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La leyenda del fantasma por Shiochang

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La leyenda del fantasma.

¿A quien se lo dedico? Adivinen.

Las piezas reunidas

La risa tétrica del demonio pareció retumbar en la mina haciendo que Dúo se estremeciera hasta la médula mientras se aferraba con mayor fuerza a Heero que se había puesto de pie sacudiéndose.
"Amo ¿a qué se refiere?" - insistió el fantasma.
- Son cuatro almas humanas, una que ambiciona el amor de uno de los ángeles y que ya no pertenezca a este mundo y las otras tres muy amigas del otro ángel, aunque me parece que ahora es al revés - volvió a reírse - nací por la ira de un científico profundamente enamorado de su ángel de la guarda de día y que no soportaba la presencia del nocturno.
- ¿Wallace amaba a Heero? - dijo Dúo asombrado - con razón jamás estaba despierto de noche, siempre supuse que era un hombre sin interés en la bohemia.
- Te odió de corazón - se burló - y tú lo protegías de todo.
- Y los tres monjes eran muy amigos de Dúo, dado que era él quien más trabajo tenía apartando a tus hermanos que los acosaban ¿verdad? Pero eso no explica por qué necesitas a mis amigos.
- Si bien el primero me hizo nacer, los demás fueron sellando mi poder hasta dejarlo casi nulo, pero de a poco volví a atraer a los hombres hasta aquí con el poder de los sellos que pusiste, lamentablemente ninguno tenía el poder suficiente para romper el sello - se rió y Dúo se ocultó entre las alas de Heero - pero sí me dieron fuerzas para atraer a la persona que me habría de dar energía para activar mi poder, me ofreció su alma a cambio del poder infinito y ella traería hasta aquí a los ángeles del cuadro, pero no pudo localizar al ángel de la luz y tuve que tomar su alma.
"Amo, los otros se acercan por el otro túnel".
- Tráelos hasta aquí - le ordenó y la sombra se alejó - él también me ha sido muy útil, su odio hacia Relena Darlean me dio la fuerza para despertar y liberar el alma del ángel de las sombras para que buscara a su contraparte.
- Lo has usado, tal como hiciste con ella - dijo Heero señalando el esqueleto.
- Por supuesto, ustedes, los ángeles del paraíso no se han dado cuenta jamás cuán fácil es apoderarse de sus deseos y volverse poderoso con sus sueños - se burló - es tan divertido jugar con ellos.
- Ellos son un regalo de Dios - le reclamó Dúo molesto - son criaturas frágiles e indefensas que debemos proteger, no son juguetes de nadie.
- Ja, esas cosas se las dijo …l, pero no es cierto, les dio libertad de hacer lo que quisieran, pero a nosotros no, debíamos hacer lo que …l quisiera, seguir sus designios y caprichos...
- ¡Estás equivocado! - dijo Dúo molesto adelantándose - Siempre hemos sido libres para ser lo que queremos ser si nos esforzamos para conseguirlo.
- ¿Eso crees? - se burló - Te transformaste en ángel de la guarda de cuatro humanos y fue muy poco el tiempo que disfrutaste con tu amado y nunca tuviste la opción de oponerte a los deseos de …l - le recordó sarcástico - ustedes no son capaces de decir "no quiero", simplemente hacen lo que les dice.
- ¡NO SE DISCUTE CON DIOS!
- Eres un tonto.
- ¡S”LO …L SABE QUE ES LO MEJOR PARA UNO!
- No es cierto.
- ¡CLARO QUE SÍ!
- No discutas con un demonio - le dijo Heero - ellos jamás entenderán nada.
- ¡CLARO QUE ENTIENDO! …L AMA MÁS A ESAS CRIATURAS RIDÍCULAS QUE CREO TAN FRÁGILES E INGENUAS QUE A SUS ÁNGELES QUE ERAN FUERTES Y HERMOSOS.
- Porque ellos no son como nosotros - le dijo Dúo fastidiado - ellos aman incondicionalmente, perdonan, sufren, ríen y lloran y son capaces de olvidar las cosas malas, hay algunos, como ustedes, que no les llegan ni a los talones.
- Ja, si así fuera jamás los hubiesen expulsado del paraíso.
- Pero ellos pueden regresar, ustedes no - le dijo Heero.
- ¡CÁLLATE, MALDITO ÁNGEL!
Dúo miró a Heero y este le sonrió tranquilo, de seguro tenía algún plan para salir de allí, era lo más lógico, si estaba provocando con tanta calma al demonio era porque ya sabía dónde estaba su debilidad.
- Típico de un demonio - replicó - olvidan que ellos fueron expulsados del paraíso por su propia soberbia y que no tienen manera de regresar.
- ¡CÁLLATE O TE DESTRUIR…!
- Sabes que no puedes hacerlo - le dijo apretando los dedos de Dúo - no sin que te hayas liberado primero.
- ¡MALDITO!
Heero se volvió al sentir la presencia maligna del artista japonés y vio a sus amigos llegar hasta ellos. Trowa cruzó su mirada con la de él y asintió obligando a Quatre a pararse junto a Dúo, manteniéndose junto a Wufei bastante cerca de ellos.
- Aoshi, sepáralos - le ordenó el demonio pero éste se vio frenado por el poder de Dúo - ¿qué pretendes?
- Bien sabes que nuestro poder radica en los humanos que debemos proteger - le recordó Dúo - y como es de noche, mis poderes regresan a mí con ellos aquí, así que mejor anda olvidando tu absurda idea de destruirnos para liberarte.
- Pues la única manera que tienen de salir de aquí es rompiendo el sello pues la salida está a mis espaldas.
- ¿Crees que vamos a ser tan idiotas como para romper el sello cuando sabemos que sólo …l puede derrotarte?
- No tienen otra opción.
- Ya veremos - replicó Heero tomando al otro ángel del brazo - aún nos quedan otros caminos por recorrer.
- ¡Malditos! - y un fuerte temblor remeció la tierra y se abrió el suelo cayendo los cinco por diferentes sectores - los atraparé uno por uno y con su sangre abriré esta puerta.

Heero consiguió girar en el aire y evitó darse soberano golpe en la cabeza al caer, sin embargo, notó que sus amigos no estaban con él en aquella oscura caverna, los había separado y aquello era demasiado peligroso para todos, el demonio había anulado así todos sus poderes sobrenaturales y había dejado a Dúo totalmente indefenso. Se puso de pie muy molesto y sacudió sus alas, allí había agua, un terrible olor a azufre y un frío que te calaba hasta los huesos. "Los caminos de la muerte en el infierno" se dijo y usó sus alas a modo de abrigo, pero no consiguió mucho porque estaban empapadas. Decidió extenderlas para dar un poco de iluminación al lugar y hacer que escurrieran un poco, pero una punzada dolorosa la hizo detenerse, la cueva no era lo bastante ancha para extenderlas por completo.
- ¡Diantre! - gruñó y comenzó a caminar iluminándose apenas con la blanca luz de sus alas - espero que los demás estén bien
Un ruido lo alertó, le era vagamente familiar, así que caminó hasta el lugar, allí vio a un pequeño Dúo sentado en un charco de sangre y se le apretó el estómago, sabía que era eso, el renacer de un ángel como humano, pero era extraño ¿cómo podía ser aquello si Dúo ya no era ángel sino otro mortal más?
- No vas a engañarme llevándome a sentir compasión por alguien que ni siquiera es un ángel de verdad - dijo en voz alta cambiando de rumbo - no puede ser mi Dúo dado que él ya no es ángel fuera de las paredes de esta cueva.
- ¿Ya no me quieres? - le dijo el pequeño mirándolo con sus orbes violetas llenas de lágrimas. Heero, pese a saber que no era su amado, sintió que el alma se le partía en pedazos, esos ojos siempre tuvieron el poder de perturbarlo aún cuando sus sentimientos no se vieran en su cara - sólo necesito que me cuides.
- ¡Tú no eres Dúo! - replicó cerrándose a caer en la tentación de abrazarlo - él jamás me pediría que lo cuidara, aunque estuviera totalmente indefenso.
- ¡Tonto! - le dijo con voz siniestra transformándose en una horrible bestia - habría sido más fácil para ti rendirte que pelear conmigo.
- ¿En serio? - dijo molesto - pues deberías saber que, pese a ser humano, soy más fuerte de lo que aparento.
- Ya veremos.

Dúo aterrizó violentamente en un charco de oscuro lodo, el olor era casi insoportable y le causaba nauseas, era horrible. Además, era un lugar terriblemente frío y húmedo, aparte que también se sentía el olor a azufre, pero este era más liviano que el otro.
- ¡Ug! - hizo un gesto tapándose la nariz - ¡qué asco! - dijo y comenzó a caminar hacia lo que creía era la salida de esa horrible caverna - ¿dónde estarán los demás? - miró a todos lados - maldito, nos separó.
Un ruido de pasos se escuchó un poco más adelante así como una luz blanca, intrigado, se asomó a la vuelta y vio un pequeño Heero sentado jugando con un montón de plumas blancas a su alrededor. Sonrió con ternura, le encantaría tener un hijo así, movió la cabeza para sacarse la idea de la cabeza y se acercó más.
- Hola, Dúo - le dijo el pequeño poniéndose de pie sonriendo tiernamente.
"¿Heero, sonriendo?" Dijo, si cuando se conocieron ni siquiera lo hablaba, apenas y lo miraba y eso que eran compañeros, su buen trabajo le había tomado hacer que se enamorara de él, en especial porque no podía salir mucho de las sombras de la noche sin quedar indefenso y vulnerable y eso era algo que jamás le demostraría a su amado.
- Tú no eres Heero - le dijo con certeza.
- ¿No te gusto pequeño? - gimoteó.
- Mi Heero jamás daría signos de debilidad - dijo muy serio - lo conocí muy seguro de si mismo hasta en los peores momentos, nada lo amedrentaba, lo asustaba o lo hacía perder los estribos, era capaz de todo y más.
- Pero sólo soy un bebé - insistió tratando de clavarle la duda, pero Dúo se mantuvo firme. Era muy perecido a su Heero, era cierto, tal vez él era así de pequeñito, pero cuando era humano.
- No, los ángeles de la Guarda nacen grandes de manera que sean capaces de defender al humano que protegen, los humanos son los pequeños.
- ¿No me quieres?
- No eres Heero - repitió y se volvió.
- Idiota - le dijo ahora con una voz terrible mientras mutaba en su forma original - lo conoces demasiado bien ¿verdad?
- Por supuesto que sí - sonrió - mi Heero es perfecto como es, serio y todo - explicó - por eso lo amo, es mi fortaleza y mis ganas de vivir.
- Eres más idiota de lo que pensé - replicó el demonio agarrándolo por un ala - pudiendo tenerlo todo, prefieres a un ángel que ya ni sus poderes tiene.
- Yo amo la esencia de Heero, no sus poderes como ángel - replicó molesto.
- ¿En serio? - se transformó en él.
- Podrás parecerte a él, pero sigues sin serlo - le golpeó la mano y se soltó caminando rápidamente lejos de él.
- Habría sido mejor que te entregaras, ángel de la noche - le dijo volviendo a la normalidad - ahora, si quieres salir de aquí con vida, tendrás que pelear contra mí y te diré que no soy un debilucho.
- ¿Ah, sí? - le replicó con sarcasmo - pues no lo pareces.
- Búrlate si quieres, pero veremos quien gana.
- Pues yo no soy un debilucho - replicó el trenzado guardando sus alas.

Trowa y apenas consiguió darse una voltereta en al aire para evitar el golpe, pero de todas maneras cayó sobre algo puntudo, una piedra con forma de estaca que lo pudo haber empalado. Se estremeció mirando la penumbra a su alrededor dándose cuenta que estaba solo, ni sus amigos ni su novio se veían cerca.
- Este demonio sabe que juntos no es capaz de vencernos - gruñó por lo bajo - pero nos sigue necesitando para liberarse - y comenzó a caminar a tientas hacia un lugar dónde había una pequeña luz amarillenta. Se quedó de pie de una pieza, allí, en medio de una enorme caja de arena blanca había un hermoso bebé con los rasgos de su amado Quatre. Miró a su alrededor y sintió un olor extraño, como de... azufre - ¿Quién eres?
- Quatre - le dijo el pequeño mirándolo con sus hermosos ojos color agua marina - Quatre Raberba Winner - le sonrió dulcemente.
- ¿En serio? - le dijo dudoso mientras se cruzaba de brazos ¿acaso el demonio lo creía tan idiota que se iba a confundir al ver aquel bebé pensando que se trataba de su rubio? Lo miró una vez más y notó algo más, su sombra era totalmente diferente a lo que debería ser de un niño pequeño - te llamarás como él, pero no eres mi novio.
- ¿No te gustan los bebés? - hizo un puchero.
- ¿A quién no le gustan? - replicó - pero tú tratas de hacerte pasar por mi Quatre para engañarme y robarme mi alma.
- Veo que no eres tan tonto para ser un simple humano - le dijo tomando su verdadera forma.
- Pues diría que el idiota eres tú - le dijo muy serio - te delataste demasiado pronto.
- ¿Por qué lo dices?
- Hueles a azufre, eres un demonio - le dijo con certeza dándose la media vuelta.
- Ni creas que va a poder salir de aquí así como así - le dijo este deteniéndolo mientras lo amenazaba - tendrás que pelear por tu vida.
- Y espero que tú comprendas que, no por ser humano soy fácil de vencer.
- ¿En serio? Pues yo llevo las de ganar - se burló.
- Ya veremos.

Quatre se sentó en una piedra, el lugar estaba demasiado oscuro para su gusto y el olor que predominaba era asfixiante, además de que las energías malignas que rondaban el lugar eran muy fuertes, le daban escalofríos pero no quería mostrar temor, aquí no estaba ninguno de los muchachos que lo protegiera, así que tendría que afrontar los problemas solito.
- ¿Qué tenemos aquí? - dijo una voz a sus espaldas que produjo que un hielo le recorriera la espalda - un lindo humano.
- ¿Quién eres? - dijo procurando que la voz no le temblara pero igual sonó extraña a sus oídos.
- ¿Así que quieres coquetear conmigo? - le dijo poniendo una mano en su hombro pero Quatre saltó lejos espantado, jamás fue su intención coquetear con él, si sus vibraciones malignas lo repelían.
- Hueles espantoso - se quejó casi sin pensar.
- Eso tiene remedio, amorcito.
"¿Amorcito?" se dijo retrocediendo cada vez más, Trowa tenía razón, le coqueteaba inconscientemente a cualquiera y aquello lo había metido en un verdadero aprieto ya que sentía perfectamente las intenciones del demonio a su lado. "Lujuria" ese era el pensamiento que gobernaba al demonio. Tratando de tranquilizarse, retrocedió un poco más y recordó a su novio, él sería su defensa.
- No soy tu amorcito - le dijo con firmeza - a Trowa no le gusta que me traten así, menos los extraños.
- ¿Tu noviecito? - se burló despectivo - pues debes saber que de seguro uno de mis hermanos se lo está devorando y no precisamente cómo pretendo hacerlo yo.
- Pues no te creo - le replicó - mi Trowa está bien, mi corazón me lo dice.
- Eres un humano muy confiado - le replicó molesto - habría sido más fácil que te entregaras a mí, así no tendrías que sufrir y morir en mis garras.
- Prefiero estar muerto que serle infiel a mi novio - le replicó el árabe fastidiado - pero ni creas que vas a vencerme tan fácilmente.
- Te venceré y serás mío por completo - le advirtió.
- Primero deberás hacerlo.
El demonio lo miró divertido sin contestar nada, pensaba que aquel humano era demasiado frágil para llevar bien una batalla con él o al menos eso creía.
Quatre fijó su mirada en un punto y se concentró, ocuparía sus poderes síquicos de los cuales sólo Heero conocía en toda su magnitud, no dejaría que nadie más que Trowa tocara su cuerpo, aquel demonio se iba a tener que quedar con las ganas de disfrutarlo, se dijo con firmeza antes de pensar en el ataque que iba a llevar a cabo.

Wufei se sobó con fuerza la rodilla que se había golpeado al caer mientras intentaba ver algo a su alrededor, estaba bastante oscuro y el olor a azufre era bastante penetrable, tanto que llegaba a ser terriblemente molesto en su nariz y comenzaba a destornudar con violencia.
- ¿Estás bien querido mío? - le dijo una voz conocida a su lado y Wufei trató de verlo bien y lo reconoció.
- ¿Traize? - dijo bastante asombrado mirándolo fijamente con sus ojos apenas acostumbrados a la penumbra - ¿Qué haces aquí?
- He venido por ti, mi pequeño - le sonrió.
En eso el chino se percató de algo extraño, vestía de uniforme, pero no el del jefe de la policía, sino de un policía común. Además, no lo había abrazado como solía hacer cuando se volvía sobre protector con él.
- Tú no eres Traize - le dijo con certeza alejándose lo más posible - no lo conozco mucho, pero es bastante claro que eres un demonio disfrazado con su imagen para robarte mi alma.
- ¿Cómo dices eso, mi pequeño Dragón?
- Traize no me conoce con ese apodo - dijo todavía más seguro - así sólo me llama mi familia, ni siquiera mis amigos me llaman así y eso que los conozco desde hace varios años. Además - agregó - él no pudo pasar la barrera que nos retiene en este mundo y ni siquiera andaba de uniforme.
- Así que prefieres pelear - le dijo transformándose y una luz siniestra los rodeó mostrando a un horrible ser.
- Que feo eres - le dijo Wufei con asco.
- Tendrás que luchar por tu vida si quieres salir de aquí.
- Me parece bien - dijo el chino divertido - algo bueno que me pase esta noche maldita.
- Lo que me faltaba, un humano belicoso - dijo el demonio con una gota en el costado.

Heero consiguió esquivar una vez más el ataque del demonio, pero una de sus alas estaba bastante maltratada por culpa de las rocas en forma de estacas que salían de las paredes, dos veces y por poco queda ensartado en ellas. Entonces, miró al demonio divertido, con una de ellas podía destruirlo y ganar fuerzas al liberarse su energía maligna.
- No podrás escapar - le advirtió el demonio al ver su mirada fija a sus espaldas - y nadie vendrá a ayudarte, lo más seguro es que ya estén muertos.
Heero se mantuvo con la misma expresión, no le iba a demostrar que su burla le había llegado ni que estaba preocupado por su novio y sus amigos.
- De seguro ahora mismo uno de mis hermanos se está comiendo a tu querido ángel de las sombras - continuó sin notar que Heero se había movido imperceptiblemente - si me hubiese tocado en suerte a mí, vaya que lo habría disfrutado en grande, me lo habría servido con todo y... - Heero no lo soportó más y lo empujó con todas sus fuerzas contra una de las paredes de la cueva.
- Ni creas que voy a permitir que un demonio como tú abuse del dulce cuerpo de mi amado Dúo, no puedes saber lo que significa amar, mucho menos entregar algo que ustedes nunca tuvieron.
- Maldito ángel del día.
- Tienes suerte que no tenga mis poderes - replicó.
- Acaba... de... una... vez... conmigo - le dijo.
- Misión cumplida - le dijo y lo remató - ahora, a rescatar a Dúo.

Dúo ya estaba cansado de pelear con el demonio, este era o muy débil o estaba jugando con su persona, cosa que lo fastidió bastante ¿quién se creía que era para venir a tratarlo así? Apretó los dientes al golpearse contra la pared y decidió sacar su alas, sí el tipo no quería pelear en serio, ése era su problema, lo mandaría al lugar que pertenecía de una vez por todas.
- Aún no te aburres - le dijo Dúo enojado mientras extendía sus alas - yo sí, tengo que ir por mi Heero y me estorbas.
- Pues sólo me entretenía contigo - le replicó el demonio molesto - veamos si eres capaz de soportar una batalla en serio.
Dúo lo miró y esquivó nuevamente su ataque, decididamente el demonio era un debilucho, así que lo mejor era acabar rápido con él ya que no sólo el debía estar en esa situación, los demás también y Quatre, Trowa y Wufei eran humanos comunes y corrientes.
Un golpe le rasguñó el hombro y se enfadó más, ni siquiera había sido el demonio, era una de las piedras sobresalientes de las paredes de la cueva. Se sobó un poco y sonrió, podía ensartarlo allí, si lo vencía recuperaría parte de sus poderes y podría ir en ayuda de los demás.
- Eres un genio, Dúo Maxwell - se dijo divertido y esperó el nuevo golpe del demonio, lo cogió por el brazo y lo golpeó contra la pared haciendo que las rocas lo atravesaran - bien, espero que esto te sirva de escarmiento y no quieras volver a enfrentarte jamás con un ángel de la guarda, aunque este no tenga sus poderes.
- Maldito... ángel, mátame... ya.
- Pues no debería hacerte sufrir, pero primero quiero saber cuál es el camino que debo tomar para salir de aquí.
- No... lo... sé.
- No importa - lo acabó, no le gustaba hacer sufrir a nadie, aunque se tratara de un demonio que había pretendido matarlo antes.
- ¡Dúo! - escuchó la voz de Heero que lo llamaba y este se apareció frente a él todo desaliñado, pero más brillante que antes - ¿Estas bien?
- Espero que no seas otro malvado demonio pretendiendo ser Heero - le dijo acercándose lentamente - mira que no pienso aguantar que se anden paseando por mi novio cosas tan espantosas como aquella - señaló al demonio que comenzaba a desaparecer - y menos que tenga la intención de...
- Dúo, cállate.
- ¡Sí, eres mi Heero! - le dijo y le echó los brazos al cuello y lo besó profunda y apasionadamente - ¿Estas bien?
- Me parece que yo pregunté primero - le dijo este acariciando su rostro - pero parece que el demonio te dio menos problemas que su hermano a mí - lo besó.
- Era lo más lógico, teniendo en cuenta que es de noche y se estaba enfrentando a un poderoso ángel de la guarda como soy yo y que, si bien no tengo todos mis poderes de tal, soy mucho más hábil que un demonio hablador y me he enfrentado a muchos como ellos en el pasado y los he vencido sin mayores problemas. Además, tengo un don especial...
- Si, el ser muy hablador - lo cortó con un beso.
- ¿No deberíamos...?
- No, debemos primero sellar nuestros poderes con amor - le dijo y comenzó a acariciarlo lentamente.
- Humm, si tú lo dices - se dejó hacer.
Heero le jaló la camiseta negra dejando al descubierto el pecho blanco de su amado mientras su boca traviesa acariciaba su esbelto cuello mordiendo y lamiendo, mientras sus dedos jugueteaban lentamente en sus pezones que se levantaban bajo sus caricias. Lentamente abandonó su cuello para adueñarse de una tetilla con los labios consiguiendo que Dúo dejara escapar un gemido de placer. Mientras, sus manos siguieron su camino hacia la ansiada meta bajando levemente los pantalones por las caderas del trenzado.
- ¡Heero! - gimió este bajito al sentir que este le masajeaba suavemente aquella zona - ¡por favor! - le rogó pidiendo alivio.
Pero Heero tenía otros planes, quería gozarlo al máximo, así sellarían sus poderes y serían más fuertes ante el demonio a la hora de enfrentarlo, y con eso en mente comenzó a acariciar con más deseo sus caderas y a bajar lentamente con los labios hasta su ombligo introduciendo una de sus manos bajo el pantalón comenzando a frotar lentamente el miembro erecto de su novio que se estremecía con violencia pidiendo más. Suspiró y le bajó los pantalones hasta las rodillas antes de comenzar a prepararlo suavemente, haciendo que este se moviera todavía más hasta casi llegar al punto cúlmine, allí se detuvo un segundo mientras se bajaba los pantalones también y entraba lentamente en él escuchando los gemidos de placer de su ángel compañero...

Trowa no había tenido mayores problemas al pelear con el demonio, ya que si bien este podía volar, se había confiado demasiado y le había bastado un sólo golpe para dejarlo enterrado en una pared atravesado de lado a lado por las estacas de roca que sobresalían de esta. Salió de allí y se dirigió hacia dónde escuchaba la voz de Quatre, el demonio parecía estar teniendo problemas con su pequeño, así que se detuvo a esperar para saber qué hacía el árabe.
Quatre estaba muy concentrado golpeando una y otra vez al demonio con rocas que salían disparadas de todas direcciones dando en el blanco una y otra vez sin que este pudiera hacer mucho por defenderse, en especial porque lo obligaban a retroceder hacia las paredes de rocas a sus espaldas, lo que a duras penas había evitado.
- ¡Pelea como hombre! - le dijo el demonio adolorido.
- Pues tú no eres hombre - le replicó el rubio - y si yo peleó así llevo las de perder y no voy a permitir que me toques.
- Anda, sólo quiero una probadita.
- Ni de broma - le contestó molesto - sólo mi Trowa me toca así.
- Yo lo haría mejor - le dijo este coqueteándole.
- Aparte de que hueles mal, eres asquerosamente feo y tus energías son repulsivas - le contestó lanzando esta vez una roca más grande - y de seguro siquiera estás bien equipado.
- ¿Quieres ver? - le ofreció.
- ¡No! - y la roca le dio de lleno en el pecho haciéndolo retroceder hasta la pared en donde quedó ensartado de parte a parte - aunque me da curiosidad.
- ¡Quatre! - lo regañó Trowa muy molesto apareciendo desde atrás de una roca, se le veía más que molesto, furioso.
- Era una broma, amor mío - le dijo y le echó los brazos al cuello.
- Más te vale - lo amenazó mientras lo besaba en los labios - no sabía que pudieras hacer algo así.
- Bueno, él único que había visto mis poderes en acción era Heero - admitió - es muy agotador usarlos - le dijo - ¿me cargarías? - le coqueteó.
- No tienes arreglo, amado mío - le dio la espalda y se agachó - anda súbete.
Quatre sonrió y puso las piernas a los costados del latino y los brazos en su cuello mientras frotaba su nariz contra su cuello.
- No hagas eso - le pidió el artista - me pones nervioso.
- Pero hueles tan bien - susurró Quatre medio dormido - me gusta.

Wufei luchaba con furia contra el demonio, le había asestado varios golpes, pero él no parecía inmutarse, tal vez no estaba aplicando la fuerza necesaria para deshacerse de él. Apretó los puños y le lanzó un nuevo golpe que esta vez lo hizo retroceder.
- Para ser humano eres bastante bueno peleando - le dijo - veamos si eres capaz de soportar esto - he hizo aparecer una espada en su mano y otra apareció bastante lejos del chino - te mataré.
- Ya veremos - le dijo molesto esquivando su ataque tomando la espada - ni creas que me vas a vencer - le dijo levantando el arma y sin pensarlo comenzaron a luchar sacando chispas de las espadas.
- No lo haces nada de mal.
- Pues ¿Qué esperabas de un hijo del clan del dragón? - se burló el moreno golpeando nuevamente la espada - no cualquiera es capaz de hacerme frente.
- Pues eres un humano muy extraño.
- Y tú un demonio muy hablador - le replicó lanzándole un estocada que al fin dio con él y lo atravesó de lado a lado - odio pelear con débiles, espero que mi Traize sea capaz de aguantar mi ritmo - dijo soltando la espada que comenzó a desaparecer junto con el demonio y la cueva.
- ¡Ah! - se escuchó un grito a la distancia y Wufei avanzó rápidamente hacia allá topándose con Trowa que cargaba a un dormido Quatre sobre su espalda y se preocupó.
- ¿Le pasó algo malo a Winner?
- No, sólo está cansado de la pelea con el demonio - le explicó - me pareció haber escuchado un grito ¿le habrá pasado algo malo a Heero o a Dúo?
-Vamos a investigar.

Heero se recostó en el suelo acomodándose la ropa y acomodándose a su novio que se quedó dormido casi al instante, habían gritado ambos al acabar y tenía la sospecha que los demás los habían escuchado y venían hacia acá y no quería que los vieran en una situación vergonzosa. Se sentó y levantó a Dúo con cuidado para no despertarlo, también estaba cansado, pero debían llegar a su destino. Con mucho cuidado lo acomodó sobre su espalda y comenzó a caminar hacia lo que perecía ser una salida.
- Heero - lo detuvo la voz de Trowa y se volvió hacia él viendo que traía a Quatre tal como él llevaba a Dúo - ¿le pasó algo malo?
- Sólo está cansado - señaló mirando a Quatre - ¿y él?
- Lo mismo.
- Aunque no por el mismo motivo - agregó Wufei viendo como las mejillas de Heero se teñían de rojo.
- ¿Crees que allí esté la salida? - interrumpió Trowa mirando el final del túnel que parecía tener un brillo especial.
- Creo que es la entrada a este mundo.
- ¿Cómo dices?
- Ah, veo que al fin están aquí - les dijo aquella voz que escuchaban desde detrás de la puerta pero más nítida ahora - el ángel de la luz tiene razón, esta es la entrada. Simplemente estamos detrás de la puerta, el lado en que yo quedé - se rió y la cueva pareció remecerse...

Continuará...

A ver si adivinan quién es el demonio (aunque creo que ya saben o al menos sospechan de quien se trata)
Primero, quiero pedir disculpas por demorarme tanto en escribir este capítulo pero mi PC (R.I.P.) se negó a seguir trabajando antes de tiempo y me costó montones recuperar lo que tenía en él, sin embargo, ahora tengo otro y voy a tratar de terminar lo más pronto posible. (que me falta poco)
Respondo (no me pidan nombres, creo que cada cual sabe lo que me preguntó, ya que yo recuerdo las preguntas y no quienes lo hicieron)
Me alegro que sigan leyendo mi fic, sé que no eres la única que entra todos los días a ver si han actualizado (yo hago lo mismo)
Amiga, estás perdonada ya que de todas maneras has leído mi fic, espero que en esta ocasión si me dejes una nota.
Dices que manejo muy bien el suspenso, pues, vaya, gracias, yo estoy intentando mejorarlo.
Sobre el Lemon, lo puse sólo porque me lo pediste, pensaba dejarlo por sobre entendido, pero bueno, sí así les gusta.
En fin, si he olvidado responder algo, les ruego me perdonen, sigo sin internet en mi PC y no bajé las notas, perdonen.
Wing Zero o Shio Chang, que para el caso es lo mismo.

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