Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tesoros por Kitana

[Reviews - 13]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: No hay mucho que decir, sólo que aqui esta el nuevo capitulo
Lluvia de mayo.
Una noche furtiva,
luna en los pinos
Riota

Lirios, pensad
que se halla de viaje
el que os mira.
Sögui

Aquella noche, Julien salió a hurtadillas del hotel en el que se hospedaba. No iba a ser fácil. Aferró con fuerza la mochila en la que había colocado todos los elementos necesarios para llevar a cabo la tarea que debía realizar esa misma noche. No quería demorar demasiado, pensaba que cuanto antes se hiciera con los objetos, mejor, dentro de su actividad, el tener demasiado trato con sus contratantes no era algo bueno.

Llegó hasta el templo, alerta y desconfiado. A esa hora de la noche, el edificio y sus alrededores se encontraban en una absoluta calma. Estaba oscuro y el aire comenzaba a hacerse más y más denso, signo inequívoco de que ellos sabían lo que buscaba. No tenía importancia, por más fuertes que pudieran llegar a ser, por más enfadados que se encontraran con su presencia, no iba a desistir de sus propósitos.

Se dispuso a entrar en el templo, convencido de que los problemas recién comenzaban. Como en automático, trazó en su mente el recorrido que debía hacer para apoderarse del collar.
—No te lo llevarás — dijo alguien a sus espaldas. Julien sonrió de lado, mientras asía con fuerza el diminuto puñal de jade que solía portar en ocasiones como esa. Aún no conocía nada en la tierra que el jade no pudiera matar…
—No vas a detenerme — dijo sin mirar atrás, pero disponiéndose para lo que pudiera suceder. La misma chica de esa mañana se presentó ante él, mirándole, los negros ojos de la joven despedían un odio inmenso.
—…l no quiere ser despertado… — siseó la chica mientras lo miraba fijamente, Julien sonrió de lado, sin angustiarse demasiado, no era la primera vez que enfrentaba algo semejante. Le pareció que la chica se disponía a atacar, sin embargo, ella se desvaneció en el viento, dejando tras de sí un penetrante aroma a almendras. Julien no sonrió, aquello no era buena señal. Metió la mano en el bolso que colgaba de su hombro y rebuscó en él hasta dar con un estropeado muñeco de madera.
—Maldita sea… no pensé que tendría que usarte tan pronto… — susurró mientras ungía el muñeco con un aceite sacado de su bolso —. Esto se está poniendo complicado — susurró mientras hacía memoria de la fórmula que debía recitar. Contaba con que la chica no estuviera preparada para lo que haría, contaba con que ella fuera tan vieja o testaruda como para no darle importancia. Apresuró el paso, pensando que no podía dejar que nada malo sucediera, no podía dejar que nada se interpusiera en su camino. …l sólo estaba ahí por dinero, nada más que por eso…

Cruzó el viejo pórtico que daba acceso al templo.

Se acercó hasta el altar desde el que Amaterasu parecía sonreírle burlona, como provocándole. Los misteriosos ojos de la estatua parecían seguirle. La sintió venir, como una corriente de aire, estaba ahí, y estaba furiosa.
—Es suficiente, Onoe Ai — dijo con voz firme. Un grito furioso de mujer rompió el silencio de aquel oscuro templo —. ¡Suficiente, Onoe Ai! — exclamó mientras un viento helado le rodeaba, finas ramas de los árboles cercanos arañaban su rostro y sus brazos con violencia, pero Julien se mantuvo firme —. ¡He dicho suficiente, Onoe Ai! —gritó mientras las ramas de los árboles se ensañaban con su rostro.
— ¡Maldito seas, te arrancaré la lengua! — gritó ella furiosa mientras se acercaba amenazadoramente a Julien. Pero ya era tarde para detenerle…
—No harás nada de eso, Onoe Ai — dijo Julien con satisfacción, había resistido la furia de la chica —. Eres débil, Onoe Ai —dijo mientras avanzaba sin resistencia alguna hacía la estatua.
— ¡Deja de decir mi nombre!
— ¿Por qué? ¿No te agrada, Onoe Ai?
—Tú no debes decir mi nombre… — masculló ella con aire enfadado —. Además, ese no es mi nombre…
—Sí no lo fuera no te habrías detenido, Onoe Ai — susurró Julien.
— ¡Imbécil!
—Después de todo, tu apariencia corresponde con tu mente, ¡actúas como una niña! — dijo mientras sostenía entre sus manos el hermoso collar.
— ¡Idiota! ¡He visto más lunas que las que ningún miembro de tu insignificante estirpe podría contar! ¡No soy una niña! — masculló Ai —. Alguien como tú no debería llamarme por mi nombre — dijo ella bajando la voz. Se supo vencida en el momento en que Julien no se detuvo ni siquiera al sentir toda su furia.
—Lo eres, al menos en apariencia —dijo mientras sonreía a la chica que le seguía mirando con desprecio.
— ¿Qué vas a hacer? …l no quiere que lo despierten, me lo susurra cada noche desde que supimos que venías…
— ¿Cómo pudiste saberlo…? —dijo Julien extrañado.
—…l lo sabe todo…
— ¿Por qué no lo llamas por su nombre, eh?—dijo Julien burlón.
—Humano idiota, uno no puede emplear el nombre del amo como si fuera cualquier cosa —siseó la jovencita siguiéndolo fuera del templo —. ¿A dónde iremos ahora? —dijo Ai sin mirarlo.
— ¿Iremos?
—Debo ir contigo, es mi deber, ya que me has arrancado el collar, debo acompañarte hasta que termines el rito, son las reglas que el amo dio —dijo ella con esa voz de niña.
— ¿De qué estás hablando?
— ¿No terminaste de leer el libro? —dijo ella riéndose. Julien se sonrojó y maldijo en su lengua materna.
—No, porque se supone que sólo debo llevar los objetos a los que me contrataron.
—Entiendo… torpe humano, tendré que ayudarte, sólo espero que él no se enfade demasiado conmigo… tendré que explicarte… el collar es sólo la primera de las siete llaves, cuando hayas reunido las siete llaves, tendrás que acudir al sitio que el amo eligió para dormir e intentar despertarle siguiendo el ritual que él mismo elaboró.
—¿Qué se supone que es tu amo? ¿Alguna clase de demonio? —Ai se echó a reír.
—El amo es más poderoso que cualquier demonio, más antiguo que cualquier dios y más cruel que cualquier humano —dijo ella casi con nostalgia.
—Estás loca…
—Tú eres quien está loco, si mi amo quiso dormir fue por una buena razón, ¿sabes? No le gustaba en lo que se estaba convirtiendo el mundo…—susurró el espíritu mirando hacia la nada. Julien se dijo que aquello comenzaba a tornarse más complicado de lo que había parecido al principio.

Al día siguiente, cuando despertó en su hotel, contrario a lo que hubiera deseado, se encontró con que nada había sido un sueño y que Ai seguía con él, mirándolo dormir.
—Buen día, Julien.
—No digas mi nombre.
— ¿Por qué, Julien?
—Me molesta…
— ¿Te molesta o temes que te lance un maleficio?
—Ya no puedes hacerlo, te dominé.
—Humano idiota…—siseó ella.
—Deja de llamarme humano idiota. No soy idiota y no soy más humano que tú.
—Tonto, se nota a simple vista que no sabes nada de mí. Yo no tengo nada de humana, mi amo me creó exclusivamente para proteger sus tesoros, sólo eso. No soy humana.
—Voy a bañarme, luego seguimos con la charla —dijo Julien dejando la cama. Ai se sonrojó tremendamente al ver que el hombre se presentaba ante ella prácticamente desnudo. Apartó la vista, un tanto pudorosa, mientras Julien se paseaba frente a ella en ropa interior. Ese asunto de ser guardiana nunca no le había agradado del todo. Había aceptado porque tenía que hacerlo, porque su señor lo exigía, porque había sido creada para ese propósito. Y ahora había permitido que las manos de un humano tocasen uno de los tesoros de su amo, las sucias manos del humano habían tocado aquello que ella había jurado proteger.

Era demasiado tarde. Ya no podía matarlo… su amo se enfadaría seguramente al saber que había sido derrotada tan fácilmente.

Julien no pensaba en Ai, ni siquiera en ese algo que había sentido la primera vez que pusiera sus dedos sobre el collar. No podía permitirse esos pensamientos. Pero la imagen de ese hombre venía una y otra vez a su mente. No podía evitarlo… Había soñado con él prácticamente toda la noche. Habían sido esa clase de sueños que sólo había tenido en la adolescencia, una etapa que había dejado atrás hacía ya mucho tiempo. Había tenido una serie de sueños eróticos que le perturbaban enormemente. En aquellos sueños veía a ese hombre, enorme e imponente, entre sus piernas, enredándose en su cuerpo como una serpiente, sonriéndole con sensualidad, pronunciando su nombre mientras se internaba en su cuerpo…

Abrió aún más el agua fría, esperando que eso bastase para aplacar la erección que se formaba en su entrepierna. El sólo recordar las escenas de sus sueños, le hacían erizar la piel por completo. Nunca se había sentido así. Empezaba a creer que esos sueños podían ser algo más.

Decidió olvidarse de ese asunto de los sueños enfocándose en retomar la traducción del libro, lo que Ai le había dicho significaba que lo que él había tomado como una mera leyenda, bien podía tener su dosis de verdad. No tenía problemas con la traducción, salvo por el hecho de que no podía dejar de pensar en esos sueños tan desquiciados. …l nunca podría hacer algo semejante, no podía permitirse nada como eso.

Se enclaustro en su habitación de hotel después de comer algo, en realidad no tenía apetito, pero no quería parar más tarde. Quería terminar con ese asunto lo más rápido que fuera posible. Necesitaba dejar eso atrás.

Por la noche, había avanzado ya una buena parte del libro y lo que había encontrado no le estaba gustando. Julien supo que en esta ocasión, había mordido más de lo que podía tragar. Lo que estaba buscando no eran objetos sin importancia, eran, tal como había dicho Ai, llaves para liberar a “El oscuro”. No entendía cabalmente lo que ese ser significaba, ni siquiera de qué clase de entidad se trataba, sólo que si había sido sellado, había sido porque era demasiado peligroso para rondar libremente por ahí. Ese ser contenía un poder que ningún humano estaba preparado para manipular.

Comenzaba a preocuparse. En su loca carrera por conseguir dinero, no había analizado la situación correctamente y se había enfrascado en una situación que no tenía ni idea de cómo iba a terminar. Por primera vez en mucho tiempo, decidió aceptar la oferta de Marcus y acudir a él pidiendo consejo, esta vez no podía seguir sólo.

Al día siguiente, a penas levantarse, se dirigió al aeropuerto, donde cambió su boleto a Tel Aviv, por otro a Ámsterdam. No estaba seguro de que fuera buena idea, pero lo cierto era que su orgullo no le permitía acudir a nadie más.

Algunas horas más tarde, aterrizaba en el Aeropuerto de Schiphol, sintiéndose mareado, sin saber si atribuírselo a sus nervios y la altura, o al hecho de que ese maldito espíritu seguía llorando detrás de él.
—Si no haces que se calle, voy a devorarla… —siseó Ai, ella también estaba molesta.
—Por mí no hay problema… —susurró Julien mientras se ponía un par de gafas oscuras. Era oficial, estaba harto y todo lo que quería era hallar la manera de librarse de todo aquello, Ai incluida. Y sólo Marcus podía decirle cómo hacer para detener aquello. No confiaba en nadie más.

Al salir del aeropuerto, abordó un taxi que le condujo hacía Warmoestraat, quería terminar con todo aquello lo antes posible. Le fue fácil llegar hasta Marcus, el alemán era propietario de un bar con show en vivo y a penas enterarse de que su viejo amigo se encontraba ahí, le recibió sin poner trabas.

— ¡Pequeño! —dijo el enorme y rubio Marcus cuando Julien estuvo frente a él. El joven se sintió incómodo, Marcus siempre le había llamado de esa manera, y nunca le había agradado.
—Hola, Marcus —dijo con cansancio.
— ¿Qué tal? ¿Has tenido nuevas aventuras? Dios… no nos hemos visto en… ¿cinco años?
—Casi seis… —dijo Julien mientras intentaba hallar sus cigarrillos.
—Debe ser importante como para que… tú sabes…
— ¿Ya lo notaste?
—Sería imposible no hacerlo… —dijo Marcus con una sonrisa cansada —. Supe de tu abuela… hubiera ido, pero…
—No busques excusas, Marcus, sólo vine a hacer efectiva la oferta que me hiciste hace años, ¿de acuerdo?
—Siempre serás un hombre de negocios, ¿no es cierto? —el tono de Marcus le pareció un tanto dolido.
—Yo no hice las reglas entre nosotros, Marcus —dijo Julien —. Vine aquí porque confío en que harás valer tu palabra, como siempre te jactas —los azules ojos del joven brillaron sólo por un segundo con algo que Marcus calificó como amenazador. El alemán no estaba dispuesto a dejarlo huir tan fácilmente, pero su antiguo amante no estaba tampoco estaba dispuesto a hacerle las cosas fáciles.
— ¿De qué se trata?
—De esto —dijo Julien pasándole el manuscrito de la traducción que había hecho de ese condenado libro que tantos problemas le estaba trayendo. A penas leer unas líneas, el rostro de Marcus se endureció.
—Esto…
—Entiendo que es grave, pero no hasta que punto, ahí es donde entras tu —dijo Julien mirándolo a los ojos.
—Julien, de verdad que no tienes idea de que es esto —siseó Marcus con gesto de disgusto.
— ¿Y tú sí? —le cuestionó sin dejar de mirarlo.
—Lo que hallaste no es un simple demonio, ni siquiera un dios… es algo… algo que está definitivamente más allá de cualquier humano.
— ¿De qué estás hablando?
—De un ctónico… seguro que tu abuela te habló de ellos, ¿cierto?
—Lo hizo, pero siempre pensé que eran sólo leyendas… nunca creí que…
—Julien, creí que habías visto lo suficiente como para entender que lo que otros piensan que son leyendas, para nosotros puede ser una realidad palpable —dijo Marcus acercándose a él. Instintivamente, Julien se retrajo, supo que si admitía la cercanía de Marcus por más tiempo, no podría ser capaz de resistirse a desfogar con él su ansiedad —. Debes entender que este ser no debe ser liberado.
— ¿No? ¿Y entonces que se supone que haré ahora con ella? —dijo señalando el sitio donde Ai esperaba.
—Si no sigues adelante, ella te dejará, así son estas cosas —dijo Marcus intentando no prestar atención al alboroto que Ai formaba a su alrededor.
—Si no sigues adelante, haré que todos tus días malos parezcan el paraíso —siseó Ai mientras revoloteaba alrededor de Julien. Comenzaba a ponerse nervioso, las cosas se le habían salido de las manos y parecía que no había manera de dar marcha atrás.
—Supongo que lo mejor que puedo hacer es regresar a casa… desaparecer un tiempo y devolver lo que me han pagado por hacer esto —dijo mientras se cubría los ojos con las manos. Se sentía realmente mal. Las cosas no estaban siendo nada fáciles para él en esos momentos, sentía como Ai devoraba su energía y no le apetecía detenerla, no quería mostrarse débil ante Marcus, pero lo estaba haciendo. Se sentía de nueva cuenta el chiquillo de diecisiete años que se enredó con su preceptor.
—Julien…
—Gracias, nos veremos después —dijo y se puso de pie, se sintió mareado, pero aún así, avanzó un par de pasos intentando dominarse. Ai seguía a su alrededor, enloquecida y furiosa. Los vasos que reposaban sobre la mesa de trabajo de Marcus comenzaron a tintinear.
—Julien —dijo Marcus mientras le miraba aferrar el pomo de la puerta. Julien no supo qué hacer cuando él le abrazó por la espalda y enterró el rostro en su cuello, como en los viejos tiempo.
—Suéltame… por favor…—fue lo último que dijo antes de desvanecerse.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).