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Cambio de destino por Lalamy

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Siguiéndolo… (Segunda parte)

 

 

Guillermo por mucho que intentó dormir luego de la desventura que resultó ser la partida del hombre a quien amaba pese a las contrariedades de su naturaleza, no logró hacerlo, quedándose con la vista al techo en tanto deseaba que se le cayera encima para no seguir pensando que todo había perdido sentido, y luego de mucha meditación, de mucha rabia, decepción, desesperanza, tristeza, y recuerdos que ya no había caso acudir a ellos, después de tres horas inconmensurables de hechos entrelazados y que a su vez se desataban para aislarse por completo, Guillermo llegó a una conclusión; no todo había terminado.

 

Fue así como en cualquier día, se puso en pie a las seis treinta de la mañana, con la diferencia de que ya no sonreía adormilado para darle los buenos días a su amante. Se fue a uno de los tantos baños del internado, donde aún no eran peleados por los alumnos, que en su mayoría dormían. Colocó su cuerpo desnudo y entumecido bajo la regadera, acariciando los rastros visibles que le había dejado David al recorrer su piel con su boca grosera.

Le pareció todo tan lejano, como un extenso sueño del que quisieras aplicarlo a la realidad, siendo sólo un frustrado intento melancólico.

- ¿Y David?- preguntó el Padre Augusto, un tipo que medía alrededor de dos metros, de momento en que el joven pisó la sala de clases- Me extraña que no vengan juntos…

- No lo sé- respondió Guillermo indiferente.

- ¿Cómo que no sabes?

- Cuando desperté el no estaba, de seguro que… se levantó antes que yo…- y con esto se dirigió a su pupitre, al fondo del salón, ignorando las mofas de sus compañeros.

 

No pasó más de medio día cuando todos se percataron de que el castaño había desparecido del internado. La policía de investigaciones no tardó en caer sobre el establecimiento, siendo Guillermo su principal interrogado. No tuvieron delicadeza al tratarlo, se encerraron con él en una de las aulas vacías que estaba aún en reparación, y sentándose en los bancos podridos, un hombre de estatura alta y rostro semidormido miró fijamente al joven quien poco y nada quería decirles.

- ¿Guillermo Alcántara?

- Si- afirmó indiferente.

- ¿Podría decirnos su edad? - Dieciséis…- musitó. - ¿Hace cuanto que está aquí?

- Desde los once años.

- ¿Y desde hace cuanto que conoce usted, al señor Donoso?

- Desde  principios de este año, como puede notar, no hace mucho…

- Bueno- dijo luego de un suspiro- nos han llegado comentarios acerca de que David y usted eran… muy buenos amigos ¿Eso es cierto?

- Si.

- Muy bien…- asintió- también nos llegaron otros comentarios de que su relación con el es… bastante estrecha ¿O me equivoco?

- No se equivoca.

- ¿Ustedes tenían una relación de pareja?

- …así es.

 

Por unos segundos todos mantuvieron silencio.

 

- ¿Tienes idea del paradero de David?

- No.

- ¿Ni una reseña de donde podría estar?

- Ninguna.

- ¿Estás seguro?

- Estoy seguro- su voz parecía apagada.

- ¿No notó algo extraño durante estos últimos días? Acciones, palabras, comentarios, objetos… ¿Algo que llamase su atención?

- No se nada- aseguró cortante-. No tengo la más mínima idea de donde podría estar, ni lo que hizo, a decir verdad más que una relación amorosa sólo teníamos sexo. No se nada de su pasado ni de su presente, era un tipo reservado, jamás me decía lo que pensaba, incluso la mayor parte del tiempo se la pasaba solo, aislado, metido en su mundo, tampoco lo vi en malos pasos, sólo era un tipo solitario, así que no pierda el tiempo conmigo, yo estoy tan confundido como ustedes ante su desaparición.

 

Y con esto no dio cabida a más dudas. No estaba mintiendo, todas esas palabras venían directamente de la inocencia de Guillermo quien no titubeó al contarles lo que sucedió entre ellos.

 

- ¿Tampoco sabe la relación que tenía con Ignacio?

- Parecían buenos amigos- confesó- más allá de eso no tengo idea de cómo era su “relación”.

 

Era todo lo que podía decir al respecto, y luego de unas cuantas evasivas, logró salir de ese claustro de preguntas y miradas inquisidoras, con el aviso de que registrarían su habitación, sólo para asegurarse de que decía la verdad.

A Guillermo no pareció importarle.

 

Aquella misma tarde luego de finalizar las clases, no dudó en ir a la habitación de Benjamín Uriarte para preguntarle lo acontecido el día de ayer detalladamente, ese mismo día cuando David le solicitó el celular para hacerles una llamada a sus “padres”.

Tocó la puerta con una misteriosa determinación. A quien buscaba le abrió sin hacerle esperar.

- Tú eres…

- ¿Puedo hablar contigo por un momento?- interrumpió queriendo obviar las presentaciones innecesarias.

- Si, claro…- abrió un poco más la puerta, y dejó que el muchacho entrara.

Guillermo notó que la habitación estaba desordenada, como siel joven de los rizos dorador estuviese buscando algo importante, mas no le importó, sentándose a la orilla de la cama paralela a la de Benjamín.

- Supongo que vienes a hablar de David ¿No es así? Es cómico… todos dudamos de su inocencia desde un principio.

- ¿Qué es lo que hablaron?- pareció ignorar esto- Necesito saber que sucedió antes y después de que yo apareciese.

- Pensé que habías oído todo.

- Sólo dilo, cuéntame todo, tus impresiones, lo que oíste, lo que viste, cualquier detalle.

- ¿No crees que eso deberías dejárselo a la policía?

- ¡Cierra la  boca y cuéntame que mierda pasó!- exclamó intransigente.

Benjamín entendió que no era momento de cuestionamientos. Guillermo por su lado intentó controlar el temblor de sus manos.

- El estaba raro… me pregunté de momento en el que entró si era normal esa actitud prepotente que tenía, al parecer la llamada que debía hacer era de suma importancia, sino, no me hubiese besado- tosió, ya que se había ahogado con su propia saliva, enrojeciéndose su blanquecino rostro-te confieso que descaradamente le pedí que me hiciera sexo oral, pero… luego me dio un poco de miedo- tomó aire- luego de que nos sorprendiste y te marchaste, a él no pareció importarle lo sucedido, cerró la puerta e hizo la llamada, luego de eso lo demás fue confuso… - ¿Qué hizo? - No es lo que hizo, sino lo que dijo. Primero me preguntó si tenía un registro de las personas a las que les prestaba mi celular, lo que encontré absurdo ¿Por qué lo tendría?. Luego me preguntó si dentro de la última semana habría tenido un cliente frecuente, también lo negué.

Guillermo fijó la mirada al suelo, tratando de comprender lo narrado.

- No sé, pero… tengo la corazonada de que Hugo sabe más cosas que yo.

- ¿Hugo? ¿Qué Hugo?

- Mi compañero de habitación, a David le pareció interesante oír este nombre, extrañamente sonrió.

- No sé de que Hugo hablas…

- Ese Hugo… el tipo que ocupaba tu habitación antes que tú.

- ¿Ese Hugo?¿Mi compañero de curso?

- Si… yo que tú sospecharía de ese tipo, es bien raro, y con pésimas costumbres, muchas veces lo sorprendí con mi celular, y yo detesto que me tomen las cosas sin mi consentimiento.

“Eso era” pensó con los ojos brillosos, y se colocó en pie súbitamente.

- ¿Dónde está Hugo?- le pregunto con el corazón agitado.

- En la biblioteca… quedó de hacer un trabajo con unos compañeros…

Y sin agradecer por la información, partió apresuradamente tras Hugo. La biblioteca quedaba del otro lado del patio central, en el segundo piso, virando a la derecha si se subía por la escalera del medio. Hacía mucho tiempo que no entraba allí, ya que era David quien acudía a los libros cuando hacían un trabajo grupal, tenía esa facilidad de encontrar siempre los libros más acertados.

Al ingresar al sitio notó que, como siempre, eran pocas las personas que se encontraban allí dentro, y dentro de esas personas, en un grupo reducido de tres personas, discutiendo silenciosamente cual era la información propicia para intrigarla a su informe, se hallaba Hugo con aquella apariencia descuidada que tanto lo caracterizaba.

 

Guillermo se les acercó sin importarle las miradas despectivas que estos le brindaron ante su repentina aparición.

- ¿Qué quieres? ¿Se te perdió tu marido?- le preguntó el calvo quien participó en la pelea que sostuvieron a principio de año en los baños abandonados.

- No seas bestia- le dijo otro- ¿No ves que es prófugo de la ley? Mató al prostituto.

- Hugo, tenemos que hablar- ordenó Guillermo con mirada desafiante.

Los tres se le quedaron viendo con rostro de burla.

- Yo creo que no…- sonrió el aludido.

- No me hagas hablar de tus “manías” frente a tus amigos ¿Está bien?- Guillermo también sonrió.

El calvo y el otro sujeto de barbilla pronunciada lo miraron con suspicacia. A Hugo no lo quedó mas que hablar, marchándose de allí para dirigirse al pasillo que daba vista al patio.

- ¿Qué es lo que quieres?- le preguntó con molestia.

- Quiero que me digas todo lo que sabes, David después de la muerte de Ignacio repentinamente hizo aparecer un teléfono celular, y… repentinamente comenzó a recibir muchos mensajes de textos ¿Tienes algo que ver con eso?

- No. - No me mientas…- masculló- sé muy bien que algo tienes que ver con la muerte de Ignacio…

- ¡¿Qué?!- elevó la voz a causa de su sorpresa, luego volvió a moderar su tono- ¿Para eso viniste?

- Es muy extraña la desaparición de David- dijo el joven calmo-. De la noche a la mañana resulta que el “mágicamente” no está.

- Pudo haber escapado…

- Si, claro… “escapado” ¿Y como? Explícame. - No voy a perder el tiempo co…

- Estoy seguro de que algo tienes que ver en esto, si es que tu no mataste a Ignacio… Hugo se paralizó ante tal acusación.

- Tu eres el delegado de curso ¿No es así? Tú ese día perfectamente pudiste faltar a clases, o haber llegado tarde, sin que a nadie le extrañase. Sólo basta hacer memoria y daré con la respuesta.

- Yo no maté a Ignacio… - No tienes como probarlo… David no pudo haberse fugado ¿Cómo? De aquí no sales sin la ayuda de alguien…

- ¿Quién sabe si no tenía un aliado?

- ¿Quién sabe si tú eres culpable?

- ¡Yo no lo hice!

- Quizás David vio que tú asesinaste a Ignacio ¿Quién me asegura que él debe estar aún con vida? Tú lo detestabas, desde un principio, y el pobre cayó en tu juego…

- Eso es una…

- ¿Estupidez?-interrumpió- OK, a los detectives les parecerá muy interesante mi teoría…- se dio media vuelta.

- ¡No! No les digas nada…- dijo entre dientes- Yo no maté a Ignacio, fue David, te lo juro, yo fui testigo de ello…

 

Guillermo había acertado.

 

- No te creo…- fingió escepticismo. - No lo hagas. - David sería incapaz de algo así, el es un hombre bueno ¿Por qué lo haría? No tenía nada con Ignacio... no, definitivamente…

- Al parecer el te engañó- interrumpió, aquellas palabras provocaron que el corazón de Guillermo se contrajera, mas esto no influyó en la expresión de su rostro-. Ignacio era un tipo muy conocido ¿Sabes? No sólo porque se prostituía por droga, sino por lo manipulador que podría llegar a ser si algo le interesaba, eso es algo que tú sabes mejor que todos…- hizo una pausa-. Ese día, el día de su muerte, yo estaba… dándole la mercancía luego de una agitada noche de… tu sabes….

- Ajá…

Ambos callaron, pues el Padre Casimiro, y el Padre Vicentico pasaron a su lado, preguntándoles que tanto hacían. - Tuvimos una discusión- mintió Guillermo simulando ingenuidad- y nos estamos arreglando…

- Está bien, pero no se tarden, no nos gusta que anden desperdiciando la hora de estudios…- dijo el Padre Casimiro con tono afable.

- Si, Padre…- asintió Hugo nervioso.

Esperaron a que se alejasen.

- Entonces le estabas dando mercancía…- retomó Guillermo la conversación inmediatamente- ¿Y que pasó?

- Estábamos ocultos, cuando de repente oímos unos pasos, Ignacio miró disimuladamente para ver quien era, y al notar que era David, rápidamente me pidió que si podía grabar su conversación. Bueno… no comprendí bien el funcionamiento del celular, y a lo único que atiné fue a… grabar un video. Al parecer deseaba chantajearlo con alguna declaración que David dijese, sin duda según lo que oí algo pasó entre ellos, y David ya no quería continuar, Ignacio empezó a hostigarlo, a acorralarlo con amenazas, lo que sacó de las casillas a David, y en tiempo de nada él ya lo estaba estrangulando… decidí hacer un segundo video de eso…

- ¿Y por qué no lo detuviste?- preguntó atónito.

- La última vez que me enfrenté a él casi me mató, y tú fuiste testigo de eso… ¡Ya! ¡Si sé que fue cobardía! Mierda… me dio miedo, el tipo estaba hecho un demente, zamarreaba a Ignacio con brutalidad…no… no reaccioné…

“David ¿En que te metiste?” pensó Guillermo tratando de lidiar con aquella amargura de no haber estado al tanto de lo que sucedía.

- ¿Y entonces…?

- Fue cuando apareció Marcela.

 

El rompecabezas se había armado.

- ¿Marcela…?- murmuró.

- Esa es su cómplice, de ella fue la idea de esconderse, y prestarse como coartada. No logró continuar fingiendo dureza, emergiendo sólo una lágrima que se deslizó con dificultad por su mejilla.

- Y…- dijo con un nudo ciego en la garganta, le dolía de sólo tragar saliva- …y… ¿Por qué… no has dicho nada?

- Tenía pensado el denunciarlo.

- ¿Me puedes decir si lo chantajeaste?

- Sí. 

- ¿Y por qué?

- Quería darle un escarmiento por la paliza que me dio la otra vaz...- musitó.

- ¿Aún tienes ese video?

- Lo traspasé de su celular al mío, David tiene el de Ignacio…

"No, no lo denuncies, si tuviste el estómago  para chantajearlo, puedes contenerte un poco más"

Pero no podía pedirle que no denunciase a David, no tenía un buen fundamento, ni siquiera sabía si lo existía, ante eso, ante las pruebas, ante la sospechosa actitud de David no pudo justificarlo.

David no era una persona normal.

 

Y dejó la interrogación hasta allí, ya había logrado su cometido, sacarle información a Hugo mediante mentiras, para eso Guillermo era hábil, su temperamento apacible le beneficiaba en mucho, por el contrario de lo que fue su pareja, quien con su carácter irritable y pasional, sólo conseguía arruinar las cosas.

Cuando llegó a la habitación no se sentó en ninguna de las dos camas, optó por el suelo como una forma extraña de esquivar el llanto, pudiendo unir nuevamente todas las piezas que se les había dado por perdidas.

- ¿Que haces?- recordó que le pregunto David un día en que Ignacio le había tendido una pésima broma colocando la cabeza de un gato muerto debajo de su cama.

- Estás de mi lado ¿cierto?

- ¿Por qué?

- Si pasara algo, tu estarás de mi lado ¿No es así?

- No lo sé…depende…

- Hasta hoy ¿Estás de mi lado?

- Obvio que sí…

 

No es justo que no dejes que sea reciproco”

 

 

- Guille yo… tienes que alejarte de mi… debes hacerlo… yo no soy normal, yo… yo soy peligroso para ti.

- ¿Por qué?

- Por favor aléjate. Por favor… te lo suplico… aléjate de mí…

- No entiendo…

- Hazme caso.

- No.

- No quiero hacerte daño Guille, yo te amo, tú eres la persona más importante a quien he conocido en mi vida, eres para mí perfecto, sin importar lo que digan, yo no puedo dejar de pensar que eres lo más hermoso de esta vida de mierda.

- ¿Por qué hablas así? ¿Qué sucede? ¡DIME!

- ¿Por qué no te conocí antes? ¿Por qué no te conocí en un colegio mixto, yo ingenuo, tú un niño, enamorarnos, salir, hacer el amor en tu casa o en la mía a escondidas de nuestros padres? Planeando nuestro futuro, sin temor de cargar con el peso de un estúpido error, sin el resentimiento a algo que desconozco, y olvidar este ambiente asqueroso que acosa nuestras vidas…

 

- Todo encaja…- se dijo, luego de esto rió- Todo tiene sentido y a la vez… es una locura.

 

“¿Y qué puedo hacer yo al respecto?” pensó con molestia “¿Qué saco con entenderlo todo si seguiré sumido en la misma mierda”?

 

Había corrido concientemente hacia un callejón sin salida, manteniéndose así por días.

 

Había vuelto a ser Guillermo el solitario, el excéntrico, el ausente, aquel bicho raro de quien nadie deseaba ser su amigo.

Hugo por una extraña razón no se atrevió a decir nada, y tan esquivo a la declaración, también se mostró así ante la presencia del muchacho.

Pero sin duda, lo que le revolvía las entrañas hasta el punto de dispersarlas por todo su podrido cuerpo, era ver a Marcela, sonriente, tranquila, cariñosa, como si nada hubiese pasado, como si ella no hubiese metido su respingada y mugrosa nariz en el asunto, siendo interrogada con frecuencia por la policía, manteniendo aún así su altiveza.

No comprendía aquella molestia que lo atacaba, ella ayudó a David a engañar por un corto tiempo a la policía ¿Qué era lo que le molestaba? ¿Qué era eso que le hacía sentir repudio de solo oírla?

¿Eran celos?

 

¿O era otra cosa?

 

 

 

 

 

- Padre Casimiro… deseo pedirle un favor- le dijo el joven al viejo, quien acomodando su trasero en la angosta silla de su escritorio, asintió con la cabeza.

- Lo escucho, Alcántara…

- Deseo que me deje salir por un día, se lo suplico. No he sabido nada de mi madre, y realmente estoy preocupado… anoche soñé con ella, y me dio tanto susto lo que vi…que realmente deseo cerciorarme que esté bien.

- Pero hijo mío, tu sabes que no puedes…

- Si se puede, Padre… con su autorización se puede. Usted sabe como soy yo, soy una persona responsable, volveré en el tiempo estipulado por usted.

- Pero…

- ¡Se lo suplico!- dijo con los ojos llorosos- Realmente necesito su autorización, y si le incomoda de que me sorprendan, puedo irme dentro de una hora, al anochecer, y alojar en la casa de mis otros tíos, Martina y Humberto, ellos son unas buenas personas, usted los conoce…

 

El hombre carraspeó, pero no lograba negarse ante la petición de aquel muchacho abandonado por Dios, y aún poco convencido ante la petitoria, le consintió el permiso para que volviese al día siguiente antes de las nueve de la mañana, él mismo le daría una suma considerable de dinero para que se pagase un taxi de ida y vuelta.

- Gracias, Padre…

- He puesto en usted, toda mi confianza.

 

Lo que estaba haciendo era pecado, y estaba conciente de ello.

 

Fue así como emprendió el viaje. Según sus sospechas, sólo debía seguir a Marcela.

 

Se encargó de averiguar el horario de esta, fue así como planeó la hora exacta para pedirle autorización al padre Casimiro, puesto que por experiencia sabía que el cura llamaría de inmediato a un radiotaxi para que lo fuese a buscar. Aquello lo había planeado dos días enteros, viendo los pros y los contras de cada plan, este era el primero que se le ocurrió, y fue cual, aparentemente, le dio resultado.

Esperó dentro del automóvil a que Marcela saliera, y luego de unos segundos le indicó al conductor que siguiera su auto, no importaba cuan lejos fuese o el dinero que se desperdiciaría, él no pensaba volver al internado.

No sabía a lo que iba, ni que diría, estaba al tanto de que ponía en riesgo su seguridad, pero no su vida, David le prometió no hacerle daño, y deseaba creerle, aunque estuviese al tanto del posible engaño, deseaba tener esperanza de que todo saldría bien.

Lo que no quitaba que sintiera miedo.

Luego de treinta minutos aproximadamente de viaje, el taxi lo dejó en una vereda abandonada de todo transeúnte, siendo rodeado de casas fastuosas y pulcras, que con una belleza artificial le daban a entender que era un barrio decente.

Vio a Marcela cruzar una reja que no medía más de un metro treinta, a la que perfectamente podía saltar si así lo quisiese. La mujer entró con dificultad puesto que la puerta de entrada estaba un tanto trancada, y con la misma dificultad la cerró, dándole señal para acercarse con sigilo. “¿Es lo correcto?” se preguntó “¿Y si David no está con ella?” “Bueno como sea, le preguntaré para que me diga su paradero, e iré a buscarlo de inmediato”

 

Y esperó a que un par de autos pasasen por la calle, hasta que ninguno estuviese lo suficientemente cerca como para atropellarlo. Estaba nervioso, apunto de desertar y marcharse, lo que encontró estúpido, estaba tan cerca, sabía que no conseguiría nada, pero… tenía esa necesidad de encontrarlo, vomitar cada palabra, cada emoción y sentimiento que lo atragantaba hasta el punto de provocarle náuseas.

 

Cruzó a la otra vereda, acelerando el paso.

 

Al llegar frente a aquella casa particularmente fabricado con piedra, miró hacia todos lados para cerciorarse de que nadie lo observaba, por unos instantes tuvo que simular que hablaba por celular, ya que una vecina lo miró con desconfianza.

- Si, si… creo que es la dirección ¿Cuántas cuadras dices? Ah… ¡Perfecto!... si, si…

 

Cuando la mujer ingresó a su casa, el esperó unos segundos y subió la pequeña reja que lo separaba de la fachada que lo invitaba a continuar su camino.

 

Pero hubo algo que lo detuvo antes de tocar a la puerta; Una música se oyó con potencia dentro de la casa, una canción compuesta hacía más de cincuenta años atrás, llamándole la atención, haciéndole pensar de que seguramente Marcela vivía o con sus padres o abuelos, siendo difícil que estuviese David dentro.

“Quizás no debería estar aquí” pensó contrariado, analizando las palabras que diría al tocar la puerta “Hola, sabes que…”

- No, no puedo preguntarle así…

 

“¿Y si fue todo una gran mentira de Hugo?” “¡Mierda! ¿Por qué estoy dudando ahora, y no antes de llegar hasta aquí? ¡Debí exigirle ver ese video!” pero admitió también que tenía miedo de ver la verdad.

Y así divagó en cada una de sus acciones, hasta que la música súbitamente se detuvo.

“Es mi oportunidad…” “Sólo debo ser franco”.

 

Y tocó la puerta...

 

 

Notas finales: Ya Ok, lo prometido es deuda... no es un capítulo del ¡Woow! pero bueno hice mi mayor esfuerzo, encajar piezas es algo que realmente se me hace dificil jajajaja... Ok, espero que les haya gustado, si hubo algún error, espero que me disculpen.

¡Gracias por leer!

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