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Pastel de calabaza por saylor_mero

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Notas del capitulo:

Holaa~

Aquí estoy otra vez! Esta vez no tardé tantoo~ :3

Quiero aprovechar y mandarles un beso enoooorme como Hagrid (?) a todas esas personas que me dejan reviews siempre *-* <3

Y bueno, sin más, el capi! :D

 

 

Hacía horas que esperaba.

 

Largas y torturantes horas, que le clavaban cada minuto en las costillas, como una penitencia aguda y no merecida. Horas en la misma posición, sentado en el sofá frente a la chimenea, con las manos en la cabeza y las piernas temblando de nerviosismo. Incluso le parecía que las débiles llamas se reían de él, se carcajeaban de su torpeza y estupidez.

 

Porque así era como se sentía, estúpido. Estúpido por no haberse enterado a tiempo, por no haber vuelto más rápido, por despreocuparse. Pero sobre todo, estúpido por no haberse involucrado más…estúpido por no conseguir provocar a Draco Malfoy esa sensación de pura dependencia que ahora sentía él, por no haber conseguido que Draco le necesitase a su lado cuando estaba triste.

 

Por eso se había ido. Ni siquiera había dejado un mísero calcetín en su cuarto, nada que pudiera asegurarle a Harry que no había sido todo un buen sueño. Nada que le recordara que había estado allí, que cada mañana subía a preparar pociones al ático, nada sobre lo que construir la esperanza de que volvería.

 

Miró el reloj. Caía casi la medianoche. Ni siquiera había comido nada en todo el día.

 

Sabía que debía ir a buscar a Ted. Sabía que tarde o temprano, debería dar explicaciones. Y no se sentía con fuerzas.

 

Pero supo lo que debía hacer. Supo por dónde empezar, y no era sentado lamentándose en aquel sofá.

 

Apenas dio unos pasos hacia la chimenea, y tras lanzar un puñado de denso polvo púrpura, se metió dentro y susurró con claridad, para sentir como, al momento, el salón de Grimmauld Place se desdibujaba a sus ojos, regalándole un leve recuerdo de una sonrisa manchada de pastel de calabaza.

 

Lo siguiente que le llegó, fue la imagen de un alegre salón, y una cabellera roja un poco alterada preguntándole “¿Harry?”.

                             

    ****************************

 

-Tienes que estar de broma.

 

Ron le miraba con una expresión que cambiaba cada dos segundos de una de desconcierto, a una de desagrado, a una de grima. Había escuchado toda su historia en silencio, algo que Harry agradecía, y ahora intentaba procesarla sin desmayarse. En cambio, Hermione había mantenido una expresión tranquila, asintiendo de vez en cuando, como creando una síntesis, un esquema de los hechos a medida que le llegaba la información.

 

-Harry, ¿tienes la menor idea de dónde puede estar él ahora?

 

Ron miró a su novia como si le hubiera salido un cuerno en el medio de la frente.

 

-Espera, espera, espera. ¡Harry acaba de decirnos que lleva semanas viviendo con Malfoy en su casa! ¡Que ha sido con él con quien ha pasado la Navidad! Que…que… ¡Agh! ¿Cómo puedes estar tan tranquila?

 

Hermione le miró calmadamente.

 

-Es que ya lo sabía.

 

Esta vez Harry también se sorprendió, incorporándose un poco en el sillón donde estaba sentado. Ron se tapó la cara con un cojín y ahogó un grito.

 

-Bueno, Harry, has de saber que el Ministro y allegados también lo saben. Al parecer, cuando fueron a la calle de la Hilandera con la orden de embargo, esperaban encontrarse a Malfoy allí. Antes de que digas nada, sí, investigaron su paradero, pero por su seguridad, hay gente muy hostil con las personas que llevan la marca. Creyeron que podría haber sufrido un ataque.

 

Harry frunció el ceño y se removió, nervioso. La idea de que Draco pudiera sufrir un ataque sin que él supiese dónde estaba no le hacía ni la más mínima gracia.

 

-Yo me enteré por Kingsley, que me preguntó si Malfoy vendría a nuestra cena de Navidad. No se lo dije a nadie porque consideré que era tu elección, no la mía, y le pedí a Kingsley que hiciese lo mismo, nada más.

 

Harry asintió, como un agradecimiento silencioso. Ron lanzó el cojín contra el otro sillón, vacío, y se incorporó, nervioso.

 

-¿Y ahora qué?¿Vas a ir a buscarle?

 

Harry agachó la cabeza y clavó la vista en la alfombra. –No sé dónde está, podría estar en cualquier sitio.

 

Ron expulsó el aire con fuerza, y se agachó a su lado, poniéndole su mano en la rodilla.

 

-Mejor, colega, mejor. Él se ha ido por su propio pie, no es como si le hubieran secuestrado. Tú ya le has ayudado bastante, demasiado diría yo-Harry frunció el ceño- Si él es un desagradecido no es tu problema.

 

-Eso no es así, Ronald. -Hermione seguía sentada en la misma posición- Malfoy ha perdido a su padre, estará destrozado. Y sobre todo, solo. Ha perdido mucho en esta guerra.

 

Ron titubeó y se llevó una mano a la frente, sin saber qué contestar. Se apreciaba claramente la hostilidad que Ron le tenía a Malfoy, pero  aún así, podía ver lo mucho que había sufrido, como todos, y le guardaba un cierto respeto.

 

Harry miró a Hermione, como queriendo una respuesta, un consejo.

 

-¿Has mirado en la Mansión Malfoy?

 

Harry negó con la cabeza.-¿Crees que volvería allí? ¿Después de todo lo que ocurrió entre esas paredes?

 

Hermione se encogió de hombros- También creció allí, Harry, con sus padres y su familia unida. Teniendo en cuenta que su padre acaba de morir, esa sería mi primera opción.

 

Harry se removió y se levantó, dirigiéndose a la chimenea sin intención de esperar ni un solo minuto. Hermione se levantó deprisa y le agarró un brazo, deteniéndole.

 

-¿Qué vas a hacer?

 

Harry la miró a los ojos.

 

-Recogeré a Ted e iremos a buscarle.

 

La chica le miró con los ojos entornados y aflojó el agarre de su mano.

 

-Harry…

 

-Hermione, por favor…es complicado.

 

-Está bien, no preguntaré. Sólo…-colocó ambas manos en el rostro de Harry, protectoramente- procura ser tú feliz de vez en cuando.

 

Harry agarró las manos de Hermione y sonrió ligeramente.

 

-De eso se trata, Hermione. Voy en busca de lo que me hace feliz.

 

Mientras el salón de la casa se convertía en un remolino de colores, Harry pensó que Hermione, de entre todas las personas, sería la más capaz de comprenderlo.  Y mientras aterrizaba en la Madriguera, asustando a la señora Weasley, supo cuánto la había necesitado siempre y cuánto la necesitaba ahora.

 

 

      ****************

 

Harry avanzó aprisa, con el asfalto mojado sonando bajo sus pies. La cabeza del pequeño Teddy, cubierta por un grueso gorro de lana, descansaba sobre su hombro, totalmente dormido.

 

Se había aparecido a unas cuadras de la Mansión de los Malfoy en Wiltshire, con la intención de sopesar el terreno antes de entrar. Era tan tarde que no había ni un alma, ni siquiera se oía el más mínimo ruido. Caminó calle arriba, con las piernas temblando de frío, y abrazando al pequeño más fuerte contra sí. Se preguntó si realmente no había sido una tontería desplazarse hasta allí, ni siquiera tenía la seguridad de que Draco se encontraría en ese lugar. Aún así, continuó caminando, hasta visualizar la enorme mansión, sintiendo un escalofrío.

 

Se paró en seco, a unos veinte metros de la verja de entrada. No le gustaba aquel lugar. Le recordaba inevitablemente a Dobby, a su pequeño y fiel amigo. Cerró los ojos con fuerza, evadiendo de su cabeza la imagen del elfo, y se acercó más, sintiendo el aire zumbar en sus oídos.

 

No sabía cómo entrar a la Mansión, ni cómo comprobar si Draco se encontraba dentro. No podía desaparecerse, ni escalar la verja siquiera, y menos con el niño en brazos. Se preguntó cómo habría entrado Mundungus Fletcher, resoplando, y apoyando la espalda en la verja. Si sólo pudiera entrar…

 

Un chirrido metálico lo sacó de sus pensamientos y despertó a Teddy, que empezó  a lloriquear. Harry se separó de la verja automáticamente, asustado por el repentino ruido, y observó como los barrotes de hierro se movían y retorcían, formando poco a poco una imagen espantosa, un rostro que parecía mirarles con atención, cómo intentando adivinar sus más profundos secretos con sólo observarles. La horripilante cara abrió la boca y habló, con una voz grave y metálica, haciendo que Teddy llorara y escondiera su rostro en el hombro de su padrino.

 

-¿A qué has venido?

 

Harry frunció el ceño y abrazó a Teddy, intentando tranquilizarle.

 

-¿Está Draco Malfoy en la Mansión?-respondió, con un tono leve de desesperación- ¿Está dentro?

 

La puerta chirrió de nuevo, y repitió:

 

-¿A qué has venido?

 

Harry se quedó en silencio durante unos instantes. Miró a la verja con decisión. Tenía la sensación, el pálpito, de que Draco estaba allí.

 

-He venido a buscar a Draco Malfoy. Vengo a llevármelo a casa.

 

La puerta de metal se mantuvo quieta durante unos instantes, y luego, con un sonido retumbante, se abrió del todo, dejando el paso libre al camino que llevaba a la entrada. Harry reaccionó y corrió dentro, atravesando los jardines, antaño recubierto de pavos reales y setos perfectamente recortados. Subió las escaleras de piedra que elevaban la ornamentada puerta y se detuvo, pero la puerta, como invitándole, como queriendo ser amable, se abrió hacia dentro.

 

Y allí, en el vestíbulo, la imagen de una cuidada cabellera rubia le llenó de alivio y de alegría. Hasta que le miró a los ojos, y sintió como si un puñal le atravesara el pecho lenta y agónicamente.

 

El Draco Malfoy que le observaba, de pie en el vestíbulo, se asemejaba demasiado a aquél que un día había visto entrar en la sala de juicios del Ministerio. Sus ojos estaban rojos, y apenas podía mantenerlos abiertos. La expresión de su cara era de auténtica angustia, como un alma en pena. Tanto dolor reflejaba su rostro, que Harry recordó a Albus Dumbledore en la noche que murió.

 

Draco hizo un gesto con la cabeza, invitándole a entrar, y avanzó por el vestíbulo, con los brazos cruzados sobre su pecho, hacia el amplio salón. Harry le siguió, dejando a Ted en el suelo, que bostezaba y se frotaba los ojos, y que se agarró fuertemente a la pernera de su pantalón.

 

Aquel salón estaba tal cual lo había visto por última vez, incluso la enorme lámpara de araña seguía tirada en el suelo, rota en mil cristales del tamaño del ojo de una aguja. Sintió una horrible sensación de flashback,  y se mordió el labio. Draco se paró en medio del cuarto y le miró, con los ojos entrecerrados.

 

-¿A qué has venido?

 

Harry se sobresaltó. Miró a Teddy, y automáticamente clavó sus ojos en los de Draco.

 

-Yo…me he enterado de lo  de tu padre. Lo siento mucho, Draco.

 

El rubio asintió sin cambiar su expresión, e hizo un gesto con la mano, dándole a entender que continuara.

 

-Cuando volví a  casa vi que te habías ido, que incluso te habías llevado tu ropa y tus cosas. Ni siquiera dijiste a dónde te ibas. ¿Por qué te fuiste..? Me preocupé, Draco. Por eso he venido, para buscarte.

 

Draco miró al suelo y dibujó una media sonrisa que perturbó a Harry.

 

-Potter…déjalo ya. Puedes dejar de fingir que te importa.

 

Harry abrió los ojos desmesuradamente.

 

-…¿Cómo?

 

Draco descruzó los brazos y le miró directamente, con altivez.

 

-Que tú y toda esa gente que queréis hacerme creer que os importa lo que me ocurra, podéis ahorrároslo. Sé que me he quedado sólo, y sinceramente, creo que estoy mejor así.

 

Harry se acercó un paso más.

 

-¿Crees que finjo preocuparme?

 

Draco se quedó en silencio, diciéndolo todo con su simple mirada. Harry rió con desdén y le miró.

 

-Por supuesto, Draco, por eso te he llevado a mi casa, por eso te he tratado como te he tratado, por eso dejé de pasar la Navidad con mi familia y la pasé contigo, porque no me importas.- Harry suspiró, descolocado. Sentía que en cualquier momento diría algo que no debería.

 

-¿Sabes lo que yo creo, Potter?- Draco se acercó, con un paso casi amenazante- Que tú y tus colegas del Ministerio os creéis dueños de todo, hasta de la vida de los demás. Y sí, acepté quedarme en tu casa, pero porque no tenía otro lugar a donde ir. Pero no te creas que no sabía por qué lo hacías durante todo ese tiempo.

 

Harry sonrió con burla.

 

-¿Ah, sí? ¿Y por qué lo hacía?

 

-Para tenerme vigilado. Por eso no me quitaste nunca el ojo de encima. Por eso trajiste a tu ahijado a casa, para que me confiara. Por eso no querías que trabajara. Ahora me cuadra todo.

 

Harry se lo quedó mirando en silencio, sin acabar de procesar las palabras de Draco. Este, por su parte, miró a Teddy durante una décima de segundo y apartó la mirada a la chimenea.

 

-Será mejor que te vayas. Ya no…

 

-No.-interrumpió Harry- Por supuesto que no me voy. He venido aquí por algo, Mafoy. Me da igual lo que tu creas, no voy a dejarte solo.

 

-Potter… Potter. Vamos a aclarar una cosa. Aún en el caso hipotético de que realmente estuvieras preocupado por mí y que todo lo que has hecho por mí durante este tiempo haya sido una verdadera muestra de desinteresada amabilidad, aún así… no me iría contigo.-Harry ladeó la cabeza y apretó el puño-Ahora todo se ha arreglado, vuelvo a disponer de mi fortuna familiar, de mi casa y de mis pertenencias. Ya no te necesito, Potter.

 

Como un proyectil, algo atravesó el corazón de Harry, agrietándolo sin piedad.

 

-Quiero que te vayas de aquí, Potter, que desaparezcas de una maldita vez de mi vida. Quiero recuperar mi posición, mi nivel de vida, quiero restaurar lo que queda de mi anterior estado. Y eso no te incluye, así que si me haces el favor…Desaparece.

 

Harry se dobló ligeramente, y respiró con dificultad. Parecía como si los pedazos de su corazón que se iban desprendiendo poco a poco se alojaran en sus pulmones, impidiéndole respirar. Recogió a Teddy del suelo, y observó a Draco, que le daba la espalda. Hizo un esfuerzo por deshacer el nudo de su garganta, para hablar con un hilo de voz.

 

-No me acuses de que no me importa, si tú eres el que olvida todo enseguida.

 

-Como si no me conocieras.

 

Harry le miró, sintiendo su afilada indiferencia.

 

-No…no te conozco.

 

Se dio la vuelta, quedando él también a espaldas de Draco, y se dirigió a la puerta del salón, parándose en el marco, sin volverse.

 

-Sí que me importas. De hecho, me importas más que cualquiera.-Harry hizo una pausa y tragó saliva. Las piernas empezaron a temblarle y un nudo se instaló en su estómago.-Es por eso, porque...porque te quiero, por lo que hago todo esto. Por eso he venido a buscarte, Draco, con la esperanza de que te rindieras a mí en tus momentos difíciles. Porque odio verte sufrir, porque lo he odiado siempre, y lo seguiré odiando toda mi vida. Podrás pensar lo que quieras…pero ésa es la verdad.

 

El silencio se coló entre sus dedos, poniéndole nervioso. No podía ver a Draco, de espaldas como estaba. No sabía qué expresión había puesto, ni siquiera podía saber si seguía allí. Sólo había silencio. Un silencio que le pareció eterno.

 

Hasta que la voz de Draco llenó la sala, decidida y lineal.

 

-He dicho que te largues.

 

Y Harry supo que su corazón se había roto del todo, que sus pedazos eran aún más pequeños que los de aquella lámpara de cristal. Perdió la noción de todo, del tiempo, del espacio… no supo cuánto tardó en salir de allí, en huír con el pequeño Ted a cuestas, ni supo cuánto tardó en llegar a su maldita casa vacía, sólo se encontró sentado en el mismo sitio donde había estado anteriormente, frente a la mesa de su cocina, con una carta del Ministerio de Magia hecha trizas.

 

Y por más que se dijo a sí mismo que nada en el mundo merecía sus lágrimas, cayeron solas, como los copos de nieve que morían en la ventana.

Notas finales:

Seguro que el 99% de la gente que lea este capi lo odiará taanto como yo .__. ~

Dos cositas:

~Wan: un detalle sobre el capi anterior. Resulta que por fechas no  cuadra que Victoire Weasley haya nacido ya, pues al parecer nace a 22 de Mayo y estamos por Navidad...ignoren el detalle D:

~Chu: se acerca el final. Se acerca el finaaaaal~

 

Un beso a todos! Nos leemos pronto! :D


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