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TRAEME A LA VIDA por lightness

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Notas del capitulo: hola, al fin tengo el capi listo, espero les guste mucho, dudo que sean sólo 3 capis, por lo que veo, el fic tiene para un rato más, muchas gracias por todo su apoyo ^O^
Capítulo II “Sembrando Esperanzas”


“Los vampiros no existen”.


Me reí ante esa idea. Los vampiros sólo viven dentro de las novelas. De ninguna manera pueden ser reales.


Se durmió pensando en la novela que le estaba leyendo su hermano gemelo.


El sí que debía odiarle. Tenía suficientes razones para hacerlo.


Después de todo, seguía siendo una carga.


A mitad de la noche, Zero sintió la presencia de un extraño ser que estaba sobre él. Inmovilizando sus movimientos. El temor por unos segundos lo dominó. Su respiración se aceleró.


Ese sujeto era tan frío. Sus manos que le apretaban sus muñecas eran como el hielo.


-¿Vienes por mi sangre?- al pronunciar esas palabras, su corazón se tranquilizó- ¿cómo eres Doctor siendo un vampiro?


Kaname se apartó de su paciente. Se mordió los labios hasta que sangraron. Con su lengua, no dejó evidencia del daño.


Automáticamente, cicatrizó la herida.


-Eres muy perceptivo- al fin rompe el silencio y sus ojos color chocolate, pasaron a un intenso rojo carmesí.


-¿Qué quieres de mí?- pregunta sentándose.


-Voy a salvarte- dice y se acerca con sigilo- porque por nadie más soportaría este infierno.


-Sientes lástima, no la necesito.


-Con el tiempo lo entenderás- su voz quedó como eco en los oídos del peliplateado.


La ventana quedó abierta de para en par.


¿Qué tiene ese ser que es capaz de sufrir por alguien como yo?


Ichiru trabajaba en un supermercado como reponedor (n/a en Chile es muy común esta clase de empleos, donde sólo repones la mercadería que hace falta). Aunque el turno era de 4 horas. Por lo que tomó otro trabajo, como ayudante en una florería. Con eso al menos, podría pagar la cuenta del hospital y vivir en una pieza.


Ichiru no había tenido el valor de decirle a su hermano que sus padres le habían abandonado. Al menos eso decía la carta. Claro que mensualmente le depositaban en el banco una cantidad que no era menor para abaratar gastos. Sin embargo; la escueta carta sólo decía: “no nos busques, por tu bien, tal vez sea la última vez que los veré con vida”.


Nunca supo en qué trabajaban sus padres. Sólo sabía que habían ganado muchos enemigos. Aquellos que tenían los ojos rojos… como un vampiro.


Pero en el fondo, sólo quería una explicación. ¿Por qué ahora?... por qué él debía cargar con la enfermedad de su hermano, asumiendo toda la responsabilidad, cuando era de ellos, de sus padres.


Estaba demasiado enojado otra vez. Debía calmarse y pensar con claridad. Respiró hondo y exhaló. Salió del supermercado y caminó como si el cuerpo le pesara toneladas. Cada vez disminuía más la velocidad. Le costaba mucho enfocar lo que estaba frente a él. Una especie de tela se posó en sus ojos. Por más que se los refregara, aumentaba más la invisibilidad.


Pero, antes que un auto le atropellase, una mujer, le salvó la vida.


-Deberías tener más cuidado- dice con voz suave y se marcha.


Ni siquiera tuvo tiempo de darle las gracias. Sólo podía recordar lo fría que era su piel al tacto de su mano.


Kaname, después de la visita de anoche, tuvo que ir de caza. Muy pronto en el noticiero, comenzó a divulgarse un extraño caso de mujeres y hombres que morían desangrados en las calles.


Pero él no tenía miedo. En sus eternos 18 años, se había enfrentado a cosas de mayor envergadura. Para obtener la licencia de doctor oftalmólogo, estudió la especialidad y como su aspecto es muy serio y solemne, pasaba desapercibido entre los mayores. Fue en ese tiempo, cuando visitó el hospital donde conoció a Zero.


Se había perdido del grupo de diagnóstico y buscando entre los distintos cuartos, se quedó embelesado frente a ese joven que en ese entonces tendrá unos 13 años.


Le observó descaradamente. Cada movimiento, cada facción, cada gesto. Por él, valía la pena ser Doctor. Por ese ángel caído, por melancólica alma que después vendría a buscar…


Kaname tenía la certeza que la enfermedad de su paciente no tenía cura. Le habían mentido por años, para mantenerlo internado. No había dudas. No eran cataratas… Zero tenía, retinosis pigmentaria.


Una enfermedad genética, degenerativa y progresiva… ni siquiera operándolo podría devolverle la vista. Había llegado demasiado tarde… para él.

Con su historial en la mano, fue hacia la habitación 210.


Caminaba por los pasillos con la cabeza hecha un nudo.


Subió al segundo piso y la tercera puerta hacia la izquierda, estaba la esperada habitación.


Respiró hondo y abrió la puerta. Halló a su paciente al lado de la ventana. Mirando hacia la oscuridad aquel paisaje de ciudad. El viento le acariciaba los cabellos platinos y su expresión permanecía serena.


-Bienvenido, Doctor- rompió el silencio y se giró hacia su nueva visita.


-Siempre tan atento a tu alrededor- responde Kaname, dejando el historial clínico sobre la mesa que estaba ubicada a los pies de la cama- ¿desde cuándo comenzaste a perder la visión?


-Desde muy pequeño…- hace memoria- primero, no podía distinguir bien los objetos en la noche… después, no podía exponerme a la luz y mi ángulo de visión se fue cerrando- con su mano, corre unos mechones de cabello que caían en su frente- me trajeron aquí y dijeron que debían operarme lo antes posible.


-Sé lo que tienes- su voz iba bajando de volumen- no puedo operarte en estas condiciones.


El silencio dominó el ambiente. Zero se llevó ambas manos hacia sus ojos que permanecían cubiertos durante el día.


-¿Es por mi sangre?... ¿no la quieres?- pregunta tratando de asimilar la información recibida.


-Tu enfermedad degeneró totalmente la retina… no hay tratamiento que te devuelva la vista- se queda inmóvil, a unos cuantos pasos de él. Miraba cómo ese cuerpo iba perdiendo la fuerza para mantenerse en pie.


-Dijiste que podrías devolverme la vista- dice acortando la distancia y tomando por el cuello del delantal a su Doctor- el precio es mi sangre, ¡tómala!- dice remeciéndolo- pero tráeme a la vida.


-No tienes idea de lo que estás pidiendo…- dice con sus ojos carmesí y sus colmillos listos para clavarlos en su cuello…


Se detiene.


-Si no existe un tratamiento para ti, yo lo inventaré y te sanaré- dice cerca del oído- espera un poco más.


-Tengo ya casi 19 años… ¿cuánto más debo esperar?


-Haré lo que sea… sólo de ese modo, tomaré tu sangre como premio.


-¿Cómo vas a inventar un tratamiento si tú mismo dices que no hay uno disponible?


-Soy Doctor, siendo un vampiro… lucho todos los días contra mi propia naturaleza… y ahora mismo, siento que poco a poco estoy perdiendo la batalla contra tu esencia.


-No te dejaré- lo tira al suelo- no obtendrás nada de mí- dice muy serio y frío- si no eres capaz de curarme, no te daré mi sangre.


-¿Sangre?- pregunta Ichiru, al entrar a la habitación.


Zero calló. Kaname se levantó del suelo y sacudió su delantal blanco. Miró al hermano de su paciente.


-También deberías hacerte una revisión- dice el Doctor- lo que tiene tu hermano, es genético y como son gemelos, comparten genes…


-¿De qué está hablando?- pregunta conmocionado por la noticia- ¿qué es lo que tiene mi hermano?


-Doctor, salga de aquí- dice Zero ofuscado- quiero hablar con mi hermano, a solas.


-Entiendo- dice Kaname, tomando la ficha clínica y saliendo de la habitación.


-¿Qué está pasando Zero?- pregunta Ichiru, acercándose y llevando a Zero hasta su cama, donde le deja recostado.


-Es irreversible, Ichiru- dice con pesar- no sigas pagando la cuenta del hospital…


-¡Debe haber un tratamiento!, ¡debe existir!- exclama y sólo que ve su hermano se resignaba moviendo la cabeza en ambos sentidos- ¡no te resignes!


-¿Qué quieres que haga?... ya no hay nada que puedan hacer por mí… sólo me mantienen aquí para seguir recibiendo el dinero mensual.


-Lo seguiré pagando- se sienta a su lado y pone ambas manos en los hombros de Zero- no te dejaré solo.


-Ichiru… estás cansado- se corre un poco para darle espacio a su hermano- quédate conmigo esta noche, que será demasiado larga…


Ichiru se recuesta a su lado y éste abraza a Zero hasta que nota que se queda dormido.


-Nadie más te hará daño- dice saliendo de la habitación y caminando en dirección a su trabajo del supermercado.


No podía decirle a Zero que también, estaba perdiendo la vista.


Ahora era más notorio, ya que su ángulo periférico se estaba achicando hasta convertirse en un túnel.


-Ni siquiera le agradecí a esa mujer por haberme salvado la vida- decía por lo bajo, sin saber que más temprano que tarde, la tendría muy cerca suyo…


Cada paso que Kaname iba dando, las paredes se iba agrietando.


Trataba de controlar su ira, su impotencia. Estaba frente a la puerta del Director, cuando una mano le detiene.


Mira a su lado y encuentra a una joven, de cabellos castaños, ojos color chocolate, baja estatura, tez blanca y contextura delgada.


-He venido a buscarte, hermano- dice con una sonrisa.


-Yuki- dice mientras la abraza.


Zero despertó pasada la medianoche. Notó que el lado de su cama estaba vacía. Retiró los parches de ambos ojos y los lanzó lejos. Abrió los ojos y ya ni siquiera una pequeña luz podía ver…


Continuará…
Notas finales: espero que les encante este new capi, nos leeremos pronto en nuevas actualizaciones, besos, cuídense, sayo-nya ^O^

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