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Si Snape hubiera conocido el jabón Asepxia... por nezalxuchitl

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Notas del capitulo:

¡El arduo camino de Severus hacia la belleza! Nuestro amado principe mestizo sufrirá, pero al final vera coronados sus exfuerzos con un cutis radiante.

Jeje, quisiera agradecer a todas las personas que me han leido, en especial a las que me han dejado comentario: ¡muchas gracias por sus animos!

Les prometo actualizar mas o menos dos veces por semana, aunque los capis de este fic sean cortitos, y por supuesto, lo voy a terminar *.*

 

2°  Via Crucis.

 

Cuando Eileen Snape juró desafiando al cielo nunca pensó que éste fuera tan duro de pelar. A pesar de que el invierno era uno de los mas crudos que se recordaban en Inglaterra la bruja metía al niño tres horas consecutivas en un caldero lleno de poción brisa de limón (por aquello de las propiedades cortagrasa del limón) que si bien daba excelentes resultados con platos sucios de barbacoa fracasaban estrepitosamente en la pielecita del pequeño. Severus salía del caldero un poco verdoso, con los deditos arrugados y tiritando de frío.

 

Tras una semana de infructuosos baños en poción brisa de limón Eileen probó con encantar las glándulas sebáceas de su hijo para que produjeran sudor en vez de sebo, con un resultado que terminó mal y en San Mungo. Afortunadamente, los expertos medimagos lograron que Severus dejara de deshacerse por los poros en menos de dos semanas y el chico pudo volver casi sin retraso al colegio.

 

Ahí, mientras el niño se enfrentaba a las burlas y las pullas su madre se dedicaba con pasión a la fabricación de pociones. Pociones habia sido la clase que mejor se le daba, y una pizca de rebeldía que surgía de la amargada bruja al encontrarse a solas con un caldero la hicieron inventar una poción que combinaba jabón, cítricos y alas de hada, con la que recibió a su hijo cuando este salió de vacaciones de verano.

 

Severus, al ver la sonrisa sicópata que era el gesto alegre de su madre esperándolo en el anden se apretó contra su asiento y casi deseo que los estúpidos Gryffindors le hicieran una mala jugada que lo mandara al hospital, pues las pocas veces que "mami" había sonreído no habia sido preludio de nada bueno.

 

Pero los estúpidos Gryffindors bajaron rápidamente, Potter y Black hablando muy fuerte sobre las vacaciones en Francia que pensaban tomar juntos y el corito de admiradores leleando a su paso. Asi que de mala gana se echó la capa sobre el hombro, encanto su baúl para que lo siguiera y bajo el ultimo del tren. Su madre corrió hacia el, con aquella mueca de espanto que hizo que varios transeúntes voltearan alarmados temiendo que una loca peligrosa hubiera escapado de San Mungo.

 

-¡Sev, cariñito, adivina la sorpresa que mami te preparo!- le gritó.

 

Afortunadamente los Gryffindor ya estaban muy lejos y no pudieron escuchar aquel "Sev, cariñito".  Pero nada podía salvarlo de lo que le esperaba en casa. Tembló al ver el caldero humeando sobre el fuego, con un contenido espeso y de colores que no terminaban de cuajar, como una de esas gelatinas de cuadritos. Sabiendo que lo sucedería a continuación sería terrorífico Severus intentó escapar por la ventana: seguro que Lily Evans lo ocultaría en el bonito cobertizo de los enseres de jardinería de su casa. Quería quedarse en aquel acogedor lugar lleno de triques viejos y telarañas hasta que a su madre se le pasara la manía de sumergirlo en calderos que le hacian escocer la piel por horas y horas...

 

Pero Eileen fue mas rápida que el y lo pilló por un tobillo cuando ya saltaba hacia la libertad. Le arrancó la ropita mientras Severus pataleaba y trataba de morderla; cuando sus dientitos se cerraron en torno a la mano maternal Eileen solto una palabrota, dio un cabezazo de luchador rudo a su pequeño dejándolo aturdido y con la nariz sangrante y lo metió de cabeza sin mas miramientos en el caldero que estaba demasiado caliente. E hizo un encantamiento burbuja para que permaneciera ahí.

 

Sonrió encantada de ver como la poción se pegaba al flacucho y desnudo cuerpecito de su hijo, pues, a su juicio eso era bueno: a ella la poción no se le pegaba de lo grasosa que tenía la piel.

Severus brincoteaba y gritaba algo que su mamá no podía oír y creyó palabras de agradecimiento. Se seco una silenciosa lagrimita con el raído y sucio borde de su tunica, en un rapto de amor maternal, embelesada hasta que los densos vapores y el rostro rojo como camarón de Severus le recordaron que se había olvidado de apagar el fuego bajo el caldero.

 

Con un grito brinco y apago las llamas, luego pego su rostro a la burbuja de magia que mantenía cautivo a Severus dentro del caldero, y desde el interior el niño vio deformado y aplastado el ya de por si poco atractivo rostro de su madre, y aunque no pudo escuchar ni palabra de lo que dijo, al verla irse tan campante, intuyo que su permanencia en aquel potaje asqueroso que olía a chivo muerto seria larga como la barba de Merlín...

Tobias Snape llegó tarde y con unas copitas de mas a su casa, y cuando vio la mole grumosa y tiesa que era su hijo encerrado con magia, aquella mala pasada que su mujer le había jugado (no le dijo que era bruja hasta acabada la luna de miel). Le gritó que era una loca, una maniática, y una desquiciada antes de ordenarle que liberara a su hijo. Eileen se mantuvo en sus trece, diciéndole que era por el bien de Severus por el que lo tenia ahí.

 

Tobias la golpeó y ella se echó a llorar encogida en un rincón, pero sin ceder un ápice. Severus lo contemplaba todo con sentimientos encontrados: por un lado no le gustaba que su padre pegara a su madre, pero por el otro hubiera agradecido que lo sacaran de aquel repugnante engrudo... y por el otro le fastidiaba la actitud dejada de su madre, es decir, ella tenia poderes, no era una gran bruja pero era un bruja, ¡y dejaba que un muggle la apaleara como piñata! No, no, no...

 

Eileen no lo saco hasta pasadas las veinticuatro horas. Lo sacó en forma de estatua, tan duro se habia puesto el engrudo que era la poción que ni azotándolo contra el piso se resquebrajaba. Temiendo la regañina del sanador Whitehall (¡Otra vez tonteando con pociones y su hijo señora Snape!) intento liberarlo con cincel y martillo... pero lo único que logró fue darle dolor de cabeza a Severus.

 

Hizo aparecer una alberquita inflable y metió a remojo a Severus... desde la prisión de su cuerpo el pequeño vio a las constelaciones estivales atravesar el cielo nocturno sin que aquello diera muestras de ablandarse...

 

A las cuatro de la tarde del dia siguiente una malhumorada enfermera recepcionista, sentada cerca de la entrada del hospital de los magos bajo un letrero que decia "Información" levanto cansinamente los ojos de su ejemplar de la revista Corazón de Bruja y dijo con sonsonete fastidiado:

 

-Tercer piso, puerta cuatro, con el sanador Whitehall, señora Snape.

 

Eileen asintió muy mortificada y empujando el diablito en que llevaba a su hijo se perdió de vista.

 

El sanador le dio tal maltratada a la señora Snape que ésta desistió de inventar la poción que curaría a su hijo. Y como en su juventud, intentando salvarse a si misma de la maldición de la tataratatarabuela sirena habia buscado una poción o un hechizo que la curase sin encontrarlo ya tenia la certeza de que el mundo mágico no tenia nada que ofrecerle al respecto.

 

De modo que cuando Severus volvió a la normalidad, a mediados de julio, lo vistió con un monisimo trajecito muggle de marinerito, le compro una gran piruleta de colores para animarlo y lo llevó de la manita por calles muggles, y la estampa de una mujer fea como pegarle al niño Jesús en Navidad llevando de la mano a un niño que tenia cara de asesino en serie ( a todos fulminaba Snape con la mirada, retándolos a que se burlaran) era inolvidable.

 

Entraron en una gran tienda departamental, Eileen arrastró por innumerables pasillos a Severus, que por hacer algo chupaba su piruleta, hasta que por fin llegaron a uno que olía a limpio y tenia muchas botellas y envoltorios pequeños...

 

-¡Este es Severus, este es!- lo zangoloteó emocionada su madre- Tal vez los muggles tengan algo que nos sirva.

 

Severus hizo un ruidito despectivo. Eileen cogió uno por uno los jabones que había a la venta:

 

-Jabón de tocador, con aceite de rosas, hipoalergénico... ¿Qué será hipoalergénico, Sev?

 

-Ni idea madre.- contesto mordiendo un buen trozo de su piruleta.

 

-Llevamos este- dijo hechandolo en una canastilla de plástico- hipoalergénico suena bien, como a que tiene extracto de hipopótamo, y eso ayudo un poco a tu bisabuelo... jabón con extracto de oliva, jabón del tio nacho: pa'que no huela gacho... - frunció su ganchuda nariz pero lo hecho a la canastilla- jabón tejón, que limpia hasta el ultimo rincón... ¡jaja! Tejón, este les vendría bien a los Hufflepuf- dijo aventándolo despectivamente.

 

Severus termino su piruleta y miro en torno con aire aburrido: realmente consideraba aquello una perdida de tiempo. Se alejó un poco por el pasillo mientras su madre murmuraba algo como "Jabón siete machos; uff, no, esto no..."

Severus se encamino hacia la luz y las risas: había un payaso que inflaba globos y los armaba en forma de animales; sonrió, eran tan bonitos aquellos animales de globo... vio que los niños se acercaban y con solo pedírselo el payaso les hacia su animal favorito. Tras dudarlo un momento se adelantó.

 

-Quiero una serpiente, señor payaso.- dijo extendiendo la mano.

 

-¡Ujujuju!- grito el payaso riendo - ¡Una serpiente, eso es muy fácil pequeñin! ¿No prefieres algo grandioso como un león, gruaaar!!!- rugió saltándole amenazadoramente.

 

Unos niños pequeños gritaron aterrados y Severus pensó si aquel payaso no se apellidaría Potter de casualidad...

 

-No señor payaso: quiero una víbora.

 

-"No señor payaso: quiero una víbora"- lo arremedó una desagradable y conocida vocecita.

 

Giró sobre sus talones y vio a una niña rubia y con cara de caballo: Petunia Evans, la hermana de la niña que le gustaba, Lily...

 

-Piérdete perdedora.- le espeto y arrebato la serpiente de globo al payaso.

-¿Qué te pasa Snape? Yo pensaba que los bichos raros como tu no contaminaban nuestras tiendas... ¿o es que andas presumiendo tu trajecito nuevo?- y señalándolo con el dedo se hecho a reír.

 

Severus maldijo mentalmente mientras pasaba revista a los otros niños: ninguno llevaba un ridículo trajecito de marinero. ¿Por qué demonios su madre no podía fijarse de que iba la ropa muggle antes de ponérsela? De seguro que había visto ese estupido traje en un libro de 1800... Su implacable lógica lo alerto: si la lagartona esa de Petunia estaba cerca, Lily no podía estar lejos... no en vacaciones y en su pueblo natal.

 

Dio la vuelta aterrado y quiso echar a correr, pero no había dado ni el primer paso cuando choco contra alguien.

 

-¡Ay!- chillo la niña.

 

-¡Lo siento Lily, de veras lo siento! ¿Te encuentras bien?

 

-Si, ¡Oh! ¡Severus!- exclamo la niña viéndolo con sus ojos verdes abiertos como platos. Se llevo una mano a la boca, como si tuviera tos- Severus... que... - Lily parecía toser - que... ¡¿Qué rayos llevas puesto?!- estalló, sin poder pretender mas que sus carcajadas eran toses.

 

Severus se paro muy tieso y apretaba tanto la víbora de hule que se le botaban los ojos. Lily se retorcía en el suelo, apretándose la panza y carcajeándose como una loca: la visión de su sobrio y huraño amigo en trajecito marinero, a los trece años y con un globo en la mano era demasiado para la hilaridad de cualquiera.

 

Los otros niños se reían, el payaso se reía... pero la única risa que lo hería era la de su bonita amiga pelirroja. La serpiente de globo reventó ante su presión y el hecho a correr en dirección a su madre, pero esta ya venia, exultante, levantando una pastilla de jabón en alto y gritando:

 

-¡Lo tengo Sev, lo tengo! ¡El jabón Asepxia cambiara nuestras vidas! - y mirándolo con adoración, se postro ante el.

 

                                                            *

 

Severus no podía explicarse cómo era que una pastilla de jabón muggle era capaz de hacer lo que no pudieron todas las pociones del mundo mágico: leyó al derecho y al revés todo lo que venia impreso en el empaque del jabón Asepxia, convencido de que tenia un encantamiento oculto o algo... pero no.

 

El ingrediente activo, el que hacia toda la magia, era algo llamado "acido salicílico al 1%"  Severus se propuso investigar en las bibliotecas muggles que era aquello que en tan solo un mes y medio habia comenzado a dar resultados: después de lavarse el rostro con el jabón Asepxia el niño lo notaba limpio y fresco hasta por una hora: ¡tiempo record! Volvió a Howgarts con el baúl lleno de productos Asepxia: el jabón, la crema facial y los tubitos de emergencia: Asepxia camuflage y Asepxia bom o algo asi: para disimular y desaparecer los granitos.

 

Continuará...

 

Notas finales:

¡Proximo capitulo: Snape conocera los peligros de la belleza!

¡Proxima actualizacion el MARTES! ¡Nos estamos leyendo!


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