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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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            -¿Por   que llora apenas lo pongo en la cuna? –preguntó Draco todo angustiado al señor Jackson mientras caminaba de un lado a otro con el pequeño Harry, quien jugueteaba con sus propias manitas- ¿será acaso que le duele algo?... digo, por mi lo cargo todo el día, pero apenas me siento llora ¿no tendrá algún problema en la espalda, seguro que está sano, no tendrá alguna especie de tumor o algo así y quieren ocultármelo? –añadió Draco de un jalón.


            -No, todos los análisis indican que está más sano que tu y que yo juntos; está un poco pequeño pero bien –respondió el medimago en tono tranquilizador.


            -¿Entonces? –preguntó Draco sentándose en la cama sintiendo que su espalda ya no daba para más comenzando inmediatamente el trágico llanto- ¿¡lo ve?!... –exclamó Draco apanicado levantándose lo más rápido que podía- ¡está sufriendo, haga algo!


            -Por lo que he platicado con Harry –respondió el medimago mirando dubitativamente al bebé- mientras estaban en ese castillo, la atmosfera era muy pesada, decía que se sentía la maldad del que no debe ser nombrado y que eso afectaba al bebé, quien se mostraba intranquilo y asustado todo el tiempo hasta que él llegó; el pequeño solo estaba tranquilo mientras él lo cargaba, así que asocia esa sensación agradable con los brazos; por lo que concluyo que esta mas cómodo así.


            -¿En los brazos? –repitió Draco caminando de un lado a otro tratando de calmar el desconsolado llanto.


            -Ajá, Harry lo cargaba la mayor parte del tiempo y eso le gusta, por eso no quiere estar en su cuna ni que te sientes.


            Draco no pudo evitar hacer un pequeño gesto de sorpresa mientras veía como el pequeño Harry calmaba poco a poco sus gimoteos.


            -¿Lo ves? –Dijo el señor Jackson- ya se está calmando.


            -¿Seguro que es eso y no algún extraño mal?


            -Si, tampoco son cólicos, ya chequé eso.


            -Gracias al cielo –exclamó Draco exhalando un suspiro de alivio- pensé que algo malo le pasaba… eres un pequeño malcriado –dijo sonriendo al bebé que lo miraba con sus ojitos cristalinos- eres un peligro para el mundo.


            Al oír eso, el señor Jackson recordó los comentarios maledicentes que se escuchaban en los pasillos y no pudo evitar sentir un punzada de preocupación en el estomago al ver al chico rubio arrullando a su bebé.


            Una hora después, Draco le extendió al bebé diciendo:


            -¿Podría cargarlo un momento?... quisiera descansar un poco.


            -Claro –respondió el medimago tomando a Harry, quien dormitaba muy tranquilo- a propósito… -añadió viendo a Draco sentarse en el sofá haciendo muecas- veo que te molesta la espalda.


            -Si, la verdad es que también las piernas me duelen –respondió Draco con gesto agotado.


            -Eso es normal, durará algunos días, de hecho seguramente tienes otra molestias que no me has dicho ¿me equivoco?


            -¿Molestias?... ¿Qué molestias? –preguntó Harry Potter entrando en ese momento.


            -¿Qué no sabes tocar? –Exclamó Draco ceñudo- digo, ya sé que sigo siendo un prisionero, pero un poco de buenos modales no están de más.


            -¡Huy que genio! –Exclamó Harry dirigiéndose inmediatamente al señor Jackson- ¿puedo cargarlo?


            -Claro.


            -Por eso llora cuando lo pongo en su cuna –dijo Draco sobándose los muslos- solo quiere que lo cargue.


            -¡Ah bueno! Es que en ese horrible lugar solo así estaba tranquilo, pobrecito, el ambiente era horrible.


            -A propósito de eso –dijo Draco sonriendo cansinamente- solo te di las gracias por traerlo, pero no te agradecí el haberlo cuidado también ahí.


            -Si lo hiciste, pero te repito que fue un gran placer, así que no hay nada que agradecer… ¿y tu como vas, todo bien? –añadió Harry volteando a verlo.


            -Si.


            -Tienes cara de haber corrido un maratón ¿seguro que estas bien?


            -Seguro… bueno, solo estoy un poco cansado.


            -¿Por qué no duermes un poco?


            -No tengo sueño.


            -Veamos… -dijo el señor Jackson haciendo aparecer en sus manos una carpeta abriéndola con ojo crítico- ¿Cómo va tu evacuación?


            -¡Por todos los cielos! –gimió Draco cubriéndose la cara con las manos.


            -¿Qué sucede? –preguntó el medimago sin despegar la vista de sus pergaminos- el primer día tenias dificultad para…


            -¿Justamente tenía que sacar ese tema con Harry aquí? –exclamó Draco sin descubrirse la cara.


            -¿Por qué?... ya sé que padeces estreñimiento –dijo Harry con toda naturalidad sonriéndole como bobo al bebe dormido para después añadir: -por cierto, también sé qué lloras en el baño.


            Draco levantó sorprendido el rostro para mirar a Harry, quien no dejaba de hacerle cariñitos al bebé.


            -No –dijo al fin el rubio- yo estoy muy feliz con Harry, sería un bastardo de mierda si teniéndolo conmigo me sintiera triste.


            -Claro que te sentiste feliz  cuando lo recuperaste, pero te he oído llorar –dijo Harry viéndolo esta vez.


            -No soy un patético Huplepuff llorón –exclamó Draco molesto- sé que me comporte así estos meses debido a que estaba… bueno, a que estaba así, pero ya pasó ¿de acuerdo?, tú mejor que nadie conoce mi carácter y mi personalidad, así que ya debes saber de sobra que yo no soy así de… de…


            -¿De llorón? –completó Harry intentando ayudarle a completar la frase sin ninguna mala intención; a lo que Draco respondió con una mirada fulminante mientras trataba de seguir con su aclaración.


            -Pues… ¡pues sí!... soy un hombre adulto y maduro muy consciente de su situación y como tal la enfrento; se acabaron los lloriqueos y lamentos de autocompasión.


            -¿Quieres que te ayude a cuidar a Harry? –dijo el Harry mayor con una sonrisa tranquilizadora.


            -No, conmigo basta –respondió Draco fríamente- no es que no te agradezca todo lo que has hecho, pero parecería que ya que tengo a mi hijo conmigo me urgiera deshacerme de él.


            Harry y el señor Jackson intercambiaron miradas provocando más enojo en Draco.


            -¿Qué tanto se ven?... seguramente han hablado a mis espaldas sobre el pobre esfuerzo que hago cuidando a Harry, pero no tienen de que preocuparse, en los pocos días que me quedan con él ya no flojearé, porque si, es verdad que… que, bueno… solo quiero estar acostado, pero ya no mas, él no tendrá el mas mínimo detalle para llorar, ni para…


            -Draco –interrumpió Harry mirándolo serio- nadie ha hablado a tus espaldas.


            -No soy tonto, sus miradas lo dicen todo –respondió Draco poniéndose de pie- Dame a Harry, yo lo cargaré.


            -Draco…


            -No soy ingrato Harry y claro que puedes cargarlo cuando tú quieras, pero sé que es mi responsabilidad mientras este conmigo y no solo es una responsabilidad, también es un gusto para mí atenderlo aunque la mayor parte del tiempo no tenga la menor idea de lo que hago, pero estoy esforzando, así que… ¿Qué haces? –preguntó al verlo entregar al bebé al señor Jackson en vez de a él.


            -¿Por qué no te acuestas un rato? –dijo Harry empujándolo suavemente hacia la cama.


            -No necesito acostarme, no me trates como si estuviera muriendo, ya sabes que detesto eso –exclamó Draco enojado.


            Harry le puso las manos en los hombros quedando frente a frente, y aun siendo de la misma estatura, Draco no se amilanó, sino que cruzándose de brazos dijo:


            -¿Qué?... ¿no me crees capaz de cuidar a un bebé?


            -¿Me dejas hablar? –dijo Harry levantando una ceja.


            -Pero…


            -¡Por todos los cielos, cállate ya!


            Draco se quedó con la palabra atorada a media garganta mientras sentía que algo le oprimía el pecho.


            -¡No, no, no!... –pensó Draco reconociendo esa sensación.


            -Bien –dijo Harry al verlo quedarse callado- ahora…


            -Hablaremos después –interrumpió Draco de repente soltándose de Harry y dirigiéndose rápidamente al baño.


            -Espera…


            -Quiero orinar –dijo Draco sin volverse.


            -¡Ah no, no te escaparás! –dijo Harry adelantándosele e interponiéndose entre él y el baño.


            -¿¡Que te pasa!?... ¡déjame pasar! –bufó Draco caminando al otro lado para esquivarlo siendo interceptado nuevamente por Harry.


            -¡Oye!


            -Ven aquí –dijo Harry tomándolo del brazo y dirigiéndose al sofá- te sientas aquí y me escuchas.


            -¡Es que tengo que ir al baño! –exclamó Draco desesperado por no dejar que la pesadez que sentía en el pecho bullera como fuente a través de sus ojos.


            -¿Y a qué? –dijo Harry sentándolo en el sofá.


            -¡Ya te dije!


            -Draco tranquilo –dijo Harry sentándose junto a él- sé que te has estado sintiendo mal.


            -No me siento mal –dijo Draco mirándolo fijamente.


            -No hay nada malo en admitirlo, la situación no es para menos.


            -Ya te dije que estoy bien –respondió Draco mirando hacia el frente para ya no seguir viendo ese par de ojos verdes tan penetrantes.


            -Draco… -insistió Harry tocándole un hombro.


            -¿Eres sordo o qué? –Respondió Draco frunciendo el ceño- ¿de qué manera o en qué idioma quieres que te diga que estoy bien, que no me pasa nada?


            -Mírame –dijo Harry poniendo su cara frente a Draco, quien inmediatamente miró hacia otro lado- Draco…


            -Déjame en paz.


            -Quiero que me mires –insistió Harry sentándose del otro lado del sofá para encontrar su mirada.


            -Basta, no es gracioso –respondió Draco volteando tercamente el rostro al lado contrario.


            Sin decir nada más, Harry le tomó la barbilla girándole el rostro ante la sorpresa de Draco, quien trató de zafar su rostro sin lograrlo.


            -Suéltame… -exclamó molesto sintiéndose totalmente atravesado por la intensa mirada verde de Harry.


            Harry no dijo nada, simplemente vio como los plateados ojos grises de Draco fueron anegándose de lágrimas.


            -¡Sí, sí, lo acepto! –Estalló Draco soltándose de repente haciendo respingar a los dos hombres- ¡no me siento bien, no me siento bien! –Continuo manoteando exageradamente- ¡me siento agotado, cansado!... ¡no puedo dormir por más que lo intento! ¡Siento que voy a explotar y no tengo la más mínima idea de cómo cuidar a un bebé!


            -Oye…


            -¿¡Y sabes que es lo más horrible?! –Continuo Draco mirando a Harry- ¡que… que ya tengo a mi hijo conmigo y a pesar de todo me siento triste!


            Al oír eso, Harry cruzo una mirada con el medimago.


            -¡Soy un ser horrible! –gimió Draco cubriéndose la cara con las manos.


            -Claro que no.                     


            -¡Claro que sí! –Respondió Draco mirándolo ya con el rostro bañado en llanto- ¡tú no lo sabes pero me desespera y angustia que llore todo el tiempo y yo no sé qué hacer!.... ¿¡qué clase de padre soy!?


            -Uno sin experiencia –respondió Harry.


            -¡Pero tú no eres así y tampoco tienes experiencia!... tú lo cuidas muy bien y tienes mucha paciencia... yo solo quiero estar echado en la cama cual vil vaca…


            -¡Ay Draco! –gimio Harry palmeándose la frente.


            -¡A… amo a mi bebé, Harry te lo juro! –balbuceó Draco oprimiéndose las manos angustiosamente- ¡es… es un niño maravilloso y es perfecto!... pero… pero no lo estoy disfrutando… cada segundo que pasa lo vivo angustiado de que algo le pase, constatando que respire… procurando que no llore… pero ya no puedo… ¡ya no puedo y ni siquiera he pasado una semana con él!... soy una persona aberrante… -añadió Draco en un murmullo- no valgo para ser padre…


            -No digas eso –dijo Harry poniéndole una mano en el hombro.


            -Pero es verdad… -gimoteó Draco- cualquier bestia sabe tratar mejor a sus hijos que yo…


            -Ves las cosas así por…


            -El me mira con sus ojitos tan bonitos y yo solo quiero tirarme a llorar como banshee torturada… soy un asco de ser humano…


            -No Draco –dijo Harry inclinándose frente a él para captar su atención.


            -Soy un saco de basura… -balbuceó Draco desconsolado sin hacer caso de Harry- un vomito del diablo… un aborto del infierno, un…


            -Hombre con depresión post parto –completó Harry cortando de tajo el histérico parloteo de Draco.


            -¿Qué? –preguntó Draco con voz quebrada.


            -Síndrome post parto –repitió Harry sacando un pañuelo de su chaqueta y dándoselo a Draco.


            -¿Y… y que es eso?


            -Es un estado de depresión muy fuerte –dijo Harry viéndolo sonarse la nariz- el señor Jackson notó ciertos detalles y me lo comentó.


            -No es verdad… lo dices para hacerme sentir bien… para justificar el porque soy de lo peor…


            -Claro que no, eres un papá maravilloso.


            -¡Claro que no! –gritó Draco poniéndose de pie y provocando que con su grito, el bebé despertara y comenzara a llorar.


            -Ya, ya bebé… -canturreó el señor Jackson.


            -¡Por Merlín! ¿¡Que hice?!... –exclamó Draco espantado extendiendo los brazos- ¡démelo!... ¡soy un trol descerebrado!


            -Draco espera –dijo Harry levantándose y poniéndose frente a él.


            -¡Hazte a un lado, lo hice llorar!... ¡tal vez hasta le lastimé los oídos!


            -¡Cálmate por favor! –exclamó Harry tomándolo fuertemente de los brazos.


            -¡Pero está llorando y yo lo provoqué!


            Harry se le quedó mirando notando la angustia del rubio.


            -Draco, no le va a pasar nada por llorar un poco –dijo en tono calmado.


            -¿¡Eres un medimago, no verdad?! –respondió Draco exasperado.


            -¿Quieres un sedante? –pregunto el señor Jackson.


            -¿Qué?... ¡claro que no!


            -Pues si no te calmas, eso te daré.


            Draco abrió la boca sorprendido para luego mirar a Harry, quien continuaba sin soltarlo.


            -Harry, entiende… -dijo pasándose la lengua por los labios resecos en un intento por calmarse- necesito revisar que Harry este bien, tal vez le duele algo y por eso llora.


            -Pues ya se calmó.


            -Si, pero…


            -Ven, vamos a sentarnos –dijo Harry empujándolo suavemente hacia la cama, a lo cual Draco accedió sin ocultar su angustia.


            -Draco… -dijo  Harry sentándose junto a él- necesitas ayuda.


            -¿Ayuda cómo?... Harry, ya estoy perfecto, el bebé ya nació y mi herida esta cicatrizando bien, no necesito más ayuda.


            Harry volteó a ver al señor Jackson, quien en ese momento colocaba al pequeño Harry en su cuna, el cual tras  unos breves gimoteos, se quedó dormido de nuevo.


            -Haber –dijo el medimago tomando una silla y sentándose frente a Draco- ¿tú crees que en cuanto un bebé sale del cuerpo, éste regresa a la normalidad automáticamente como si fueras al baño y ya?


            -Pues… casi casi –admitió titubeante Draco.


            -¿Qué no tienes tías, primas o amigas que hayan tenido hijos? –preguntó el señor Jackson con cierto dejo de incredulidad.


            Sin dejar de lado su angustia, Draco se sintió ofendido en su aparentemente recién descubierta ignorancia.


            -Las pocas amigas que tuve, o están muertas o desaparecidas o fuera del país, y las tías o primas que tenían hijos, siempre se dejaban ver tan espectaculares como si fueran a ir a un desfile de modas… ¡vaya, ni siquiera estaban gordas, las muy malditas!... –añadió con cierta amargura- no como yo.


            -Vamos Draco, no puede ser que pensaras que se recuperaban en una noche –exclamó Harry incrédulo.


            -Bueno, no en una noche, tampoco soy tan tarado… -respondió Draco a la defensiva- pero si en un par de días.


            -¿A los cuantos días las veías? –preguntó el señor Jackson.


            -¿¡Y yo que sé?! ¡Era mi madre quien iba a verlas!... cuando yo las veía era aporque me las encontraba en la calle o en alguna fiesta.


            -Pues no quiero parecer profesor pero te daré una breve explicación de cómo funciona esto –dijo el señor Jackson haciendo que Draco lanzara algo parecido a un gruñido mientras miraba impaciente la cuna.


            -Después de nueve meses y un parto agotador, es necesario el paso de un periodo de tiempo para que el cuerpo de una mujer vuelva poco a poco a la normalidad, a esta fase de recuperación se le llama Puerperio o como la gente suele decirle, Cuarentena.


            -¿Cuarentena? –repitió Draco alzando una ceja.


            -Si, es un periodo de tiempo aproximado de seis a diez semanas, por eso le llaman así, es el tiempo necesario para que el organismo encuentre el equilibrio y finaliza cuando aparece la menstruación.


            -¡Oh genial! ¿Entonces estaré bien cuando comience a menstruar? –preguntó Draco irónicamente.


            -Pasaré por alto todo lo que experimenta una mujer en ese periodo de tiempo –dijo el señor Jackson ignorando el comentario de Draco- pero te diré que no es muy agradable.


            -Bueno ¿y el punto es? –dijo Draco alzando las manos impaciente por correr a la cuna.


            -El punto es que aunque los órganos de la madre se recuperan unas semanas después del parto, el organismo necesita varios meses  para volver a la normalidad y recuperarse del esfuerzo que ha provocado el embarazo y el parto.


            -¿¡Meses?! –exclamó Draco espantado- ¿¡a dicho meses?!


            -Pues claro, como  ya te abras dado cuenta, tener un hijo no es cualquier cosa.


            -¡Por Salazar!... ¿¡pues que son las mujeres, monstruos?!... ¿¡cómo pueden tener un hijo y seguir tan campantes?!


            -Buena pregunta, la realidad es que deben seguir con su vida, muchas son madres trabajadoras o tienen más hijos que atender.


            -Claro… y como yo no tengo una vida ¿Qué mejor que perder mi tiempo lamentándome? –exclamó Draco inclinando la cabeza.


            -Nunca dije eso.


            -Pero es verdad… -respondió Draco exhalando un profundo suspiro- soy demasiado aprensivo… es culpa mía sentirme así.


            -Claro que no, mira hagamos una cosa –dijo el medimago viendo al abatido muchacho- te diré algunas cosas que te pasan para que te des cuenta de que lo que padeces es una enfermedad y no eres un mal padre como tú crees ¿de acuerdo?


            -Ajá… -musitó Draco mirando insistentemente a la cuna- ¿podría verlo antes?


            -Claro, adelante.


            Draco se levantó y se dirigió a la cuna constatando con gran alivio que el pequeño Harry aun respiraba; sintiéndose mucho mas aliviado fue a desplomarse a la cama a un lado de Harry.


            Harry observo al pálido chico sentado a su lado, quien con rostro triste y cansado solo miraba sus manos, las cuales estrujaba nerviosamente.


            -Ya tengo veintiún años… -dijo de pronto el rubio sin dejar de mirar sus manos- hace mucho que deje de ser un niño… yo creí que me conocía ya un poco a mí mismo, pero ahora me doy cuenta que no, de que hay una parte mía que desconozco totalmente… la gente tiene razón, soy un mal bicho.


            Harry torció la boca en un gesto de impaciencia al escucharlo.


            -Draco ¿acaso no…?


            -Además soy un flojo inútil… interrumpió Draco- no puedo cuidar a un pequeño bebé… ¿lo ves, Harry? –Dijo mirando al moreno- aunque pudiera no debería quedármelo… soy un terrible papá.


            Un tic nervioso comenzó a sacudir el pie de Harry mientras exhalaba un profundo suspiro para hacer acopio de paciencia.


            -¿Podríamos dejar hablar al señor Jackson antes de que yo te de un zape? –dijo al fin el auror.


            El señor Jackson solo sonrió comprensivo, no era la primera vez que trataba un caso así, aunque el paciente en este caso fuese un hombre.


            -No estás loco ni eres un mal bicho –dijo el hombre en aquel tono paternal que tanto odiaba Draco- te sientes triste, irritable, agotado… tienes insomnio y no tienes apetito.


            Draco lo miró sorprendido, el medimago había descrito muchas de las cosas que sentía y que había tratado de ocultar a toda costa.


            -Esos males entre otras cosas –dijo el señor Jackson al verlo quedarse callado de repente.


            -No, eso no me interesa… ¿significa que me lo van a quitar antes de tiempo por no estar en condiciones de cuidarlo? –preguntó Draco con cierto dejo de pánico en la voz que no pasó desapercibido a los hombres.


            -Draco ¿Por qué entiendes todo al revés? –exclamó Draco rodando los ojos.


            -No, es que eso es lo que están diciendo –respondió Draco mirándolo fijamente- ¿Cuándo se lo van a llevar?… ¿¡no me lo pueden dejar un poco más?!


            -Nadie se lo va a llevar –exclamó Harry absteniéndose de decir “Por ahora” -¿acaso no escuchas?... el señor Jackson está diciendo que estás enfermo.


            -Calma Harry –intervino el medimago- tú también debes entender que este diagnostico no se acepta así como así, es más fácil aceptar un dolor de estomago o de cabeza; pero algo emocional es más difícil.


            Sin decir nada, Draco se levantó para ir a acurrucarse al sofá con las piernas encogidas; sentía su mundo de cabeza, deseos de arrojarse por la ventana y un pánico constante de que algo malo le sucediera a su pequeño bebé; se sentía rebasado, irritable, triste y a punto de estallar.


            Se cubrió la cara con las manos sintiéndose a punto de enloquecer, quería tirarse de los cabellos y de gritar como histérico mientras sentía el corazón partírsele en dos dolorosamente cuando de pronto unos brazos lo envolvieron en un cálido abrazo.


            -Tranquilo… -susurró Harry en su oído hincado a un lado suyo.


            Draco apretó los dientes y los ojos con fuerza; si Harry continuaba abrazándolo así, iba a terminar de desmoronarse; así que cuando el moreno comenzó a acariciarle el cabello fue el acabose; Draco movió sus brazos para abrazársele comenzando a llorar convulsivamente.


            Harry no dijo nada, solo acariciaba su cabello y su espalda en suaves círculos tranquilizadores mientras Draco sentía que iba a quedarse seco.


            El señor Jackson se levantó para dejarlos solos un rato, él también sabia de los sentimientos de Harry por aquel chico y sabia que nadie mejor que él para ayudarlo a superar esa etapa tan crítica.


            Ya afuera se encontró con un auror que iba llegando para relevar a uno de los que custodiaban al prisionero.


            -El ministro desea verlo.


            -Gracias.


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            Cuando el señor Jackson llegó al ministerio, se encontró con que Remus y Sirius también estaban en la oficina del ministro.


            -Buenas tardes –saludó el señor Jackson habiendo recibido la autorización de la secretaria para entrar.


            -Adelante, tome asiento –indicó el ministro.


            -Fue toda una parvada de lechuzas las que recibí de parte de Arthur y Molly Weasley –siguió diciendo Sirius en lo que aparentemente era una conversación comenzada- me reclamaban no haberles dicho nada de esto a pesar de que también ellos son miembros de la Orden del fénix


            -Lo mismo pasó con nosotros –dijo Remus- así que antes de regresar, decidí pasar a su casa a explicarles todo… lo del bebé aun se les hace increíble, mucho más que sea de Draco Malfoy.


            -Hablando de él –dijo el ministro Kingsley- señor Jackson ¿Cómo se encuentra el chico?


            -Pues… -respondió un poco dudoso el medimago- la verdad no está bien.


            -¿Por qué?


            -Tiene el síndrome del Post parto.


            -¿En un hombre? –exclamó Kingsley sorprendido, quien por tener esposa y cinco hijos, sabia de que hablaba el medimago.


            -Señor ministro, si consideramos toda la situación, esto ya no debería extrañarle tanto, su cuadro hormonal es un verdadero caos, además ingirió la poción Conservatus solo un par de semanas antes de tener al bebé, por lo que creo que eso está complicando más las cosas.


            -¿Síndrome post parto? –Repitió Sirius curioso- ¿Qué es eso?


            -Es el desarrollo de una depresión en la madre tras el nacimiento de su hijo,  y bueno, a veces tiene sentido por tratarse de situaciones un tanto complicadas, como que el bebé nazca enfermo por ejemplo, o que la madre este sola y sin apoyo de nadie y cosas así, pero suele durar solo unos cuantos días en los que ella se adapta, pero hay síntomas que indican que ya es algo más complicado.


            -¿Draco Malfoy tiene esos síntomas? –preguntó Kingsley.


            -Me temo que si… y si no se le trata adecuadamente, esto puede persistir durante meses, incluso años.


            -¿El bebé está seguro a su lado?... ¿no habrá que retirarlo por su seguridad?


            -El bebé estará bien.


            -¿Seguro?... no quiero pensar que pude impedir que le hiciera daño.


            -Draco Malfoy es un hombre, pero su sintomatología es como la de una mujer, así que clasificándolo dentro de esos parámetros estoy seguro de que no lo lastimará… al menos ellas no lo hacen, se pueden sentir como si lo fueran a hacer y se preocupan mucho por la posibilidad de hacer daño a sus hijos, aunque realmente nunca lo hacen.


            -Una vez oí un caso de una madre que golpeó a su bebé –dijo Sirius alzando una ceja.


            -Las que hacen eso, con frecuencia presentan graves trastornos que tienen origen en su infancia.


            -Ah…


            Notando que su explicación aun no los convencía por completo, el señor Jackson decidió dar una explicación más amplia.


            -Miren, hay mujeres que a pesar de haber esperado a su hijo con mucho amor y de ser este el bebé mas adorable del mundo, cuando ya lo tienen en sus brazos lo perciben como un completo extraño; alguien ajeno a ellas que no les inspira el mas mínimo sentimiento de cariño… eso le provoca una terrible ansiedad aguda; sin embargo hay casos en que es todo lo contrario.


            -¿Un amor intenso? –preguntó Remus.


            -Algo así, en estos casos, la madre teme desesperadamente perder a su bebé por no cuidarlo bien o porque no se desarrolle adecuadamente, puede obsesionarse por el peso del bebé o angustiarse demasiado si llora mucho o si pasa mucho tiempo en silencio, de todos modos estará sobre él constatando cada cinco minutos que siga respirando; ese es el caso de él, pasa tanto tiempo angustiado por su bebé que no duerme, no come… en realidad el pobre está padeciendo incapacidad para disfrutar a su hijo.


            Todos permanecieron en silencio mientras analizaban las palabras del medimago.


            -¿Y qué hay que hacer entonces? –Dijo Kingsley finalmente- supongo que hay tratamiento para eso.


            -Si, de hecho es muy importante detectarla a tiempo, cosa que hemos hecho.


            -¿Eso se cura totalmente? –preguntó Sirius.


            -Por fortuna sí, hay tratamiento psicológico y farmacológico también, en este último no habrá tanto problema, pues no amamanta al bebé como sería el caso de una mujer, lo que si me preocupa y mucho, es su situación legal… una condena  pendiendo sobre cabeza y la próxima separación de su hijo van a complicar mucho el tratamiento.


            -Sin contar con el factor Lucius Malfoy –exclamó Sirius provocando que todos lo miraran- aun no sabe que está vivo y que esta mas que directo para el manicomio.


            -Vaya, y yo que por un preciso instante soñé que muerto Voldemort, todos viviríamos felices comiendo perdices –exclamó Remus cruzándose de brazos.


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            Draco había abrazado la cintura de Harry mientras daba rienda suelta a su llanto.


            -¡Qué horror! –Moqueó sin despegar su mejilla del pecho del Harry- soy patético…


            -Claro que no –dijo Harry viendo como Draco se hacia un ovillo en el sillón mientras continuaba abrazándolo.


            -Si lo soy, no me mientas…


            -Bueno, la verdad si, un poco –exclamó Harry sintiendo como Draco se encogía mas al oírlo- Draco, estoy bromeando.


            -Pero ya lo dijiste –balbuceó Draco cubriéndose la cara con las manos torciendo los pies hacia adentro como si pretendiese desaparecer molecularmente en el sofá.


            Harry se mordió el labio inferior distraídamente pensando en cómo podría animar un poco al rubio.


            -¿Quieres una taza de chocolate caliente? –dijo sentándose sobre sus talones para estar a la altura de Draco, quien se había despegado de él y se había recargado en el sofá.


            -Es horrible sentirse así… -dijo Draco tallándose los ojos- yo… yo pensé que habiendo nacido Harry todo terminaría… pero me siento muy mal… cuando lo tenía dentro de mí, al menos sabía que estaba bien… a-ahora necesito constatar cada minuto si respira y si está bien…


            -Draco… -dijo Harry acomodándole un mechón de cabello rubio tras la oreja mientras el otro no dejaba de gesticular exageradamente con las manos mientras hablaba.


            -Es tan… tan an-angustiante… -dijo con voz quebrada- quisiera guardarlo en mi corazón para que no le pase nada… y-yo pensé que podría ir a Azkaban sabiéndolo a salvo de  e-ese monstro… ¡pero no puedo, Harry! –Exclamó viendo al auror- ¡siento como si me arrancaran una parte de mi al solo pensar en que debo dejarlo!


            Harry suspiro encontrándose a si mismo incapaz de darle palabras de consuelo, ya que el mismo no sabía que iba a pasar, y cualquier cosa que dijera, se escucharía tan falsa como una moneda de tres dólares; sin embargo de nuevo había hecho una promesa que sin saber cómo, pretendía cumplir.


            -Eso sin contar que soy un inútil en cuanto a su cuidado… -continuo Draco sorbiendo la nariz- cuando lo cargo me canso muy rápido aunque esta muy pequeño… además llora si llego a sentarme…


            -Si, es un niño muy demandante –dijo Harry sonriendo levemente- se parece a ti.


            -No estoy bromeando.


            -Yo tampoco.


            -Me desespera que llore tanto… quisiera darme de topes contra la pared al mero estilo de un elfo domestico.


            -Bueno, todo está bien mientras no quieras plancharte las manos –dijo Harry sentándose a su lado en el sofá quedando su pierna junto a los pies de Draco, quien no dejaba de mover los dedos nerviosamente.


            -Pues créeme que como que si me dan ganas…


            -No seas bobo –dijo Harry rodando los ojos- recuerda que te sientes así por lo que dijo el señor Jackson.


            -Harry… -dijo Draco abrazando sus piernas- ¿Cuánto tiempo tengo?... es decir… Harry y yo… ¿Cuánto tiempo tenemos?


            -La verdad es que no lo sé.


            -Ya veo –respondió Draco tratando de calmar sus hipidos.


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            A pesar de que Harry quería estar con Draco y ayudarlo como cuando lo tuvo en custodia, la realidad era que ya no podía; el ministro lo había mandado a patrullar mientras él mismo trataba de convencer a Remus de aceptar la jefatura del departamento de aurores; algo que realmente le estaba costando más trabajo del que imaginó.


            -Pero Remus ¿Quién mejor que tu para el puesto? –exclamó Kingsley en su oficina.


            -Agradezco su confianza señor ministro –respondió Remus cruzado de brazos sentado frente al escritorio- pero ya le dije que prefiero mi jubilación en este mismo puesto.


            -¡Ay Remus, no la jodas! –exclamó exasperado Kingsley sorprendiendo a Remus con el modo de hablar- ¡todavía no tienes ni cuarenta años! ¿¡Qué piensas hacer en todo este tiempo que te falta para tu jubilación?!


            -Pues…


            -Sé que ya no quieres estar más en este ambiente –interrumpió el ministro- pero piensa que es un mejor puesto para ti.


            -La verdad es que deseo dejar el cuerpo de aurores y no necesariamente esperar hasta mi jubilación.


            -Ajá ¿y que harás después, a que te dedicarás?


            -Lo que…


            -¿Cultivarás nabos y lechugas? –volvió a interrumpir Kingsley- tu eres un hombre de acción Remus, te morirás en tu casa si solo te dedicas a plantar tomates, no puedes sostener a tu familia solo con tomates.


            -Pues no, pero…


            -Tu hijo pronto entrará al colegio y tendrás muchos más gastos que ahora, este puesto representa también mayores ingresos, las listas de útiles son muy caras.


            -Teddy solo tiene dos años.


            -Razón de más para ir ahorrando y asegurar su futuro.


            -Eso es cierto, pero…


            -Eres uno de mis mejores hombres y el más confiable.


            -Agradezco sus elogios pero…


            -No son elogios Remus, es la verdad.


            -Señor ministro –dijo Remus esperando no ser interrumpido por enésima vez- la verdad es que he tenido suficiente de esta guerra… yo lo único que deseo… -añadió exhalando un suspiro- es un poco de paz… paz que solo encuentro en mi hogar, al lado de Tonks y de mi hijo; esta ultima misión ha sido… -continuó Remus como buscando las palabras- realmente agotadora.


            -Y la más peligrosa, sí; pero ya terminó, no digo que lo que sigue será miel sobre hojuelas, claro que no; pero la amenaza principal ya no está.


            -Si, pero…


            -No te quiero presionar Remus, pero piénsalo ¿Qué otro trabajo para ti mejor que este?


            -Bueno, eso si  tomamos en cuenta de que nadie quiere darme trabajo por mi condición –respondió Remus sonriendo cansinamente.


            -Pues ahí tienes, esta es una magnífica oportunidad.


            -La profesora McGonagall me ha ofrecido el puesto de profesor de defensa contra las artes oscuras en Hogwarts –soltó Remus dejando al ministro con la boca abierta- el profesor que han tenido estos últimos años, va a realizar un viaje de investigación por toda Europa y no sabe cuándo terminará, por eso prefiere dejar la asignatura libre y así no causar contratiempos…. La verdad es que solo están esperándome.


            -¡Vaya!... me has dejado sin palabras –respondió el ministro alzando las cejas.


            -Me lo imagino –dijo Remus sonriendo levemente- pero también sé que este asunto de Draco Malfoy está muy complicado, por eso le he pedido al profesor que me conceda un poco más de tiempo para estar aquí en lo que esto concluye.


            -¿Y qué te dijo?


            -Bueno, él desea irse ya, ha pospuesto su viaje mucho tiempo, pero amablemente ha accedido a esperar un poco más.


            El ministro ya no dijo nada, solo resopló en un gesto claro de que ya no tenía más argumentos.


            -Realmente deseo ese trabajo –dijo Remus tímidamente.


            Kingsley lo miró por unos instantes admirándose de que eso hombre de aspecto desgarbado, amable y hasta cierto punto inocentón, fuese uno de los aurores más aguerridos, eficaces y confiables.


            Remus se removió incomodo en su asiento al sentir el escrutinio del ministro, hasta que finalmente este curvó sus labios en una sonrisa al decir:


            -Eres uno de los mejores aurores que he tenido en mucho tiempo Remus… Hogwarts hace una magnifica adquisición.


            Remus sonrió aliviado ya que aunque de todas maneras hubiese renunciado, el sentir que de alguna forma tenia la aprobación del ministro, le daba mucha tranquilidad.


            Kingsley no pudo evitar sonreír sintiendo como si le estuviese dando permiso a un hijo de mudarse de casa.


            -Quita esa cara de niño regañado y hazme una lista de tus recomendados para ese puesto, y por cierto, Sirius también ya me hablo de su renuncia ¿acaso planeas dejar a Tonks y fugarte con él? ¿Por qué se están yendo?


            Remus alzo las cejas sorprendido.


            -Pues si… la verdad sí.


            -¿Si planean fugarse juntos?


            -¡No!... ¡me refiero a que si piensa en renunciar desde hace mucho! –Aclaró Remus rápidamente- él ya me había pasado su renuncia, pero la pospusimos por todo este asunto.


            -¿El si planea sembrar nabos?


            -Pues no lo sé… -dijo Remus sonriendo por la ocurrencia del ministro- solo sé que está harto de la política sin sentido del ministerio, de las intransigencias del Wizengamot y muchas cosas más.


            -Claro –respondió el ministro entendiendo a que se refería Remus.


            -¿Entonces ya es oficial?


            -Aun no, el muy bobo no había pensado en que necesita el cargo para poder estar presente en el asunto de Draco Malfoy.


            -Ya veo, entonces también va  a esperar.


            -Pues sí.


            -Seños ministro –dijo una voz femenina en el aire.


            -¿Si Sally? –respondió el señor Kingsley a su secretaria.


            -Harry Potter desea verlo.


            -Haz que pase por favor.


            Cuando Harry entró, se quedó congelado al ver a Remus ahí.


            -Buenas tardes –dijo cerrando la puerta tras de sí.


            -¿Necesitas privacidad, Harry? –dijo Remus poniéndose de pie.


            -Bueno… en realidad no es algo que no pueda saberse –respondió Harry un tanto apenado- puedes quedarte, no me molesta.


            -¿Seguro? Mira que por mí no hay ningún problema.


            -De verdad.


            -¿No me digas que vienes a renunciar? –exclamó Kingsley con gesto de espanto.


            -¿Qué?... ¿renunciar? ¡Claro que no! –respondió Harry arrugando el ceño.


            -¡Ah vaya! –Exclamó el ministro aliviado- bueno ¿y en que puedo ayudarte?


            -Yo... bueno… -dijo Harry metiendo nerviosamente sus manos en los bolsillos- en vista de que no tenemos jefe inmediato, pues… pensé que tal vez con usted podría tratar lo de mis vacaciones ¡sé que tiene mucho trabajo! –Se apresuró a decir Harry- pero… pero en realidad las necesito, tal vez a Sally no le moleste ocuparse de eso.


            Remus sonrió adivinando el motivo de Harry para solicitar eso.


            -Señor ministro –exclamó la voz de Sally en el aire- la asistente del señor Michael Keller, jefe del Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas, la señora Dolores Umbridge solicita hablar con usted.


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