Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

[Reviews - 516]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

_______________________________________________________________________________


            Draco simplemente torció la boca al oler el caldo de pescado y verduras que Harry había puesto en la mesita.


            -Te traje chocolate en vez de leche –dijo Harry en tono casual; a lo que Draco respondió con un simple encogimiento de hombros mientras decía:


            -Necesito que primero me apliques la pomada, ya no aguanto estar sentado.


            Después de mitigar su dolor, Draco cuchareo con desgano la comida  para finalmente comenzar a comer; esa noche colocaron una cama extra en la habitación en la que Harry dormitó; al día siguiente, Remus lo sustituyó en la tarde sin recibir el mas mínimo problema del prisionero, quien simplemente se la pasaba mirando la pared sin responder a ningún tipo de conversación o dormido.


            -¿Quieres un baño de esponja como los que te da el señor Jackson o prefieres uno de tina? –preguntó Harry al cuarto día.


            -Me da igual –respondió Draco encogiéndose de hombros.


            -Si ya no te duele tanto la cadera, podría ser un baño de tina.


            -Me da igual.


            Detestando esa actitud pero sin decir nada, Harry decidió preparar la tina para luego ayudar a Draco a llegar hasta el baño; ya con tremenda barriga, a Draco no le gustaba ser visto, aunque ciertamente esos días ya nada le interesaba; aun así para no avergonzarlo, Harry procuró verlo lo menos posible para no incomodarlo hasta dejarlo instalado en la tina con un pequeño hechizo impermeable en el pie lastimado.


            -¿Podrías dejarme solo? –Dijo Draco arrellanándose en el agua- no voy a ahogarme en la tina.


            Harry decidió no discutir saliendo sin más del baño.


            -¿Cómo va? –preguntó Sirius al verlo salir de la habitación.


            -Igual –respondió Harry alzándose de hombros.


            -¿Sabes que he pensado? –dijo Sirius recargándose en el barandal de la escalera siendo imitado por Harry- que muy en el fondo, aunque todo apunte a que no, aun queda algo del Draco Malfoy que tu conociste.


            -No lo creo –respondió Harry con desaliento.


            -Pues yo creo que sí, solo que esta escondido... demasiado escondido diría yo; el temor de volver a sentir tanto dolor, lo han hecho desconectarse del mundo.


            -Si, cada vez se aleja más.


            -Yo creo que puedes rescatarlo –dijo Sirius mirando al frente.


            -¿Cómo dices? –exclamó Harry.


            -Lo que oíste.


            -¿Bromeas?


            -Claro que no –dijo Sirius mirándolo- el Draco Malfoy deseoso de vivir y ser feliz, esta arrinconado en algún lugar; perdido en sus propios miedos... escondido por completo del mundo.


            -Miedos justificados –añadió Harry con amargura.


            -Por supuesto –convino Sirius- y no lo culpo por hacer eso.


            -¿Y pretendes que yo rompa esa tremenda coraza? –Exclamó Harry sonriendo sarcástico- sí, claro.


            -Si hay algo que tú tienes... –dijo Sirius encendiendo un cigarrillo- es que eres malditamente obstinado; tanto así que por eso siempre estabas metido en líos en Hogwarts.


            -Bueno, eso si... –reconoció Harry- pero eso no significa que logro todo lo que me propongo.


            -Pero si en su mayoría... dime Harry ¿no te gustaría sacar a Draco de la oscuridad en la que vive?


            -Por supuesto que si ¿Qué pregunta es esa?


            -Pues mirando solamente no lo vas a lograr.


            -Pero Sirius... –protestó Harry con desaliento- él amaba locamente a Roger y ese hombre lo destruyó.


            -Precisamente Harry –dijo Sirius mirándolo- para construir algo nuevo, hay que derrumbar primero.


            Harry lo miró fijamente sin decir nada, para después de unos momentos simplemente decir:


            -¿Me regalas un cigarrillo?


            -Claro –respondió Sirius sin ocultar su sonrisa.


            -No será fácil –dijo Harry después de encenderlo.


            -No, no lo será.


            -Hay un noventa por ciento de probabilidades de que no lo logre.


            -Yo diría que un noventa y nueve.


            -Pero me queda un uno por ciento... –musitó Harry meditabundo para luego mirar a su padrino- ¿en verdad crees que pueda lograrlo?


            -La verdad no tengo idea, pero vamos... eres Harry Potter, El niño que vivió ¿No? –respondió Sirius burlón.


            -Eres un...


            -Siento interrumpir –exclamó el señor Jackson subiendo las escaleras- si gustan, puedo prepararles una poción para la adicción al tabaco.


            -¿No tendrá una para los entrometidos? –respondió Sirius de mal talante.


            -Harry –dijo el señor Jackson alzando una ceja.


            -¿Si?


            -¿Dónde está el joven  Malfoy?


            -Está tomando un baño de tina ¿Por qué?


            -Es hora de tomar su medicamento, lo relajará y le provocará sueño, ahora es buen momento, me quedaré con él hasta que vayas.


            -De acuerdo.


            Cuando Harry regresó al baño, encontró a Draco dormitando en el agua caliente, por lo que simplemente tomó una toalla instando a Draco a ponerle los brazos al cuello, a lo cual el rubio obedeció dócilmente por encontrarse a medio sueño.


            -¿Hay problema en que te cargue? –susurró Harry en su oído,  lo que Draco negó con la cabeza sin abrir los ojos.


            Llevándolo en brazos, Harry no pudo evitar meditar en las palabras de Sirius... romper ese muro, esa muralla tan alta que Draco había construido a su alrededor; con un suspiro procedió a colocarlo en la cama.


            Después de un par de semanas en las que Draco solo contestaba con monosílabos  a pesar de su esmero en cuidarlo, Harry estaba a punto de arrojarse por la ventana; esa noche, con los ánimos por los suelos, se acostó después de apagar la luz comenzando a escuchar casi inmediatamente los movimientos de Draco.


            -¿No puedes dormir? –preguntó al cabo de unos minutos.


            -Si estuviera dormido, no me movería –respondió Draco intentando acomodarse por enésima vez.


            Torciendo la boca, Harry ya no dijo nada, pero a los cinco minutos casi se pesca del techo al oír los gritos de Draco.


            -¡Ay, ay, ay mi pierna! –gritó Draco sintiendo que la pierna se le volteaba al revés.


            Rápidamente Harry se levantó quitándole las mantas para ver como su pie se retorcía dolorosamente.


            -Tienes un calambre.


            -¡Gracias por el descubrimiento, tarado! –Jadeó Draco- ¡ah, me duele!


            -Trata de estirar la pierna –dijo Harry masajeándole la pantorrilla y el pie.


            -¡No puedo!


            -Si puedes.


            -¡No, me duele!


            -Entonces lo haré yo, pero de todos modos te va a  doler –dijo Harry estirándole la pierna.


            -¡Ah!


            Después de un rato de gritos y maldiciones, el calambre por fin cedió para alivio de Draco.


            -¡Uff!... me quedó adolorida la pantorrilla.


            -Voy a estirar tu pierna de nuevo.


            -No, ya no... Ya se me quitó.


            -Pero puede regresar.


            -Pero aun me duele, ya no la muevas –se quejó Draco.


            -Lo ideal sería que caminaras unos pasos, pero en vista de que no puedes, tendrás que mover la pierna.


            Sin más que debatir y haciendo muecas de dolor, Draco dejó que Harry continuara masajeando su pantorrilla; después se acostó habiéndolo cobijado, sin embargo la incomodidad del rubio comenzó a hacerse patente de nuevo.


            -Rayos... –murmuró Draco- ya basta...


            -¿Sientes que viene otro calambre?


            -No.


            -¿Entonces?


            -Buenas noches, Potter –respondió Draco de modo concluyente.


            -Buenas noches Draco.


            -Ya no te muevas, carajo... –volvió a musitar Draco haciendo que Harry comprendiera lo que sucedía.


            -¡Uff! –gimió Draco por lo bajo.


            -¿Estás bien? –volvió a preguntar Harry.


            -Métete en tus asuntos.


            Rodando los ojos, Harry ya no contestó, además de que todo pareció calmarse por unos minutos.


            -¡Con un demonio, ya basta! –Gritó Draco de repente sobresaltando de nuevo a Harry- ¡deja de moverte, maldito hijo de...!


            -¡Basta! –Gritó Harry levantándose de golpe y sintiéndose furioso- ¡no te atrevas a decirlo!


            -¡Vaya! –Exclamó Draco sorprendido- ¿San Potter al rescate de los desvalidos?


            -Ya deja de decir estupideces Draco, si tienes problemas, enfréntalos tú y no te desquites con quien menos culpa tiene.


            -Bueno ¿y a fin de cuentas, a ti qué? –Exclamó Draco retador- ni que fuera tu hijo.


            -No hace falta que sea mi hijo para darse cuenta de que te estás portando como un verdadero imbécil.


            -¡Bueno, si soy o no soy un imbécil! ¿¡a ti qué!?... ¡no es tu maldito problema!


            -¡Ya te dije que puedes hacer lo que te de tu regalada gana, pero deja en paz a ese bebé!


            -¿¡Y porque habría de hacerlo?!... ¿¡solo porque tú lo dices?! –gritoneó Draco sarcástico.


            -No, no es porque yo lo diga, es porque ese niño no tiene la culpa de lo que te pasa.


            -¡Y yo sí! ¿¡Verdad!?... ¡Claro, el estúpido de Draco Malfoy se merece todo por ser un completo imbécil!


            -Tampoco dije eso –respondió Harry sintiendo el rostro caliente por la ira que se le iba acumulando.


            -¡Pero es verdad y tú lo sabes!... ¡Todos lo saben y sé que hablan de eso a mis espaldas! ¿¡Acaso crees que no lo sé?!... ¿¡crees que no sé que les doy lastima y pena?!


            -No  es verdad.


            -¡Claro que sí, ten la decencia de aceptarlo!... claro, a ti nunca te habría pasado esto, tú si eres listo.


            -Basta Draco.


            -A ti nunca te habrían visto la cara de idiota como a mí... –continuo Draco sonriendo con amargura- nadie engaña a Harry Potter.


            -Deja de decir estupideces.


            -A ti nadie te habría hecho creer que vales al menos un knut  para lograr abrirte de piernas...


            -Ya cállate.


            -Y lograr hacerte concebir un bastardo que aborrezco... –continuó Draco sin hacer caso a Harry.


            -¡Por Dios, ya cállate, deja de decir idioteces y de compadecerte a ti mismo!


            -¡Y tú deja de comprarte el cuento de que eres muy bueno!... ¡claro, Harry Potter, el niño que vivió, el héroe de Griffindor, el orgullo de Dumble...!


            -¡Basta! –gritó Harry dándole una fuerte bofetada- ¿¡crees que eres el único que tiene problemas?!... ¿¡crees que eres el único al que le ha ido mal en la vida?!... ¡pues claro que no, la diferencia es que tú te has rendido!... ¡y no eres un idiota, ese hombre te engañó como pudo haberme engañado a mi o a cualquiera! –Gritó Harry ante un Draco que se había quedado mudo, viéndolo con los ojos muy abiertos mientras se sobaba la ardiente mejilla- ¡llegó cuando estabas muy vulnerable y necesitabas a alguien contigo! –continuó vociferando Harry- ¿¡eso te hace idiota?!... ¡claro que no, solo te hace humano!... ¡y ese bebé!... ¡ese bebé es una víctima como tú y eres tú precisamente quien más debería defenderlo! ¿¡Sabes por qué?!... ¡porque a pesar de las circunstancias en que fue concebido, es tu hijo!... ¡si, aunque te niegues a llamarlo así, es tu hijo, sangre de tu sangre!... ¿¡porque lo rechazas tanto si él lo único que quiere es vivir?!


            Draco no respondió, simplemente continuó mirándolo aun con la sorpresa reflejada en la cara, por lo que recuperando un poco la compostura y habiendo caído en cuenta de lo que había hecho, Harry simplemente se dio la vuelta y salió de ahí; bajó hasta la sala, en donde después de caminar como león enjaulado, se tumbó en un sofá pensando  en qué demonios había pasado.


            Draco entre tanto, se había vuelto a acostar aun aturdido, ni siquiera había caído en cuenta de que el movimiento en su vientre había cesado, como si lo que estuviese ahí dentro se hubiese encogido temeroso en su propio nido.


            ________________________________________________________________________________


            Al día siguiente, a la hora del desayuno, Harry llevó la charola sintiéndose nervioso; y sin decir palabra ninguno de los dos, Draco comenzó a cucharear la comida.


            -Es yogurt con fruta –dijo Harry al verlo hacer eso.


            -Ya lo vi, no estoy ciego –respondió Draco pinchando con desgano un trozo de melón para después dejar el tenedor en el plato y echar la cabeza atrás mientras cerraba los ojos.


            -¿Te sientes mal? –preguntó Harry al verlo hacer eso.


            -Esa pregunta vendría siendo estúpida si tomamos en cuenta que es imposible sentirse bien con un bulto que te oprime la vejiga, los pulmones y el corazón –respondió Draco sin abrir los ojos.


            Harry no respondió al momento, ya que eso le recordó lo que había pasado en la madrugada.


            -A propósito... –dijo carraspeando- yo, bueno... ayer no debí... aunque bueno, solo así te callaste... pero aun así...


            -¿Acaso eso es una disculpa? –dijo Draco mirándolo- porque si es así, es por demás patética.


            -Pues sí, eso quise decir, no debí pegarte, aunque debo aclarar que tú te lo buscaste.


            -¿Qué clase de disculpa es esa?


            -En realidad ninguna –respondió Harry finalmente alzándose de hombros- no me retracto de nada.


            -Pues déjame decirte que tienes la mano muy pesada, la cara me ardió toda la noche.


            -Ah...


            -¿”Ah”?  -repitió Draco alzando una ceja.


            -¿Y qué quieres que diga?


            -Nada en realidad –dijo Draco metiendo un trozo de fruta bañado de yogurt en su boca con un claro gesto de asco.


            -Y... ¿pensaste en lo que te dije anoche? –se atrevió a preguntar Harry.


            -Anoche dijiste muchas cosas –respondió Draco mirando como escurría el yogurt en otro trozo de fruta clavado en su tenedor.


            -Bueno, pues de todo.


            -No.


            -¿No qué?


            -No pensé nada.


            -¿Nada?


            -¡Nada, nada! –Exclamó Draco mirándolo con el ceño fruncido- ¿así o te lo repito mas fuerte?


            -Mira, entiendo que estés enojado y desilusionado...


            -¿Enojado? –Repitió Draco sonriendo incrédulo- ¿desilusionado?... Potter, ahórrate toda la basura psicológica que pretendes que me trague y ahórrame a mí el tener que vomitarte en la cara.


            -Debes hablar de esto... –insistió Harry sabiendo que ponía el dedo en la llaga.


            -¿Hablar de qué?... no tengo nada de qué hablar contigo –exclamó Draco pinchando con fuerza otro trozo de fruta además del que ya tenía en su tenedor.


            -Draco...


            -¡Déjame en paz! –respondió Draco salpicando todo de yogurt- ¿¡eso es mucho pedir?!... ¿¡acaso no estoy haciendo lo que  ustedes quieren?!


            Harry exhalo un profundo suspiro; era hora de tomar una decisión, dejar que Draco escondiera la cabeza en la arena otra vez u obligarlo a enfrentar la vida con riesgo de que le diera un sincope o algo peor.


            -“Bueno...”-pensó torciendo la boca- “nunca me he caracterizado por mi sutileza”.


            -¡Lárgate y déjame solo! –exclamó Draco enfurecido.


            -No.


            -¿No?


            -No, no voy a dejar que te hagas esto –dijo Harry con firmeza.


            -¡Ah San Potter otra vez! –Exclamó Draco alzando los brazos dramáticamente- ¡claro, tu complejo de héroe no podía faltar!


            -Sé que te va a costar mucho –dijo Harry ignorando el sarcasmo de Draco- pero puedes superar esto.


            -¿No te cansas de ser tan imbécil?... porque yo si me canso de escuchar tantas idioteces –respondió Draco con hastío.


            -Puedes decirme que ya no te afecta... pero sé que solo lo haces para protegerte.


            -¿Protegerme de qué, San Potter, si no hay nada que me afecte? –escupió Draco con desprecio.


            -Ni siquiera has llorado... debes hacerlo para comenzar a sanar, para sacar todo el dolor que llevas cargando como lápida en la espalda.


            -¿O sino qué? –Respondió Draco retador- ¿volverás a pegarme?


            -Mira que si eso hace falta, si –respondió Harry con rostro serio-, si unas buenas bofetadas son necesarias para hacerte llorar de nuevo, con gusto te las daré.


            -Puedes cortarme en pedacitos si quieres... –dijo Draco sonriendo con amargura- pero te juro por la memoria de mi madre, que nunca me veras llorar otra vez.


            -¿Estas retándome? –preguntó Harry en voz baja.


            -Vete al carajo, maldito hijo de puta –respondió Draco en el mismo tono- ve a rescatar a quien lo necesite y a mi déjame en paz.


            Sin decir nada más, Harry se levanto y salió de la habitación dejando a Draco temblando de ira.


            Bajando a la cocina en donde los dos aurores y el medimago desayunaban, Harry dijo mientras se sentaba a la mesa:


            -Señor Jackson, Remus... ya no hace falta que hagan turnos conmigo, yo me ocuparé de Draco por completo como lo hacia antes.


            -¿Qué, cómo, porque? –exclamó el señor Jackson frunciendo el ceño al tiempo que se limpiaba los labios con una servilleta.


            -Sí, después de todo es mi trabajo y es obvio que no tengo nada que hacer en esta casa más que eso –respondió Harry sirviéndose té.


            -Pero es un trabajo agotador, necesitas ayuda.


            -Es agotador, sí... –convino Harry con naturalidad ante las miradas silenciosas de Remus y Sirius- pero soy fuerte y joven.


            -Pero...


            -Además –interrumpió Harry- yo lo conozco mejor que usted, así él y yo nos entenderemos a la perfección.


            -Sí, pero...


            -Pobre medimago... –dijo Sirius sirviéndose más té- le han quitado su juguete nuevo.


            -¡El no es un juguete para mí! –exclamó indignado el señor Jackson.


            -Discúlpelos por favor –intervino Remus-, estos dos le colman el plato a  cualquiera; sé que Draco no es un simple paciente para usted.


            -Así es –respondió indignado el señor Jackson- cada paciente es un caso especial, y este muchacho no  es solo un caso singular, es un chico que necesita ayuda.


            -Y yo sabré dársela –dijo Harry llevándose a la boca un poco de huevos con jamón- pero tenga por seguro que si necesito ayuda, usted será el primero al que se la pida.


            -Eso espero.


            -Y hablando de otra cosa –dijo Sirius sirviéndose más tocino- renuncio.


            -¿Renuncias? –Exclamó Harry sin entender- ¿a qué te refieres?


            -Eso, renuncio –repitió Sirius con naturalidad- renuncio a ser auror.


            -¿¡Cómo?!


            -¿¡Qué?!–exclamaron Remus y Harry con la boca abierta.


            -¡Pero Padfoot! –Dijo Remus- ¡no puedes hacerme esto, ahora es cuando más te necesito!


            -Tranquilo Monny, dije que renunciaba, no que los abandonaría –respondió Sirius relamiéndose los bigotes al cortar su tocino.


            -¡Pero Sirius! –Exclamó Harry- ¡no entiendo!


            -No importa cachorro –dijo Sirius- Monny entiende... ¿verdad Monny?


            Remus no respondió, estaba demasiado impactado como para que pudiera decir algo.


            -Tómalo con calma, Monny... –continúo diciendo Sirius- aun tenemos mucho tiempo para hablar.


            ________________________________________________________________________________


            Si Draco hubiese podido levantarse a patearle el trasero a Harry en cuanto éste le notificó los cambios en su cuidado, lo hubiese hecho encantado.


            -¡No quiero que tú me atiendas! –Gritó desde su cama mientras Harry se acomodaba en la suya con un libro de Quidditch en la mano- ¡prefiero comer de la asquerosa mano del hombro lobo a tenerte aquí las malditas veinticuatro horas del día!


            -Entonces levántate y sácame –respondió Harry abriendo su libro con gran interés.


            -¡Pero...! ¡¿Qué demonios pretendes?!


            -¿Yo?... nada –respondió Harry arrellanándose en la cama- pero ya te dije, si no te gusta, sácame.


            -¡Quiero que venga el medimago!


            -¿No que lo odiabas? –dijo Harry sin despegar la vista del libro.


            -¡Mas te odio a ti, quiero que venga!


            -Lastima –respondió Harry ignorando el pesar que le causaban las palabras de Draco.


            -¿¡Lastima?!


            -¿Pero no decías que todo te daba igual, Draco?


            -No vuelvas mis palabras contra mí, Potter... no me trates de estúpido.


            -Ah bueno, entonces si no te molesta, me gustaría leer un rato, gracias.


            Apretando los puños y los labios, Draco dejó caer la cabeza en las almohadas mirando al techo.


            A pesar de todo lo negativo de la situación, Harry se sintió satisfecho de haberle arrancado a Draco algo más que simples monosílabos; tal vez Sirius tuviera razón y el antiguo Draco Malfoy aun estaba presente; lo malo fue que rato después, Draco moría de dolor de estomago debido a los corajes que había pasado.


            -No estoy muy seguro de que tu “tratamiento” sea el adecuado –dijo el señor Jackson preparándole a Harry una poción para Draco.


            -Entonces vaya usted y dele su psicoterapia haber hasta donde lo manda –respondió Harry cruzado de brazos.


            -De seguro que con eso si se levanta a patearle el culo –dijo Sirius sonriendo.


            -Estoy de acuerdo en que el método de Harry no es el más ortodoxo –intervino Remus- pero al menos ya insulta, estará de acuerdo en que ya ni eso hacía.


            -Claro que me doy cuenta de eso –dijo el señor Jackson entregándole a Harry la poción- pero ten cuidado, sus disgustos también afectan al bebé.


            -Si, eso es verdad –respondió Harry- tendré más cuidado.


            -Solo dale tiempo.


            -Tiempo es lo que menos tenemos.


            Y era verdad, al iniciar el tercer trimestre, Draco ya se sentía muy cansado.


            -Hoy no Potter... –exclamó Draco al ver a Harry llevarle un tazón con avena para merendar.


            -Necesitas fibra –respondió Harry acercando la mesita a la cama.


            -Pero tengo mucho sueño –dijo Draco cerrando los ojos.


            -Tu evacuación...


            -No me interesa hablar de eso contigo –interrumpió Draco secamente- si puedo o no puedo cagar, es muy mi problema.


            -No, también es mío y entiendo que tengas sueño, pero el señor Jackson indicó aumentar más la fibra en tu alimentación.


            -Pues no tengo ganas –respondió Draco volviendo a cerrar los ojos dando por concluido el tema.


            -Draco...


            -No molestes, no quiero.


            -Dijiste que ibas a comer todo ¿lo olvidaste?


            -No, no lo he olvidado –respondió Draco sin abrir los ojos- pero hoy no quiero comer, no tengo hambre.


            -Hoy en el desayuno, almuerzo y comida dijiste lo mismo y te la pasé, ya no puedes...


            -Lárgate al infierno, Potter y déjame en paz –interrumpió Draco groseramente.


            Harry aspiró profundamente para después  quitar la mesita de la cama, tomar a Draco con cuidado pero  firmemente y sentarlo.


            -¿¡Pero qué...?!


            -Vas a comer así tenga que meterte la comida por el culo.


            -¡Pues ya te dije que no quiero y me importa una mierda si antes dije lo contrario, no quiero comer y no me obligarás!


            -Draco, te lo advierto... –sentencio Harry apuntándole con un dedo- o te lo comes por las buenas o haré que lo hagas por las malas y no te va a gustar.


            -Púdrete.


            -O bien... –dijo Harry como cambiando de opinión de repente- podemos cambiarlo por otra cosa.


            -¿Qué diablos dices?


            -En vez  de comer, puedes hablarme de Roger.


            -¿Cómo? –exclamó Draco desconcertado.


            -Si, de Roger... de ese imbécil que te hizo tanto daño.


            Draco lo miró con los ojos muy abiertos para después apretar los labios.


            -Estás muy herido –continuo Harry- te lastimó demasiado...


            -Cállate.


            -Pero también debes estar enojado...


            -Sal de aquí y muérete –exclamó Draco entre dientes.


            -¿Por qué te molesta tanto hablar de él si dices que ya nada te lastima?


            -Porque es un asunto que ni a ti ni a nadie le incumbe, y es cierto, ya no me afecta.


            -¿Entonces por qué tiemblas?


            Draco quedó desconcertado al darse cuenta de que lo que decía Harry era verdad; sus manos, que aparentemente descansaban en la cama, estrujaban las mantas en medio de un incontrolable temblor.


            Rápidamente soltó las mantas cerrando los puños con fuerza, para después mirar a Harry con  verdadero odio.


            -De acuerdo Potter, habla lo que quieras de “ese”... no me interesa, puedo escucharte con absoluta tranquilidad.


            -No me interesa que oigas, sino que hables.


            -Y a mí no me interesa lo que tú quieras, y ahora dame esa maldita avena, que si tragándomela logro que te largues de aquí, con gusto me la comeré.


            Harry ya no insistió, consideró que ese día había sido demasiada provocación, por lo que simplemente le dio la avena y se recostó en su cama.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).