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Pastel de calabaza por saylor_mero

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Notas del capitulo:

Hola~

Después de muuucho tiempo (como 4 meses, ni más ni menos), aquí vengo con otro capítulo.~

No me mateeeeen D:

Sé que tardo mucho, pero muuucho en escribir, pero no abandono el fic! Espero que les siga gustando mi historia y que no me abandonen ;_____;

Pues in más, ahí va!

 

La mañana había despertado soleada, haciendo que la nieve que se había acumulado  en el asfalto de Grimmauld Place brillara de una manera especial. Kreacher había abierto las cortinas temprano, y la tenue y agradecida luz matutina se filtraba, cómoda y regalada, dando a la casa un aspecto menos lúgubre que de costumbre.

 

Harry se había levantado casi a mediodía, recuperando horas de sueño que había perdido durante la pasada noche, bebiendo con Draco hasta una hora poco prudente. Se había tomado una leve poción para el dolor de cabeza y había desayunado un simple café, y se había vestido con lo primero que había encontrado, planeando ir a la Madriguera a buscar a Teddy antes de comer.

 

Recogió un poco la ropa del suelo de su cuarto, que la noche pasada había lanzado descuidadamente. Sonrió sin poder evitarlo, sintiéndose un poco idiota, al recordar a grandes rasgos la noche. Le hubiera encantado poder parar el tiempo, y vivirlo una y otra vez.

 

Mientras intentaba alcanzar una zapatilla que se había colado bajo la cama, le asaltaron las dudas. ¿Cómo estaría él? ¿Recordaría todo lo que había dicho?

 

Harry odiaba esa sensación de incertidumbre. Ojalá pudiera leer la mente de Draco, para evitar sus inseguridades.

 

Alcanzó su chaqueta de lana del armario y se la puso, suspirando. No tenía ganas de plantearse que iba a hacer. Sabía lo que le pasaba, sabía por qué cuando estaba con Draco todo era distinto. Pero le asustaba. Y no sabía cuál podía ser la solución.

 

Salió de su cuarto, encaminándose escaleras arriba. Sabía que Malfoy se había levantado antes que él y que llevaba toda la mañana en el ático, probablemente preparando pociones para prevenir la gripe o algo así. Harry admiraba su capacidad para mantener la elegancia y las buenas costumbres aún en situaciones en las que se le permitía lo contrario, como la terrible resaca que, como él, tenía que haber sufrido por la mañana. Pero ya no le sorprendía.

 

Golpeó con los nudillos la puerta del ático, y la abrió tras un suave “Adelante” que llegó desde dentro.

 

Draco dejó el cuchillo de plata en la mesa y se giró hacia él, esbozando una ligera sonrisa.

 

-Buenos días.

 

Harry parpadeó y asintió.

 

-Buenos días.

 

Draco le miró a los ojos durante un breve instante y devolvió la vista a su caldero, que burbujeaba.

 

-¿Qué estás preparando?-preguntó el moreno, acercándose, no sin cuidado.

 

-Esencia de Díctamo. Complicada pero útil.

 

Harry asintió, recordando aquella vez que Ron había sufrido una atroz despartición al desaparecerse, y Hermione le había curado con esa poción. Sintió un escalofrío.

 

-¿Snape te daba clases particulares de pociones?

 

Draco rió ligeramente y le miró con una ceja levantada.

 

-No, Potter, yo prestaba atención en clase y seguía las instrucciones al pie de la letra.

 

Harry rió también e hizo un gesto de burla.

 

-De todos modos, la gran parte de lo que sé de pociones lo he aprendido solo, soy un autodidacta.

 

El moreno le miró sorprendido.

 

-¿Y por qué?

 

-Bueno, es lo que haces cuando algo te gusta, ¿no? Entregarte a ello.

 

-Sí, supongo.

 

Harry le observó cortar las raíces que había sobre la mesa. Lo hacía con tal cuidado y tanta maestría que parecía que se cortaban solas, en pedazos perfectos. Se sintió torpe y tosco a su lado, y suspiró desanimado.

 

-¿Quieres probar?-Draco le miraba con gesto amable, extendiendo el cuchillo hacia él. Titubeó un poco, pero lo alcanzó, dirigiéndole una mirada elocuente al rubio.

 

Extendió el cuchillo con cuidado y trató de cortar un pedazo exactamente igual a los de Draco, pero, tal y como se esperaba, el pulso le tembló y cortó un pedazo totalmente desigual. Lo intentó de nuevo, pero con un resultado peor aún. Resopló, preguntándose cómo era posible que Malfoy lo consiguiera con tanta facilidad.

 

-Merlín, eres desastroso.

 

Harry le miró ofendido-Deja que lo intente de nuevo.

 

Draco rió, observando como cada pedazo que cortaba era peor que el anterior.

 

-Deja que te ayude.

 

Draco se acercó tanto a él que el corazón de Harry dio varias vueltas de campana. Tenía el pecho del rubio totalmente pegado a su espalda, y la mano que sostenía el cuchillo sujeta por la de Malfoy. Harry tragó saliva y expulsó el poco aire que le quedaba en los pulmones.

 

La mano de Draco guió a Harry suavemente, consiguiendo un pedazo de raíz casi perfecto. Cortó otro, y otro, cada vez más iguales. Hasta que Harry se olvidó de lo que estaba haciendo y se entregó a sentir aquella presión sobre su espalda, aquella mano delicada sobre la suya.

 

Hasta que despertó, y dejó el cuchillo bruscamente sobre la mesa. Se dio la vuelta, provocando que Draco diera un paso atrás, y sonrió con nerviosismo.

 

-Bueno, tengo que ir a buscar a Teddy. Siento haberte estropeado las raíces.

 

-Tranquilo, tengo más.

 

Draco pasó a su lado y recogió el cuchillo, volviendo a su trabajo. Harry suspiró y se dirigió a la puerta con prisa.

 

-Mmm…nos vemos luego.

 

Cerró la puerta tras de sí, bajando las escaleras a toda velocidad, sintiendo el calor agolparse en sus mejillas. Aquello no era bueno, seguro que no era sano.

 

Alcanzó su abrigo del perchero de la entrada y salió, sintiéndose más imbécil que nunca.

 

****************************

 

Molly Weasley le abrió la puerta con una mano, pues en la otra tenía un montón de lo que parecían ser sábanas recién lavadas. Apoyó su montón de ropa en la mesa de la cocina y le abrazó con fuerza, pellizcándole las mejillas.

 

-¡Harry, cariño! Pasa, ¿quieres beber algo?

 

Harry sonrió con amabilidad.

 

-No, gracias, Molly, sólo vengo de paso. ¿Qué tal se ha portado Ted?

 

-Oh, es un pequeño angelito. Nada que ver con Ron cuando tenía su edad.

 

Harry rió, al tiempo que la puerta de la cocina se abría y dejaba paso a una larga cabellera roja. Abrió los ojos como platos, y de repente le embargó una sincera alegría.

 

-¿Ginny?

 

-¡Harry!

 

La chica corrió hacia él y le abrazó también, con un cariño desbordante.

 

-¡Me moría de ganas de verte! Mamá me dijo que no podías pasar aquí la Navidad, que tenías “asuntos más importantes que atender”- le comentó al pelirroja, guiñándole un ojo con camaradería.

 

Harry negó con la cabeza, y se sintió un poco estafador.

 

-Todo a su tiempo. ¡Pero mírate! Estás preciosa, Ginny… He visto que la temporada os va genial, aunque no me sorprende, teniendo la mejor cazadora del momento.-Ginny le empujó con suavidad, sonriéndole con ternura. Ambos se giraron al ver la puerta de la cocina abrirse de nuevo, y a un cambiado Oliver Wood entrando con sigilo.

 

Ginny se despegó de Harry y fue hacia él, plantándole un suave beso en los labios. Harry abrió los ojos desmesuradamente y fue hacia él, estrechándole la mano.

 

-Hace mucho tiempo, Harry.

 

-Vaya, menuda sorpresa. ¿Wood? Molly me comentó algo sobre que a tu padre le iba a dar un ataque por tu nuevo novio, pero no me dijo de quién se trataba.

 

Los tres rieron, con la complicidad de compañeros que llevan años sin verse.

 

-Sí, bueno, papá se queja porque dice que es mayor para mí, pero en el fondo le agrada.

 

-Eso lo dice para que yo no me sienta mal- le comentó Oliver al oído, ganándose una mirada de reproche de Ginny y las risas de Harry.

 

-Si digo que es mayor es porque es mayor, hija- Arthur Weasley pasó al lado, sonriendo con su amabilidad caracerística- Pero bueno, supongo que está bien, porque es un chico agradable.-Wood rió, y Ginny negó con la cabeza- Harry, me alegro de verte.

 

Harry estrechó la mano del señor Weasley, divertido con la situación, observando la gran mancha de color naranja que adornaba la solapa de su chaqueta. Arthur se encogió de hombros, adoptando un gesto tierno.

 

-La pequeña Victoire creyó que sería divertido tirarle su zumo por encima al abuelo.-Harry rió- Si ella lo cree, ¿Quién soy yo para negarle el gusto?

 

Molly se acercó y le quitó la chaqueta, murmurando algo sobre un quitamanchas nuevo tan potente que podía atontar a un gnomo de jardín.

 

-Cuéntame, Harry, ¿qué tal has pasado la Navidad?

 

-Bien, tranquila, nada destacable- Harry rió para sus adentros, preguntándose cómo reaccionaría la familia si supiera con quién la había pasado- ¿Y aquí? Supongo que tan ajetreada como de costumbre…

 

-Bueno, lo típico, ya sabes, mucha comida, mucha familia. Kingsley y yo tuvimos que ausentarnos durante un rato por lo de Malfoy, pero volvimos justo a tiempo para presenciar como Ron…

 

-¿Lo de Malfoy?-interrumpió Harry- ¿Ha pasado algo?

 

Arthur le miró soprendido.

 

-¿No te has enterado? Ha salido en portada en el Profeta esta mañana.-Harry negó con la cabeza- Lucius Malfoy murió ayer en Azkaban.

 

Harry sintió como si la Madriguera se desplomara sobre él.

 

-…¿Perdón?

 

-Sí, murió ayer. Tuvimos que salir a dar parte, ya sabes, burocracia…Harry, ¿estás bien? Has puesto mala cara…

 

Harry obligó a su corazón a latir de nuevo y parpadeó varias veces.

 

-Sí…Sí, lo siento, tengo que irme.

 

-¿Te vas ya? ¿Y Ted?

 

-Lo siento, lo siento, tengo que irme, volveré más tarde.

 

Harry corrió hacia la puerta y salió a toda prisa, ignorando al señor Weasley que trataba de alcanzarle su abrigo. Tenía que llegar a casa antes de que Draco decidiera tomarse un descanso y viese la portada del Profeta. No sabía qué iba hacer, cómo iba a tomárselo el rubio, pero tenía que llegar.

 

Tenía que llegar.

 

**************************

 

Harry entró en casa como un huracán. Subió las escaleras con toda la velocidad que sus piernas le permitían, resoplando de cansancio. Ni siquiera llamó a la puerta, entró con decisión en el ático, rezándole a todo lo que se le ocurriera.

 

Pero Draco no estaba allí.

 

Harry se puso nervioso. Bajó al tercer piso, tampoco estaba en su cuarto. Ni en la sala de estar, ni en el baño, ni en el comedor, ni en la cocina. Se paró delante de la puerta de entrada, llevándose las manos a la cabeza. ¿Dónde estaba?

 

-¡Kreacher!

 

El pequeño elfo se apareció justo a sus pies, haciendo una reverencia.

 

-¿Dónde está Malfoy? ¿Sabes donde ha ido?

 

El elfo negó con la cabeza, y señaló con un dedo a la mesa de la cocina, donde había algo que parecía una hoja de papel desdoblado.

 

-El señor Malfoy recibió una carta, señor. Se marchó después de leerla.

 

Harry miró al elfo durante unos instantes y corrió a la cocina, agarrando la carta.

 

Su cuerpo falló, y se sentó en una de las sillas que rodeaban la mesa. Era la notificación de la muerte de Lucius Malfoy. Una fría carta del Ministerio, que le comunicaba a Draco que su padre había muerto, y que todas sus pertenencias llevaban ahora su nombre, y estaban a su entera disposición.

 

Lanzó la carta lejos, apoyando la cabeza en las manos. No sabía dónde había ido, ni cuándo iba a volver. No podía estar a su lado. Sólo podía esperar a que Draco volviese.

 

Golpeó la mesa con rabia, con impotencia.

 

Era imbécil. ¿Por qué no había leído el Profeta precisamente esa mañana?

Notas finales:

Y hasta aquí~

Prometo que el próximo capítulo no tardará tanto ;__; aunque nadie me creerá cofcof

 

Un beso a todos~<3


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