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Brillante sobre el mic por Aphrodita

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Get Backers le pertenece a sus dueños.

Notas del capitulo: La canción que utilizo para este Song Fic le pertenece por entero a Fito Paez. Fue extraño... por decirlo de alguna forma, decidirme a usar este tema. Esta canción, por muchos años me arrancó una que otra lágrima, hoy en día solo me pone nostálgica. Les explico el porqué, sino al pedo tanto preámbulo xP.
Yo me crié en una zona bastante desconocida en una gran ciudad como lo es La Plata, que a su vez es una pequeña parte de la inmensa Buenos Aires. Allí viví hasta mis doce años aproximadamente, hasta el día que mi madre decidió que lo mejor para la familia era irnos al centro de la provincia (Lo cual fue muy cierto). Cómo pueblo chico que era, al enterarse los vecinos, se enteraron todos (¡cuac!). Yo era muy chica para comprenderlo, sin embargo cuando fui el último día de clases entendí esto mejor. Mis compañeros de clases, amiguitos de la infancia, desde que habíamos nacido prácticamente, vecinos y compañeros del jardín y gran parte de la primaria, me prepararon una fiesta sorpresa en el salón principal de actos. La despedida fue difícil, yo me sentía rara, no podía reaccionar, una parte de mí estaba contenta por el cambio y la otra triste porque empezaba a comprender que me iba, por y para siempre. Y allí, antes de finalizar la despedida, mis compañeros de grado cantaron a lo ultimo esta canción.
Después sí, me mudé, y sufrí mucho el cambio, pero sobreviví, aquí estoy xD. Y es ahora que comprendo porque no me gustan las despedidas y nunca aviso cuando me voy Jajaja!. Y también porque soy tan reticente a hacer amigos... El que se quema con leche, ve una vaca y llora. Hoy en día tengo mas de diez mudanzas en mi haber, tenemos sangre mora dicen por ahí ¿? Ahora no me cuesta tanto el cambio brusco, siempre dejo gente en cada lugar que he vivido, y pues... cuestión de costumbre.
Esta aburridisima historia la conté solo para que comprendiesen el significado que tiene para mí el haber utilizado este tema de Fito Paez. El ritmo nada tiene que ver con la intención del fic, pero igual les dejo un link por si quieren conocerla, solo tienen que hacer clik en el siguiente link (Es seguro, no se preocupen, ya lo revisé yo)

http://www.sawgi.com/mp3/brillante+sobre+el+mic/2.html
Cuando regresaron victoriosos de su última misión, algo cambió. Ban notó en el semblante de su rubio amigo una tristeza que no esperaba encontrar en sus ojos color miel. Aunque no se trataba de una tristeza, sino mas bien de una melancolía absoluta y desbordante.
Midou intentó respetar los silencios de su amigo, aunque estos comenzaban a desesperarlo. Supo en su interior que muchas cosas de su pasado habían salido a la luz en el ultimo enfrentamiento.
Vio su expresión de repleta felicidad, cuando Ginji estuvo frente a Teshimine. Una felicidad efímera, pero que jamas había tenido el placer o privilegio de presenciar. Sin embargo, súbitamente, fugaz como lo es, esa dicha desapareció cuando su “culpable” lo hizo.
¿Por qué mentirse? El telépata despidió, despedía y despediría por muchos siglos, celos por cada poro de su piel, si esta hablase; gritaría, mas bien.
No quiso ahondar demasiado, quizás por temor a confirmar esa terrible sospecha, además el moreno supo que ese hombre no tardaría en aparecer. ¡Debía hacerlo! Si al menos, aun, le importaba siquiera un poco, los sentimientos de Ginji.
Sus deducciones, soliloquio obsesivo y casi siempre nocturno, no falló. Como se lo había dicho a sí mismo, Takeru se apareció una mañana tormentosa y gris, se sentó en la barra de Honky Tonk a beber un café como si nada del pasado hubiese ocurrido, como si hiciese esa burda actividad todos los días, con una paz mental exasperante.
El día D para Ban, llegó. Le rezó a todos los Dioses de todas las religiones para que ese peligris no le arrebatase lo único que aun le daba sentido a su patética y miserable existencia. Cuando Ginji bajó las escaleras alertado por la visita, con una expresión mezcla de enojo, tristeza y desconcierto, su mejor amigo solo atinó a decirle desde el descanso:

—Ginji... No te tardes—Su compañero de equipo volteó apenas—Hevn puede aparecer en cualquier momento, con un nuevo trabajo.

No... Sí para expresar sus sentimientos, el telépata se había graduado en un frigorífico.

—Ok—Balbuceó Amano asintiendo débilmente, y siguió su camino.

En cuanto llegó ante la presencia de quien había sido en parte su mentor, en parte su compañero, sintió que el aire del planeta se había acabado de repente. Teshimine quien había finalizado de beber su taza de café, giró para verlo bien, de pie a cabezas, y asentir satisfactoriamente al ver a un Ginji convertido en todo un hombre echo y derecho.
Amano sintió llegar a sus oídos la voz de Takeru pronunciando su nombre, y en ese imperceptible segundo, frente a la razón de su martirio, se preguntó como alguien podría ser capaz de mentirle de aquella forma tan cruel a la gente que supuestamente se ama.
Ya no era un niño, comprendía mejor las cosas, pero no encontraba respuestas al porqué.


Hay recuerdos que no voy a borrar
Personas que no voy a olvidar.



Paul, ante el silencio incomodo que se había instalado en su humilde bar le preguntó al rubio si pensaba desayunar antes de que Ban bajase y se comiese todo, pero para sorpresa de los presentes, respondió:

—No tengo hambre.
—¡Oh! Ginji no tiene hambre... ¡El Apocalipsis!—Bromeó el jefe para ver, si así, finalmente, lograba cortar el mutismo y parquedad en el emperador relámpago.
—¿Quieres ir a dar una vuelta conmigo?—Pronunció el peligris derrotado sin perder la calma en su porte y en el tono de su voz.
—¿Con esta lluvia?—Acotó Natsumi observando la calle empapada y casi inundada por culpa de una garúa constante que se había iniciado hacia días y que no mostraba intenciones de acabar.
—A Ginji nunca le molestó la lluvia—Sonrió Teshimine—¿Verdad?—Finalizó dirigiéndose a su joven amigo.

Sin mediar, aun, palabras, Ginji aceptó. Al fin y al cabo era el único camino que tuvo para averiguar las respuestas y disipar las dudas que albergaban su corazón. Necesitaba desenojarse con quien, no hacía mucho, consideraba una parte esencial de su ser, por haber representado en un pasado no muy lejano una figura primordial en su vida, apenas había pisado la Fortaleza Infinita.

—La primera vez que te vi... —Una vez afuera y a solas Takeru escudriñó apenas con su mirada las sutiles reacciones del joven, para adivinar sus cambios de ánimos, o mejor dicho, intentando dilucidar si estaba enojado, triste, o ambas.—Estabas solo... Y llorabas como un condenado—Apenas rió ante ese fugaz recuerdo—Sin embargo la ultima vez que te vi, estabas rodeado de gente y sonriendo...

Hubiese acotado algo más de no ser por la voz de Amano interrumpiéndolo violentamente:

—¿Por qué?—El rubio frenó su lento paso, para mirar directamente al peligris, su pelo ya se encontraba mojado a causa de esa molesta e impertinente llovizna.—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué te fuiste?... ¿Así, de esa forma?—Frunció su frente, sumamente molesto.

Una señora pasó a su lado con un paraguas en su mano y bolsas de compras en la otra. El ruido de los niños corriendo y riendo bajó una refrescante lluvia de primavera no lo distrajo de su reproche tardío, pero valedero, ni siquiera cuando un auto pasó tan cerca que lo empapó con barro de la rodilla a los pies.
Teshimine tomó aire, supo, por mas que quiso evitarlo, que esa pregunta tarde o temprano terminaría por escucharla surgir de los labios del Emperador relámpago. Los recuerdos golpearon a su mente, todos al mismo tiempo, terminando por aturdirlo, por impedirle formular una respuesta correcta.


Hay aromas que me quiero llevar,
Silencios que prefiero callar.



Ya habían dejado Honky Tonk un par de cuadras atrás. Takeru lo miró fijo a los ojos y dio la vuelta para que el rubio lo siguiese hasta un lugar apartado de la lluvia. Llegaron hasta la entrada lateral de un negocio de ropas cerrado, y bajo el pequeño techo de la puerta, se quedaron. Ya no garuaba, mas bien la lluvia se tornó torrencial.

—Yo... Al final... —Pronunció el peligris sin querer ni poder mirar directamente a Ginji—No era tan bueno como tu pensabas.

Amano elevó sus cejas confundido, pero le permitió al mayor que acomodase mejor sus ideas para que de una buena vez le diese una respuesta. Pero para la escasa paciencia del rubio, Teshimine se estaba pasando del limite, e inquieto preguntó nuevamente:

—¿Por qué te fuiste así?
—Por tu bien—Dijo rápidamente Takeru prestándole entera atención, posando sus exóticos ojos en los del emperador.
—¿Por mi bien?—Repitió Ginji—¿Por mi bien? Dices—Siguió, irónico, al borde de una risa cínica—Tu no sabes... No te das una idea de todo lo que yo pasé cuando tu... —Silenció de golpe, comenzó a sentir toda una energía eléctrica apoderándose de su cuerpo, para colmo la lluvia no cooperaba demasiado con la difícil labor de controlarse.
—No fue tampoco fácil para mí, irme y dejarte—En sus ojos, Amano, pudo leer la congoja que súbitamente había apoderado al mayor.

El rubio buscó y logró tranquilizarse, nuevamente esperó una respuesta que lo convenciese del todo y que lo arrojase otra vez a los brazos de quien había sido su primer y único amante, quien había sido su mundo, su vida... Su todo.
Para Teshimine todo sería más fácil si las cosas hubiesen quedado como lo planeado, si el emperador relámpago se hubiese quedado con la idea de que había muerto. Sin dudas era mucho mas difícil tener que explicarse. Le dolió tener que hacerlo, porque de esa forma solo conseguiría el odio, de la ultima persona a la que le hubiese agradado despertar ese sentimiento.


Son dos, las caras de la luna son dos
prefiero que sigamos, mi amor,
Presos de este sol.



Habían pasado unos cuantos años desde aquel día en el que Teshimine decidió partir dejándolo a Masaki como único testigo. Sin embargo para Ginji ese lejano recuerdo se había materializado nítidamente cuando Takeru se apareció en la Fortaleza Infinita.

—¿Cómo pudiste?—Reprochó Amano aun despidiendo furia por sus ojos—¿Cómo pudiste fingir tu muerte? ¡¿Cómo pudiste ser tan cruel?!
—Créeme Ginji, que si me hubiese quedado, a la larga te hubiese hecho mas daño—Guió su mirada a la nada, y tomó aire para proseguir—No puedo justificarme, sé que estuve mal pero... No pude soportar la idea de que... De que te estaba usando.
—¿Usando?—El rubio frunció su frente confundido y ante el asentimiento del mayor su rostro se ensombreció.
—Pensé en usarte, para mis beneficios...
—Lo pensaste—Balbuceó el emperador relámpago calmo—Pero no lo hiciste, hay una gran diferencia en ello.

En ese momento tuvo una suerte de Deja Vu y recordó a Kurusu, quien había estado en ese mismo lugar, escasos días atrás. No pudo culparlos, ni a él, ni a Teshimine, ni a nadie que hubiese experimentado exactamente lo mismo: El poder del Emperador Relámpago, seducía a cualquier mortal. Toda su vida la gente lo había querido usar, para beneficios personales, la diferencia radicaba en que muy pocos realmente lo valoraban, querían y respetaban como individuo... Y Takeru era una de esas pocas personas.

—Pero no pude seguir a tu lado. Hubiese sido muy hipócrita de mi parte.
—¿Por qué no lo hablaste conmigo?
—No era necesario—Negó el peligris con una imperceptible sonrisa—Por mas que tu me hubieses perdonado... Yo nunca. Por eso partí.
—Te necesité tanto—Susurró Ginji al borde del llanto—Tanto—Se llevó sus manos hacia su faz para cubrirse.
—Pensé que ibas a estar mejor sin mí.
—¡Pensaste!—Explotó súbitamente—¿No hubiese sido más conveniente hablarlo conmigo? ¿Por qué tomaste una decisión por los dos?
—Si las cosas las hice mal o bien... Ya es tarde para ello. Lo hice, punto—Remarcó Teshimine firme—Lo que importa es el ahora.

Amano se sintió sofocado. Aun estaba enojado y las respuestas de Takeru no habían ayudado a borrar esos años que lo lloró creyéndolo muerto. Sin embargo una parte de él deseaba perdonarlo. No era una persona rencorosa, pero había cosas que eran muy difíciles de olvidar o dejar pasar.


Dejar, amar, llorar
El tiempo nos ayuda a olvidar.



El peligris fue quien tomó las riendas de la conversación, tratando de explicarse, de mostrarle al menor lo difícil que había sido para él tomar esa decisión y aun más, llevarla a cabo.

—Teshimine-san—Balbuceó el rubio al ver los extraños ojos del mayor a punto de soltar unas pequeñas lagrimas de impotencia.
—Lo siento Ginji... Si pudiera volver el tiempo atrás, tal vez hubiese hecho las cosas de otra forma... Pero no puedo.
—Cuando te fuiste, no la pasé bien... Había perdido a mis amigos, y luego a ti. Me sentí tan culpable, tan débil.—El Emperador movió su cabeza en señal de negación, como queriendo borrar esos recuerdos.
—Si pudiera hacer algo, en el presente, para remediar el daño del pasado—Pronunció Takeru tomando entre sus brazos el tembloroso cuerpo del rubio, este no lo rechazó, por el contrario se refugió en su pecho para llorar en silencio.—No debí haber aparecido, pero supe que algo te pasaba... Por eso...

Aprovechando que no habían ojos sobre su persona, el peligris se permitió soltar esa lagrima que buscaba escabullirse desde hacia un buen tiempo. La lluvia ayudó a disimular un poco su tristeza.
¿Por qué había herido a la persona que menos se lo merecía? Si es que alguien merece sufrir.


Y hallar, el tiempo que me lleva hacia allá
El tiempo es un efecto fugaz



Y una reminiscencia inundó su mente, la vez que Ginji, sin ser el que era en el presente, fue suyo en cuerpo y también en alma. Lo rememoró tan nítidamente que por un segundo se había trasladado al pasado.

—¿En que piensas?—Interrumpió Ginji como si le hubiese leído la mente, quebrando el silencio que se había instalado entre los dos y separándose un poco de su cuerpo.
—En el día en el que te tomé.—Teshimine río apenas al ver la expresión de sorpresa y vergüenza en el rostro de Amano.
—¡Pensando en esas cosas!—Reprochó bajando su vista al suelo.
—Tú preguntaste—Llevó una mano a su nuca y sin remordimientos prosiguió—No estabas maduro, sin embargo... Te ofreciste a mi solo por cariño ¿Verdad?—Preguntó, porque eso era algo que le había quedado dando vueltas en la cabeza.
—Quizás era un crió, pero lo hice consiente de lo que estaba haciendo... Sí, podría decirse que por cariño ¿Esta mal eso?—Investigó elevando sus cejas.—¿Hacerlo por amor? Creí que así debía hacerse.

Teshimine negó con su cabeza, sin dejar de sonreír. Elevó su mano despacio para posarla en la mejilla del menor y acariciarlo sutilmente, le encantaba verlo vivo en todo el sentido de la palabra.
Fue en ese momento, que toda su bronca, se disipó por completo. Si Teshimine lo había engañado o usado de alguna forma, ese día en particular, encerrados en un galpón, corrompiendo sus cuerpos, se había mostrado como realmente era. Al menos, el Emperador Relámpago lo sintió así; con sus escasos quince años comprendió que ese hombre que lo estaba poseyendo, lo amaba, cuidaba y respetaba, como nadie nunca lo había hecho.


Y hay, hay cosas que no voy a olvidar
la noche que dejaste de actuar
Sólo para darme amor.



Pero luego de ese día todo se tornó gris. Los del nivel medio descendieron destruyendo todo a su paso, asesinando frente a los ojos de Ginji, quien impotente tuvo que presenciar la muerte de sus amigos. Así, había nacido el Emperador Relámpago.

—Ahora tu, en que piensas—Investigó Takeru al verlo ido a su compañero.
—En todo y en nada a la vez—Tantas cosas habían surgido del fondo del baúl de los recuerdos, que su mente era un remolino.
—Puedo decir, sin temor a equivocarme, que no sentiré la furia del Emperador Relámpago.
—Hace tiempo que dejé de serlo—Respondió Ginji sonriendo abiertamente. Había dejado de llover y el sol amenazaba con surgir poderoso.
—Me alegra verte bien.

Con esa frase, Teshimine atinó a finalizar la conversación y por ende el encuentro, pero algo lo detuvo. Quizás las ganas de no irse del lado de Ginji; este experimentó algo parecido y antes de que fuese demasiado tarde, acotó:

—Si tu me lo hubiese pedido, me hubiese ido contigo.

Y con esa frase, Amano intentó decirle al otro que lo hubiese dejado todo por estar a su lado. Si las cosas no hubiesen tomado ese giro, no supo en donde estaría parado en el presente... Y en ese instante una persona ocupó su mente: De no haberse dado las cosas así, tal vez nunca hubiese conocido a Ban Midou.


Y yo vi tu corazón brillante sobre el mic en una mano
y ausente de las cosas pensaste en dejarlo
Y tirarlo junto a mí, junto a mi.



Teshimine entendió las palabras del Emperador Relámpago y vio, acto seguido, su rostro contraerse en una mueca de confusión y dolor desmedido. Volteó y caminó apenas para quedar frente al rubio, y tomando con ambas manos su rostro... Lo besó.
Un beso tierno y cálido, sin interrumpir... sin manchar la pureza del amor con el cual recordaba al antiguo Ginji.

—Teshimine—Susurró Amano agitado cuando el beso finalizó. ¡Por Buda! Cuanto lo había deseado, y él sin sospecharlo.

Una nube blanca como algodón cedió, y el astro rey iluminó con sus potentes rayos la Tierra humedecida, y las flores y plantas cubiertas de finas gotas, tornándolo todo aun mas imponente y bello de lo que es.


Hay secretos en el fondo del mar
personas que me quiero llevar
aromas que no voy a olvidar
silencios que prefiero callar

Mientras vos jugás...



El mayor sonrió abiertamente, pequeñas gotas de agua que colgaban de sus empapados mechones cayeron por su rostro, metió sus manos dentro de los bolsillos de su jean y volvió a repetir algo que le había dicho al principio.

—La primera vez que te vi, estabas solo y llorabas desconsoladamente. Ahora estás rodeado de gente y sonriendo... Como debe ser, como siempre quise verte.

Ginji nuevamente tomó aire, respirando el olor del ambiente húmedo, su ropa aun goteaba y seguiría haciéndolo por muchas horas.

—Ban—Susurró mas que nada en su interior.
—Así es... Lo tienes a él... Bendito sea por lograr lo que yo no logré.—Una repentina tristeza dominó su alma.
—¿Te iras?—Se alarmó Ginji al verlo dar la vuelta.
—Tu lo tienes a Ban.—Dijo de espaldas incapaz de voltear y ver directamente a los ojos al rubio—Yo me quedo con el recuerdo de un Ginji pequeño y des protegido que necesitaba de mi.

Y así, como había llegado, se marchó. Amano lo vio partir, y no se movió del lugar inclusive aun después de haberlo perdido completamente de vista. Su ropa pegada al cuerpo y el frío sobre su piel comenzaba a molestarlo, se encaminó a Honky Tonk, cabizbajo y con paso lento.
Subió los peldaños de la escalera con desgano, ni Paul ni Natsumi ni la recién llegada Hevn se animaron a dirigirle la palabra. En cuanto llegó al cuarto que compartía con Ban este se puso de pie pronunciando:

—Ginji, ¿Qué sucedió? ¿Te sientes bien?... Estas empapado—Pudo ver la tristeza en los ojos de su amigo, e intentó recordarle con los suyos, que no estaba solo.—Quítate la ropa y date un baño que mientras tanto yo...

Pero Midou fue interrumpido, furtivamente el rubio lo abrazó, colgándose de su cuello y hundiendo su rostro en su pecho. Lo abrazó con tanta fuerza que el telépata pensó en quejarse... Pero no lo hizo, por el contrario, le correspondió, en silencio, sintiendo los leves movimientos de su amigo, sin alcanzar a comprender si ese temblequeo era por el frío o por un llanto disimulado.
Ginji comprendió la mirada en sus ojos; y susurrando algo inentendible sobre la “S” de Get Backers, intensificó mas el abrazo, intentando decirle a su amigo con ese gesto, que no lo soltaría nunca.


Fin

Notas finales: Espero que les haya gustado.

Gracias por leer.
6 de Noviembre de 2008
Merlo, Buenos Aires, Argentina.

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