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Notas del capitulo:

Holaa!!

Regresé antes de lo normal (no me gusta actualizar los domingos, pero se me hizo costumbre jajaja) con este importante y esperado capítulo ;)

Sobre la sugerente imagen de este capítulo... Es "El amor victorioso" de Caravaggio, mi pintor favorito (lo cual no viene a cuento, pero qucute; más da XD). Y le va como anillo al dedo a esta "Lujuria v/s Inocencia"... jejeje.

Como siempre gracias a KittyShemale y fujoshichan por las reviews, que me han acompañado capítulo a capítulo :D

Y eso, les dejo con la "tensa" lectura ;)

Dedicado a Evany :)

 

El momento había llegado.

En ese instante Friedrich se dirigía hacia la habitación de Julian. Fue una semana bastante difícil; por un lado estaba el ángel, cada vez más triste, aunque no decía nada ni protestaba. Le quemaba el alma verlo así, y más aún por ser el responsable. Ni un beso, ni una caricia, nada...

Por otro lado estaba Julian, quien ya se había dado cuenta de que algo raro sucedía, pues Friedrich evadía los besos y hasta los abrazos; Julian no era ningún imbécil y obviamente notó el cambio, aunque todavía no preguntaba nada.

Mierda... sabía que Julian siempre fue el que estuvo más interesado en esa relación, además de que era un gran chico... todo eso lo complicaba, pero ya era hora de actuar. Ver al ángel tan deprimido le estaba partiendo el corazón.

Tocó a la puerta.

No pasó ni un minuto y un chico, el compañero de Julian, apareció con su habitual cara de pocos amigos. Ni siquiera saludó a Friedrich y dio la vuelta para volver a entrar.

- Howell, te buscan.- Le oyó decir.

Y Julian apareció frente a él. Iba en pijama, pues era sábado y bastante temprano, con el largo cabello castaño desordenado y cara de sueño.

- Friedrich... hola.- Saludó el chico con una sonrisa mucho menos alegre de lo habitual.- ¿Por qué tan temprano?- Preguntó mientras se frotaba los ojos, luego de cerrar la puerta tras él.

Maldición...

- Porque... tengo que hablar sobre algo importante contigo.- Dijo Friedrich lo más firme y suave que pudo.

Julian sonrió de manera extraña, cerrando los ojos.

- Te demoraste.- Dijo resignado...

- ¿Cómo?

- Que te demoraste.- Repitió Julian, comenzando a caminar en dirección al patio, pues su cuarto estaba en el primer piso, frente al patio delantero. Fue hasta una banca desierta y se sentó. Friedrich se sentó con él.- Sé que te gusta Lafferriere, lo he sabido desde antes de que me acercara a ti.

Friedrich escuchó esas palabras sorprendido, pero en silencio.

- A él lo mirabas de una manera diferente.- Continuó Julian.- Pero él estaba con O'Roark... así que decidí aprovechar la oportunidad.- Se rió.- A sabiendas de que sería difícil... pero tenía la esperanza de lograr algo... parece ser que no lo logré.- Otra sonrisa resignada.

- Nunca dijiste nada...

- ¿Debía decírtelo?- Ironizó Julian.- Tú no ibas en serio conmigo; eso te habría espantado.- Suspiró.- ¿Y qué fue lo que pasó? ¿Por qué de repente todo cambió? ¿Se te declaró?

Julian tenía las cosas bastante claras, incluso más que él. Eso lo avergonzó un poco.

- No, yo me declaré.- Admitió Friedrich. La sonrisa de Julian vaciló por un segundo.- No tenía pensado hacerlo, sólo... pensé que...- Debía ser sincero, por lo que le decidió decir la verdad.- Bueno, ese día hablé con una amiga y supe que Gabriel iba a cambiarse de cuarto... no podía dejar que se fuera...

- Vaya... ¿Lo quieres mucho, no?- Julian miraba hacia el pasto, de manera que su cabello le tapaba el rostro.

- Sí.- Contestó.

Julian lo miró fijamente por unos momentos.

- Que quede claro que lo intenté.- Murmuró sonriendo.

- Julian...

- Vamos, no hay nada más que decir, lo entiendo.- Dijo Julian poniéndose de pie.

- Pero...

- Vete antes de que me arrepienta.- Bromeó Julian con una sonrisa que no le pareció muy natural.

- Ju...

- Un segundo más y decidiré no dejarle las cosas tan fáciles a Lafferriere...- Advirtió Julian en un tono de broma que no lo engañaba.

Friedrich se levantó y miró a Julian.

- Lo siento.- Dijo antes de dar la vuelta y emprender el camino de regreso a su cuarto.

- ¡Friedrich!

Dio la vuelta rápidamente para ver a Julian, quien había corrido hasta él. Imprevistamente lo besó.

- Sólo es de despedida.- Explicó Julian, antes de irse corriendo.

Le había parecido ver sus ojos algo enrojecidos.

 

 

Gabriel realmente había comenzado a odiar su vida durante esa semana. Las dudas sobre lo que Friedrich sentía de verdad no habían hecho más que triplicarse y deprimirlo, alimentadas por las acciones de éste. Friedrich había dicho que dejaría a la serpiente en unos días, pero ya había pasado una semana sin que esto sucediera. Tal vez Friedrich no quería terminar con la serpiente... porque si no ya lo habría dejado. Estaba cansado de darle tantas vueltas al asunto sin llegar a ninguna respuesta.

Él y Friedrich casi ni hablaron en los últimos días. Friedrich simplemente parecía estar en otro planeta; andaba retraído y pensativo todo el santo día, sin decir nada sobre lo ocurrido entre ellos.

¿Por qué actuaba así? ¿Estaría arrepintiéndose?

Le rompía el corazón pensar en esa posibilidad, pero ya no sabía qué pensar. Tampoco se atrevía a preguntárselo directamente, porque le daba miedo la respuesta. Debía ser realista; Friedrich esa noche no estaba en sus cinco sentidos, y, tal vez, esa declaración sólo fue producto de...

Bajó la cabeza, tratando de retener la pena que intentaba consumirlo. Esa noche se sintió tan feliz... ¿Por qué todo tenía que ser tan confuso y difícil?

Para sumar problemas a su lista, nuevamente estaba sintiéndose mal, aunque por suerte no se había desmayado ni nada parecido; había vuelto a fatigarse más seguido, a cansarse y hasta a marearse en ocasiones. Intentaba mantener esos síntomas ocultos de todos, porque no quería causar problemas; esperando que sólo fuese un malestar pasajero.

Se sentó en su cama, mirando por la ventana, totalmente perdido en sus poco optimistas pensamientos. Era temprano, cerca de las diez de la mañana, pero ya se había levantado. Friedrich había salido hace como una hora, mientras él fingía dormir.

Ni siquiera tenía ganas de hacer los deberes. Era realmente masoquista, ya que sólo tenía ánimo para deprimirse. Por otra parte, se sentía bastante nostálgico, con deseos de volver a su natal Champagne, en su añorada Francia, a respirar ese aire limpio y relajante. Pero tampoco era posible. No volvería hasta el fin del año escolar, así que no le quedaba otra opción más que resignarse y ser paciente.

Suspiró por vigésima vez, aún con la vista perdida en algún lugar de lo que la ventana le permitía observar. Sin esperárselo, la puerta se abrió y Friedrich entró.

Durante unos breves segundos simplemente se miraron en silencio. Su corazón se agitó con fuerza. Nunca entendería eso; por muy triste que estuviese a causa de Friedrich, su presencia siempre lo reanimaba. Friedrich se acercó y se sentó también en el borde de la cama, pero en la suya, de frente a él.

- Buen día ángel.- Fue lo primero que dijo, sonriéndole. Eso lo ilusionó.

- Buenos días...- Dijo Gabriel intentando sonreír, pero no le resultó fácil.

Friedrich se quedó mirándolo.

- ¿Por qué has estado tan triste ángel?- Preguntó de repente.- ¿Es por mi culpa, no? Por lo de Julian.

Atrapado al instante.

- No, no es eso.- Se apresuró a mentir, negando con una mano.- Yo entiendo lo que me pediste, así que no te preocupes por eso...

- Mientes muy mal, ángel.- Dijo Friedrich sonriendo.- Pero es mi culpa por haber hecho las cosas tan impulsivamente.- Explicó.- Mi única excusa es que no me dejaste salida.

- ¿Yo? ¿A qué te refieres?- Preguntó Gabriel con extrañeza.

- Ibas a irte.

Oh... cierto. Si lo ponía de esa forma, tenía sentido la rara manera de actuar de Friedrich, diciéndole que lo amaba mientras estaba con la serpiente. No... La verdad era que eso seguía sin tener sentido. Finalmente, decidió preguntar.

- Friedrich, tú... ¿Estás arrepentido de lo que pasó...?- Dijo Gabriel en un murmullo, sin atreverse a mirarlo a los ojos.

- ¿Qué?

Alzó la vista. Friedrich estaba totalmente perplejo.

- ¿Te arrepien...?

- ¡No! ¡Claro que no!- Intervino Friedrich, que aún lucía perplejo.- ¿De dónde sacaste eso?

- Yo...- Dijo bajando la vista nuevamente, sintiéndose culpable por dudar de Friedrich.

Friedrich suspiró.

- Mira, es cierto que estaba un poco borracho, pero lo único que eso provocó, fue que me atreviera a actuar; no es que haya dicho cosas por decirlas, lo que dije es exactamente lo que siento.- Explicó, con evidente paciencia.

- Lo siento... soy un...

- No te disculpes ángel, porque esto es mi culpa.- Lo atajó el mayor.- Merezco que dudes de mi; tú eres el que tiene que perdonarme.

Gabriel asintió. Se sacó un peso de encima; Friedrich mantenía lo que había dicho. Pero eso no aliviaba su confusión. Debía sacar la espina más grande.

- Pero... tal vez... también quieras a Julian...- Dijo con dificultad. Resistió las ganas de decir: "A esa maldita serpiente".

- Definitivamente no sirvo para esto.- Dijo Friedrich, mirándolo con pesar.- No sé de relaciones, por eso lo estoy arruinando todo...- Gabriel lo miró sin entender; un poco asustado por el repentino desánimo de Friedrich.- He hecho todo mal contigo y con Julian.

- ¿De qué hablas?

- Ángel, yo sólo te amo a ti.- Dijo Friedrich, con tanta convicción que lo hizo sonrojar.- Pero estaba tan desesperado porque no podía estar contigo, que intenté enamorarme de Julian.- Contó Friedrich. Eso no parecía enorgullecerlo en lo más mínimo. Gabriel realmente se sorprendió al oír esa confesión.- Le tengo mucho cariño, pero no se compara a lo que siento por ti.

Gabriel se quedó mudo. Trataba de asimilar lo que Friedrich decía.

En realidad, Friedrich nunca había amado a la serpiente...

- No fue lo más noble de mi parte; intentar olvidarte usándolo a él, pero no sabía qué hacer, pensaba que nunca me querrías… y yo seguía enamorado de ti...- Reconoció el mayor.

Oh... eso hizo que sus dudas desparecieran en el acto.

- Yo...- Murmuró Gabriel, sólo por decir algo. Había regresado a la nube feliz.

- Terminé con Julian.- Dijo Friedrich de pronto.

No supo qué decir. Lo tomó por sorpresa y se unió a la lista de cosas que luchaba por asimilar; Friedrich nunca quiso a la serpiente y ahora esto. La nube se estaba volviendo muy agradable.

- ¿Cuándo?- Preguntó Gabriel, esforzándose por no sonreír de oreja a oreja.

- Hace un par de horas.- Contestó Friedrich, no muy feliz.

Estaba por bajar de la nube.

- No pareces...- Se mordió el labio inferior.- ¿Cómo se lo tomó?- No era eso lo que realmente quería preguntar.

- Bien; mejor de lo que creí... pero creo que no fue muy honesto conmigo...- Comentó Friedrich.- Me siento fatal por él; es por esto que tardé en terminar... no sabía cómo decírselo ni cómo se lo tomaría.- Se notaba que a Friedrich le afectaba esa situación. Y de paso le aclaraba muchas cosas; Friedrich no había tardado porque se hubiese arrepentido, simplemente era por consideración a la serpiente. Si lo veía desde ese punto, y por mucho que odiara a la serpiente, habría sido bastante feo que empezaran a salir de un día para otro y que Friedrich terminara con la serpiente sin razón aparente.

Se sintió como un tonto inmaduro al ver las cosas con claridad. Se había deprimido porque Friedrich no quería ser un cretino con la serpiente, cuando fue él, Gabriel, quien lo empujó a actuar al decidir cambiarse de cuarto.

- Lamento haber sido tan infantil.- Dijo Gabriel con decisión. Friedrich lo escuchó extrañado, pero en silencio.- Tú sólo querías hacer las cosas bien... incluso me lo dijiste... pero yo... lo lamento...

Friedrich sonrió y luego se agachó frente a él, tomando sus manos.

- Me he pasado la semana conteniendo las ganas de besarte, ángel.- Dijo Friedrich, acercándose cada vez más. Gabriel deseaba tanto que lo hiciera, que también se acercó. No podía creer que ya no hubiese impedimentos. Friedrich acarició su rostro y su cabello, que había crecido y estaba aproximándose a sus hombros. Ya podía sentir la respiración de Friedrich contra la suya. Su corazón pretendía escapar, dada lo forma en que se agitaba. Hasta que se besaron.

Muy lento, sin ningún apuro, disfrutando cada roce; libres de culpas y obstáculos. Gabriel, inclinado sobre Friedrich, dejaba que éste lo guiara. Era tan difícil de creer... y Friedrich besaba tan bien... que la nube en la que se encontraba cada vez ascendía más.

- Te amo tanto Gabriel Lafferriere...- Dijo Friedrich, mientras hacía una pausa para mirarlo y besarle el rostro infinitas veces, con una calma extasiante.

Sólo había una respuesta, absoluta y verdadera, para esas palabras.

- Y yo a ti, Friedrich Rosendorff...- Respondió, feliz como nunca antes había estado. Escuchar a esa voz, a esos labios, a él, decir "Te amo" era lo que anheló durante todos esos meses, desde que se dio cuenta de lo que sentía. Y al fin se hacía realidad... Friedrich, con su mal pronunciado inglés, decía que lo amaba. Pero eso no le importaba, incluso le gustaba la forma en que Friedrich pronunciaba, era algo propio de él... algo que también amaba de él.

 

 

La primera semana con el ángel fue como estar en el cielo. En el cielo más luminoso y feliz que podía existir. Veía todo positivamente, iba con una disposición desconocida a los entrenamientos, tenía ganas de estudiar y sonreía como idiota las veinticuatro horas del día... pero era condenadamente feliz.

Ya no había por qué lamentarse ni torturarse; si quería abrazar o besar al ángel, podía hacerlo con libertad. Gabriel no se resistía, más bien al contrario, se dejaba llevar y lo abrazaba tímidamente; era tan encantadoramente dócil que le era difícil contenerse. Y eso le estaba preocupando. Al principio, pese a lo ingenuo que le parecía, creía que el ángel tenía experiencia; pero comenzaba a dudar.

Friedrich no era para nada tímido, por lo que a veces se dejaba llevar y una de sus manos era sorprendida adentrándose en terrenos peligrosos; pero debía controlarse, no iba a hacer nada hasta no saber si Gabriel era o no virgen. Esto era fundamental. De esa información dependía el si tendría que soportar la abstinencia. Además, no tenía experiencia con chicos vírgenes, ya que solía involucrarse con chicos que sabían a lo que iban, por lo que no sabía cómo actuar; sumando a esto el hecho de que era la primera vez que salía en serio con alguien, lo que le hacía sentir muy perdido acerca de cómo debía comportarse.

Verdaderamente, era un problema tras otro... pero no le importaba, esperaría lo que tuviese que esperar, la persona por la que se quebraba tanto la cabeza lo valía.

 

 

Otra semana.

Las caricias de Friedrich se volvían cada vez más... atrevidas. A veces, Friedrich se acercaba a él para besarlo, pero sin que Gabriel se diera cuenta, acababa acorralado contra la pared, con las manos del mayor bajo la ropa y cada vez más cerca de los pantalones. Esto era muy diferente a lo ocurrido con Matt, porque, para empezar, éste comenzó a hacer cosas parecidas cuando la relación tenía meses; pero con Friedrich sólo llevaba dos semanas.

Otra cosa que hacía distinta la situación era el tremendo esfuerzo que implicaba rechazarlo, física y mentalmente. Cuando Matt comenzó a acariciarlo más apasionadamente de lo normal, Gabriel ya estaba enamorado de Friedrich, por lo que no le era difícil rechazarlo; pero ahora se trataba de Friedrich.

Tal vez pareciese raro que tuviera como objetivo rechazar a quien ahora era su novio, pero tenía una buena razón: era virgen y no tenía idea de qué hacer. Le avergonzaba admitirlo, pero ni siquiera ojeaba revistas o miraba videos por internet, porque, precisamente, le daba vergüenza. Lo que sabía sobre el tema, era lo que oía de otros chicos gay que conocía, lo cual era suficientemente explícito. Sin embargo, la curiosidad y la imaginación lo tenían alterado.

Friedrich había dejado claro, sólo con sus acciones, que estaba más que acostumbrado a... a hacerlo. Friedrich no le había pedido nada, ni mencionado palabra sobre el tema, pero era evidente que lo dirigía hacia ese punto. Y eso lo tenía con los nervios de punta.

¿Y si no era capaz?

Este era su mayor temor sobre el asunto; que Friedrich intentara hacerlo con él y no funcionara, que se equivocara y lo arruinara. No es que no quisiera; claro que quería, pero lo frenaba el miedo a fallar. Por esto prefería consolarse en el baño, a riesgo de que Friedrich lo sorprendiera, porque no sabía qué más hacer para alejar ese calor abrasador, que lo atrapaba cada vez que veía a Friedrich con menos ropa de la permitida.

Tenía que hacer algo rápido. Ver un maldito video al menos, pero necesitaba saber lo que debería hacer, si llegaba el momento.

Porque... ¿Si lo hacía mal y no era suficiente para Friedrich?

 

 

Una semana más.

La abstinencia ya era un hecho. Pero no tenía más opciones; separarse de Gabriel no era una. Prefería seguir así, con el dolor de su alma, antes que no estar con él. Al menos podía besarlo todo lo que quisiera. Algo era algo.

Realmente parecía desesperado, pero no se culpaba por ello; esto no había empezado la noche en que se declararon ¡Tenía ya varios meses! Meses en los que desviaba el deseo y la frustración hacia el primer chico rubio que encontraba cuando salían; por esto, ahora que lo tenía para él, las ganas lo estaban devorando.

En lugar de preguntarle, y sacarse la curiosidad de una vez, se dedicó a observar sus reacciones. Para esto, pasó al siguiente nivel y comenzó a tocarlo: cero rechazo, Gabriel lo dejaba tocar con libertad. ¿Eso quería decir que no era algo nuevo para él? Tal vez Friedrich estaba demasiado paranoico.

O simplemente se equivocó... No, no estaba equivocado; Gabriel era virgen, casi podía apostarlo. Había notado que Gabriel se ponía nervioso y se distraía del beso, porque lo distraía besándolo para meterle mano, cuando lo tocaba así. Eso le hacía pensar que no lo había hecho antes.

 

Su fuerza de voluntad estaba flaqueando. Quería comprobarlo, y saltar sobre Gabriel de una buena vez; ya casi no resistía la necesidad, porque a esas alturas era una necesidad, de tomar lo que le faltaba del ángel.

Contempló a su víctima desde el escritorio, donde se suponía estaba estudiando; Gabriel hacía un trabajo para la clase de Arte, el cual consistía en realizar una maqueta de la Iglesia de Santa Bárbara. La verdad era que le estaba quedando más que bien.

Decidió no interrumpirlo, ya que se veía muy concentrado, allí, sentado en el suelo y pegando ventanitas. Aún había tiempo, pues eran apenas las seis de la tarde. Volvió a sus estudios.

Media hora después, Gabriel se levantó.

- ¿Cómo quedó?- Le preguntó satisfecho, pero ilusionado.

- Excelente.- Lo alabó Friedrich, sonriendo. No mentía, era la versión en miniatura de la iglesia.

- Bien.- Dijo Gabriel contento, y la depositó sobre su escritorio, ubicado junto al baúl que le correspondía, a los pies de la cama. Luego fue al baño.

 

Friedrich esperó pacientemente, hasta que Gabriel salió. Alarmado, vio que se dirigía hacia la puerta. Se interpuso rápidamente, agazapándose contra la puerta. Seguro se veía estúpido.

El ángel lo miró interrogante.

- ¿Qué sucede?- Preguntó desconcertado. Como respuesta, Friedrich echó el seguro a la puerta. Gabriel se asustó.- En serio ¿Qué pasa?

Friedrich se acercó a él.

- Nada, sólo quería descansar un rato.- Dijo despreocupadamente, rodeándole la cintura con los brazos. Gabriel se relajó.

- Ah... me asustaste...- Comentó riendo.

- No era mi intención...- Murmuró, dándole un beso "normal". Gabriel respondió bien, como siempre. Era hora de actuar.

Primer movimiento: acercarse disimulada y lentamente a la cama de Gabriel. Por alguna razón quería que fuese en la de él...

Segundo movimiento: meter las manos bajo la ropa y elevar la fuerza de las caricias, es decir, meter la mano en toda regla. Mientras le comía la boca, por supuesto.

Gabriel no dio muestras de molestia cuando comenzó a empujarlo, disimuladamente, hacia la cama; tercer movimiento.

El ángel parecía muy concentrado en besarlo. Friedrich aprovechó esa concentración y se puso sobre él, apoyando las rodillas en la cama, a ambos costados del ángel. Bajó hasta su cuello, sin cesar de besarlo; el ángel respiraba de manera cada vez más agitada y se aferraba al cabello de Friedrich, mientras éste le quitaba la camisa.

Ahí tenía al ángel con el torso desnudo bajo él, sonrojado y jadeando; pidiéndole más sin decir palabra. No había vuelta atrás, porque no era tan fuerte como para resistirse a eso. Se lanzó a besarle el pecho con impaciencia.

Quería besarlo entero, quería explorar cada zona; lo quería todo. Siempre vio al ángel como la criatura más inocente y tierna del mundo, por lo que le estaba volviendo loco verlo tan excitado y gimiendo su nombre.

Sin duda era la primera vez que él, Friedrich, se sentía tan caliente en las preliminares.

Se detuvo un momento. Quería mirar y grabar en su memoria cada detalle; el rostro sonrojado del ángel, sus labios entreabiertos, su piel, su pecho que subía y bajaba rápidamente, su cabello platino que comenzaba a pegarse a la piel a causa del sudor... pero debía saberlo antes, por varias razones; necesitaba saber si el ángel ya lo había hecho antes.

Para empezar, necesitaba saber si utilizaría un condón, porque nunca lo había hecho sin uno; pero si el ángel era virgen no pensaba utilizar nada. También estaba la necesidad de lubricante, que no tenía, lo cual le hacía pensar en lo bestia que era en el sexo, dado que le gustaba lo más natural posible; y ahora pensaba en que hacerlo sin lubricante, probablemente, era más doloroso y complicado.

Analizando el asunto, estaba muy mal preparado.

- ¿Por qué... te detienes...?- Susurró el ángel.

De acuerdo, sería breve.

- Ángel... ¿No lo habías hecho antes, cierto?- Preguntó Friedrich, lo más cortés que pudo.

Gabriel se sonrojó como nunca y bajó la vista.

- No... Nunca...- Dijo tan bajito, que Friedrich tuvo que esforzarse para escucharlo.- ¿Hice algo mal...?- Preguntó avergonzado.

Ese fue... su límite. El condón se fue al diablo.

Calló a Gabriel con un -ardiente era decir poco-beso, para que dejara de provocarlo. Como si tenerlo en la cama no fuera suficiente estímulo, iba y hacía semejante pregunta...

Friedrich se quitó la sudadera y volvió a atacar el cuello del ángel, con más fuerza que antes.

- Tú no haces nada mal.- Susurró cerca de su oído. Gabriel comenzó a jadear nuevamente. A Friedrich le encendía el que no se contuviera, aunque Gabriel seguía sin tocarlo.- Ángel...

- Nnn...- Con eso Gabriel le indicó que lo escuchaba.

- No me molestaría que me manosearas un poco...- Susurró, lo más seductoramente que pudo.

Como respuesta, Gabriel comenzó a toser.

- ¿¡Estás bien!?- Preguntó Friedrich asustado.

- Sí...- Aseguró Gabriel.- Sólo fue... la impresión...

Friedrich rió aliviado.

- Perdona, si no quieres no...

- ¡No es eso!- Lo atajó Gabriel abriendo mucho los ojos. Luego volvió a desviar la vista.- Es que... me da vergüenza...

Otra provocación... ¿Lo hacía a propósito o simplemente no era consciente de lo excitante que sonaba al decir esas cosas? Probablemente era lo segundo...

- No te preocupes, toca todo lo que quieras.- Dijo Friedrich para relajarlo.- Haz que ese maldito entrenamiento valga de algo.- Bromeó. Eso hizo que Gabriel riera.

Un rato más de besos  e indecentes caricias, especialmente en la parte baja de la espalda, pues descubrió que a Gabriel le gustaba, hasta que sintió las manos de éste en el pecho. Siguió como si nada; y dio resultado, porque esas manos comenzaron a moverse.

Abajo, hacia los lados, arriba, abajo nuevamente, luego por los hombros y los brazos...

Sólo aguantó unos minutos así. Ya estaba más que duro, así que palpó por el cuerpo de Gabriel hasta llegar a su objetivo, sin dejar de besarlo. Desabotonó los pantalones del ángel y los tiró un poco hacia abajo, dejando a la vista la única zona que no pudo ver el día en que conoció a Gabriel. Palpó otra vez.

- Aaah...- Gabriel se estremeció.

Nunca un simple gemido le sonó tan erótico. Prosiguió con lo que hacía, presionando a través de la ropa interior; estaba igual de duro que el suyo, y esos gemidos lo iban a enloquecer. Bajó un poco y le quitó los pantalones al ángel, quien le facilitó el trabajo al doblar las rodillas.

- Ayúdame con los míos.- Le dijo a Gabriel, mientras se erguía un poco, hasta quedar de rodillas. En esa posición, el bulto bajo sus pantalones era notable. El ángel se sentó y se encargó de sacárselos.

La cara que puso al ver lo que había debajo fue memorable. Friedrich tenía una erección de considerable tamaño empujando hacia afuera.- ¿Me los quitas?- Le preguntó al ángel con una sonrisa indecente, señalando la última prenda.

Gabriel, nervioso como nunca lo había visto, asintió; se mordió el labio inferior y tragó saliva, sin dejar de mirar, luego se inclinó un poco y terminó de desnudarlo. Notó que le ángel tuvo cuidado de no tocar la zona sensible; pero él se moría por sentir sus manos precisamente allí.

Cuando Gabriel lo miró otra vez, se lo pidió sin palabras, tratando de mirarlo con toda la intensidad de la que era capaz. El ángel se quedó perplejo unos segundos, algo intimidado y con las mejillas rojas. Cuando pareció reaccionar, lo hizo. Acercó una mano con timidez y acarició su pene.

Mierda... mierda... mierda... mierda... Ese sí era el cielo.

El ángel tocaba tan, tan lentamente... esa era la más exquisita tortura que podría imaginar.

- Ya... no más...- Murmuró Friedrich a duras penas; no había duda de que esa tortura funcionaba. Atrajo al ángel con el brazo y lo besó apasionadamente.- Me harás terminar antes de empezar.- Dijo sonriendo, mientras llevaba las manos hasta la última prenda del ángel. Metió las manos bajo la tela, por detrás, apretando con fuerza y atrayéndolo hacia él.

Gabriel siempre usaba pantalones bombacho, largos y holgados, que nunca le dejaron hacerse una idea de lo que ocultaban. Pero ahora, finalmente, lo sabía... lo tocaba... y no podía dejar de agarrarlo. Su recién descubierto sonido favorito no tardó en aparecer.

Cuando el cuerpo de Gabriel estuvo lo suficientemente cerca del suyo, se deshizo de la prenda, para luego volver a la zona que acababa de descubrir. Esta vez fue Gabriel quien buscó su boca... y le demostró lo bien que podía besar. Después de eso, Friedrich empujó despacio a Gabriel contra la cama, para recostarlo, y se inclinó sobre éste, a la altura de su entrepierna.

- ¿Qué vas a...?- Preguntó Gabriel, pero la respuesta fue una maliciosa sonrisa de su parte.

El pene de Gabriel estaba totalmente erecto; con los músculos tensos y duros al máximo. A pesar de que no solía darle mucha importancia al tamaño, no había nada qué decir, porque era perfectamente proporcional a su cuerpo.

Mirando esa excitante parte de la anatomía del ángel, descubrió una cosa, en este caso dos, que le gustaba.

- ¡Aah!- Gabriel aferró el cabello de Friedrich con fuerza, casi tirándolo, cuando éste comenzó a lamer y succionar sus testículos. Un detalle llamó su atención; el olor a jabón o alguna espuma de baño que el ángel tenía impregnado en toda la piel, especialmente en esa zona, pero se olvidó rápido de eso.

Ni siquiera imaginó que el ángel los tuviese así de grandes; tampoco era como si fuesen anormalmente grandes, pero lo eran teniendo en cuenta el tamaño y contextura de Gabriel, por lo que fue inevitable que le impresionara y lo excitara.

Era además, completamente lampiño; o eso pensó a simple vista, porque al tocar se dio cuenta de que no lo era para nada, sino que tenía el vello tan blanco, que se confundía con su piel.

El ángel se retorcía y jadeaba con fuerza; probablemente nunca había recibido tanto estímulo. Pero faltaba más, así que no esperó y comenzó a lamer el pene del ángel, arriba y abajo, cada vez más rápido, hasta que prácticamente se lo tragó al comenzar.

El pecho de Gabriel se movía aceleradamente, mientras él se concentraba en hacerlo mejor que nunca; pretendía darle todo lo que era capaz de dar. El hecho de que Gabriel fuese virgen no significaba que lo haría a medias. Todo lo contrario.

Cuando Gabriel dio señas de acabar, abandonó esa zona y fue directo a la boca de éste. Los brazos del ángel lo rodearon con fuerza. Antes de ir a lo principal, dejó pasar varios minutos; Gabriel se veía agotado.

Además, se encontraba frente a un pequeño dilema: ¿”Arriba” o “abajo”? Friedrich siempre había estado en la primera posición, y no tenía intenciones de cambiarla, pero... si el ángel quería estar arriba...

No había pensado en eso. Nunca pensó que se enfrentaría a ese problema. Pero lo que le tenía más asombrado, era darse cuenta de su disposición a ceder, si Gabriel se lo pedía.

Sería algo chocante, pero estaba dispuesto; aunque esperaba no fuese el caso.

- Ángel...- Lo llamó con voz baja, acariciando su rostro. Se encontraba sobre Gabriel, que estaba tendido boca arriba.

- Te escucho...- Masculló Gabriel, todavía con los ojos cerrados y aspecto cansado.

- ¿Todo bien?

- Sí, sólo necesito recuperar el aliento...- Contestó Gabriel esbozando una sonrisa.

- Ah... vale...- Dijo Friedrich, cada vez más nervioso. "Por favor, que diga abajo", pensaba afligido.- ¿Qué prefieres? Ya sabes... dar o recibir...- Intentó parecer indiferente. El ángel pareció no entender, pero no dijo nada. Simplemente se puso un poco más rojo de lo que ya estaba.- ¿Entonces...?- Volvió a preguntar, comenzando a sospechar lo que pasaba. No se esperaba que fuese "tan virgen".- No... ¿No sabes a qué me refiero...?- Sugirió con cautela, sabía que Gabriel podía avergonzarse y escapar.

Como temía, Gabriel hizo un gesto negativo con la cabeza. La frustración y la vergüenza se apreciaban claramente en su rostro. Friedrich se inclinó un poco más sobre él y le dio un beso.

- No te preocupes por eso, ángel; voy a enseñarte lo que haga falta...- Esa era una promesa.- Cuando digo "dar" me refiero a quien...- Mierda, no era tan fácil.- A quien... la mete.- Dijo, más avergonzado de lo que pensó.

Al menos Gabriel pareció entender, porque abrió mucho los ojos y asintió.

- Ya sé a qué te refieres.- Farfulló rápidamente.

- ¿Y bien...?- Preguntó Friedrich, al cabo de unos minutos, esforzándose por ocultar la ansiedad.

Gabriel tardó en responder.

- No sé...- Reconoció, evidentemente confundido.- Lo que tú quieras está bien...

¡Salvado!

- Vale.- Aceptó Friedrich de inmediato. No era algo con lo que podía hacerse de rogar. Además, lo que el ángel acababa de decir fue muy erótico...

Tras decidir rápidamente cuál sería la mejor posición; pues debía tener en cuenta que el ángel era virgen y que no era muy fuerte. Al menos sobre lo primero estaba más informado, y sabía que no podía hacer cualquier cosa, pues el ángel no tenía experiencia. Lo que menos quería era dañarlo.

- Bien ángel, recuéstate de lado.- Dijo tranquilamente, suprimiendo su propio nerviosismo, porque no sería bueno transmitírselo al ángel.

Tanto su pene como el de Gabriel seguían erectos, por lo que no sería necesario estimularlos más. Se acomodó detrás de Gabriel y agarró su propio pene, dirigiéndolo hacia el ano del ángel.

En ese momento, ni se le ocurrió pensar en la limpieza, simplemente daba por hecho que Gabriel estaba totalmente limpio, luego de oler su piel y ver lo blanca y tersa que era.

Presionó con el glande. Eso hizo estremecer al ángel, por lo que acarició su espalda lentamente para relajarlo.

- Tranquilo ángel... respira y relájate...- Dijo suavemente a su oído, logrando el efecto deseado, porque Gabriel volvió a apoyar la cabeza en la cama. La tensión en el cuerpo de Gabriel fue disminuyendo.

Presionó otra vez, esta vez de forma permanente. Gabriel intentó ahogar un gemido. Se acercó a su oído nuevamente.

- Déjame oírte ángel...

Eso hizo que Gabriel dejara de contenerse. Aunque las ganas de entrar lo estaban matando, era consciente de que debía ir lento, dejando que el ángel se acostumbrara. Toda una prueba para Friedrich. Una prueba que logró superar, porque, avanzando lento, el dolor no fue tan fuerte para Gabriel.

- ¿Duele?- Preguntó Friedrich otra vez, como cada vez que se adentraba un poco más. Y, como cada vez, Gabriel negó con la cabeza.

Finalmente entró por completo. El interior de Gabriel era extasiante y adictivo; le hacía desear estar así por siempre, unido a él.

Se suponía que Friedrich tenía experiencia, e incluso que era bastante bueno en la cama, si hacía oídos de los comentarios que le dejaban caer luego de una sesión... y eso lo había hecho bastante confiado en ese aspecto; pero esta vez se sentía desarmado, como un novato, tratando de hacer lo mejor que podía.

Otra cosa que había cambiado era su actitud. Lo que siempre buscaba era su propio placer, aunque tampoco era como si fuese un bastardo insensible y bruto; él se encargaba de complacer, y ahí radicaba su propio placer. Sin embargo, en esta ocasión estaba deseoso por satisfacer a Gabriel, por mostrarle lo mejor que tenía y hacerle sentir como nunca.

- Friedrich...- El ángel respiraba con agitación y hablaba apenas. Friedrich tomó una de sus manos.- Aaah...- Gimió después, cuando Friedrich dio la primera embestida. Esta vez no fue tan lento; aumentó el ritmo progresivamente, pero más rápido, hasta que se encontró empujando con fuerza contenida contra el cuerpo del ángel.

¿Acaso había cielos mejores que los anteriores? Porque aquello era una maravilla. Gabriel se aferraba como podía a las sábanas, mientras él sujetaba sus piernas, separándolas un poco. Friedrich besaba continuamente el cuello del ángel, oyendo embelesado como éste pronunciaba su nombre de una manera muy sensual.

Gabriel lo estaba excitando de todas las maneras posibles; las penetraciones, su voz, su piel... su cuerpo entero... el simple hecho de estar haciendo el amor con él...

Cuando sintió que Gabriel estuvo lo suficientemente preparado, pues aquello era para que se adaptara, sacó su pene y le dio la vuelta al ángel, dejándolo boca arriba.

Gabriel abrió los ojos débilmente y lo miró extrañado.

- ¿No vas a...?

- ¿A seguir?- Completó la frase. Gabriel asintió.- Por supuesto que sí, sólo quería cambiar de posición.- Dijo sonriendo, pero antes de continuar se puso sobre el ángel para besarlo y acariciarlo, en cambio éste lo abrazó y hundió la cabeza en su cuello.

- ¿Friedrich?- Dijo el ángel en un susurro.

- ¿Sí?

- Te amo.

Friedrich se levantó un poco, para mirar al ángel. Lo único que pudo hacer fue sonreír como tonto. Esas palabras siempre lo dejaban fuera de combate.

Besó a Gabriel, de la misma manera en que lo besó la noche en que se declararon, y, mientras lo hacía, una de sus manos fue descendiendo por el cuerpo del ángel, hasta llegar a su objetivo. Cogió el pene de Gabriel y lo masturbó un poco, sin dejar de besarlo.

- Mi ángel...- Susurraba entre beso y beso.- Te amo... te amo... y no quiero dejar de amarte...

Supuso que lo que ocurrió fue sin intención. Gabriel lo había agarrado y le había plantado un beso salvaje, entretanto abría las piernas y le rodeaba la cintura con estas. Eso era más que una provocación. Aprovechó que Gabriel adelantó el trabajo y sólo se preocupó por meterlo de nuevo. En esa postura podía moverse mejor, sin mencionar que tenía acceso a sus labios. Comenzó a empujar al instante, ya que el mismo Gabriel movió sus caderas hacia arriba, presionando.

Esta vez fue mucho más intenso. Que el ángel lo besara así era como una de las muchas y secretas fantasías que tenía con él, de forma que lo dejó más que encendido. Apretó con fuerza el pene de Gabriel y lo masturbó rápido, para ayudarlo.

- Ya... Friedrich... yo...- Jadeó Gabriel luego de un rato así, arqueando la espalda y sujetando las sábanas con vigor, mientras su interior se contraía y producía una presión delirante sobre el pene de Friedrich. El ángel soltó un gemido larguísimo y placentero, en conjunto con un pequeño chorro de semen, que fue a parar sobre su abdomen. Luego de eso, Gabriel cerró los ojos y se dejó caer exhausto, dedicándose únicamente a respirar.

Friedrich se apresuró y aumentó el ritmo, lo cual le arrancó un gemido de dolor al ángel; hicieron falta unas entradas más para hacerle eyacular.

- Lo siento...- Dijo Friedrich, cuando se recuperó del orgasmo y se dejó caer sobre Gabriel.

- No importa...- El ángel se limitó a envolverlo con sus brazos y a acariciar su cabello con lentitud. Su respiración se había vuelto mucho más lenta de lo normal, eso alarmó a Friedrich.

- ¿Te sientes bien?- Friedrich se levantó para dejarle espacio al ángel; éste lucía demasiado exhausto. Tal vez tenía que ver con su enfermedad... tal vez se agitó demasiado...

- Sí... pero me siento muy cansado...- Dijo el ángel con una sonrisa débil.

Friedrich lo tomó en brazos y lo recostó de nuevo, pero esta vez en la dirección correcta, ya que habían estado al revés, con los pies hacia la cabecera. Limpió los restos de semen y luego se acomodó junto a Gabriel, tapándolos a ambos.

- Duerme ángel.- Dijo Friedrich, pasando sus dedos suavemente por el rostro de Gabriel. Se sentía extraño; satisfecho, preocupado y enamorado... todo a la vez. El ángel intentó acercarse más a él, pero el mayor se dio cuenta y lo abrazó, atrayéndolo hacia sí.

Friedrich se quedó mirando al ángel, mientras éste se dormía en sus brazos. Intentaba mantenerlo caliente, ya que Gabriel se enfriaba con rapidez, recuperando su baja temperatura normal.

Era engañoso; frío al tacto, con una piel pálida, cabello prácticamente blanco... daba una imagen bastante fría, pero era todo lo opuesto. No lograba pensar en nadie más tierno y cálido que él.

Era un poco atemorizante estar tan consciente de lo que sentía por el ángel, era algo demasiado fuerte, demasiado grande. Pero no quería dejar de sentirlo. Quería dormir así siempre; verlo cada día, decirle que lo amaba, abrazarlo, besarlo, cuidarlo...

Tuvo razón al temerle al amor, porque era la cosa más peligrosa que había conocido.

Sabía que las cosas no eran ni serían fáciles: Gabriel no se tenía confianza y se dejaba vencer fácilmente por sus miedos; luego estaba esa maldita enfermedad, que no era tan inofensiva como el ángel dijo, eso lo daba por hecho. Pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera para hacer frente a ambas cosas. Fuerza no le faltaría.

El ángel dormía en paz, sin darse cuenta de nada. Y así debía ser; Gabriel no tenía que preocuparse por nada, porque él se encargaría de hacerlo feliz.

Tenía al ángel con él.

Y para Friedrich Rosendorff, significaba buena parte de la felicidad.

 

Notas finales:

Tampoco lo puedo creer... jajaja

Lujuria v/s Inocencia

Friedrich v/s Gabriel jajaja

PERSONAJES

fujoshichan lo pidió una vez, aquí lo tienes:

Friedrich "Fred, Fritz" Rosendorff

Ciudad/País: Hamburgo, Alemania. Su madre es inglesa.

Estatura: 1.88m

He aquí:

http://i578.photobucket.com/albums/ss223/Yamamura12/11-2.jpg?t=1287763875

Espero que les haya gustado, y si no, pues mala suerte jajaja No, recibo encantada su comentarios :)

Gracias por leer y muchos saludos!!


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