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SI TU ME QUISIERAS... por Orseth

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            Draco en cambio abrió los botones de su pijama hasta descubrirle el pecho, se inclinó y jugó con los oscuros pezones hasta hacerlo gemir.

            -¡Ah!... –Jadeó mientras sus manos acariciaban la suave espalda.

            Draco disfrutaba el escuchar de nuevo los gemidos de placer del moreno, disfrutaba sentir de nuevo sus manos en su piel y sabía que disfrutaría sentirlo de nuevo dentro de su cuerpo… aunque sabía que debía ir poco a poco.

            Harry puso sus manos en su trasero y lo acaricio por encima del calzoncillo, pero no era lo mismo que sentirlo directamente, así que sin previo aviso metió los dedos y lo bajó solo un palmo, pues las piernas abiertas de Draco encima de él no le dieron más espacio.

            -Me muero por mamártela… -dijo enderezándose y haciéndolo acostarse sobre su espalda.

            Draco accedió  a que Harry terminara de quitarle los calzoncillos para enseguida gemir al sentirlo entre sus piernas abiertas.

            -¡Oh diablos! –Jadeó al sentir la boca de Harry succionar con vigor.

            El moreno chupaba y lo masturbaba alternativamente mientras besaba el interior de los suaves muslos.

            -Te extrañé tanto… -masculló besándole el vientre y el ombligo mientras alzaba la camiseta hasta finalmente hacerlo levantar el cuerpo y los brazos y quitársela.

            A pesar de sus terapias, Draco se cubrió instintivamente mientras sonreía nervioso, por lo que Harry comenzó a acariciarlo de nuevo sin dejar de susurrar:

            -Te amo… te amo y me gustas tanto…

            Draco cerró los ojos sintiendo la lengua de Harry en un pezón y sonrió dándose cuenta de que sus temores eran infundados.

            -Házmelo ya, Harry… házmelo ya…

            -¿Ya?... pero acabamos de empezar…

            -Pero tenemos toda la noche –respondio riendo.

            Ni bien terminó de hablar el rubio, Harry se giró y abrió su cajón para sacar el lubricante, luego se quitó la camisa y el pantalón con todo y ropa interior.

            Draco separó las piernas cuando Harry hubo puesto lubricante en sus dedos disponiéndose a prepararlo.

            -Estas tan estrecho… me encanta meterte los dedos… me hace saborear el pensar en que así me apretarás cuando te la vaya metiendo…

            Draco sonrió mientras sentía el dedo de Harry masajear su entrada antes de finalmente poner su dedo en el centro y hundirlo poco a poco. Abrió la boca invitándolo a besarlo y el moreno no se hizo del rogar.

            Los brazos de Draco rodeaban a Harry mientras éste metía dos dedos al cabo de un par de minutos y finalmente tres haciéndolo respingar.

            -¡mmm!

            -¿Todo bien? –preguntó quedo viéndolo hacer gestos de incomodidad.

            -Ya sabes que duele un poco pero todo bien… aunque prefiero que los saques y que me la metas ya, me incomodan más los dedos.

            -Es cierto, siempre llegamos a los dos dedos nada más.

            -Mejor para ti ¿no?

            -Tú lo dijiste, no yo –respondio sonriendo.

            -Aprovéchate pues, suertudo.

            Riendo, Harry se enderezó y se untó lubricante a sí mismo y después esperó a que Draco eligiera la posición. Draco se puso de rodillas y acomodando los cojines en la cabecera, le indicó que se sentara.

            Ya sentado y recargado en la cabecera, Harry vio a Draco sentársele encima dándole la espalda, sonrió relamiéndose pues esa era una de sus posturas favoritas y Draco lo sabía, sabía que a Harry le gustaba ver como su miembro iba metiéndosele poco a poco, le fascinaba ver como lo iba abriendo y también la había elegido para poder ser él quien llevara el ritmo de las embestidas.

            Se sentó mostrando en todo su esplendor su carnoso trasero haciendo que Harry las acariciara y las estrujara diciendo una que otra palabra soez.

            -Apúrate… -dijo acariciando la tierna entrada al tiempo que con la otra mano dirigía su pene.

            Draco sonrió y comenzó a sentarse hasta sentir la punta en su ano, entonces continuó bajando a pesar de sentirlo estirarse por el enorme miembro que estaba recibiendo.

            Harry jadeó al ver las nalgas llegar hasta su pubis y sentir su miembro aprisionado por ese ardiente canal, puso sus manos en las caderas de Draco y lo  tuvo así un momento.

            -No te muevas aun… me encanta como aprietas…

            -No pensaba hacerlo todavía… -respondio intentando acomodarse de la mejor manera a esa intrusión.

            Al cabo de unos instantes comenzó a levantarse y a bajar lentamente hasta tomar un ritmo pausado pero firme.

            Ver ese par de nalgas subir y bajar encima de él, era enloquecedor y desesperante al mismo tiempo, pues eso hacía que deseara levantarse y penetrarlo a su propio ritmo,  sin embargo también era embriagante sentir las embestidas sin tener que hacer nada y aunque así no lograba tocar su próstata, Draco disfrutaba volver a sentirlo tan cerca, tan dentro… tan suyo…

            Harry hecho la cabeza hacia atrás mientras tensaba las caderas y movía la pelvis hacia arriba.

            -¡Ah!... mmm…

            Draco rió al verle mover los dedos de los pies alocadamente y siguió así por un rato mas para después detenerse y levantarse.

            -Tu culo me enloquece Draco… todo tú… ¿me levanto?

            -No, quédate así –respondio sentándosele a horcajadas pero ahora de frente.

            Harry sonrió viéndole el rostro arrebolado en tanto Draco metía la mano entre ellos para acomodar el pene en su entrada, después se sentó lento y puso sus brazos en los hombros de Harry quedando sus rostros a un centímetro de distancia.

            El moreno abrió la boca y con su lengua acaricio los labios de Draco mientras rodeaba su cintura y pasaba sus manos por su espalda.

            Sin moverse y sintiendo a Harry muy dentro de él, Draco entreabrió la boca y cerró los ojos disfrutando la húmeda lengua en sus labios y después en su mejilla y cuello.

            Suspiró aferrándose más al moreno en tanto Harry le mordisqueaba la piel con tortuosa lentitud.

            -mmm…

            Harry puso sus manos en sus nalgas y lo oprimió con más fuerza contra si metiéndose más profundo haciéndolo jadear, algo que lo enardeció aun mas.

            -Muévete Draco…

            Draco puso sus manos en sus hombros y comenzó a subir y a bajar rítmicamente sin dejar de sentir las manos de Harry por su cuerpo; al cabo de un rato así, Harry puso sus manos en su espalda y lo empujó hacia atrás quedando en posiciones invertidas, tomó una de sus piernas y se la puso en un hombro mientras que con la otra mano le sujeto con firmeza un muslo junto a su costado y comenzó a embestirlo con fuerza.

            El cuerpo de Draco ya estaba húmedo de sudor mientras sentía como Harry se abría paso en sus entrañas mientras lo miraba fijamente, como queriéndose grabar cada gesto y cada suspiro que daba.

            -¡Ah! ¡ah!... ¡mgh!... ¡oh!... ssssi… Harry…

            Al cabo de un rato su vientre se manchó al eyacular haciéndolo pegar un grito al tiempo que arqueaba el cuerpo. Harry sonrió al verlo quedar todo laxo en la cama mientras él seguía penetrándolo más queriendo alargar un poco la sensación en su pene.

            Draco sonrió jadeante viendo su rostro sudoroso mientras seguía en lo suyo.

            -mmm… ¿Algún día piensas terminar?...

            -Ya… casi… -respondio dando unos últimos empujones quedándose tieso en el ultimo- ¡Ah!...

            Draco sintió que le apretaba el muslo con fuerza mientras la frente de Harry le caía en un hombro mientras se corría.

            -¡Oh!...

            Draco le acaricio el cabello mientras Harry daba unas suaves y erráticas embestidas post orgásmicas para después quedarse quietecito encima de él con la respiración entrecortada.

            -Todo genial… solo déjame bajar la pierna…

            -mmm… si, lo siento… -respondio aturdido liberando la extremidad del rubio pero sin quitársele de encima.

            -Estas pesadito…

            Harry se deslizo a un lado pero le puso encima un brazo y una pierna.

            -Pareces pulpo.

            Sin abrir los ojos, Harry sonrió y a tientas buscó las mantas para cubrirlos a ambos, ya no buscó mas sexo en toda la noche y Draco lo agradeció, pues para comenzar pensó que debía ir poco a poco.

 

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Un año despues...

 

            -¡Harry! ¿¡Ya está listo el pastel?!  -preguntó Draco mientras revisaba apurado la mesa de entremeses que había en el centro del salón.

            -¿Y yo que sé? Sirius toma tu leche –respondio mientras le daba un vasito especial a Sirius, que estaba en una sillita alta.

            -¿Cómo que “y yo que sé”?... ¡los invitados no tardan en llegar! ¡Harry!

            -¡Que no sé!

            -¡No tú, le hablo a tu hijo! ¡Harry, deja en paz a ese elfo, no le jales las orejas, aun tiene mucho trabajo que hacer!

            -¡No! –respondió el pequeño Harry jalándole las orejas a un pobre elfo.

            -Ven acá.

            -No quiero.

            Draco torció los ojos mientras alzaba las palmas.

            -A ver tú, elfo inútil… ve a la cocina a ver si ya está el pastel.

            -Elfo inútil –repitió Harry antes de que la pobre criaturilla desapareciera.

            -Draco, no digas esas cosas frente a los niños –dijo Harry mirándolo con gesto reprobatorio.

            -¿Y yo qué culpa tengo? Es un elfo inútil… ¡diablos, aun faltan muchos detalles! ¿Cómo podía mi mamá preparar fiestas tan perfectas? –Respondió alzándose de hombros dirigiéndose al pequeño Harry para tomarlo de la mano- aun tengo que cambiarnos de ropa.

            -Falta una hora para que lleguen los invitados.

            -Precisamente, no pudimos festejar el primer cumpleaños de Harry como se debe, así que el segundo debe ser perfecto… ven, dame a Sirius, también voy a cambiarlo.

            -Yo lo cambio, no te compliques la vida tú solo –respondio Harry sonriendo.

            -Bueno, pero ve a ver si ya está el pastel, todo debe estar listo, no solo vienen los Weasley.

            Rodando los ojos, sacó a Sirius de su silla y se fue a la cocina a revisa por enésima vez que todo estuviera listo, pues había algo en lo que Draco tenía razón y era que ya no solo los weasley conformaban su círculo de amistades, pues sus nuevas ocupaciones los habían motivado a conocer gente nueva y a hacer nuevos amigos.

            -Bueno, ya te bañé en la mañana pero te metiste quien sabe dónde, te daré un baño rápido –dijo sacando varias prendas del armario.

            -No... Tengo sueño…

            -¿Ahora? –exclamó volviéndose  a ver a su hijo sentadito en la cama.

            -Sí… y quiero que mi papá me duerma…

            Cuando se refería a “su papá” en frente del otro, ambos padres sabían que se refería al otro, por lo que exhalando un suspiro dejó caer los hombros mientras miraba al techo.

            -Madre ¿Cómo podías hacer esto todo el tiempo?

            Harry en tanto se había quitado los zapatos y se había acostado en la cama en una clara señal de espera.

            -Quiero a mi papi.

            Claramente derrotado, Draco salió de la habitación y fue en busca de Harry encontrándolo en la sala.

            -Dame a Sirius, Harry quiere que lo vayas a dormir.

            Harry vio el contrariado rostro del rubio mientras se acercaba.

            -¿Por qué te desesperas? Es medio día, es hora de su siesta; es más, ya iba para arriba, es hora de la siesta de Sirius también.

            -Lo había olvidado.

            -Hay tiempo suficiente, así estará bien despierto cuando estén todos.

            -Si, bueno, te está esperando.

            -Vamos, así los dormimos a los dos.

            Cuando llegaron, Harry le dio a Sirius a Draco y él se acostó junto a Harry, quien exigió un cuento para poder dormir.

            -Claro bebé ¿Cuál quieres? –preguntó Harry besando la frente de su hijo.

            La habitación de los niños ya no era la misma de sus padres, sin embargo la compartían y después de dormir a ambos niños procedieron a terminar sus preparativos realizando al final una buena fiesta.

            Cuando los últimos invitados se fueron, eran ya casi las 8:00 pm, por lo que llevaron a los niños a dormir.

            -Papi ¿te vas a quedar a dormir conmigo? –preguntó Harry a Draco cuando éste lo arropaba.

            -Me quedaré hasta que te duermas –respondio acomodándose a su lado mientras el mayor Harry se ocupaba de un muy vivaz Sirius.

            El pequeño Harry sonrió abrazando un osito de felpa mientras Draco lo miraba a un palmo de distancia; miró su ondulado cabello castaño y sus finos rasgos… tocó su mejilla y su nariz respingada… todo él era hermoso, un niño sano, feliz y travieso que llenaba su vida. No tardó en dormirse pues había tenido un día muy ajetreado y lleno de regalos, por lo que al cabo de cinco minutos ya estaba profundamente dormido.

            -Ba… -llamó Sirius por entre los barrotes bajos de madera tallada de su cuna.

            Draco miró a su otro hijo que lo llamaba y se levantó con cuidado para ir con él.

            -¿Qué pasa cariño, no puedes dormir?

            -Creo que le duele el estomago –dijo Harry acariciándole la negra cabellera.

            El pequeño Sirius comenzó a lloriquear, por lo que Draco lo levantó y lo acuno en sus brazos.

            -¿Te duele la pancita?

            Harry fue al baño a sacar el medicamento necesario para atender al pequeño, quien después de un rato también se quedó dormido.

            -Vaya… -dijo Harry caminando hacia su habitación- al fin se durmieron.

            -Que día ¿no?

            -Ajá.

            -En seguida te alcanzó, voy a ver a mi padre.

            -Claro.

            Draco caminó hasta el piso de su padre y fue a su habitación, encontrándolo como siempre, sentado en una silla frente al fuego.

            -Hola papá, lamento no haberte traído hoy a los niños pero estaban agotados ¿recuerdas que hoy era la fiesta de cumpleaños de Harry?... pues acabaron rendidos y creo que Sirius comió de más porque tenía dolor de panza, pero ya me ocupé y ya se durmió.

            Se sentó en la alfombra, frente a él, como solía hacerlo varias veces al día; ocasiones en las que conversaba o le llevaba a los niños para que jugaran ahí mientras Lucius miraba al frente, como siempre.

            -Harry cumplió dos años, quien lo diría ¿no?... cómo pasa el tiempo…

            Cruzó las piernas y recargó sus brazos en sus rodillas mirando pensativos sus propios dedos… había ocasiones en las que él mismo dudaba que su padre escuchara, que su padre alguna vez se recuperara aunque fuese tan solo un poco.

            -Ha sido un gran día… -dijo con voz baja sin dejar de ver sus manos- ¿sabes que lo haría perfecto?...

            El silencio y el crepitar del fuego fueron su única respuesta, por lo que exhalando un suspiro de desánimo miró a su padre para encontrarse directamente con unos ojos grises que lo miraban fijamente.

            Abrió la boca sin decir nada pues ninguna palabra que pudiese decir, acudió a su mente.

            -¿Papá? –dijo al fin entrecerrando los ojos, pues Lucius nunca fijaba la vista en nadie, simplemente se dejaba manejar como un autómata sin prestar atención  a nada.

            Pero esa mirada no estaba al frente, ni estaba desenfocada; estaba directamente posada en él, por lo que se levantó y se hincó frente a Lucius sin dejar de verlo.

            -¿Papá? –Repitió tocándole la mejilla- soy Draco… soy tu hijo…

            Lucius no decía nada, ni hacia nada… pero sin embargo seguía mirándolo fijamente, de eso Draco estaba seguro, por lo que tomándole la mano, se la puso en su propia mejilla.

            -Soy Draco, soy tu hijo… -exclamó con la mano de su padre en su cara- reconóceme por favor… soy tu hijo…

            Lucius volvió a fijar la vista al frente haciendo que Draco se desmoronara a sus pies.

            -Papá… -musitó sintiendo un nudo en la garganta- papá estoy aquí…

            Soltó su mano y recostó su cabeza en las rodillas de Lucius comenzando a sollozar suavemente.

            -Extraño a mamá ¿sabes?... y te extraño a ti… soy muy feliz, si… pero ustedes me hacen tanta falta…

            Cerró los ojos y continuó sollozando un poco más para de repente abrirlos al sentir en su cabeza algo tan suave que creyó haberlo imaginado… pero no, no fue su imaginación lo que tocó suavemente su cabello.

            La mano de Lucius acariciaba su cabeza de manera tan gentil y tierna que simplemente volvió a cerrar los ojos dejándose llevar por ese sentimiento tan nostálgico que le removió el alma.

            Después de que ya no lo sintió más se levantó y miró  a su padre, quien sin decir nada levantó su mano y acaricio su rostro.

            -Papá… -musitó sonriendo y con los ojos anegados de lagrimas.

            Lucius lo  miró en silencio para detener con su pulgar una lágrima, luego bajó su mano y continuó mirando el fuego.

            Draco sonrió y besó su frente para después decir:

            -Buenas noches papá.

            Se levantó y salió de ahí.

            Iba feliz mientras caminaba por los iluminados pasillos de Grimauld Place, pues sabía que su padre aun estaba ahí y que tarde o temprano lo tendría de regreso.

           

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            El transcurso de los años fue bueno para todos, pues al fin la vida tomaba, daba y repartía justicia para todos, al menos para los que habían luchado por ella; sin embargo todo era fruto de un arduo trabajo de parte de todos pues nada se les había  regalado, a excepción de las cámaras repletas de oro de Sirius Black, que con buena administración daba buenos frutos.

            -¿Hay café? –dijo Harry entrando a la cocina en donde lo esperaba Draco quien ya terminaba de desayunar.

            -No me digas que vas a ir vestido así a la oficina –dijo Draco viendo a Harry en jeans.

            -Tú usas trajes porque te gusta y yo no digo nada, así que déjame a mí ir como quiera ¡mmm panquecitos de queso!

            -¡Sirius, baja ya que el desayuno se enfría! –exclamó Draco sirviéndole café a Harry- Betsy, ve a ver a Sirius, ese niño nunca está a tiempo, vamos a llegar tarde.

            -Si amo.

            -Además… -continuó Harry sentándose a la mesa mientras le daba tremendo mordisco a un panquecito- primero vamos a ir al callejón Diagón a comprarle un regalo a Sirius por su cumpleaños y luego a una reunión a la  oficina, no sé cómo pudiste hacer una cita justo en el cumpleaños del niño.

            -Lo olvidé, perdón por ser humano.

            -¡Mi carta, mi carta! –Gritó entrando un niño de revuelto cabello negro mientras agitaba una carta en la mano- ¡mi carta de Hogwarts llegó!

            A ambos padres les aplicaron un Petrificus Totalus o al menos eso pareció, pues se quedaron tiesos al escuchar a Sirius decir aquello mientras bailoteaba emocionado por toda la cocina.

            -¡Llegó mi carta, llegó mi carta!

            Harry y Draco se miraron y luego miraron a Sirius quien de repente reparó en el silencio de sus padres.

            -¿Qué pasa?

            -Nada… -respondio Harry forzando una sonrisa- felicidades.

            -No vayas a llorar porque llegó mi carta ¿eh? –dijo en tono exasperado mirando a Draco, quien carraspeando contestó:

            -Por supuesto que no… felicidades.

            Sirius se quedó en silencio mirándolos titubeante hasta que Draco le tendió los brazos entusiasmado.    

            -¡Ven acá, déjame felicitarte de verdad!

            Sirius recobró su sonrisa y abrazó a su padre siguiendo después con Harry.

            -¡Voy a escribirle a Harry! –dijo radiante para después salir corriendo.

            -¡Pero vamos a salir! –exclamó Draco alzando inútilmente una mano.

            -Creo que lo mejor será cancelar la cita de hoy –dijo Harry examinando distraídamente un panquecito.

            Exhalando un suspiro, Draco asintió mientras se sentaba.

            -Harry ya está en Hogwarts… y ahora Sirius se va.

            Harry no dijo nada ¿Cómo consolar a Draco si él se sentía exactamente igual?

            -Voy a cambiarme –dijo el rubio levantándose- compraremos más cosas aparte de un regalo.

            -Míralo, está  feliz… ya se siente mayor –dijo Harry viendo a su hijo mirar atento su lista por si algo se le fuese a pasar mientras caminaban por el callejón Diagón.

            Draco sonrió viendo a su hijo caminar delante de ellos, que tomados de la mano caminaban por la transitada calle.

           

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            Días después, Sirius Black, el flamante padrino, llegó derrapando al andén 9 ¾ para despedir a su ahijado.

            -Por poco y no llegas padrino.

            -Viajé desde América en un traslador sin escalas solo para llegar a tiempo, tenme un poco de consideración ¿no? –dijo Sirius revolviéndole el cabello.

            Los brillantes ojos verdes de Harry, idénticos a los de su padre, miraron a su padrino mientras le hablaba de manera confidencial.

            -Cuida mucho a mis papás, están muy tristes porque me voy, principalmente mi papá Draco, él cree que no me doy cuenta pero sé que ya está a punto del desmayo.

            -Claro –respondio sonriendo.

            El silbar del tren anuncio que ya era hora de partir, por lo que despidiéndose de nuevo de todos, el pequeño Sirius Potter subió al expreso de Hogwarts jutno  su hermano mayor.

            -Vamos, los invito a desayunar –dijo Sirius cuando el tren casi desapareció.

            Harry miró a Draco, sabía que aunque él amaba a su hijo con locura, su pareja era distinta, porque esa persona era distinta a todos los padres que habían acudido a despedir a sus hijos… ninguno de esos hombres que abrazaban a sus esposas habían albergado a sus hijos en su propio cuerpo como lo había hecho Draco con los suyos; por eso simplemente lo tomó de la mano y lo miró a los ojos mientras sonreía en silencio.

            -De acuerdo –dijo el rubio apretando la mano que sostenía la suya- tengo mucha hambre.

 

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            Un mes después, desayunando los tres en la cocina de Grimauld Place, Sirius preparaba panqueques como solía hacerlo de vez en cuando en lugar de hacerlo Betsy.

            -¿Y cómo va Lucius, Draco?

            -Mucho mejor, ya me reconoce… habla poco pero ya me sonríe –respondio Draco contento al pensar en su padre.

            -Disculpa que no lo visite, pero no creo que mi presencia le haga ningún bien.

            -No importa.

            -¿Me pasas la miel? –Dijo Harry alargando la mano- Draco quiere ir a visitar a Hagrid, quiere mostrarle algunos retoños de las flores que nos regaló hace años.

            -¿Visitar a Hagrid? –Exclamó Sirius sentándose a la mesa y dejando que Betsy terminara de atenderlos- esa es la mentira más ridícula que haya escuchado jamás, al menos miente con originalidad Draco.

            -No miento, es solo que, bueno… hace tiempo que no lo vemos…

            -Ajá, como si te interesara saber cómo esta.

            -De acuerdo… me preocupan los chicos –acepto alzándose de hombros con un pan en una mano y un cuchillo con mantequilla en la otra- los niños suelen ser crueles cuando hay cierta diferencia entre ellos.

            -¿Cuál diferencia? –Contestó Sirius rociando miel en su plato- que yo sepa Harry y Sirius no tienen tres ojos o cuatro bolas.

            -Pues no, pero no todos tienen dos papás.

            -Draco… -dijo Sirius dejando el tarro de miel en la mesa y mirando fijamente al rubio mientras sonreía un tanto maléfico- tus hijos son dos Slytherin que fueron directo a la casa a la que perteneciste y son dos pequeños hijos de puta mas manipuladores que tú y tu padre juntos ¿de qué te preocupas?... yo más bien me preocuparía de los otros pobres niños –concluyó cortando sus panqueques- estos hijos tuyos ya van con ventaja de nacimiento, además mis ahijados no son tontos.

            -Que falta de consideración… -respondio Draco frunciendo el ceño- estos niños son especialmente sensibles, además siempre han estado muy protegidos en esta casa, solo me preocupa que se enfrenten al mundo.


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