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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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Notas del capitulo:

Hola a todos y todas, los que solo quieran saber sobre el fic pueden pasar directamente a leer, ya que antes tengo que decir unas cositas a aquellas personas que a través de mis historias me conocen un poco y saben porque me aleje por tanto tiempo.

 

Los que saben porque me alejé, déjenme decirles que estoy mejor, de hecho se los dije a quienes me dejaron un review y hasta ahora pude responder; como dije, estoy mucho mejor, al menos ya puedo escribir de nuevo y ¿saben que fue lo que descubrí?... bueno, ya lo sabía, ya sabía que este mal aqueja a muchísimas personas, pero el que algunas de ustedes lo hayan compartido conmigo las hace muy valientes; y es que la verdad habémos muchos depresivos que actuamos en “piloto automático”… y así vamos “viviendo” por mucho tiempo… ¿saben?... es muy duro vivir así, es muy duro soportar la vida cuando no debería ser así, pero desafortunadamente así pasa; yo no puedo, así como muchos de ustedes, cantar victoria aun, ya que esta es una lucha que se libra diariamente, somos lo que yo he denominado “Guerreros de vidrio”… por fuera somos de acero, pero nos rompemos con cualquier golpe… y hemos de comenzar la ardua tarea de recoger nuestros pedacitos uno por uno… la titánica tarea de pegarlos de nuevo con la certeza que se nos ha escapado algún cachito que ya no volveremos a encontrar; y después volver a salir, volver a dar la cara al mundo… guerreros a fin de cuenta.

 

No es que no sepamos que hay gente que nos quiere, no es que ignoremos que la vida tiene muchas cosas bellas… es solo que no podemos sentirlas… o  no sé, tal vez sentimos de mas, que se yo; lo que sí sé con certeza es que cada día es un triunfo y que intento aferrarme con uñas y dientes al bienestar conseguido con tanto trabajo…

 

Al leer que muchas personas que leen lo que surge de mi cabeza loca están pasando por las mismas no me consuela, pero si me hace identificarme con ustedes, así que me esforzare el doble para cada día recomponer los cristales rotos del alma, así como muchas y muchos de ustedes lo hacen.

 

Este mundo de fantasía creado por muchas historias surgidas del corazón y de la imaginación es tan liberador… es tan mágico que me ayuda, no a evadir mi vida, pero si a hacerla más alegre, ¿saben por qué? Porque con sus historias tan magnificas me arrancan risas y sueños (y pensamientos cochinos, seeeeee) y eso es lindo, eso adereza lo demás que regala la vida, como son la familia y tantas cosas bellas, porque a través de esto me han permitido conocerlos a ustedes, aunque de lejos pero aun así compartimos muchos sueños, que espero duren todavía mucho tiempo más.

 

En mis 37 años de vida esta lucha la libro desde que tengo memoria y no puedo imaginar cuantos de ustedes sufren en silencio… animo, la vida es corta, esforcémonos es disfrutarla ahora que aun tenemos tiempo.

 

Gracias.

 

 

 

Y por ultimo, tuve que usar todo un espacio de capitulo para esto porque al subirlo, todo se amontonaba espantoso, asi que sin mas los invito a pasar al siguiente capitulo para comenzar.

 

¡¡feliz lectura!!!

 

 

 

 

 

 

            Cuando Draco despertó, lo primero que sintió fue un brazo y una pierna encima; miró hacia un lado y vio a Harry profundamente dormido casi sobre él; sonrió al tener su rostro tan cerca y sin quererlo, la noche que vivieron llegó a su memoria haciéndolo ampliar mas la sonrisa ¿Quién se imaginaría que Harry Potter cogería tan bien?.. .que ese chico tan ñoño iba a ser tan jodidamente bueno en la cama… pero ese pensamiento de repente lo puso serio… ¿con cuántos había estado encamado para llegar a ser así?

 

            Suspiró pateando mentalmente ese feo sentimiento desolador para mejor mirar el reloj que estaba en la pared viendo que ya eran las 6:30 am; volvió a mirar a Harry, quien con un suave ronquido descansaba en su hombro y volvió a sonreír pensando en que si el moreno a pesar de tener tantas opciones, había elegido estar con él, por algo debía ser.

 

            -Como sea, es hora de moverse –pensó Draco con pesar quitándose de encima a Harry cuidando de no despertarlo- ¡diablos!... –susurró al sentir una punzada en salva sea la parte.

 

            Buscó con la vista sus pantuflas encontrando las gafas de Harry en el suelo, las levantó sonriendo otra vez y se calzó sus pantuflas, por lo que sin más se dirigió al baño; cuando cerró la puerta se dirigió rápidamente al excusado pues tenía ganas de orinar; cuando terminó y jaló la palanca, fue hacia la tina abriendo la manija.

 

            -Un buen baño me caerá muy bien  -pensó mientras buscaba con la vista las botellitas de jabón líquido.

 

            Y mientras esperaba que la tina se llenara, caminó hasta el espejo, en el que nada mas al verse se quedó pasmado.

 

            -¿¡Pero qué…?! –Balbuceó al ver su cuello y pecho con muchos chupetones que le dieron la impresión de ser una jirafa humana; rápidamente se miró entre las piernas encontrando con horror el mismo espectáculo- ¡no la jodas! –murmuró tratando de verse la espalda en el espejo alcanzando a ver más chupetones en sus hombros.

 

            -Creo que me acosté con una maldita sanguijuela.

 

            Refunfuñando siguió revisándose hasta que la tina estuvo llena, por lo que procedió a meterse en ella checando primero que la temperatura estuviera en su punto metiendo una mano en el agua; solo que al enderezarse, unas manos en su cintura lo hicieron pegar un brinco.

 

            -Yo también necesito un baño… -susurró Harry pegándosele a la espalda.

 

            -¡Con un carajo Harry, me espantaste!

 

            -Así tendrás la conciencia –dijo Harry rodeándole el torso con los brazos.

 

            -Óyeme ¿ya viste como me dejaste? –exclamó Draco ceñudo deshaciéndose del abrazo y girándose para mostrarle el cuello y los hombros- ¿Qué tienes en la boca, una maldita bomba de succión?

 

            -No te enojes que te haces viejo.

 

            -No es gracioso ¿no crees que es suficiente con las manchas de mi cara?... de por si estoy horrible.

 

            -¿Otra vez con eso? –dijo Harry sintiendo una punzada de tristeza mientras le tomaba el rostro con ambas manos.

 

            -De por si soy raro.

 

            -Tú no eres raro –respondió Harry acariciándole una mejilla con su pulgar.

 

            -Deja mis manchas en paz –masculló Draco girando el rostro.

 

            -Draco…

 

            -Mira, no quiero discutir ¿no que querías bañarte? –exclamó Draco metiendo una pierna al agua.

 

            Ya sin decir nada, Harry espero a que él se metiera primero.

 

            -¡Oh rayos! –se quejó Draco al sentarse.

 

            -¿Te duele?

 

            -Algo… -respondió Draco haciendo gestos.

 

            -Deja que me siente yo primero, así no te molestara tanto –dijo Harry metiéndose a la tina.

 

            Draco esperó en silencio a que Harry se sentara en la tina para después sentarse en sus piernas.

 

            -¿Mejor? –preguntó Harry abrazándolo bajo el agua.

 

            -Ajá.

 

            Un silencio incómodo se estableció entre ellos hasta que Harry decidió romperlo.

 

            -Lo siento, no creí que te molestaran tanto esas marcas.

 

            -No importa… -respondió Draco sintiéndose avergonzado de haber montado todo un drama- la verdad es que se sentía muy rico cuando me los hacías.

 

            Harry sonrió comenzando a besarle el cuello mientras decía:

 

            -Pues tú dirás…

 

            Draco ladeo la cabeza sintiendo con delicia como la boca de  Harry le lamia detrás de la oreja mientras su mano bajaba para tomarle el pene.

 

            -¿Quieres que te lo ponga duro? –añadió comenzando a friccionarlo.

 

            -Pues mientras tú no te pongas así, está bien… -respondió Draco dejándose besuquear.

 

            -Eso es imposible cuando te tengo sentado encima.

 

            -Te advierto que no te voy a dar el mañanero, Potter…

 

            -Bueno, tu culo no ¿pero qué tal tu boca? –susurró Harry en su oreja masturbándolo cada vez más fuerte y rápido.

 

            -¡Ah! –jadeó Draco tensando los muslos ante su creciente excitación sujetándose con las manos de los bordes de la tina.

 

            Al verlo cada vez mas excitado, Harry disminuyó el ritmo de su mano para deslizarla por sus testículos, los cuales comenzó a masajear mientas su otra mano le pellizcaba los pezones; no tardo en tener a Draco derritiéndose y temblando en sus brazos deseando cada vez mas.

 

            -Si… así… Ha-Harry… -jadeó ya cada vez mas acostado en Harry, quien divertido veía como solo su cabeza asomaba por el agua, por lo que tomándolo debajo de las axilas lo jaló de nuevo hacia sí.

 

            Si Draco hubiese sido masa, Harry hubiese podido hacer cualquier pan con él pues el rubio estaba totalmente rendido ante las caricias que estaba recibiendo; no tardo en correrse en la mano de Harry, quien en ningún momento dejo de masturbarlo y solo se detuvo hasta que lo tuvo todo laxo entre sus brazos.

 

            -mmm… -gimió Draco con los ojos cerrados recargado en el pecho de Harry- eso estuvo bueno…

 

            -Me alegro.

 

            Un silencio tranquilo se hizo por unos momentos en los que Draco descansaba, hasta que abrió los ojos diciendo:

 

            -Siéntate en el borde de la tina.

 

            -¿Para qué?

 

            -¿Cómo que para qué?... ¿no que querías una mamada?

 

            -No si estas cansado –dijo Harry alzándose de hombros- no importa.

 

            -Tú dirás que no, pero lo que está bajo mi trasero dice a todas luces lo contrario.

 

            Sonriendo travieso, Harry se levantó sintiendo al instante el frio sobre su piel mojada, detalle que olvidó al instante de ver a Draco acercarse a él; por lo que sin más se sentó al borde de la tina abriendo las piernas para darle espacio.

 

            Draco vio el pene de Harry ya con tremenda excitación, por lo que sin más lo tomó y lo metió a su boca haciendo que Harry cerrara los ojos complacido.

 

            El rubio se lanzó a chupársela rápido y fuerte deteniéndose en instantes para juguetear con su lengua sobre el hoyuelo provocando que Harry comenzara a jadear mientras se sujetaba de los bordes de la tina con las manos para poder mover su cadera en un suave vaivén en la boca de Draco.

 

            -Si… oh ssssi… chúpalo más fuerte… -gimió Harry viendo como la cabeza rubia se movía entre sus piernas.

 

            Draco obedeció logrando que Harry se corriera con un gran gemido llenándole la boca de su caliente semen.

 

            -¡Ah!... ¡joder Draco!... ¡Mgh!...

 

            Draco siguió chupando hasta que los espasmos post orgásmicos de Harry cesaron en su totalidad; entonces el moreno se sentó de nuevo dentro de la tina siendo recibido por los brazos del rubio, en el cual recostó su mejilla sobre su hombro.

 

            Draco lo dejó reposar sobre él un buen rato sin dejar de acariciarle la espalda y el cabello tiernamente; Harry había cerrado los ojos dejándose llevar por las suaves caricias hasta que Draco dijo:

 

            -No soy tu recargadera Potter, así que mueve el culo que ya es tarde.

 

            -Que fea manera de romper el romance –dijo Harry alzando la cabeza.

 

            -Pues no hay tiempo para romancear –exclamo Draco separándose de él para tomar el shampoo y comenzar a lavarse el cabello para después pasárselo a Harry.

 

            Diez minutos después y envuelto en una gran toalla, Draco sacaba ropa limpia del armario mientras Harry se ponía la del día anterior.

 

            -Date prisa para qué  desayunes –dijo Harry viendo aparecer una charola con alimentos sobre la mesita.

 

            -No tengo hambre –respondió Draco comenzando a vestirse.

 

            -No empieces Draco –dijo Harry mientras se ponía los calcetines.

 

            -No empiezo, es solo que… -unos toques en la puerta interrumpieron a Draco, por lo que colocándose los zapatos, Harry fue a abrir.

 

            -Buenos días Remus.

 

            -Hola chicos, vengo por los recuerdos, debo llevarlos con el jurista para que los avale antes del juicio.

 

            -¿Por qué hasta ahora y no antes? –preguntó Draco mientras se ponía rápidamente una camiseta dándoles la espalda y evitar que Remus viera sus marcas amorosas.

 

            -Es para evitar algún truco,  les aplicaran hechizos reveladores para descubrir si están amañados.

 

            -Ya veo.

 

            -Draco, vendré por ti a las 9:00 am, el juicio comienza a las 9:30 am.

 

            -Sí.

 

            -Harry, me temo que yo no podre intervenir para nada en su defensa más que en lo que el Wizengamot me pida testimonio.

 

            -Lo sé Remus, yo tampoco puedo intervenir, Draco se representará a sí mismo y tanto él como el fiscal pueden llamarnos para testificar, nada más.

 

            -Bien, me voy entonces, firma aquí –dijo Remus dándole una tabla con un pergamino, en el que hacia constancia de la entrega y en el cual Remus firmo de recibido; después salió de ahí con dos aurores mas custodiando la entrega.

 

            Cuando Harry se dio la vuelta, vio a Draco subirse los pantalones y luego volver a sentarse para ponerse calcetines; el rubio no decía nada pero Harry imaginó que debía comenzar a sentirse muy nervioso.

 

            -Dilo ya –dijo de pronto Draco sin dejar de hacer lo que estaba haciendo.

 

            -¿Cómo?

 

            -Tu mirada es muy pesada, sé que me estás viendo.

 

            -Ah… lo siento, es solo que… -titubeó Harry metiéndose las manos en los bolsillos- Draco, aunque tienes todo nuestro apoyo sabes que prácticamente estarás solo allá ¿verdad?

 

            -Claro que lo sé –dijo Draco poniéndose de pie para quitar la toalla húmeda de la cama y arrojarla al cesto de ropa sucia del baño- no tengo abogado… -añadió regresando- ni ningún tipo de asistencia legal tal como le corresponde a cualquier reo, ellos lo saben, saben que nadie quiso representarme y están felices por ello; prácticamente dan por hecho que mis huesos ya están en Azkaban y cómo piensan que soy culpable ven el juicio solo como una reafirmación.

 

            -Si necesitas mi testimonio para lo que sea, llámame –dijo Harry caminando hasta él y poniéndole las manos en los hombros.

 

            -Espero no tener que hacerlo, mientras menos involucrado estés, será mejor, sería muy sospechosa tanta colaboración de tu parte.

 

            -Sabes que terminaras llamándome, hay cosas que solo yo puedo decir, además solo estaré diciendo la verdad.

 

            -Si… gracias, oye Harry –dijo Draco después de unos momentos- hay que hacer algo con estas marcas, no puedo presentarme con estos chupetones en el cuello, aplícame un hechizo Glamour.

 

            -Rayos, no puedo Draco, cualquier hechizo te hace mal –respondió Harry soltándolo y viendo que había en la charola para desayunar.

 

            Draco abrió la boca sorprendido unos segundos antes de exclamar:

 

            -¡¿Y luego?!... no pretenderás que salga de aquí con estas marcas en mi cuello ¿o sí?

 

            -No, claro que no –dijo Harry acomodando los platos en la mesa-  pero no se te puede aplicar ningún hechizo.

 

            -¡Es que eso no puede ser! ¿¡Acaso no me has aplicado ni siquiera uno chiquito?!

 

            -mmm… sí, creo que si –respondió Harry haciendo memoria- estabas mojado por la lluvia.

 

            -Ahí lo vez, no me hará ningún daño, aplícame un Glamour entonces.

 

            -Cuando te apliqué el hechizo, el señor Jackson ya me había explicado porque ese no te hacía daño.

 

            -No entiendo.

 

            -Ese era un hechizo simple y superficial, solo era secar tu ropa, pero un Glamour es otra cosa.

 

            -Sigo sin entender, un Glamour también es un hechizo muy sencillo.

 

            -Si pero permanece en tu piel, esa magia te cubriría, se impregna en ti y aunque sea un hechizo simple, de todos modos te enfermaría.

 

            En medio de la habitación, Draco vio como sin más, Harry se sentaba a la mesa y comenzaba a comer.

 

            -Préstame tu varita –dijo de pronto.

 

            -¿mmm?

 

            -Yo hare el hechizo, préstame tu varita.

 

            Harry observó la mano extendida de Draco y su semblante serio.

 

            -No te lanzare ningún Avada si es lo que te preocupa –exclamó Draco sintiendo su enfado ir en aumento.

 

            -Eso ya lo sé y no es por eso que no te la voy a prestar –respondió Harry haciendo acopio de paciencia al tiempo que dejaba en la mesa su vaso de jugo de naranja- lo más que haré será ponerle cuello alto a tu camiseta y nada más, y si ese es un estúpido pretexto para no sentarte  a desayunar, no me interesa; así que te calmas, te aplastas a comer y se acabó.

 

            Draco apretó los labios hasta convertirlos en una sola línea mirándole a  los ojos fijamente por unos segundos, hasta que sin decir nada y caminando muy dignamente, jaló la silla y se sentó.

 

            -Si es que voy a comer… -dijo después de unos minutos de incomodo silencio- es porque así lo decidí yo, no porque tú me lo hayas ordenado.

 

            Harry solo rodó los ojos discretamente y siguió comiendo; cuando terminaron de desayunar, el auror procedió a transformar la camiseta de Draco en una de cuello alto para después aplicarse el mismo un Glamour, después vio al rubio entrar al baño en el que tardó más de diez minutos.

 

            -Draco… -llamó tocando la puerta- ¿todo bien?

 

            -Si, solo estoy cepillándome los dientes.

 

            -Ah.

 

            Cinco minutos después, Draco salió mirando a Harry.

 

            -Harry.

 

            -¿Sí?

 

            -Lamento estar de un genio de perros, pero la verdad es que estoy un poco nervioso.

 

            Harry lo miró sentarse en la cama con el rostro más pálido de lo normal; entonces sonrió y caminó hasta él para levantarlo y envolverlo en sus brazos sin decir absolutamente nada.

 

            Draco cerró los ojos y suspiró al tiempo que recostaba la cabeza en el hombro de Harry negándose a pensar en otra cosa que no fuera el calor y seguridad que esos brazos le hacían sentir.

 

            -Será difícil pero tú puedes hacerlo –susurró Harry en su nuca- has logrado sobrevivir a esta guerra, puedes con esto Draco, yo creo en ti.

 

            Al escuchar estas palabras, Draco se sintió confortado al recordar que ya no estaba solo, que había alguien que lo quería sin importarle ni su pasado ni su futuro, y mucho menos su apellido.

 

            -En un rato mas, Remus vendrá por ti –dijo Harry separándose de él- debo ir a cambiarme de ropa, así parece que voy a una cita; pero como ya me bañé no tardaré mucho, aquí estaré para cuando vengan por ti.

 

            A pesar de sentirse descorazonado por la momentánea partida de Harry, Draco agradeció quedarse solo por un rato para ordenar el cúmulo de emociones que lo estaban embargando.

 

            La verdad es que nunca había estado en un juicio y la sola idea de enfrentar a cincuenta fulanos con aires de pureza hacia que su estomago hiciera piruetas; obligándose a ser sincero consigo mismo, reconoció con pesar que se moría de nervios y miedo, sin embargo también tenía claro que aunque las probabilidades fueran mínimas, había oportunidad de salir libre, algo que nunca esperó volver  a tener y que si debía luchar por su libertad, no era solo por el mismo, también era por alguien más que no tenía ninguna culpa de todo lo que el maldito mundo mágico tuviera en contra de los mortífagos y principalmente contra la familia Malfoy, así que si iba a defenderse, lo haría como gato panza arriba.

 

            -Vamos a pelear duro Harry… -susurró sacando la fotografía de su pequeño hijo y guardándosela en el bolsillo- y crecerás junto a mí y seremos una familia.

 

            Rato después tocaron a la puerta y apareció Remus acompañado de otros dos aurores; Draco se puso de pie al tiempo que extendía las manos para que Remus lo esposara; con Remus por delante, Draco en medio y los dos aurores detrás de él, recorrieron los desiertos pasillo de San Mungo desalojados solo para que pudieran pasar. Casi al llegar al punto de desaparición llegó Harry apresurado vistiendo unos jeans azules, camiseta verde y una chaqueta gastada.

 

            Alcanzó a ver a Draco y a guiñarle un ojo mientras le sonreía discreto y aunque Draco no le correspondió el gesto por obvias razones, internamente sintió alegría, y sin más fue tomado del codo por Remus y desapareció.

 

 

 

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            Supo que habían llegado al ministerio solo porque ahí se celebraban los juicios, pero realmente no tenía la menor idea de en qué parte se habían aparecido; él solo siguió en silencio a Remus, quien comenzó a caminar por pasillos y subir escaleras para llegar al departamento de misterios, pues estando las salas del tribunal ubicadas en el nivel 10, las más antiguas del ministerio, eran inaccesibles para el ascensor.

 

            Después de un largo recorrido y pasar por lo que parecían mazmorras, finalmente llegaron a una puerta de madera y hierro forjado.

 

            -Bueno, hemos llegado –dijo Remus quitándole las esposas- cuando entremos te conduciré a una silla que está en el centro de la sala, esta silla te sujetará automáticamente, así que no te asustes por eso.

 

            -Ajá… -respondió Draco sobándose las muñecas por puro reflejo mientras sentía la boca seca.

 

            -Solo habla cuando te lo indiquen, muchos miembros del Wizengamot son muy quisquillosos respecto a eso, es mejor no provocar.

 

            -Entiendo.

 

            -Tus recuerdos los tiene el jurista dentro de la sala, ya verificó que son auténticos y que no están alterados; estarán disponibles para cuando tu dispongas de ellos en el momento que quieras, lo mismo que la asistencia técnica como presentar papeleo y todo eso.

 

            -Bien.

 

            -Bueno, creo que eso es todo –dijo Remus.

 

            -eee… ¿y Harry? –Preguntó Draco un tanto titubeante y en un tono muy bajo para no ser escuchado por los otros aurores- ¿en dónde estará?

 

            -Llegará en cualquier momento –respondió Remus con aire tranquilizador.

 

            -Y… ¿usted? –preguntó Draco como no queriendo la cosa.

 

            -también estaré dentro de la sala.

 

            -Ah… y…mmm…

 

            -¿Sirius? –completó Remus sonriendo más sin poder evitarlo.

 

            -Aja.

 

            -El está ocupado con la seguridad de afuera, pero me dijo que en cuanto pudiera vendría a echarse una vuelta.

 

            -Claro.

 

            -Señor Lupin… -dijo una mujer abriendo la puerta desde dentro y asomándose.

 

            -Vamos –dijo Remus dándole el paso a Draco para que entrara por la puerta que había abierto la mujer.

 

            Una mazmorra más grande de lo normal, con gradas llenas de gente vestida con túnicas color ciruela con la letra “W” bordada en el pecho con hilos plateados y miradas adustas callaron al momento en que el chico rubio entró al lugar conducido por el auror que lo guió hasta la silla que había en medio de la sala en la cual lo sentaron siendo sujetado al instante por unas gruesas correas por ella.

 

            Aunque ya se lo había adelantado Remus, aquella medida de seguridad le pareció injusta, pues se le hacía muy incomodo tener que defenderse desde aquella posición, pero eso era algo por lo que no valía la pena gastar sus energías, por lo que a pesar de su nerviosismo comenzó a escudriñar el lugar.

 

            Frente a la silla en la que estaba sentado estaba sentado Balthasar Parrish, Presidente del Wizengamot, quien lo miraba fijamente desde su lugar en alto haciéndolo levantar la cara para mirarlo, un poco más abajo, estaba otro hombre, no tan viejo pero ya con el pelo entrecano que vestía una túnica gris oscuro que revisaba unos pergaminos en una mesa, y junto a él estaba la mujer que los llamó, ya sentada con una libreta en la mano y una pluma “a vuela pluma” lista para trabajar; y para terminar el cuadro de gente que estaba en el espacio bajo de la sala estaba otro hombre como de unos cuarenta años con túnica azul oscuro y corbata roja, que también hojeaba unos pergaminos; y atrás de todos ellos, pero frente a él, estaban todos esos hombres y mujeres que conformaban el Wizengamot.

 

            -Inicia la sesión del “pueblo contra Draco Lucius Malfoy Black” –dijo un hombre sentado junto al señor Parrish- preside la sesión el honorable presidente del Wizengamot, el señor Balthasar Parrish.

 

            -Señor Budchen –dijo el presidente- comience por favor.

 

            -Gracias, buenos días a todos –saludó el hombre de azul- Soy el fiscal Vladimir Budchen como muchos de ustedes ya saben y procederé a leer los cargos que se le imputan al señor Draco Lucius Malfoy Black.

 

            Sin necesidad de mirarlos, Draco podía sentir la mirada de todos clavadas en él mientras el fiscal leía los cargos.

 

            -El señor Draco Malfoy es un mortífago que trabajó bajo las órdenes del que no debía ser nombrado…

 

            Draco sonrió al oír al fiscal evitar a todas luces el nombre de Voldemort como si éste aun estuviese vivo y en acecho de todo aquel que pronunciara su nombre.

 

            -EL señor Malfoy fue responsable material de la invasión a Hogwarts, colegio de magia y hechicería dando por resultado el deceso de dieciocho personas, incluidos tanto aurores como estudiantes…

 

            Draco no pudo evitar sentir una ola de culpa al oír en número de muertos, pues al irse inmediatamente del castillo, no se había enterado de nada.

 

            -Se dio a la fuga del lugar en compañía de sus padres, el señor Lucius Malfoy y la señora Narcisa Black Malfoy y también en compañía del que no debía ser nombrado; trabajó bajo su mando durante el lapso de aproximadamente tres años y por último se le acusa también de conspiración contra la comunidad mágica al participar en un plan tenebroso que atenta contra la naturaleza humana y mágica al procrear una criatura utilizando magia oscura.

 

            Draco apretó los puños y dientes con fuerza al escuchar las últimas palabras mirando de forma asesina al fiscal, quien al parecer ya estaba curtido en ese tipo de “ojos”.

 

            -Señor Malfoy… -continuó el fiscal ya dirigiéndose a él directamente- usted hizo posible la invasión al colegio Hogwarts al reparar el armario evanescente burlando por primera vez en la historia del colegio, todas sus medidas de seguridad; con esto, usted dejó entrar al castillo a docenas de mortífagos, asesinos a sangre fría, a una escuela llena de estudiantes, llena de niños que confiaban en la seguridad de ese lugar y que no contaban con más protección que la de unos cuantos maestros, la mayoría de ellos habituados a dar clases, no batallas propias de un auror.

 

            -Pero…

 

            -Silencio señor Malfoy, aun no he terminado –indico el fiscal Budchen- ya tendrá la oportunidad de presentar sus argumentos.

 

            -Lo siento –masculló Draco entre dientes consciente de que debía mantener la calma.

 

            Harry entró silenciosamente colocándose a un lado de la puerta junto a Remus.

 

            -Once estudiantes fallecieron esa noche… -continuó el fiscal Budchen paseándose por toda la sala con paso lento y pausado como pretendiendo dar énfasis a sus palabras con su tranquilo deambular- once familias destrozadas por el asesinato vil y cruel de sus hijos, chicos con edades desde los trece a los diecisiete años que confiaban en la seguridad de su colegio, dos valientes profesores y cinco valientes aurores que dieron su vida por protegerlos… y usted señor Malfoy… -dijo ya parándose frente a él- traicionó la confianza de sus compañeros al preparar la entrada de esos asesinos, lo que lo hace responsable de todos y cada uno de esos asesinatos.

 

            Harry quería saltarle encima al tipo ese al escuchar sus argumentos, que aunque ciertamente decían la verdad, estaban enfocados en la persona equivocada.

 

            -Dígame, señor Malfoy –dijo Budchen plantado frente a él- tengo en mi mano un frasco con Veritaserum ¿va a negarse a tomarlo?

 

            -¿Por qué hace preguntas tan idiotas? –Respondió Draco enojado- sabe perfectamente que no puedo tomarlo.

 

            -Porque según usted es alérgico.

 

            -No soy alérgico.

 

            -¡Ah sí, lo olvidaba!... la magia oscura que hay en usted le impide recibir cualquier otro hechizo y también beber Veritaserum… que conveniente –exclamó Budchen jugueteando con la botellita en sus manos para después colocarla en la mesa en donde tenía todos sus papeles- bueno, no nos queda más que confiar en su palabra ¿cierto?

 

            -En mi palabra no, pero en las pruebas si –respondió Draco intentando pensar razonadamente y no gritarle hasta de que se iba a morir al tipejo como era su ferviente deseo.

 

            -Claro, claro –respondió Budchen en actitud condescendiente.

 

            -Tengo los análisis médicos  certificados por el medimago Andrew Jackson, medimago que el mismo ministro designo –respondió Draco.

 

            Frente a cada miembro del Wizengamot apareció una carpeta con los análisis de Draco, los cuales comenzaron a revisar de inmediato.

 

            -Independientemente si es magia oscura o no lo que me impide tomar el Veritaserum –continuó Draco escuchando el ruido de hojas al voltearse- no puedo tomarla sin sufrir graves complicaciones medicas.

 

            -Por lo que reitero, habrá que confiar en su palabra –concluyó el fiscal tomando otro pergamino de su mesa- dígame señor Malfoy ¿usted fue designado por el que no debía ser nombrado, para permitir la entrada de mortífagos al colegio?

 

            -Si, pero…

 

            -¿Y fue a usted quien se le ocurrió la brillante idea de reparar el armario evanescente?

 

            -Si, pero…

 

            -Una pregunta mas, señor Malfoy… -interrumpió Budchen- también tuvo otra misión aparte de permitir la invasión al colegio  ¿verdad?

 

            Draco se removió incomodo en su silla.

 

            -Le pregunté algo, señor Malfoy.

 

            -Responda la pregunta –dijo Balthasar Parrish desde lo alto.

 

            -Si, tuve otra misión –respondió secamente Draco.

 

            -¿Y puede decirnos cual era?

 

            Draco suspiró antes de responder.

 

            -Asesinar al profesor Albus Dumbledore.

 

            Un leve susurro, que se acalló de inmediato se dejó oír en la sala.

 

            -No lo logró, pero en sus vanos intentos casi mata a dos de sus compañeros tengo entendido –continuó el fiscal revisando sus notas- a Katie Bell quien toco un collar maldito, objeto que no debía penetrar al colegio, pero que usted logro introducirlo usando una imperdonable con la dueña del local “Las Tres Escobas” y a Ron Weasley por un licor envenenado… sus intentos de mortífago comenzaron bien, señor Malfoy.

 

            Draco se quedó sin saber que decir, era cierto que no había tenido opción, pero la verdad era que ni siquiera se acordaba del casi fallecimiento de aquellos dos y mucho menos de la “Imperius” que uso en Madame Rosmerta.

 

            -Su señor Tenebroso debió tenerlo en gran estima  para encomendarle semejantes misiones a un menor de edad –concluyó el fiscal Budchen.

 

            -Maldito hijo de perra… -masculló Harry.

 

            -Shhh

 

            -Pero Remus…

 

            -Cállate o nos van a sacar.

 

            -¡De acuerdo, de acuerdo! –respondió Harry entre dientes.

 

            -El linaje de mi familia, tanto paterna como materna… -comenzó Draco viendo que el fiscal Budchen al fin le daba pie para hablar- tienen siglos de antigüedad; la fortuna de la familia Malfoy fue en su momento una de las más grandes de Inglaterra. Yo fui educado en una mentalidad purista, misma que defendí durante toda mi estancia en el colegio y la cual me hizo seguir con absoluta certeza cada decisión de mis padres, hasta que poco a poco fui dándome cuenta por mi mismo de la realidad de las cosas.

 

            -Bonita disertación, pero…

 

            -¿Por qué me interrumpe?... pensé que este sería un juicio justo a pesar de que el tribunal no me asignó ningún abogado siendo ese mi derecho –exclamó Draco mirando al señor Parrish.

 

            -Es verdad señor Budchen –dijo Balthasar Parrish ocultando su incomodidad- usted ya tuvo su turno.

 

            -Lo siento –masculló Budchen.

 

            -Puede continuar señor Malfoy.

 

            -Gracias, a lo que quiero llegar es que si mis padres cometieron errores, son errores de ellos, y que si se me va a juzgar, que sea por lo que yo hice, no por mi apellido.

 

            -Buen punto señor Malfoy –reconoció el señor Parrish- espero por su bien que tenga  con que sustentar sus palabras.

 

            Draco se pasó la lengua por sus labios resecos pensando en que un buen trago de agua le caería de maravilla.

 

            -Bien hecho Draco –pensó Harry desde su lugar- pero ahora viene lo feo.

 

            -Es verdad que yo recibí la misión de asesinar al profesor Dumbledore y de introducir a los Mortífagos a Hogwarts; pero no fue una asignación que mis padres y yo celebráramos, más bien fue un castigo a mi padre por haber fallado en otra misión.

 

            -¿Qué misión? –pregunto el fiscal.

 

            -Cuando juzgue a mi padre, puede preguntarle a él.

 

            -Señor Parrish –dijo el fiscal dirigiéndose al presidente del Tribunal- creo que es conveniente saber el contexto de la situación.

 

            -Es verdad, responda señor Malfoy.

 

            -No sé muy bien los detalles –respondió Draco ocultando su mal humor- pero me parece que fue porque no pudo llevarle al señor Tenebroso una profecía sobre Harry Potter.

 

            -¿Qué profecía?

 

            -Ya le dije que no lo sé, mis padres tampoco me contaban todo; yo estaba en el colegio.

 

            -Señor Parrish, yo creo…

 

            -Esta saliéndose del tema –respondió el señor Parrish antes de que el fiscal terminara de objetar- si veo la necesidad de insistir en esto, yo mismo preguntaré, ahora continúe señor Malfoy.

 

            -Bien, para esto tengo un recuerdo; recuerdo que como otros que extraje, están certificados por un jurista como auténticos e inalterados.

 

            Nuevamente una hoja apareció ante los miembros del Wizengamot, y el jurista mencionado se levanto siendo el hombre de gris que revisaba sus notas en la mesa y que hasta el momento no había hablado para nada; se inclinó y levantó una caja de madera colocándola en la mesa a la vista de todos.

 

            -De acuerdo… -susurró el señor Parrish colocándose de nueva cuenta sus gafas y examinando el documento- aja… bien, señor Kurkova, usted manipulara los recuerdos para evitar malos manejos.

 

            -Si señor Parrish- respondió el jurista colocando un pensadero en la mesa para después dirigirse al tribunal- honorables señoras y señores miembros del Wizengamot, no es la primera vez que se utilizan recuerdos en un juicio, pero aun así es mi deber informarles que este pensadero esta modificado para que el recuerdo pueda ser visto por todos los presentes sin necesidad de hundir nuestros rostros en el pensadero; ahora señor Malfoy, de acuerdo a la numeración que me dio ¿Qué frasco quiere que muestre?

 

            -El que tiene el numero uno por favor.

 

            El jurista tomó un frasquito, le quitó el corcho y al momento de vaciarlo en el pensadero, la mazmorra  comenzó a llenarse de una bruma gris que poco a poco fue tomando forma de tal manera que cuando todo estuvo claro, varias exclamaciones ahogadas se dejaron oír al tener aparentemente al mismísimo Voldemort frente a ellos.

 

            -¡Eres un verdadero inútil! –bramó Voldemort aplicándole un Cruciatus a Lucius arrancándole un grito que resonó en las paredes del tribunal haciendo que varios miembros del Wizengamot se taparan los oídos.

 

            -¡Agh!... ¡lo… lo siento… mi señor! –balbuceó Lucius retorciéndose en el piso.

 

            -¡Has pasado a ser el peor de mis sirvientes! –Exclamó Voldemort cesando su castigo- tal vez necesitas ser reemplazado.

 

            Lucius solo jadeaba en el piso mientras Voldemort hablaba.

 

            -Necesito a alguien con la suficiente iniciativa para cumplir con lo que se le ordena… y creo, Lucius, que conozco a alguien con la mente fresca, una mente llena de ideas listas para ser puestas en práctica… ¿verdad Draco?

 

            En una esquina estaban Narcisa y Draco, muy quietos y tomados de la mano.

 

            -Ven aquí muchacho.

 

            Un Draco Malfoy de no más de diecisiete años avanzó titubeante hasta donde la tenebrosa figura lo esperaba

 

            -¿Quieres recibir la marca, Draco?

 

            Lucius abrió los ojos espantado al tiempo que se levantaba trabajosamente.

 

            -Mi… mi señor, yo… lo  haré bien esta vez.

 

            Todos vieron como Draco miraba a su padre con terror mal disimulado al tener junto a él a Voldemort y a su enorme serpiente arrastrándose entre sus pies.

 

            -Te hice una pregunta, Draco –insistió Voldemort poniéndole una mano en el hombro.

 

            -Si, mi señor –respondió Draco desviando de plano la mirada para no tener que ver los ojos rojos que lo observaban inquisitivos.

 

            -Te daré la oportunidad única de reivindicar tu apellido –continuó Voldemort caminando lentamente a su alrededor- algo que no suelo hacer con los mortífagos que me fallan.

 

            -Si, mi señor.

 

            -Querido Draco, tú te encargarás de matar a Dumbledore y de introducir a mis mortífagos a Hogwarts.

 

            El silencio se hizo por varios segundos que sirvió para que todos observaran los rostros pálidos de los Malfoy.

 

            -¡Mi señor! –Jadeó Lucius atreviéndose a dar un paso al frente- deme esa misión a mí, juro que esta vez no fallaré.

 

            -¡Everte Statum! –Exclamó Voldemort apuntando a Lucius arrojándolo contra el muro- cállate Lucius, esa es mi orden y así se hará… ¿verdad Draco?

 

            -Si, mi señor.

 

            -Eso espero y no me decepciones Draco, no te gustaría ser el responsable de que el apellido Malfoy se extinga ¿o sí?

 

            -No… yo… yo lo haré.

 

            Cuando Voldemort salió de ahí acompañado de otros hombres, Narcisa corrió hacia Lucius que yacía en el suelo.

 

            -¡Lucius, Lucius!... ¡mi hijo, no…!

 

            Trabajosamente Lucius se fue poniendo en pie quedando recargado en la pared.

 

            -¡Esa misión en imposible! –Exclamó Narcisa con el rostro empapado en lagrimas al tiempo que sujetaba de las solapas a su esposo- ¡lo hace para castigarnos, sabe que Draco fallará!

 

            Draco entretanto se había recargado en la pared dejándose caer poco a poco hasta quedar sentado en el suelo.

 

            -Hablaré con él… -susurró Lucius limpiándose la sangre que había empezado a escurrir por su frente- le diré que yo lo haré… que yo…

 

            -No –interrumpió Draco desde su lugar- lo haré.

 

            -¡Draco, no! –Respondió Narcisa corriendo hasta él y arrodillándose a su lado mientras le tomaba el rostro con ambas manos- ¡Draco, si te descubren…!

 

            -No lo harán –volvió a interrumpir Draco mas pálido que un muerto- soy muy listo y…

 

            -¡No, no, no mi amor! –gimió Narcisa entre sollozos.

 

            -No te preocupes por mi –dijo Draco deshaciéndose suavemente del agarre de su madre mientras se ponía de pie- yo dejaré en alto el nombre de los Malfoy, mamá.

 

            -Draco…

 

            -Tengo que hacerlo… -susurró Draco con voz temblorosa- tengo qué…

 

            Narcisa se giró furiosa hasta donde Lucius propinándole una bofetada mientras gritaba:

 

            -¡Todo esto es tu maldita culpa! ¡Mi hijo no estaría en esto si…!

 

            -¡Basta! –Gritó Draco para después continuar en un susurro- no peleen...

 

            -Draco –exclamó Narcisa caminando de nuevo hacia él.

 

            -Todo saldrá bien, mamá… estaremos bien, te lo prometo.

 

            Entonces las figuras comenzaron a difuminarse hasta desaparecer por completo dejando la sala en un completo silencio; Draco permanecía con una expresión insondable, los sentimientos que brotaban en él al ver a sus padres de nuevo y permitiendo que los demás presenciaran momentos tan privados, hacían que su estomago se encogiera dolorosamente; sin embargo no iba a permitir que esos intrusos lo vieran quebrarse.

 

            -Con él no había opción –dijo el rubio rompiendo el silencio haciendo que todos centraran de nuevo su atención en él- y sí… es verdad que tenía intenciones de cumplir lo que se me ordenó; la vida de mis padres estaba en juego, no importaba si era para castigarnos o no, lo que era muy cierto era que si fallaba él nos mataría a todos, no solo a ellos sino también a mí.

 

            -¿Y porque no pidió ayuda a la Orden del Fénix? –Preguntó el fiscal Budchen- Albus Dumbledore seguramente lo hubiese ayudado.

 

            -No había opciones… o al menos yo no las veía; el señor Tenebroso me contactaba periódicamente para presionarme, para apresurarme.

 

            -Pero si usted lograba eso, su imagen ante el que no debía ser nombrado, iba a ser sin duda muy provechosa ¿cierto?

 

            -Si, pero yo no lo hice por eso.

 

            -Pues no se le veía muy afectado que digamos, usted mismo dijo que pondría en alto el apellido de los Malfoy.

 

            -Pues claro, eso era sinónimo de poner a salvo a mi familia.

 

            -Pues lo que yo veo en todo esto, es que la situación resulto muy conveniente para que usted pudiera lucirse ante su amo; no crea que no tengo sus antecedentes escolares, señor Malfoy, y tengo testimonios que dicen que usted se ufanaba de su “gran misión”

 

            -¡Tenia que aparentar! –exclamó Draco exasperado.

 

            -Llámame a declarar Draco, llámame a declarar… -pensó Harry mandándole un Cruciatus mental al fiscal.

 

            Draco gruñó molesto bajando un poco la vista, entonces giró su rostro hacia la puerta viendo en un rincón a Remus y a Harry, quien lo miraba con ojos apremiantes.

 

            El no deseaba involucrarlo en nada relacionado al juicio, pero como ya le había dicho Harry, era prácticamente imposible no hacerlo; así que sin más remedio dijo:

 

            -Hay alguien que involuntariamente se dio cuenta de lo presionado que me sentía, alguien que fue testigo cuando la situación me sobrepasó.

 

            -Con el debido respeto señor Malfoy, un testimonio así no puede resultar muy confiable después de todo; ¿supone que todos creamos que de casualidad alguno de sus amigos, quien por cierto no hay ninguno presente, y lo vio llorando por los rincones?... que conveniente ¿no lo cree?

 

            -Pues si tan bien me investigó, sabrá que no tenía muchos amigos después de todo.

 

            -Es verdad –reconoció el fiscal Budchen con una sonrisa de autosuficiencia- su círculo de amigos se limitaba a los que comulgaban con las ideas del que no debía ser nombrado.

 

            -Entonces no habrá ningún inconveniente en que llame a Harry Potter para testificar ¿cierto? –concluyó Draco mirando a Balthasar Parrish fijamente.

 

            Tanto el presidente, como el fiscal y el resto de los presentes, no pudieron ocultar su sorpresa y desconcierto al oír a Draco, quien simplemente dijo:

 

            -Llamo a Harry Potter como mi testigo.

 

            Sin excepción alguna, todos miraron hacia la entrada de la sala, en donde un conocido chico con una famosa cicatriz en forma de rayo en la frente, dio unos pasos hacia el centro.

 

            -eee… señor Potter –exclamó el fiscal espabilándose de golpe.

 

            -Usted me dará el Veritaserum ¿verdad? –dijo Harry dirigiéndose al asiento designado a los testigos a unos metros de Draco y en frente del tribunal.

 

            -Si claro –se apresuró el fiscal tomando el frasquito de la mesa y tendiéndoselo- es una dosis completa, tómela toda por favor.

 

            Después de que Harry tomara la poción, Draco comenzó a hablar.

 

            -Creo que no necesito hablar sobre la reputación e historia del señor Potter ¿o sí?

 

            -No, claro que no –respondo Budchen ya repuesto- puede comenzar.

 

            -Como seguramente tendrá registrado en su investigación, Harry Potter y yo no congeniamos desde nuestro ingreso a Hogwarts, y además todos saben el papel que desempeñó en la historia mágica; como habrán de comprender, él no puede ser mi cómplice ni nada por el estilo; así que solo pediré que muestre un par de recuerdos y las preguntas podrán hacerlas ustedes si quieren, eso claro, después de que las haga yo… bien Potter –dijo dirigiéndose a Harry- en el colegio tú eras el niño consentido de Dumbledore ¿cierto?

 

            -eee… pues no consentido precisamente –respondió Harry un poco descolocado por el comentario de Draco- pero si manteníamos una buena relación.

 

            -Relación de la que tú sacabas provecho.

 

            -No es verdad –respondió Harry un tanto indignado.

 

            -Si que lo es, pues muchas veces tú y tus amigos rompieron reglas, reglas que tratándose de otros alumnos hubiesen terminado en buenos castigos, sin embargo lo único que ustedes recibían del director eran unas palmaditas en el hombro.

 

            -No es cierto.


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