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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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Notas del capitulo:

HOLIS HOLIS AMIGOS AMANTES DEL LEMMON, AQUI DE NUEVO ORSETH REPORTANDOSE.

UNA ANOTACION, EL SINDROME DE LIMA ES LO CONTRARIO AL SINDROME DE ESTOCOLMO, CUALQUIER ACLARACION, VEAN WIKIPEDIA XD

Y TAMBIEN DECIRLES Q LOS HABIA EXTRAÑADO, BESHOS!!!

 CAPITULO 27

 

 

 

            El señor Jackson se apartó para dejar pasar a Harry, quien inmediatamente fijó su vista en la cama.

 

            -Está dormido –dijo el medimago- le di un sedante porque estaba muy intranquilo… de hecho, no ha dormido casi nada.

 

            -¿Entonces tardará mucho en despertar? –preguntó Harry un tanto decepcionado.

 

            -Un par de horas cuando mucho.

 

            -Ah…

 

            -¿Puedo verlo? –preguntó el señor Jackson tratando de contener su ansiedad.

 

            -Claro –dijo Harry retirando una vez más la manta.

 

            -¡Es precioso! –Exclamó el señor Jackson verdaderamente admirado- ¿puedo cargarlo?

 

            -Si… con cuidado… -dijo Harry colocándoselo con cuidado en los brazos.

 

            -¡Vaya! –Murmuró el medimago fascinado- es increíble…

 

            -Lo sé –dijo Harry sonriendo- es hermoso ¿verdad?

 

            -Si, muy hermoso… ¿y está bien?

 

            -Muy bien, algo asustado pero bien.

 

            -Eres un bebé muy lindo… y yo te vi desde que eras del tamaño de un frijolito… -comenzó a susurrar el señor Jackson caminando por la habitación, por lo que Harry caminó hasta la cama en donde Draco dormía; notó sus profundas ojeras y los labios casi blancos.

 

            -Lo logramos… -susurró recargando su mano en la almohada mientras que con la otra retiraba un mechón de la frente- Voldemort está muerto y tu hijo está a salvo.

 

            -mmm… -gimió Draco girando el rostro hacia él.

 

            Harry sonrió mientras le tocaba una mejilla, entonces unos ojos grises fueron abriéndose poco a poco al sentir el contacto.

 

            -Hola dormilón, siento despertarte… bueno, en realidad no –dijo Harry con una sonrisa.

 

            Draco parpadeó un par de veces sintiéndose adormilado pensando que lo que veía era producto de su imaginación.

 

            -¿Harry?

 

            -¿Quién más?

 

            Draco entonces parpadeó con más fuerza al escuchar claramente la voz del moreno, por lo que terminó espabilándose de golpe.

 

            -¡Harry!... ¿¡Ya… ya estás aquí?! –exclamó tomándolo con fuerza de los brazos.

 

            -Si, no soy una alucinación como puedes ver.

 

            -¿¡Donde esta?!... ¿¡lo trajiste?! ¡Dime que lo trajiste! –exclamó Draco tratando de levantarse.

 

            -Con calma, déjame ayudarte –respondió Harry colocándole unos almohadones en la espalda.

 

            -¡Harry! –dijo Draco tomándolo de nuevo de los brazos mirándolo angustiado.

 

            -Esta aquí, Draco y está bien –dijo Harry volviéndose hacia el señor Jackson quien al ver despierto al rubio le regreso el bebé a Harry.

 

            -¿Es…? ¿es…? –tartamudeó Draco al ver a Harry acercándose cargando un pequeño bulto.

 

            -Si –dijo Harry colocándoselo en los brazos- es tu hijo.

 

            Draco no dijo nada, simplemente se quedó callado cuando Harry retiró la manta dejando ver a un bebé de mejillas sonrosadas que comenzaba a despertar bostezando en medio de su al parecer, placentero sueño.

 

            Draco no podía hablar, sentía un enorme nudo en la garganta; solo sintió las lagrimas resbalar por sus mejillas cuando con mano temblorosa tocó la cabecita sintiendo el sedoso toque del cabello castaño.

 

            -Mi… mi… mi hijo… -musitó al fin con voz entrecortada.

 

            Después de acariciar suavemente la cabeza, Draco tomó una manita, la cual inmediatamente se aferró a uno de sus dedos comenzando a abrir los ojos.

 

            -¡Esta despertando! –exclamó Draco mirando a Harry.

 

            El bebé parpadeó bostezando nuevamente sin soltarle el dedo.

 

            -Tiene los ojos azules… -dijo Draco extasiado mientras las lágrimas seguían fluyendo.

 

            -Es un niño hermoso –susurró Harry.

 

            El bebé comenzó a removerse inquieto provocando que Draco mirara a Harry.

 

            -¿Quiere llorar?... ¿Qué quiere hacer?  ¿Qué hago ahora?

 

            -Háblale –dijo Harry sonriendo al ver su ansiedad- ya lo hacías desde que lo tenias dentro ¿recuerdas?

 

            Draco volvió a mirar al pequeño, quien continuaba moviéndose inquieto.

 

            -Tranquilo mi amor… -susurró abrazándolo suavemente al tiempo que cerraba los ojos- ya estás conmigo… ya estas con tu papá… ya estas dentro de mi corazón…

 

            Harry tragó saliva para no llorar también al ver a Draco deshacerse en amor por su bebé.

 

            -Te amo tanto, tanto… -musitó Draco oprimiéndolo suavemente contra su pecho- perdóname por todo lo feo que te dije… yo te amo como no tienes idea, mi niño… mi pequeño…

 

            Entonces lo separó para verlo de nuevo encontrándose con unos ojitos azules que lo miraban atento a pesar de que tan solo  apenas unos instantes estuviese profundamente dormido.

 

            -Si, soy tu papá… -exclamó Draco sorbiendo la nariz- el imbécil que no se daba cuenta del tesoro que llevaba dentro.

 

            Sin soltarle el dedo, los tiernos labios se curvaron mostrando unas encías rosas.

 

            -¡Esta sonriendo! –Exclamó Draco mirando a Harry- ¡Harry, esta sonriendo!

 

            -Si, ya lo veo –respondió Harry sonriendo también.

 

            -¿Crees que me haya reconocido? ¿Qué sepa quién soy?

 

            -Estoy seguro que si, hasta ahora no se había dejado cargar por nadie sin ponerse a llorar, excepto por Sirius y por mí, aunque claro… -añadió Harry rascándose la nuca- seguramente era porque el ambiente en el castillo era muy malévolo.

 

            -¡Por Merlín, es tan hermoso! –Exclamó Draco mirándolo de nuevo con embeleso para después comenzar  a revisar sus manos antes el gesto extrañado de Harry- veamos... si… tienes cinco deditos en esta mano, veamos la otra… 

 

            -¿Qué haces? –preguntó Harry sonriendo al ver que lo había colocado en la cama y revisaba los pequeños pies.

 

            -Cinco dedos aquí… y cinco allá…

 

            -Draco, ¿estás zafado?

 

            -Veamos lo demás… -dijo Draco quitando el pañal- ¡si, estas completo!... ¡eres perfecto!

 

            -¿Completo?... ¿pues qué esperabas? –dijo Harry sonriendo al ver el alivio de Draco.

 

            -Esperaba que no tuviera algún defecto físico que hiciera más difícil su vida, pero está bien, está sano ¿verdad? –dijo Draco envolviéndolo de nuevo.

 

            -Si, está sano.

 

            -Gracias… -añadió viendo a Harry- gracias por rescatarlo… por salvarlo de ese loco, por traerlo sano y salvo, tal como me lo prometiste.

 

            -No lo hice yo solo, muchos dieron su vida en esta misión.

 

            -Pero él… -murmuró Draco temeroso.

 

            -Esta muerto, así que no te preocupes, no regresará a buscar a tu bebé.

 

            -¿¡En serio?! –Exclamó Draco con gran alivio- ¿en verdad está muerto?

 

            -Desde la cabeza a los pies.

 

            -¿Cómo sucedió, quien lo mató?

 

            -Bueno… -respondió Harry agitando una mano- no hablemos de esas cosas ahora, mejor te cuento como es este pequeño diablillo.

 

            -¿Quién lo cuidó estos días? –preguntó Draco besando la manita.

 

            -Yo.

 

            -¿Tú?

 

            -Sí, fui su niñero, y déjame decirte que es un niño muy tranquilo; siempre y cuando, claro, comiendo a la hora que debe.

 

            -Vaya… -murmuró Draco llenando sus ojos con el rostro de su hijo- tienes el cabello castaño.

 

            -Al oír eso, Harry se puso serio mientras decía:

 

            -Igual al de…

 

            -No importa –interrumpió Draco sin dejar de mirar al bebé- intentaré borrarlo de mi mente.

 

            -No Draco, es que…

 

            -Sé que será prácticamente imposible –volvió a interrumpir el rubio- pero lo intentaré.

 

            -No, escúchame, hay algo que debes saber –dijo Harry provocando que Draco lo mirara- respecto a Roger… -continuó Harry- tal vez ahora no es el momento, pero hay algo que debes saber, algo muy importante, prepararé un pensadero para que lo veas por ti mismo, pero será después, ahora disfruta este momento.

 

            -Claro –respondió Draco mirando intrigado a Harry unos instantes para después volver la vista al bebé- Harry…

 

            -¿Sí?

 

            -¿Qué pasará ahora?

 

            Sin necesidad de que se lo aclarara, Harry supo a que se refería.

 

            -Siendo francos no lo sé, pero el ministro me ha dicho que no te preocupes, que se ocupará de que nadie los moleste.

 

            -Eso no resuelve mi situación ¿verdad? –dijo Draco besando nuevamente la manita.

 

            -Pues… yo creo que…

 

            -Esta bien –dijo Draco sonriéndole tranquilizadoramente- te lo dije antes de saber que se lo habían llevado.

 

            -Draco…

 

            -Siempre supe que no podría quedármelo, a fin de cuentas soy un mortífago condenado.

 

            -Tú no eres un mortífago.

 

            -Eso no importa y lo sabes –respondió Draco increíblemente sereno- lo has traído sano y salvo y me has dejado conocerlo y tenerlo entre mis brazos, con eso me doy por bien servido.

 

            -Draco… -susurró Harry sintiendo que el alma se le iba a los pies al ver los ojos grises llenarse nuevamente de lágrimas.

 

            -Estoy listo, ya no tengo miedo –continuó Draco haciendo un verdadero esfuerzo por no quebrarse delante de Harry.

 

            -No puedes darte por vencido.

 

            -No estoy dándome por vencido –respondió Draco viendo a Harry borrosamente- estoy agradecido… agradecido contigo, con la vida y con todos los que hicieron posible que mi bebé esté aquí.

 

            -Pero…

 

            -Sé que se lo llevarán… -interrumpió Draco limpiándose las lagrimas que se negaban a dejar de fluir- solo quiero que me dejen hacer una última cosa.

 

            -No hables así, suena como si te estuvieras despidiendo –exclamó Harry sintiendo un vacio en el pecho.

 

            -Abusando de tu complejo de héroe –continuo Draco sonriendo sin hacer caso a Harry- promete que harás que se respete lo último que quiero.

 

            -Draco, por favor…

 

            -Vamos Harry, promételo.

 

            Exhalando un profundo suspiro en el cual sintió que se le iba el alma, Harry aceptó.

 

            -De acuerdo, lo prometo.

 

            -Gracias.

 

            -¿Y qué es eso que quieres hacer?

 

            -Ponerle nombre –respondió Draco mirando de nuevo al bebé que comenzaba a dormitar.

 

            -¡Ah! Ya sabes cómo quieres que se llame.

 

            -Si –dijo Draco arropándolo- la verdad es que hace tiempo que lo sé.

 

            -¿Y cómo se llamará? –preguntó Harry sentándose en la cama.

 

            -Harry.

 

            -¿Sí?

 

            -No te hablo a ti, torpe –dijo Draco sonriéndole.

 

            -¿Entonces?

 

            -“Harry”… así se llamará mi hijo… su nombre será “Harry”.

 

 

 

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            -Webster… -dijo el ministro Shacklebolt Kingsley ya en su oficina del Ministerio- todo este asunto esta escapándose de nuestras manos, a pesar de que los jefes de los departamentos están advertidos sobre la discreción, no falta quien se lo haya contado a la esposa y la esposa a la hermana y así sucesivamente.

 

            -Así es señor ministro, hemos estado recibiendo parvadas de lechuzas del “El Profeta” y otras publicaciones desde ayer y hoy no paran de llegar.

 

            -Hay que preparar un informe de prensa y así darles información controlada, no podemos dejar que los rumores vayan propagándose.

 

            -¿Y qué hará con los jefes de los departamentos?

 

            -Ellos sí que son un problema, pueden influir mucho en la gente, además debo informarme yo primero con exactitud para saber en dónde estoy pisando; hablaré primero con Sirius en lo que Remus se recupera.

 

            -¿Y qué pasará con Draco Malfoy y el bebé?

 

            -Ese asunto también me tiene preocupado –respondió Kingsley exhalando un  suspiro… ese chico es un reo sentenciado y yo no puedo meter las manos al fuego por él, no sé qué papel haya tenido antes de todo esto en las filas de Voldemort.

 

            -Recuerdo que ni siquiera se le pudo interrogar.

 

            -Aun así fue condenado.

 

            -Fue aprendido en una redada, estaba con mortífagos y ya se le buscaba… si a mí me preguntaran, pensaría lo mismo que cualquiera, que es un mortífago, y usted me conoce señor, que no es por prejuicios, es solo que… bueno, a menos que  sepamos lo que paso en realidad cuando estaba con ellos, no se puede pensar en otra cosa.

 

            -Si, lo sé… -respondió Kingsley- yo mismo dudo del muchacho… además todo el mundo está susceptible con lo de los magos tenebrosos y no podemos culparlos, verán a ese niño como el sucesor de Voldemort.

 

            -¿Entonces?

 

            -Estarán aislados por su propia seguridad, después ya veremos.

 

 

 

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            Harry quedó boquiabierto mientras Draco le hacía cariñitos al bebé dormido.

 

            -¿Qué has dicho? –Exclamó al fin- ¿le pondrás mi nombre?

 

            -A menos que tú no quieras –respondió Draco sin dejar de mirar a su hijo.

 

            -No, no es eso… es que… -balbuceó Harry riendo tontamente- ¿mi nombre para tu hijo?

 

            -Seguramente ya hay muchos “Harrys” porque estuviste de moda un tiempo y lo que menos le gusta a un “Malfoy” es ser común, pero mi hijo no es común, así que él hará la diferencia en el nombre.

 

            -¡Vaya!... ¡pues gracias!

 

            -No, gracias a ti –dijo Draco mirándolo, a lo que Harry simplemente le sonrió.

 

            Ambos pasaron un buen rato en silencio,  ya que el señor Jackson había decidido dejarlos solo, hasta que Harry vio la hora y dijo levantándose:

 

            -Es hora de su biberón.

 

            -Uff… qué bueno que estas aquí, yo no sé nada de bebés, por cierto ¿no deberías estar descansando?

 

            -Ya descansaré cuando me muera –dijo Harry saliendo de la habitación regresando a los cinco minutos con un biberón de leche- toma.

 

            -Pero… -exclamó Draco nervioso con el biberón en la mano- ¿lo despierto o espero a que lo haga?

 

            -No, pónsela en la boca y él succionará solito.

 

            -Bien… -susurró Draco obedeciendo aun temeroso.

 

            Sonriendo como bobos, ambos veían al pequeño comer sin prestarles la menor atención.

 

            -Vaya Harry, si que tienes buen apetito –dijo Draco viendo al bebé.

 

            -¿Cómo?

 

            -Tu no Harry, le hablo al bebé –exclamó Draco rodando los ojos.

 

            -¡Ah perdón! –dijo Harry riendo.

 

            -Para evitar confusiones, serás “Potter” de nuevo.

 

            -¡No, sígueme diciendo “Harry”!

 

            Ambos rieron un momento hasta que llegó el momento en que Harry le enseñó cómo colocar al bebé en su hombro cuando terminó de comer, en eso entró el señor Jackson levitando una cuna con su varita.

 

            -¡Órale!  -exclamó Harry viendo al señor Jackson colocarla en un extremo de la habitación- nunca imagine ese detalle de su parte.

 

            -¿Por qué no? –respondió el medimago sacando varias cosas del interior de la cuna- ya les había dicho que este paciente era más que un simple caso clínico- además… -añadió mirándolos- ya sé que estarán aquí unos días en lo que se aclaran unas cosas allá afuera,  más vale que estén cómodos.

 

            -Gracias –dijo Draco sonriendo agradecido y ya no mirando tan mal al medimago como lo hacía antes.

 

            -El bebé se llamará “Harry” –declaró Harry muy ufano.

 

            -¿En serio? –Preguntó a Draco, quien asintió sonriendo- es un lindo detalle… -dijo caminando hasta la cama y dirigiéndose al bebé- bueno pequeño Harry, es hora de que dejes descansar a tu papá.

 

            -¿Qué? –Exclamó Draco sorprendido- ¡pero yo no estoy cansado!

 

            -Eso dices tú, pero tu organismo no es el mismo que el de una mujer y estas reaccionando diferente.

 

            -¿Qué sucede? –preguntó Harry con gesto preocupado.

 

            -Desde hace un par de días tiene la presión sanguínea muy baja, no he podido estabilizarlo; si está bien es por los medicamentos, sin ellos, su presión se va al suelo, debes dormir.

 

            -¡Pero…!

 

            -Vamos Draco –dijo Harry tomando al bebé- se bueno igual que tu hijo y obedece al medimago.

 

            -¡Oh vamos! Si de todos modos voy a morir en Azkaban, ¿Qué más da lo que haga ahora?... yo creo que…

 

            -Cállate –interrumpió Harry con rostro serio- no vuelvas a decir eso.

 

            -Pero es verdad, así que no voy a dormir –respondió Draco echando chispas por los ojos.

 

            Harry lo observó un momento… su cabello rubio ya le llegaba de nuevo a los hombros, su rostro ojeroso y demacrado; su bata de hospital dos tallas mas grandes… deseaba tanto poder protegerlo, poder amarlo y hacerlo feliz, que simplemente suspiró con desaliento.

 

            -Draco… -dijo sin saber realmente que decir.

 

            -Devuélvemelo, quiero seguir cargándolo –exclamó Draco con rostro serio extendiendo los brazos.

 

            -De acuerdo –dijo Harry después de unos momentos- pero promete que después  dormirás y…

 

            -¡Yo no te prometo nada! –Exclamó Draco enfurecido- ¡pronto se lo van a llevar, pronto me lo van a quitar! ¡No hay tiempo! ¿¡Entiendes?!... ¡no puedo perder el tiempo durmiendo!

 

            Harry no dijo nada, solo atinó a mirar al señor Jackson, quien apenado miró hacia otro lado.

 

            -¿Por qué no te recuestas y lo acomodo en tu brazo? –dijo al fin con actitud calmada.

 

            Draco no respondió, simplemente se acostó recibiendo al bebé dormido; en menos de cinco minutos, el rubio se durmió con su bebé en sus brazos mientras Harry se sentaba en la cama mirándolos a ambos.

 

            -Tú deberías hacer lo mismo –dijo el señor Jackson poniéndole una mano en el hombro.

 

            -No tengo sueño.

 

            -Todo saldrá bien, ya verás –exclamó  el medimago sonriéndole tranquilizadoramente.

 

            Harry le sonrió desganadamente mientras se levantaba para estirar el cuerpo, él le había dicho lo mismo a Draco, pero siendo sincero consigo mismo, tampoco estaba tan seguro de que fuera a ser así.

 

            Se giró para mirar al par que dormía tan plácidamente uno en brazos del otro como si se hubiesen estado esperando toda la vida; no pudo evitar sonreír al ver al pequeño Harry acurrucarse en el pecho de su padre mientras Draco lo abrazaba mas sin siquiera despertar.

 

            -Ese es tu lugar –pensó mientras se sentaba en el sofá que estaba colocado junto a la pared- y te haré una nueva promesa, pequeño Harry… no permitiré que nadie te arranque de ahí.

 

            Cuando el señor Jackson acabó de acomodar en el armario la ropa y enseres de bebé que había sacado de la cuna, se volvió encontrando a Harry profundamente dormido; así que con su varita hizo levitar una manta para cubrirlo mientras él se sentaba en una silla para revisar varios pergaminos médicos de Draco.

 

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            -¿Y qué tal? –preguntó el ministro después de darle permiso a Sirius de pasar.

 

            -Mal, muy mal –respondió Sirius malhumorado desparramándose en una silla frente al escritorio del señor Kingsley- esa enfermera me toqueteó todo… ¡desapareció mi ropa con su varita la muy…!

 

            -¿Y desde cuando tan pudoroso? –dijo Kingsley sin levantar la vista del pergamino que revisaba.

 

            -No habría habido ningún problema si esa enfermera hubiese tenido veinte años, buen cuerpo y cara bonita, pero esa estaba muy fea… me siento violado.

 

            -Pues mientras tú no me salgas embarazado también, me conformo –dijo Kingsley centrando ya su atención en él.

 

            -¡Paso!

 

            -Bien… -dijo Kingsley entrelazando los dedos- empieza a hablar.

 

 

 

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            -¿Y Remus? –preguntó Andrómeda a Tonks, quien daba de comer a Teddy sentado en una silla alta para bebé.

 

            -Durmiendo, le dieron una semana de descanso, pero conociéndolo seguramente en un par de días se presentara al ministerio.

 

            Andrómeda observó el rostro preocupado de su hija y simplemente suspiró sabiendo que cualquier cosa que dijese sería inútil; Tonks sabía lo que era ser auror y desde un principio había asumido lo que sería casarse con uno, sobre todo si ese auror también era un hombre lobo.

 

 

 

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            -Es increíble que Lucius Malfoy aun este con vida –dijo Kingsley- y más aun que haya sido él quien mató a Voldemort.

 

            -Lo sé –respondió Sirius sacando su cajetilla de cigarros- ¿puedo?

 

            -No, está prohibido fumar en edificios de servicio público y lo sabes.

 

            Torciendo la boca, el auror volvió a guardarla.

 

            -¿Qué procede ahora?

 

            -Debo preparar una declaración para la prensa sobre la muerte de Voldemort, el rumor esta extendiéndose y ya hay algunos grupos de ciudadanos en las puertas del ministerio exigiendo saber que pasa.

 

            -Me refiero a después, ¿Qué pasará con Draco Malfoy?... es más, en los pasillo alcancé a oír rumores refiriéndose al bebé como Pequeño monstruo, engendro del demonio o sucesor de Voldemort… la forma en que fue concebido ya corre como un maldito chisme, y otros dicen que Draco Malfoy asesinó a la verdadera madre y robó al bebé y exigen para él el beso del dementor.

 

            -No creas que no lo sé –respondió el ministro con rostro serio- habrá que poner más aurores custodiándolo.

 

            -¿Más aurores? –Exclamó Sirius arrugando el ceño- pensé que diría que habría que reubicarlo en otro lugar.

 

            -Momento, momento ¿dices “reubicarlo”?... ¿reubicarlo como si fuera una persona libre o un testigo protegido?

 

            -Bueno, no precisamente una persona libre, pero si más cómodo.

 

            -Es un prisionero Sirius, no está de vacaciones.

 

            -Ya lo sé, pero…

 

            -Pero parece que lo has olvidado –interrumpió Kingsley.

 

            -No lo he olvidado, es solo que ese niño debe estar seguro al lado de su padre.

 

            -No me tomes por tonto, la historia del lindo bebé reunido al fin con su papá es muy enternecedora, pero una cosa es el bebé y otra muy diferente el padre; estamos hablando de Draco Malfoy.

 

            -¿Esta juzgándolo por su apellido? –exclamó Sirius molesto.

 

            -No me vengas con esas Sirius, tú mismo lo creías culpable antes de arrestarlo.

 

            -Pues si… -respondió Sirius levantándose y caminando impaciente por la oficina- es verdad, lo acepto… ¡pero ahora sé la verdad! –añadió deteniéndose mirando al ministro, quien con un suspiro exclamó:

 

            -Mira, he leído todos y cada uno de los informes que me ha enviado Remus todos estos meses y confío mucho en su criterio.

 

            -¿Y entonces?

 

            -¿Cómo que “y entonces”? –Exclamó Kingsley incrédulo- ¡Sirius, no puedo basarme solamente en su criterio!... ¡yo mismo no estoy seguro de lo que ese chico haya hecho en el pasado!

 

            -¡Es una víctima también! –Respondió Sirius exasperado al tiempo que estampaba sus manos en el escritorio- ¡no merece ir a prisión y mucho menos que le quiten a su hijo!

 

            Kingsley ya no respondió, simplemente se le quedó mirando mientras se recargaba en su silla al tiempo que exhalaba un suspiro.

 

            -Ni siquiera le hicieron un juicio… -continuó Sirius con amargura- dieron por sentado que por ser un Malfoy era de la peor calaña… incluyéndome yo… así como ellos, lo juzgué tal como lo hicieron conmigo.

 

            Kingsley fijó su mirada en la pluma que sostenía y con la cual comenzó a juguetear; Sirius le dio la espalda lentamente mirando en las paredes los cuadros de anteriores ministros que miraban todo atentamente.

 

            -¿Recuerdas mi profesión antes de ser ministro? –preguntó Kingsley con tranquilidad después de unos momentos de silencio.

 

            Sirius se giró para mirar a Kingsley, quien continuaba jugueteando con su pluma.

 

            -Te hice una pregunta –dijo el ministro mirándolo serenamente.

 

            -Auror –respondió Sirius sentándose de nuevo con actitud cansina- era auror.

 

            -Exacto… y sigo siéndolo a pesar del cargo que desempeño ahora.

 

            -¿Y cuál es el punto?

 

            -Que precisamente por eso conozco el espacio en blanco que hay entre el hecho y el informe; sé lo que es convivir con un prisionero y llegar a conocerlo a fondo arriesgándonos a dos cosas… una, simpatizar con él y desarrollar una especie de Síndrome de Lima o bien, conocer la verdad de los hechos y las verdaderas intenciones y circunstancias del prisionero descubriendo cosas que otros no pueden… Sirius, recuerda quien fui y quien soy, he intentado no cambiar para no caer en el error de otros dejándose llevar por el poder, lo que quiero es que ustedes no lo olviden ¿recuerdas quien despistaba al ministerio cuando andabas prófugo?...

 

-Sí, usted decía que yo andaba por Singapur y por no sé donde cuando estaba en Grimauld Place.

 

-Pues bien, quiero que errores como los que se cometieron contigo no vuelvan a ocurrir.

 

            Sirius no dijo nada, sabía perfectamente a que se refería el ministro.

 

            -He pensado en esta situación durante mucho tiempo –continuo el señor Kingsley- y lo único que puedo hacer es promover un nuevo juicio para el chico.

 

            Al oír eso, Sirius levantó el rostro para mirarlo.

 

            -Sabes que aunque soy el ministro, no tengo ninguna influencia  en el Wizengamot, no puedo decidir por ellos ni influir en sus decisiones, mucho menos ordenarles que lo vuelvan a juzgar, pues estaría diciendo que no hicieron bien su trabajo y por ende me mandarían a la mierda.

 

            -Me encanta su autoridad –resopló Sirius irónico.

 

            -Pero puedo presionarlos de forma no oficial.

 

            -¿No oficial? –repitió Sirius entrecerrando los ojos.

 

            -Si, hablar con ellos por separado; eso sí, aclarando que no tomo partido por él, eso sería contraproducente.

 

            -¿Eso significa que cree en su inocencia? –preguntó Sirius levantando una ceja.

 

            -No, pero por lo que leí en los informes de Remus le doy el beneficio de la duda además de un juicio justo.

 

            Sirius no dijo nada, simplemente recargó la cabeza en el respaldo de la silla pensando en lo que había dicho el ministro; no podía ser tan iluso al pensar que todo sería tan sencillo; sabía también que el solo hecho de que el Wizengamot accediera a realizar un nuevo juicio, sería una proeza del ministro en caso de lograrlo.

 

            -En caso de que accedan –dijo Kingsley- deberán buscarle un buen abogado; todo prisionero tiene derecho a uno, pero los que el Ministerio otorgaba a los mortífagos realmente estaban más que contentos de no aportar ninguna prueba de inocencia, por lo que prácticamente iban a prisión de manera automática; con Draco Malfoy ni siquiera hubo eso, se le declaró culpable desde un inicio.

 

            -Entiendo, no será nada fácil.

 

            -No, no lo será.

 

            -Hay otra cosa de  la que me gustaría hablar.

 

            -Tú dirás.

 

            -Hace tiempo le presenté mi renuncia a Remus, solo que aun no es oficial debido a la misión.

 

            Kingsley no pudo evitar un pequeño gesto de sorpresa para finalmente decir:

 

            -No me esperaba eso ¿se puede saber porque?

 

            -Mis motivos son personales, no me lo tome a mal.

 

            -Entiendo… -musitó Kingsley entrelazando los dedos mientras lo miraba fijamente como pensando que decir- ¿estás seguro de esto?

 

            -Muy seguro.

 

            -Te recomiendo que lo  pienses bien, al menos deja que todo este embrollo termine.

 

            -No –respondió Sirius con determinación- deseo salir de todo esto cuanto antes, ya no formar parte del ministerio.

 

            -Siempre has sido un impulsivo y nunca dejaras de serlo, ¿has pensado en que hay secciones del ministerio en las cuales los civiles no tienen autorización de entrar?... si quieres seguir todo esto de cerca, entonces piénsalo bien; que si sales de las filas de los aurores, no obtendrás de mi ningún pase especial para entra ni al hospital ni a las oficinas, recuerda que intensificaré la seguridad y no pienso dar trato especial ni contigo ni con nadie.

 

            Sirius no pudo evitar mirar al ministro con cara de bobo, obviamente nunca le pasó por la cabeza ese “pequeño” detalle, por lo que finalmente sonrió cansinamente.

 

            -Soy un idiota.

 

            -Concuerdo con eso, ahora pasando a otra cosa ¿Cómo salió la persecución de los mortífagos del castillo?

 

            -Muchos murieron y si… algunos escaparon, pero atrapamos a algunos.

 

            -Deduzco que Kingston no estaba entre ellos o ya me lo hubieran informado.

 

            -Es correcto.

 

            -Sirius, te encargo eso –dijo el ministro con gesto adusto- no lograré dormir en paz hasta no arreglar ese asunto.

 

            -Y no solo usted, muchos esperamos con ansias ese momento, a ese hijo de puta le espera una gran fiesta de bienvenida.

 

            -Necesito que me apoyes en estos momentos, no hay jefe en tu departamento y Remus esta indispuesto; hay muchos aurores confiables y de gran experiencia, apóyate en ellos y refuerza la seguridad de San Mungo y del ministerio; también despliega escuadrones en las calles, no quiero sorpresas; cuando lo hagas vete a descansar y preséntate mañana.

 

            -Muy bien –dijo Sirius apoyando las manos en los brazos de la sillas mientras se ponía de pie- cuente con ello.

 

 

 

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            Caminando de un lado a otro sosteniendo en sus brazos al  pequeño Harry, Draco lo miraba embelesado en la semi penumbra de la habitación iluminada solamente por una lamparita en el mueble; ya era de noche y el señor Jackson estaba descansado en una habitación contigua, modificada de tal manera que se comunicaran por una puerta dentro del mismo cuarto.

 

            El bebé dormía tranquilo en brazos de su padre, quien no dejaba de darle besitos en toda la carita y las diminutas manos.

 

            En una vuelta Draco volteó a mirar a Harry, quien se hallaba perdido en el sofá, el cual el señor Jackson había transformado en un cómodo sillón reclinable; sonrió al verlo arrellanarse sin despertar; miró el reloj que estaba en la pared viendo que eran las tres de la mañana, por lo que tomando un biberón de un recipiente que lo mantenía caliente, comenzó a darle de comer a su bebé.

 

            -Eres un niño muy lindo… -susurró viéndolo comer- tus abuelos te adorarían... aunque bueno, seguramente desde donde están lo hacen.

 

            Las piernas le dolían, pero no quería sentarse, pensaba que el pequeño Harry despertaría si lo hacía y él quería que descansara lo más posible, como compensándolo por no haberlo podido cuidar cuando nació, por lo que cuando el reloj marcó las seis de la mañana, él seguía caminando suavemente de un lado a otro de la habitación.

 

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“EL PROFETA”

 

 

 

            “El símbolo del terror, Tom Marvolo Riddle, conocido como Voldemort, ha caído; este importante suceso fue llevado a cabo en el castillo de Peles, en Prahova Rumania.

 

            En un intento de prolongar más su reinado de terror y muerte practicando un hechizo de magia oscura, Voldemort, también llamado “El que no debe ser nombrado”, pretendía utilizar a un infante específicamente criado para eso (dicho procedimiento y hechizos aun están en investigación y por razones obvias de seguridad, tampoco se revelaran  cuando se  hayan concluido los estudios correspondientes)

 

            Gracias al esfuerzo, sacrificio y trabajo de equipo de aurores, el cual abarca ya muchos años hasta el día de hoy, esos macabros planes se han frustrado definitivamente.

 

            La persona que físicamente acabó con la vida de este tenebroso mago, fue uno de sus en otros tiempos, un fiel colaborador, Lucius Malfoy, quien después del ataque perpetrado al colegio Hogwarts hace cuatro años, él y su familia desaparecieron sin dejar rastro alguno.

 

            El motivo de tal acción de Lucius Malfoy, se desconoce en gran parte por encontrarse éste en un estado mental crítico que lo incapacita para rendir su declaración.

 

            Es necesario recalcar el hecho de que todo esto fue posible gracias al trabajo y desempeño del equipo de aurores, muchos de los cuales sacrificaron su vida para poder librarnos a todos nosotros, a nuestros padres, hijos y a todos aquellos que amamos, para poder darnos una vida de paz y tranquilidad, libre de la muerte y maldad que este mago oscuro representaba.

 

            Por eso se convoca a todos los que lo deseen, a asistir a una ceremonia luctuosa que se llevara a cabo para honrar a todos nuestros héroes caídos; tal celebración se llevara a cabo en…

 

            Esa edición matutina de “El Profeta” y otras publicaciones voló como pan caliente pasando lo mismo con las ediciones vespertinas.

 

 

 

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            Un suave pero delicioso aroma a té despertó a Harry, quien entreabriendo los ojos vio a Draco frente a él con una taza bajo su nariz.

 

            -¡mmm!... –jadeó arremolinándose en la manta.

 

            -Buenos días –saludó Draco.

 

            -Ue…os días… -balbuceó Harry estirándose como un gato para después tomar la taza.

 

            -¿Descansaste?

 

            -Si –respondió Harry dándole un sorbo a su té- ¿y tú?

 

            -No mucho, Harry solo quiere que lo esté cargando, pero no es problema.

 

            Harry sonrió sin poder evitarlo al oír a Draco.

 

            -¿Estás seguro de que quieres ponerle ese nombre a tu bebé?

 

            -Si, pero si quieres se lo cambio y le pongo el mío –respondió Draco dándose la vuelta y caminando a una pequeña mesa en donde ya estaba servido el desayuno para los dos.

 

            -¡No! –Saltó Harry- ¡ese nombre está bien!

 

            -Entonces deja de preguntar eso una y otra vez ¿quieres?... es molesto, pareciera que no me crees capaz de ponerle nombre a un niño.

 

            En medio de un ambiente tranquilo y relajado, ambos desayunaron sin contratiempos aunque en el caso de Draco, más bien fue picotear la comida.

 

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            Con un inevitable ambiente de fiesta, mucha gente platicaba y reía en las calles, contentos de saber que al fin la terrible amenaza del mago oscuro había terminado; muchos otros preferían quedarse en sus casas al ver los grupos de aurores que patrullaban las calles.

 

            En lagunas secciones del ministerio el ambiente no era tan alegre, pues se estaban llevando a cabo interrogatorios y preparaciones para los juicios de los mortífagos capturados; Harry tuvo que incorporarse ese día al trabajo con la promesa de un par de días libres después.

 

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            -Con el debido respeto, señor ministro ¿está usted loco? –exclamó molesto Balthasar Parrish, miembro del Wizengamot desde hacia veinte años y presidente desde hacía dos.

 

            -¿Qué hay de loco en hacer un nuevo juicio para Draco Malfoy? –respondió el ministro sentado ante el escritorio del anciano mago.

 

            -Pues que ya se le hizo uno y fue encontrado culpable.

 

            -Señor Parrish, ni siquiera se le hizo un juicio, se le declaró culpable al no poderlo interrogar.

 

            -¿Acaso usted, en su posición de ministro, está de parte de ese mortífago? –preguntó el mago Parrish entrecerrando los ojos.

 

            -Estoy de parte de la razón; todo este revuelo me llevó a leer el expediente de Draco Malfoy y noté que no están las transcripciones del juicio ¿Por qué?

 

            El señor Parrish torció la boca incomodo.

 

            -Bueno… -dijo al fin- el juicio se llevó a cabo con la ausencia del prisionero.

 

            -¡Ah!... entonces lo representaba un abogado de acuerdo a la ley, me imagino ¿Quién fue? Me gustaría hablar con él.

 

            El señor Parrish tamborileó los dedos en su escritorio mientras el ministro lo miraba con actitud paciente.

 

            -¿Por qué tanto interés en ese mortífago? –Exclamó al fin indignado- ¿desde cuándo el ministro de magia se ocupa de gente de esa calaña?... ¡se supone que usted debe velar por la seguridad de la gente, no de esos asesinos!

 

            -Señor Parrish –respondió Kingsley- entiendo su indignación y no le estoy pidiendo que lo dejen libre así como así; nunca haría eso, antes dejaría el cargo.

 

            -¿Y entonces? –preguntó el mago sin bajar de su indignación.

 

            -Simplemente apelo a su sentido de justicia.

 

            -Justicia fue lo que hicimos al condenarlo.

 

            -De acuerdo… -respondió Kingsley inclinándose hacia adelante dándose cuenta de que no lograría convencer al anciano- entonces le propongo algo mejor.

 

            -¿Y que podrá ser? –preguntó el mago sarcásticamente.

 

            -Si lo que quiere es justicia ¿Por qué no enjuiciarlo de nuevo?... tal vez logren para él, el beso del dementor.

 

            El señor Parrish no pudo evitar abrir la boca asombrado al escuchar al ministro.

 

            -Ya le dije que no estoy a favor del chico –continuo Kingsley- simplemente estoy a favor de la justicia y si eso es lo que usted también busca, yo creo que otro juicio es la mejor manera ¿o usted qué opina?

 

            El señor Parrish continuo sin palabras por unos momentos hasta que carraspeando después dijo:

 

            -Le confieso que no había visto esta situación desde ese punto de vista.

 

            -Pues ahí lo tiene, ambos buscamos lo mismo y solo disponemos de un medio para lograrlo; pero como mi intención no es presionarlo en lo absoluto, me retiro para darle su espacio.

 

            -Si, si adelante… -respondió el viejo Parrish levantándose y dándole la mano.

 

            Después de estrecharla, el señor Kingsley salió de la oficina recargándose después en la puerta cerrada.

 

            -No hubo de otra… -pensó exhalando un suspiro para liberar la tensión- bueno, Draco Malfoy… espero que consigas un muy, muy buen abogado.


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