoto-san puede ayudarle en ello- Syaoran se adelantó en su lejanía, observando los ojos grises que por instantes le correspondieron.

“...Tengo todos los recuerdos de Clow”

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Las chicas salieron de la Mansión Hiragizawa, despidiéndose de ambos con una gran sonrisa amable que ocultaba todo los afanes en su contra, Kero observaba por última vez a Eriol desde su escondite en la mochila de Kinomoto; así mismo eran correspondidas por la perfecta máscara de tierna calma, serenidad por parte de Syaoran al cerrar la puerta cuando estuvieron lo suficientemente lejos. Y cuando esto sucedió, ambos dejaron de aparentar.

-¡¿Por qué no me lo habías dicho?!- el tono enfadado con el que habló hizo a Eriol rodar los ojos, dar media vuelta y caminar hacia la sala. No estaba de humor para lidiar con tercas actitudes.

-Creo que quedó implícito- siguió sus pasos, posteriormente sentándose en el sofá, Eriol quedó de pie, recargado en la pared de la chimenea apagada; cruzó los brazos frente al pecho, mostrando su reticencia a tratar nuevamente el tema. Aún así elevó su voz, dejándolo escuchar las razones. -...el que hubiera sido antes de tu conocimiento habría cambiado la imagen que tienes de mí...- los ojos chocolate afirmaron sus sospechas. Furioso continuó. -¿Ahora qué vas a hacer? ¿Volver con Sakura?- Syaoran se puso en pie, enfrentando con firmeza el despotismo con el que acababa de hablar.

-Sí- la mirada en sorprendida tormenta viró hacia él, Hiragizawa descruzó los brazos y se adelantó. La amabilidad, el cinismo en los rasgos, inclusive la incredulidad ante el propósito, desaparecieron. -Después de todo puede que no valga la pena seguir aquí- existió en él sólo cierto atisbo de molestia, menguado por el autocontrol que aún poseía. Los ojos grises se cerraron antes de abrirse con decisión, caminando hacia él en cortos pasos dolorosos, mas ladeándolo al estar lo suficientemente cerca. -¿Y tú?- no era gentileza su cuestión, era el deseo por lastimar, la callada venganza. -¿Tan pronto regresas con Yue?- su voz fue dura, sarcástica y lastimera... Oh, quizá aquel dato no había quedado del todo implícito: Estaba celoso.

-Eso te encantaría ¿no?- tomó varias cosas de detrás del sofá, las cuales le entregó carente de la elegancia, simplemente exigiendo la pronta ida al golpear un poco su estómago con ellas, aventándolas, estas cayeron al suelo. -Lo pensaré. Quizá decida darte el gusto- eran dos mochilas ya listas, llenas de cosas que había dejado en la Mansión. -Si corres tal vez la alcances- había estado preparado para aquel momento. Le mostró por última vez el brillante color de sus ojos grises observándolo con dolorosa ternura antes de virar la mirada y dirigirse a las escaleras. Syaoran cogió las mochilas, irguiéndose orgulloso y replicando pronto en su contra, dando media vuelta hacia él.

-¿Y por qué no habría de correr tras ella? ¡La amo!- mas no era amor el que reflejaban sus palabras...no amor a ella. Sólo lágrimas explayadas en palabras de rencorosa procedencia mientras caminaba tras él, hacia él, viéndolo alejarse sin siquiera prestar atención. No subió las escaleras con él, se dedicó a observarlo desde el pie de éstas gritando con locura las últimas palabras. -¡¿Me escuchaste?! ¡La amo!- Eriol ni siquiera se inmutó, dirigiéndose a las habitaciones en firme caminar. Syaoran dio media vuelta, corriendo a la salida con ambas mochilas en el brazo derecho, aumentando el espacio entre ambos...hasta que no pudo ya dar marcha atrás.

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La puerta corrediza se deslizó suavemente, permitiendo que aquella persona entrara en la recámara. El aroma suave al acercarse embriagó sus sentidos, haciéndolo removerse entre la somnolencia del descanso, virar hacia él aún acostado en la cama matrimonial bajo los rayos del violeta atardecer.

-...deberías estar trabajando- se sentó a su lado, apartando varios mechones del rostro albino, permitiendo observar los ojos dulces, dorados cual miel derramada... todo regresaba a la normalidad. -Acuéstate conmigo- dio varias palmaditas a la cama, invitándolo. Touya sonrió antes de levantarse, alzar las cobijas y meterse entre la cálida textura; tomando su cintura en un febril abrazo.

-Me preocupaste- musitó contra los mechones claros que le hacían cosquillas en la delicada piel del cuello, entrecerrando los ojos al tiempo en que le dejaba invadir su sueño.

-No hay razón. Eriol vino a cuidarme un rato...- por el tono entrecortado de la voz tenue, Kinomoto supo el cansancio acabaría por vencerlo, así pues no preguntó nada más, permitiendo que el atisbo de celos fuera abandonado en un recóndito lugar de su cabeza, gritando, pataleando, mas aún sin ser escuchado. Los ojos que creyó cerrados se elevaron hacia él, al igual que el rostro completo, los labios tibios que le invitaron un delicioso beso lleno de pureza, las palabras musitadas susurradas contra su boca entreabierta, finalmente el sueño que tomó a Yuki...y éste que le abrazó, sin la voluntad de dejarlo ir. -Te amo...To-ya-

Tal cuento de hadas se permitió besarlo entre sueños, a lo que Tsukishiro sonrió de manera inconsciente, amoldándose contra su cuerpo.

-Y yo a ti- cerró los ojos. -Hasta mañana-

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La mirada gris tomó reflejo de las llamas crepitantes en la chimenea tronando las finas partículas de madera, convirtiéndolas en cenizas, humo y calor. Nuevamente en la biblioteca, sentado en el sillón rojo delante de la hoguera observaba la oscuridad pasar delante de sus ojos, abandonando los agradables tonos naranjas en la habitación. A su lado yacía el teléfono descolgado, así como varias cartas en blancos sobres cerrados y pacientes. Giró la ociosa mirada hacia el reloj de pie, entre las minuciosas agujas se leía la temprana hora: Dos cuarenta y siete de la mañana.

-A estas horas...debes estar dormido...- largos instantes de duda sucedieron antes de un final suspiro anhelante. Se levantó del asiento y asimismo cogió el abrigo colocado en el respaldo, vistiéndolo con elegancia sobre los pantalones negros, la camisa blanca y un chaleco azabache cerrado. Lo cerró antes de apagar la chimenea, tomar las cartas, una mochila, y en lentos pasos salir de la habitación. En el apacible rostro no se hallaba sonrisa alguna, siquiera resignación o bondad...en contradicción se hallaban los pálidos rasgos vacíos de expresión, los que siquiera observaron el camino al tiempo de dirigirse fuera de la casa.

“Syaoran.

Quizá esta no sea la forma apropiada para decírtelo, (Las cartas, los escritos, aquellas pláticas indirectas dado su carácter ambiguo pueden ser tergiversadas, por otra parte pueden ser una sucesión de mentiras, convirtiendo su contexto romántico, anhelante o incluso formal, en los últimos atisbos secretos de rudo comportamiento, lo ficticio del mundo real.) mas las circunstancias ameritan esta comunicación tan falta de delicadeza y plena sinceridad.

Manejé vuestra memoria pues era la única forma en poder acercarme a vosotros sin la posibilidad de ser malinterpretado, sin ser tomado como Clow. Volví de Inglaterra con el único deseo de verte, sin anhelo de ser correspondido, siquiera que me tuvieras en estima o me dejaras estar a tu lado. Intenté ayudarte, animándote a estar con Sakura aunque esto significara tu lejanía, en esos momentos aún me conformaba.

Las cosas no salieron bien, y, lo admito, mi principal deseo (el verte feliz) se entremezcló con el egoísmo, mi necedad, así como el repentino odio hacia ella, quien te había hecho daño. Miserablemente fallé, permitiendo que mi anhelo nos trastornara, nos hundiera en complicidad, finalmente nos aunara siempre bajo mentiras, trucos y silencio. Tenías razón: no sabías nada de mí, te estaba engañando al tenerte a mi lado aunque quisieras estar en otro lugar, con otra persona; ingenuo pensé que podría hacerte feliz, lo cual es claro no he conseguido.

Al final, mereces saberlo.

Es cierto que mi familia se encuentra en Inglaterra. Me fui de casa hace unos años, para descubrir quién había sido, el origen de la magia, visiones, talentos y sueños que desde la infancia se presentaban. Conforme pasó el tiempo y mi conocimiento fue mayor, supe las quimeras no eran sino los espectros de mi antigua vida como Clow, éstas fueron poco a poco tomando forma hasta hacerse presentes, añorantes e incluso dolorosas; y la magia así como los conjuros, no fueron más un oculto sentido de mi naturaleza. En mi camino encontré a otra persona, que igual que yo tenía destinado intervenir en vuestra vida: Mizuki Kaho. Con ella pude atar cabos, encontrar el camino correcto para llegar a vosotros, incluso tener un poco de cordura en medio del inevitable enloquecimiento que existió durante largas temporadas.”


Descendió de entre las sombras del tejado, de un ágil salto hacia el balcón. Abrió en silencio la puerta de cristal, entrando furtivamente a la habitación a oscuras. El joven, objeto de su búsqueda, desvelo y melancolía, yacía tranquilo, dormido bajo las cobijas gruesas, de espaldas a él. Eriol alzó el brazo, haciendo a un lado la cortina que les dividía, posteriormente cerrando la entrada, evitando que el aire frío golpeara el precioso cuerpo. Caminó hasta él, sentándose a su lado izquierdo, de tal forma que observaba el trigueño rostro en calma. Se quitó la mochila de los hombros, sacando varias cosas del oscuro interior.

Un libro, una caja de madera, dos cartas.

“Mas en mi desesperada obsesión creé dos guardianes más: Ruby Moon, quien en su forma falsa conoces como Nakuru Akizuki, y Spinel Sun, quien es calmo, fiero, bajo la oscura forma tierna de una pantera. Ambos en estos momentos se encontrarán en Inglaterra vigilando a mi padre, con la obligación de avisarme cualquier cambio negativo en su delicada salud; de la que soy parte de la culpa, pues he agravado su preocupación, y muere de cáncer. Pero a pesar de todo siempre he podido contar con ellos, incluso ahora.

Sé que apoyarán mi decisión de no intervenir más en tu vida, de seguir la mía y dejar de luchar.
Y que tú no hallarás oposición al reencontrarte con Sakura.
Finalmente, esto es una despedida...mi querido Syaoran.

Eriol.”


Las colocó en el buró sin hacer ruido. La carta de mayor importancia encima del todo, “Syaoran” inscrito en el frente con letra muy clara y elegante. La mirada gris acostumbrada a la oscuridad observó una igual, que tierna le observaba al fondo de la habitación. Era el lobo negro de peluche que le había regalado, tirado en el suelo junto a un montón de cosas que reconoció como suyas. Levantándose, lo tomó, poco después regresando a la cama. En los límites se hallaba su autocontrol, despedazado aguardando el momento adecuado para tomar a Lee.

Se inclinó hacia él despidiéndose, besando los impíos labios que, pensó Eriol, pronto pronunciarían el nombre de alguien más, en una caricia suave, deliciosa que capturó el instante, volviéndolo eterno.

“Dos vidas te he esperado ya...”

Contra su cuello la despedida susurrada.

-Te odio-

Pasaron varios minutos, la mochila nuevamente en hombros, el lobo negro de peluche entre los brazos, antes de que Eriol diera media vuelta y saliera de la habitación de Syaoran, permitiendo que la fría nocturna oscuridad le engullera, desaparecido entre las sombras

“Puedo esperar otra vida más”

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FIN DEL CAPÍTULO 17

Me ha gustado, no ha pasado mucho, en lo cursi me he excedido y no ha sido largo; pero aún así. El próximo capítulo es el final, por lo que si les gustaría algo en especial, no duden en pedirlo =D Un beso y muchas gracias por leer. =14 Febrero 05=

Atentamente,

Nabichan Saotome.

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