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Lo que pasa una vez, volverá a pasar por lightness

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Notas del capitulo: hola, aquí el new capi, no me lancen tomates por no poder subir de los otros fics, onegai, haré todo lo posible para hacerlo mañana, o dentro de la semana, cuídense, besos ^o^
Capítulo 2 “Entrégate… si lo deseas, pero atente a las consecuencias”



No sabía que sus labios eran el pecado más placentero que podía probar en esta existencia, donde el sobrevivir era el principal papel de mi vida. Ahora, teniéndolo todo, tiro por la ventana lo que construí, con quien supuestamente amaba. Más que a nada en este mundo.




Buscaba cariño y ella no me lo daba. Quería hacerla mía.



Como hace dos meses atrás… sin embargo; la vida me está jugando una mala pasada… parece… puesto que no son tus labios los que están en mi cuerpo, devorándolo. No son tus manos, tan suaves las que me están haciendo temblar de placer…no es tu cuerpo, tus senos sobre mi torso ni tus delicadas piernas que se entrelazaban en mi cintura…




Qué ironías tiene la vida… ¿no?... en esta oficina, donde se supone, hay que “trabajar” por el bien de la humanidad, es mi humanidad la que está siendo atendida… y de qué forma…





Simplemente no podía soportarlo… jamás lo había hecho con un hombre… aunque al parecer, Malfoy tiene experiencia de sobra en estos rumbos… y tampoco, sabía que podría llegar a sentirme tan vivo… con él.





O será que es por su forma de ir seduciéndome que me parece tan irresistible. O será, que para ser dos meses de abstinencia sexual, hasta hacerlo con él me parece un desahogo… estoy hecho un lío. Un completo lío. No quiero pensar en nada más. Sólo sentir… lo que con Ginny no he podido en meses.





¿Cómo puede ser eso posible?...




-¿En quién piensas tanto… Potter?- pregunta luego de haber lamido hasta el último rastro de semen en su abdomen.





Tiene unos ojos de plata, como el mercurio que se ha fundido con el calor de la pasión… diluido y tan… hermoso. Nunca había reparado en su mirada. En aquella donde sólo había odio y oscuros sentimientos…





No tiene plena conciencia de lo que acabamos de hacer… para nada. ¿Quién estaría tranquilo con ello?



¿Ahora cómo veré a mi esposa a la cara?... no le puedo decir que me acosté con un hombre… y que tampoco era “cualquiera”… sino que de un viejo compañero de la escuela… con mi subordinado.





-¿Estás arrepentido?... tu cara lo demuestra- dice el rubio saliendo del interior del moreno y avanza unos pasos.





Si que puede ser cruel cuando quiere… su cuerpo, es un arma de doble filo… tal vez hubiese sido muy distinta la historia… pero esta es la realidad… me temo que no deberé caer en sus redes.





-¿Todavía no puedes hablar de la impresión?- toma su varita e invoca un hechizo para la limpieza de nuestros cuerpos- no querrás que tu dulce esposa descubra lo que pasó hoy… ¿verdad?- se sienta a horcajadas y le toma el rostro entre las manos- dile que encuentre una mejor manera de satisfacerte… o cualquier día de estos te robaré y no creas que te devolveré- le vuelve a besar y es ahora Harry quien se aferra con todas sus fuerzas a ese cuerpo.





¿Qué demonios estoy haciendo?, ¿Acaso estoy bajo un imperius?... bendito imperius…


Siguieron el beso hasta quedar sin aire en los pulmones.





-Toma tu ropa- dice el ojigris al separarse y le tira la ropa en la cara a Harry- vístete rápido, no tengo todo el día para perderlo contigo- dice muy serio y frío.





Harry, quedó pasmado ante tal cambio de actitud. Aunque el muy cretino lo conocía muy bien.





-Vete- dice el primogénito de los Malfoy, con su vestimenta toda en su lugar, sin la menor arruga y con su deseo satisfecho.





-Tampoco perdería mi tiempo contigo, Malfoy- dice el moreno, ignorando el creciente dolor de su trasero, que ahora venía a sentir con mayor frecuencia. Era la caída a la triste realidad.




-No te olvides de cerrar la puerta al salir- dice el ojigris, dándole la espalda.




-Claro que no, púdrete Malfoy- dice el pelinegro, muy enfadado, cerrando la puerta de un golpe seco.




Es un cretino. Lo odio. Lo odio.



Sí que fue fácil seducirte… Potter. Esta batalla, la he ganado yo.




Harry se encerró en su oficina. No quería saber de nadie.



Menos de alguien que se llamase Draco Malfoy.




Pero ni siquiera ese deseo le fue concedido. Una llamada le hizo salir de sus pensamientos con un claro, “maldición”.




-¿Quién habla?- levanta el teléfono con tono airado.




-Mi amor, ¿por qué estás tan molesto?- la voz de su esposa, del otro lado de la línea, sonaba preocupada.




-Lo siento, Ginny, problemas con el trabajo nada más.




-¿Hoy saldrás temprano?- pregunta con tono esperanzando- hay algo que quiero decirte, pero no había encontrado el momento preciso.




-¿No me lo puedes decir ahora, amor?- ahora el moreno, en vez de enfado, era simple curiosidad.




-Eso le quita la emoción, no seas aguafiestas.




-Está bien, hoy pediré permiso y llegaré temprano.



-Estoy muy contenta- sonríe- te espero… te amo Harry- dice dulce.



-Yo también- responde el moreno auto convenciéndose de su respuesta- te veré luego, cuídate.




-Lo haré- suspiro- nos vemos- corta la llamada.




-Que raro…- murmura el ojiverde, dejando el fono en su lugar- generalmente no me llama al trabajo.




Harry se quedó pensando por un buen tiempo y la puerta de pronto se abrió. No se trataba nadie más que de Malfoy.




-¿Qué quieres?- resopla Harry y toma unos expedientes del cajón de su escritorio.




-¿Qué es lo que hay para hoy?- pregunta cerrando la puerta y acercándose a su jefe con paso firme y elegante.




-Revisa todo este papeleo y lo quiero para una hora más, ¿te queda claro?- le mira con una expresión de triunfo.




Si podía fastidiarle, lo haría.




-Como quieras- fue la escueta respuesta del rubio, quien se lleva la caja a su oficina.



Así pasó una hora. Entre papeles y expedientes del año de la pera. Tan arcaicos que se caían a pedazos de sus manos.




Y Harry, mientras tanto, buscaba un nuevo pasatiempo.



Y que mejor… jugar a las cartas.




La puerta volvió a sonar.




-Adelante- respondió el moreno, tosiendo un poco y con sus cartas guardadas en su escritorio- ¿ya terminaste?




-Sí- responde seco dejando la caja encima del escritorio.




-Aquí hay más trabajo para ti- le pasa otra caja con expedientes que eran más recientes- como son menos, tienes media hora y eso es cuanto mucho te puedes demorar.





Draco le miró y controlando la creciente ira que le iba carcomiendo como ácido las venas, no se quedó callado esta vez.





-Te crees demasiada cosa como para poder humillarme, ¿verdad?- alza una ceja, en fase de “fastidiarte el resto de tu vida”




-No pensé que trabajar para ti significaría “humillación”- responde el ojiverde, haciéndose el inocente.




-Sé que lo haces para provocarme- mira inquisidoramente- no te va a resultar.




Harry por unos instantes, se fija en las manos de Draco.



En sus dedos, delgados. Antes estaban intactos. Ahora sólo había cortaduras y se notaba que le dolía. Aunque de buena gana, no lo admitiría. Antes se cortaría la lengua.




Entonces, hizo lo que menos pensó en la vida. Sacó un pequeño maletín y tirándole la mano al rubio, le comenzó a desinfectar los cortes de sus dedos que eran abundantes.





-¿Por qué haces esto?- pregunta sin bajar la guardia.




-Eres mi subordinado, por lo tanto, debo protegerte- responde y comienza con la otra mano el mismo proceso- ve a almorzar- dice tranquilo.




-Eso no te interesa.




-Ve, es una orden- dice el ojiverde, ya terminando su atención.




Draco se fue presuroso de la oficina de Harry.




Nadie antes le había curado sus heridas, como él lo había hecho.




De esa forma pasó el día. Cada uno metido en sus asuntos.





Cuando llegó la hora de la salida, un “hasta mañana” salió de sus bocas.




Harry llegó a su casa. Su esposa le estaba esperando con un papel en la mano y hasta el ambiente era distinto.




Música lenta, velas encendidas, luces a medio tono. Una mesa decorada con flores, cubiertos y platillos.




-Ven, mi amor- dice Ginny tomándole de la mano. Luciendo su flamante vestido negro que le quedaba algo ceñido a la cintura. Con un escote en v y con delgados tirantes- siéntate- le retira la silla y el pelinegro se sienta.



Ya se temía lo peor…




-¿Qué es lo que pasa?- pregunta y recibe una copa de vino por parte de su esposa- ¿por qué vamos a brindar?




-Harry… vamos a tener un hijo… brindemos por nuestro hijo- dice emocionada, alzando la copa con gesto de victoria y bebiendo un sorbo.



Y el futuro padre, se quedó hecho una estatua de piedra.



Su mente estaba totalmente en blanco.




-¿Estás… embarazada?- preguntó dejando caer la copa con vino en la alfombra.




Continuará…
Notas finales: ESPERO LES HAYA AGRADADO, ME DESPIDO, BESOS, ^O^

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