Abro los ojos lentamente, dejando que se acostumbren a la suave lus que entra por la ventana, y sonrio mientras siento un dedo recorrer mi brazo.
-Buenos dias, bella durmiente.- Amplio mi sonrisa y abro los ojos completamente, dejando de respirar por un instante.
-Buenos dias...- Frente a mi, tumbado de perfil, con la cabeza apoyada en la mano y el codo en la almohada, se encuentra el hombre mas bello de todos los mundos.
Axel, con su pelo rojo cayendo en cascada por su espalda, y sus ojos verdes, tan intensos siempre cuando me miran, no existe ser alguno capaz de competir con su belleza.
Y por si fuera poco, solo está cuvierto por una sábana hasta la cintura.
Siento como el calor sube a mis mejillas ante este pensamiento, y me alzo para darle un beso, dándome cuenta de que yo estoy en el mismo estado que él.
Oigo susuave risa, y me levanto de la cama completamente sonrojado, para dirigirme al baño.
-¿Te levantas ya o vas a seguir mirándome el culo?- Se levanta detrás de mi, aún sin dejar de reir, y nos metemos juntos a la ducha, como siempre.
Siempre...
Hace tan solo seis dias desde que huimos, y cinco desde que vivimos aqui, pero se me ha hecho tan facil acostumbrarme a esta rutina, que lo único que quiero es que dure para siempre...
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Como todavía soy menor, solo puedo hacer trabajos de adolescente, como pasear perros o cuidar niños, así que después de una fantástica mañana en compañía de Axel, dedico las tardes a eso de cuidar pequeños monstruitos, agradeciendo por una vez mi cara de niño bueno, ya que sino dudo mucho que me hubieran contratado.
Cuando al fín me libero, más cansado y con mas dinero que cuando empecé, me dirijo al parque, donde siempre está Axel esperandome, siempre apoyado en el mismo árbol, con la misma pregunta en los labios: "¿un helado?".
De camino al parque, la gente se me queda mirando, y me doy cuenta de que estoy sonriendo como un idiota, causándome una risa tonta que se detiene en cuanto llego a la entrada del parque. ¿Y Axel?
No está en su árbol, ¿donde se ha metido? Axel... Axel. ¡Axel!
El corazón empieza a latir con fuerza, bombeando directamente a mis oidos, la cabeza me da vueltas, obligándome a sujetarla con las dos manos, y entonces unos brazos me rodean.
-Tranquilízate, estoy aquí... Tranquilo Roxas, tranquilo, sabes que nunca te dejaré...-
Me giro lentamente en su abrazo, con los ojos llorosos, sintiendo el corazón acelerado, pero por una razón muy diferente, y me aferro a él.
-Yo... Yo... Me he asustado mucho... No sabia donde estabas y... y... ¡Buaaaaaaaaa!-
Le abrazo con mas fuerza, mientras lágrimas de alivio escapan sin control de mis ojos.
Siento como Axel responde a mi abrazo con mas fuerza, y algo frío cae por mi nuca, haciendo que me estremezca y me aparte un poco de él,secándome las lágrimas con el dorso de la mano.
-Solo habia pensado esperarte ya con el helado, siento haberte asustado.- Me dice, tendiéndome una mano con un helado de sal marina.
Sonrío por mi estupidez, con los ojos aun rojos, y cojo el helado, a la vez que le doy un beso.
-Gracias...-
Nos damos la mano y nos encaminamos a la torre de la estación, donde nos sentamos a ver el atardecer.
Con nuestros dedos entrelazados y apoyados el uno en el otro, vemos como el sol se hunde en el mar, tiñendo el cielo de rosa y naranja, y un suspiro escapa de mis labios.
-Quisiera quedarme así para siempre...- Axel sonríe.
-A mi tambien me gustaría, pero allí abajo veo a dos primas tuyas que nos esperan.-
Miro hacia abajo, viendo a mis primas Kairi y Naminé esperando al pie de la estación, y me resigno a bajar.
-Kairi, Naminé.- Saludamos, ya abajo.
-Axel, Roxas, buenas noches.-
Las mellizas huyeron con nosotros, y nos encontramos todas las noches desde entonces.
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Después de dar un paseo a la luz de la luna, nos despedimos hasta mañana, y nos dirigimos a casa.
No hablamos mucho, no lo necesitamos, con miradas nos basta para lo importante: "te quiero", "te deseo", "acércate", e incluso "tengo hambre".
Cenamos y luego no acostamos, puede parecer un día aburrido, pero para mi todos son especiales y maravillosos, porque al fin estoy con él.
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Ahora estoy apoyado en su pecho con sus brazos alrededor de mi cintura, aún estamos despiertos.
-Roxas...-
-¿Si...?-
-Tienes que despertar...-
-Estoy despierto...-
-No es cierto, y lo sabes.-
-Ay, vale, ya lo has conseguido, me has despertado del todo.-
-Sabes que no me refiero a eso...-
Le abrazo con fuerza, sintiendo su agarre tambien más firme.
-¿Porque?- Las lágrimas asoman a mis ojos.
-Porque hay gente que te espera y se preocupa por tí, porque no puedes hacerles esto, porque mi Roxas no es un cobarde...-
-Antes que nada soy tuyo, y no puedo serlo si tu no estas, si tú no estas no soy...- Siento como una traicionera lágrima desciende por mi mejilla.
-Pero aqui tampoco estoy, yo no soy real, tú me conoces mejor que nadie, y sabes que es esto lo que te diría si de verdad estubiera aqui, por eso tu subconsciente me ha escogido, para hacerte vivir...-
-No es cierto... No es cierto. ¡No es cierto!- Ya nada puede detener mi llanto.
-Despierta, Roxas, hemos pasado una semana maravillosa, pero no puedes refugiarte aquí para siempre. Tu hermano te está esperando, sabes que no logrará ser feliz sin tu apoyo. Despierta, ve con él, y cuando llegue el momento volverás aquí, y entonces seremos felices para siempre, pero no antes...-
Lo beso con todo el amor que arde en mi interior, mientras siento cómo todo a mi alrededor se desvanece...
-¡Doctora, doctora! ¡Está despertando!