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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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            -¿A dónde vamos? –preguntó Draco al verlo tomar una chaqueta.

            -¿Vamos? Me suena a manada.

            -Quiero saber a dónde vas –exclamó molesto.

            -Voy a comprar unas películas infantiles, pero no quiero que te canses.

            -Harry es muy pequeño para entretenerlo viendo televisión.

            -Ya lo sé, pero quiero comprarle cosas a mi hijo, ya las verá cuando este mas grande.

            -Pues entonces voy contigo –dijo levantándose de la cama- a menos que no vayas a donde me dijiste.

            -Claro que voy a donde te dije ¿pero no estás cansado del paseo del jardín? –exclamó viéndolo sacar una chamarra del armario.

            -Si, pero no tanto.

            -De acuerdo.

            -Pero no compremos películas, mejor compremos cosas para Sirius, aun no tenemos nada, claro que también cosas para Harry.

            -¡Bien! –Respondio Harry emocionado- es hora de comprarle muchos juguetes a mis hijos.

 

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            Mientras tanto en el cuartel de aurores, Sirius era avisado de que tenía una visita.

            -¡Vaya, que sorpresa Ron!

            El menor de los Weasley estaba sentado en una silla en la sala de estar del cuartel con un gafete en su pecho que lo identificaba como visitante.

            -Hola Sirius –respondio Ron levantándose para saludar de mano al auror.

            Sirius continuaba saludando a Ron como si nada, pues el asunto de Harry prefería dejárselos a ellos y mantenerse a un lado.

            -Te preguntarás el motivo de mi visita –dijo el pelirrojo mientras seguía a Sirius a la cafetería del ministerio.

            -Pues sí, últimamente no hemos platicado.

            Ron exhaló un suspiro mientras seguían caminando sin hablar, mirando a la gente pasar apresurada entre avioncitos de papel y montones de pergaminos en las manos.

            -Nunca fue mi intención mandar a Malfoy al hospital –exclamó mirando al frente.

            -Eso ya lo sé… pero así hubiera sido acabar con dos pájaros de una pedrada ¿no? –respondio con voz neutra, saludando a un viejo mago que pasó a su lado.

            -¡No!... nunca desearía la muerte de… de un niño.

            -Hablas del hijo de Harry ¿pero qué hay del papá que lo lleva dentro?

            -Eso tampoco.

            -Yo te conozco Ron y sé que es verdad –dijo Sirius entrando al elevador con tres avioncitos sobrevolando sus cabezas- pero te pasaste de la raya, agrediste a una persona muy vulnerable y lo sabes.

            Lo único que se escuchaba en el reducido espacio, era el traquetear del viejo armatoste que los subía.

            -Tengo curiosidad… -continuó el auror con sus manos metidas en sus bolsillos- si Draco no hubiese ido al hospital y no se hubiese sabido que tú enviaste a aquel chico ¿hubieras seguido molestándolo si la oportunidad se te presentara de nuevo?

            -Probablemente si –respondio sabiendo que no tenía caso aparentar otra cosa.

            -mmm eso pensé.

            -Yo… -continuó Ron quedándose a media frase al abrirse el elevador e ingresar una hermosa bruja que le sonrió muy amable al moreno iniciando una breve charla ajena a todo ese escabroso asunto.

            -Hola Sirius.

            -¿Qué tal, Ammy?

            -Has trabajado mucho, últimamente casi no te veo.

            -Así es, faltan aurores, pero si no nos hemos visto a sido porque no has querido.

            Ron miró los números de arriba que iban marcando los pisos mientras aquella charla se desarrollaba sin que le prestase atención; finalmente el elevador se abrió y salieron al piso en donde el aroma a café llegó hasta ellos.

            -Nos vemos Sirius.

            -Cuídate hermosa –respondio Sirius guiñándole un ojo- ven, sentémonos en aquella mesa –exclamó ya dirigiéndose al chico.

            Cuando tuvieron dos cafés negros en la mesa, Ron comenzó a pasar sus dedos por la orilla de la taza.

            -Siempre consideré a Harry mi mejor amigo…

            Sirius no dijo nada, le dejó hablar mientras él endulzaba su café.

            -Y siempre tuve presente que nosotros éramos su familia, pues él se quedó solo desde que era un bebé… y me sentí muy mal cuando tuve que irme a América con Hermione, sentí que lo abandonaba de algún modo.

            -Pero seguiste tu vida…

            -Si, eso hice.

            -Lo mismo que él.

            Ron levantó la vista para recorrer el amplio lugar que abarcaban las mesas sin decir nada por unos momentos.

            -Yo no sé que habrá hecho Malfoy en todos estos años… tal vez asesinar gente en honor a su señor, o al menos eso pensé durante este tiempo ¿Cómo estar seguro de que no fue así?

            -Porque ya lo demostró ante el Wizengamot, Ron… yo mismo lo vi.

            -¿Y cómo iba a saberlo yo? –Musitó viendo sin ver el vapor de su café- todo este tiempo pensé en él como un mortífago más… como un asesino más.

            -Yo también pensaba eso de él antes de conocer su historia… Ron ¿sigues pensando que esta aprovechándose de Harry?

            Ron encogió los hombros sin decir nada.

            -Es un buen chico… su vida ha sido muy dura y Harry está muy enamorado, pero sobre todo, está muy feliz; por fin tiene su propia familia… con el que viene ya tendrá dos hijos con el hombre que ama ¿Qué mas podrías desear para tu mejor amigo?

            -Estos días, yo… he pensado en que pude haberme equivocado con Malfoy, pero… son años de malos recuerdos y sus prejuicios en el colegio y todas las cosas malas que hizo junto con su familia fueron definitivos en mi juicio.

            -Entiendo eso.

            -¿Pero y si no está enamorado de Harry?... Sirius, la vida de Malfoy es una mierda si no está bajo la protección de Harry ¿te das cuenta de cuánto ganó al haberse echado a la bolsa al “niño que vivió”?

            -Lo único que veo es cuanto ganó Harry al haberse echado a la bolsa al hombre del cual se enamoró.

            Ron suspiró con desaliento mientras su postura volvía a decaer.

            -Ron, tu amigo no está en peligro, Malfoy no lo está engañando, no necesita de tu protección… ese chico en verdad ama a Harry y si no contara con su protección, contaría con la mía, porque me he dado cuenta de cuánto ha sufrido.

            Ron tomó un sorbo de su café sin disfrutarlo en realidad mientras Sirius continuaba hablando.

            -¿Sabes porque me hice auror a pesar de que el ministerio es una mierda?

            -No.

            -Quería evitar que más injusticias como la mía se cometieran, quería marcar una diferencia sin darme cuenta de que ya estaba volviéndome como ese maldito sistema… ¿y sabes quién me hizo ver eso?

            Ron sonrió cansinamente mientras dejaba su tasa en su platito.

            -¿Malfoy?

            -Si… porque conocí su vida de primera mano en una investigación de nivel dos… porque desmenuzamos su pasado como si de un pollo frito se tratara y lo que vi no me gusto.

            -¿Me hablarás de que fue una víctima de Voldemort?

            -No, me refiero a que estaba siendo una víctima del sistema igual que yo.

            Solo hasta ese instante Ron levantó sus ojos azules para ver los del auror mientras éste continuaba hablando.

            -Yo fui enviado a Azkaban sin siquiera poder defenderme… sin recibir un juicio justo, que mierda ¿no?

            -Si.

            -Y lo mismo le sucedió a él, fue enviado a Azkaban sin siquiera ser juzgado, sin siquiera ser escuchado… y yo sin entenderlo, sin poder ver su dolor aun teniéndolo frente a mí.

            -¿El no es un mortífago, Sirius?... es decir, a pesar de que Snape fue a fin de cuentas un héroe de guerra, no significa que todos aquellos que aparentaron ser malos, en verdad hayan sido buenos…

            -El no es un mortífago, Ron… y sin con Snivellus me equivoqué, con su ahijado no lo haré.

            Un silencio invadió el pequeño espacio entre aquellos dos hombres en tanto el bullicio seguía a su alrededor.

            -Yo… -dijo por fin el menor de los Weasley- sigo sin confiar en Malfoy, pero…

            -¿Pero?...

 -Lo siento, no puedo apreciarlo como ustedes.

            -Eso es obvio, la confianza se gana, no se obtiene de la noche a la mañana.

            Ron miró de nuevo a su amigo y observo por unos segundos el rostro firme y decidido del auror; sabia que la vida que había llevado el último de los Black lo habían curtido al grado de no dar su confianza a cualquiera, la traición de uno de sus amigos más allegados le habían costado una vida perdida tras las rejas y la muerte de sus dos amigos… no, Sirius Black no podía ser engañado tan fácilmente.

            -Estoy jodido… -exclamó al fin sonriendo sin ganas volviendo la vista a su café ya frio.

            -Si, lo estas; Harry está defendiendo lo suyo como una verdadera bestia, nunca lo había visto así.

            -Vi odio en sus ojos.

            -El no te odia Ron, solo está enojado.

            -No… vi en sus ojos que no desea volver a verme nunca más.

            -¿Y podrías culparlo?... Draco y su hijo casi se mueren.

            Ron se encogió todavía más en su lugar mientras Sirius le palmeaba la espalda.

            -Animo, ahora ya no estás en América, un continente ya no los separa.

            -Yo… fui a verlo a su casa…

            -¿Para qué, puedo saber?

            -Quería pedirle disculpas… nunca fue mi intención que eso pasara a más.

            -Pero dime algo ¿solo disculpas a Harry?

            Ron miró a Sirius sabiendo perfectamente a que se refería el auror.

            -No lo sé…. No podría hablar con Malfoy.

            -¿Por qué no? él fue el principal afectado si mal no recuerdo.

            Ron exhalo un suspiro mientras gesticulaba con las manos.

            -Lo sé, pero…

            -Te cae tan mal que no quieres dar tu brazo a torcer con él ¿cierto?

            -¿Tan obvio soy? –respondio Ron sonriendo.

            -Algo, pero creo que ese es  justamente el castigo que te mereces… le diste la espalda a tu amigo y casi provocas una desgracia ¿esperabas que todo fuera sencillo?

            Las palabras de Sirius hicieron que Ron mirara hacia a un lado mientras su mente parecía perderse de nuevo.

            -Te espera un largo camino, Harry  será un hueso duro de roer.

            -Lo sé, dice que no quiere bloquear la red flú, pero si le aviso que soy yo, no va a recibirme nunca.

            -No lo hará, Molly y Arthur van a cada rato por el niño, así que tranquilo; pero creo que si se asegurará de saber que Weasley es el que quiere entrar.

            -¿Crees que si le hablo en la calle, no me dé la vuelta?

            -Casi no salen… mira, la verdad es que el estado de Draco es delicado, su salud es una mierda con esto de los hechizos que le aplicó Voldemort, así que prefieren quedarse en casa, además con eso del bastardo de Kingston, cuida mucho quien se les acerca.

            -¿Y quién es ese?

            -Oh es cierto, no lo conoces… -respondio Sirius tomando un pastelito de un cesto mientras procedía a explicarle quien era el susodicho.

            -¡Vaya! –Exclamó Impresionado rato después- el tipo está loco.

            -Exacto, y es muy peligroso, la vida de Draco está en peligro con ese bastardo suelto ¿Por qué crees que aun no me largo del departamento de aurores?...no creas que es por amor al arte; no me iré hasta ponerlo frente a un dementor, solo así estaremos tranquilos ¿te imaginas saberlo vivo, tramando quien sabe que cosas contra Harry y su familia?... ya serán dos niños, no podemos dejar esto así y aunque fuera solo uno, de todos modos haría hasta lo imposible por su seguridad.

            Ron asintió en silencio viendo sin ver los restos fríos de su café.

 

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            Cuando regresaban de compras, Draco ya iba cojeando mientras se sujetaba con fuerza del brazo de Harry, quien a su vez iba empujando la carreola.

            -¿Te duele mucho?

            -Algo… vamos a sentarnos en esa banca.

            -Mejor vamos a esa cafetería, sirve que pedimos algo calientito.

            Cuando se sentaron en una mesita del fondo y les fueron traídos un par de chocolates calientes, Harry miró preocupado el gesto serio del rubio.

            -Draco…

            -Tranquilo, estoy bien –interrumpió sonriéndole tranquilizadoramente.

            -Es que me sienta mal que tantos achaques te afecten… te juro que si pudiera compartir tus malestares, lo haría.

            Draco miró el compungido rostro del moreno, por lo que sonriéndole tomó su taza de chocolate.

            -No te preocupes, que cuando Sirius nazca, tú te encargarás de levantarte por las noches.

            -No es para tanto, confío en tu fortaleza –respondió Harry muy serio haciendo que el rubio le aventara un trozo de pan para después sacar a Harry de la carreola, muy inquieto por salir.

            -Ven aquí ¿quieres chocolate?

            -Dámelo, lo cargo yo –dijo Harry dejando su biscocho en una servilleta y tomando en brazos al inquieto bebé.

            -¡Pá!... ¡pa!...

            -¿¡Oíste?!... ¡me dijo “papá”! –exclamó emocionado mientras Draco reía al verlo tan feliz- ¡Me llamó “Papá”! – dijo a la camarera que se había acercado a dejarles más servilletas.

            -Felicidades, es un lindo bebé –respondio ella sonriendo.

            -Claro que es un lindo bebé, yo soy su papá –dijo Harry sentando al pequeño en su pierna- y ya mi segundo hijo  viene en camino.

            -Pues dobles felicidades –exclamó la chica sonriente para después retirarse.

            Mientras jugueteaba con el moreno, Draco observó a su hijo más parecido que nunca a su padre, pero no al padre de crianza, sino al biológico; sus enormes ojos azules brillaban felices mientras miraban al moreno y su cabello castaño mostraba los mismos suaves rizos.

            Sin soltar el juguete con una mano, el pequeño Harry se rascó la nariz para enseguida estornudar haciendo a Draco sorprenderse en silencio por ese gesto, pues cuando Roger se rascaba la nariz, también estornudaba.

            -Si, lo sé, cada vez se parece más –dijo de pronto Harry dándole a su hijo un trocito de pan.

            -¿Eh?

            -Se parece mucho a Roger… y es obvio, pues lleva sus genes.

            Draco se quedó en silencio por unos momentos, pues realmente no se le ocurrió nada que decir; el moreno no se veía ni molesto ni incomodo, sin embargo el tema no era como si del clima se tratara.

            -Al menos Roger era atractivo –dijo al fin el auror mientras una sonrisa se formaba en sus labios- y aunque me hubiese gustado que se pareciera mas a ti, al menos no fue Greyback el elegido para engendrarlo contigo.

            -¡Cállate! –Exclamó Draco horrorizado- ¡lo que dices es… es…! ¡Abominable!

            -Bueno, al menos mi hijo tendría la seguridad de que nunca sería calvo.

            -Que blasfemia… -masculló el rubio tomando un sorbo de chocolate como para pasar el trago amargo- no es gracioso… yo cogiendo con… ¡Agh!

            -Sabes que no me importa que Harry no se parezca a mí.

            -Lo sé –respondio Draco dejando su tasa en el platito- y tú sabes que en el momento en que ese tema salga como reproche, no nos vuelves a ver ¿verdad?

            Los verdes ojos de Harry miraron fijo a los grises, que le sostuvieron la mirada en todo momento.

            -Eso no será necesario –dijo al fin el moreno.

            Draco sonrió sabiendo muy dentro de si mismo que eso era muy cierto.

            -Yo no odio a Roger –exclamó Harry besando la cabecita castaña- le agradezco que mi hijo esté aquí.

            Draco volvió a sonreír sin decir ya nada más; el tema de Roger era algo muy personal, aun para Harry  y el moreno lo entendió, por lo que cambiando el tema, siguieron conversando muy tranquilos, pues cada uno se sentía muy seguro del amor del otro, y aunque a Draco le aquejara su inseguridad por su físico, se sabía amado por Harry Potter.

 

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            -Me alegra que te hayas decidido a hacerlo –exclamó Molly mientras desenredaba su tejido manualmente y no con un hechizo.

            -Sé que va a mandarme al cuerno como a Ron pero aun así lo intentaré –dijo Hermione sentada en la sala con una bata blanca en sus piernas.

            -También me alegra mucho que Ron haya ido a visitarlos, aunque él no me diga nada yo sé bien a donde ha ido estas cinco veces que desaparece misteriosamente por la chimenea y aparece con cara de chancla… quiero a mi hijo, pero se tiene bien merecido el desprecio de Harry y Draco.

            -A mí tampoco me ha dicho nada al respecto… realmente no se qué piensa ahora, solo sé que desea hablar con Harry cuando antes no toleraba ni verlo.

            -¿Y qué le dirás tú si se puede saber?

            -Pienso pedirle perdón… y no solo a él, también Malfoy merece una explicación.

            -Pues buena suerte.

            -Gracias –respondio Hermione exhalando un suspiro mientras se ponía de pie para subir a su habitación, pues estaba agotada.

           

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            -Quita las mantas y deja las sabanas, hace mucho calor –exclamó Draco sentándose con algo de dificultad en la cama.

            -Pero yo tengo frio –pensó el moreno torciendo la boca mientras obedecía.

            -¿Ya te fijaste si Harry esta cobijado?

            -Ajá…

            -Me duele… -masculló sobándose la pierna en cuanto quedó acostado.

            -Ahorita te doy un masaje, deja que me cepille los dientes y regreso.

            Diez minutos después, Harry se encontraba sobando la pierna del rubio, quien solo hacía gestos de dolor.

            -Ya me mata la cintura… siento que me parto en dos…

            Harry dejó la pierna y se puso a su lado recargándose en su codo mientras  le quitaba un mechón de su frente.

            -Ya falta poquito.

            -Un mes… solo un mes…

            -Sip, solo un mes.

            -Me siento muy pesado –exclamó el rubio sobándose el lado derecho del vientre.

            -Paciencia, ya falta menos que cuando empezó –respondio Harry besándole la frente para después seguir con su nariz y finamente sus labios; Draco respondio el beso sintiéndose realmente muy reconfortado, por lo que alzó su brazo y rodeó el cuello de Harry, quien de sus labios siguió con su cuello.

            -Eso se siente bien –musitó Draco sintiendo escalofríos al sentir unos dientes en el lóbulo.

            -Lo mismo digo…

            Las caricias siguieron por un buen rato hasta que Draco se separó diciendo:

            -Ya la tengo dura, mejor dejémosle ahí.

            -¿Por qué, te sientes mal?

            -Pues no, pero sé que no llegaremos más lejos, y como ni siquiera tengo la energía para hacerme una paja, mejor paremos.

            Harry pegó su frente con la del rubio para mirar más de cerca sus ojos grises.

            -Tú no tienes que hacer nada y lo sabes…

            -Oh vamos Potter, no harás nada y lo sabes.

            -Claro que si… si lo que me dijiste es cierto, entonces no hay problema.

            -¿Lo que yo te dije?

            -Si ¿ya no te acuerdas?... lo que le preguntaste al señor Jackson.

            -¡Ah, eso! Pues es cierto, si le pregunté aunque fue muy vergonzoso.

            -Bien, entonces tu solo date la vuelta y déjame todo a mi –dijo Harry volviendo a atacar su cuello- a menos que estés muy cansado, claro.

            -Pues cansado estoy, pero también estoy muy caliente.

            Harry sonrió mientras lo ayudaba a darse vuelta y quedar de espaldas a él.

            -Bien, quitemos esto –dijo el moreno quitándole los pantalones de la pijama y los calzoncillos.

            -No hay mucho romance en quitarme la ropa, pero ni modo –exclamó enderezándose un poco para seguir con su camiseta.

            -Eso no importa, con o sin romance de esta no te me escapas.

            Draco rió haciendo el corazón de Potter latir acelerado al escuchar esa risa cantarina del ser que mas amaba en la vida.

            Cuando quedó totalmente desnudo, Harry se desvistió quedando en las mismas condiciones, luego tomó el lubricante y apagando las luces y dejando su lamparita encendida se trepó en la cama a espaldas de Draco.

            El rubio solo se dejó hacer mientras Harry cubría de besos y caricias su cuerpo acompañándolo con muchas palabras tanto dulces como soeces, pues el auror sabía bien cuanto esas palabras excitaban a su compañero.

            -Me encanta tu piel… -musitó besando la blanca espalda haciendo a Draco arquearse al sentir sus labios en ella y sus dedos en sus pezones.

            -¡Ah!... –exclamó dando un respingo.

            -¿Qué sucede?

            -Me pateó… Uff… vaya momento de despertar –respondio sobándose el vientre.

            -Tranquilo cariño, deja a tus papás cogerse un poco de cariño –dijo sobando el lugar en donde se había dolido el rubio.

            -¡Ay!... mierda Harry, se mueve más cuando le hablas, ya lo sabes ¡Oh!

            -Lo siento, lo siento… ¿aquí? –respondio sobando de nuevo la enorme barriga.

            -Si…

            Un rato después, cuando el segundo hijo de aquella singular pareja se hubo calmado, pudieron reiniciar su erótico juego.

            -¿En dónde nos quedamos? –Musitó Harry pasando su mano por la carnosa nalga- me encantan… están muy ricas.

            Draco solo rió, pues sabiendo que no podría hacer nada más que dejarse hacer el amor, se dispuso a disfrutar las gloriosas manos del moreno.

            -¿Puedes estar boca arriba?

            -Si, solo que tendrás que ayudarme.

            Cuando Draco quedó en posición, lo único que tuvo que hacer fue abrir las piernas para recibir una mamada que le hizo gemir mientras arqueaba el cuello.

            -¡Oh si!... así…

            La cabeza de Harry subía y bajaba engullendo con deleite la polla del rubio, quien no dejaba de gemir hasta que finalmente se corrió dentro de la boca del moreno.

            -¡Oh!... ¡estuvo… estuvo genial!...

            Harry seguía chupando y lamiendo hasta desaparecer todo rastro de semen y cuando al fin terminó levantó la cabeza para ver a Draco con los ojos cerrados.

            -No te duermas dormilón, que falto yo –exclamó levantándose.

 

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