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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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Draco tragó en seco mientras el titular parecía bailar ante sus ojos con una fotografía de él cuando tenía aproximadamente diecisiete años.

            -Te hice una pregunta –exclamó el hombre dándole un pequeño empujón en el hombro que lo hizo reaccionar.

            -Vete a la mierda –dijo Draco poniéndose de pie y sujetando con fuerza la carreola mientras comenzaba a caminar de prisa seguido por Betsy, quien sujetaba su vaso de cartón con ambas manos.

            -¡Amo Draco! –exclamó asustada al ver que el hombre, acompañado de otro, comenzaban a caminar atrás de ellos.

            -Camina.

            -¡Oye, no seas estirado y habla con nosotros!

            -¿Entonces es verdad? –Dijo el otro- ¿estás preñado de nuevo, perra?

            Al oír los insultos ya sin ningún reparo, Draco comenzó a caminar más aprisa mientras su corazón bombeaba como locomotora.

            Al dar vuelta en una esquina, su estomago se contrajo al ver la calle vacía, por lo que intentó dar la vuelta, para encontrarse para su desgracia, cara a cara con un hombre de facciones duras.

            -¿A dónde con tanta prisa?

            -Déjeme pasar.

            -No seas descortés –dijo el otro cerrándole el paso- ¿no decían que los Malfoy eran lo mejor de la sociedad?

            -Así que te gusta que te cojan ¿eh? –exclamó el primer hombre acercando su rostro demasiado.

            Betsy se puso detrás de Draco, mientras éste metía su mano en su manga en busca de su varita, siendo desgraciadamente detenido por el hombre.

            -¡Suélteme imbécil!

            -Oh vamos, no te hagas ahora el difícil –respondio el tipo haciendo a un lado la carreola y arrinconándolo contra la pared- seguro que te gusta que te traten rudo… anda, cuéntame ¿a quién le pones el culo?

            -¿Qué tenemos aquí? –dijo el otro hombre asomándose a la carreola, para espanto de Draco.

            -¡Aléjese de mi hijo, maldito idiota!

            -¡Amito Harry! –chilló Betsy tirando su vaso y corriendo a la carreola siendo aventada de un golpe.

            -¿Qué te parece si le hacemos un hermanito al que ya llevas adentro? –dijo el tipo que tenia arrinconado a Draco mientras le tocaba la entrepierna.

            Draco lo empujo tomándolo por sorpresa, logrando sacar su varita.

            -¡Bombarda! –exclamó lanzando al hombre varios metros de distancia dejándolo inconsciente.

            Un puñetazo se estrello en su mejilla aturdiéndolo por un instante, haciéndolo reaccionar el llanto de un bebé.

            -¡Bombarda! –gritó de nuevo hacia el otro hombre dejándolo también fuera de combate.

            Sin esperar un momento, tomó su carreola y comenzó a alejarse de ahí casi corriendo, para ser sujetado de un brazo apenas avanzados unos metros.

            -¡Detente mortífago!

            Cuando se volvió a quien le sujetaba, por unos instantes creyó que su cerebro le estaba jugando una broma al ver ante si a Lance, el mismo auror que lo golpeó en San Mungo.

            -Vaya, vaya… yo de vacaciones y mira lo que me vengo a encontrar, a un mortífago atacando a pobres ciudadanos.

            -¡Ellos me atacaron primero! –respondio Draco intentando soltarse inútilmente del fuerte agarre.

            -Aunque no estoy en servicio, no dejaré pasar esta felonía tuya, así que quedas arrestado por ataque agravado –dijo Lance tomándole ambas muñecas y esposándolo por detrás.

            -¡No puede hacerme esto, yo no hice nada!

            -Te vi, mortífago, vi como atacaste a esos hombres y casi los matas.

            -¡Pero ellos me atacaron primero!

            -Tendrás oportunidad de decir lo que tengas que decir en la jefatura –respondio Lance poniendo la mano en la carreola y desapareciéndose de ahí ante los atónitos ojos de Betsy.

            -Amo Draco… -musitó viendo el espacio vacío de la acera.

 

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            Cuando aparecieron en lo que Draco supuso era la jefatura, vio angustiado como el auror jalaba tras de sí a la carreola de Harry sin que éste dejara de llorar.

            -Por favor, déjeme cargarlo –dijo al hombre que lo llevaba del brazo.

            -No estás en tu casa, aquí no puedes hacer lo que quieras.

            -¡Pero está llorando!

            -Pues que se aguante.

            Antes de que Draco pudiese decir algo mas, llegaron ante un escritorio en donde vario hombres conversaban despreocupados entre sí.

            -¿Qué hay, chicos?

            -¡Lance! ¿Tú por aquí, no estabas de vacaciones? –respondio uno de ellos al verlo.

            -Si, pero el deber llama, ¿Qué celda está desocupada?

            -La cinco ¿no es este, Malfoy? –Dijo el hombre al ver a Draco- ¿traes a un bebé también?

            -Aja, es Malfoy y su bastardito, por cierto, te lo encargo.

            -¡Espere, quiero quedarme con mi hijo! –exclamó Draco al ver que Lance lo llevaba a él a algún lugar y dejaba la carreola atrás.

            -Cierra el pico.

            -¡Deme a mi hijo, devuélvame a mi hijo!

            -¡Cállate ya, maldito hijo de puta! –Gritó Lance tomándolo de la nuca y estrellando su cara en la pared- ¡me tienes harto, marica de mierda!

            Draco escuchó claramente como su nariz crujió al estrellarse en la pared, y una oscuridad cernirse sobre él.

            -¡Oh no, tú no te vas a desmayar ahora! ¡Despierta! –dijo Lance sacudiendo su cabeza.

            Draco se obligó a sí mismo a abrir los ojos para no perder la pista sobre su hijo, más que por otra cosa.

            -Pue-puedes… encerrarme… -balbuceó recargando su frente en la pared- pero no… no me separes de mi hijo…por favor…

            Lance rodó los ojos mientras tomaba de nueva cuenta su brazo y lo arrojaba en una celda abierta después de quitarle las esposas para cerrar después de un portazo.

            -Yo sabía que era cuestión de tiempo para que volvieras a cometer tus fechorías… pero Dios quiso que yo estuviera en el lugar correcto a la hora apropiada, ya verás que me encargaré de ti, mortífago.

            Draco se sujetó de la pared mientras cerraba los ojos y trataba de contener su desesperación conforme los pasos de Lance se alejaban.

 

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            Cuando Betsy quedó sola en la calle, solo atinó a desaparecerse y aparecer en la sala de Grimauld Place.

            -¡Amo Draco, amo Draco, amo Draco! –chilló mientras se retorcía las manos y daba vueltas por la sala frenéticamente.

            Entonces recordó que Harry le había dicho una vez que cuando necesitara algo de él, echara un puño de polvos flú en la chimenea y dijera:

            -¡Cuartel de aurores!

            Cuando la pobre elfina salió botada de la chimenea en lo que según era el cuartel de aurores, varias personas se le quedaron viendo cuando se levantó algo aturdida.

            -¿Y el amo Harry? ¿Dónde puedo encontrar al amo Harry? –preguntó al aire cuando por fin se levantó.

            Nadie le respondía, pues al parecer todos estaban en sus ocupaciones.

            -¡Por favor, el amo Harry, Harry Potter!

            Una mujer, que al parecer era la secretaria de quien sabe quien, se detuvo mientras levitaba un montón de carpetas con su varita.

            -¿Buscas a Harry Potter, eres su elfina?

            -¡Sí, soy su elfina, debo encontrarlo rápido!

            -Por desgracia salió a un operativo y no tiene hora de regreso.

            -¡Dígame por favor en donde lo encuentro, Betsy debe hablarle!

            -No sé en donde está y en todo caso no puedes interferir, deberás esperarlo hasta que regrese.

            Betsy se jaló las enormes orejas con desesperación, entonces se le ocurrió alguien más.

            -¡El amo Sirius!

            -¿Sirius Black?

            -¡Sí, el también es mi amo!

            -Lo lamento, se fueron juntos.

            -¡Tengo que hablarles, tengo que hablarles!

            -Espéralos en esas sillas, no hay de otra –dijo la mujer alzándose de hombros y retomando su camino.

            Betsy volvió a jalarse las orejas y comenzó a darse de topes ante las divertidas miradas de quienes pasaban por ahí.

 

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            A pesar del punzante dolor de su cara, Draco agudizaba su oído para escuchar si Harry continuaba llorando.

            -Harry… -musitó con un nudo en la garganta- tranquilo hijito… no llores, todo estará bien…

 

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            -¿A quién anuncio? –preguntó una mujer mientras se limaba las uñas  frente a un escritorio.

            -A William Lance.

            -Bien –dijo la secretaria escribiendo algo en un avioncito y  desapareciéndolo con su varita, para casi enseguida volver aparecer frente a ella- pregunta para que asunto.

            -Draco Malfoy.

            La secretaria repitió la operación para después concluir:

            -Dice la señora Umbridge que puede pasar.

            Cuando Lance entró a la oficina que destilaba olor a orina de gato, Dolores Umbridge lo miró con gesto serio diciendo:

            -Hable rápido que estoy muy ocupada.

            -Buenas tardes –saludó Lance sentándose frente a ella- he oído hablar de usted…

            -Al grano, señor.

            -Bien, pues he escuchado de lo celosa que es con su trabajo, de lo mucho que le preocupa que mortífagos como Draco Malfoy anden sueltos por ahí, siendo un peligro para la comunidad mágica.

            -¿Y?

            -Bueno, pues que en este momento está en una celda, pues yo mismo lo arresté después de verlo atacar a un par de personas en la calle.

            Umbridge cambio su duro semblante por uno de total interés conforme Lance hablaba.

            -Y creo que usted podría ayudar a que esa injusticia que se cometió al dejarlo libre, se resuelva ¿no cree?

 

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            Sin saber cuánto tiempo había pasado, Draco no dejaba de caminar de un lado a otro de la oscura y fría celda sintiendo su cara cada vez mas inflamada.

            -Buenas noches –saludó una conocida y chillante voz.

            -¿Qué hace usted aquí?

            -Vengo a informarle que al no contar con otro tutor, su hijo será entregado a servicios infantiles –dijo Umbridge con evidente satisfacción.

            -¡No puede hacer eso, yo soy su papá!

            -Pero usted está preso.

            -¡Llame a Harry Potter, entrégueselo a él!

            Umbridge entrecerró los ojos al oír el nombre del auror, sin embargo continuo hablando con voz tranquila y petulante.

            -No hay registro de que él sea su tutor legal.

            -No importa, yo estoy designándolo ahora –respondio Draco sujetando con fuerza los barrotes.

            -Según el artículo setecientos treinta y cuatro, párrafo tres, inciso “B”, un reo pierde su capacidad legal para delegar responsabilidad sobre algún menor, si éste no cuenta con un tutor aparte de los padres, por lo que no habiendo quien se haga cargo de él, éste se entregará a una institución especializada para su cuidado.

            -No puede hacer eso… no puede quitarme a mi hijo.

            -Puedo y lo hare, porque no he sido yo quien ha atacado a gente inocente, sino usted, señor Malfoy.

            -¡Llámelos a declarar, denles “Veritaserum” y verán que yo no he tenido la culpa!

            -No vamos a juzgar a las víctimas, si no al victimario.

            -Se lo suplico… -exclamó Draco mandando a la mierda cualquier atisbo de orgullo- entrégueselo a Harry Potter…. Sólo llámelo y entréguele a mi bebé.

            -Buenas noches señor Malfoy –concluyó Umbridge dándose la vuelta.

            -¡No se vaya, espere!... ¡espere, escúcheme!

 

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            Viendo con desconsuelo que el reloj de la pared marcaba las 2:30 am, Betsy se enjugó por enésima vez las lágrimas que sus redondos ojos dejaban escapar.

 

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            -¿Ya le abran dado de comer? –pensaba Draco sentado en la banca de piedra mientras se pasaba una mano por el cabello intentado calmar el zumbido de oídos que le aquejaba desde hacía un rato y sabía muy bien que significaba.

            Notó que sus manos temblaban y las cerró y abrió varias veces intentando calmarse, pues lo menos que quería era ir a dar al hospital; sin embargo el fuerte dolor de cabeza que también tenia no le presagiaba nada bueno.

            -Necesito mis medicamentos… no he tomado ninguno…

 

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            -Malditos hijos de puta… -exclamó Sirius sentado en la camilla mientras una enfermera le daba el último toque a su vendaje en la cabeza.

            -¿Ya podemos irnos? –pregunto Harry mientras el sanador empapaba un algodón en una poción verdosa y le mojaba con ella la frente descalabrada.

            -Solo un momento, señor Potter.

            -Pero ya me revisó todo y estoy bien.

            -Sufrió un golpe en la cabeza, eso es de cuidado.

            -Pero ya me revisó.

            -Pues sí, pero no puedo dejarlo salir sin antes haber curado estas pequeñas heridas, por ahí puede entrar una infección.

            -Pues dese prisa por favor.

            Quince minutos después, él, Sirius y otros dos aurores abandonaban la enfermería por fin.

            -¡Ya son las 6:00 de la mañana y no le avisé a Draco que iba a llegar tarde, me va a matar!

            -No sabíamos que íbamos a tardar tanto –respondio Sirius- el informe lo haremos después, vayan a descansar a la cueva, chicos.

            -Gracias Sirius, nos vemos luego –respondieron los otros dos aurores apresurando su paso.

            -Estoy muerto… dijo Harry rascándose la cabeza- quiero dormir y no despertar en un mes por lo menos.

            -¡Amo Harry!

            -¡Betsy! –exclamó Harry girándose para ver a su elfina bajar de una silla y correr hacia él- ¿¡Sucedió algo malo, que haces aquí?!

            -Amo Harry… -dijo Betsy comenzando a llorar de nuevo para exasperación de los aurores.

            -¡Contrólate y habla ya! –gritó Sirius haciéndola reaccionar.

            -¡E-el amo Draco… y… y el amito Harry!

            -¿Se puso mal? –preguntó Harry hincándose y tomándola por los  hombros.

            -No… el amo Draco estaba tomando su café y yo una malteada que él me compro, cuando…

            -Espera –interrumpió Harry- ¿estaban en la calle?

            -Sí, fuimos a comprar una carreola.

            -¡Maldita sea!

            -Continua –dijo Sirius.

            -Unos hombres lo insultaron y lo empujaron, nosotros corrimos pero nos alcanzaron… tocaron al amo Draco de forma grosera y el amito Harry comenzó a llorar… el amo Draco se defendió y pudimos escapar, pero… pero…

            -¡¿Pero qué?!

            -Otro hombre llegó y le dijo al amo Draco que estaba arrestado por atacar a esos hombres y se desapareció junto con el amito Harry y… y yo no supe que hacer… solo pensé en buscarlo a usted y al amo Sirius pero nadie me quiso decir en donde estaban… perdón...

            -¿Arrestado? –dijo Harry mirando a Sirius.

            -Un auror entonces.

            -Eso espero y no a alguien más –exclamó Harry levantándose de prisa y comenzar a correr siendo seguido por Sirius y la elfina.

 

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            -No tengo a ningún Draco Malfoy en esta lista, Harry –dijo un hombre con cara de sueño mientras revisaba un pergamino de los últimos arrestos.

            -¡Pues busca en otra!

            Después de quince minutos, el ahora muy despierto y enfurruñado hombre, señalaba algo en una lista.

            -Aquí esta.

            -Déjame ver –respondio Harry arrebatándosela- vamos Sirius –dijo después de leer en donde estaba.

 

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            -Barry despierta –dijo Harry a un chico que dormitaba en un escritorio.

            -¿mmm?

            -Despierta, quiero ver a Draco Malfoy.

            -¿Harry? –respondio el chico desperezándose.

            -¡Despierta, maldita sea!

            -¡Tranquilo!... –dijo el chico viendo en su reloj que ya pasaban de las 6:00 de la mañana- Draco Malfoy ya no está aquí.

            -¿Y donde carajos esta, entonces?

            -En el hospital.

            Harry sintió que el alma se le iba del cuerpo al escuchar a Barry.

            -¿Se puso mal entonces o le hicieron algo?

-¿Y yo que sé? Mi turno es nocturno, no sé que le paso, cuando llegué ya no estaba.

-¿Y el niño? Donde está el niño, quiero que me lo entreguen –dijo sintiendo su angustia crecer al doble al pensar en donde estaría el pequeño, entonces.

            -La verdad no sé donde esté el niño.

            -¡Hijo de puta, dime en donde está el niño! –gritó Harry tomándolo de las solapas.

            -¡No sé!

            -Harry, tranquilo –dijo Sirius quitándole al inútil de las manos.

            -¡Pero Sirius, está separado de Draco!

            -Cuando los separan de los padres, los envían a servicios infantiles, buscaremos en ese departamento.

            -No Sirius… -respondio Harry deteniéndose para mirarlo fijamente mientras le ponía una mano en un hombro- tu ve al hospital y yo voy a buscar a Harry.

            Sirius sintió claramente como la mano de su ahijado temblaba y comprendió que el chico moría por ir al lado de Draco, pero también sabía que el pequeño le necesitaba y nada lo detendría para recuperarlo.

            -¿Y yo que hago, Betsy en que puede ayudar? –dijo la elfina atrás de ellos.

            -Vete a casa y espera ahí –dijo Harry.

            -Sí amo.

 

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            Cuando se separaron, Harry fue al edificio en donde sabia era el albergue de menores; tocó hasta que le abrieron con cara de pocos amigos.

            -Buenos días –saludó a una mujer mayor con cara de sargento.

            -Lo eran hasta que usted tocó como desesperado ¿Qué se le ofrece?

            -En el transcurso del día llegó un bebé que…

            -Atendemos hasta las 7:00 am, faltan quince minutos, así que si me disculpa…

            -Esto es urgente –dijo Harry poniendo el pie en la puerta que la mujer intentó cerrar.

            -Más urgente es la tranquilidad de los menores.

            -Bien –respondio el moreno haciendo acopio de paciencia- esperare esos malditos quince minutos.

 

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            Cuando Sirius llegó al hospital, encontró la habitación de Draco resguardada por dos aurores, uno de ellos, Lance.

            -Sirius ¿Qué haces aquí? –preguntó el auror extrañado mientras leía una revista.

            -Eso te pregunto yo, me dijeron en la recepción que en esta habitación esta Draco Malfoy.

            -Así es.

            -¿Y tú lo estas vigilando? ¿Pues qué pasó? –exclamó Sirius con aire despreocupado mientras se cruzaba de brazos y se recargaba en la pared.

            -Lo pesque en plena gresca callejera al muy hijo de puta, atacaba a dos transeúntes, lo vi con mis propios ojos; así que lo llevé a la jefatura, pero al muy imbécil se le ocurre hacerse el desmayado en la celda y tuvimos que trasladarlo aquí.

            -Voy a entrar.

            -¿Para qué? ¿Qué no tuviste suficiente con él estos meses?

            -Yo nunca tengo suficiente –respondio Sirius entrando sin más a la habitación.

            Dentro estaba un sanador junto a una enfermera, quien hacia quien sabe que cosas en un estante.

            -Soy Sirius Black, compañero de Lance ¿Cómo esta? –preguntó el auror refiriéndose a Draco.

 

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