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Notas del capitulo:

Holaa!!

Esta vez, creo que tardé un pelín más en actualizar, pero culpen a la universidad, que es malvada y no me ha soltado T-T

Como siempre, gracias a fujoshichan, KittyShemale, albannapotter2008, Dark Neko Nami y elii* por sus reviews :) Y bienvenidas las nuevas lectoras!!

En este capi hay nuevos personajes que volverán a aparecer, así que atención con ellos ;)

Y por último, decir que este capítulo va dedicado a otra lectora fiel :D Akari junko 92. Gracias!! (:

 

 

¿Qué mierda le pasó?

Su cumpleaños había pasado hace semanas y no llevó a cabo su plan maestro. Se distrajo con la llegada del hippie, al que ya había aprendido a tolerar, y en fantasear con aquella chica... a la que no había vuelto a ver. La impresión que ella le causó fue más fuerte de lo que pensó, ya que ahora caminaba con al cabeza en alto por los pasillos, buscándola.

Se sentía como un completo imbécil, y por ello retomó sus planes. Haría una grande.

- Tocas bien.

- ¿Y qué sabes tú?- Preguntó Leo con maldad. Evan se sentó en uno de los escalones, junto a él.

- Más de lo que crees, zanahoria malhablada.- Se burló Evan, riendo.

Leo siguió tocando el bajo. Ese instrumento era lo que más le importaba; era su vida.

- Seguro... Los hippies sólo saben de panderetas y marihuana.- Dijo Leo.

- Me impresiona tu amplio punto de vista.- Dijo Evan.- Oye, ¿No deberías estar repasando para el examen?

- No me interesa.- Replicó el pelirrojo, sin asomo de remordimiento.- ¿Tienes un cigarrillo?

- ¿Qué?- Se sorprendió el hippie.- ¿Aquí? ¿En pleno recreo? No seas tonto...

Leo se encogió de hombros. Le importaba poco lo que el hippie pensara, sólo quería fumar; su segunda pasión.

- ¿Tienes o no?

- No fumo.- Contestó Evan, enojado por su actitud indiferente.

- Te lo pierdes.

 

- Matt, debes levantarte.- Dijo Kale, mirando el bulto de mantas que era la cama de su amigo en ese instante.- Ya le inventé algo al profesor McHard, pero no justificará que faltes a la clase de hoy.

No hubo respuesta. ¿Estaría durmiendo todavía?

- Oye, Matt...- Dijo, alzando la voz.

Un quejido.

- Vete.

- ¿Disculpa?- Preguntó Kale, creyendo haber oído mal.

- Que te vayas.- Dijo Matt, desde algún lugar de aquel bulto en que se encontraba.- No voy a ir a clases.

- ¿Qué? La bruja de Física te matará a trabajos si faltas; vamos, no seas necio y levántate. Si quieres dormir puedes hacerlo en la clase.- Kale intentó razonar, sin tomarle verdadero peso al asunto.

- ¿Qué parte no entendiste?- Murmuró la voz de Matt con un tono bastante... ácido.- No iré; lárgate de una buena vez.

Kale se quedó inmóvil, muy sorprendido.

- ¿Qué te pasa?- Preguntó, conciliador.- La borrachera no dura tanto, no tienes excusa.

El bulto se revolvió y Matt se sentó. Estaba claro que no pasó una buena noche.

- Déjame en paz.- Le espetó molesto.- Si estoy borracho o no es asunto mío, métete en tus cosas.

Eso lo ofendió profundamente.

- ¿Lo dices en serio?

- ¿Me ves con ánimo de andar bromeando?- Ironizó Matt, enojándose más. A Kale le dejó perplejo aquella áspera actitud.- ¿Qué? ¿Vas a llorar?

Tenía que ser un error.

- Oye... ¿Qué es lo que te pasa?- Masculló Kale, negándose a creer que Matt hubiese dicho eso.- No hace falta que te pongas así.

- ¿Ah no?- Murmuró Matt con desdén.- Deja de creerte mi madre o algo así, me estás cansando.

Eso fue más que suficiente.

- ¿Qué te estás creyendo?- Preguntó indignado, incapaz de retener su creciente enfado.- Sólo me preocupo por ti y me...

Matt soltó una socarrona carcajada.

- Lo único que quieres es acostarte conmigo, ¿A quién quieres engañar?- Replicó Matt, con clara intención de insultarlo.- Si es que no lo has hecho ya, cuando estoy borracho...

Kale escuchó esas palabras en silencio. Asimilando lentamente cada una y su significado. Incapaz de responder a eso, dio la vuelta para salir de allí.

- ¿Y ahora te vas?- La voz de Matt no perdía ese desagradable tono.- ¿Vas a escaparte y...?

- ¡Cállate! ¡Cállate maldito imbécil!

Matt cerró la boca en el acto. La rabia y la decepción habían derrotado la determinación y paciencia de Kale.

- Vaya, resulta que sabes gritar.- Se burló Matt.

- ¿Cómo puedes... tener cara para decirme todas esas estupideces?- Farfulló Kale, incrédulo y dolido. Temblaba de rabia.- ¿Soy yo el idota que ha estado dando lástima estos meses porque lo dejaron?

Matt le lanzó una mirada fulminante.

- ¡No te atrevas a hablar de...!- Exclamó furioso.

- ¿¡De qué!? ¡Es la verdad!- Le respondió Kale, igual de enojado.- ¡Eso ya pasó! ¡Si vas a comportarte como un idiota, que sea porque no te queda otra! ¡No hiciste nada por recuperarlo! ¡Hiciste a un lado a todos y te importa una mierda que yo sea el único estúpido que aún te aguante! ¿¡Crees que encerrándote y bebiendo las cosas van a volver a estar como antes!? ¡Pues no es así! ¡Supéralo ya!

Tras decir todo eso; todo lo que llevaba cargando en silencio hace meses, se sintió ligero como una pluma. Sin siquiera mirar a Matt, salió de la habitación y se fue hacia el salón. Sin embargo, Kale no solía perder la calma de esa manera, por lo que la culpa y el arrepentimiento no tardaron en oprimirlo. No debió mencionar aquello; era un tema delicado para Matt. Sin duda ahora lo había hecho sentir peor.

Pero las palabras de Matt fueron demasiado. Fue lo más terrible que pudo decirle; fue cruel a propósito. Matt de seguro se dio cuenta de lo que Kale sentía por él, y esa fue su agradable forma de rechazarlo.

No hacía falta que se burlara de su amor por él.

 

- ¡Hey!

Friedrich dio la vuelta. Era el amigo del ángel, Dave.

- Hola, ¿Qué tal todo?- Preguntó con cansancio. El asunto de su padre lo tenía así.

- Bien... ¿Y tú...?- Preguntó el chico, algo dudoso. Friedrich se limitó a asentir.- No pude visitar a Gabriel el fin de semana, ¿Cómo está?

Un violento ataque de culpa. Eso fue lo que le provocó oír aquello.

- Eh... mejor.- Respondió, basado en l oque le dijo Hannah el día anterior, cuando regresó del hospital.- Está en observación.

- Eso es genial; ¿Sabes cuándo volverá?- Preguntó el chico.

- El miércoles.- Contestó Friedrich con un suspiro. Eso era demasiado tiempo.

- Oh, eso es bueno, porque falta poco.- Comentó Dave sonriendo.- Bueno, me voy. Nos vemos.

Le sonrió. Ese chico, Dave, le caía bien. Parecía el tipo de persona que se enfadaría por cualquier cosa. Siempre traía el ceño fruncido, como si recelara hasta del aire, pero aún así no lograba intimidar a nadie, o eso le parecía; esos ojos verdes, en contraste con el cabello negro, podrían darle cierto aire serio, pero a Friedrich le parecía un chico agradable, con mal genio, pero hasta tierno en el fondo.

Retomó su lento y distraído caminar hacia su cuarto. Tenía que estudiar, por lo que no podía escaparse para visitar a Gabriel, quien de alguna manera se sabía el calendario de evaluaciones de todos los cursos. Si se aparecía por el hospital, lo mandaría de vuelta antes de poder decir "Hola".

Para empeorar las cosas, no tenía cara para verlo. Se había perdido la visita del domingo, por beber como condenado el sábado. La maldita borrachera que cogió, lo dejó tumbado todo el día. Pero no tuvo de otra; salir sin el ángel, siendo que ya eran novios, no tenía gracia.

No era uno de esos malditos incapaces de controlarse, no era un animal; podía aguantarse perfectamente. Desde que Gabriel admitió que lo quería, había perdido el interés en el resto de los mortales.

Quería estar con el ángel, y, ya que no era posible, no le interesaba estar con nadie más. Por suerte estaba el bendito vodka para hacerle compañía.

Se sentía sin ánimo para nada. Cuando se le pasó la rabia, después de la llamada del viejo, se deprimió un poco. Su forma de ser orgullosa y fría lo frustraba, porque antes no era así. Se sentía acorralado, sin poder hacer nada, pues estaba lejos de su familia. Su padre simplemente lo había hecho a un lado para facilitarse las cosas.

Suspiró.

Necesitaba al ángel.

 

Fue con paso tranquilo hasta su salón, feliz por las noticias referidas a Gabriel. Dave se había llevado un buen susto con lo ocurrido. Sin embargo, tras saber que Gabriel tenía una enfermedad crónica, la gran sorpresa se la llevó cuando Rosendorff le abrió la puerta. Ahí todo encajó. Gabriel y Rosendorff compartían habitación. Basándose en lo que Gabriel le dijo cuando se conocieron, lo que sentía no era correspondido, pero a Dave le pareció todo lo contrario. Pese a que Rosendorff seguía luciendo muy heterosexual a su juicio, la preocupación que mostró por Gabriel no era la de un amigo; estaba desesperado.

Podría apostar a que Gabriel era más correspondido, si es que no estaba ya con Rosendorff. El cambio en Gabriel fue notable; últimamente era la alegría en persona, sólo superado por Ashley, desde luego.

El sábado habían ido al desfile de la madre de Ashley. Fue aburrido, pero le sirvió como distracción. Tanto su amiga como la hermana de Gabriel lo pasaron en grande, y, a juzgar por lo que pudo observar, se llevaban de maravilla.

- ¡Blanchard!

Dave volteó al oír su apellido. Un chico de anteojos se le acercó. Se veía agitado.

- ¿Qué quieres?- Preguntó con su habitual agresividad.

- Tienes visita.- Dijo el chico, sin siquiera amedrentarse.- En la oficina de recepción.

- Vale, gracias.- Le espetó Dave, extrañado. El chico se fue.

¿Quién podría ser? No tenía conocidos en la ciudad. Decidió ir para sacarse la curiosidad de encima.

- Disculpe, me han  dicho que tengo visita.- Dijo a la recepcionista.

- ¿Dave Blanchard?- Preguntó ella. Él asintió.- Pase a la sala de visitas.- La mujer señaló la puerta ubicada frente a ella.

Dave entró a la dichosa sala.

- ¡Gato!- Exclamó un sujeto altísimo, bastante flacucho y con un largo y descuidado cabello color rubio paja. Imposible que Dave no lo reconociera; ese era Stevie, el baterista de la banda del idiota de su padre.

- ¡Hola Stevie!- Saludó Dave, más que contento. Stevie era como una especie de padre y hermano mayor para él, por lo que verlo le puso muy feliz.- ¿Qué haces aquí? ¿No estaban de gira?

Stevie sonrió sin ganas, como era habitual en él. El noventa y nueve por ciento del tiempo parecía cansado y adormilado.

- Nos tomamos una semana de descanso; Micky tiene un esguince en un dedo.- Contestó el rubio. Micky era el bajista.- Pero eso no es lo importante. ¿Cómo te ha ido? No te he visto hace meses y no hemos sabido nada de ti.

- Pues bien.- Respondió Dave, encogiéndose de hombros.

- Buu... Qué aburrido, Gato.- Se burló Stevie.- Este lugar no tiene pinta de ser muy alegre. ¿Has conocido gente interesante o algo?

- Tengo un par de amigos y estoy saliendo con alguien.- Dijo Dave despreocupadamente.

- ¿En serio Gato?- Stevie sonreía incrédulo. Dave asintió con un gesto pícaro.- ¡Eso es genial! ¿Me presentarás a tus amigos? ¿Y a tu chico? ¿Cuánto llevan? ¿Batiste el récord?- Stevie parecía muy emocionado por la noticias. Hacía años que Dave le había contado sobre su orientación sexual, y Stevie lo había apoyado sin dudar. Por esto, Stevie sabía sobre cada una de sus fallidas relaciones anteriores.

- Claro que te los presentaré.- Dijo Dave riendo.- Y para que sepas, llevamos meses juntos, no me preguntes cuántos porque no tengo idea; pero soy muy feliz con él.

- Me alegra mucho oír eso, Gato.- Stevie le sonreía con cariño.- Aunque el pobre debe tener paciencia de santo...

- Cállate.- Refunfuñó Dave conteniendo la risa.

Stevie rió con ganas.

- ¡Ah! Lo olvidaba, Gato ¿Recuerdas a Megan?

- ¿La chica con la que sales desde hace siete años?- Ironizó Dave. Stevie parecía creer que todos eran tan olvidadizos como él. Era típico de él preguntar cosas como esa.- ¡Claro que la recuerdo!

- Aah...- Stevie sonreía.- Me voy a casar con ella.

- ¡Me estás tomando el pelo!- Dave se lanzó hacia Stevie y le dio un abrazo.- ¡Te felicito! ¡Ya era hora!

- Gracias Gato.- Stevie se veía muy contento.

- ¿Y cuándo es la boda?

- Aún no es seguro, pero queremos hacerla cuando acabe la gira.- Contestó el mayor.

- Pues quiero un asiento en primera fila.- Replicó Dave.

- Pero Gato, tú serás la dama de honor.

Ambos estallaron en carcajadas.

 

Se pasaron hablando por un par de horas, sin ningún apuro ni interrupciones. Hasta que Stevie sacó a flote el que, probablemente, era el verdadero motivo de su visita.

- ¿Irás a tu casa?- Fue lo primero que Stevie preguntó.

- No.- Dijo Dave, tajante.

- Pero...- Murmuró Stevie.

- No iré.- Aclaró  enojado.

- ¿No quieres ver a Jimmy?- Preguntó Stevie incrédulo.

- ¡Claro que no!- Respondió Dave, sumamente indignado.- Por mi que se largue lo antes posible.

- Gato, no seas infantil.- Lo regañó Stevie.- Es tu padre.

- Y es él quien debería querer verme; pero ahí lo tienes. Apuesto a que está demasiado ocupado inyectándose.- Dijo ácidamente. Stevie puso mala cara.- Si me vuelves a hablar de él, no pienso verte otra vez.- Le advirtió decidido.- Y sabes que soy capaz.

Stevie se mostró apenado.

- No estoy de acuerdo.- Dijo muy serio. Después de eso, se fue.

 

Dave salió hecho una furia de la recepción. Le hervía la sangre a causa de la rabia.

Estaba acostumbrado a ignorar el tema de su padre; a recordarlo la menor cantidad de veces en el día. Cuando vio a Stevie se alegró enormemente... pero tuvo que hablar de él. ¿Por qué tenía que ser tan insistente sobre el tema? Dave era mucho más feliz sin que le recordaran a aquel inútil.

Caminó lento y cabizbajo por los pasillos, rumbo a su cuarto. Allí podría masticar su rabia tranquilamente. Sin embargo, algo de un vivo color rojo llamó su atención: Ashley estaba sentada en el amplio marco de una ventana.

Por primera vez se veía apagada.

 

- Uff, qué cara ¿Se te olvidó la sonrisita?- Se burló Leo, cuando lo vio llegar.

- No estoy de humor.- Dijo Evan apesadumbrado.

Leo frunció el ceño.

- ¿Qué te pasa hippie?

- Nada.- Murmuró Evan, apoyando la frente contra su mesa.

- Vamos, no soy tan burro, puedo entender.- Le espetó el pelirrojo con su habitual sutileza.

Evan suspiró. No perdía nada, de manera que se desahogó.

- Me rechazaron.- Dijo simplemente.

Leo lo miró boquiabierto.

- ¿¡Pero cómo es posible!?- Exclamó, como si lo sucedido fuera una blasfemia. Evan se rió. Al menos el pelirrojo sabía levantar el ánimo.- ¿Quién fue la ingrata?- Preguntó Leo, mirando a sus compañeras.

- Una chica de segundo.- Contestó Evan.

- Maldito profanador.- Dijo Leo. Eso también le causó gracia.

- Somos... éramos... amigos.- Aclaró Evan, antes de que Leo saliera con otra tontería.

- Mmm... ¿Te aseguraste de ser correspondido? Qué cursiladas...- Leo se rió de sí mismo, pero continuó, poniendo una graciosa cara de seriedad.- Digo, ¿Tenías oportunidad o te lanzaste por las dudas?

- Pensé que... Ya qué importa...- Dijo Evan resignado.

- ¿Qué te dijo ella?

- Que no era justo, porque éramos amigos.- Respondió Evan. Realmente la chica se vio muy alterada cuando se le declaró y no dejó de mover la cabeza negativamente.

- Mala suerte entonces.- Dijo Leo.- La tomaste por sorpresa. ¿Volverás a intentarlo?

Evan lo pensó un momento. Dudaba que lograra algo si volvía a hacerlo.

- Al menos me gustaría seguir siendo su amigo...- Murmuró resignado.

 

Sólo por eso.

Friedrich terminó de vestirse, sin siquiera mirarse al espejo, y salió. El chofer lo estaba esperando.

- Buenas noches joven.- Saludó cortésmente el chofer, cuando se instaló de mala gana en el asiento trasero.

- Hola.- Dijo cortante. Hasta eso odiaba. Esa fría relación que tenían con los empleados le irritaba. El chofer que tenía su padre en Alemania era muy diferente; había estado años con la familia y era un excelente jugador de cartas con el que se divertía, no como este tipo exageradamente formal. ¿Qué era eso de "joven"? Por favor... Jörn, el otro chofer, le ponía un nuevo sobrenombre cada día...

El viaje fue largo, ya que el restaurante en que se llevaría a cabo la maldita cena quedaba al otro extremo de la ciudad. A su querido padre no parecía importarle que tuviese clases temprano al día siguiente.

El día anterior su padre le dio un ultimátum para que asistiera: "Incluso tu madre hará el esfuerzo de ir". Eso bastó para que sacara la caja que su padre le envió hace unos días y que él había tirado bajo la cama sin siquiera mirar el contenido. Adentro había un traje, negro por supuesto, ya que no le gustaba ese tipo de ropa en otro color. También había una camisa azul y unos zapatos acordes. Al menos recordó que Friedrich odiaba las corbatas.

Se detuvieron.

Amara lo esperaba en la entrada. Él se acercó con precaución, pero ella se le fue encima y lo abrazó.

- ¡No hagas que me enoje contigo de nuevo!- Le reprochó Amara.

- Lo siento.- Dijo Friedrich, acariciándole el cabello.- ¿Esto significa que me perdonas y que me contestarás las llamadas?

- Claro, tonto; Gabriel me llamó hace algunas semanas y me dijo lo que ocurrió en el pub.- Dijo ella emocionada.

Friedrich se sorprendió. Se suponía que...

- Se supone que nadie lo sabría.- Murmuró perplejo.

- Él no quería que estuviésemos peleados.- Dijo Amara sonriendo.

Evitó sonreír como idiota. Así que Gabriel estaba preocupado por eso... Bendito ángel.

- Hoy lo fui a ver.- Dijo ella de repente, mostrando preocupación.- Según entendí se cayó... ¿Fue tan grave?

- Ah... es que está enfermo.- Contestó Friedrich con pesar.

- Pero mañana le dan el alta.- Amara había cambiado el tema a propósito, Friedrich lo notó y le siguió la corriente. Evitaba lo más posible pensar concretamente en la enfermedad de Gabriel; era más fácil de llevar si se centraba en cuidarlo.

- Así es.- Corroboró él.- Ya era hora de que me lo regresaran.

Amara se rió.

- Será mejor que entremos, chico enamorado.- Dijo, cogiéndolo de la mano.- Quién lo hubiese dicho... ni se me pasó por la cabeza verte así por alguien.- Comentó.

 

Adentro estaba su padre, un hombre de cuarenta y siete años e impecablemente vestido, como siempre. Tenía el castaño cabello entrecano y un poco largo, peinado ligeramente hacia atrás, una barba relativamente pronunciada y los mismos ojos de Friedrich, él único de sus tres hijos que heredó ese rasgo, con la misma intensa forma de mirar; ambos eran también igual de altos. Su porte orgulloso inspiraba respeto, o al menos al resto de las personas.

Cuando Friedrich entró, se miraron un momento, desafiándose.

"Atrévete a decir alguna insolencia"

"Viejo de mierda"

Desviaron la vista al mismo tiempo. Friedrich se fijó en los invitados; los Humphrey al completo y, ya sentada a la mesa, junto a su padre...

- Mamá...- Susurró turbado. La verdad era que no tenía muchas esperanzas en poder verla. Se dirigó hacia ella, ignorando por completo al resto. No la veía hace meses y la extrañaba más que demasiado. Ella lucía tal como la recordaba; débil y apagada, pero para él estaba preciosa.

Se abrazaron. El resto hablaba de otras cosas.

- ¡Mi niño, estás tan grande!- Exclamó ella contenta y con los ojos llorosos, mientras acariciaba su rostro.

- ¿Cómo estás? ¿Te has sentido bien?- Preguntó él con ansiedad.

- Estoy bien cariño; mejor ven y siéntate a mi lado.- Dijo ella con su habitual serenidad. Ël se sentó junto a ella.- Estás tan lindo Fritz...- Ella le sonreía orgullosa.- Te pareces cada vez más a...

- No.- Dijo él enfadado.- No me parezco a nadie.

- Tan terco...- Comentó su madre, riendo divertida, pero con un deje de tristeza en los ojos.

- Imagino que Wilhelm no vendrá.- Murmuró Friedrich irónico, para cambiar el tema.

- No.- Su madre suspiró.- Lleva semanas sin hablar con tu padre.- Agregó.- Estoy preocupada por él.

- No te estreses por eso, ya sabes cómo es, sólo está enojado.

- No me gusta que esté solo.- Se justificó su madre.

- Debe estar con su amigos.- La tranquilizó Friedrich.

- Pero somos su familia, también debería pasar algo de tiempo con nosotros.- Replicó ella.

- Pero no te enojes.- Friedrich se reía.- Además, ya sabes que no tarda demasiado en volver; apuesto a que la próxima semana se deja caer por casa.

- Eso espero.

- Tú tranquila, déjalos que peleen solos.- Dijo él. En realidad, tampoco le gustaba que ese par discutiera tanto, pero su prioridad era la salud de su madre; y ese tema la entristecía.

Su madre no parecía de acuerdo, pero dejó el tema y comenzaron a hablar sobre sus estudios. Aún así, Friedrich no podía evitar darle vueltas al asunto de Wilhelm. Sin duda esta vez habían tenido una pelea más seria de lo normal. Wilhelm era su hermano, el mayor de los tres y, como Amara, provenía del anterior matrimonio de su padre. Uno que no le traía buenos recuerdos a nadie. Sin embargo, Eleanor, su madre, los había adoptado como suyos cuando se casó con su padre. La relación entre los cinco había sido excelente, hasta que Eleanor enfermó y todo se vino abajo.

Recordar todo eso no era precisamente agradable, pero sí inevitable; ¿Cómo no anhelar lo que tenía antes?

 

La cena estuvo aceptable. Simplemente ignoró por completo a su padre y centró toda la atención en su madre y Amara, lo cual hizo tolerable el hecho de que la hija de los Humphrey, Helen, estuviera sentada a su lado. No es que la chica fuese desagradable, al contrario, era un encanto, pero lo que le molestaba eran las sospechas que aquello le provocó. Un noviazgo entre ellos sería idílico.

Eso sí que le hacía gracia. Si supieran...

 

Tras una larga despedida entre él, Amara y su madre, el chofer lo llevó de vuelta. Ya que tenía permiso, no fue necesario saltar el muro y entró por la vía principal. Atravesaba el patio rumbo a su solitaria habitación, cuando vio a alguien fumando cerca de las escaleras que llevaban al segundo piso. A medida que se acercaba, pudo distinguir de quien se trataba.

Era Julian.

- Te ves increíble.- Dijo el chico, mirándolo. Julian sonreía, pero no de la manera provocativa y altanera de siempre... parecía desanimado, aunque fue evidente que intentaba ocultarlo.

- ¿Gracias?- Friedrich realmente no sabía cómo actuar. Sin embargo, le agradó ver a Julian y comprobar que no estaba molesto o algo así.

Julian rió.

- No hace falta, sabes que me gustas.- Dijo un poco más serio.

- Julian...

- No digas nada; nada que no quiera escuchar.- Lo atajó Julian, sonriéndole mientras se encogía de hombros.- ¿Qué pasó, para que salgas tan pronto de farra?- Preguntó con curiosidad.- ¿Las cosas no van bien con...?

De alguna manera, sentía que Julian trataba de contenerse y parecer alegre. De hecho, la última pregunta la hizo algo ansioso. La culpa atropelló a Friedrich.

- Estamos bien.- Contestó, con aparente indiferencia.

- Oh.- Murmuró Julian.- Supe que Lafferriere está en el hospital, ¿Es grave?- Añadió rápidamente.

- El doctor dice que no...- Repuso Friedrich, cada vez más incómodo.

- Oh.- Volvió a murmurar Julian.

Silencio.

- Julian...

- Friedrich...

Silencio otra vez.

- Bueno, me voy...- Dijo Friedrich finalmente, incapaz de soportar aquella tensión.

- Bien... buenas noches...- Julian desvió la vista y sacó otro cigarrillo. 

Friedrich subió lo más disimuladamente rápido que pudo. Una vez en su cuarto, se quitó ese molesto traje y se tendió en su cama. Tenía mucho en qué pensar.

Ver a su madre le hizo muy bien, pero no así el encontrarse con su padre. No se hablaron en toda la noche y eso no pareció importarle al mayor.

Cerró los ojos y suspiró.

Su familia estaba tan distanciada...

Se sentía frustrado por no poder hacer nada al respecto. Había pasado meses ajeno a todo eso, a todos los problemas que había en su hogar. Pese a que odiaba haber sido enviado al internado, una parte de él se sentía aliviada, y mucho más ligera; se había desintoxicado del ambiente negativo en el que estaba antes de llegar a ese lugar.

Pero ¿Cómo no olvidarse de las cosas desagradables luego de conocer al ángel? Gracias a él, y a todo lo que sufrió por no tenerlo, fue que se olvidó de sus malditos problemas. Aunque tampoco es como si hubiese sido agradable sufrir por amor. Pero eso ya había quedado atrás.

Ahora, sus problemas habían regresado, e incluso Gabriel estaba lejos. Lejos, solito y enfermo. Cada vez que pensaba en eso se le partía el corazón. Quería verlo y tenerlo con él, asegurarse de que estuviera bien y cuidarlo.

Pero había algo que lo inquietaba, y era lo sobre protector que ya comenzaba a sentirse. Sin planearlo, se descubría a sí mismo pensando en cómo debería tratar a Gabriel cuando volviera. Ahora lo veía mucho más frágil que antes y temía que lo sucedido se repitiera. Estaba decidido a no permitir que eso pasara.

Y haría todo lo que estuviera a su alcance para evitarlo. Aún si eso incluía no volver a hacerlo.

"Quién lo hubiese dicho... ni se me pasó por la cabeza verte así por alguien."

Rió a carcajadas al recordar las palabras de Amara. Era divertido, increíble y cierto.

Estaba abandonando lo que por años fue para él dar lo único que estaba dispuesto a dar. Abandonaba su mayor fortaleza y su principal escudo. Podía sonar superficial, estúpido y como un imbécil que no piensa con el cerebro, pero el sexo era lo único que conocía en cuanto a relaciones, antes de que apareciera Gabriel y le quitara sus armas.

Pero tenía miedo; miedo de perderlo. Y frente a eso, lo único que podía hacer era atesorar esa vez, esa única y maravillosa vez. La mejor de su vida.

 

No sabía de amor. No sabía de que mil maneras podía arruinar todo, pero al menos se estaba deshaciendo de algo que puso en peligro al ángel.

Porque lo que pasó fue su culpa.

Y lo estaba pagando caro.

 

 

Notas finales:

:D

Amargura

¿Por cuál empiezo? XD

El título se debe principalmente a Matt y Fred. A Evan lo han rechazado (ya sabrán quién jajaja) y, finalmente Dave, quien, como Fred, tiene una linda relación son su padre. 

Ha sido una especie de capítulo transitorio donde se dejan ver los problemas que tienen en casa...

PERSONAJES

Matt O'Roark

Ciudad/País: Limerick, Irlanda.

Estatura: 1.85 m

Por aquí ;)

http://i578.photobucket.com/albums/ss223/Yamamura12/MATTjacobzimg-1.jpg?t=1277992867

Gracias por leer!!! 

Los comentarios son muy bien recibidos y siempre contestados (si alguien no sabe cómo ver la respuesta, es muy simple; basta con hacer click en "Reviews", bajo el título, y voilá ;D)

Saludos, saludines y saludotes!!


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