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Cambio de destino por Lalamy

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Aquella mañana David pidió permiso para ir al baño, estaba un tanto adormilado, por alguna razón desconocida había sufrido de insomnio durante tres días, lo que alteró su rendimiento escolar- lo que bien poco le importó- su estado anímico, y su genio…

Había estado evitando un poco a Guillermo, pues no quería desquitarse con él a causa de su malhumor, el pequeño entendió inmediatamente su alejamiento, así que no le dificultó su voluntad.

Al llegar al baño de aquel mismo piso, sintió como el olor a cloro intoxicaba a su mente, lo odiaba, más en ese instante en el que todo le parecía molesto. Vio como los azulejos del lugar brillaban como recién colocados, y se dio cuenta que fue un mal momento para querer ir al baño…

… realmente estaba hosco…

- Me parece increíble- oyó detrás de sí, una voz no tan desconocida- que aún sigas con Guillermo después de lo que te dije… y lo que pasó.

Ignacio.

- Ya hablé con él, y se aclaró todo. y por lo que pasó… pasó- iba dirigirse a los orinales, mas le incomodó la presencia de aquel sujeto, miró hacia atrás para cerciorase que ya no lo estaba mirando, pero no era así.

- ¿Qué? ¿Te incomoda? Pero si somos hombres…
- De preferencia, me gustaría que te largaras- confesó el castaño.

Ignacio se le acercó, el sonido de sus pasos hacían eco en el abandonado baño, como si todo estuviese arreglado, como para que ellos dos, sólo ellos dos se encontrasen…

- ¿Qué quieres?- preguntó David mirándolo a la cara, con una posición bastante ruda.
- Que me pruebes otra vez, pruébame y descubre que yo soy cien veces mejor que ese pendejo homicida.
- Ja… sueña…

“Es un hecho, me aguantaré las ganas de mear” y al pensar esto, se dispuso a abandonar el lugar dando unos pasos hacia delante, pero Ignacio le tomó del brazo.

- Se lo dices tú, o se lo digo yo…- dijo el sujeto con toda serenidad.
- ¿Decirle que?
- Lo nuestro…
- Me estás dando miedo- y movió su brazo con brusquedad para que el otro lo soltase, pero no dio resultado, tenía incrustada sus garras en su ropa- ¡Suéltame!
- No… tú te metiste en esto, ahora atente a las consecuencias- sonrió.
- ¡Que me sueltes, mierda!- insistía en zafarse, pero ahora con más brusquedad, tanto así, que el sujeto parecía un muñeco enganchado a su ropa.
- ¡Serás mío!-decía al ser zamarreado por aquel brutal hombre.
- ¡QUE ME SUELTES, POR LA PUTA! ¡SUELTAME MIERDA, DEJAME TRANQUILO, SUELTAME ASQUEROSO!- y le dio un puñetazo en la cara que tumbó al sujeto obsesivo de inmediato.
- Me encargaré de hacer mierda tu vida, utilizaré todos mis medios para que seas infeliz, si no te decides a estar a mi lado…- dijo este sonriendo.
- No te rías, no es gracioso- David comenzó a desesperarse, haciendo que la vena de su frente se hinchara- Eres un asco- decía con rabia, y entre dientes- no te metas conmigo…
- Tú comenzaste el jueguito, amor… ahora atente a las consecuencias…
- ¡NO ME DIGAS ASÍ, MARIC”N!-y se abalanzó al sujeto que sorprendido sintió como las frías manos de David rodeaban su cuello con una fuerza brutal incomparable a las aplicadas anteriormente a otros tipos, estaba enceguecido, deseaba ahorcarlo hasta el punto en que sus ojos salieran de su rostro, y que su cuello se partiera en dos como un pedazo de masa la cual se deshace en sus manos…
- Pa…ra…- dijo el joven con el poco aliento que tenía, agarrando sus brazos con la poca fuerza que le quedaba.

David no oyó esto, sólo escuchó un soplido, un susurro que no decía nada, carecía de significado, sólo un agonizante sonido de un sujeto que le era inservible, y sólo estaba allí para atormentarlo y chantajearlo vilmente.

El atacado seguía emanando un susurro poco claro para David…

- ¡Cállate mierda, CALLATE!- comenzó a zamarrearlo- ¡CALLATE!- entre aquellos movimientos bruscos la cabeza de Ignacio se golpeó con violencia contra la muralla.


Hasta que aquel esperpento sin importancia, dejó de respirar, dejando caer sus manos que aún se aferraban a él, convirtiéndose en lánguidas extremidades muertas, y sus ojos abiertos y asustadizos apunto de explotar se fijaron en él…

…l estaba muerto.

Y sólo al verlo así, el asesino pudo suavizar la expresión de su rostro, que pasó de odio a espanto, poniéndose de pie y retrocediendo unos cuantos pasos, pálido, atónito, apunto de soltar esfínter de la sola impresión que le causaba haber reaccionado de una manera tan fría e inconsciente que… sentenció su vida nuevamente.

El cuerpo tendido sentenciaba su vida aparentemente perfecta…

David retrocedió unos pasos, no sabía que hacer, escapando o no, sabrían que él era el homicida, no tenía coartada, todos sabían que el estaba en el baño, y que Ignacio era un conocido muy cercano a él…

- David…- una voz femenina emergió de su mundo hecho trizas.


Marcela.


- ¿Qué… hiciste?- estaba espantada.

Los ojos del hombre parecían cristales recién pulidos, brillaban con una intensidad tan grande que aquel destello comenzó a escurrir formando así unas lágrimas que ni siquiera podía hallarle significado.

¿Por qué David lloraba?

¿Lo habría echo antes?

¿Estaba conciente de lo que estaba perdiendo con esto?

- Yo… no… yo…- susurró sin tener la intensión de terminar la frase.

¿”Yo no quería”?

¿”Yo no lo hice”?

¿”Yo no iba a hacerlo”?

¿”Yo se lo advertí”?

¿Qué frase quería formular ante la evidente escena que lo acusaba?

¿Cómo se iba a zafar de esto?

- Ven- dijo la mujer- no hay nadie en el pasillo, ven…

Y la mujer caminó del lado opuesto al del cadáver, lo que le extrañó al hombre quien en realidad no deseaba tener contacto con aquella fémina que era el esculpido perfecto de su odio.

Pero de igual forma la siguió, a su mismo paso, imitando la misma serenidad de esta para no levantar sospechas, y lo llevó hasta la sala de profesores, la cual estaba vacía.

Se sentaron a un lado de la larga mesa repleta de libros estudiantiles, notebook, y papeles que carecía de importancia para David.

- ¿Por qué hace esto?- preguntó el hombre.
- Necesitas una coartada.

Lo estaba ayudando.

- Soy un asesino, no deberías ayudarme.
- Oí su disputa, te sacó de tus casillas.
- ¿Qué clase de mujer eres?
- Una mujer que tuvo que soportar años de maltrato sicológico, para que la policía se cruzara de brazos hasta no ver un cuchillo enterrado en mi espalda.

“Esto no está bien” pensó el hombre tapándose el rostro.

- No pueden culparte, seré tu coartada.

Y la preguntaba cambiaba. Ya no era “¿Por qué?” sino, “¿A precio de qué?”, no obstante, David estaba tan aturdido por el acontecimiento, que, no pudo detenerse a pensar en esto…

Ella le estaba dando una salida, y por ahora, eso era lo único que le importaba.

-¿Por qué no me detuviste, si estabas oyendo la discusión?
- Eso, no tiene importancia.

************************************************^


La noticia del joven asesinado por un perfecto desconocido apaleó al establecimiento como un fierrazo en la cara, y no por la noticia en sí, sino por la gran cantidad de apoderados que llegaron hasta allí exigiendo una explicación y justicia.

Luego aparecieron los medios de comunicación.


- ¡Mataron a mi hijo, desgraciados! Mataron a mi hijo, a mi niñito, le quitaron la vida…- sollozaba la madre destruida en brazos de una mujer desconocida hasta para ella que trataba de consolarla- Mataron a mi niñito, y el asesino está suelto… quiero que se haga justicia… justicia para mi hijo, mi único hijo… ¡saquen a los demás de aquí! ¡Son unos asesinos! ¡ASESINOS!

Todas las cámaras y los flashes apuntaban hacia ella.

Y por otro lado los apoderados se llevaban a sus respectivos hijos, para evitar una segunda desgracia. Estaban amontonados como fieras agarrando los brazos débiles de los pupilos que no entendía tanto jolgorio, si seguramente Ignacio, con lo polémico y busca pleitos que era, debió de tener un desencuentro con algún tipo, no por eso se desataría una matanza.

Pero por muchas explicaciones que les diesen, los padres no prestaron oídos a estos, diciendo que se los llevarían temporalmente hasta que todo se esclareciera, lo que provocó que una cantidad reducida de alumnos se quedaran adentro, todos cuyos padres estaba viajando, o que le importaba poco la situación, los mantuvieron allí para continuar la rutina de siempre.

Guillermo era uno de ellos.

- David, yo no te voy a dejar aquí- replicó la madre del hombre quien a no podía más con su conciencia podrida.
- ¡Me quedaré aquí y punto! ¡Tú no vas a mandarme!
- ¡Eres MI hijo, y te ordeno lo que se me entre en ganas!- lo tomó del brazo.
- ¡DEJAME EN PAZ!-se movía como un energúmeno- ¡NO ME VOY Y PUNTO! ¡NO ME PASARÁ NADA!- y la empujó.

Nadie notó esta acción. Estaban en medio de la aglomeración.

- ¡Yo no me voy a ir! ¡No me sacarás de aquí, no me pienso mover, NO ME LLEVARÁS A NINGUNA PARTE!- se desesperó- ¡No seas estúpida! No me pasará nada, si no busco problemas, no me pasará nada ¿Puedes confiar en mí?
- No es que no confíe en ti, no confío en…
- “… los otros” ya lo sé, déjame en paz, y vete a tu casa, no necesito de tu ayuda- y se dio media vuelta para marcharse a su habitación.
- ¡Le diré esto a tu padre!- fritó la mujer, para que el muchacho tomase conciencia.
- ¡Me importa un carajo!- exclamó sin mirar hacia atrás.


Guillermo estaba en el cuarto de ambos mirando una revista antigua, contemplando las imágenes de antaño impresas en el papel, cuando David entró desarreglado, y tenso.

- ¿Y? ¿Hablaste con tu mamá?- preguntó el pequeño dejando a un lado la revista, sentándose en el borde de la cama para ver a su novio sentándose también a la orilla, pero de su cama.
- Si, creo que estaré un tiempo más.
- ¡Que bien!- exclamó sonriente.
- Guillermo, bésame, ven y bésame…- le tendió la mano para que el pequeño la tomase, y este lo hizo, aunque un poco extrañado por la petición repentina, sin preguntarle nada, sentándose en sus piernas para saborear esos labios culposos, que sólo se tranquilizaban si eran besados por aquel ángel apaciguador, y al mismo tiempo propulsor de la pasión de David, un volcán lleno de emociones extremas que lo llevaban a situaciones tan difíciles como la que estaba pasando.

Guillermo colocó sus piernas alrededor de la cadera de su amado, y con una pasión arrebatadora, hizo olvidar al mayor, momentáneamente, el gran lío en el que se había metido.

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