Capítulo 7: El Profesor Suplente
-Hola.- Le saludó sonriente y con mirada malvada James. Tom no se molestó en contestarle y simplemente se sentó.
-Nos van a molestar.- Le dijo al oído Snape.
-Calla. No les prestes atención. No dejes que te fastidien.
-Van a decir algo de mis orejas.- Le respondió con desesperación.
-Y de nuestras colas.- Agregó Lucius.
-Si no se callan los escucharán y ahí sí van a molestarlos además…
Pero el resto de las palabras no pudo decirlas. Había entrado el profesor y todas las personas, incluido los hombres, se habían parado para verlo. Sólo ellos y los merodeadores se quedaron sentados con cara de descontento. No les agradaba la idea de que el profesor cayera tan bien y mucho menos que fuese tan “lindo” como decían. Al parecer el suplente hizo gestos para que se sentaran pues poco a poco, los alumnos fueron acomodándose en sus respectivos asientos sin dejar de mirarlo. Sólo cuando todos estuvieron sentados, los leoncitos y las serpientes pudieron ver al profesor quien miraba fijo a James sin ningún reparo. Por lo visto, lo había estado buscando entre la multitud cuando todos estaban parados. Prestando por primera vez atención a toda la clase, extendió aún más su enorme sonrisa y dijo con una voz suave y melódica:
-Buenos días, chicos.
Eso fue lo que detonó el habla. Todos los alumnos habían empezado a conversar a los gritos comentando a todos los que los rodeaban cosas acerca del sonido de su voz y de cómo vestía e incluso también acerca de su condición sexual aunque eso no tuviera nada que ver. Los únicos que se mantenían callados y con cara de “¿Y qué le ven a este?” eran, por supuesto, los merodeadores y las serpientes. El profesor suspiró cerrando sus ojos y bajando su cabeza y comenzó a reírse por lo bajo. Chicos. ¡¿Qué podía esperarse de ellos?! Incluso de los más grandes. Sin embargo, cuando levantó la cabeza y volvió a ver a James, le lanzó una mirada lo suficientemente penetrante como para que ninguno de los que estaban atentos la pasara por alto. El profesor hizo como si nada y dirigiéndose nuevamente hacia la multitud aclaró su garganta para que le prestaran atención y para así poder continuar. Finalmente, sólo cuando todos se callaron volvió a dirigirles la palabra.
-Muy bien. Mi nombre es Stefan Rookwood, y como se habrán enterado ya, su antiguo profesor de defensa no podrá continuar dando la clase ya que no se encuentra en un buen estado. Por ese motivo, seré yo quien dé sus clases. Debido a que por obvias razones no tuve una presentación formal con todos los alumnos en la comida de bienvenida, le pedí permiso al Director para que me dejara dar esta clase con todos los cursos juntos. Para ello, tuvimos que ampliar el aula con un hechizo como bien se habrán dado cuenta. Esta clase será simplemente de presentación. Dudo que lleguemos a hacer algún hechizo. Para que vean que con todos los cursos actuaré igual procederé a explicarles como es mi forma de trabajo. Muy bien… Eh… Si, ¿Señorita…?- Preguntó el profesor al ver la mano de la chica levantada, con intención de que ésta le respondiera con su nombre.
-¿Cuántos años tiene profesor?
-Oh… ¿Yo? Pues, tengo 32.
-Vaya. Se mantiene muy bien.- Le dijo alagando su figura.
-Pues gracias.
-¿Tiene novia?- Le preguntó la amiga que estaba a su lado.
-Ah… No.
-¿No quiere ser el mío?
-Ah… Chicas por favor.- Dijo riendo con amabilidad el profesor.- ¿Puedo continuar?
-Oh, Claro. No se preocupe.
-Muy bien. Como les decía. Lo que yo valoro de los alumnos es el respeto mutuo entre todos. No es mi intención que se amen los unos a los otros ya que sé que no todos se llevan bien, sin embargo, llevarse mal no implica tampoco tener que ser irrespetuoso, ¿no es cierto señor Riddle?- Le preguntó de improvisto al ver que el alumno no se callaba. Tom insultó por lo bajo al profesor y también a Snape por no dejar de molestar con que los merodeadores iban a cargarlos y prosiguió a contestarle al maestro.
-Por supuesto, señor.
-El respeto también se basa en oír a quien esta hablando Riddle, más si es un profesor.
-Claro, señor.
-Así que la próxima vez le sugiero que permanezca en silencio.
-Seguro, señor.
-Muy bien. ¿Me dejarán proseguir sin interrupciones esta vez?
-Por supuesto profe.- Le contestó una chica con confianza.
-Gracias. Como dije, hay que respetarse, tanto entre ustedes mismos como ustedes a mí y como yo a ustedes. Sin respeto no se puede llevar a delante una clase. ¿Comprendido? Pido de mis alumnos una mínima responsabilidad de compromiso. Me agrada improvisar cuando ninguno hace los deberes y debo cambiar mi agenda del día, pero más me agrada corregir los deberes que envío sobre todo cuando son muchos y no son de fácil resolución. ¿Entienden? No soy un profesor que envíe a estudiar teórico. Considero que Defensa contra las Artes Oscuras es una materia más que nada práctica. Eso no significa que no dé tareas escritas, sobre todo cuando no paran de hablar o no se comportan como es debido. Soy bastante exigente y considero que aquí, conmigo al menos, vienen a aprender defensa no a leer libros como me he enterado que muchos profesores hicieron en la materia…
-Ni me lo recuerdes- Dijo en voz alta Sirius y muchos contestaron con una risa.- Ese profesor fue un suplicio. ¡Ni para ir al baño me servían los libros! ¿Tendremos un buen profesor este año entonces? ¡Si que van a agradarme las clases! Sobre todo si me enseña nuevos hechizos para molestar a Quejicus.- Ante esto muchos se rieron a carcajadas y otros lo miraron serios, sobre todo Snape quien intento levantarse del banco para lanzarle alguna maldición pero fue atajado de inmediato por Tom y también por Lucius quien al no ser una de las victimas no se sintió afectado por lo dicho.
-jaja….- Le festejó el profesor con una leve sonrisa.- ¿Tú eres un Black, cierto? Uno de los Gryffindors más problemáticos, ¿No es así?
-Gracias por la reputación. Amo mi sobrenombre.
-¿Y tú nombre completo es…?
-Oh claro. Olvidé presentarme… ¡Qué descuidado soy! Mi nombre es Sirius Black. Uno de los cuatro merodeadores, de la mejor casa de Hogwarts, descendiente de una molesta familia, hermano del ignorante que allí adelante reside.- Ante tales palabras Regulus se giró y le insultó por lo bajo para que el profesor no le viera, sin embargo Sirius continuo.- Mejor amigo y hermano del alma de James Potter, y compatriota de Remus Lupin y Peter Pettigrew.
-Cierto, la oveja negra de la familia, ¿no?
-Y orgulloso de serlo.
-jaja… Muy bien, entonces, James Potter… ¿Eres hijo de…?
-De su padre.- Contestó Sirius sonriendo. Los alumnos volvieron a reír.
-¿…y su padre se llama?
-Potter también.- Una nueva carcajada por parte de la multitud.
-De nombre.
-Oh. ¡Hubieras empezado por ahí!
-Charles-Le contestó James sonriendo con amabilidad.
-Sí, lo recuerdo. Él iba un par de años más adelantado que yo. Inteligente mago.
-Como los mejores.- Lo interrumpió Sirius.
-Tú me darás trabajo Black.
-Eso espero profesor. Es mi especialidad. Junto con mi camarada.- Agregó agarrando a James por los hombros.
-¡Hey! No me metas en problemas que aún ni empezamos las clases con él.
-Hay que crearnos una buena reputación desde el principio compadre.
-Y ya deja de hablar así. Es molesto.
-Lo que tú digas amorcito.
-¿A quién le dices amorcito?- Saltó Snape desde la otra punta.
-Pues si quieres a ti, hermoso.
-¡Bueno, bueno! Tranquilos… ¿Podemos volver ya a lo nuestro?- Interrumpió el profesor antes de que alguien dijera algo más.
-Si… ya volvamos a lo nuestro por favor antes de que el idiota de Severus diga algo que me haga matarlo.- Agregó por lo bajo Tom.
En lo que respecta al resto del día, transcurrió como cualquier otro. Un vez más, el maestro de Historia de la Magia le reprochó a Sirius por haberse dormido en su clase y si no hubiese sido por James, les habría sacado varios puntos a la casa. Pero es imposible para el profesor de Historia negarse a algo que tan amable y convencedoramente su alumno preferido le pide. El sol ya casi se estaba ocultando y lo mejor era entrar al castillo e irse ya del jardín o de otro modo la profesora McGonagall los regañaría y ella no tendría compasión por los preciados puntos de su casa. James caminaba por los pasillos de Hogwarts con una enorme sonrisa estampada en su rostro. Sirius se dio cuenta de ello y no lo dejó pasar. Usualmente esas sonrisas significaban sólo una cosa: Travesura. La dignidad de los merodeadores. Es su logo característicos. Los Slytherin temen a esa sonrisa y no es de extrañarse que varios de los Sly que pasaron por al lado de James se espantaran y se alejaran de él como si estuviera sarnoso.
-¿Qué planeas?- Indagó Sirius
-jeje. ¿Tan obvio soy?
-Tu sonrisa te delata. No por nada están huyendo las serpientes que te ven. Es la sonrisa de un cazador.
-jaja. Bueno, a decir verdad no estoy planeando nada.
-Te conozco Cornamenta.
-Bueno, no es un plan inmediato, es un plan a futuro.
-¿A futuro?- Preguntó Remus algo asustado. Los planes a futuro eran los peores.
-Ya Remus. No es nada serio. Es sólo algo que quizá en el futuro nos ayude.
-¿Ayude? Ya déjate de misterios James. Dímelo.- Inquiría ansioso Sirius.
-Es que no lo se…
-¡Cornamenta!
-Vale. Acompáñenme.
Continuará…