Michelangelo estaba preocupado y ansioso por el malentendido del sábado, tanto, que se levantó más temprano que nunca. Se hizo un desayuno rápido y salió hacia el colegio. Nada más llegar allí, aviso a Anthony que no pasase a recogerlo porque ya estaba en el colegio.
Ya era casi la hora de la entrada, llegaba y llegaba más y más gente, pero la limusina no acababa de aparecer, cada vez se ponía más nervioso y el miedo y la tristeza ya empezaba a invadir su interior, cuando vio como la limusina aparecía por allí, todo se transformó en su interior.
En ese momento comenzó a correr y en cuanto vio a Anthony salir salto y se abrazó en el cuello con tanta fuerza que cayeron al suelo.
Michelangelo sin dudar comenzó a besarlo por toda la cara y a pedirle perdón una y otra vez, Anthony completamente asombrado abrazó a Michelangelo y lo besó en los labios.
Se habían olvidado de donde estaban, y la gente había comenzado a hacer corros murmurando sobre lo que estaba pasando allí a la puerta del colegio.
Poco después tocó la campana y debían regresar, Anthony y Michelangelo se levantaron y se encaminaron hacia la entrada principal, ignorando a todos los que estaban a su alrededor, como si estuviesen solos en un mundo perfecto creado para ellos dos.
Anthony: Creía que había metido la pata contigo, pasé un mal día
Michelangelo: Lo sé, lo siento, lo siento, tengo la culpa por reaccionar así
Anthony: No pasa nada, ya está, lo pasado, pisado
En ese momento, Michelangelo le dice a Anthony que se pare, este le hace caso y el bambino italiano se le sube a caballo trepando por la espalda, se acerca con los labios a la oreja y susurrando le dice.
Michelangelo: Es que me la pusiste muy dura con el beso del sábado y me impresionó un poco (Sonrojándose un poco)
Anthony: Y ahora estás igual…
Michelangelo: Jo… (Completamente rojo)
Anthony: Jajajaja no pasa nada, venga, baja que esa es tu clase
Pasó la mañana, en el recreo Anthony y Michelangelo se reunieron en el patio y se la pasaron entre besos, abrazos y cosquillas del norteamericano al bambino italiano que se reía tanto que parecía que en algún momento se partiría en trozos.
Todo ello visto desde muchos otros ojos que se morían de la envidia queriendo ser ellos los que estuviesen sufriendo esas cosquillas, pero sobre todo los de una persona, unos ojos rojos de rabia, con ganas de venganza por lo que estaba viendo.
Al terminar la jornada de clase se reunieron ya en la limusina, una vez dentro y tranquilos, Anthony se acercó al menor y comenzó a besarlo con pasión, a lo que de nuevo el miembro de Michelangelo reaccionó al instante, el norteamericano como sabía que eso pasaría comenzó a masajearlo a través del pantalón con lo que el bambino comenzó a gemir, Anthony excitado por oírlo comenzó a desnudarlo comenzando por los pantalones y detrás de ellos se fue su bóxer dejando completamente libre su miembro erecto.
Estaba grande y libre y ya con unas gotitas en la punta, sin dudarlo Anthony se lo metió en la boca arrancándole un gran gemido al menor que apenas pudo soportar el placer que eso le había producido con lo que explotó casi instantáneamente en la boca de Anthony regalándole todo su jugo que este saboreó y se tragó todo sin desperdiciar ni una sola gotita.
Anthony: Sabes muy rico
Michelangelo: ¿sí?… (Completamente rojo)
Anthony: Pues claro, ¿lo dudas?
Michelangelo: Te quiero Tony
Anthony: ¿Tony?
Michelangelo: ¡¡Sí!! ¡Me gusta más!
Anthony: Bueno, llámame como quieras :) Hum... creo que ya estamos delante de tu casa desde hace un rato
Michelangelo: ¡Oh! ¡Es cierto! A la tarde te veo en tu casa ¿vale?
Anthony: Vale, estaré atento para que te abran
Michelangelo se acerca y le da un tierno y suave beso al mayor en los labios y ya sale del coche con una sonrisa muy grande y moviendo la mano mientras va corriendo hacia su casa de despide.
Michelangelo: ¡¡Hasta la tarde Tony!!
Anthony: Hasta la tarde… mi amor…
Michelangelo comió rápido todo lo que tenía en el plato y subió al baño para ducharse y prepararse, quería llegar muy guapo para su primer novio.
Por otro lado, Anthony se fue feliz a su casa. Una vez en la mesa, se le veía radiante tanto que a su padre le llamó un poco la atención, no era normal en su hijo tener ese semblante de felicidad.
John: ¿Se puede saber qué te pasa hijo?
Anthony: Que me he enamorado por primera vez
John: Pues esperemos que la chica valga la pena
Elizabeth: Me alegro mucho hijo, de verdad
Si, ya os gustaría que fuese una chica, Michelangelo es más lindo, guapo e inteligente que cualquier chica que haya conocido hasta ahora…
John: ¿No dices nada?
Anthony: Déjame comer tranquilo
Elizabeth: ¡No contestes así!
Anthony con cara de enfado, se levantó tirando la silla y se fue sin terminar la comida directamente a su cuarto a ducharse y lavarse los dientes, además de perfumarse para su lindo niño.