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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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-¿Tiene cita


            -No, pero insiste en que es de suma importancia.


            -Pues que espere o que haga una cita.


            -Muy bien señor… ¡ah, señor ministro!


            -¿Si, Sally?


            -Acaba de llegar un comunicado de parte del señor Balthasar Parrish.


            -Dámelo.


            -En seguida señor.


            Un pergamino en forma de avioncito apareció en el escritorio del señor Kingsley, quien inmediatamente lo desdobló sin importarle que los aurores estuvieran presentes.


            -¡Vaya! –Exclamó terminando de leerlo- lo que pueden lograr las palabras correctas.


            Los dos aurores solo lo miraron sin decir nada.


            -Aquí esta –dijo señalando el pergamino- el Wizengamot ah ordenado un nuevo juicio para Draco Malfoy.


            -¿Qué? –exclamó Harry pelando tremendo ojos mientras una sonrisa asomaba a sus labios.


            -Aquí esta, será dentro de un mes.


            -Es increíble –dijo Remus sin salir de su asombro- ¿cómo lo logro?


            -En realidad solo sembré la posibilidad, fue Balthasar quien la hizo crecer; pero bueno, al fin lo logramos, el caso ahora es ver qué abogado quiere representarlo.


            -¡Yo traeré al abogado! –exclamó Harry dando un paso.


            -No sé porque no me sorprende –dijo Kingsley rascándose una mejilla- bueno en realidad ya lo esperaba, así que les recomiendo que busquen al mejor; el Wizengamot se lanzará con todo y les aconsejo que ustedes hagan lo mismo… ya saben lo de ser discretos ¿verdad?


            -Si, lo sabemos –dijo Harry.


            -Señor ministro –dijo la secretaria de nuevo.


            -¿Si Sally?


            -Aunque ya le aclaré a la señora Umbridge –dijo Sally notándosele al momento la dureza en sus palabras- que usted se encuentra ocupado con los aurores Remus Lupin y Harry Potter, insiste en que le urge verlo y que no hay ningún problema en tratar este asunto en frente de ellos.


            -¡Que mujer tan grosera! –bufó el ministro.


            -Aunque si no le importa hablar en frente de nosotros –dijo Remus- es que en realidad quiere que nos enteremos.


            -Pues sí, eso es una gran posibilidad –exclamó el ministro- pues bien, veamos qué es lo que esa mujer quiere mostrarnos a todos.


            La puerta se abrió dejando ver la conocida y chocante estampa de una mujer rechoncha, vestida con una túnica de color rosa chillón, que con su acostumbrado tono altivo y arrogante saludó mirando despectivamente a los dos aurores para finalmente dirigirse al ministro.


            -Buenas tardes señor ministro.


            -Señora Umbridge –respondió el señor Kingsley con un movimiento de cabeza.


            Remus se levantó de la silla para darle el lugar a la mujer, la cual barriéndolo con la mirada, no se sentó mostrando un claro gesto de asco.


            Al verla, Harry rodó los ojos preguntándose como rayos había logrado esa mujer seguir metida en el ministerio sea cual fuere el cargo; no pudo menos que admirarse de las habilidades de esa rata para mantenerse aferrada cual ladilla a cualquier tipo de puesto; el verla hizo que de manera inconsciente se tocara la mano, justo en el lugar en donde hacía varios años se había grabado a sangre las palabras “no debo decir mentiras”.


            -Señor ministro –dijo Dolores de pie muy dignamente frente al escritorio- nos hemos enterado que el Wizengamot ha autorizado un nuevo juicio para Draco Malfoy.


            -¡Vaya, que rápido corren las noticias!


            -Yo en lo personal no entiendo el porqué perder el tiempo y los recursos del ministerio de esa forma, pero en fin, el propósito de mi visita es otro.


            -Pues usted dirá.


            -Independientemente del juicio de Draco Malfoy, hay algo que a la comunidad mágica le preocupa y de lo cual el señor Michael Keller, como jefe del departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas y yo, como su asistente, hemos decidido ser portavoces.


            -¿Por qué no toma asiento? –dijo Kingsley con amabilidad sabiendo ya de qué lado mascaba la iguana.


            -No lo necesito, gracias; pero como le iba diciendo, estoy aquí porque mi jefe, como buen ciudadano que se preocupa del bienestar de toda la comunidad mágica, me ha enviado.


            Sin percatarse de ello, Harry había apretado los puños y los labios sabiendo ya las intenciones de aquella desagradable y pre juiciosa mujer conocida por su odio exagerado a cualquier criatura que ella considerara “semihumana", como los  centauros, los hombres lobo e incluso Hagrid por ser medio gigante.


            -Vengo a presentarle un requerimiento… –dijo Dolores poniendo una carpeta en el escritorio en la cual después posó sus manos llenas de feos y exagerados anillos- solicitando que la criatura que se gestó en el mortífago Draco Malfoy quede a disposición de nuestro departamento.


            -¿¡Esta loca?! –exclamó Harry dando un paso hacia adelante siendo detenido por Remus.


            Mirándolo apenas de reojo y sin inmutarse, Dolores se dirigió de nuevo al ministro.


            -Este asunto tan escabroso se pospuso hace días, pero creo que la situación requiere que ya se tomen cartas en el asunto; la criatura esa representa un gran peligro para el mundo mágico al estar latente en él la magia tenebrosa del que no debe ser nombrado.


            -Calma… -susurró Remus a Harry al oírlo respirar cada vez más rápido.


            -Todos los miembros del Wizengamot han dado el visto bueno para esto –continuo Dolores sin poder contener una presuntuosa sonrisa- aunque claro, solo es una simple recomendación de parte de ellos, puesto que para que esto se lleve a cabo, es necesario que usted ponga su firma de autorización.


            El hombre de color que portaba el cargo de ministro también sonrió presuntuosamente a Dolores mientras decía:


            -¿Sabe?... es un gran alivio contar con colaboradores tan eficientes y preocupados por el bienestar de la gente.


            -eee… sí, claro –respondió ella desconcertada.


            -Haber, deme ese pergamino que lo leeré en este mismo instante si usted me lo permite –dijo Kingsley tomando la carpeta, de la cual sacó el documento leyéndolo en menos de un minuto.


            -Pero aquí solo dice que la criatura debe quedar a disposición de su departamento- exclamó Kingsley alzando ambas cejas en un claro gesto de “sorpresa”


            -Así es.


            -¿Y luego qué?


            -¿Cómo que “y luego que”?


            -Pues sí, no pretenderán quedárselo por tiempo indefinido y planear a futuro una nueva guerra con un mini mago tenebroso ¿verdad?


            -¿Eh?... –boqueó desconcertada Dolores.


            -¡Es broma! –exclamó Kingsley riendo con ganas.


            -¡Ah!... –balbuceó Dolores no sabiendo si seguirle la corriente al ministro y reír con él o indignarse… optando por lo segundo- ¡es… es inconcebible semejante pensamiento!


            -¡Por supuesto! No creerá que hablaba en serio ¿o sí?


            -¡Claro que no!


            -Que bueno… bien, con gusto accederé a que su departamento disponga de ese bebé.


            -¡No puede hacer eso! –exclamó Harry empujando a Remus y situándose junto a Dolores.


            -Claro que puedo porque soy el ministro –respondió Kingsley- y creo que ahora si quiero que se retiren por favor.


            -¡Pero no puede permitir que este pedazo de trol se lo lleve! –gritó Harry estampando sus manos en el escritorio.


            -Remus, por favor –dijo Kingsley a un desconcertado Remus, quien solo atinó a tomar a Harry de un brazo para prácticamente arrastrarlo fuera de la oficina.


            -¡Pero señor Kingsley!


            -Vamos Harry.


            -¡No Remus, él no puede…!


            Cuando los dos aurores salieron, escucharon la voz de Kingsley pidiendo a su secretaria que entrara.


            Cuando los dos hombres quedaron solos fuera de la oficina, Harry comenzó a vociferar.


            -¡Remus, él no puede permitir semejante cosa!... ¡ese bebé no tiene nada extraño ni malo!


            -Tranquilo cachorro –dijo Remus- debemos confiar en el ministro.


            -¿¡Pero acaso no escuchaste?!... ¡les permitirá llevárselo!


            -Pues nada lograrás gritando, conserva la calma y veamos que sucede –dijo Remus en tono firme haciendo que Harry se callara no sin lanzar una que otra exclamación altisonante mientras caminaba de un lado a otro.


            En menos de cinco minutos vieron a Dolores Umbridge salir de la oficina echa una furia deteniéndose abruptamente al verlos ahí; por un instante Harry tuvo un chispazo de alegría al ver a la mujer enfurecida de que sus planes se hubiesen frustrado; pero repentinamente ella sonrió con petulancia al decir:


            -Remus Lupin, que bueno que lo veo… como encargado de la custodia de Draco Malfoy y su… criaturilla… le aviso que en dos horas pasaré a disponer de ese pequeño engendro y usted deberá estar presente.


            Y sin decir más se fue de ahí dejando a los dos aurores boquiabiertos.


            Kingsley estaba firmando varios pergaminos cuando Harry entró como tromba.


            -¿¡Acaso esta demente?! –exclamó el chico con el rostro rojo.


            Kingsley lo miró unos instantes antes de dirigirse a su secretaria, quien miraba escandalizada a Harry.


            -Sally… -dijo Kingsley sin perder la calma- envía este documento a Balthasar Parrish y las demás copias a cada miembro del Wizengamot, incluyendo a los respectivos jefes de los departamentos del ministerio.


            -En seguida, señor ministro –respondió la mujer saliendo de ahí no sin antes lanzarle una mirada fulminante a Harry, a quien por cierto eso le importo una mierda.


            -Cierra la puerta por favor –dijo a Remus.


            -¡Esa mujer dijo que…!


            -Sé lo que dijo –interrumpió Kingsley a Harry.


            -¿¡Entonces es verdad?!


            -Así es.


            Harry abrió la boca sin que finalmente ninguna palabra saliera de ella.


            -Señor Kingsley –dijo Remus acercándose- ¿podría explicarnos?


            -¡Vaya, me alegro que al menos alguien tenga el suficiente cerebro para preguntar! –exclamó Kingsley sarcástico.


            Remus se sentó siendo imitado automáticamente por Harry.


            -El departamento del señor Keller se llevará al bebé, sí; pero no por tiempo indefinido como era su intención –dijo Kingsley- lo hará por un mes.


            -¿Un mes? –repitió Harry.


            -Si, un mes; el tiempo necesario para que le hagan todo tipo de pruebas y exámenes médicos que logren descartar algo anormal o malo en él.


            -¿¡Van a estudiarlo como si fuera un fenómeno?! –bufó Harry al borde de su asiento.


            -Remus… -dijo Kingsley masajeándose una sien al tiempo que cerraba los ojos- o controlas a este muchacho o definitivamente lo retiro del caso.


            -¡Usted no puede…!


            -Claro que puede Harry, es el ministro –interrumpió Remus con mirada asesina- o te callas o te largas.


            Harry miró a uno y a otro comprendiendo que su actitud impulsiva no iba a traerle nada bueno.


            -Yo… yo lo siento –musitó al fin como recién dándose cuenta de con quien hablaba- es que me dejé llevar.


            -Me doy cuenta –respondió el ministro.


            -Le pido disculpas, por favor no me retire del caso –exclamó Harry con actitud de niño regañado.


            -¿Ya puedo hablar? –preguntó el ministro haciendo que Harry se encogiera en su asiento- bien… el asunto de Draco Malfoy y su hijo, son dos casos separados; así que independientemente de lo que le suceda al chico Malfoy, hay que ver qué sucederá con el pequeño, de alguna manera hay que protegerlo.


            -¿Y dándoselo al departamento de Umbridge lo hará? –preguntó Harry en el tono más calmado que pudo.


            -Sí.


            -¿Puedo preguntar como?... digo, si a su padre lo encuentran culpable, después se lanzarán contra él.


            -Bueno, dije que son dos casos separados, pero es innegable que se relacionan entre sí; tu quieres que ni el Wizengamot ni la comunidad mágica ataquen al bebé ¿cierto?


            -Si.


            -También quieres pruebas a favor de Draco Malfoy.


            -Así es, si señor.


            -¿Qué mejor evidencia puede exigir el Wizengamot que un certificado médico otorgado por medimagos y especialistas elegidos por ellos mismos en donde ratifiquen que ese bebé no es un ser peligroso?


            -Ah…


            -Además la comunidad mágica exige seguridad y tiene todo el derecho de hacerlo, y mi obligación es dársela, y si este examen y tiempo de observación contribuyen a eso, entonces debo acceder; y aunque mucha gente guardará prejuicios contra este pequeño, también servirá para que muchos otros le pierdan el miedo y comiencen a verlo como un niño normal.


            Harry ya no dijo nada, todo lo dicho por el ministro lo había dejado sin palabras.


            -Vaya… -dijo Remus al fin- así que todo tiene un propósito.


            -Efectivamente.


            -Pero… -dijo Harry como saliendo de su estupor- todos esos especialistas lo trataran como a un bicho raro.


            -Aunque lo miren con recelo no deja de ser un bebé, así que en cuanto a esto Balthasar es muy profesional y confío en que elegirá a los especialistas adecuados.


            -Pero aun así… -insistió Harry sin poder ocultar su preocupación- estará solito en medio de esos extraños; aun siendo muy profesionales lo miraran como a un experimento o hasta como un peligro potencial si Umbridge está metida en esto.


            -Es que no estará solito –dijo Kingsley sonriendo.


            -¿Me enviara con él?


            -No, tu necesitarás ayudar al medimago Jackson a tratar a Draco Malfoy, va a pasarla muy mal cuando le quiten a su hijo, y si el Wizengamot va a juzgarlo, debemos ocuparnos de que al menos llegue vivo al juicio.


            -¿Y entonces a quien enviará con el bebé?


            -Sally ya se está encargando de eso, le puse como custodio temporal a un miembro de la Orden del Fénix.


            Remus y Harry se miraron entre sí.


            -Si –dijo Kingsley- ella es especialista en bebés.


            -¿Especialista en bebés? –repitió Remus.


            -Ajá, mandé traer a Molly Weasley.


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            El informe y los memorándums enviados al Wizengamot fue para solicitar que fueran ellos mismos y no Keller quienes se encargaran de elegir y conformar el equipo de especialistas que se encargarían del bebé de Draco Malfoy; solicitud que fue acogida con prontitud de parte de Balthasar Parrish, quien reuniendo al Wizengamot en calidad de urgencia procedieron a elegir a los indicados.


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            Cuando Harry entró a la habitación, encontró a Draco en su cama con el pequeño acostado a un lado jugueteando feliz con sus propias manitas mientras pequeñas sonrisas iluminaban su cara.


            -Mira Harry –dijo Draco sonriendo mientras acariciaba los suaves y diminutos deditos- ya no llora aun cuando no lo estoy cargando.


            -¡Ah, qué bien!


            -Despertó hace diez minutos y no deja de mirarme.


            Harry se acercó a la cama para mirar como los brillantes ojos azules estaban clavados en el rostro del rubio.


            -Eres un niño muy lindo… -dijo Draco besándole la frente, a lo que el pequeñuelo reacciono con un gozoso respingo y burbujeantes sonrisas.


            Harry vio como los largos deditos se movían como pequeñas arañitas blancas atrapando el dedo de Draco.


            -Vamos, suéltalo ya –dijo Draco mirando al joven auror.


            -¿Cómo?


            -Traes cara de dementor, vienes a informarme algo y ese “algo” no es de tu agrado, por lo tanto no me gustará.


            -¡Ah!... pues si –dijo Harry sintiéndose pillado.


            -Ya  es hora ¿verdad? –Dijo Draco exhalando un profundo suspiro al tiempo que besaba la manita aferrada a su dedo- es hora de ir a Azkaban.


            -Por ahora no iras a Azkaban –respondió Harry sentándose en el borde de la cama sonriendo al ver al pequeño luchar por llevarse el dedo de su papá a la boca- ¿no te he dicho que los dedos no se chupan?... –añadió poniendo su mano sobre el bebé.


            Al verlo, Draco sonrió al tiempo que decía:


            -Nunca voy a terminar de agradecerte el haberlo cuidado tanto.


            -Y yo ya te dije que no hay nada que agradecer –respondió Harry quitando su mano de encima del pequeño y colocándola en la mejilla del rubio sorprendiéndolo.


            Draco solo atinó a parpadear desconcertado sintiendo su rostro enrojecer al sentir la cálida mano en su cara; Harry sintió el repentino calor en su mano proveniente del rostro de Draco y no pudo evitar preguntar:


            -¿Te pongo nervioso?


            -Claro que no –respondió Draco rodando los ojos al tiempo que alejaba su cara de la mano de Harry -¿Por qué habría de ponerme nervioso contigo?... ni que estuvieras tan guapo.


            Harry sonrió, le hubiera encantado poder hablar sobre eso, ahondar en el asunto y tener todo el tiempo del mundo para ello como cuando estaban en la casa de seguridad.


            -¿Por qué dices que por ahora no iré a Azkaban? –preguntó Draco rompiendo ese instante tan raro.


            -Draco, hay varias cosas que debo informarte.


            -Pues habla –dijo Draco haciendo nuevos cariñitos al risueño y pequeño Harry.


            -De acuerdo, el Wizengamot hará un nuevo juicio para ti dentro de un mes.


            Draco permaneció varios segundos acariciando las sedosas hebras castañas del pequeño Harry, que por un momento el moreno dudó que el otro lo hubiese escuchado; estuvo a punto de hablar de nuevo cuando Draco lo miró diciendo:


            -¿Podrías repetir lo que dijiste?


            -Claro, que iras a juicio dentro de un mes.


            Draco se enderezó en la cama para recargar la espalda en varias almohadas.


            -¿Estás diciendo que el  Wizengamot ha accedido a hacerme un nuevo juicio?


            -Si.


            -Creí que había escuchado mal –murmuró Draco mirando al frente.


            -Pues no, si oíste bien y será dentro de un mes.


            El significado de aquellas palabras no habían entrado bien en la cabeza de Draco, por lo que haciendo un tardío gesto de sorpresa miró a Harry.


            -¿Estás diciendo…? Harry ¿estás diciendo que…?


            Harry vio los enormes ojos grises abrirse con sorpresa.


            -¿Un nuevo juicio? –terminó Draco de decir.


            -Si.


            -¿Para mí?


            -Así es.


            -¡Pero el Wizengamot no cambia sus veredictos, ya fui sentenciado!


            -Pues ya ves, tenemos un mes para preparar muy bien tu defensa.


            Draco volvió a quedarse callado unos instantes mientras una débil luz de esperanza pugnaba por salir a flote.


            -Tenemos una posibilidad entre diez de ganar –dijo Harry viendo la lucha interna de Draco percibiendo su resistencia a dejarse llevar por la esperanza.


            -Una posibilidad… -repitió Draco mirando aquellos ojos verdes que lo miraban atento- pero… y si no…


            -¡Oh vamos Draco! –Interrumpió Harry animoso- una posibilidad es mucho  más de lo que teníamos antes.


            Tragando en seco, Draco miró a su hijo, quien habiéndose cansado ya de estar despierto comenzaba a dormitar.


            -Nos lanzaremos con todo –dijo el moreno tomándole una mano.


            -Pero… ¿y Harry? –murmuró Draco haciendo que el auror mirara al bebé- ¿Qué va a pasar con él?... creo que no me has dicho todo.


            -Es verdad –respondió Harry viendo como Draco retiraba su mano para arropar al bebé.


            -¿Todo bien? –preguntó el señor Jackson abriendo la puerta que conectaba las dos habitaciones.


            -Si, gracias –respondió Draco.


            -Bien, háblenme si me necesitan –dijo el cerrando la puerta.


            -Seré sincero –dijo Harry- quiero que no haya ninguna sorpresa para ti.


            -De acuerdo.


            -Como es lógico, la noticia de la muerte de Voldemort se ha dado a conocer y ha sido imposible que información acerca de ti y de Harry se mantenga en completo secreto.


            -O sea que la gente ya sabe que yo concebí un bebé.


            -Así es y aunque no saben los detalles, han armado toda una historia alrededor.


            -Una historia basada en una total desinformación.


            -Exacto.


            -¿Y el punto es?


            -Que rumores maledicentes corren ya sobre Harry.


            -¿Qué tipo de rumores? –preguntó Draco con rostro serio mirando unos puñitos cerrados.


            -Algunos temen que sea una especie de sucesor de Voldemort y otros creen que ni siquiera es humano.


            Contrario a lo que Harry esperaba, Draco no saltó enfurecido lanzando improperios contra aquellos que osaban pensar así de su hijo; lo único que hizo fue suspirar profundo.


            -Ya lo esperaba –dijo finalmente mientras acariciaba las tiernas mejillas- sé que ningún secreto puede permanecer oculto para siempre, y Harry no es solo el fruto de una concepción rara, porque si… finalmente eso es –dijo mirando a su hijo mientras una débil sonrisa asomaba a sus labios- también es el hijo de Draco Malfoy… ese apellido pesa demasiado y aunque en un futuro lleve otro nombre, sus raíces siempre se harán presentes… no tendrá una vida muy fácil que digamos –añadió viendo al Harry mayor de frente- aunque es un niño muy fuerte; así que si tienes algo que decirme de él, dímelo de una vez.


            Aun en contra de su voluntad, Harry reconoció que Draco tenía razón, por lo que pensó que lo que le diría no será tan malo después de todo… quizás.


            -El departamento de Divisiones de Regulación y Control de Criaturas Mágicas ha reclamado a Harry para analizarlo.


            -¿¡Qué?! –gritó Draco provocando que el pequeño Harry se removiera gimoteando.


            -El jefe de ese departamento es un tipo llamado Michael Keller y su asistente es nada menos que Dolores Umbridge.


            -¿¡Esa maldita bruja estúpida?! –exclamó Draco provocando de plano que el nene comenzara a llorar.


            Draco lo levantó suavemente acunándolo en su pecho mientras le hablaba cariñosamente; pronto Harry comenzó a calmarse volviéndose a dormir.


            -Primero le corto la cabeza a esa perra antes de que le eche el guante a Harry –susurró Draco con los dientes apretados sin dejar de arrullarlo- así no me importaría ir a Azkaban.


            -Espera, no todo es tan malo.


            -¡Oh genial! ¿Le pondrán una correa y lo sacaran a pasear?


            -No, es que no he terminado de hablar; el ministro hizo que solo pudiera tenerlo con ellos un mes.


            -¿O sea que si se lo van a llevar? –exclamó Draco mirándolo horrorizado.


            -Si, pero…


            -¿¡Dolores Umbridge va a llevarse a mi hijo?!


            -Pues si, me temo que si, pero…


            -¡Esa mujer odia todo lo que considera semi humano, esta demente!


            -Lo sé, pero…


            -¡Lo hará sufrir, lo sé muy bien! –gritó Draco abrazando protectoramente a su hijo contra su pecho.


            -¡Por todos los cielos, déjame hablar!


            -No te estoy tapando la boca –gruñó Draco intentando no caer en la histeria total- ¿olvidas  lo que hizo en Hogwarts, que yo la traté durante ese tiempo?... me gustaba que estuviera ahí porque les hacia la vida imposible a todos ustedes, pero no porque me agradara… olía a orines de gato y tiene voz de pito… pero aparte de eso yo sabía que estaba loca; la maldita mujer es capaz de muchas cosas, no me extrañaría para nada que no se tentara el corazón para lastimar a un bebé que ella considera algo menos que un ser humano así lo tenga solo una hora con ella.


            El pequeño Harry se acurrucó hecho una bolita en los brazos de Draco suspirando satisfecho.


            -No puedes dejar que se lo lleven… -continuó el rubio en voz baja tratando de contener el pánico mientras veía al nene dormir plácidamente- mira… -dijo mirando al auror- no me gusta depender tanto de ti, pero… pero solo tú puedes ayudarme, solo a ti te importa mi hijo de verdad… no dejes que lo lastimen…


            Muy bien… ¿Cómo decirle ahora que  planeaban hacerle todo tipo de exámenes habidos y por haber sin que el rubio se levantara sintiéndose una especie de segundo Voldemort capaz de asesinar al primero que osara ponerle un dedo encima a su hijo?


            -Lo que se pretende en ese mes, es demostrar que Harry no es un peligro ni nada por el estilo –dijo Harry buscando la manera menos peor de decir las cosas.


            -¿Demostrar cómo? –Preguntó Draco alarmado- ¿quieres decir que realizaran pruebas en él?


            -Pues… veras…


            -¡Habla claro, por todos los cielos!


            -Mira, te mentiría si te dijera que no.


            Draco solo cerró los ojos mientras Harry se apresuraba a hablar.


            -¡Pero no lo lastimarán!


            -¿Y cómo lo sabes? –Espetó Draco furioso- ¿acaso ya sabes lo que le van a hacer?


            -Pues no –respondió Harry con voz baja.


            -Entonces no hables de lo que no sabes –dijo Draco entre dientes.


            -El ministro nunca dejaría solo a tu hijo con esa manada de imbéciles, sabe de lo que es capaz esa mujer, por eso ha puesto a alguien que sabrá defenderlo cuando se requiera y calmarlo cuando llore, no estará solito, créeme; ella lo cuidará como a uno más de sus hijos.


            -¿Ella?


            -Si, el ministro le dio la custodia temporal de Harry a Molly Weasley; créeme, primero le arranca un brazo a Umbridge antes de  dejar que siquiera le toque un pelo a Harry –dijo el moreno con una sonrisa tranquilizadora.


            Draco suspiro con desaliento; pues aunque eso sonaba mejor, no quitaba casi nada el pánico que sentía al pensar en su hijo tan lejos de él en manos de quien sabe quien, haciéndole quien sabe que cosas.


            -Y como estamos seguros que Harry no tiene nada malo, también servirá como prueba en tu juicio –dijo el moreno al verlo quedarse callado.


            -Mi juicio me importa una mierda… no quiero que le hagan daño –musito Draco sobre la pequeña cabecita.


            -El Wizengamot está reuniendo en este momento al equipo de especialistas que se encargaran del caso, vendrán en… una hora aproximadamente –dijo Harry viendo su reloj.      


            Preocupado de que Draco pudiese hacer una tontería, Harry le puso una mano en el hombro.


            -Draco, confía en Molly, ella es miembro de La Orden del Fénix y se ha encargado de criar a siete hijos, es muy buena persona ¿Quién mejor que ella para cuidar a tu bebé?... además solo será un mes, no para siempre como pretendía la estúpida de Umbridge.


            Draco no respondió, solo negó con la cabeza mientras exhalaba un profundo suspiro.


            -Mira, también servirá para que él no tenga problemas legales en el futuro, tú mismo lo dijiste, él es un niño muy fuerte y valiente.


            -Solo es un bebé, Potter… además odio que vuelvas mis palabras en mi contra y lo sabes ¿Cuántas veces deberé decírtelo? –exclamó Draco ceñudo.


            -Si, pero eso no quita que este pequeño diablillo sea muy fuerte –dijo Harry acariciando las hebras castañas- todo saldrá bien, ya lo veras.


            Antes de que alguno pudiera decir otra cosa, unos toquidos en la puerta se dejaron escuchar; Harry se levantó a abrir encontrándose con un rostro muy familiar.


            -Hola Harry –saludó Molly sonriendo nerviosamente.


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            Cuando Molly entró a la habitación, sus ojos se dirigieron inmediatamente a la cama y a Draco Malfoy, quien fulminándola con la mirada cubrió más con la mantita color azul y estampado de dragoncitos amarillos al pequeño Harry.


            -Hola –saludó al rubio, quien simplemente giró el rostro.


            -Molly, que bueno que llegó –dijo Harry invitándola a tomar asiento en el sofá- supongo que el ministro ya la habrá puesto al tanto.


            -Remus ya nos había dicho la mayor parte, pero el ministro me puso al tanto de lo demás y es un placer y un deber para mi ayudar.


            -Se lo agradezco mucho, aunque… -añadió Harry algo titubeante mirando hacia Draco, por lo cual Molly decidió ponerse manos a la obra.


            -Hola Malfoy, aunque preferiría llamarte Draco, ¿puedo? –dijo levantándose y acercándose a la cama.


            -Ya lo está haciendo ¿no? –replicó Draco sin siquiera mirarla.


            -Draco, no seas grosero; Molly no es el enemigo –exclamó Harry.


            Draco siguió con el rostro mirando al lado contrario apretando los labios; él sabia que esa mujer no era su enemigo pero cada célula de su ser se negaba a separarse de su hijo.


            -Tu pequeño ha pasado por cosas muy difíciles ¿verdad? –Dijo Molly suavemente- puedo darme cuenta de que es un niño muy especial.


            ¡Ah, la psicología barata de esa mujer era como para darse de topes contra la pared!... bueno, no entregaría a su hijo ni a ella ni a nadie, por lo que el Wizengamot entero, el ministro y la misma Umbridge podrían ir y besarle su muy digno trasero… un trasero prisionero, si, pero muy digno al fin; no tenia varita pero lo defendería con uñas y dientes si era necesario.


            -No seas egoísta Malfoy –dijo de pronto Molly con voz severa haciendo que Harry la mirara sorprendido al igual que Draco, quien por fin se dignaba mirarla.


            -¿Cómo dice?


            -Sé solo lo que me contó Remus y el ministro, pero la realidad de las cosas solo la sabes tú; puedo darme cuenta de que amas a este bebé más que a tu vida misma y que por eso deseas protegerlo… yo mejor que nadie entiende ese sentimiento porque soy madre y he tenido la fortuna de sentir a mis hijos crecer dentro de mi… lo sé, en verdad lo sé…. Por eso sé lo hermoso que es verlos crecer… -añadió Molly suavizando la voz y sonriéndole tiernamente- hay una posibilidad de que salgas libre, no hagas nada que pueda echar a perder eso; así como tú necesitas a tu bebé, él te necesita a ti… si tanto te preocupa su futuro ¿Quién mejor que tu para ocuparse de ese futuro?... Draco, usa la astucia tan característica de los Malfoy, es ahora cuando más la necesitas.


            -¿Astucia de los Malfoy? –Repitió Draco sonriendo amargamente- nada de eso me interesa ya.


            -Pues tendrá que interesarte, todos están esperando que cometas el mas mínimo error ¿no te das cuenta?


            Draco suspiró con desaliento, lo que esa mujer decía tenía mucho sentido ¿pero qué posibilidades tenía el  sentido común de ganarle a ese sentimiento feroz y salvaje de protección?


            -Yo… yo no soy como antes, como lo fue mi padre –dijo Draco mirando un punto indefinido.


            -Pero eres un Malfoy ¿no?… en el buen sentido de la palabra –añadió Molly con una sonrisa.


            -¿Acaso lo hay? –preguntó Draco correspondiendo débilmente a la sonrisa.


            -Tiene que haberlo.


            Draco volvió  a quedar en silencio mientras hundía du rostro en la mantita azul; si ya sentía que se le desgarraba el alma al tener que darle su bebé a esa buena mujer, porque aunque siempre le tuvo repelús a todos los Weasley incluyéndola a ella, eso no quitaba que fueran buenas personas… ¿Qué sería entonces cuando fuera el momento de dárselo a esa manada de lobos hambrientos de Umbridge?


            -Yo lo cuidare muy bien –dijo Molly poniéndole una mano en su brazo- como si fuera uno más de mis hijos.


            Draco se giró acostándose  y dándoles la espalda ocultando a la vista de  aquellos dos, al pequeño Harry.


            Harry y Molly se miraron algo desconcertados al ver a Draco quedarse en absoluto silencio; los minutos transcurrían rápidos y silenciosos con Molly y Harry sentados en el sofá viendo a Draco dormir…. Pero Draco no dormía, el vivía los últimos minutos con su hijo como si fuesen los últimos, porque aunque nadie lo había dicho, esos podrían ser últimos momentos juntos; Si el Wizengamont lo encontraba culpable, iría directo a Azkaban sin poder despedirse de él.


            Con su mano posada en el cuerpecito, sentía el suave respirar de Harry; cerró los ojos aspirando su aroma, respirando a su hijo… grabando a fuego en su memoria el olor de su pequeño bebé.


            Sonrió al verlo comenzar a succionar como si estuviese con  su biberón, entonces los ojitos dormidos comenzaron a abrirse despacio mientras bostezaba perezosamente; Draco pensó que había dormido muy poco y comenzaría a llorar, pero en vez de eso, el pequeño Harry fijó sus ojos en los de Draco mientras su manita aferraba el dedo que su padre le había acercado; y los minutos siguieron transcurriendo con los curiosos ojos azules clavados en el rostro del rubio, así… sin más sonido que el de sus respiraciones y sin siquiera moverse.


            Casi diez minutos estuvieron mirándose mutuamente hasta que unos toquidos en la puerta interrumpieron el momento; cuando Harry la abrió, el arrogante rostro de Dolores Umbridge apareció ante él con dos hombres atrás de ella.


            -Buenas tardes –saludo con voz chillona- vengo por el espécimen clasificado como Z 421.


            Harry parpadeó no sabiendo si reír o enfadarse, por lo que opto por darle un portazo en la nariz diciendo:


            -Espere.


            Cuando hubo cerrado la puerta, se volvió a Draco viendo a Molly ya a un lado de la cama; Draco se enderezó con su bebé en los brazos viendo a la pelirroja.


            -No sé si ya lo sepa, pero se llama Harry –dijo Draco.


            -No lo sabía –respondió Molly sonriendo al tiempo que extendía los brazos.


            Draco depositó en ellos a su hijo al cual Molly miró maravillada.


            -¡Es hermoso!


            -Pues claro, es mi hijo –dijo Draco presuntuosamente.


            -¡Exijo que me dejen pasar! –gritó Umbridge manoteando en la puerta.


            Harry miró a Draco, quien simplemente se alzo de hombros, por lo que procedió a dejar pasar a la molesta mujer.


            -¡Si pretenden salir con alguna extraña jugarreta, les juro que se van a arrepentir! –exclamó Umbridge  con el rostro enrojecido.


            -Cállese –dijo Molly ceñuda- parece Banshee mal cogida pegando semejantes gritos.


            Harry abrió la boca sorprendido al oír a Molly Weasley, Ya que nunca en todos los años de conocerla, la había oído expresarse así, y por lo que se vio, a Umbridge le pasó lo mismo.


            -Bien… -exclamó la desagradable mujer recuperando la compostura- como dije antes, vengo a llevarme al espécimen Z 421.


            -Pues yo solo veo al espécimen X tie –dijo Draco tranquilamente- “X” porque es usted más simple que la nada, “t” por tarada, “i” de imbécil y “e” por estúpida, aunque creo que usted no clasificaría ni siquiera como un espécimen raro, sino mas bien en uno feo y su lugar seria en el estante mas olvidado de Borgin and burkes.


            Dolores Umbridge solo atinó a cerrar la boca antes de intentar regular su respiración que cada vez se tornaba más rápida.


            -Tú… -dijo al fin hablando con cierta dificultad- no estarás tan sonriente cuando el Wizengamot te  vuelva a condenar a Azkaban, o mejor aún, al beso del dementor;  y seria una verdadera lástima, porque así ya no veras la jaula en la que vivirá tu pequeño engendro.


            -Suficiente –exclamó Harry.


            -Tranquilo Potter, no hay necesidad de que me defiendas de esta… señora –dijo Draco mirándola despectivo- que lo único que puede hacer es ladrar como la perra que es.


            -Tal vez yo sea una perra… -respondió petulante Umbridge- pero nunca fui la perra del que no debe ser nombrado como lo fuiste tú para poder engendrar a este pequeño monstruo.


            Draco abrió la boca entre sorprendido, indignado y furioso, pero no tuvo tiempo de decir nada, pues Harry ya estaba empujándola fuera de la habitación.


            -¡Largo de aquí, ya no tiene nada que hacer en este lugar!


            -¡Momento, que no me iré sin la criatura esa! –espetó Dolores negándose a salir a pesar de los empujones.


            -Ya llevo yo al pequeño –exclamó Molly saliendo de la habitación.


            -¡Pero tiene que entregármelo a mí! –respondió la mujer tras ella.


            -Usted no pondrá un solo dedo en este niño –dijo Molly dándose vuelta y encarándola- de eso me encargo yo.


            -¡Pero…!


            -¡Yo tengo su custodia legal y si tiene algún problema con eso, vaya y reclámele al ministro, mientras tanto deje de fregar, por todos los cielos!


            La puerta se cerró alejando el parloteo de las dos mujeres hasta perderse por completo; entonces Harry se volteó para mirar a Draco, quien se encontraba con los puños cerrados con fuerza al tiempo que respiraba rápidamente.


            -Draco ¿estás bien? –Preguntó Harry acercándose a la cama sin obtener respuesta, por lo que volvió a insistir- Draco, oye…


            -¿¡Cómo demonios quieres que este bien?! –Exclamó Draco haciendo a Harry dar un respingo- ¡acaban de llevarse a mi hijo para hacerle quien sabe que cosas! ¿¡Y tú me preguntas si estoy bien?!... ¡deja de hacer preguntas tan estúpidas, Potter!


            Hubiese sido mentira si Harry no reconocía que las palabras y el tono de Draco no le enojaron y dolieron al mismo tiempo, pero también sabía que Draco decía eso por el profundo dolor que lo embargaba.


            El señor Jackson, quien había entrado hacía rato al oír los gritos, se había quedado callado al ver la escena de aquellos dos.


            -¡Esperaba un poco mas de cordura, por Salazar! –Exclamó Draco bajándose de la cama y dirigiéndose al baño- ¡pero no, tenias que salir con tus preguntas idiotas!


            Harry solo apretó los labios mientras veía a Draco cerrar el baño con un fuerte portazo y mirando después al señor Jackson, exhalo un profundo suspiro mientras se dejaba caer en el sofá.


            Draco mientras tanto recargaba las manos en el lavabo al tiempo que cerraba los ojos… sabia que lo que acababa de hacer no estaba bien, que Harry se preocupaba en serio por ellos dos y que tenia la mejor de las intenciones; se sentía culpable, pero no había podido evitar gritarle, era eso o romperse a llorar.


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            Conforme Molly seguía por los pasillos a los dos hombres que acompañaban a Umbridge, quien continuaba vociferando atrás de ella, vio al bebé que sostenía en sus brazos y se encontró con unos hermosos ojitos azules de un color tan intenso como dos joyas preciosas que resaltaban con su piel tan blanca que la miraban curiosos; el nudo que sentía en el estomago por el coraje que le hizo pasar aquella mujer, fue desvaneciéndose conforme miraba el tierno rostro que no dejaba de observarla con sumo interés.


            La matriarca de los Weasley sonrió con dulzura mientras decía:


            -Hola Harry… yo soy Molly y me da mucho gusto conocer a un nene tan lindo como tú.


            Umbridge rodo los ojos y resopló con hastío al escuchar a la pelirroja hablar con el bebé.


            Por orden expresa del ministro, la observación del bebé no podía llevarse a cabo fuera del hospital, por lo que simplemente se dirigieron a otro piso en San Mungo; cuando llegaron a la sala reservada para eso, Molly no pudo evitar un gesto despectivo al ver a diez aurores custodiando el lugar como si ese pequeño bebé fuese a levantarse en cualquier momento convertido en el mismísimo Lord Voldemort.


            El primer paso fue desnudar  al bebé para un examen general, por lo que sin más remedio tuvo que entregar al pequeño Harry a otra mujer llamada Cindy Hedges, la cual siendo medipediatra, le sonrió de forma tranquilizadora; algo que por cierto no tranquilizo en mucho a Molly.


            Con total autorización para estar presente en todos los procedimientos, Molly vio como lo pesaban, lo median, le tomaban placas y fotografías; lo malo fue cuando tuvieron que pincharle un talón para extraer una muestra de sangre haciéndolo llorar.


            -Ya mi amor, ya pasó… -susurró ella acariciándole la cabecita en tanto Umbridge, quien por cierto tenía la misma autorización que Molly para estar presente exclamó con su típica voz chillona:


            -¿Eso es todo lo que van a extraer?... ¿unas cuantas gotas?... debían de aprovechar y sacar toda la sangre que necesiten, el ministro dio plena autorización para que el espécimen Z 421 sea plenamente analizado.


            Las diez personas que conformaban el equipo, del que por cierto ninguno era del Departamento de Divisiones de Regulación y Control de Criaturas Mágicas a pesar del tremendo berrinche de Michael Keller y de la misma Dolores, puesto que a todos los había elegido el Wizengamot, le lanzaron miradas asesinas, puesto que lo que más odia un profesional es que le digan cómo hacer su trabajo; por lo que simplemente la ignoraron causando más enojo en la fastidiosa mujer.


            Contando con el expediente dado por el señor Jackson, el cual incluía el historial médico de Draco, hasta el examen que le hizo al bebé, el jefe de la unidad comenzó a hacer sus propias anotaciones.


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            Harry despertó sobresaltado al oír gritos y palabrotas, por lo que se levantó de un salto del sofá en el que se había quedado dormido viendo a Draco ser sometido en el suelo por los dos aurores que estaban de guardia.


            -¡Suel… suéltame, maldito… hijo de puta! –exclamó Draco aplastado de cara en el suelo mientras el auror le torcía dolorosamente el brazo en la espalda.


            -¡Cállate mortífago de mierda! –dijo el auror mientras le ponía unas esposas.


            -¿¡Que rayos pasa!? –exclamó Harry.


            -Pasa que el mortífago quiso escapar mientras tú dormías –respondió Lance Boss de forma incisiva.


            -¡No pretendía escapar! –Jadeó Draco- ¡solo… solo quería ir a ver a mi hijo!


            -Si, como no…


            -¿¡Podría quitárseme de encima?!.... ¡siento que me saca las entrañas!


            -¡Levántate, lo estas aplastando! –dijo Harry quitando bruscamente a Lance- ¿¡que no ves que tuvo una cirugía mayor?!


            -Eso fue hace un mes, Potter –respondió Lance levantando a Draco jalándolo de los brazos- tenemos orden explicita de trasladarlo a Azkaban ante cualquier intento de fuga.


            -¡Que no iba a fugarme, quiero ver a mi hijo! –dijo Draco sintiendo que le arrancaban los brazos- ¡Harry, tengo que verlo, necesito comprobar que este bien!


            -Lance, tú sabes que se llevaron a su bebé, solo quería verlo –dijo Harry intentando persuadir a su compañero.


            -¿¡Y tú le crees, Harry?!... ¡ha asesinado docenas de personas! ¿¡Acaso crees que le interesa más un simple bebé?!


            -¡No es un simple bebé, pedazo de idiota, es mi hijo! –exclamó Draco forcejeando.


            -Draco, ya no pelees, solo empeoras las cosas –dijo Harry exasperado.


            -¡Pues que me suelte entonces!


            -No me des ordenes, bastardo –dijo Lance torciéndole un brazo.


            -¡Ayyy!


            -¡Basta! –dijo Harry empujando al auror.


            -¡¿Te atreves a interferir!?


            -Estas haciendo uso excesivo de la fuerza –dijo Harry interponiéndose entre él y Draco al ver el nuevo intento de Lance de ponerle la mano encima.


            -¡Yo no…!


            -¿Qué pasa aquí? –interrumpió Remus quien llegaba en ese momento acompañado de Sirius.


            -Señor… -dijo Lance mirando venenosamente a Harry y a Draco- el mortífago quiso escapar.


            -Si claro, vestido con ropa de hospital y armado con un biberón –exclamó Draco irónico- que bueno que me viste antes de que te atacara con chorros de leche, hubieses podido morir ahogado.


            -Ingenioso plan, Malfoy –dijo Sirius sonriendo- con suerte Lance es intolerante a la lactosa y le provocas una buena diarrea.


            -Malfoy salió de la habitación con actitud agresiva –intervino Joe Rowley, el otro auror.


            -¡Ay por Merlín! –Exclamó Draco exasperado- ¡solo tenía prisa por ver a mi hijo, necesito verlo! ¿¡Que no lo pueden entender?!


            -Se lo llevaron apenas hace dos horas Malfoy –dijo Joe- no me vengas con que te angustia no tenerlo a la vista.


            -¡Maldito auror de mierda, hijo bastardo de tu puta madre, suéltame! –gritó Draco revolviéndose ante el nuevo agarre de Lance.


            -Dije que tenemos ordenes de trasladarlo inmediatamente a Azkaban si…


            -Sé cuáles son las ordenes –interrumpió Remus amablemente- tu tranquilo, yo me hago cargo.


            -¿Cómo dice?


            -Suéltalo, continua la vigilancia aquí afuera, yo me hago cargo.


            Lance y Joe miraron incrédulos a Remus por unos instantes hasta comprender que hablaba en serio, por lo que apretando los labios y mascullando un “si señor” Lance le quitó las esposas.


            -Pero señor Remus… -exclamó Draco suplicante agarrándolo de la solapa- por favor, solo un momento…


            Con gran pesar Remus le tomo la mano con la que lo sujetaba diciendo:


            -Lo lamento Hijo, no se puede.


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