No quiero creer a Eizan, pero es que tampoco vienes para decirme que no es cierto, le pregunté a tu profesora y me dice que estás enfermo, pero ya he ido a tu casa y no me dejan pasar, te extraño, quiero verte, necesito verte…
Michelangelo ya no pudo pensar en nada más, se sentó en el suelo del baño en el que se solía esconder y comenzó a llorar y llorar hasta que sonó el timbre, se seco las lágrimas como pudo y regresó a clase.
***
Anthony ya había intentado escapar en diferentes momentos o llamarlo por otros teléfonos, pero nunca llegó a contactar con su lindo bambino, estaba muy controlado por los guardaespaldas que su padre le había puesto para que no lo consiguiese.
Mierda, mierda, si al final lo conseguirán, sobre todo ese Eizan con la labia que tiene para engañar a cualquiera, tengo que contactar como sea con Michelangelo, cueste lo que cueste, tengo que pensar la manera de deshacerme de estos dos, pero no tengo ni idea de cómo, creo que buscar puntos débiles sería lo indicado, si eso tendré que hacer.
***
Ese mismo día a la salida como siempre Eizan se pegaba a Michelangelo y no se separaba de él, acompañándolo todos los días hasta su casa, eso sí, comiéndole la cabeza todo el rato para que no siguiese esperando por Anthony, porque seguro que ya pasaba de él como hacía con todos.
Eizan: Hola Angelo ¿Vamos?
Michelangelo: Hola Eizan…
Eizan: ¿Estás bien? Te veo raro
Michelangelo: Si, estoy bien…
Eizan: No es lo que parece
Michelangelo: Pues estoy bien…
Eizan: Si tu lo dices…
Y ya no se dijeron nada más hasta llegar a la puerta de la cada del italiano, a lo que el japonés nada más llegar hizo el mayor acercamiento hasta el momento.
Eizan: ¿Puedo darte un besito?
Michelangelo: Tú estás loco…
Eizan: Si… mucho… por ti
Michelangelo: …
Eizan: Es cierto… te quiero mucho
Michelangelo: Aún así prefiero que no lo ha…
Eizan ignoró por completo lo que Michelangelo le había dicho y lo besó, este no se lo esperaba y tampoco lo quería, con lo que empujo a Eizan para separarse y gritándole se fue para su casa.
Michelangelo: ¡¡TE DIJE QUE NO QUERÍA!!
Pero eso a Eizan le daba igual, ya había conseguido besar esos labios que le habían hipnotizado desde que había comenzado el curso.
No me lo puedo creer… lo he besado, pero aunque ahora se muestre arisco se que conseguiré hacerlo mío, Anthony está acabado, no tiene nada que hacer contra mí.
Eizan saca su teléfono de la mochila y selecciona un número que ya tenía en la agenda mostrando una cara de felicidad y de ganas por llamar muy grandes.
John: Sr. Wright al habla
Eizan: Soy Eizan, esto va genial…
John: ¿Qué has conseguido?
Eizan: Ya le he besado, necesito un poco más de tiempo
John: Va ser complicado, pero intentaré evitar que Anthony contacte con él, pero deberías ir más rápido, no podré evitarlo mucho más es listo y conseguirá escabullirse
Eizan: Ok, mañana te vuelvo a llamar
John: Muy bien, hasta mañana
Eizan: Adiós
***
Anthony estaba en su cuarto trazando un plan para fugarse al día siguiente y poder ir a ver a Michelangelo cuando le llegó un SMS precisamente del bambino que decía.
“Quiero verte ya, me estoy empezando a pensar que lo que me dicen es cierto, que no me quieres y que solo me utilizaste como a los demás, te quiero”
No por favor, Angelo, no pienses eso, yo también quiero verte y decirte lo mucho que te quiero, pero lo tengo muy difícil, de todos modos, por favor no te rindas yo te quiero y te buscaré a donde sea necesario. No les creas solo créeme a mí y en lo que te dije, dame un poco de tiempo, solo eso tiempo… por favor…
***
Michelangelo llegó a casa y subió a su habitación y poco después llamaron en la puerta, era su hermano pequeño que venía a hablar con él.
Francesco: Michel ¿Qué te pasa?
Michelangelo: Nada, no te preocupes
Francesco: ¿Entonces porque estás raro?
Michelangelo: No me pasa nada tranquilo…
Francesco: ¿Entonces estás feliz?
Michelangelo: ¿Crees que con esta cara estoy feliz?…
Francesco: No, claro... que tonto
Michelangelo: :) Venga, no pasa nada vete a jugar
Francesco: Vale ¡Sonreíste!
Francesco antes de irse no se olvidó de un besito a su hermano en la mejilla como tantas veces hacía, con esa ternura que solo el derrochaba.
Sé que no me harás daño, no sé porqué pero lo presiento… te quiero Tony