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Pastel de calabaza por saylor_mero

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Notas del capitulo:

Tadáa! xD *tira cohetes*

Estaréis pensando: Esta tipa tarda una eternidad en traernos cada capi y ahora de repente nos trae dos seguidos?

Pues sí xD Pero ya lo he dicho, mi inspiración viene y va~ (lo sé, no es excusa)

Bueno, no me lío más, a leer! =3

 

Cuando Draco entró por la cocina a desayunar, Harry sostenía su taza de café caliente, fiel a su rutina, con EL Profeta en la mano. Lo único que hacía diferente esa mañana de las anteriores era sin duda, la clara y cálida luz solar que se filtraba por la ventana que daba a Grimmauld Place. El sol les había dado una tregua y brillaba entre las nubes, derritiendo el denso hielo de las ventanas y del asfalto, y provocando un ligero aumento del buen humor en general.

 

-Buenos días…-Harry levantó la vista de su periódico, lo justo para cruzar su mirada con la de Draco y saludarle.

 

Kreacher sirvió una taza de café caliente con tostadas más para el rubio, que  se sentó frente a Harry, bostezando con disimulo. Se estaba llevando la taza de lunares a los labios cuando un ruido seco en la ventana lo desconcentró.

 

-Lechuza- se limitó a decir, bebiendo a sorbos cortos el líquido caliente. Ni se molestó en sentir curiosidad, al fin y al cabo, ¿quién le iba a escribir a él?

 

Harry se levantó de su asiento, dejando El Profeta sobre la mesa, en cuya portada se podía leer algo relacionado con una banshee descontrolada en algún lugar de Escocia, y abrió la ventana de madera, dejando entrar a la excepcionalmente pequeña lechuza parda, ya conocida para él.

 

Pigwidgeon revoloteó un poco por la cocina, ganándose una mirada de desapruebo de Kreacher desde un rincón, antes de posarse en la mesa y dejar caer un ligero sobre. Volvió a volar hasta colocarse sobre el hombro de Harry, que la acarició bajo el pico y le susurró un “gracias”, por lo que graznó contenta y salió por la ventana, tan limpiamente como había entrado.

 

Harry sonrió un poco y volvió a la ventana. Estaba a punto de cerrarla cuando una mancha negra y enorme entró en la cocina, sobresaltándolo. Llevó la mano a la varita, observando como la mancha iba tomando la forma de una majestuosa lechuza, negra como la noche, y de amenazantes y altivos ojos amarillos.

 

A diferencia de Pig, la lechuza negra se limitó a dejar caer otro sobre encima de la mesa, junto a Draco, y salir por la ventana con la misma rapidez, dejando a Harry estupefacto, cerrándola una vez hubo salido. Se sentó de nuevo en la mesa y bebió otro sorbo de café, alcanzando el sobre que había dejado la enorme lechuza, leyendo el nombre que había escrito en él.

 

-Es tuyo, Malfoy- Harry le extendió el sobre, mirándole con naturalidad.

 

Draco levantó la vista y le miró extrañado, para luego mirar al sobre con desconfianza.

 

-¿Estás seguro?-alcanzó el sobre con sus manos y leyó su nombre, Draco Malfoy, escrito con letras algo temblorosas en una tinta azul zafiro.

 

Por su parte Harry agarró el sobre desgastado con una sonrisa, sabiendo de sobra de quién venía, y lo abrió tranquilamente, desplegando el pedazo de papel de carta que venía dentro.

 

Querido Harry:

 

Espero que estés bien y que estés comiendo apropiadamente.

 

No creo que haga falta que te avise, pero por si acaso, te recuerdo que te esperaremos en nuestra comida de Navidad, como todos los años. Al fin y al cabo, ya eres otro de mis hijos, no hace falta ni que te invite.

 

Ginny ha dicho que vendrá con su novio, que quiere darnos una sorpresa. Arthur está que se sube por las paredes.

 

¡Recuerda abrigar mucho a Teddy antes de venir! La radio mágica ha dicho que caerán tormentas de nieve.

 

Cuídate,

 

  Molly.

 

P.D.: ¿Has desgnomizado ya el jardín? Porque George y Ron han inventado un producto que es una maravilla.

 

Harry rechinó los dientes y volvió a plegar la carta, metiéndola en el sobre. Navidad. ¿Cómo había podido olvidarse?

 

-¿Kreacher?

 

El anciano elfo se apareció frente a él, haciendo una exagerada reverencia.

 

-¿Qué día es hoy?- preguntó, sintiéndose estúpido.

 

-24 de Diciembre, amo.

 

-24 de Diciembre… ¡¿24 de Diciembre?!-se llevó las manos a la cabeza. ¿Cómo se le podía haber pasado así el tiempo? Entre la academia de aurores, Teddy, Draco y todos esos asuntos, se había olvidado totalmente. Ahora sólo tenía un mísero día para conseguir todos los regalos. ¿De dónde iba a sacar el tiempo?

 

Entonces cayó en la cuenta de algo. Draco.

 

¿Con quién iba a pasar él la Navidad…?

 

Era obvio que solo.

 

Sus padres estaban en Azkaban, sus amigos de Hogwarts, en paradero desconocido. La única persona que había en la vida de Draco ahora mismo era, paradójicamente, Harry. Se regodeó en esa idea, inconscientemente, durante  un instante, para enseguida volver al hilo de sus razonamientos. Era la primera Navidad solo del rubio. No podía sentirse bien.

 

Volvió a mirar el sobre encima de la mesa, preguntándose  qué debía hacer.  Y estaba en plena síntesis de ideas cuando sintió a Draco levantarse de la mesa, con la misma expresión seria.

 

-¿Malas noticias?- preguntó, recordando a la lechuza negra.

 

Draco negó con la cabeza.

 

-¿Buenas entonces?- volvió a preguntar, levantando una ceja. El rubio ladeó la cabeza.

 

-Me han aceptado.

 

Harry puso cara de no entender, y Draco bufó, mirándole con reproche.      

 

-¡En la botica, Potter! Empiezo después de Año Nuevo.

 

Harry sintió una ligera punzada en el pecho, pero se obligó a sí mismo alegrarse por el rubio.

 

-Felicidades.- sonrió levemente, observando como Draco caminaba hacia la puerta, intentando ocultar ese atisbo de sonrisa que se le asomaba por una de sus comisuras.

 

                                          ***********************

 

El callejón Diagon estaba abarrotado de gente, a pesar del intenso frío. Los magos y brujas londinenses no caminaban, corrían de un lado para otro, haciendo las últimas compras de Navidad. A media tarde había comenzado a caer la nieve, ligera, adornando el asfalto.

 

Harry se alegró de haber dejado a Teddy con Draco esa tarde. Caminar con el niño en brazos, por la nieve, teniendo cuidado de no resbalar y de que estuviese bien abrigado, hubiera sido una misión imposible.

 

Nada más terminar de comer, Harry se había desplazado con polvos flu al callejón, porque ir en metro hubiera sido agotador y lento. Se había recorrido la mitad del callejón: había comprado un uniforme completo de los Chudley Cannons para Ron y una pequeña escoba del tamaño de su pierna para Teddy  en la tienda de artículos para quidditch, un ejemplar de un libro sobre Runas Antiguas en Flurish & Blotts para Hermione, una recopilación de los grandes éxitos de Celestina Warbeck para Molly Weasley, y ahora se dirigía, casi tiritando de frío y esquivando a la gente, a la boutique de Mme Malkin,   con la idea de comprarle algo pijo a Malfoy, aunque éste no estuviese de acuerdo.

 

Estaba cruzando la calle, mirando al suelo para no pisar una baldosa traicionera, cuando sintió un impacto en su costado que le hizo caer, desparramando sus bolsas. Un ruido metálico le indicó que había chocado con alguien, y que ese alguien había corrido la misma suerte que él.

 

Se levantó y se sacudió la nieve, extendiendo enseguida la mano para ayudar a quien fuese que se había chocado con él, pero enseguida la apartó, frunciendo el ceño con desagrado y recogiendo sus cosas del suelo.

 

-Mundungus.

 

El aludido miró hacia arriba, y al ver quien era la persona que le estaba hablando se levantó torpemente y saludó con una reverencia exagerada, como si fuese un elfo doméstico, y compuso una mueca parecida a una sonrisa.

 

-S-Señor Potter, que gusto verle.

 

Harry se limitó a mirarle de reojo y resoplar, terminando de recoger el contenido de sus bolsas y recolocándose la ropa. Mundungus Fletcher abrió su saco y comenzó a meter las cosas que se le habían caído a toda prisa, como si quemasen. Harry dedujo que ese saco tendría un encantamiento de fondo extensible, por la cantidad de cosas que parecían caber en él.

 

Sin preocuparse lo más mínimo, agarró bien sus bolsas y continuó con su camino, no sin antes dirigirle una última mirada a Mundungus, ocupado recogiendo unos candelabros plateados del suelo.

 

Dentro de la tienda de Mme Malkin se respiraba un ambiente cálido que contrastaba con el exterior, y reconfortaba el cuerpo nada más entrar. Sabiéndose incapaz de elegir algo para el rubio por sí mismo, le pidió consejo a la señora, que salió disparada hacia la parte de atrás del comercio, balbuceando cosas como “París” y “Colección de Primavera”.

 

Apoyó las pesadas bolsas en el mostrador y dirigió la vista a través del cristal hacia el callejón. Ese Mundungus Fletcher…¿En qué estaría metido?

 

Recordó la vez que lo había descubierto tras robar algunas de las pertenencias de Sirius. Merlín sabía de dónde había robado todo aquello esta vez, y a quién se lo vendería.

 

Mme Malkin volvió al mostrador con varias prendas entre los brazos, y los extendió frente a Harry, que eligió uno al azar. Esperaba que le gustase…Por lo menos, que le ayudase a olvidarse durante un rato de su familia. Aquellas navidades no iban a ser fáciles para Draco, tan acostumbrado a los mimos y a los lujos…

 

Entonces, algo hizo “clic” en la mente de Harry, como una pieza reveladora de un puzzle. Estaba claro de dónde había sacado Mundungus todo aquello.

 

Sin perder tiempo, salió corriendo de la tienda, soltándole un apresurado “Enseguida regreso” a la estupefacta bruja tras el mostrador. Corrió callejón arriba, tan rápido como le permitieron los pies, hasta llegar a la entrada del callejón Knockturn. Sacó su varita del bolsillo, y con ella en mano se adentró por la estrecha calle, levantando miradas de recelo a su paso. Hasta que le divisó, intentando venderle un broche de plata a una bruja de prominente joroba.

 

Tragó saliva para tratar de calmar su enfado, y se acercó despacio, para no llamar su atención. Lo último que Harry quería era que Mundungus echase a correr y tuviese que iniciar una persecución de película por el mugriento callejón. Se aproximó hasta que estuvo justo detrás de él, y con fingida parsimonia le pegó la punta de su varita a la nuca, sintiendo el respingo de sorpresa que daba el mago.

 

Fletcher se giró y adoptó una mueca de terror sin poder evitarlo, cosa que convenció aún más a Harry de sus sospechas.

 

-S-Señor Potter…

 

-Mundungus, quiero que abras tu saco y me enseñes los candelabros que guardaste antes.

 

El mago rió nerviosamente y se frotó las manos, inquieto, sin apartar la vista de la varita de Harry.

 

-N-No..no sé de qué me habla…s-señor P…

 

-Mundungus.- Harry había adoptado una mirada de amenaza- No quieres tener problemas conmigo.

 

El otro negó con la cabeza, casi lloriqueando, con una expresión que a Harry le recordó a la del traidor de Colagusano suplicando por su vida, asqueándole.

 

-Pues entonces, por favor…

 

Mundungus miró a Harry durante unos instantes, sopesando posibilidades de escapar, pero al verse totalmente acorralado, compuso una mueca de derrota y asió su saco, abriéndolo, y sacando de su interior un elaborado candelabro.

 

Harry tomó el candelabro en la mano y lo observó. Estaba perfectamente pulido y cuidado, parecía caro, y tenía detalles de serpientes grabados. Recordaba haber visto ese mismo candelabro antes, y ahora se daba cuenta de dónde.

 

-¿Has estado en la Mansión Malfoy, Mundungus?

 

El otro tembló y se rascó la cabeza, sabiendo inútil negarlo.

 

-¿Qué más te has llevado de allí?¡Contesta!

 

Mundungus Fletcher se pegó más a la pared, amedrentado, y abrió de nuevo su saco, sacando algunas cosas más.

 

-N-No demasiado… N-No me gusta esa casa…

 

Harry lo observó con desconfianza durante unos instantes.

 

-Más vale que estés diciendo la verdad, Mundungus…

 

El desaliñado mago no parecía haberse llevado cosas de mucho valor, además de los candelabros y algunas joyas que Harry dedujo que habrían pertenecido a Narcisa Malfoy. Ya estaba perdiendo la esperanza, cuando Mundungus extrajo de su bolso lo que él había estado esperando verle sacar desde el principio.

 

Sonrió de oreja a oreja y volvió su expresión amenazante.

 

-Te lo dejaré pasar por esta vez, Mundungus…-Fletcher suavizó su expresión con alivio- Como sabrás, no simpatizo demasiado con los Malfoy. Pero, con una condición.

 

El otro le miró con una mezcla entre curiosidad y miedo.

 

-Jamás volverás a robar en esa Mansión. Me enteraré si lo haces. Y además- le arrebató el objeto que tenía en las manos con brusquedad, y lo observó con cuidado- me quedaré con esto, y no se lo dirás a nadie, ¿entendido?

 

Mundungus asintió, nervioso. Harry le observó durante unos instantes en silencio.

 

-Ahora, lárgate.

 

Sin hacer falta que se lo repitieran salió disparado, adentrándose en el callejón. Harry lo observó alejarse en silencio, para luego empezar a caminar en el sentido contrario, hacia el callejón Diagon, con una sonrisa de oreja a oreja.

 

Ahora sí que tenía el regalo perfecto para Draco, y éste tenía que gustarle sí o sí.

 

Notas finales:

Este capi es un poco más corto de lo normal, pero necesitaba cortarlo ahi ^^ Se vienen cosas bonitaas ~

Vuelvo a dejar el link de mi retoño (?) xD Estoy en pleno reclutamiento de traductores y editores, así que si sabéis inglés o os manejáis con photoshop y os intenresa, mandadme un mail a yaoiworld@hotmail.com ~*-*

 

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