Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El rojo de la pasión. por nezalxuchitl

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

LuciusXBill

Un poco de noncon.

Enjoy it.

Notas del capitulo:

"El rojo de la pasión"

Pareja: Lucius Malfoy X Bill Weasley

Advertencias: lemon, un poco de sangrita.

Resumen: En el baño de un bar Bill descubre que no es indiferente a los encantos de Lucius, y este descubre una veta sadomasoca en el mejor de los Weasley.

 

El rojo de la pasión.

 

La puerta del baño fue cerrada de un empujón, el mismo que estampó al mayor de los hijos Weasley contra esta, golpeándose la nuca y la cadera.

La nuca rebotó llevando de vuelta a unir sus labios con los de Lucius Malfoy. La cadera fue sobada con lujuria, no con ternura por la aristocrática mano del rubio.

¡Por Merlín! ¿Cómo era posible que él estuviera ahí con Malfoy? ¿Cómo había llegado a semejante situación tan absurda?

No podía culpar de todo al whisky de fuego. Había llegado a estar mucho mas borracho y no por eso terminaba en los servicios de caballeros para tener un rapidin con Lucius Malfoy.

 

Era insano, pero la boca de comisuras hacia debajo de Malfoy, sus flotantes cabellos rubios, su despampanante belleza lo llevaban a la locura. ¿Cómo podía ser un hombre tan bello?

La lengua de Malfoy atacaba su boca y el no podía sino dejarse, rendirse pasivo a la agresiva beldad dispuesta a conocer perfectamente los mas recónditos lugares de su cuerpo. Una mano seguía sobando su cadera y la otra empujaba su pecho contra la puerta cerrada. Un destello de cordura recordó a Bill de echar el seguro a la puerta: su reputación le importaba un comino, pero la mera idea de ver interrumpida la seducción le ponía los pelos de punta.

Los vellos de su nuca se erizaron, uno por uno cuando la lengua de Malfoy delineó el contorno de su oreja. Su pecho lo aplastó aun mas contra la puerta y una rodilla se abrió paso con brutalidad entre sus muslos. Los labios de Bill se abrieron sin dejar escuchar sonido alguno, perdida la voz por la sensación encontrada ahí debajo. Lucius Malfoy se sentía grande y duro, podía sentirlo contra su propia dureza. Malfoy le mordisqueo la orejita, Bill subió una pierna para apretar la cadera del otro contra la suya, Malfoy se le restregó y terminó chupándole con fuerza la orejita, tirando del pendiente.

El mago malvado separó el torso solo lo suficiente para escanear con sus ojos grises el rostro de mandíbula cuadrada, delicado aun pero varonil, del hijo mayor de Weasley. Acarició los lacios cabellos pelirrojos, peinándolo, apreciando su suavidad y longitud. Cogió firmemente la coleta y tiró con fuerza hacia atrás, obligando al muchacho de ojos grises a exponer su cuello a su avidez. Recorría con sus labios esa superficie perfecta, perfumada, sentía latir por debajo la sangre, bum, bum, bum, un tamborileo rítmico y primitivo que lo invitaba a seguir sus mas básicos instintos.

 

Como si necesitara algún aliciente para seguirlos.

 

Sus ojos siguieron el destello pelirrojo tan pronto como el joven entró en el bar. Una verdadera belleza, declaró para sus adentros, aunque sea un traidor a la sangre. De la cabeza a los pies, pasando por esas nalguitas respingonas; que ganas de nalguearlas, de morderlas, de separarlas  y poseerlas. Ese Weasley tenía que ser suyo: además de una conquista seria un puñetazo en la cara al fracasado de su padre.

No le fue difícil amañar la situación para conseguirlo; unas discretas palabras al maître del establecimiento para que a la cita del señor Weasley le fuera impedida la entrada, la adición de unas gotas de amortencia en los tragos que el joven pidiera y esperar a que la banda de jazz dejara de tocar y la mayoría de los clientes se retiraran.

Cuando Bill se paró y se dirigió a los servicios no le quedo mas que ir en pos suyo, entrar tras el al baño, cerrar la puerta y estamparlo contra esta. El entusiasmo con que el pelirrojo cooperaba le indicaba que la operación era un éxito.

Ahora lo tenia contra su cuerpo, haciéndole sentir su dureza, tirándole de los cabellos para enseñarle quien mandaba ahí: los dos pares de ojos grises se encontraban conectados por el deseo, feroz, predativo. Los dientes de Lucius se clavaron en el cuello rompiendo la delicada envoltura. Unos finísimos hilitos rojos corrieron hacia abajo, brillantes, carmesí; parecían tan solo unos cabellos más.

Bill apretó el trasero de Malfoy; lo sobó  y pellizcó y apretó contra su propio cuerpo, haciendo todo lo que siempre había querido hacer con esa blonda encarnación de la Maldad que Lucius Malfoy era a los ojos de su familia. El pelirrojo comprendía que era malo, que era peligroso, que era sensual, y lo deseaba desde lo más profundo de su corazón; una atracción y un deseo oscuros y poderosos.

¿Cómo podía albergarse aquello en el pecho del más fiable de los hijos Weasley?

Vio como los labios crueles y delgados se curvaban en una sonrisa manchada de sangre, su sangre, y con idéntica avidez a la que demostrara Malfoy sus labios se fueron sobre los de el chupándolos, lamiendo el ferroso sabor de su propia sangre y mordiéndolos para probar la suya.

Al sentir el mordisco Malfoy retiró su boca y una bofetada volteó el rostro. Miro el perfil con su mano pintada en rojo sobre la mejilla fresca, adornada con unas cuantas pecas. Arrancó la ropa al joven mago a tirones, a rasgones, con violencia, sin importarle que al final el joven se quedaría desnudo y sin que ponerse, sin importarle otra cosa que admirar esa obra de arte, esas clavículas gruesas, marcadas, ese torso esculpido por el ejercicio: ni el cincel del mejor escultor habría logrado unos pectorales tan perfectos como los del pelirrojo.

El índice y el corazón de Malfoy bajaron en línea recta por el centro del torso de Bill, entre sus pectorales, sobre los músculos de su abdomen, y a partir del ombligo su camino estaba alfombrado de rojo. Fino al principio y mas ancho y tupido conforme bajaba, hasta terminar en un triangulo que rodeaba el pene enhiesto del muchacho. Con el pecho lo empujo contra la puerta y le levanto un muslo, apretándoselo contra la cadera, observo fascinado el movimiento de aquellas bolas colgantes que asemejaban dos duraznitos excesivamente besados por el sol. Su diestra los acunó, los bamboleó, los acarició. La boca de Bill seguía abierta, incapaz de articular sonido. Sus dedos se condujeron por su cuenta a desabotonar el saco de Malfoy, su camisa, sus pantalones... el rubio se dejó hacer mientras jugaba con las bolitas pelirrojas.

La mano de Bill libero su miembro, frotándolo de arriba abajo, apretando la cabeza, haciendo surgir unas gotitas de fluido lubricante. Bill se relamió los labios mirándolo. Bill miraba el miembro de Malfoy y Malfoy miraba los ojos de Bill, adivinando lo que quería. Mas no iba a dárselo. Ese escarceo ya se había prolongado demasiado. Le subió el otro muslo, apretándoselos bien contra su cadera y frotando su pene contra el del muchacho, contemplando sus gestos, sus reacciones... no había gemido ni una sola vez. No gimió tampoco cuando cogió los dos miembros juntos, apretándolos, sobando las puntitas con el pulgar; el fluido lubricante salto también del miembro de Bill pero sus labios entreabiertos no ofrecieron mas que la vista del húmedo interior de su boca.

Bill tenía bien enroscadas las piernas en la cadera de Malfoy, sosteniéndose entre él y la puerta. Eso dejaba en libertad las manos de Malfoy, en libertad para masturbar dos penes, en libertad para sobar las carnosas redondeces que el muchacho tenia detrás, en libertad para introducirse cada vez mas entre ellas hasta frotar su entrada con rápidos circulitos, dándole unas cosquillas enloquecedoras.

Bill le tomo el rostro entre ambas manos y se apodero de su boca, se abrió paso entre los delgados labios, exploró la cuevita húmeda, cosquilleándole el paladar, pidiéndole mas con el apasionado beso. Lucius comprendió lo que deseaba, y solo porque  el también le deseaba se lo dio. Cogió las caderas del muchacho, lo sostuvo atrayéndolo a si con un brazo horizontal sobre su cintura. El pelirrojo separó sus propias nalgas, facilitándole el acceso a Lucius. Al sentirlo entrar apretó con fuerza los labios, mordiéndoselos. Un terrible, punzante dolor se adentraba en el a la par del miembro del rubio. Era demasiado grande, no le iba a caber; dudaba pero deseaba y dolía y se sentía delicioso. Clavo las uñas en la espalda vestida de Malfoy, pegó su boca en el cuello varonil del rubio aprisionándole la nuez de adán, chupando sobre ella dolorosamente.

Lucius no paró hasta tenerlo todo dentro de Bill, agradeció que se separara las nalgas pues así entro mas hondo. Sentía el peso de las bolas sobre su pubis, su suavidad y mirando entre sus vientres pudo constatar lo bien que el rojo y el amarillo lucen entremezclados. Con su diestra libre continuo la masturbación. Envolvía la erección de Bill, la apretaba, la exprimía, cada chorrito de fluido que brotaba de esta lubricando su mano era un halago a sus habilidades: la erección del muchacho no había cedido un ápice a pesar de lo que estaba doliendo por detrás. Porque le estaba doliendo, de eso no tenia duda, el líquido cálido que permitía el frenético vaivén dentro y fuera era sangre. Podía olerla, ferrosa, caliente. Ese aroma lo excitaba.

Lucius miró el rostro contorsionado por las sensaciones encontradas; placer, dolor: igualmente disfrutables. Sus labios se curvaron; quien hubiera imaginado que el niño bueno de los Weasley tenia una veta sadomasoquista. Eso le iba más a Bellatrix, a los mortifagos, no a un Weasley.

Y sin embargo era. El pelirrojo le lamia el sudor del cuello, apretaba firmemente su cadera con sus piernas, separaba sus nalgas cuanto podía para sentir hasta el fondo los embates de su amante disfrutándolos, cada uno, dentro, fuera, dentro, fuera en un ciclo que parecía nunca terminar. Un ataque sensual mas que un intercambio amoroso. La respiración de Lucius se volvía cada vez mas agitada y en ocasiones al jalar aire el sonido llegaba a resultar un jadeo bajo, pero Bill, nada. Gozaba en completo silencio, cerrando la boca con obstinación, o abriéndola en un grito mudo. O cerrándola sobre el hombro del rubio, mordiendo con fuerza cuando la cabecita de su pene exploto como fuegos artificiales; estrellas blancas que mancharon su vientre.

Entonces Lucius lo cogió a dos manos por las nalgas, dejándolo en libertad de acariciarlo: las manos de Bill bailaban frenéticas sobre el pecho desnudo de su amante, metiéndose bajo la camisa y el saco abierto para rodearle la espalda, metiéndose bajo sus pantalones para apretar directamente sus nalgas, y todo era mete y saca, sensación ardiente para Bill, deliciosamente ardiente, como si estuviera a punto de prenderle fuego por el culo... A tientas, viendo borrosamente al rubio en medio de la neblina de placer localizo su corbata, anudada flojamente, absurda en aquella situación, y se la jaló mientras alcanzaba el orgasmo y nuevamente los fuegos artificiales estallaban, esta vez en sus entrañas. Jaló la corbata y el nudo se apretó en torno al cuello de Lucius y una deliciosa sensación de asfixia acompaño su clímax.

Luego se la aflojó y le bajó los muslos al muchacho, enrojecidos por el constante manoseo. Su rostro, su pecho, estaban sonrojados y sabía que el interior de las nalgas y de los muslos también estaba teñido de carmín. Su pene flácido salió impregnado de fluidos brillantes y rojizos, así sin limpiarlo lo metió bajo su bragueta. Se abrochó la camisa y el saco rápidamente, mirando de reojo al muchacho pelirrojo que agotado se recargaba contra la puerta.

-Hazte a un lado, Weasley, que no dejas pasar.- fueron las únicas palabras que cruzaron en aquella noche de pasión en el baño de un bar.

 

Fin.

Notas finales:

¡Oh! ¿Cual sera la proxima pareja? NI yo misma lo se, asi que estoy abierta a sugerencias y peticiones.

Besitos del mal y nos leemos!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).