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Del Odio al Amor por Kitta

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Notas del capitulo:

Kitta: Lamento la tardanza. Estuve de vacas y además subi todo una serie que en realidad todavía no termine de subir... jeje n.n

Helio: Espero que les guste el nuevo capítulo n.n Sayonaraa!

Capítulo 5: La sala de Menesteres

 

El día de clase había transcurrido normalmente como cualquier otro. Los cuatro merodeadores se encontraban cansados después de haber pasado por todas sus clases. Sirius se había quedado dormido en Historia de la Magia y la única razón por la cual James no hizo lo mismo fue porque cuando estaba a punto de dormirse también, el profesor pegó un grito de enfado hacia Sirius quitándole cinco puntos a Griffindor por haber tenido el atrevimiento de dormirse en su clase. A Sirius lo tuvo que sacudir James porque ni el grito del profesor había logrado que se despertase y como si fuera poco, en cuanto James lo movió Sirius se desperezó como pancho por su casa y sólo bajo sus brazos cuando vio que el profesor lo miraba con un intenso odio en sus ojos.

 

-Bueno… este si que fue un lago día.- Dijo bostezando Sirius.

 

-¿Aún tienes sueño? Por un minuto creí que el profesor iba a matarnos con un Avada Kedabra.

 

-Ahg… No seas exagerado cornamenta. No mataría ni a una mosca.

 

-Hoy no pensé lo mismo. Tú porque estabas demasiado dormido como para verle la cara.

 

-Pues no es mi culpa. Sus clases son extremadamente aburridas.

 

-¿Y para que las tomaste?

 

-Porque Remus y tú la tomaron.

 

-jaja… Eres inigualable Sirius.

 

-Tú también te estabas durmiendo. Lo sé.

 

-Bueno, la clase de hoy fue aburrida de verdad.

 

-¡Ves lo que digo! Tengo razón. Aunque difiero en lo de “la clase de hoy”, ¡todas sus clases son aburridas! No se como las soportan.

 

-Igual que tú.

 

-Yo siempre duermo en sus clases. A veces hago un hechizo para aparentar que estoy sentado y con lo ojos abiertos prestando atención, pero en realidad estoy durmiendo, sentado en la silla. Obviamente, hoy me olvidé.- Terminó su frase bajando la cabeza.

 

-jajja.

 

-¿Vamos al jardín?- Preguntó Remus ansioso por sentarse debajo de su árbol preferido e interrumpiendo la conversación que mantenían sus amigos.

 

-Claro Remus.- Repuso con alegría Sirius pasando uno de sus brazos por el cuello de su amigo.

 

Era un día soleado y estaba ideal para pasar un rato en las afueras del colegio. Para Remus, ese era su pasatiempo preferido, y teniendo una oportunidad como esa no iba a desaprovecharla. Sirius se sentó al lado de Remus apoyando su cabeza en el árbol. No tardó mucho en dormirse dejando la boca abierta. James tenía la tentación de hacerle algún tipo de maldad, pero Remus ya le había advertido que dejara dormir a Sirius en paz, así que simplemente se sentó frente a Remus para comenzar una extensa conversación con él y con Peter.

 

Sólo habían pasado unos minutos cuando por los pasillos del colegio que daban al jardín pasaron dos personas encapuchadas y bien tapadas. Remus les hizo señas a sus amigos para que los miraran y James se volteó así podía verlos mejor. Para el calor que hacía ese día, esos dos encapuchados estaban demasiado abrigados. Los alumnos que pasaban por su lado los miraban extrañados y con cara de no entender nada. Por el verde de sus vestimentas pudieron deducir de lejos que se trataría de dos Slytherin pero no sabían quienes eran. James con una sonrisa en la cara ya había inducido de quien podía tratarse sin lugar a dudas. Y en contra de todo lo que se había prometido a sí mismo, dejó que su instinto de autoconservación lo dominara. Alzó su varita hacia aquellas personas y dijo:

 

-Levicorpus.- Y alzó a Severus de un tobillo.

 

-James.- Le reprochó Remus al ver quien era.

 

Snape intentó por todos los medio taparse la cabeza con su capucha mientras que el otro encapuchado le tapaba sus partes bajas. Utilizando el hechizo, James hizo avanzar a Snape por los aires hasta donde ellos estaban mientras que el otro encapuchado seguía intentando tapar a su compañero.

 

-¿Por qué te tapas Quejicus? ¿Tienes miedo que te coma el cuco?- Le preguntó burlándose.- Liberacorpus.- Dijo, y Severus calló al suelo con un gran estruendo.

 

-Maldito seas, Potter.- Gritó con enfado Severus cuando logró recomponerse y alzó su varita. James hizo lo mismo en su dirección.

 

-Vámonos.

 

-No Lucius. Le haré pagar a esta rata.

 

-Seve…

 

-Severus nada. Le voy a demostrar que no se tiene que meter con nosotros.

 

James miraba con cara divertida y calculadora. Severus lo miraba con odio, utilizando una penetrante mirada que asustaría a cualquier alumno que no fuera un merodeador. Con un gran y sonoro bostezo Sirius se despertó de su pequeña siesta. Lo primero que pudo observar era la luz del sol, hasta que finalmente bajó su mirada para prestar atención a como su mejor amigo y su futuro amante (porque ya tenía ideado un plan para enamorarlo, y los planes de los merodeadores nunca fallan aunque terminen en castigos) se estaban apuntando con sus varitas mirándose calculadoramente, esperando el momento propicio para atacarse mutuamente.

 

-Ehh ehh.- Exclamó Sirius para llamar la atención.- ¿Qué es lo que pasa aquí?

 

-No te metas Black.- Respondió con odio Snape.

 

-¿Remus?- Preguntó al ser evidente que ninguno de ellos dos le contestaría.

 

-Bueno… Lo mismo de siempre. James levantó por los aires a tu… a Snape.

 

-¿Pero por qué?

 

-Como que por qué Sirius.- Repuso James con una sonrisa como si fuera algo evidente la razón.- ¿Acaso no ves lo que llevan puesto?

 

-¿Qué tienen sus ropas?

 

-Hace un calor que raja el cielo y ellos están tapados hasta las... piernas… Además de eso… sus ropas no tienen nada.- Concluyó sarcásticamente.

 

-Oh… Eso… Quizá tengan frío. Qué más da. Déjalos en paz. Tengo mucho sueño como para ponerme a luchar contra Lucius. Ya ni recuerdo lo que aprendí hoy en transformaciones.

 

-Te estás volviendo aburrido Sirius.

 

-Es culpa del castigo. Hace una semana que no juego al Quidditch. Perdí toda emoción.

 

-Pero bueno. Esta es una gran excepción.

 

-Ya vámonos Severus.- Volvió a insistirle Lucius, su voz denotaba miedo.

 

-No.

 

-¿A la cuenta de tres?- Dijo James parándose.

 

-James… No voy a saltar por ti.- Le advirtió Sirius.

 

-Vámonos…

 

-Tres.- Gritó James- Expelliarmus.

 

-Flipendo.- Exclamó por su parte Severus.

 

Ambas personas salieron volando por los aires. James se estrelló contra el árbol y cayó arriba de Sirius quien hizo un gesto de dolor. Por su parte, Severus cayó sobre Lucius y ambos fueron a parar al suelo chocando sus cabezas. Cuando los dos Slytherin pudieron recomponerse y darse cuenta de cómo estaban las cosas ya era demasiado tarde. Todos los alumnos que estaban en el jardín reían a carcajadas al ver las orejas de gato que llevaban ambos chicos. Los merodeadores tampoco se hicieron esperar y comenzaron a reírse. Aunque Remus y Sirius habían adquirido un intenso rojo en sus mejillas producto de haber visto a los dos Slytherin con esas tiernas y hermosas orejitas. Sirius bajó su mirada a las partes bajas de Severus y notó por primera vez que también tenía una cola de gato la cual había intentado ser tapada sin remedio. Su risa fue en aumento y comenzó a llorar de la emoción, cuando logró recomponerse pudo notar que en los ojos de ambos Slytherin se podía percibir mucho odio. Ambos estaban a punto de echarse a llorar pero su orgullo de serpiente lo impedía. A Sirius se le hizo un nudo en la garganta al ver los ojos brillosos de Snape. A pesar de querer molestarlo en el interior amaba a Severus aunque no quisiera admitirlo tanto y le dolía que éste sufriera. Además, nunca había visto sufrir de ese modo a aquel Sly. Se quitó a su amigo de arriba suyo como pudo y se paró para extenderle una mano a Snape.

 

-¿Te encuentras bien?- Le preguntó serio aunque aún se podía ver como tenía los ojos rojos por la risa. Severus le dio un golpe a la mano de Sirius para quitarla de en frente suyo, se paró con dificultad y volteó para ver a Lucius quien mantenía su cabeza gacha por la vergüenza.

 

-Vámonos.

 

-Pudiste haberlo hecho antes de que pasara esto.- Le recriminó con furia y se alejó con paso enérgico.

 

-Lucius.- Le llamó en voz baja, se dio vuelta para mirar a Sirius con odio y sin decir una sola palabra volvió a girar y caminó directo a donde se había dirigido su amigo.

 

Caminaban en silencio, furiosos. Ya no se molestaban en taparse debido que sabían que en solamente unos segundos los rumores correrían tan rápido que era inevitable que todo el colegio se enterase de sus nuevas apariencias. Los ojos de ambos estaban brillosos, llenos de odio, rencor y algo más. Entraron a su sala provocando un fuerte estrépito debido al modo salvaje con que lo hicieron. Todos en ella se dieron vuelta para verlos entrar. Ningún alumno se asombró ni se rió de sus apariencias ya que a la mañana Tom los había amenazado a todos con que si decían una sola palabra les haría el resto de sus vidas en Hogwarts imposibles. Al notar la cara con la cual ambos Slytherin los estaban mirando, todos se dieron vuelta para seguir con sus respectivas cosas. Sólo Tom se quedó mirándolos. Su cara denotaba extrañeza.

 

-¿Qué pasó?- Les preguntó cuando se acercaron lo suficiente como para que nadie más oyera.

 

-El maldito de Potter otra vez con una de sus travesuras.- Dijo simplemente Severus.

 

-¿SUS travesuras?- Le recalcó Lucius.- Si no te hubieras dejado llevar por lo que dijo James nada habría sucedido.

 

-Me alzó por los aires, me lanzó al suelo. ¡Y estoy seguro que lo hizo a propósito!

 

-No me levantes la voz Severus.

 

-Pueden calmarse ya. Parecen esposos. Además todos los están mirando.

 

Al oír lo que Tom les había dicho ambos se giraron para ver al resto de los alumnos que se encontraban en la sala. Todos y cada uno de ellos los miraban con ojos bien abiertos, sorprendidos por los gritos que esos dos habían lanzado. Nunca los habían oído gritar de ese modo. Aunque claro, nunca los habían visto con colas y orejas tampoco. Al recibir la penetrante mirada de los dos Slytherin el resto de los estudiantes se giraron nuevamente para seguir con sus quehaceres.

 

-Supongo que entonces no vinieron destapados por el simple hecho que James te haya levantado del tobillo.- Afirmó Tom dirigiéndose hacia Severus, sorprendiendo a sus amigos por haber dicho “James” y no “Potter”.

 

-Eh… No. El muy maldito me retó a un duelo.

 

-No lo hizo.

 

-Claro que si.

 

-No.

 

-Lo hizo indirectamente.

 

-Sólo quiso provocarte y lo logró porque eres un tonto que se deja llevar.

 

-Ya quieren parar.- Los cortó Tom.- Te retó a un duelo y ¿Qué pasó después?

 

-Pues nos batimos.

 

-¿Y?- Dijo Tom algo ansioso porque Severus no le decía las cosas de una.

 

-Pues… el me lanzó un Expelliarmus y yo un Flipendo.

 

-Pero el Expelliarmus solo te desarma.

 

-Claro, sólo si lo lanza un debilucho.

 

-Oh… cierto.- Exclamó Tom.- Supongo entonces que volaste por los aires y caíste…

 

-Arriba mío por supuesto, destapándome a mí también.- Le reclamó Lucius a Severus.

 

-Bueno ya.- Dijo arto de las peleas de sus amigos.- Yo me encargaré de que Potter las pague caro.

 

-¿En serio?- Preguntaron sus amigos sorprendidos.

 

-Por supuesto. Nadie se burla de un Slytherin y sigue virgen para contarlo… digo…vivo…-Lucius y Severus se miraron sorprendidos por las palabras empleadas por su amigo.

 

-¿Por qué virgen?- Preguntó Lucius.

 

-Me equivoqué. Es que estaba pensando en algo que leí hoy ¿OK?

 

-¿OK qué?- Cuestionó Severus.- ¿Qué es lo que leíste que te hizo equivocar?

 

-Nada… algo acerca de un hechizo que para deshacerlo debes perder la virginidad.

 

-Qué idiotez.- Exclamó Lucius.- No debe ni existir.

 

-Lo mismo pienso.

 

-¿Cómo se llamaba?- Preguntó curioso Severus.

 

-Ya ni sé. No le presté mucha atención.

 

-¿Y en qué revista lo leíste?

 

-Lo leí en un libro de magia negra. Pero que importa, no debe ser cierto. Si no fueras virgen al momento en que te conjuran jamás podrías deshacerlo. Esa sería la lógica. A menos que te vuelvas virgen cuando te lo lanzan, pero eso es más imposible que el hecho de que el mismo hechizo exista.

 

-Sí… ¿Y qué hacías tú leyendo un libro de magia negra?

 

-Estaba buscando una solución a la condición de ustedes.

 

-¿Encontraste alguna?- Preguntó Lucius esperanzado.

 

-Aún no. Hay varios hechizos que no dicen lo que hacen a la persona que se lo conjuras. Es una característica de los libros de magia negra. Hasta que no realizas el hechizo no sabes que es lo que pueda llegar a pasar.

 

-¿Y qué te hacía el hechizo ese de la virginidad? ¿Te volvía una mujerzuela con enormes dotaciones?- Pregunta Lucius con baba en su boca.

 

-Ese era uno de los hechizos que no decía que te hacía. Solamente como solucionarlo.

 

-Bahg… Debe ser una idiotez entonces.

 

-Bueno chicos. Iré a acostarme un rato. Quiero leer un poco antes de irme a dormir y ya se me ha hecho algo tarde.

 

-Claro Tom. Ve.

 

-Necesito ver ese hechizo del que Tom habla.- Dijo Severus mirando con cara maligna a Lucius.

 

-¿Por qué? Seguro ni siquiera existe de verdad.- Contestó Malfoy mirándolo extrañado por la ocurrencia de su amigo.

 

-Quiero hacérselo a esos malditos merodeadores. No importa lo que sea. No importa su efecto. Sólo quiero vengarme.

 

-No sabes lo que pueda hacer.

 

-No me importa. Sólo necesito el nombre y lo que debo pensar mientras lo conjuro.

 

-Quizá no funcione así.

 

-Es Magia Negra. Todos los hechizos funcionan así.

 

-Eso no lo sabes.

 

-No importa. Quiero hacerlo de todos modos. Me la van a pagar.

 

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El día continuaba soleado como lo había sido el anterior. Eran aproximadamente las ocho de la mañana y nadie se había levantado aún, ni siquiera los profesores. Tom se despertó y salió lentamente de su cama sin hacer el menor ruido para no despertar al resto de los chicos que allí dormían. Se cambió lo más rápido posible sus ropas y salió de la habitación en puntas de pie. Una vez que estuvo fuera, se irguió lentamente y caminó a paso normal hasta la puerta de la sala que lo llevaría a los pasillos del colegio. Salió y comenzó a caminar en dirección a la sala Griffindor, sin embargo se llevó una sorpresa cuando vio que se aproximaba hacia él, el joven Potter. De inmediato, antes de que el chico lo viera, buscó un escondite y pudo apreciar que a su derecha se encontraba una puerta la cual no creía haber visto nunca antes a pesar de creer que conocía a Hogwarts como la palma de su mano.

 

La abrió rápidamente y se metió a aquella extraña habitación pero no terminó de cerrar la puerta. Ya tenía planeado que iba a hacer. El joven Griffindor caminaba por los pasillos mirando de un lado a otro y nunca al frente. Parecía como si estuviera a punto de iniciar otra de sus travesuras. Marchaba lento y haciendo el menor ruido posible. El eco de los pasillos, a pesar de no ser de noche, provocaba una atmósfera espeluznante. Cruzó rápidamente la intercepción de ambos pasillos, y continuó su camino hacia la biblioteca. Se había arrepentido de lo sucedido con Severus luego de que canuto le gritara alrededor de unos mil insultos y ahora debía buscar la cura para las serpientes. Por su lado, Remus no se había quedado atrás en hacer sentir mal a James. Sin embargo, se disculpó con sus amigos y les prometió que nada de eso volvería a suceder. De pronto, una mano le tapó la boca y lo llevó al interior de una habitación.

 

-Ah… Riddle.- Dijo al fin cuando miró el rostro del dueño de la mano.

 

-Potter.- Acotó serio.

 

-¿Qué sucede?

 

-No sólo transformaste a mis amigos en gatos sino que los dejaste en ridículo frente a todo Hogwarts.

 

-Ya te he dicho que yo no fui. Además creí que Dumbledore ya los había curado.

 

-Sé muy bien que fuiste tú. Dumbledore no conoce el hechizo que les lanzaste.

 

-Creí que era el mejor…

 

-¡Ya cállate!- Le reprendió enfadado.- Dumbledore es el mejor mago, pero es obvio que el hechizo que tú usaste no es un simple hechizo de transformaciones.

 

-¿Qué es lo que quieres Riddle?

 

-El nombre del hechizo que más. Quiero la cura.

 

-Mira, yo ya he estado…- Se cortó a sí mismo al ver que estaba a punto de delatarse.- No recuerdo bien su nombre.

 

-¿Qué?

 

-Bueno, lo que sucede es que no use el hechizo que quería usar. Creo que lo inventé… y si eso hice… bueno… no debe haber cura.

 

-¡¿Qué?!- Gritó con sorpresa.- Más te vale que recuerdes el maldito nombre Potter y por tu bien espero que haya cura.

 

-Bueno… veamos… Quizá pueda recordar si es que tú…- Dejó la frase en misterio acercándose lentamente al Slytherin de forma seductora.

 

-¿Qué quieres Potter? Aléjate.- Le dijo retrocediendo unos pasos de forma entrecortada por la sorpresa del cambio repentino de la conversación.

 

-Bueno… lo que yo quiero no es más de lo que tú pides.

 

-No comprendo.

 

-No te hagas el inocente.- Dijo James acercándose más. Tenía todas sus hormonas al mango.- La cura de un conjuro es muy difícil de obtener si no sabes cual es el hechizo, la virginidad de un Slytherin también.

 

-Já. Ni lo sueñes Potter.- Contestó recuperando algo de su compostura.

 

-Já. Ni lo sueñes Riddle.

 

-Dame el nombre Potter.- Repuso enfadado por el juego de palabras.

 

-Dame tu virginidad Riddle.

 

James le contestó con una sonrisa macabra entrecerrando los ojos. Definitivamente estaba entre la espada y la pared. Sus amigos o su virginidad. No había otra salida. Potter no iba a ser tan fácil de convencer, pero él se negaba rotundamente a entregarle la virginidad a ese asqueroso, hermoso y tan seductor… ¿Qué? No, no… James solo era un maldito merodeador. Uno que había convertido a sus amigos en gatos sólo por el simple hecho de querer divertirse. Y seguramente eso era lo mismo que quería hacer con él. Pero Tom no iba a caer tan fácilmente en los juegos de Potter. No iba a dejarse llevar, no iba a entregar su virginidad a alguien que luego lo publicaría en los diarios sólo para dejarlo en ridículo y divertirse un rato, él mismo encontraría la cura, él mismo iba a ayudar a sus amigos. No necesitaba al tonto, lindo y… ¡Basta! Solamente dejémoslo en Potter.

 

-Sigue soñando. Quizá consigas la virginidad de Hagrid.

 

-Ahg…-Exclamó poniendo cara de disgusto.- Muy bien. Suerte con los gatitos.

 

-Juro que vas a pagar por esto Potter.

 

-Si quieres te doy mi virginidad.

 

-¡Cállate! Eso es lo que menos me interesa en este mundo- Le gritó enfadado y salió de esa extraña habitación para dirigirse a la biblioteca y así encontrar la cura.

 

-¡Qué extraño!- Se dijo así mismo cuando Tom salió del lugar.- No recuerdo haber visto nunca esta habitación. Deberemos agregarla al mapa. Ya le diré a canuto de mi nuevo descubrimiento.

 

Contempló un poco más el lugar con los ojos bien abiertos y una gran sonrisa en su boca. Esa sala podría convertirse en el nuevo cuartel general de los merodeadores. Pero para eso tenía que saber algo acerca de esa sala. ¿Cómo es que se llamaba? De inmediato, como si ese pensamiento hubiera sido una orden por parte del joven Potter un cartel dorado apareció pegado en la pared con una inscripción en rojo oscuro.

 

-Guau…- Exclamó sorprendido.- Así que esta es la sala de menesteres ¿no…? Veamos… ¿Qué más haces? Si por ejemplo… yo deseara una cama…- Dijo con perversión ante la ilusión de que en verdad apareciera.

 

Y otra vez, como por arte de magia la habitación se limpió toda y reflejó la imagen de la sala que en esos momentos Potter se estaba imaginando. Frente a sus ojos apareció una cama matrimonial con sábanas blancas y lazos rojos que unían la parte superior con la inferior de la cama. Unos grandes candelabros dorados eran los únicos que alumbraban la habitación en esos momentos dando una imagen muy sensual y romántica. James miró con sorpresa el cuadro que se presentaba a sus ojos. Esa sala era genial. El escondite perfecto para sus travesuras. Allí podrían hacer lo que quisieran y lo mejor de todo era que iban a tener todo lo que deseasen a mano.

 

-¿Podrías otorgarme un libro que diga todo lo que puedes hacer? Uno corto, explicando en general las cosas que haces. Nosotros descubriremos con el tiempo el resto.- El libro apareció en una estantería y James se dirigió hacia él.- Esto va a ser genial…

 

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

Eleo: Gracias por los Reviews y por leer n.n


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