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Plasmados en Gloria por AkiraHilar

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Notas del capitulo: Chicas, ¡¡esta historia me ha hecho llorar!! ¡¡Toy angst!! ¡necesito mucas cosas hots y alegres para poderlo superar! T___T
“Buenos días, Asmita. Lamento no haber podido escribir ayer, pero en la noche tuvimos que marchar, fueron violentas horas de ataques, nos tomaron por sorpresa y todos y cada uno de nosotros tuvimos que enfrentarnos de nuevo al filo de la muerte. Ahora, de mis compañeros sólo tengo a Dante al lado. Shura murió ayer, una bomba lo alcanzó… no pudimos recuperar nada más que el crucifijo que usó para orar aquella noche. Sinceramente, me siento devastado, asustado, ahora por fin me siento asustado…

Asmita, ahora, antes de sentarme a escribir, Dante y yo tomamos un pequeño pastel que nos entregaron, una velita que ya esta gastada la usamos, y entre nosotros, nos cantamos el cumpleaños. El me enseño a cantarlo en Italiano, yo en Griego y en hindú. No reímos como unos desenfrenados, para terminar llorando, como unos niños asustados, sintiendo que de nuevo los bombardeos seguían. Nos llamaron en la madrugada para avisarnos, tuvimos que salir y tuve miedo hermano, miedo de no alcanzar a escribirte una última carta. ¡¡¡Todo esto apesta!!! Mientras estamos aquí en las trincheras de la frontera, con el corazón en la garganta, con miedo de abrir nuestra boca y sentir que cae entre nuestras mano; oímos a los políticos discutir tonterías, malditas condiciones soberanas, jugando con nuestro tiempo. ¡Tiempo hermano! ¡Porque ya a nosotros no nos queda más que la certeza del segundo que acaba de morir! Porque mientras ellos hablan de concesiones y pactos, ¡nosotros morimos, hermano!… ¡¡mueren a nuestro lado!! ¡¡Mueren sin poder hacer nada!! ¡¡¡Morimos asustados!!! Yo… lo lamento, lamento tener que decirte todo esto pero, siento que si no lo escribo, sino me deshago, ¡moriré ahogado con tanta mierda en mi garganta! ¡¡¡Atascado con las heces de aquellos que no terminan de decidir una desgraciada vez el destino de todos nosotros!!!

Yo… lo siento… Pensé que sería más llevadero… pero lo de Shura… me ha destruido… Sentir la muerte, ¡¡¡a mi lado!!! A mi lado cayeron restos carbonizados de él… vomité en el lugar y ahora… me asquea, siento que el pan que comí lo regresaré… la vacuidad en mi estomago mientras se forman retorcijones de gas, buscando una explicación a la absurda guerra que nos han quitado tanto… me han quitado tanto… No sé, no termino de comprender, como Kanon pudo estar aquí y enviarnos cartas con chistes y anécdotas chistosas… ¡DIOSES!... ¡¡¡DIOSES!!!

¿Cómo haces para no llorar? Siempre me lo pregunté… cuando murió papá y mamá, no lloraste… me consolaste a mí, sin soltar una sola lágrima. Trabajaste arduamente por años manteniendo el negocio de mis padres, lastimándote las manos mientras tejías, todas las noches, todas las tardes… ¿sabes? Al verte haciéndolo, yo, me prometí estudiar, me prometí sacarte adelante, ¡cuidarte hermano! Pagar con mi devoción y entrega, la que tú diste con siempre una sonrisa cálida, con esperanzas, con alegría… Quería entregarte mi título en mano, decirte: ¡Ya no temas! Ya no tendrás que tejer más, ya no pasaremos hambre. ¡¡Yo te cuidaré!! Y cada vez que pensaba en eso, siendo un adolescente, te imaginaba sonreírme. Te imaginaba comiendo un buen plato de comida, completo, con jugos naturales y no el pan que tenías que amasar con el poco de harina y trigo que lograbas comprar…”


Defteros tuvo que detenerse. Asmita, por primera vez en su vida, se desmoronó por completo en la alfombra. Dejando la carta a un lado, corrió a abrazarlo, lo encubrió en sus brazos morenos, dejándose empapar por las lágrimas de un hombre que durante mucho, mucho tiempo, había olvidado que era llorar. El rosario cayó entre ellos, humedecido de lágrimas… 106 piezas, dos perdidas… dos que no se encontraron…

El rubio lloraba desconsolado… el griego abrazaba en silencio… Recordaron…

Shaka despertó con esa barra de chocolate a su lado, intrigado. Ciertamente, le había dicho a Kanon ese día que salieron que era su favorita, pero no espero ver una justo al lado de su cama. ¿Cómo llegó allí? Prefirió no preguntar, con miedo de encontrarse con una idea que hasta ese momento sopesaba. ¿Qué si ese “Te amo” no era de hermanos? Sacudió su cabeza de todo pensamiento. Decidió bañarse.

Notó que esa mañana Kanon no estaba con ellos. Saga no desayunó con ellos, los mayores se mantenían en un mutuo silencio. Shaka, acostumbrado a dejar todo de lado, simplemente no preguntó y se fue. Así pasaron los días y Kanon no aparecía en casa. El rubio veía la tensión, Saga no salía de su habitación cuando llegaba del trabajo, Asmita rezaba con un antiguo rosario de su madre, Defteros se mantenía callado escuchando avances de las negociaciones por parte de su hermano. Shaka veía todo y empezó a sentir un vacío en el estomago.

La incertidumbre lo tomaba por las noches, entre pensamientos, encontrándose con la idea de que le gustaría ver a Kanon y agradecerle por la barra de chocolate, que por cierto, no había comido. Las mañanas amanecía boca arriba, temblando, temblando ante una posibilidad que no se atrevía a concebir… temblando… Así dejó que pasaran los días, así dejó que la barra de chocolate perdiera su frescura… así… justo así, como había hecho durante esos 4 años, encerrándose en el orgullo, enmascarándose para no admitir que tenía miedo, que temía la perdida, que extrañaba al griego, que extrañaba la cena de los 5 sentados, aunque él nunca hablara, aunque siempre abandonara primero la mesa… Así hasta que…

Aquel viernes, de nuevo en la universidad se escuchaba el clamor. Aquel viernes, Shaka se atrevió a acercarse… escuchó…

-¡¡¡No es justo!!!-clamaba una jovencita abrazada entre varios, desboronada en llanto agudo y profundo-. ¡¡¡Sólo tenía dieciocho años!!! ¡¡¡NO ES JUSTO, MALDITA SEA!!!

Shaka escuchaba, a lo lejos, con su corazón latiendo a mil… varios nombres, nombres que alguna vez escuchó en la lista de asistencia, compañeros de atletismo, de cálculo, de informática, de artes… conocidos… muchos conocidos… Su estomago se revolvió… vio necesidad de echar un paso hacia atrás.

-Pero era necesario, Shayna… tu primo tenía que ir, era obligatorio que uno de cada casa asistiera a las trincheras.

Uno de cada casa…

-Y Milo era el único que podía, su papá estaba enfermo… era su deber, su deber de griego, por ti, por los que amaba…

Uno de cada casa…

Buscó las noticias desde su teléfono… leyó… la orden había pasado a ser una obligación. Uno de cada familia debía partir… fue dada, hace tres semanas… una gaceta oficial, una noticia que se abulto entre otras y no pudo conocer, en su momento… Hace tres semanas… Kanon había partido hace tres semanas…

La desesperación…

Shaka olvidó todo, clases, informes, actividades… Shaka corrió desesperado hasta su departamento… Shaka sentía que el mundo por fin se presentaba tal como era… Que la venda había caído… que la realidad se enfrentaba crudamente… Corría, pasando al lado de tanta gente, cruzando avenidas, con su mano en el pecho… recordando… recordando la sonrisa de Kanon cuando fue a buscarlo en la clase de atletismo, esas horas que compartieron… ¿Acaso era su despedida? ¿Acaso era su forma de decir adiós? ¿Por qué nadie le dijo? ¿Por qué nadie le pregunto? Terminó cayendo en la acera… terminó derrumbándose… Todo era su culpa… nadie le dijo porque él se encerró…

Lloró…

Lloró por horas…

Muchos lo vieron y pensaron: ¡A de ser un familiar de los muertos de hoy! Pero nadie imaginaba que esas lágrimas no eran de la pérdida física… sino de darse cuenta, que durante mucho tiempo, él mismo había tenido pérdidas afectivas, invaluables, que hasta ese momento tomaba en cuenta…

Llegó a su departamento. Su hermano ni su pareja estaba, Saga de seguro seguía trabajando. Shaka se adentró entonces hasta su habitación, tomando esa barra de chocolate y comiéndosela a grandes bocados, dolido, abrumado, terriblemente golpeado por la guerra, por la desesperación, por la incertidumbre… Se supone que no le afectaría… se supone que la guerra pasaría por encima de él, sin dejar rastros… Pero no fue así... Por mucho que quiso serle indiferente a la situación de su país, al final… se vio arrastrado a ella…

Cuando Saga llegó al departamento, al entrar al pasillo se encontró con Shaka, enrojecido, con sus ojos hirviendo de desconsuelo. La imagen golpeó directamente al corazón del griego, viéndolo así, tan vulnerable… desamparado…

-¿Por qué se fue?-preguntó de inmediato. Saga entendió con dolor que esa aflicción era por su hermano… de una vez pensó que al final, Kanon si logró su objetivo… si logró alcanzarlo…

-Shaka…

-¡¡QUE MIERDA TIENE QUE VER EL EN TODO ESTO!! ¡¡¡PARA QUE TENIA QUE PONER SU DESGRACIADO PELLEJO AL FRENTE DE GUERRA!!!-sus ojos se enrojecieron… su voz turbia… Shaka estaba enloqueciendo frente a él, de dolor, de amargura-. ¡¡¡NI SIQUIERA LE DI LAS GRACIAS POR SU CHOCOLATE!!! ¡¡¡AHORA CAPAZ….!!! ¡¡Capaz…!! Maldición…-se quebró, cayendo al suelo…-. Tenías razón… ¡¡¡Soy un idiota!!! ¡¡¡Perdí mucho tiempo!!! PUDE HABER VIVIDO COMO UNA FAMILIA CON USTEDES, ¡¡¡Y ME NEGUE A HACERLO!!!-­Saga escuchaba, contrariado… familia… Shaka lloraba por Kanon como familia… como un hermano…

-Shaka… cálmate Shaka…-se le acercó, lo abrazo a él-. Cálmate… ¡por favor!... Yo…

-Tenías razón… ¡¡tenías razón!! ¡¡¡Mi maldito orgullo me cegó!!! Los pude haber buscado, ¡¡¡a ambos!!! Cuando se alejaron… sentí su ausencia… ¡¡¡la resentí Saga!!!-se apegó al amplio pecho del mayor, llorando, llorando enfurecido consigo mismo-. Pero mi orgullo, Saga… ¡NO! ¡¡¡Fue miedo Saga!!! ¡¡¡Miedo a volver a ser reemplazado!!! Por miedo… yo… los deje irse… los extrañe… de verdad los extrañe… porque… porque ahora se fue… porque… por…

No pudo seguir hablando… terminó llorando en brazos del mayor… Saga lloró con él… lloró también la soledad y la desdicha de que su hermano haya partido la guerra… Lloró consolando al hombre que aún amaba. Desde ese momento, los dos, se unieron, irremediablemente…

Todos los meses, el departamento esperaba ansioso la correspondencia militar. Esas noches de viernes, luego de haber verificado que el nombre de Kanon no aparecía en la lista de fallecidos, los cuatros se unían, y Asmita elevaba una oración con el rosario en ambos, enviando protección divina a quien consideraba también un hermano. Las cartas que llegaban eran leídas por Defteros, quien era el que más temple tenía para soportar todo luego de Asmita, que por su discapacidad, no podía leerlas. Kanon les contaba era de las anécdotas de otros soldados, de que tan bueno estaba el capitán, de lo malo de la comida, y lo emocionante de las celebraciones cuando pudieron mantener el frente protegido… No parecía triste, no parecía asustado, no parecía que la situación le afectare. De alguna manera, las cartas era una burla a la situación de la guerra… Kanon se reía en la cara de la muerte y Shaka, junto a Saga, iban perdiendo fuerzas conforme los días pasaban, los viernes llegaban y la incertidumbre hacía mella en su esperanza… Viernes a viernes la lista de muertes se incrementaba… viernes a viernes iban pasando los meses… viernes a viernes Saga y Shaka se buscaban para hablar, para escucharse… viernes a viernes ellos se enamoraban…

-Me siento mal por él-fue la simple respuesta de Saga a Asmita, quien le había hecho una pregunta que por cierto, no era respondida con esa frase.

-Creo haberte preguntado si amabas a Shaka.

-Por eso, me siento mal por Kanon-respondió de nuevo, evadiendo la pregunta.

-Pero eso no responde mi pregunta, Saga.

-Kanon fue a la guerra, en parte, para protegerlo a él. Y yo estoy aquí, teniéndolo a mi lado, disfrutando su compañía, su consuelo… dime, Asmita, ¿puedo amar tranquilo sabiendo esto?

La pregunta fue hecha con voz turbia… realmente turbia… ambos sentados en la mesa de comedor en ese domingo. Asmita tejía entre sus manos unos suéteres, con precisión pasmosa. Saga simplemente tenía la vista en la nada, con sus manos tomadas sobre la mesa.

-Lo amo…-finalmente respondió, dejando caer lágrimas-. Lo amo desde hace mucho, Asmita… Pero… yo decidí alejarme para que Kanon tuviera oportunidad… Y… cuando Kanon lo alcanza… lo logra… destruye su pared de orgullo… se acerca… lo hace reír…-su frente golpeó la madera. Gimió-. ¡¡Y luego se marcha!! ¡¡Y me deja el camino abierto, Asmita!! ¡¡Me dice que lo cuide yo!! ¡¡Que lo ame yo!! ¡¡Y yo lo amo, maldita sea!!

-Saga…

-¡¡¡Pero como hago!!! No puedo, no puedo tenerlo, tomarlo sabiendo que mi hermano arriesga su vida para proteger su futuro… el mío… ¡¡el nuestro!!

-Por ello deberías sobreponerte a esa culpa.

Saga levantó su mirada enrojecida hacía el rubio, quien le sonreía con ternura, con una paz inmensurable… ¿Cómo podía ser tan fuerte? No lo comprendía… pero Asmita brillaba con paz… brillaba con dulzura…Tenía el aire de un padre… el padre que fue para Shaka desde niño… el soporte... las base… la fortaleza…

-Por ello deberías sobreponerte a los argumentos, y ser feliz… Ser feliz por él, Saga… sé feliz y haz que este esfuerzo, que este sacrificio, valga la pena… El quiere que sean feliz… por eso está peleando, ¡por eso lucha!-las palabras se clavaban en la mente del griego-. Shaka también merece ser feliz… Y ya que ustedes lograron lo que yo no pude, será un honor para mí, bendecirlos, bendecir su unión, como su hermano mayor…

-Asmita…

-Shaka también siente lo mismo… Shaka también siente lo mismo que tú, Saga. No pierdan tiempo… no pierdan más tiempo…

Saga escuchó… Saga comprendió… Saga decidió… pero muy tarde…

Esa semana, llegó la carta, religiosamente, tercer jueves del mes… el viernes, el nombre de Kanon apareció en la lista…

El golpe fue terrible, para todos… Defteros llegó con su rostro marcado por el dolor de la perdida a su casa. Asmita estaba en silencio, comprendiendo el sufrimiento de su pareja, asumiendo… Shaka no fue a la universidad, estuvo encerrado en su habitación todo el día… Saga hizo lo mismo con su puesto de trabajo… Ambos estaban encerrados, perdidos en sus cavilaciones, en recuerdos, en dolor…

Una semana después, llegó una pequeña caja con las pertenencias de Kanon, junto con una carta del país, como pésame… Saga tomó la caja con malestar entre sus brazos, dejó aquella carta de lado, sabiendo que diría las mismas palabras que han de haber leído centenares de familias en Grecia desde que esa maldita guerra había estallado. Se aferró al recuerdo de Kanon… se aferró a su dolor… Kanon murió, protegiéndolos a ambos… De Kanon sólo quedaba su nombre marcado en una lúbrica en mármol, en una plaza que iban creando para los héroes de Guerra… era allí donde debía visitarlo… allí…

-A él lo conocía, estudió conmigo en la clase de electrónica digital-Saga escuchaba de lejos las palabras de Shaka, que ese día había decidido acompañarlo a ver, por fin, la piedra donde marcaron el nombre de su hermano. Había pasado un mes. Ninguno se había confesado-. Y a él, lo recuerdo, jugaba en el equipo de baloncesto, estaba enamorado de una chica que se sentaba en la esquina de la derecha, cerca de la ventana, en la clase de Sistemas Digitales. Y…

La voz del rubio se cortó. Saga volteó para verlo, con sus esmeralda apagadas, viendo las lágrimas que cubrieron el rostro del menor. Shaka mordió sus labios, temblando, enrojecido por completo, pasando sus dedos en una de las rubricas… Aioria…

-Y… Aioria… fue mi compañero por cuatro años… Vaya, parece que murió hace meses y yo… apenas hoy me estoy enterando…

-Lo lamento…

-No, no lo lamentes Saga… Ellos ahora forman parte de la historia… la historia jamás contada. La historia que ningún libro podrá documentar… la de lágrimas, la de honor, la de entrega total… Aioria peleó por su hermano y la mujer que amaba… Kanon peleó por nosotros, sus hermanos y familia-pasó sus dedos a las últimas rubricas, donde el nombre de Kanon estaba marcado junto a sus compañeros de guerra-. Kanon peleó para que fuéramos felices…

Saga veía ese nombre marcado con dolor… cansado de llorar… ya sin lagrimas para poderle ofrendar a su hermano menor… ya sin fuerzas para gemir… ya sin deseos de penarlo más… El seguía respirando… él seguía con su corazón en su lugar, latiendo, en un país donde todo convulsiona… en medio de una guerra que los separó y al mismo tiempo, terminó uniéndolo con el hombre que ama… Vio ese nombre marcado y entendió, que ya no podía soportar más la culpa y el dolor… hacerlo, hacía que su sacrificio fuera en vano… No ser feliz, era decirle a Kanon que su muerte no tuvo objeto…

-Quiero ser feliz-susurró, mas no para Shaka quien estaba a su lado, sino para su hermano, que en algún lugar, en el viento, en la tierra o en las aguas, debería escucharlo-. Gracias por regalarme la oportunidad…-sorpresivamente, sus lágrimas volvieron a presentarse. Shaka lo cubrió en un abrazo, desde su espalda-. Cuidaré, lo que amabas, lo cuidaré-Shaka escuchó esas palabras, sintiendo su corazón comprimirse-. Shaka… él y yo… nos acercamos porque nos gustaste-los ojos del hindú se abrieron desorbitados… sorprendidos-. Queríamos tenerte… decidimos intentarlo, sin rencores… y… ambos, terminamos enamorándonos…-tomó las manos del menor aprisionada en su pecho… las apretó con fuerza-. Y al darnos cuenta, dijimos que seguiríamos intentando pero yo… yo me hice un lado para darle una oportunidad a él… y él, él hizo lo mismo…

La cabeza de Shaka se pego en su espalda, llorando con dolor, con angustia, con pena, la condena de una perdida. Saga lloraba con la misma fuerza, con el mismo ahínco… En un momento, Saga soltó el agarré para tomarlo entre sus brazos, por completo. Abrazarlo con todas sus fuerzas, tomarlo él, con su cuerpo… amarle… Shaka correspondió su abrazo, se dejó guiar hasta la comodidad de su pecho, recostar su cabeza a su hombro, sentir la calidez de ese aliento pegado a su cuello, la fuerza de ese agarre… queriendo fusionarse con él…

-Te amo Shaka… Te amo, te amo desde hace ya más de un año… te amo y… quiero ser feliz contigo… ¡quiero ser feliz por él!

-Saga…

-¡¡Te amo Shaka!!-pego su mejilla con la de él, gemía, sollozaba por las lágrimas atragantadas en su garganta-. Te amo… tanto como te amó él… tanto… permíteme amarte Shaka… permíteme cuidarte… como lo hizo él… permíteme hacerlo…

-Saga… yo… yo también… ¡yo también te amo!

Se quedaron abrazados… no saben cuánto tiempo… llorando…

Desde allí, se unieron… desde allí se buscaron…

Saga decidió llevar las cosas con calma… no quería acelerarlo… quería conocerlo, ganarse la confianza, cuidarlo… después de todo, Shaka aún así era joven. Pasaron así dos meses entre cortejo, salidas amenas, conversaciones, aún guardando el luto por Kanon, aún dolidos con su ausencia… Muchas veces terminaban hablando de él, Saga comentando las travesuras, los juegos, juntos releyendo sus cartas, imaginándose lo que él veía, extrañándolo… terminando así abrazados uno al otro en el mueble de la sala… sólo así… tomados de manos… apenas besos castos… besos que ya a Shaka no le eran suficiente…

-Saga…-se acercó a su pecho, recostándose en él. Esa noche los mayores estaban encerrados en su habitación, ellos en la sala-. Saga, bésame…-el griego tembló con el pedido… el rostro de Shaka se acercaba peligrosamente-. Saga…

Viendo que el griego, observándolo fijamente, con sus esmeraldas centellando, no terminaba de cumplir con su pedido; Shaka dibujó una mueca de enojo. Sentía que era tratado como un niño, y no como el hombre de ya veinte años que era. Y Saga, él estaba consciente que no era un niño, pero de alguna forma se sentía cohibido, temeroso de adelantar las cosas, de cometer un error y asustarlo… Jamás había tenido una pareja con tanta diferencia de edad y para él, Shaka además también había sido como un hermano menor…

En un momento a otro, Shaka tomó una decisión. Se levantó del mueble, con la mirada zafiro fija, penetrante. Saga aún observaba sentado, con sus piernas abiertas, esperando de seguro un reclamo del menor por no cumplir el pedido. Pero lo que Shaka le entregó fue otra cosa… sin previo aviso, sin permiso, se sentó esta vez en sus piernas con ambas piernas de él rodeando la cintura del griego, con sus manos clavadas en la mandíbula de Saga. Esta vez, Shaka no quería dejarse dominar ni por el miedo, por el orgullo o el dolor… él quería vivir… él quería amar, amarlo a él, sentirse correspondido… Esa vez, él lo buscaría.

-Te amo Saga…-dijo, antes de posar sus labios y pegarlos a los de él.

Dos gruesos labios con dos finos… cediendo lentamente antes de que la pasión griega desembocara… dos labios finos colapsando al paso de los gruesos… calientes… hirviendo… Las manos de Shaka en la mandíbula… un brazo de Saga rodeando su cintura, pegando pecho con pecho, la otra sosteniendo el cuello, buscando el ángulo… profundizando…

Las lenguas se encontraron… gimieron… Shaka se sintió vivo… aceptado… querido. Saga tomó la lengua del hindú, succionándola dentro de su boca, saboreándola, robando gemidos y temblores de placer en ese cuerpo tan joven y atlético, amándolo con deseos, despertando y dejando de lado tristezas y culpas… tomándolo… sus labios bajaron de la boca del menor, recorriendo la barbilla, descendiendo hasta su cuello, lamiendo a su paso, antes de volver a subir a su oído, oler que su piel empezaba a cocinarse por el sudor… por el sexo…

-¿Estás seguro, Shaka?-le preguntó, con voz ronca… voz sensual.

-Te amo, Saga-respondió el menor, pasando su mano por el cuello grueso del griego, extasiado…

-Haré que sea la mejor noche de tu vida…

-Lo exijo…

Cargándolo así, con las piernas de Shaka entrelazadas en sus caderas, con las manos en su cuello, con sus brazos rodeando sus caderas y espalda; Saga lo levantó con todo su peso, mirándolo con hambre… el hambre amante, decidiendo entonces el lugar donde lo tomaría: la propia habitación del menor. Lo llevó hasta allí, dejándolo caer con él, aún alejado un poco, deseando y admirando el sonrojo de esas mejillas, los zafiros encendidos… anhelantes… Se separó un poco, desvistiéndose él primero, mostrando toda su belleza griega ante él, que con temblor y labios que eran relamidos ante la expectativa, cruzaba con sus zafiros cada hendidura, cada pliegue en el ancho y voluptuoso continente que se abría ante sus ojos. La excitación ya estaba presente en la hombría de Saga, orgullosa, triunfante levantándose como torre de guerra… poderosa… Y ante la sorpresa de Saga, que ya pensaba en ir a desvestirlo; Shaka lo hizo voluntariamente, dejando toda la ropa a un lado, presentándose tal como era, tal como vino al mundo.

Se miraron… se deleitaron con la vista del otro… hambrientos… necesitados… se buscaron entonces, besándose y abrazándose a un ritmo frenético. Se besaron sonrientes, felices de tenerse… Se tiraron en la cama, compartiendo caricias obscenas, intimas, imperecederas… haciéndose uno, compartiendo cada rincón inhóspito, entregándose sin reserva. Labios griegos que cubrían con paciencia cada terreno de la India, besando, lamiendo, saboreando incluso la montaña del templo sagrado, degustándolo hasta hacerlo explotar. Manos hindúes que tomaban posesión de cada roca griega, arrancando, apretando, corrompiendo entre sus diez dedos, con sus dos manos, diez uñas rastrillando el sudor y la esencia… Dos hombres amándose mientras el país seguía pidiendo a gritos más vidas… mientras la guerra continuaba.

De espalda, lo tomó con todas sus fuerzas, penetrando sin tregua en las trincheras del hindú, derrotando cada defensiva, replegando cada intento de salvación… provocando convulsionantes movimientos, venir de caderas que se movían vertiginosamente sobre su espada de Grecia, sobre su piel, sobre su cuerpo. Boca abajo, veneró la piel de su espalda, besó, mordió y lamió su nuca, su cuello… jaló sus cabellos dorados… lo oyó gemir con insistencia… lo escuchó gritar su nombre, sudando… herido de deseos… agonizando de placeres… Una guerra se ejecutaba en sus cuerpos, una guerra por vida, una guerra por amor, una guerra por paz… una guerra con tregua pactada…

Boca arriba, lo adoró y se dejó adorar… besos interminables, con caricias relajantes, tiempo que se prodigaban entre cada una de sus atenciones, sonriéndose, amándose, entregándose por entero en un tratado de paz, una reconciliación después de la tormenta, el reencuentro. Palpando sus tierras, reconociéndolas, compartiéndolas… Hasta que de nuevo se hizo presente el fuego… hasta que de nuevo declaró posesión en su cueva… Hasta que Shaka volvió a jadear su nombre, con una sonrisa…

Sudores que se conjuraban… un caldo de emociones que se cocinaba… el olor a piel quemándose por el sexo… olor a sus cuerpos clamándose con deleite… la música de sus alaridos de placer carnal aderezando a una entrega de alma… El movimiento que sin pausa ejercía Saga dentro de él, la tensión que sin evitarla ejecutaba Shaka sobre su espalda, clavando sus uñas sobre los hombros griegos, sintiendo la lengua sobre su cuello hindú… llegando una y otra vez a la cúspide… una y otra vez… amándose…

Se habían quedado dormidos antes de escuchar la primera explosión, a lo lejos. Asustados, se levantaron en un salto, corriendo hacía la ventana para ver, con horror, proyectiles caer en el centro de la ciudad… fueron treinta minutos de pánico… treinta minutos donde los cuatro se congregaron en la sala, sin importarles como estaban vestidos, siendo el cuerpo de Defteros quien cubría prácticamente los otros tres, mientras Asmita con su rosario en manos y temblando, elevaba oraciones y ellos dos, Saga y Shaka, sostenían con fuerza sus manos, teniendo miedo de separarse. La guerra había llegado a su ciudad… ya nada sería igual…

Athenas colapsaba… el equipo de paramédicos buscaban cuerpos y victima en los edificios más dañados. Por fortuna, su zona residencial no fue atacada, pero aún así, el temor era ahora su mayor aliado. Aquella mañana, por las televisoras el presidente decretó estado de alerta y dio una orden, orden que ya iba ejecutando toda la fuerza militar. De cada casa, tomarían al menor de la familia que fuese mayor de edad, para resguardar las fronteras. Era servicio obligatorio…

Cuando ellos cuatro se enteraron, fue cuando ya estaban los guardias irrumpiendo sobre su propiedad y jalando por el brazo a un Shaka que se negaba a cumplir semejante, orden. Saga lo tomaba con el brazo, forcejeando con el guardia y Defteros sostenía a un Asmita que casi caía de la impresión…

Shaka fue llevado, sacado de su casa, arrastras…

“… para luego siempre darme la mayor parte, untada con mantequilla o miel de abeja. Te imaginaba durmiendo en una cómoda cama y no en los cartones y telas que colocabas en el piso, al lado de la cómoda hamaca que me habías hecho para que durmiera tranquilo y libre de los mosquitos… Asmita, tú siempre te sacrificaste por mí… siempre lo hiciste. Por eso, aunque tengo miedo, no me arrepiento de hacer esto… de hacer este esfuerzo por ti, por Defteros, para que juntos sigan siendo felices.

Confió que todo este esfuerzo no será en vano…

Confío que todo esto tiene un significado…

Estaré bien, Asmita… Sé feliz… Hazlo por mí…

Te amo.”
Notas finales: Espeor les guste, es algo tragica pero especial para mí.

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