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The Beach Boys por Shunko Chocolate

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Notas del capitulo:

Holaaa! Muchas gracias por sus reviews! Acá les dejo la contii^^ Que lo disfruten~!


Capítulo 2 ~ Conociendo a los nuevos vecinos

 

 

El azabache le dedicó su más fría y matadora mirada al chico de los ojos azules frente a él. Éste seguía señalándolo ante los otros que observaban como sin entender. Permanecieron así por unos instantes hasta que el moreno volvió a tomar la palabra.

-Hm. Tengo mala suerte.

-¿Qué dijiste? –le contestó el rubio, agitando su puño con furia.

-¿Se conocen? –preguntó Minato, sorprendido.

-Eh… si, bueno… etto… –mientras sus mejillas se tornaban rojizas y le caía una gota por la frente.

-Namikaze-san –interrumpió la mamá- Me presento, yo soy Mikoto Uchiha, él es mi marido Fugaku, mi hijo mayor, Itachi y el menor, Sasuke –terminando con una sonrisa no demasiado creíble.

-Oh, decime Minato. Es un gusto conocerlos, Mikoto-chan.

-El gusto es mío –respondió un nervioso y emocionado Itachi.

-Gracias, Ita-chan –sonrisa radiante.

El azabache se quedó anonadado ante esa sonrisa, le brillaban los ojitos y sus mejillas ardían a más no poder. Así, el rubio mayor, junto con la mujer y el pelilargo charlaban amenamente, despreocupados. Fugaku permanecía de brazos cruzados y con una expresión severa en el rostro, similar a una estatua militar. Mientras, el Uchiha menor y el pequeño rubio se dedicaban miradas electrizantes, llenando de tensión, rayos y chispitas el ambiente a su alrededor.

-Así que te llamás Sasuke, ¿no?

-¿No vas a usar ningún honorífico, mocoso insoportable?

-¡No porque sos un idiota ttebayo!

-Eso serás vos, dobe.

-Pensándolo bien si voy a usar un honorífico… ¡Sasuke-teme!

-¡De esta no te salvás! –gritó, ido, alzando su puño como para golpear al chico.

Se detuvo en seco. Sabía que no podía pegarle a un menor, además el joven era bastante más pequeño de estatura y contextura que él. Aun así, el ojiazul en ningún momento se asustó ni retrocedió un centímetro, solo subió la guardia, desafiando al pelinegro. "Este niño va a lograr que lo mate".

-Minato-san –decía el hermano mayor- si querés puedo ayudarte a acomodar tus cosas dentro de la casa.

-Has trabajado mucho por hoy, Ita-chan. ¿Qué acaso no tenés novia? De seguro las chicas te esperan allí afuera –a la vez que le guiñaba un ojo.

-No, en realidad no –sonrojado- Estoy soltero y disponible –cambiando su expresión por una que desplegaba sensualidad.

-¡Me alegro por vos! –dándole una palmada en la espalda que por poco y lo tira al suelo.

El rubio mayor se despidió amablemente de todos los presentes, incluso de Fugaku, y se fue a buscar a su hijo. Al verlo peleando con el otro chico, lo tomó de la ropa y se lo llevó arrastrando, reprimiéndolo por la revuelta que estaba a punto de causar. Éste seguía gritándole cosas al azabache, mientras el otro lo miraba con burla. Llegaron a la casa, al tiempo de que el mayor lo soltaba sin ningún cuidado en el suelo de la sala.

-¡Papá! –se quejó Naruto, rascándose la cabeza.

-Si serás tonto, Naru. Acabamos de conocer a nuestros nuevos y amables vecinos y vos vas, peleando con uno de ellos de la nada misma.

-¡No es de la nada ttebayo! A ese chico lo encontré en la calle esta mañana, cuando me mandaste a comprar pan. Yo iba con mi patineta y… y… –al ver como se le transformaba la cara a su padre.

-Y te lo llevaste por delante, ¿verdad? –golpeándolo en la cabeza con su puño, sin derecho a réplicas- ¡Encima de que fue tu culpa vas a hacer pelea, Naruto!

-¡Ah!

-No, no. Más tarde vas a ir a disculparte. Ahora vamos a ordenar todo.

-¡No, pa! Ese chico no me cae bien, es un amargado. ¿No viste su cara? ¡Parece como si en verdad me odiara!

-Olvidate, no hay excusas. Los Uchiha son los únicos que se acercaron, por lo menos un poco, a nosotros y nos brindaron su ayuda.

-¡Pero, papá ttebayo!

-Ningún pero, Naru. Ayudame con estas cajas.

El meno bufó con molestia. Su padre lo ignoró y siguió con su trabajo, abriendo otra caja para vaciar su contenido. Después de unos breves momentos de berrinche, Naruto decidió ayudarlo abriendo el paquete que estaba junto. Tuvieron la suerte de que la nueva casa estuviese limpia y en buenas condiciones. También de que tuviera algunos muebles, por lo que no fue necesario comprar más que los que ya traían. Aun así, sus cosas eran demasiadas para ser solo dos personas, muchos recuerdos, álbumes de fotos, discos, ropa, tablas de surf. Todo debían acomodarlo ordenadamente en cada una de las habitaciones, aunque la palabra 'orden' no era precisamente la que regía sus vidas.

Hacía ya varios años que vivían solos los dos. Naruto había perdido a su madre a los seis años, un hecho que causó un terrible impacto en su vida. Desde ese momento Minato tuvo que tomar el lugar de ambos en la vida de su hijo, cumplir la promesa que le había hecho a la persona a la que más amó. La mujer tuvo una vida feliz, siempre hizo lo que quiso y puso en práctica su verdadera vocación. Ella era rescatista, se sacrificaba para salvar personas y proteger a la comunidad. Fue en un incendio, mientras rescataba a una familia que un techo en llamas se le desmoronó encima. Siendo joven aun, el destino quiso llevársela de forma honorífica, abandonando a su pequeño y a su esposo, dejando un vacío imposible de llenar en ellos.

Desde ese trágico momento, las calificaciones de Naruto bajaron estrepitosamente, en la misma medida que aumentaban sus travesuras y su mala conducta. Rápidamente se convirtió en el peor de la clase, aquel a quien nadie quería como amigo. Aunque en realidad lo único que deseaba era un poco de atención. Las infracciones que cometía eran graves, por lo que en la escuela llamaban a su padre muy seguido, provocando un gran disgusto en éste. Una buena forma de ocultar su tristeza y fragilidad ante los demás. Fingir su sonrisa de 'todo está bien' para ver si algún día se volvía verdadera mágicamente. Tantas veces lo hizo que logró que pareciera tan creíble que podía engañarlos a todos. Al único que no podía engañar era a su padre. Él lo conocía más que a nadie en el mundo, el único que compartía su dolor y su angustia en la misma medida.

Solo y sin amigos. Teniendo la mala suerte de que su familia le diera la espalda, acusando injustamente a su padre de no haber cuidado bien de su mujer, Kushina. Su apellido, Uzumaki, fue el que heredó Naruto gracias a lo heroica que fue. Kushina Uzumaki, la mujer de la eterna sonrisa. Mientras vaciaba otro paquete, sus ojos azules se toparon con un cuadro bastante gastado. Al observarlo más de cerca pudo ver una foto que había olvidado. En ella estaban él de pequeño en los brazos de su madre, con su padre abrazándolos a ambos. Los tres sonrientes, felices. "Desearía poder volver a sentirme así de feliz algún día". Tomó la foto entre sus manos y la llevó a su nueva habitación. Ahí la dejó sobre la mesa de luz junto a su cama y regresó a la sala para continuar con su tarea.

Entre todo su trabajo de ordenar, desechar lo que no servía y acomodarlo en sus respectivas habitaciones, se les pasó el día entero. Ya había llegado la noche con un bello cielo estrellado, adornado con el sutil brillo de la luna en lo alto. El rubio menor, quien del cansancio venía arrastrándose desde la cocina, se arrojó en el sillón del living a descansar un rato. Unos instantes después, Minato apareció casi en las mismas condiciones que su hijo, caminando pausadamente, y se sentó a su lado.

-Nunca había trabajado tanto en mi vida –se quejó el menor, estirando brazos y piernas a la vez.

-Corrección: nunca en tu vida habías trabajado –contestó su padre en tono de burla.

-Hm. –giró su cabeza hacia otro lado e infló los cachetes, haciéndose el enojado.

El rubio mayor sonrió al verlo actuar así, a sus ojos siempre sería su niño pequeño aunque creciera. "Además, nunca va a dejar de ser ese chico inocente y bueno de siempre". Pasó su mano por encima del hombro del menor y lo abrazó con fuerza y sin mucho cuidado. Con su otra mano despeinó los dorados cabellos, a la vez que su hijo se quejaba y trataba de zafarse sin fuerza.

-Mi príncipe, nunca voy a dejar que nadie te haga daño por más tonto que te vean –susurró su padre, con una sonrisa.

-¡Papá! –protestó, pero enseguida se dio cuenta de lo que le acababa de decir- Yo tampoco permitiré que nadie te lastime. Sos mi única familia –a la vez que correspondía el abrazo, rodeándolo por la cintura.

Permanecieron así por largo rato, unidos como la familia que eran. El tiempo y el destino logró que su lazo se fortaleciera, haciéndolos inseparables. También gracias a que Minato quería cumplir con lo que siempre, antes de salir a un rescate, su amada esposa le decía. "Cuida de Naruto, por favor". Su antiguo hogar estaba repleto de recuerdos de ellos tres, eran la familia más unida que se conocía en la ciudad. Tanta tristeza le daba a Namikaze despertarse en esa cama en donde había compartido los mejores años de su vida junto a la persona que amaba y ya no verla. Escuchar a Naruto en las noches llamando a su mamá, llorando abrazado a la almohada.

Cuando al fin tuvo una oportunidad para dejar esa casa que tantas cosas encerraba, ya que su jefe le había ofrecido trabajo en otro lugar lejos de allí, no dudó en mudarse. Logró convencer a su hijo, ya que él era mayor y también sabía que era lo mejor, y partieron al poco tiempo a la casa que le habían conseguido. "Espero que este lugar sirva para que podamos ser felices". Pronto el cansancio logró vencerlos, primero al menor quien se durmió en los brazos de su padre y éste, al verlo tan tranquilo, cubrió a ambos con una manta y también logró conciliar el sueño.

A la mañana siguiente, el sol radiante hizo su aparición, logrando despertar al rubio mayor bastante temprano. Su hijo seguía igual de tranquilo que la noche anterior, sin intenciones de despertarse aun. Con extremo cuidado deslizó los brazos del chico y se liberó del agarre. Lo apoyó con suavidad en el sillón, besándolo en la frente y alejándose hacia su cuarto. Se vistió lo más sencillo que pudo, colocándose un pañuelo en la cabeza para cubrir sus rubios cabellos. Tomó un balde, junto con un cepillo, una botellita y un trapo. Abrió la puerta que daba a la calle y salió. Llegó hasta su flameante camioneta roja y se paró frente a ella. La miró con devoción, pasando su mano por encima del techo con suavidad.

-Oh, estás muy sucia. Debes tomar un baño.

Tomó la manguera que tenía en el jardín delantero y la conectó a la canilla que daba a la calle. Giró la perilla y dejó correr el agua. Empapó al vehículo con mucha paciencia, un amante de los autos como él sabía muy bien como cuidarlos. Vació el líquido de la botellita sobre él y comenzó a pasarle en cepillo, generando mucha espuma, la que apaciguaba con el agua de la manguera. Se estaba divirtiendo como un niño haciendo eso, tanto que cantaba y bailaba a la vez que cepillaba las puertas y los vidrios polarizados.

Entre todo su baile y canto, logró escuchar unos ruidos extraños enfrente. Esto lo hizo abandonar su trabajo por unos momentos. No tardó en adivinar que provenía de la casa de sus vecinos, los Uchiha. Después de unos momentos de gritos como "¡Fuera!", "¡No me molestes!", escuchó que la puerta se abría de golpe. De allí, un hombre de cabello azabache salió refunfuñando y dando un portazo tras de sí. No pudo evitar quedarse mirando la escena no muy disimuladamente. Al percatarse de eso, el moreno le dedicó una mirada fulminante que podría aterrar a cualquiera.

-¡Ey, Fugaku! –lo llamó divertido Minato- ¿Problemas con tu chica?

Burlarse de un Uchiha esa manera fue lo peor que pudo hacer. El hombre cambió su imperturbable expresión por una de ira incontenible. Se acercó a toda velocidad a un Minato que solo sonreía despreocupado. Lo tomó de la camisa y se lo acercó con todas las intenciones de golpearlo.

-¡Repetí lo que dijiste!

-Lo siento, Fugaku-chi, no pensé que te enojarías tanto –tratando se zafarse de sus puños inútilmente.

El rubio solo reía nerviosamente, mientras el otro se contenía de asesinarlo. Respirando con fuerza, lo soltó y trató de volver a su seriedad habitual, no tenía intenciones de causar un disturbio. Namikaze seguía sonriendo, sabía que su vecino era de los tipos que se enojaban seguido y ese día tenía ganas de divertirse. "¿O será que confío demasiado en mi suerte?".

En eso, de la puerta de la casa se asomó un adormilado Naruto. Se restregó los ojos y miró a los mayores con cara de zombie, los ojos a medio abrir y los cabellos revueltos.

-Pa, ¿no hay nada para desayunar? –mirando al moreno detenidamente- Sasuke, qué viejo estás.

Nuevamente una gran vena creció en la frente del problemático vecino. El rubio mayor le hizo una seña a su hijo para que se callara, a la vez que pasaba un brazo por encima del hombro del otro hombre.

-No, Naru. ¿Te volviste tarado de repente? Él es el papá de Sasuke.

-No me toques –le ordenó el mayor de los Uchiha, tratando de quitárselo de encima- Soy Fugaku, nene. Recordalo.

-Eso, ya oíste –afirmo el rubio mayor, sin soltar al otro- en la heladera hay yogurt, volá para adentro.

El chico asintió, aun muy dormido y volvió a entrar a la casa. Fugaku se soltó del brazo del otro y se quedó parado a su lado, al parecer sin intenciones de irse. El rubio estaba desconcertado, en verdad no entendía la actitud de su nuevo vecino. Por su parte, Naruto ya había tomado y se había vestido, esta vez ya más despierto que antes. Miró el periódico que estaba sobre la mesa de la cocina, el cual tenía varios avisos redondeados con rojo, y se dirigió a la salida. Estaba dispuesto a conseguir trabajo para ayudar a su padre, aunque no tuviera experiencia pensaba que ya tenía edad para comenzar. Tomó su patineta, abrió la puerta y se echó a andar.

Iba por las veredas de la ciudad, de vez en cuando bajaba a la calle para ir a mayor velocidad, y subía cuando el tráfico se acrecentaba. El viento enarbolaba sus cabellos, refrescaba su rostro, cansado por el trabajo del día anterior, y lo llenaba de energía. A medida que se acercaba a la playa, la brisa aumentaba y el sol incrementaba su brillo. Volvió a mirar el periódico fugazmente, el trabajo que más le convenció estaba en la playa, una de sus grandes pasiones. Cuando creyó encontrarlo se detuvo de golpe, bajando de la patineta con ese gran estilo suyo. Era un bar de playa, uno de los pocos que había en ese tranquilo lugar, totalmente al aire libre. Aunque solo era un puesto un poco más grande que los demás, poseía un pequeño techo y una barra con varias sillas altas.

También tenía una plataforma que separaba el local de la arena, seguramente de noche eso se convertiría en una pista de baile. Sin pensárselo más se acercó hasta la barra, de lo más contento. Allí se encontró con un hombre mayor de larga cabellera blanca que estaba apoyado en ella con unos binoculares delante de sus ojos. Éste sonreía con malicia, a la vez que un hilillo de baba se resbalaba por su cara. Naruto lo miró de reojo, se imaginaba lo que ese tipo estaba haciendo. Decidido, dio un golpe sobre la mesa, sobresaltando al hombre quien arrojó los binoculares y lo miró con mala cara.

-¡Ojiisan! –sonriente- ¡Vengo por el empleo dattebayo!

Continuará…

Notas finales:

Qué tal? xD

A que no se imaginan quién es el viejo verde! -con eso ya les dije todo- xDD

Espero que les haya gustado, y si pueden dejen reviews, vamos! No sean malas/os con la autora baka xD

Miren que me alegran el día si lo hacen!^^

Bueeeno, nos leemos en el próximo!

Cuídense!

Sayonara~! ^o^


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