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Till end do us apart por Illyria

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-Que descanse, joven amo.

Sebastian lo supo antes de que los temblorosos labios de Ciel llegaran a abrirse, antes de que cualquier sonido saliera de su garganta. Sus expresivos ojos cargados de dudas habían oficiado de oráculos. Sus manos se removieron entre las sabanas, estrujándolas sensiblemente entre los finos dedos casi por casualidad. Ese sencillo gesto de indecisión tan pueril hizo que a Sebastian le resultara difícil mantener el rostro impasible ante tal espectáculo. Un pequeño triunfo y una derrota habían convergido en ese momento; y no sería tan impertinente como para arruinar ese instante con una anticipada sonrisa de satisfacción y menos aún cuando eso era apenas la entrada al plato fuerte.

-¿Deseas quedarte conmigo esta noche?

La pregunta le había salido con cierto deje agónico matizado por un inconfundible rastro de dignidad, temblorosa como las titilantes luces de las velas del candelabro.

-¿Sin ordenes?-preguntó Sebastian con malicia, sin lograr ninguna mirada asesina o repentino encubrimiento del breve momento de debilidad o temporaria locura. Nada de eso. Ciel tan sólo se limitó a negar con la cabeza y esbozar una breve sonrisa, suave, resignada. Su sonrisa secreta, una que había creado para el demonio tan sólo para esos momentos. Entonces Sebastian tuvo la sensación de que parte del orgullo de su amo moría junto con su pequeño pedido. “Estoy en tus manos” parecía decirle. Desde que sus caminos se habían cruzado siempre había sido así, pero las ocasiones en las que dejaba su orgullo de lado para dejarlo tan claro eran escasas, por no decir excepcionales. Había algo increíblemente descorazonador en esos momentos, algo que le hacia pensar que, de tener un alma, probablemente en ese momento se sentiría embargado de una terrible congoja causa de violentar de esa forma a un niño que se entregaba vulnerable y sincero en un terrible arrebato de valentía. Si, de ser capaz, probablemente hubiera sentido todo eso, pero como el demonio que era lo único que podía sentir en ese momento era un ansia que lo hacía hervir desde adentro, hasta hacerle escocer las entrañas, llenándolo de un bien conocido disgusto. Nuevamente el hambre. Sintió deseos de contraer el rostro, pero no lo hizo. No dejó de sonreír porque a diferencia del jovencísimo lord era imposible que se quebrara. La debilidad no lograría hacer mella en su mascara como lo hacia en la de Ciel. Porque Sebastian era un demonio. Y Ciel era un humano. El humano más maravilloso que tuvo la oportunidad de conocer, pero un humano después de todo.

Y un niño. Un niño que anhelaba sentirse querido, sin importar que fuera por un demonio al que se le hacia agua la boca cada vez que pensaba en saborear su corrompida alma ¿Acaso esa idea no era increíblemente encantadora?

-Será todo un honor-respondió en tono mesurado y respetuoso.

Ciel lo observó largamente y en silencio cuando se acercó con elegancia felina, sin despegar los ojos de los suyos, evitando así que el hechizo entre ellos se rompiera. El colchón se comprimió debajo de Sebastian cuando se sentó a su lado. Con suma ternura comenzó a rozar una de las mejillas del niño con sus dedos. Observó sus finos labios mientras pasaba un dedo sobre ellos, deseando poseerlos como había hecho en tantas ocasiones y, como siempre, se detuvo a dilatar el instante en que sus bocas se rozaran hasta en el momento en que sintió una urgencia que le hizo pensar que lo comería vivo si pudiera. Pero todavía faltaba mucho para eso, la arcaica regla de la entrega del cuerpo y alma luego del cumplimiento de su parte del contrato podía esperar, por el momento sólo debía conformarse con esas inocentes entregas que ni siquiera le daban la oportunidad de dar rienda suelta a toda la lujuria que era capaz de alcanzar. Claro que eso también tenía su parte excitante, esperar hasta que sentir que el deseo hacia ese cuerpo lo consumiera tampoco estaba mal. Contaba con toda la paciencia y el tiempo del mundo.

Le lamió el labio inferior haciendo que Ciel se removiera un poco y lanzara un inaudible suspiro. Coló la lengua por el pequeño espacio delimitado entre sus labios y fue entonces cuando sintió la presión de una mano en el rostro que le empujó hacia atrás.

-Su-suficiente, deja de mirarme así ¡maldita sea!- un ligerísimo rubor coloreó las mejillas y las orejas del niño. De nuevo el orgullo hacia acto de presencia.

-No comprendo-murmuró Sebastian intentando sonar vagamente sorprendido.

-Me miras como si yo te importara, como si…

« ¿Como si quisiera comerlo en un bocado?» Sebastian reprimió una sonrisa.

-Bocchan me preocupa en demasía- se apresuró a decir muy serio.

-¿No me entiendes o otra vez estás jugando conmigo, demonio?-gruñó entre dientes, ahora un brillo de ira se apoderó de sus ojos-. Te he dado la posibilidad de escoger y si estás ahora conmigo es porque tú lo has decidido así ¿Por qué entonces? La posibilidad de aceptar o declinar era sólo tuya. Tuya. No mía.

-Querido ¿Acaso debo responder esa pregunta?

El rostro de Ciel se contrajo en un leve rictus de dolor. Sus ojos descansaron hacia a un costado como excusa para no mirarlo a la cara cuando asintió débilmente con la cabeza.

-No me apetece hacer nada ahora… -suspiró y le dio la espalda- haz lo que te venga en gana-agregó haciendo un gesto despectivo con la mano. «Como ordene» pensó Sebastian en el momento en que estrujó por la muñeca a esa manecita impertinente, tironeando el liviano cuerpo hasta que quedó de cara al techo. Ciel apenas tuvo tiempo de contener el aire y abrir los labios sin siquiera lograr pronunciar una palabra pues los tibios labios de Sebastian se posaron en los suyos, sellándolos con beso suave y tibio, cargado de un amor que Ciel trató ignorar desde lo más profundo de su corazón. Porque si había algo imposible en este mundo era que Sebastian lo amara. Lo sabía y aún así…

-Lo amo, Bocchan- le murmuró al oído golpeándolo en el corazón y en la oreja con su tibio aliento.

Ciel cerró los ojos y apretó los labios. Por Dios, esperaba nunca ser capaz de encontrarle veracidad alguna a esas palabras.

-Quédate… en silencio. Cuando me duerma eres libre de marcharte-la voz le había salido cansada, compungida.

Sebastian asintió y se recostó en la cama, rodeando el frágil cuerpo de Ciel entre sus brazos, arrullándolo con una nana tan vieja que ningún ser humano tenía conciencia de su existencia.

Simplemente Ciel Phantomhive era especial. No era la clase de niños que esperaban que les leyeran un cuento para conciliar el sueño porque el pequeño príncipe que dormitaba en sus brazos había terminado por descubrir que los cuentos de hadas no eran reales y si existían, había descubierto por mano propia que estos eran demasiado crueles. Las hadas buenas que ayudan a los pequeños llorosos que ruegan regresar a casa porque están sucios y extrañan a su familia eran algo que pertenecía al mundo de las fantasías. Ciel sólo creía en los demonios que pedían un precio excepcional como pago por sus favores. Ciel también sabía que no era amor lo que movía los actos de Sebastian, pero necesitaba saber si al menos lo deseaba lo suficiente como para regalarle esa pequeña mentira. Sin órdenes, sólo por devoción. Aún cuando eso sólo sirviera para enloquecerlo otro poco. Y Sebastian contribuía gustoso a fomentar esa idea a medio camino entre un sueño y una pesadilla.

-Te quiero, Ciel, a mi manera si, pero no hay más verdad que esa- le murmuró una vez que su respiración pausada y pesada le indico inequívocamente su estado de duermevela.

Sebastian le limpió una pequeña lágrima de la comisura del ojo marcado con el contrato antes de marcharse.
Notas finales: Segundo drabble up! Esta vez mi intensión fue enfocar este fragmento en Sebastian y su perspectiva. Me hubiera gustado agregar más condimentos, pero prefiero guardarlos para más adelante pues mi intención es llegar a la docena (a que es un número bonito? ^^). De a poco seguiré desenvolviendo la psicología y relación de esta pareja (habrá algo más fuertecito lo prometo ._.)

Gente si desean que Till end… prospere, dejen reviews!!! Comenten y sugieran alguna situación que la autora estará más que agradecida, cada vez que dejan un comment Ciel sonríe y todos queremos ver al pequeño Ciel sonreír! (¿?)

Los quiero y espero que nos leamos pronto

muuuua! ;3

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