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Show me your teeth por LadyHenry

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Notas del capitulo:

Después de siglos actualizo, cosa que se debe a la iniciativa de la dama Nezalxuchitl, que en tiempos de confinamiento se le ocurrió la gran idea de un decamerón yaoi. Espero que esta pequeña aportación sirva para entretener y yaoizar, gran finalidad donde las haya ;P

 

 

Cuando su madre le regaló unas vacaciones a México por su graduación pensó que sería un viaje de transición, quería que su hijo pequeño tuviera la oportunidad de conocer otra cultura y madurar antes de enfrentarse al mundo laboral. Siempre había sido brillante en lo académico, hablaba varios idiomas, y se había licenciado en antropología, ahora estaba haciendo el doctorado y con la excusa de que el viaje le serviría para recopilar información supo que aceptaría.

Desde que su padre desapareciese en extrañas circunstancias doce años atrás, había pasado de ser un chico alegre con una curiosidad que solía meterle en líos, a otro callado y comedido, que enfocaba esa desmedida curiosidad de forma erudita.

Así que Anabel, no se lo pensó dos veces cuando tuvo la oportunidad  de mandar a Nate a la que sería una transición mucho más… ¿Grande? ¿Brusca? ¿Inconcebible? De lo que cualquiera hubiera podido imaginar.

Al llegar a San Luis Tehuiloyocan Nate se sintió observado, era obvio que los turistas despertaban recelo, así que decidió  mantener la boca cerrada, no quería que lo metieran en el mismo saco que a esos imbéciles que iban preguntando a cualquier habitante que se le cruzara por temas tan espinosos como la que llamaban La casa del Diablo.

Cuando era pequeño pasaba sus vacaciones en casa de sus abuelos paternos, y su tía Maira le contaba qué había visto en su último viaje. Una de las historias que más le impactó fue la de Cholula, Maira le había enseñado fotos de la fachada de una casa que estaba llena de dibujos hechos con piedra volcánica, podía observarse una mezcla de símbolos indígenas como el sol, la luna o águilas, también había escenas de la pasión de Cristo, y otras cuyo significado no se ha descifrado. A Nate había unas imágenes en particular que le resultaban especialmente inquietantes: monos que portaban gorros eclesiásticos, con una expresión burlona y una mirada desafiante, y en su humilde opinión con un tamaño desproporcionado.

Junto a la entrada de la casa había un pozo sobre el que corrían rumores que poco tenían que ver con el suministro de agua. En el interior las vigas exhibían inscripciones en latín, pero estaban al revés. Todo ello había dado lugar a leyendas, que sumadas al desconocimiento de los dueños de la casa, que data del siglo XVII, habían hecho creer que era una de las moradas del Maligno en la Tierra.

A Nate le parecía curioso que creyeran que el Maligno tenía ese nulo sentido de la discreción, sólo faltaban neones rojos formando un pentagrama, y una estatua de macho cabrío al lado del pozo. Esa no era una manera eficiente de extender el mal, aunque como campaña de marketing no estaba mal.

El caso es que el lugar seguía llamando su atención, y merecía una visita, además su tía Maira había decido darse una escapada e ir con él, le hacía mucha ilusión que su sobrino favorito continuara con el espíritu aventurero de la familia. Habían quedado para cenar en Santo Chancho, y a Nate se le estaba haciendo eterna la espera.

Cuando Maira apareció lo primero que hizo fue darle un fuerte abrazo para después llamar al camarero y pedir. Una vez solos, le hizo todo un interrogatorio, que acabó disgustándole por lo sosa que era su vida amorosa.

-No me mires así, lo he intentado, pero en cuanto hablan de algo más profundo que el tiempo o la comida, me dan ganas de arrancarles la lengua. Después reflexiono y me doy cuenta de que la usan para más cosas y no sería justo… además podría acabar teniendo antecedentes y eso queda muy mal en el currículum, no he estudiado tanto para que por una tontería como esa se me minusvalore –dijo Nate con tono rotundo.

-Si salieras más y frecuentaras a gente madura no te pasarían esas cosas –explicó Maira hastiada de la actitud derrotista de su sobrino.

-Así que el punto es que busque a gente experimentada, que haya “vivido” –Sonrió Nate mientas hacía el gesto de las comillas con las manos.

-Exacto, deja de buscar en el jardín de infancia.

-No soy tan…- Nate dejó la frase a medias y negó con la cabeza al ver la expresión de Maira.

-Sí lo eres. Pero no te preocupes, en cuanto empieces a trabajar tu ambiente cambiará mucho, y con lo aplicado que eres seguro que en breve estarás rodeado de gente que “ha vivido” –replicó Maira imitando su gesto.

-Si tú lo dices…

En ese momento el camarero les trajo el primer plato, y la conversación se centró en la ruta que iban a hacer por San Andrés Cholula. Nate estaba ansioso por visitar la  biblioteca Amoxcallile parecía encantador que con esa leyenda fuese ahora un lugar para el conocimiento, y teniendo en cuenta el secretismo que la rodeaba era hasta irónico.

A la mañana siguiente se levantaron temprano, ultimaron los detalles mientras desayunaban y pusieron rumbo a San Luis Tehuiloyocan. Cuando llegaron faltaba aún una hora para que abriese la biblioteca, y decidieron dar una vuelta por el pueblo, fue en ese momento cuando comenzó la anhelada transición que sacaría a Nate de su zona de confort, aunque su madre hubiera preferido que el cambio no fuese tan… drástico.

A Maira le encantaban los jardines, en la casa de los abuelos de Nate había uno enorme, solía ayudarlos en las vacaciones a regarlo y quitar las malas hierbas. Así que en cuanto divisó el cartel que anunciaba al jardín etnobotánico no dudó en ir, desafortunadamente estaba cerrado, pero había gente dentro, un grupo reducido de personas hablando sobre otro lugares del pueblo en un tono que no presagiaba nada bueno.

Maira decidió rodear el jardín para poder ver alguna parte al descubierto, pero a Nate le interesaba más la conversación de ese pequeño grupo, así que buscó el lugar desde donde mejor podía escuchar sin resultar sospechoso y se quedó allí esperando.

Escuchó que debían intervenir la biblioteca antes de que un grupo al que consideraban peligroso, la tomara, porque eso le daría mala fama al pueblo, y una sarta de divagaciones que le resultaron un tanto exageradas, pero dado el comportamiento de muchos turistas tampoco se extrañaría de que pudiesen suceder. Supuso que la cosa no debía ser muy grave, ya que si fuera un asunto serio no estarían divagando allí… Así que fue en busca de Maira para dirigirse a la biblioteca.

-¿Qué es lo que estaban comentando? –preguntó Maira extrañada por las razones que su sobrino le daba.

-Que había un grupo de gente que llegó al pueblo de madrugada con la intención de tomar la biblioteca para hacer algún tipo de ritual, puede que sean de una secta o algo así…

-¿Y crees que es buena idea meternos ahí ahora, con una panda de tarados esperando para hacer alguna locura? –le reprochó Maira.

-Vamos, no será para tanto, puede que sólo fueran algunos vecinos exagerando porque los turistas se pusieron pesados…

-Que lo comentaran tan alegremente en un lugar donde cualquiera pudiera escucharlos no da mucha credibilidad.

-Pues eso, vamos, no vaya a ser que monten un número y la cierren. No he venido hasta aquí para ver los jardines precisamente.

-Pues son una maravilla, mañana tenemos que volver.

-Después de visitar la biblioteca lo que quieras.

En una cosa tenían razón, no había sido muy brillante elegir esa zona para hablar, de hecho la idea inicial era hacerlo en un cuarto más escondido y sin posibilidad de que se les escuchara en la calle, pero hubo un pequeño incidente, con unos fumigadores, que había dejado al jefe fuera de combate, y tuvieron que relevarlo unas horas, mientras se reponía. Optaron por dar unas rápidas directrices informando de la hora de llegada de los “turistas” y cómo los abordarían. Nate no pudo escucharlo todo, ni tampoco valoró la posibilidad de que no se tratara de vecinos exagerados, sino de una organización secreta, cuyo director había delegado en Luis, su contacto en México, un ex militar que guiaría a sus hombres.

El caso es que cuando llegaron a la biblioteca pudieron entrar, Nate estaba encantado observando con detalle las inscripciones, cuando escuchó que pedían a los visitantes que salieran fuera. Al principio no hizo caso, se dio prisa para terminar de ver lo que le faltaba antes de que los acabaran desalojando. Lástima que Maira lo llamase por teléfono para ver por qué coño aún no había sacado su culo fuera del edificio, cosa que puso su móvil a vibrar delatándolo, no ante los que estaban sacando a la gente, sino ante esos supuestos turistas, que querían la casa para ellos solos.

Al principio Nate no supo con certeza qué pintaba allí esa señora que lucía un vestido de flores con una diadema a juego, no era una de las empleadas que había visto al entrar pero tampoco tenía pinta de ser de una secta peligrosa. Ese día aprendió que la definición de peligro abarcaba mucho más de lo que había pensado.

-Buenos días querido, ¿no has oído que debes marcharte?

-Sí, sólo esperaba poder darle un vistazo rápido a lo que me quedaba por ver.

-Entiendo, no te preocupes, tendrás tiempo de sobra. Me temo que tendrás que acompañarnos.

-Rose, ¿todo bien? –preguntó un tipo alto con pinta de hippy.

-Sí, incluso tenemos un rehén pos si nos atosigan.

-Estupendo, nunca viene mal tener apoyo –Sonrió satisfecho.

-¿Puedo responderle a mi tía? –preguntó Nate mirando su teléfono.

-Lo siento querido, yo lo haré por ti. Tengo que dejarte incomunicado.

-Vale, pero por favor procura no asustarla.

-Descuida, no somos gente violenta, pero no nos dejan más alternativa que actuar así. Son incapaces de comprender que hay cosas que necesitan hacerse de manera diferente a lo convencional.

Nate asintió con la cabeza mientras le daba su móvil, en la pantalla aparecía el nombre de Maira. Rose marcó mientras le devolvía la sonrisa, le gustaba la actitud comprensiva y calmada de Nate.

-Nate más vale que salgas de una vez –dijo Maira enfadada mientras descolgaba.

-Buenos días, querida, lo siento, pero Nate de momento va a quedarse con nosotros. No se preocupe, no somos gente violenta. Y dígale a las autoridades que tenemos un rehén. Gracias.

A Maira no le había dado tiempo de decir nada cuando escuchó que esa desaprensiva había cortado la llamada. Respiró hondo y agradeció que su hermano se empeñase en que Nate aprendiera artes marciales, también agradeció tener el número de teléfono de varias personas cercanas a esa zona dedicadas a la “seguridad privada”. Llamó a un tal Luis con excelentes referencias, le informó de la situación y dejó en sus manos informar a las autoridades, no quería tratos oficiales con nadie, no era buena idea dar a conocer su presencia allí.

-Jodidos pendejos metiches –bramó Luis mientras miraba a Van der Rohe con reprobación.

-¿Qué pasó? –preguntó Zurvan ignorando la hostilidad de sus palabras.

-Me acaba de llamar una señora para decirme que acaban de tomar a su sobrino como rehén en la maldita biblioteca.

-Genial, tenemos un panorama estupendo –suspiró Cat.

-Tampoco es para tanto, Vince está mucho mejor, sólo un poco silencioso, cosa que no es del todo mala –observó Zurvan.

-Váyanse a tomar por el puto culo, creen que después de estar horas con los ojos hechos mierda y tosiendo  porquería, tengo ganas de abrir la jodida boca para lidiar con gilipollas.

-¿Ves? Está hecho una rosa, no hay nada de qué preocuparse –insistió Zurvan, ganándose una mirada fulminante de Luis.

-Llama a la mamarracha esa y dile que para asegurarnos de que el puto rehén está bien queremos hablar con él. Si no es un retrasado de mierda o un cagueta nos servirá de ayuda.

Luis suspiró había trabajado con mucha gente extraña, que le pedía hacer cosas muy peligrosas, pero desde luego con esas formas no, esta situación iba más allá de su lógica. Pero como su abuelo le había dicho una vez, si puedes cobrar sin hacer preguntas mejor, siempre hay que evitar enterarse de los asuntos ajenos, para que sigan siendo ajenos. Y por nada del mundo quería terminar implicado con esos desaprensivos.

 

-Tantearé el terreno, teniendo en cuenta la familia de la que proviene tal vez pueda sernos de ayuda, aunque no se haga ilusiones. Puede que lo hayan criado como a un llorica…

-¿Quiénes cojones son sus putos ancestros? -preguntó Vince obstinado.

-Su padre pertenece a uno de esos cuerpos que oficialmente no existe, hace años que no lo ve…

-Cojonudo, pues ya podría tener el jodido detalle de venir a buscarlo ahora.

 

Luis Marcó el número de Maira y esperó  que fuera una persona calmada, o la cosa iba a empeorar.

-Hola, acabo de recibir su mensaje y me preguntaba si cree que su sobrino podría colaborar para agilizar las cosas.

-Hola, bueno, tengo que confesar que hubiera preferido algo más radical, como que los inflara a plomo. Pero supongo que primero podemos probar con la vía diplomática -se resignó Maira.

-Bien, ahora llamaré a la biblioteca y pediré tener contacto con Nate. Si va bien, seguiremos con el plan, si la cosa se tuerce supongo que optaremos por el plomo.

-Entiendo, manténgame al corriente.

 

Luis agradeció que la actitud de Maira fuera tan madura, la mayoría se hubiera puesto mucho más nerviosa y no estaría por la labor de colaborar. Se giró hacia Van der Roche, preguntándose si sería buena idea dejar que ese tipo abriera la boca, porque a él tampoco se le daba bien eso de charlar, lo suyo era la acción.

 

-¿Quién debería hablar con el chico? -preguntó mientras observaba al personal que Van der Rohe trajo consigo.

-Neumman, es jodidamente obvio -replicó Vince como si le hubieran preguntado por dónde sale el Sol.

-Ilych Neumann -se identificó el estratega del COVISEM, mientras extendía la mano para pedir el teléfono de Luis.

-Todo tuyo –dijo Luis mientras le extendía el teléfono, aliviado por la elección de Van der Rohe, que en apariencia era la más sensata. Aunque tampoco se fiaba un carajo de las apariencias. Van der Rohe era la prueba viviente de que hacerlo era una estupidez.

Ilych marcó el teléfono de Nate y esperó pacientemente mientras los tonos se alargaban, lo que indicaba que el grupo no tenía claro cómo abarcar la situación, cosa que podría ser buena o mala, habría que ir con cuidado para manejarlo.

 

-Buenos días, me gustaría hablar con Nate –dijo Ilych en cuanto escuchó descolgar el teléfono.

-¿Para qué? –preguntó Rose.

-Me gustaría asegurarme de que está bien.

-Pero tú no eres su tía…

-Si no me equivoco usted  le pidió a Maira que informara a las autoridades.

-Querido, las autoridades tienden a identificarse…

-No todas, la organización a la que pertenezco está exenta de cumplir esas formalidades, pero si insiste puedo repetir la llamada, borrando el rastro de esta y dándole datos oficiales que la satisfagan. Pero he preferido darle la oportunidad de tener en cuenta a quiénes se enfrenta.

-Vaya, querido, eso fue un tanto… rudo. Si tan poderoso es actúe ya…

-Gracias, acaba de ahorrarme mucho trabajo –dijo Ilych y a continuación colgó.

No tuvo oportunidad de decir nada antes de que el teléfono sonara.

-¿Si? –replicó con tono despectivo.

-Hola, creo que mi compañera no ha expresado bien los términos en los que estamos dispuestos a negociar.

-¿Y cuáles son?

-Necesitamos que nos dejen a solas trece horas, ni siquiera pueden estar cerca del recinto. Cuando nos marchemos dejaremos a Nate encerrado, para que vean que está a salvo haremos una vídeo llamada. Y podrán recogerlo una hora después.

-Querido –replicó Ilych imitando el tono condescendiente de Rose- ¿cómo sabremos que está bien antes de que empiecen a grabarlo?, Nate tiene varias fobias, debido a su precaria salud mental. Necesitamos que cumplan con ciertas normas, su medicación dejará de hacer efecto en unas horas, debería volver a tomarla en la cena, y necesito hablar con él para tranquilizarlo, lleva muy mal que le rompan las rutinas. Su tía tuvo que planificar al detalle las vacaciones, tiene una agenda estricta, y que le hagan incumplirla va a producir muchos inconvenientes. De momento está reaccionando bien porque se le han dado instrucciones claras sobre cómo actuar con desconocidos si se perdía o pasaba algún imprevisto, y también  por el efecto de la medicación. Pero si no dejan intervenir a alguien que medie, puede que el que acabe siendo violento sea él. Cosa que no le conviene a nadie.

-Nate no nos había puesto al corriente de nada de eso.

-¿Y qué crees? ¿Qué la gente va por ahí contando sus problemas de salud al primer secuestrador con el que se topa?

-Entiendo… Supongo que es la opción más viable.

-Gracias, ¿me puede pasar con Nate?

-Pero pondré el manos libres.

-Ponga lo que quiera, le recuerdo que en cuanto me plazca puedo volarle la cabeza sin tener que rendirle cuentas a nadie, de hecho es probable que me den una condecoración y el pueblo me nombre hijo predilecto.

-Entiendo… iré  a buscar a Nate y le llamará.

Pasó un interminable cuarto de hora, en el que Neumann se quejó de que siempre le tocara interactuar con capullos, y le pidiera por enésima vez a su jefe que contratara a alguien capaz de ejercer la función de intermediario, esta vez Vince le prometió que comenzaría a seleccionar candidatos, todo un avance, considerando que el último miembro del equipo había sido Cat, y no lo había contratado Vince, llegó porque hizo una permuta con Clara, que ahora trabajaba en Polonia. El teléfono sacó a Neumann de su asombro y lo puso a trabajar de nuevo.

-Diga.

-Hola, soy Nate.

-¿Qué tal te encuentras? ¿A qué hora tomaste tu medicación? –preguntó Ilych con la esperanza de que el chico colaborara.

-Déjeme pensar –carraspeó Nate- desayuné a las siete, estaba nervioso así que me levanté más temprano de lo que había planeado. Quería ver toda la biblioteca pero esta gente me ha interrumpido, cosa que me parece de muy mal gusto, y ahora no me dejan moverme, quieren que me comporte como un mueble, pero soy un ser vivo, tengo mis derechos ¿sabe?

-Calma Nate, puede que si les explicamos que carece de sentido obligarte a permanecer quieto comprendan que no hace falta porque vas a colaborar –Ilych respiró aliviado al ver que el chico lo había captado todo y era bastante resuelto.

-¿En serio? Yo se lo pedí amablemente, he venido desde muy lejos, es mi regalo de graduación, me merezco poder hacer la visita en condiciones, pero a ellos sólo les interesa utilizarme, es indignante, me siento ultrajado –se quejó Nate con un tono vehemente.

-Ahora que sé que estás bien, pero estás empezando a ponerte algo enervado, intentaré negociar para que puedas ver la biblioteca, ¿accederías si alguno te acompañara?

-Claro, no sería malo poder intercambiar opiniones.

-Esa es una buena actitud, ahora voy a poder negociar para facilitar que todos cooperemos y podamos evitar daños.

-¿Quién será el encargado de seguir con las negociaciones?

-Yo –respondió el hombre que había sustituido a Rose.

-Busca a alguien que pueda acompañar a Nate para que acabe su visita. A cambio cumpliremos con el horario que nos piden. Cada hora Nate hará una llamada para asegurarnos de que está bien.

-Tenemos cosas que hacer, no podemos dejar que un miembro haga de niñera.

-¿Lo vas a dejar solo? Porque si no tendremos que entrar a la fuerza, y confiar en nuestro entrenamiento para salvarle a él y eliminar al resto.

-Tendrá que esperar una hora, y después haremos turnos.

-Bien, pero explícale con quien va a estar en cada turno, es necesario que se los presentes y cada uno se encargue de alguna parte de la casa en concreto.

-Lo que nos faltaba, hacer de guías turísticos.

-¿Te estás quejando? Porque te aseguro que hay cosas más urgentes que requieren nuestra atención.

-¿Y por qué no están resolviéndolas? En lugar de molestar a personas que están luchando por su derecho a la libertad religiosa.

-Porque se metieron con la gente equivocada, querido. Más vale que Nate salga indemne, porque si no es así, aunque consigan fugarse, no van a tener tierra para correr.

Ilych colgó sintiéndose satisfecho. Si cumplían lo acordado el chico podría darles datos suficientes para impedir que esos cretinos se llevaran los libros que habían venido a buscar y quitarles los únicos que les faltaban para completar la Trilogía de Sortilegios Mesoamericanos y la Guía para Rituales de Sacrificios Aztecas.

La antigua bibliotecaria había decido montar su propia secta, y tomó prestados algunos incunables que guardaban en una cámara acorazada. En cuanto se enteraron pusieron rumbo a México, pero tuvieron algunos imprevistos con tarados que se habían extraviado en el campo y afirmaban ser víctimas del chupacabras.

Para complicar más las cosas, la secta tenía unos veinte adeptos, cuyo perfil intelectual dejaba mucho que desear, como el de todos los que Vince denominaba como “carne de secta”. Y habían tomado a un rehén. Pero esta vez eso parecía ser una ventaja, el chico lo estaba ayudando más de lo que hubiese esperado, parecía captar cada una de sus intenciones y actuar en consecuencia.

Cuando pasó la primera hora no recibieron llamada, y eso empezó a preocuparles. Pasó media hora más y Luis decidió acercarse para ver qué pasaba. Pero el teléfono sonó y todos miraban atentos a Ilych.

-¿Si?

-Hola, soy Nate, siento haber tardado, pero ese memo aunque es más bajo que yo tenía mucha fuerza –se quejó.

-¿Te lo has cargado?

-No hombre, sólo le hice perder el sentido.

-¿Por qué?

-Porque quiero pirarme de aquí antes de que esos tarados empiecen con su ritual.

-¿No iban a buscar unos libros?

-Eso creía cuando comenzaron la reunión, pero entonces cuatro se pusieron radicales y la cosa se complicó. Fingí tener una crisis nerviosa para que parasen, pero mientras me atendían uno intentó meterse a sacar los libros y los muy desustanciados no se daban cuenta. Cuando Leaf subió…

-¿Cómo cojones lo llamaste? –bramó Vince ya totalmente recuperado.

-Oiga, no tengo la culpa de que esos zoquetes se pongan nombres rurales new age, esto parece el bosque de campanilla… como iba diciendo, Leaf subió con varios ejemplares bastante ilustrativos. Así que llamé la atención del que me hacía de tata y me chivé. Entonces me dejaron solo, pero cuando iba por la entrada me pillaron y tuve que pelear, y ahora estoy encaramado a un árbol cerca del pozo.

-Cojonudo, tenemos vía libre, les partimos la crisma y hacemos un traslado de archivos –dijo Vince poniéndose en pie.

-Espere hay un tarado que tiene una bombona y amenaza con hacer volar todo si no se lleva a cabo el ritual. Y está esperando a su líder, se supone que van a conocerla hoy.

-¿Me estás contando que esos mamarrachos siguen instrucciones de una hija de perra a la que ni siquiera han visto?

-Sí.

-Me cago en mi puta vida, pues vamos a tener que buscar a alguien que se haga pasar por esa zorra. Y quitarle las armas  a sus esbirros, porque aunque sean una mierda muy básica podrían jodernos vivos –se quejó Vince-. Y bájate del árbol coño, no llevamos toda la puta mañana hablando mamonadas para que ahora te revientes por una caída de las tontas.

-Qué considerado –Sonrió  Nate.

-Hay que joderse con el cabronazo del rubiales, está metido en una mierda de las gordas y se está descojonando.

-No se lo tenga en cuenta, en estados de mucha tensión la gente tiende a tener conductas socialmente poco adecuadas –dijo Ilych sin inmutarse, haciendo que Nate tuviera un ataque de risa en toda regla.

Fue un momento muy poco oportuno, Cat Tuvo que subirse al árbol y taparle la boca. Mientras Ilych lo fulminaba con la mirada y a su vez le tapaba la boca a Vince, que le dedicaba una serie de gestos muy acordes con lo que quería transmitirle.

Una vez se tranquilizaron y Nate bajó del árbol, Luis contactó con Guadalupe, una mujer que se parecía a la bibliotecaria. Ambas eran de estatura media, tenían el cabello largo y negro, y una complexión física similar. Además Guadalupe participaba en un grupo amateur de teatro, y le pareció interesante interpretar a la líder de una secta en ciernes.

Media hora después llegó ataviada con una túnica oscura con bordados típicos de México en colores vivos. Le dieron instrucciones precisas para llevar a cabo un pequeño ritual, en el que les ofrecería una bebida, y se aseguraría de que todos la tomasen, le dieron un rezado que debería decir antes de darles de beber a cada uno, cuando terminasen les ungiría la frente con un aceite esencial, para terminar quemando incienso mientras repetían una pequeña canción. Guadalupe la cantaría primero y ellos la repetirían. Calculaban que después de media hora todos estarían groguis y no podrían reaccionar cuando les arrebataran las armas y los libros.

Ilych repasó el plan con Guadalupe, y le asignó una posición a Zurvan y Cat, el primero estaría en la salida y Cat en el árbol. Mientras Vince, Luis y él estarían rodeando todo el perímetro.

 Nate optó por situarse entre Ilych y Luis, después de su ataque de risa era lo más sensato. Aún no entendía el enfado del estratega, era perfectamente comprensible que se hubiera partido la caja en esa situación, de hecho, lo raro era que hubiera mantenido la compostura tanto tiempo, porque puede que nunca hubiera tenido más ganas de reírse que en el momento en el que Van der Rohe abrió la boca para soltar esa sarta de improperios.

Cuando Guadalupe entró estaba muy metida en su papel, consiguió crear un ambiente solemne que calmó al grupo, logró que siguieran sus instrucciones, y pudo darles de beber a todos. Zurvan estaba disfrutando de la actuación, contento de que por fin estuvieran llegando a la solución, fue entonces cuando un grito desgarrador rompió el ambiente y puso en alerta al grupo. Afortunadamente ya estaban algo perjudicados y sólo pudieron intentar levantarse mientras se tambaleaban, tropezando unos con otros para volver a caer.

-Hay que joderse, con lo bonito que estaba quedando y se les acaba de ir todo el misticismo a tomar por culo –dijo Vince decepcionado.

-Bola de pendejos –coincidió Luis, había visto muchas cosas pero esto no acababa de saber cómo encuadrarlo.

-¿Dónde está Nate? –preguntó Ilych mientras seguía buscando el origen del grito.

-Creo que encontró a la que estaba berreando –informó Cat mientras disfrutaba del espectáculo, le resultaba bastante divertido ver cómo los esbirros intentaban arrastrarse hacia la salida sin ponerse de acuerdo para seguir un orden.

De repente se volvieron a oír varios gritos, seguidos de golpes secos y algún chirrido.

Vince miró con atención, Zurvan seguía en la entrada, Cat en el árbol y Luis a su lado, Neumann había salido corriendo en dirección a donde se escuchaban los gritos, sólo esperaba que fuera el rubiales el que estaba repartiendo justicia.

Cuando Ilych llegó, Nate tenía en las manos el último tomo de la Trilogía de Sortilegios Mesoamericanos,  lo que no tenía era el suéter puesto, lo había usado para inmovilizar a una airada bibliotecaria, le preocupó la mordaza que le había puesto, no era probable que cargara un trapo de cocina floreado encima.

-¿Se puede saber por qué no has pedido ayuda?

-Me pilló desprevenido, estaba meando detrás de ese árbol cuando me gritó… se pensaba que era un degenerado exhibicionista. Iba a explicarle que llevaba horas necesitando ir al baño, y entonces me fijé en el libro, fue algo improvisado… -se excusó Nate.

Poco después llegó Zurvan, y los ayudó a recoger a la bibliotecaria, a la que metieron en la furgoneta. Nate y Zurvan se quedaron con ella, mientras Ilych ayudaba con el desaguisado que se había montado en la biblioteca.

A Cat le había parecido gracioso hacerlos repetir la frase: “más sudor en el entrenamiento, menos sangre en el combate”, pretendía motivarlos para que se arrastraran hacia la salida con más energía, pero había conseguido lo contrario, les costaba concentrarse haciendo dos cosas, así que ahora iban más lentos y no se les entendía bien, eran un amasijo de manos y piernas que aullaban cosas ininteligibles.

Vince había decido que no podían hacer mucho con tanta torpeza junta, así que se fue a la furgoneta para comprobar qué había pasado. Cuando abrió la puerta y se encontró con la bibliotecaria parpadeó confuso, le parecía una falta de profesionalidad eso de amordazar a la gente con trapos tan grandes e indiscretos, hubiera sido más digno dejarla sin conciencia por un ratito.

-Explícaselo al señor Van der Rohe, por favor –dijo Zurvan, antes de que Vince abriera la boca y Nate se descojonara de nuevo.

Nate le hizo un resumen de lo ocurrido, mientras Vince escuchaba atento y asentía con la cabeza instándole a seguir. Cuando terminó, procedió a hacerle algunas preguntas para puntualizar hechos que a su parecer eran relevantes y no habían sido explicados con suficiente detalle.

-¿Escuchas a una señora gritar mientras echas un meo en un árbol y reaccionas dándole un par de leches?

-Intenté que se callara, pero entonces gritó más y no me dejaba explicarme, entonces vi el libro y supe que era la de la secta y que si seguía así la iba a liar peor –se excusó Nate.

-Así que no se te ocurrió otra mierda que despelotarte para atarla…

-No me despeloté, sólo usé un suéter…

-A todas estas, ¿se puede saber de dónde coño sacaste ese puto trapo con el que casi la asfixias?

-Puede respirar por la nariz perfectamente, como no se callaba usé lo que más a mano tenía, estaba colgado fuera de la ventana de la cocina de esa casa.

-Encimas eres un laja…

-Es un trapo, nadie va a denunciar su pérdida… y técnicamente estaba en la calle.

-Dame ese libro, que tienes mucho peligro cabronazo rubiales.

-Tenga, si quisiera robarlo ya me habría ido. Y deje de llamarme así.

-¿Cómo te llamas?

-Nate Thomson.

-Cojonudo, Thomson. ¿Qué coño hacías visitando este antro? Los putos de tu edad suelen buscar otro tipo de entretenimiento.

-Jefe, eso ha estado muy bien, en lugar de decirle que suelen ir a coleccionar venéreas ha dicho entretenimiento –lo felicitó Zurvan.

-Gracias, estoy evolucionando un huevo –concordó Vince.

-Pero si me ha llamado puto…

Vince y Zurvan intercambiaron una mirada de incredulidad mientras ignoraban a Nate.

-Ya veo… Bien, estoy haciendo un doctorado en antropología, vine a documentarme.

-Pero si es un puto con estudios, y además está entrenado para repartir leña –se maravilló Vince.

-Y hablo varios idiomas, debería contratarme –bromeó Nate.

Pero Vince lejos de mandarlo a tomar por culo, se limitó a guardar silencio y sonreír mientras le extendía una tarjeta que rezaba:

COVISEM.

Acechamos y siempre vamos armados.

Dtor: Vince van der Rohe.

Teléfono de información: xxx xxx xxx

Teléfono para emergencias: xxx xxx xxx

 Dos meses más tarde, después de que Nate tuviera algún que otro encontronazo más con temas sobrenaturales, entró a formar parte del programa de entrenamiento y prácticas del COVISEM, bajo la tutela de Neumann. Los resultados fueron satisfactorios y un año después pasó a ser miembro oficial de la organización, convirtiéndose en el compañero del estratega.

Su primer día en activo fue un tanto accidentado, no es que la organización se caracterizase por tener una rigurosa disciplina, eso era algo muy complejo de lograr teniendo en cuenta su campo de actuación,  no era lo mismo enfrentarse a personas armadas o psicológicamente inestables que tener que hacerlo con seres cuyas habilidades ni siquiera estaban bien catalogadas pero solían ser superiores a las humanas físicamente hablando, de resto podían estar igual de mentalmente perturbados.

Así que cuando tuvieron que enfrentarse a unos humanoides con un aspecto bastante desagradable, que se movían con torpeza pero podían adquirir una velocidad dantesca en cuestión de segundos y que para colmo tenían el tacto más escurridizo y frío que hubieran tenido la oportunidad de experimentar, la cosa se puso muy fea.

Nate había asistido a numerosas reuniones de equipo durante su entrenamiento. Sabía que Neumann era el encargado de explicar la misión. Primero definía a qué tipo de seres se enfrentaban, proyectaba imágenes y daba una especie de ficha técnica, donde exponía las características físicas, insistiendo en sus puntos débiles y la manera más efectiva de abordarlos.

Después establecía una lista de contactos que podían ayudarlos, y daba indicaciones de cómo debían dirigirse a cada uno, y en qué horario. Para terminar repartiendo el trabajo que tendría cada miembro del equipo, por qué lugares debía moverse, qué armas era preferible utilizar y qué estaba prohibido hacer pasara lo que pasara.

Pero esta vez era distinto, no estaría como un simple apoyo que estaba obligado a retirarse si las cosas se torcían demasiado. Iba a tener que encargarse de algo él solo. Aunque sospechaba que iba a ser algo un tanto irrelevante, Neumann tendía a ser muy cuidadoso, incluso con sus compañeros más avanzados, cosa que no le extrañaba, porque la mitad de las veces acababan haciendo lo que les venía en gana, excusándose en que la situación se había salido de control y se limitaron a reaccionar. Mientras cavilaba las posibilidades que podían darse, el director entró en la habitación llamando y sacándolo de su ensimismamiento:

-Baja de las nubes cabronazo, no quiero que Neumann se cabree antes de empezar, se pone de muy mala hostia si no están atentos como alcahuetas de mierda.

-Buenos días director, ¿durmió bien? –replicó Nate sonriendo.

-No me jodas Thomson, no me he acostado aún, sólo vengo a supervisar, si no firmo los papeles dando el visto bueno Neumann no me va a dejar dormir en una puta semana.

-Vaya, no sabía que era tan estricto –canturreó con diversión Nate.

-En momentos de mierda como este me pregunto en qué cojones pensaba cuando te incluí en el puto programa de adiestramiento, y como se te ocurra replicar, jodido rubiales, te voy a dejar más calvo que el culo de…

-Veo que la reunión ha empezado sin mí –saludó Zurvan en tono escandalizado.

-Dejémonos de cháchara señores, hay cosas urgentes que hacer –interrumpió Ilych con un tono serio que logró el silencio que pretendía.

En ese momento llegó Cat, que inclinó la cabeza mientras negaba, parecía estar decepcionado por el comportamiento del resto, pero por la expresión de Vince debía estar descojonándose interiormente.

-Ya que estamos todos, empezaré. Desde hace tres días estamos recibiendo llamadas de la zona sur, varios testigos de perfil fiable -recalcó mientras miraba a Vince- dicen haber visto a varios seres que tienen forma similar a la humana,  transitando un sendero próximo a la costa. Han observado que se mueven de una manera tosca, como si carecieran de equilibrio y cuando han intentado acercarse un poco para ver qué estaban haciendo, su reacción ha sido correr y alejarse a demasiada velocidad para tratarse de un humano.

-¿No han agredido a nadie? –preguntó Cat.

-De momento no, pero tampoco sabemos lo que están haciendo –respondió Neumann.

-No creo que estén de vacaciones precisamente…-observó Zurvan.

-Supongo que no, el caso es que el hijo de un testigo tropezó con un uno que venía huyendo en dirección contraria, y al tocarlo comprobó que su exterior es resbaladizo, de una textura que definió como pringosa –dijo Neumann sin inmutarse.

El resto del equipo no se molestó en contener expresiones de repulsa mientras Nate pensaba que su debut oficial iba a ser un asco literalmente. Cosa que a Neumann no le afectó en absoluto, siguió con su tarea y empezó a repartir guantes y calzado impermeables con suela antiadherente.

-Cat, tu turno –dijo Neumann revisando que las tallas repartidas fueran las correctas.

-Para este tipo de misión las armas más efectivas son las ballestas, las carabinas,  las de inyección anestésica hay que usarlas, aunque no sepamos si la munición será efectiva con ellos siempre hay que comprobarlo para estudiar nuevos tipos y cualquier cosa que pueda coger gran velocidad y tenga un gancho.

-Cojonudo, reparte el armamento. Yo me voy a la piltra, nos vemos a la noche.

-Bien, haremos el pertinente estudio de campo.

Cat dejó a Nate el último, antes de decidirse miró una carabina y una pistola con gancho y luego a Ilych, que se limitó a encogerse de hombros dejándolo a su elección.

-Toma –dijo Cat extendiéndo la carabina.

-¿Tanto pesan los fusiles? –preguntó Nate mirando el arma.

-Sí, hemos comprobado que cuando la velocidad está de por medio son más efectivas.

-No sé por qué, pero de todos los casos en los que he estado como apoyo nunca me sentí tan desconcertado.

-Te diría que es porque es tu primera vez como agente oficial, pero la verdad es que esto me desconcierta a mí también… -confesó Cat con cara de asco.

-Por una parte es un alivio no ser el único que se siente así, pero vaya putada.

-Lo sé –dijo Neumann dándole una palmada en el hombro-. Procura estar atento, no te metas en su camino, ve siempre detrás e intenta lograr darle a un blanco.

Dicho así sonaba sencillo, incluso aséptico, pero de la teoría a la práctica había mucha diferencia.

Cuando llegaron a la costa lo primero que hicieron fue hablar con los testigos, que les acompañaron para señalar los lugares donde habían visto a esos seres. Zurvan eligió los lugares que mejor vista tenían para montar los puestos de vigilancia y Cat montó los dispositivos dándoles a cada uno unas gafas con cámara incorporada y auriculares con micrófonos, de manera que podrían recopilar toda la información sin inconvenientes.

Se disponían a comer algo cuando Nate se paró en seco.

-Chicos –llamó sin dar un paso más-. ¿Qué es ese olor?

Zurvan se giró y automáticamente se tapó las fosas nasales con una mano mientras con la otra agarraba la pistola con gancho en busca de un blanco. Cat hizo lo mismo mientras Ilych trepaba a un árbol buscando una mejor perspectiva.

Vince llegó en ese momento, tenía una ballesta en una mano y unos prismáticos en la otra, se los pasó a Zurvan que señaló hacia donde estaba Nate, que intentó quitarse a tiempo para que el humanoide pasara. Su movimiento rápido y limpio provocó una reacción de desconcierto en éste, que frenó en seco y se tambaleó.

Nate intentó superar el asco que le daba, despedía un olor desagradable y lo quiera que fuese esa sustancia que lo recubría, le daba un aspecto gelatinoso y brillante, atinó a pedir la pistola con munición anestésica, y logró darle antes de que consiguiera recuperar velocidad.

Cat le vitoreó, como después diría: “ese bicho corría que se las pelaba, darle hubiera sido complicado”. No tardó en ralentizar el ritmo, pero aún así seguía yendo rápido, en lo que sí le afectó fue en que en lugar de avanzar hacia el final del sendero, corría en círculos, y de pronto comenzó a emitir cacofonías. En ese momento Vince sacó unos tapones, y fue a por más armas con carga anestésica, las repartió mientras Zurvan corría tras el bicho.

-Me apuesto el ojete a que ahora aparecerán todos los coleguitas de la babosa, intentad dejarlos KO con la anestesia –dijo Vince.

Y así fue, aparecieron cinco más que corrían intentando ayudar a su compañero, pero no lograban ayudarlo sin exponerse. Así que la cosa acabó convirtiéndose en un concurso de tiro al blanco. Cat disparaba desde lo alto de un árbol, Zurvan les cortaba el paso para que se vieran obligados a frenar y el resto los rodeaba aprovechando las oportunidades de disparar.

A medida que lograban darles sufrían los mismos efectos que sus congéneres, y se entorpecían el camino mientras corrían en círculos en varias direcciones. Ilych fue el primero que logró enganchar a uno con la pistola, lamentablemente el susto debió hacer que al bicho se le subiera lo que sea que tuviera parecido a la adrenalina, porque logró aumentar la velocidad, haciendo que Neumann se viera arrastrado a correr en círculo, tropezando con los demás. Mientras el bicho emitía ruidos molestos a un volumen demencial.

Viendo el panorama Cat optó por sacar un silbato que solía molestar a los que tenían un oído desarrollado. No es que anulase la voluntad de los bichos pero, los enloqueció bastante, dejaron de correr tan rápido y empezaron a zarandearse compulsivamente.

Si Nate no hubiera estado tan apurado persiguiendo a Ilych y evitando tocar a esos bichos, probablemente hubiera alucinado ante un cuadro tan grotesco. Verse envuelto en semejante situación después entrenar tanto le resultaba absurdo. Pero tampoco era algo que pudieran predecir, enfrentarse a lo desconocido y ser el pringado que tuviera que estudiarlo para definirlo era un trabajo poco agradecido.

Zurvan  y Cat habían enganchado a otro, Nate le había dado alcance a Ilych y ahora le ayudaba a tirar del bicho, que por lo visto tenía bastante fuerza, y entonces todo se nubló. Un humo blanco lo cubrió todo, y los movimientos cesaron a la vez que las cacofonías lastimeras se elevaban. Pudieron reducir al bicho, atándolo al árbol desde el que Cat estuvo disparando, y fueron en busca del resto.

Empezaron a escuchar una serie de golpes secos, y a medida que se acercaban y el humo se iba disipando, vieron como un puño se agitaba subiendo y bajando enérgicamente. Vince había optado por darle una buena tunda a uno que había osado a tropezarse con él. Mientras Zurvan y Cat habían atado a dos, sólo quedaba encontrar a otros dos. Nate encontró a uno que seguía corriendo en círculos y le atizó con la cuerda logrando tumbarlo. Cat le tiró una cuerda a Zurvan y lograron cortarle el paso al último, que al tropezar salió rodando hasta llegar a la playa, donde para disgusto de todos se rebozó en arena, que se adhirió a la sustancia pegajosa que le cubría, dándole un aspecto nada alentador.

Cuando lograron meterlos a todos en la furgoneta y llamar a los refuerzos, estaban hechos un asco. Ilych tenía la melena suelta, y su ropa estaba pringada de esa sustancia brillante, Vince tenía el chaleco roto y también estaba manchado, Zurvan y Cat tenían los pantalones rajados por los laterales y se habían cambiado las camisetas, dejándoselas a los del laboratorio para que las analizaran. Y aún les quedaba lo más frustrante según Zurvan, que era intentar comunicarse con esos engendros. Por lo menos tenían cinco horas de descanso antes de volver a la carga.

Al día siguiente el ambiente en la oficina era pésimo, todos estaban cansados, con los músculos molidos por tan ingrata actividad. Buscaban información en sus archivos sobre esos seres, a los que habían pasado a referirse como “bichos”, y de los que ninguno había tenido noticias con anterioridad.

Vince había optado por dejarle el muerto de comunicarse con ellos a una experta lingüista.

De su viaje a México Nate se había traído unas cuantas sustancias (alucinógenas) que pensó que era el momento idóneo para compartir con sus compañeros, que le habían privado de celebrar su iniciación. Según le habían contado, cuando un nuevo agente entraba en activo, al terminar su primera misión, salían a celebrarlo. Pero habían decidido retrasar la de Nate, al acabar tan doloridos.

No era justo que fueran tan aguafiestas, y qué coño, se merecía un ambiente laboral más relajado y distendido. Necesitaban un cambio de aires, y como novato quiso aportar su granito de arena. Así que se ofreció  a prepararles café, aderezándolo con su ingrediente secreto.

Nate se lo pasó genial viendo cómo sus compañeros se relajaban y sacaban a flote un lado más lúdico y divertido, al final sí tuvo una merecida iniciación, de hecho acabaron en un antro llamado Chúpate esa

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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