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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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            Ya afuera, el viejo matrimonio vio al par de empleados salir del almacén conversando entre ellos hasta dar la vuelta en la esquina.

 

            -Cuida a tu papi –dijo Esther haciéndole un cariñito al pequeño antes de despedirse- nos vemos mañana, descansa.

 

            -Usted también.

 

            Cuando Draco quedó solo, sus pasos se tornaron lentos mientras su mente trabajaba a mil.

 

            -No me queda de otra… -pensó sintiéndose nervioso mientras caminaba a una red flú.

 

            En vez de dirigirse a Grimauld Place, se encaminó A Gringotts para cambiar dinero mágico por dinero muggle; y ya con algunas libras en el bolsillo, se dirigió al “Caldero Chorreante” en donde haciendo caso omiso a las miradas sobre él, salió por el otro lado para cruzar al Londres muggle.

 

            -¿Y ahora a donde? –Pensó desorientado mirando a un lado y a otro- ¿a quién demonios le pregunto?

 

            Con paso un tanto inseguro tomo hacia la izquierda de la calle mirando todo muy atento; caminó un par de calles hasta que vio a alguien que seguramente respondería su pregunta, solo que sentía el rostro caliente antes de siquiera acercarse a ella.

 

            -Pues ni hablar… -pensó haciendo acopio de valor dirigiéndose a una pareja en particular- disculpe… -dijo acercándose a la pareja, en especial a la mujer embarazada.

 

            -¿Sí?

 

            -Yo… eee… quisiera saber, o más bien preguntar… -balbuceó con el rostro sonrojado mientras la pareja lo miraba con curiosidad.

 

            -¿Una dirección? –preguntó la chica.

 

            -No… o más bien si, pero bueno… yo quisiera saber en dónde puedo comprar una prueba casera de embarazo –soltó abruptamente.

 

            La pareja se miró entre si un poco divertidos para después mirarlo a él antes  de finalmente responder.

 

            -Puedes comprarla en una farmacia o en una tienda de autoservicio –dijo ella amablemente- hay una cerca, aunque un poco lejos para ir caminando, sería mejor ir en taxi.

 

            -Gracias –dijo el después de recibir la dirección.

 

            Con pasos rápidos se dirigió hacia donde le habían indicado, pues no se atrevió a tomar el taxi por miedo a que no le alcanzara el dinero. Cuando por fin llegó, entró sintiéndose desorientado al ver tantos estantes repletos de cosas.

 

            -¿Y ahora para donde?.... ¡oh rayos, casi van a dar las 7:00! –Pensó mirando el enorme reloj que estaba en la entrada- Harry ya debe haber llegado.

 

            Caminando aprisa, comenzó a recorrer los pasillos hasta que una mujer con bata del color de la tienda, le pregunto si necesitaba ayuda y le indicó el pasillo indicado.

 

            -¡Son muchas! –Exclamó cuando encontró un estante con muchas marcas de pruebas caseras- ¿de cuál llevaré?

 

            Intentó recordar la marca de la caja de la que Roger había sacado unas cositas la vez en que le hizo la prueba.

 

            -Es inútil –pensó frustrado- ni siquiera vi la marca, solo sé que era color rosa.

 

            Dándose cuenta de que nunca iba a saber cuál era la de aquella ocasión ni cual era la más indicada, decidió tomar varias marcas por si acaso.

 

            La mujer de la caja lo miró sorprendida al verlo llegar con cinco cajitas.

 

            -¿Algo más?

 

            -No, eso es todo ¿Cuánto es?

 

            -Tres libras con cuarenta y ocho peniques–respondio la cajera después de hacer su cuenta.

 

            Draco sacó el dinero de su bolsillo sintiendo las orejas rojas al darse cuenta de que no tenía idea del valor monetario del dinero muggle.

 

            -eee… yo… estoy algo confundido ¿podría indicarme cual es el billete correcto?

 

            La cajera lo miró extrañada mientras tomaba de su mano los billetes que el chico rubio le extendía.

 

            -Su cambio.

 

            -Gracias.

 

            Sintiendo que su corazón iba a salírsele por la boca, prácticamente corrió de regreso al “Caldero chorreante”

 

           

 

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            -¿Dónde demonios estabas? –Exclamó Harry al verlo entrar por la puerta- ¡pensé que te había pasado algo, no sé ni siquiera donde trabajas!

 

            -Eso es porque no te has dignado a preguntarme –respondio  muy digno.

 

            -Iba a salir a buscarte y no supe ni siquiera por donde comenzar –dijo Harry molesto plantándosele enfrente- ¿Qué tal si te pasa algo y yo no sé ni donde ir a levantarte?

 

            -No exageres, no es para tanto, solo fui a dar una vuelta con Esther, la mujer con la que trabajo.

 

            -¿Una vuelta?... ¿y no se te ocurrió avisarme?

 

            -¿Y porque habría de avisarte? No tengo porque pedirte permiso –respondio el rubio comenzando a enojarse.

 

            -No es por eso y lo sabes, se le llama simple consideración, ten en cuenta que no vives solo, hay gente que se preocupa por ti.

 

            Draco quiso responder pero no supo qué; sabia que Harry tenía toda la razón en estar molesto y comenzó a sentirse culpable.

 

            -De acuerdo, debí avisar… lo siento.

 

            Harry ya no dijo nada, solo se dio la vuelta y se dejó caer en el sillón en donde Sirius solo permaneció en silencio leyendo el diario.

 

            -Buenas noches –exclamó Draco dándose la vuelta.

 

            -¿No vas a cenar?

 

            -No gracias, comí algo con Esther.

 

 

 

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            En su habitación, colocó a Harry en su cuna y después vació la bolsa de plástico en donde un montón de cajitas cayeron en la colcha.

 

            -Veamos… -musitó sintiendo un nudo en el estomago mientras leía las instrucciones de una tomada al azar.

 

            Terminó llevándoselas todas al baño y ahí destapó una en donde leyó que debía orinar en el pequeño artefacto.

 

            -Cuando Roger me la hizo, me metió algo en la boca ¿Por qué tengo que orinar en esta? –pensó ceñudo mientras se desabrochaba el pantalón.

 

            Para prevenir cualquier error, usó las cinco cajitas y esperó sentado en la tapa del inodoro con las pruebas colocadas en fila en el lavamanos.

 

            -Que tontería… -pensó con los codos apoyados en sus muslos y su barbilla recargada en sus manos- todo esto no es más que un error, esto no puede pasarme de nuevo, se supone que no… se supone que el hechizo ya cumplió su cometido.

 

            -¿Draco? –llamó Harry afuera haciéndolo respingar.

 

            -¿Si? –respondio saliendo del baño.

 

            -Llamé y no contestaste ¿estás bien?

 

            -Sí ¿Por qué lo dices?

 

            -Estas pálido.

 

            -No, no es nada,  me siento bien –respondio Draco sonriendo nerviosamente.

 

            -Ah, que bien… oye ¿seguro no quieres cenar? Sirius preparó unos filetes de pescado con ensalada, están muy buenos.

 

            Con solo oír la palabra “pescado” a Draco se le revolvió el estomago haciéndolo tragar disimuladamente el exceso de saliva que le llenó la boca.

 

            -No, gracias.

 

            -Molly nos invitó a comer el sábado, dice que quiere ver a Harry –dijo Harry  sentándose en la cama.

 

            -¿Ah si?... bien –respondio Draco sonriendo forzadamente.

 

            -Ven aquí, ya te dije que lo siento, solo que me preocupé.  

 

            -No estoy molesto, debí avisarte –respondio  sentándose junto a él y dejándose abrazar.

 

            -Es que soy un preocupón… -dijo Harry acercando su nariz a la mejilla.

 

            Draco intuyó que lo que seguía a continuación sería un beso, por lo que se levantó intentando parecer natural.

 

            -¿Y qué ha pasado con las visitas a mi padre?

 

            Harry suspiró con desaliento al percatarse de la actitud fría del rubio, a lo que simplemente respondio:

 

            -Estamos avanzando en eso, ya solo falta la aprobación del ministro.

 

            -¿Y porque no lo ha hecho?

 

            -¿Y yo que sé?... no puedo ir por la vida preguntándole el porqué hace o no hace las cosas.

 

            -Claro.

 

            Un incomodo silencio se estableció por espacio de varios segundos, hasta que Harry se hartó y miro fijamente  a Draco.

 

            -¿Qué sucede?

 

            -¿Qué sucede de qué?

 

            -Vamos Draco, algo está pasando… no sé que es pero siento que es mi culpa.

 

            -No lo es ¿Por qué dices eso?

 

            -Porque eso me haces sentir cada vez que discutimos.

 

            -Pues esta vez no pasa nada, es solo que estoy cansado –dijo Draco sentándose de nuevo junto a él- siento ser tan frio… pero de verdad, todo está bien entre nosotros,  al menos que ya te hayas cansado de mi.

 

            Harry sonrió por el comentario de Draco, quien dándole un ligero beso en los labios, dijo pegando su frente a la del moreno:

 

            -Te amo Harry… eso no ha cambiado.

 

            Harry lo abrazó sintiéndose en verdad reconfortado al oír esas palabras.

 

            -Y yo a ti… -dijo después de unos momentos recostándolo en la cama.

 

            El auror comenzó a besarle el cuello al tiempo que lo acercaba mas apretándolo de la cintura.

 

            -Recuerda que estoy cansado.

 

            -¿Ya no te gusta que te haga el amor? –dijo  besándole la barbilla.

 

            -Claro que si.

 

            -Lo de la última vez fue un error y no volverá a pasar, te lo juro.   

 

            -Yo lo sé… es solo que ahora no tengo ganas –dijo  acariciándole la mejilla.

 

            -Lo siento, es solo que hemos pasado tanto tiempo distanciados… pero te dejaré descansar.

 

            -Gracias.

 

            Con un profundo beso que hizo estremecer a Draco, Harry le dio las buenas noches no sin antes darle un besito al pequeño que dormía en su cuna.

 

            Cuando quedó solo, fue corriendo al baño viendo las muestras en el lavamanos; según el reloj que tenía en su mueble, el tiempo necesario ya había transcurrido; con manos temblorosas tomó la primera.

 

            -Dos rayitas… -musitó viendo el resultado.

 

            Sintiéndose algo confundido, buscó la caja perteneciente a esa prueba para leer que significaban dos rayitas.

 

            -Que tontería… -dijo riendo nerviosamente al leer las instrucciones, desechándola y tomando otra- ¿una cruz?... ¿Qué rayos significa una cruz?

 

            Tomo la cajita de ese prueba para hacer lo mismo tragando en seco al leer que significaba la cruz; y después de revisar todas con sus respectivas cajas, se desplomó en el inodoro con todas las pruebas en una mano y las instrucciones en la otra.

 

            -No puede ser… debe ser un error, esto no… esto no puede estar pasándome de nuevo…

 

            Miró de nuevo las pruebas pensando en que debía haber un error en ellas por ser muggles, pues no podían haber salido todas positivas.

 

            -Dios mío… -musitó sintiendo un nudo en la garganta- no puedo pasar de nuevo por esto…

 

            Sus manos se abrieron dejando caer lo que sostenía en el suelo para taparse la boca con ellas aceptando por fin que cinco pruebas de embarazo no podían estar todas equivocadas.

 

            -Estúpido, estúpido, estúpido… parece que no puedo mantener las piernas cerradas…

 

            Pasó sus dedos entre su cabello sintiéndose al borde de la desesperación… ¿Por qué justo que ahora comenzaba a hacer de nuevo su vida, le sucedía esto?... parecía que el destino se empeñaba en hacerle ver que ya no podía ser dueño de su vida por más que lo intentara; inclinó la cabeza sintiéndose derrotado una vez más.

 

            Esa noche no pudo dormir por más que lo intentó y al día siguiente, las ya familiares nauseas no se hicieron esperar.

 

            -Maldita sea… -balbuceó después de una tanda de arcadas y la frente perlada de sudor- me duele el vientre… es ese maldito cólico que tenía antes de saber que esperaba a Harry…

 

            Se acostó de nuevo sintiéndose muy cansado, por lo que se levanto con mucho trabajo para irse a trabajar.

 

 

 

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            El viejo matrimonio  vio aparecer al chico rubio como todos los días, igual de pálido, igual de desganado y ojeroso.

 

            -Creo que es verdad Ernest –dijo Marie viéndolo entrar al almacén.

 

            Ernest solo respondio con un suspiro mientras acomodaba por quinta vez un ángel de porcelana en el estante de vidrio de su aparador.

 

            -Ese chico no tiene dinero… no creo que haya tenido nada para sobornar al Wizengamot, además de que sería prácticamente imposible sobornarlos a todos.

 

            -¿Ya lo defiendes?

 

            -No y sabes que no lo haría jamás por alguien que sea culpable.

 

            Ernest ya no respondió.

 

            Ese día, Draco completó su producción más lo que le había faltado ese día dando por resultado a un chico completamente agotado, pues usar su magia de esa manera era algo a lo que no estaba acostumbrado.

 

            -Me siento mal… -pensó al sentir sus piernas temblorosas mientras se levantaba.

 

            -Siento no haberte podido ayudar pero mi resfriado empeoró –dijo Esther con voz  gangosa mientras se preparaba para salir.

 

            -No se preocupe, ya estoy mejor.

 

            -Pues yo no lo creo, te pasaste media hora en el baño después de comer, eso sin contar que casi no comiste nada… oye Draco, cada vez este más delgado ¿seguro estas bien?

 

            -Si, es hora de irnos –cortó Draco dando por terminado el interrogatorio.

 

           

 

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            Esa tarde, el rubio ni siquiera bajó cuando Harry y Sirius llegaron; mucho menos preparó algo para que cenaran, por lo que preocupado, el moreno subió a su habitación encontrándolo acostado en su cama, dormitando.

 

            -Hola –saludó cariñosamente recostándose junto a él- ¿estás bien?

 

            -¡Claro que lo estoy! –Respondio Draco despertándose de golpe- ¿Por qué no habría de estarlo?

 

            Harry se sorprendió de aquella mala manera de responder, por lo que solo atinó a levantar las cejas.

 

            -¿Acaso no tengo derecho a desear estar solo un rato? –dijo  levantándose y dirigiéndose al baño cerrando de un portazo.

 

             Ya adentro, se echó agua en la cara para tranquilizarse, estaba furioso, temeroso y acorralado, todo al mismo tiempo; se quedó ahí hasta oír a Harry salir de la habitación.

 

            A la mañana siguiente, postrado ante el inodoro, agradeció infinitamente que fuera sábado, pues de plano no tenía la más mínima energía para ir a trabajar.

 

            -¡De-demonios!... –jadeó después de una crisis de arcadas.

 

            Después de un rato jalo la palanca y cerró la tapa para recargarse en ella como solía hacerlo después de vomitar y cerró los ojos un momento para descansar, lo que nunca espero al abrirlos, fue encontrarse a Harry en la puerta con los brazos cruzados y rostro serio.

 

            -¿Vas a decirme de una puta vez que diablos está pasando?

 

            Draco lo vio con ojos muy abiertos sintiendo su estomago estrujarse al ver al moreno con la clara intención de no irse de ahí sin averiguar de una vez por todas que estaba sucediendo.

 

 

 

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Notas finales:

LES DESEO UNA MUUUUUUY FELIZ NAVIDAD Y UN PROSPERO AÑO NUEVO!!!!!!!!!!!!


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