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Bacanal por Medora

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Notas del capitulo: Por acá lo que sería el final de la primera parte. simplemente se puede decir que esto es un receso para seguir con el siguiente cap del libro sexual de Weiss Kreuz

He regresado con el fin de esta orgi-fiesta

Siento mucho haberme tardado tanto, pero el muso de esta histo se me fue de viaje y acaba de volver.

Espero que se la hallan pasado bien y que esto les guste.


Espero sus muchos comentarios para saber si desean que se quede allí o que lo continúe.
 Aunque de todas maneras le voy a seguir XD










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Realmente el panorama estaba genial… con Aya atado y con esos dos lamiéndole la intimidad Youji creyó que iba a terminar antes de tiempo, sin embargo el neko rojo bien valía para esperar.

Ken logró meter su cabeza bajo el cuerpo de su jefe, al momento en el que el castaño le levantó la pierna…

-… ah… no- protestó el abisinio al sentir la audaz lengua colarse por debajo de sus testículos. Tocando la región del pirineo, antes de seguir su meta… el ano.

Con protestas o sin ellas el neko futbolero se atrevió a meter su lengua, a sacarla y a rodear con ella el estrecho pasaje, logrando humedecerlo. Las sensaciones que esas lamidas lograban, estaban dejándose ver en su dureza, la cual empezaba a derramar parte de su dulce néctar.
Mientras Omi seguía lamiéndole la hombría. Terminando por metérsela toda en la boca o lo que cabía. Catando el salino líquido que ya empezaba a salir.

Con ese carácter suyo, Fujimiya se declaraba virgen al negarse con tanta vehemencia, por lo menos de la parte trasera.
Pero ahora el pene de Youji estaba durísimo.

 Toda una cortesía de los húmedos gemidos que en vano trataba de callarse el pelirrojo. ¿Qué no sabía que con ello se veía más tierno… y sexy?Sonrió malignamente. No, todo indicaba que el pelirrojo no tenía en cuenta que tan hermoso estaba. Con las mejillas levemente  bañadas en un rosa encantador.

Lo estaban sometiendo, sus compañeros y él lo gozaba como jamás se permitió hacer antes, ya que él nunca de los nuncas había sido uke. Por ello no quería gemir, eso sería declarar que le gustaba ser sometido…


Pero la verdad sea dicha las feladas le parecían de campeonato. Ni que decir de esa lengua tan pertinaz colándose por su virgen agujero, recorriendo la zona con una lascivia exasperante.  Ardiente

El cosquilleo del deseo consumió por entero a Kudou y no pudo más que tomar la piel hermosa entre sus dedos… midiendo la espalda tersa y blanca. Se pegó más al cuerpo de Aya hasta abrazarlo por detrás (con lo cual Ken tuvo que dejar de lamer el pequeño orificio para volver a atender la dureza de su jefe) y así olerle los cabellos de fuego. Su nariz vagó hasta llenarse del aroma del cuello expuesto, erizándole la piel al abisinio.


Por su parte Aya, quien siempre parecía frío y distante gozaba como nunca. Sin esperarlo su cuerpo se enardecía, no sólo por las lindas lengüitas de los chicos, sino por el hombre que deslizaba sus dedos por toda su espalda… recorriéndola. Sin mencionar la electrizante sensación que le producía el sentir las respiraciones del otro… cosquilleo embriagador.


Las cuerdas empezaban a encajarse en las suaves muñecas del pelirrojo, cosa que notó el belinés, no podía seguir esperando debía tomarlo ya.

Youji se alejó del delicioso cuerpo de su jefe, para ir por aquél frasco que utilizaran los otros nekos para prepararlo. Deslizó el contenido en sus dedos, disfrutando del contacto. Una vez llenos volvió hacía donde Aya y le susurró:

-Voy a hacértelo- dijo a modo de promesa, de forma seductora que logró obtener una sutil sonrisa de parte del atado.
Youji separó las nalgas de su jefe. Un dedo y un gemido. Ese dedo entrando lentamente, hasta lograr quedar todo dentro…

-¡Ah!- gimió Aya echando la cabeza para atrás. El placer era más de lo que esperaba. Sin saberlo Kudou había tocado ese punto tan sensible para cualquier hombre y mientras él estaba en su prostática auscultación, los pequeños nekos lamían su hombría con desenfreno… esas malditas lengüitas tan mojadas y expertas recorriendo de arriba a bajo su miembro. Uno decidió bajar y lamerle los testículos y hasta pellizcarlos.  El otro mientras tanto le recorría de arriba abajo, hasta que decidió metérselo todo a la boca... o lo que le cupo. Tuvo que apretar los labios para no gemir fuertemente al sentir aquello. Pero de todas maneras un sonido guturalmente satisfecho se dejó oír en su garganta.  La experta boca se cerró en su  hombría, pero no para hacer la clásica y merecida acción del mete y saca, no. El muy maldito y pervertido  pequeño, succionaba su virilidad con ansiedad, al mismo tiempo que la pequeña lengua fustigaba el pequeño agujero en de la punta.  

Tres alientos desatados excitándolo 


Las agitadas respiraciones eran un delirio sobre la húmeda piel; la secaban y el dueño gozaba tanto que sabía que no iba a durar mucho… Cerró los ojos con fuerza dejándose llevar por tan exquisita tortura.


De cuando en cuando los pequeños abandonaban la hombría del jefe para lamer la piel de los alrededores. Como el vientre plano o las largas piernas, pero dicho sondeo no tardaba mucho, hasta que ellos continuaban consintiendo la dura  hombría.  En tanto Youji estaba sumergido en su nube personal de placer al sentir esa cavidad estrecharle con fuerza el dedo. Sabía que era virgen, pero el sentirlo, el respirarlo, ¡el vivirlo!  Era la más exquisita de las comprobaciones.

Ese extraño sentimiento de superioridad envolvió a Kudou y ya de pronto no era suficiente un dedo… dos luego tres. Acariciando con ellos el apretado interior de Fujimiya, tal y como en su húmedo sueño. Oyendo los gemidos de placer del jefe mejor que en el sueño y gozando definitivamente mucho más que en la fantasía.

Cada rincón lo tocaba, casi con idolatría. Estuviese a dentro o afuera, la piel del pelirrojo era exquisita, digna de guardarse en la memoria y por ello Youji lo hacía todo lento. Probando hasta el salino sudor del jefe.

-Estás tan apretado- gimió Kudou al oído de Aya para luego succionar la piel del cuello.
La fragancia del cabello rojo llenando su nariz, grabándose en su memoria. Ese olor de hombre único e irrepetible. Tan seguro como sensual.

Las manos le escocían al pelirrojo, pero ya no le importaba, sólo esperaba que los dedos largos de Youji siguiesen dándole esas oleadas de placer y que tanto Omi como Ken lamieran más rápido… 

-Eres tan sensual- murmuraba el castaño en su oído, donde más tarde metía su lengua lascivamente. Podía notarlo, casi sentir como el Balinés estaba ansioso por restregarle su hombría en el trasero… por tomarlo y marcarlo.  Esa forma tan posesa y fiera de tratarlo le agradaba. Dedos maestros irrumpiendo en su interior, tocando, tañendo un punto delicioso en su ser que le causaba exquisitos temblores y un vértigo que ansiaba mantener… lo más que se pudiera. Youji parecía saber lo que le gustaba. Le metía más adentro esos dígitos, hasta interrumpir la invasión al salir de forma abrupta.  Mientras atacaba la piel de su cuello o la que le apeteciera con besos y lamidas.  La mano libre no quedando atrás ni mucho menos  ociosa, la ocupaba en medir su torso, centímetro a centímetro.  

-Tu piel… me fascina… es tan suave- murmuró Kudou. Un fino escalofrío le atacó a lo largo y ancho de su columna. Había deseo en cada una de esas palabras y cada sílaba iba impregnada con una sensualidad innata en ese pervertido de Kudou.  Youji tocaba cada centímetro de Aya como siempre quiso. La insaciabilidad despertada por ese cuerpo viril y hermoso que estaba a su merced. Sus dedos se dirigían a cada zona erógena. Todo aquél  punto donde Fujimiya temblara más fuerte.   Explorando, conociendo y sobre todo grabando cada una de las sutiles acciones del pelirrojo.  Le encantaba tocar esos capullos rosas que se endurecían ante sus implacables uñas, al mismo tiempo que el   tenso cuello era apresado en sus dispuestos y hambrientos labios. Después de todo debía aprovecharse de la situación. De la maravillosa oportunidad de poder rendir pervertido homenaje a cuerpo tan perfecto.  Aya sin embargo trataba de no sumirse en el éxtasis tanto como para permitirle a Kudou el gusto de oírlo gritas, suplicante por más. Esos dedos dejaban su dermis tan sensible al mismo tiempo que le  ocasionaban fieros calambres que a su estómago iban a parar.  Sentía un  calorcillo colándose por sus mejillas cada vez que  Youji musitaba cada una de esas palabras lascivas, o cada que sentía esos dedos invasores tocarle tan adentro. Su fustigada próstata mandaba a su cerebro mensajes más  fuertes que cualquier adrenalina.  Ni en el trabajo más difícil se había sentido de aquella manera.  Indefenso y por completo excitado.  

Lo que de plano no esperó el neko rojo fue que los menores se separasen d e su cuerpo. Eso lo obligó a abrir los ojos. Y lo que vio le gustó. Los pequeños se estaban besando y acariciando mutuamente, tomando sus miembros entre sus manos, estrujándolos a fruición, mientras sus bocas se conocían o probaban la piel expuesta de su compañero.


Pero en el total desenfreno de pasión Ken voltea al menor y lo pone en cuatro, dejándolo frente al jefe y sin más le mete el miembro, todo de golpe.

Omi gritó por la penetración tan ruda, pero eso no detuvo al moreno quien empezó a moverse, entrando y saliendo del delicioso cuerpo.

Youji tampoco esperó más, sacó sus dedos y volviendo a alzar la pierna del jefe, lo embistió. A diferencia de Ken él lo hizo lento, pues lo reclamaba así su cuerpo. Lo necesitaba. Necesitaba sentir ese viril ser milímetro a milímetro, hasta quedar por entero fusionado a él.

Aya se limitó a gruñir al sentirse ocupado por entero. Sus ojos entreabiertos reflejaban lo que el no se permitió expresar. El deseo quemándole la piel y los labios. Ansiaba gritar que se moviera, que lo destrozara o simplemente que era delicioso, sin embargo se trataba de algo sumamente humillante que no iba a hacer.

Youji empezó a moverse, lento. Disfrutando del meter y sacar su miembro de tan virginalmente estrecho pasaje. Gozando del apretón que éste le daba a su miembro.

Con cada arremetida ambos sentían la piel del otro, tan cerca de la propia y a su nariz llegaba el aroma del otro… ambos gimiendo, primero quedo, luego jadeando por aire que parecía cada vez más escaso para Aya sobre todo luego de que Omi reanudara su tarea con la boca.

-Por fin eres mío- dijo Youji mientras lamía la oreja del pelirrojo… Y era verdad. Por entero. Ese nexo de palpitante carne estaba reclamándole como nada antes. Lo sentía meterse intensificando esa sensación de vértigo en su estómago y el indescriptible cosquilleo en su espalda.  Dolía demasiado, pero ese contrastante sentir quedaba  a un preocupante lado ante las intensas arremetidas  de  extremo goce.

 -Kudou… -musitó Aya muy bajo, enronquecido por la pasión.  

-Al fin puedo tenerte Aya Fujimiya… ¡Eres deliciosamente estrecho!- declaró  Youji con vehemencia pasional.  El castaño estaba obnubilado por lo que esa dulce cavidad le ofrecía a su miembro ansioso.  Se había empalado hasta el fondo, gozando más que nunca de esos dulces temblequeteos del estoico jefe.  Llevó sus labios al tenso cuello y con ellos lo masajeó. Piel suave y dulce a su paladar. Dejó rojas marcas en testigos mudos de su lúbrico ataque.  Solamente la experiencia de tantos años de sexo, le habían permitido no terminar al sentirse entrar en Aya. Tenerlo así de  cerca y así de indefenso era algo sumamente extasiante.  

-Ran eres maravilloso- jadeó mientras sacaba levemente su hombría, antes de volver a empalarse con rudeza- que placer… poder sentirte… poder tenerte de esta manera…  ¡Eres una verdadera delicia!

 Aya se giró levemente al escuchar aquello. No supo si fue la acción del castaño o sus palabras, pero cerró los ojos en muda petición por los labios del mayor.  Le había gustado que Youji lo llamara por su nombre real.  El Balines sonrió satisfecho, complaciendo a su amante y jefe.  Por que en el idioma serio del pelirrojo aquella acción había sido como gritar que lo que le estaba haciendo le gustaba. Su boca cubrió otra, ambas dominantes, ambas asfixiantes y embriagadoras. Lenguas lascivas enredándose sin tregua, sin mesura. Se vieron por solo unos instantes a los ojos luego de aquél beso; intensamente. 
Los Cuatro jadeaban de nuevo, casi al mismo tiempo marcados todos por el ritmo de la pasión.

Ken masajeaba el pene de Tsukiyono de manera casi salvaje.

A pesar del dolor Omi soportaba bastante bien. De hecho todos lo hacían y mientras ellos se deleitaban en grupo, el pelirrojo alemán sonreía a sabiendas de que los nekos no podían verlo.

Los gatitos  estaban dándole más diversión de la que esperara.

Todos parecía no saber donde poner las manos, a excepción del atado  Aya. Los desfogues de la pasión iban en aumento así como las arremetidas de Ken y de Youji. Con cada embestida furiosa el castaño Balines dejaba en claro cuanto había deseado estar en donde estaba.

Tener tan cerca de su jefe unidos en el abrazo sexual. Metía su dura hombría hasta lo más recóndito de Aya, para salir lento y luego de notar  la caldeada estrechez alejándose, volver a dejarse cobijar por ésta para así no extrañarla. Marcar ese estrecho pasaje con un solo nombre: el suyo. Youji Kudou.

 En carne propia sentía Aya cada una de las necesitadas extremidades del enfebrecido Kudou. Cada centímetro de ese grueso falo ocupando un sitio que no imaginara que alguien llegara a llenar.  Notaba cada eco del desfogado corazón de Youji en su espalda, por que permanecía pegada al pecho ajeno.  El escozor en su recién estrenado agujero, que incrementaba ese exquisito temblor que no dejaba de recorrerlo por entero.  Dura virilidad tomándolo, poseyéndolo dejando una marca indeleble, al mismo tiempo que los labios diestros de Tsukiyono se metían por entero su hombría, tragando lo más que podía.

  Los vientos de la pasión de ambos hombres estaban acometiendo su ser sin piedad. Cada poro de su dermis emitiendo perlas refulgentes por aquél sofocante calor.   Omi llevado por los tratos salvajes de Ken, metió su lengua en el pequeño agujero del que empezaba a salir el pre- semen.  Youji acercó  más aquél cuerpo de pecado. Su mano quedó a la altura del pecho de su jefe. Bajó sus yemas cantó el desbocado músculo. Al quedarse tan cerca dejó que la otra mano llegara a la hombría ajena. Sin detener la tarea labial de Omi, atrapó entre sus dedos los testículos del pelirrojo.  En la boca de Omi distinguió blancas marcas. Sonrió ladino. 

-Tu pene parece gritar que ya vas a acabar- susurró tan bajo para que solamente Aya lo oyera.  Como el pelirrojo no dijo nada,  llevó sus manos a la fina cintura para poder afianzarse más. Penetró con fiereza una y otra vez, en una danza bastante erótica, hasta poder arrancar más gemiditos audibles del ya para nada serio jefe.  

-Quiero terminar junto contigo Ran Extrañamente esas palabras le sonaron al aludido diferentes. Como un ruego. Sin embargo las duras penetraciones no le dejaron tiempo para contestar más que monosilábicos y húmedos gemidos.  Al mismo tiempo Ken se empalaba con mayor  ahínco en el más pequeño de todos. Gozando de poder someter a ese niño  pervertido. Más  aún al  verle felando a Fujimiya de una manera tan necesitada...

Arqueándose el pelirrojo fue el primero en terminar.
Pero Kudou seguía moviéndose, a pesar de que pudo cumplir su capricho de correrse junto al pelirrojo.  . Omi por su parte se vio lleno de la esencia de Aya que no pudo tragar por entero pero al menos eso atenuó su grito de éxtasis al derramarse el también.

Al ver a Omi luchando por tragar el semen Ken terminó también, llenando el interior del menor.

Kudou pudo soportar para ser el último en acabar. Marcó con su semen a su jefe y mentalmente agradeció a Schuldrig por haber puesto tan cariñosones a sus compañeros.

Al terminar el castaño volteó el rostro de Aya para poder besarlo antes de salir de su cuerpo.

Al romper el contacto con la deliciosa boca miró a sus amigos. Sonrió de medio lado al ver a ambos , chicos tirados y ¡dormidos! En el suelo.

Salió despacio del cuerpo de su jefe y para su sorpresa éste también dormía.

Todo indicaba que le tocaría limpiar a él. Suspiró resignado y por fin salió del cuerpo de Aya. Lo desató y el cuerpo le cayó encima.
El cálido contacto le hizo sonreír de nueva cuenta.

Se quedó así por unos minutos, pero el sueño amenazaba con atacarlo, así que hizo a un lado el cuerpo de su jefe y primero llevó a Omi en brazos hasta su habitación.

No le sorprendió ver que ya se había hecho de noche. Menos mal que entró. Posiblemente también el alemán se encargara de cerrar la florería ya que una vez que

Youji se puso una bata y dejó a sus compañeros en su respectiva cama. Luego bajó a ver el local y nada, estaba cerrado.

Subió a su habitación. Casi se le sale una carcajada al pensar en lo ocurrido. Todo parecía una locura. De hecho lo era y cortesía de…

- ¿te divertiste gatito? Espero que si, yo me lo pase en grande.- dijo la voz de Schuldrig en la cabeza de Kudou.

-¿Dónde estás?- preguntó Youji viendo a todos lados.

-En mi casita como niño bueno.

-Si, claro

-Por cierto, saluda a la cámara- dijo la voz con un deje malicioso

-¿Cámara? ¿Qué cámara?- preguntó Youji medio alarmado

Pero un brillo en el librero le dijo todo. Se acercó para verla.

-Maldito alemán pervertido- masculló mientras sacaba el aparato y lo rompía.

-Ay no digas eso gatito, yo que me esforcé en darte diversión y dejarte un recuerdo ¿y así me pagas? Ya no hay gente agradecida
-Deja que te ponga la mano encima y verás mi agradecimiento- dijo el otro más que enojado.

-Bien hasta otra neko. Luego te mando la copia de tu orgi-aventura- dijo la voz riendo mientras se iba haciendo cada vez más tenue.



-¡Maldición! Un video… estúpido Schuldrig Si lo ven Aya y los demás no llego a mi próximo cumpleaños.








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Lo dejo por hoy.

Quieren saber si hay video?

Pues dejen comentarios, por cierto he estado pensando hacer una orgía con los malos, pero eso lo dejo a votación así que a comentar que si esto no tiene muchos comentarios no lo sigo. Ja ja que mamona soy.

Digamos que lo que sigue involucra directamente Schul y la revancha karmica XD y no dire más... excepto que quizá haga un solo de aya con Kudou. jeje

Cuídense

Notas finales:

Por su fina atención gracias.

Ha sido un entero placer el pervertirles.


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