Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Give me a Sign por Harnex

[Reviews - 194]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaa!!

Gracias a Rosa Spezzata, moonlover, Orixd, KittyShemale, Akari junko 92 y fujoshichan por sus reviews ;)

Este capi va especialmente dedicado a KittyShemale, quien ha dejado claro de quién es Dave jejeje

Gracias por leer esto y escribirme!! Aquí algo sobre Dave:

http://i578.photobucket.com/albums/ss223/Yamamura12/3984262630_6a0500fcf5_o.jpg?t=1278817669 ;)

Y ahora les invito a leer este capi cargado de drama y peleas... XD Después me asesinan jajaja.

 

Al fin era miércoles, lo cual significaba que le darían el alta y podría regresar.

Pese a lo mucho que deseaba salir del hospital, o podía evitar sentirse triste. Friedrich no lo visitó durante los últimos días y, aunque luchaba, le era imposible retener los pensamientos pesimistas.

Su madre y una empleada de la familia le ayudaron a guardar las cosas que le habían llevado en un bolso. Él se sentía bastante bien y podía andar solo sin problemas, pero su madre insistía en mantenerse cerca cada vez que se paraba o hacía un movimiento que le pareciese demasiado brusco.

 

Llegaron al internado alrededor de las siete de la tarde. Para aumentar su desánimo, Friedrich no estaba en la habitación, pero el resto sí, y lo recibieron muy animados. Tras una hora de conversaciones y bromas, decidieron retirarse para dejarlo descansar. Su madre y sus hermanas fueron las últimas en marcharse.

Cuando estuvo solo volvió a pegar el sugerente calendario de Friedrich, que había quitado y escondido apenas entró al cuarto. Mientras revisaba sus apuntes notó algo a lo que no prestó atención antes: el traje negro que colgaba en la puerta del armario de Friedrich. ¿Para qué usaría algo tan formal?

Pese a la curiosidad, no le dio muchas vueltas al asunto, ya que había otra cosa más urgente que debía hacer. Salió sigilosamente de su cuarto, en dirección al de Adam. Necesitaba copiar la materia pasada en clases durante su ausencia. Además de conversar un rato con su amigo.

 

Ya estaba un poco oscuro cuando volvió. El bolso deportivo de Friedrich estaba tirado en el piso. ¿Estaba entrenando? Comenzaba a creer en lo que Friedrich solía decir; de verdad lo sobreexplotaban.

El sonido que hizo la puerta del baño al abrirse le hizo levantar la cabeza... y sintió esa agradable sensación relajante en el pecho.

- ¿No estoy soñando? ¿Es mi ángel?

Gabriel sonrió nervioso. Friedrich le dio un abrazo, suave y fuerte a la vez.

- ¿Cómo te sientes?- Preguntó Friedrich contra su oído izquierdo, aún abrazándolo, mientras acariciaba su cabeza y cabello.

- Muy feliz.- Dijo Gabriel, apoyando la frente en el hombro izquierdo del mayor. Necesitaba el calor de Friedrich.

Friedrich se rió.

- Bien, pero ¿Aparte de feliz?

- Mejor, ya estoy como siempre.- Aseguró Gabriel.- ¿Tuviste entrenamiento?

- Ah sí... el entrenador dice que estoy muy flojo.- Dijo Friedrich riendo.- Pero eso no importa; perdóname por no visitarte.

Eso bastó para Gabriel.

- No te preocupes por eso...

- No seas tan condescendiente conmigo, Ángel.- Friedrich suspiraba.- Incluso Amara te visitó...

- ¿Se arreglaron?- Preguntó ansioso.

- Gracias a ti Ángel.- Friedrich inclinó la cabeza y lo besó.

Fue inevitable que recordara lo ocurrido en esa habitación hace unos días, e inconscientemente comenzó a juntar más su cuerpo al de Friedrich. Pero el mayor se alejó un poco. Gabriel lo miró confuso.

- Debes estar cansado, será mejor que te acuestes.- Dijo Friedrich sonriendo, mientras se iba al baño.

No supo qué decir o hacer. Su única reacción fue quedarse inmóvil, mirando la puerta cerrada del baño.

Friedrich lo había rechazado.

Estaba tan sorprendido y confuso, que no lograba pensar claramente. "¿Por qué?" Se preguntó muchas veces, cuando comenzó a recuperarse de la impresión. Gabriel pensaba que el mayor estaría más que ansioso y dispuesto, pero en cambio lo había mandado a dormir.

Tal vez no le había gustado...

Tal vez no deseaba repetir esa aburrida experiencia...

No. Friedrich había dejado claro que ese no era el caso.

¿Y entonces?

Gabriel recordó la última conversación que tuvo con su novio.

Tal vez...

 

 

A la mañana siguiente, Gabriel salió a toda velocidad de su cuarto, ya que olvidó poner la alarma y Friedrich, que ya se había ido, no se molestó en despertarlo.

Había pasado una pésima noche. Se hizo muchas ilusiones pensando en cómo serían las cosas y hasta daba por hecho que dormirían juntos. Pero no fue así y Friedrich incluso se puso el pijama completo.

Esa era una señal inconfundible de las intenciones del mayor; de la intención de no hacer nada.

Gabriel estaba cada vez más asustado. Le daba miedo pensar en lo que había provocado ese cambio de actitud en Friedrich; porque sospechaba cuál era la razón. Sin embargo, no sabía cómo aclarar las cosas con él y estaba seguro de que sería ae;n más difícil hallar una oportunidad para hablar sobre el asunto. El mayor se había levantado antes, con la obvia intención de evitarlo.

Fue hacia los baños, durante el primer descanso, dando tumbos y muy distraído. Una vez adentro, mientras miraba su pálido y nada saludable reflejo, alguien más entró.

Lo que faltaba...

- Lafferriere...- La serpiente sonrió de una manera poco natural, sin molestarse en ocultar ese hecho.- Regresaste... Nos tenías tan preocupados.- Ese "tan" iba cargado de ironía. Sin duda la serpiente se moría de preocupación...

Ambos se miraron, incapaces de ocultar la aversión que se tenían.

- No tenías por qué preocuparte.- Murmuró Gabriel fingiendo gratitud. Estar con la serpiente no contribuía a mejorar su ánimo. Le era difícil no comparar su resistencia con la de la serpiente. Si fuera como él, Friedrich no estaría esquivándolo.- Disculpa, tengo que ir a clase.- Dijo desganado.

Sujetó el pomo de la puerta, dispuesto a irse lo más rápido posible de allí, pero al parecer la serpiente debía torturarlo un poco más.

- ¿Las cosas van bien entre tú y él?- Preguntó la serpiente.

class="MsoNormal">- No creo que eso te impor...

- Supuse que no; de no ser así, Friedrich no habría llegado tan tarde anoche...

Cerró la puerta tras de sí y se alejó a toda velocidad.

 

¿Friedrich había salido?

¿Solo o...?

Nadie en el grupo acostumbraba salir en plena semana.

¿En dónde habria estado?

Y si la serpiente lo sabía... ¿Significaba que estuvo con Friedrich?

Esas preguntas acabaron de completar su creciente desesperación.

¡Maldita serpiente!

 

 

- Ashley...- Murmuró Evan sorprendido. Se la había encontrado mientras subía las escaleras que llevaban hacia el tercer piso, donde tenía clase. Ella iba con otra chica.

- ¡Hola Evan!- Ashley fracasó en su intento por sonreír.- ¿Vas a clase?

- Eh... sí, yo...- Respondió Evan, incómodo.

- ¡Oh! Esta es Danielle.- Dijo Ashley de repente, desviando su atención hacia la otra chica.

- Encantado.- Saludó él, con una ligera sonrisa.- Yo soy...

- ¡Maldito hippie bastardo!

Las dos miraron a Evan, quien dio un respingo. Había olvidado algo...

- ¡Cabronazo! ¿Por qué no me despertaste?- Preguntó el pelirrojo, cuando llegó a su lado, ya que venía desde el piso inferior. Evan volteó hacia él. Se suponía que llamaría a Leo en la mañana, ya que éste había perdido su celular y no podría poner la alarma.

- Se me olvidó...

- Buena esa...- Bufó Leo enfadado.- Mejor me voy a...- Leo había comenzado a subir, pasando junto a él, pero se calló de pronto.

- ¡Hola!- Exclamó Ashley.

- Ah... Eh... Hola...- Masculló Leo, sin prestarle mucha atención. Se había quedado inmóvil, mirando a la amiga de Ashley.

¿Qué sucedía allí? ¿Por qué Leo miraba con tamaña cara de tarado a esa chica? ¿Sería que le gustó?

Decidió darle una mano.

- Él es Leo, un amigo.- Dijo Evan, rompiendo el extraño e incómodo silencio. Al decir el nombre de su amigo, la amiga de Ashley abrió mucho los ojos y sonrió, mirando a Leo.

- ¡Ya te recuerdo! ¡Sabía qué te había visto antes!- Exclamó alegremente.

- ¿Se conocen?- Preguntó Ashley con una de esas lindas sonrisas auténticas. Esas que ya no le dirigía.

- Sí, sí; tropezamos el día que volví a clases.- Contó la chica entusiasmada.

Ashley y Evan miraron a Leo, que todavía seguía con cara de tonto.

-  Ah... Sí... Eso...- Murmuró el pelirrojo. Evan lo agarró del brazo, al ver que no pretendía quitarle los ojos de encima a la chica, ni decir nada coherente.

- ¡Nos vamos!- Anunció Evan sonriendo, y retomó su ascenso, tirando del pelirrojo. Cuando estuvieron fuera de la vista de ambas chicas, se detuvo.- ¿¡Qué-fue-eso!?- Preguntó confundido.

Leo tenía la mirada en el vacío.

- ¡Oye! ¡Despierta!- Evan comenzaba a asustarse. El pelirrojo al fin enfocó la vista y lo miró.- ¿Me puedes explicar lo que pasó?

- ¿Cómo?- Leo frunció el ceño.

- ¡Vamos! Te quedaste pegado mirando como idiota a esa chica.- Le recordó Evan, impaciente.- ¿La conocías?

Leo desvió la vista, incómodo.

- Sí.- Murmuró.

- ¿Te gusta?- Se atrevió a preguntar Evan.

- Claro que no, idiota.- Le espetó Leo enojado.- Llegaremos tarde ¿O pretendes saltarte la clase?- Leo comenzó a caminar, pero se detuvo en seco.- ¿No será ella la chica que te rechazó?

Evan se alarmó.

- ¿¡Qué!? ¡No!

- Entonces era la de pelo rojo... picarón.- Dijo Leo con una risita.

Era impresionante la capacidad que tenía para dar vuelta la situación.

 

 

Estaban en el salón, junto a la ventana y en espera de la siguiente clase, cuando Nield, uno de los miembros del equipo de voleibol, se acercó. Nield iba en la misma clase que ellos.

- ¡Tú, cabrón! ¡Volviste a sacar la mejor nota en Física!- Le reclamó Isaac fingiendo envidia.

Nield rió avergonzado.

- Estaba más fácil que la anterior.- Murmuró el chico con auténtica modestia.

- ¿Más fácil?- Intervino Claire, incrédula.- En serio, eres de otro planeta.- Agregó bromeando.

Sin que ella se diera cuenta, Nield se quedó mirándola. Friedrich lo notó e intercambió unas miraditas cómplices con Isaac y Christopher, que también se habían percatado.

- Es que deberías conseguir a alguien que te enseñe.- Sugirió Christopher a Claire, mirando con disimulo a Nield.

Nield pareció sonrojarse un poco y desvió la vista. Claire no se enteraba de nada.

- ¿Y a quién?- Preguntó Claire escéptica.- Isaac, a ti te va bien en ese ramo maldito, pero como profesor eres un desastre, sin ofender.

- No me ofendo.- Isaac se reía despreocupadamente.

- Y Nield, tú estás metido en un montón de clubes, sin mencionar que no me aguantarías; es que en serio soy burra para esta materia...- Claire hablaba sin darse cuenta de las risitas que intentaban ocultar sus tres amigos, o eso pensaron.- ¿Y a ustedes qué les pasa?

Los tres se pusieron serios al instante. Habían estado muy ocupados riéndose de la forma en que Nield escuchaba y miraba a la chica. Era evidente que ahí pasaba algo; algo muy interesante.

- No, nada...- Murmuró Friedrich con aparente seriedad.

- Sí; y yo nací ayer.- Comentó ella.

De repente, Nield habló.

- Yo podría enseñarte... si quieres.- Dijo en voz baja, mirando alternadamente a la chica y al suelo.

Los otros tres se quedaron en absoluto silencio, expectantes. Claire al fin pareció mirar de verdad a Nield, o al menos lo miró por un tiempo más largo.

- ¿En serio? Pero... ¿No te quitaría mucho tiempo?- Preguntó ella.

- No, no tengo problema, de verdad.- Contestó Nield, cada vez más rojo.

- Bueno, si no es problema... No estoy en situación de rechazar la oferta, así que está bien; gracias.- Dijo Claire. Parecía sorprendida y perpleja.

Tras un breve momento de silencio, Nield miró a Friedrich. Parecía haber recordado algo.

- Varley quiere alargar los entrenamientos.

- ¿¡Qué!? ¿¡Otra vez!?- Friedrich no daba crédito. Eso no podía ser cierto.- ¡Lo mato!

- Todos han reaccionado igual.- Dijo Nield riendo.- Pero el entrenador está de  acuerdo, así que...

- No pienso.- Se negó Friedrich tercamente, cruzándose de brazos.- Ayer no me podía ni el trasero.

Isaac y Christopher se largaron a reír tras ese comentario.

- Es cierto, ayer fue duro, pero no hay opción.- Opinó Nield, echando miraditas hacia Claire de vez en cuando.

- Varley está loco, en serio.- Se quejó Friedrich.- ¿Cuándo pretende empezar con esto?

- Mañana.- Contestó Nield.

Después de eso, Nield se fue, cuando otro chico lo llamó. Antes de comenzar a maldecir a Varley, se centraron en Claire, quien se divertía lanzando su goma de borrar al aire. Al percibir las miradas de los tres chicos, frunció el ceño y les lanzó una mirada de sospecha.

- ¿Se puede saber qué les pasa?- Preguntó algo irritada. Obviamente estaba perdiendo la paciencia. Los tres rieron con picardía.- No dejaron de reírse mientras Nield estaba aquí; debe creer que se reían de él... o que son tontos, lo que no es mentira.

- Pero mira que tierna eres.- Dijo Isaac riendo, mientras le revolvía el corto cabello negro a la chica.

- ¡No me despeines!- Reclamó ella, tratando de alejarlo.- Y no se hagan, díganme qué les pasa.

- ¿No lo notaste?- Christopher reía maliciosamente.- Ella lo miró ceñuda.

- ¿Qué cosa?- Preguntó Claire, quien se había apoderado del gorro de Isaac y lo mantenía en alto y alejado de su dueño.

- El amor.- Dijo Friedrich con un tono intencionalmente empalagoso.

Claire definitivamente no entendía. Los otros dos se partían de la risa.

- Ay Claire; le gustas a Nield.- Dijo Isaac finalmente, conteniendo la risa.

- Si te miraba con cara de cachorro.- Intervino Christopher burlón.

- Pobre hombre; tendrá que hacer un hueco en su ajetreada vida para conquistar a esta dama.- Comentó Friedrich suspirando. Claire le dio un codazo, para hacerlo callar. Él se rió.

- ¿Es verdad?- Preguntó ella, ya más seria.

- Completamente.- Le contestó Isaac, también más serio.

Claire se llevó las manos a la cabeza.

- ¿Y qué voy a hacer? Quedé para estudiar con él; ahora que me han dicho esto, no será cómodo... Malditos traidores, tenían que haberme detenido antes de aceptar.

- Pero Julieta, dale una oportunidad.- Dijo Christopher riendo.

- Además no está nada feo, ¿Cierto Fred?- Isaac le daba un codazo a Friedrich.

- A mi no me metas; seré gay, pero no me gustan todos.- Contestó Friedrich, luego le lanzó una mirada pícara a Isaac.- Es a ti a quién le parece bonito, pillín.

Esta vez Claire pudo reírse de uno de ellos. Tardaron bastante en dejar de reír.

- El asunto es que tienes que aprovechar.- Dijo Isaac, para sacarse la broma.

- ¿Por qué mejor no aprovechas tú?- Claire le sonreía burlona.

- Porque quien le gusta eres tú.- Contraatacó Isaac.

- Y si no fuera por eso ¿Aprovecharías?- Christopher se reía con ganas.

- Ya, suficiente; este no es el tema.- Isaac recuperó su gorra, ya que Claire estaba ocupada riéndose.

- Oh mierda, no te alteres mariposín.- Lo tranquilizó Christopher.

- Te presentaré a algún amigo si las cosas con Nield fracasan.- Ofreció Friedrich, pretendiendo sonar serio.

Isaac sonreía derrotado; no tenía cómo ganarle a esos tres.

- ¿Ustedes no estaban de mi lado? ¡Se supone que el asunto es con Claire y Nield!- Les recriminó Isaac.

- Es el karma querido, el karma.- Dijo Claire, dándole palmaditas en el hombro.

 

 

Esa tarde, durante el entrenamiento, Varley anunció oficialmente la noticia.

- ¡Estás loco!

- ¡Explotador!

- Voy a morir...

- ¡También tenemos exámenes y trabajos!

- ¡Pues me pagan los brazos nuevos!

- ¡Tengo vida!

Esas fueron algunas de las reacciones del equipo, que había rendido bien en los partidos y, a esas alturas, se encontraba algo cansado.

- Ahora es cuando vienen los partidos más importantes.- Afirmó Varley sin amedrentarse.- No nos podemos estancar ahora.

 

- Maldito Varley y su palabrería.- Protestó Massey, mientras trotaban en torno a la cancha. Al final, habían acabado cediendo ante el capitán, ya que tenía razón.

 

Terminaron tarde.

Friedrich pasó por una bebida fría al casino antes de ir a su cuarto. Estaba cansado, pero más que eso, intentaba retrasar lo más posible el regreso a su habitación.

Simplemente, no sabía qué hacer. Gabriel no había dicho nada la noche anterior, pero indudablemente notó que él evitó ir más lejos, de eso estaba seguro. Se había prohibido a sí mismo hacer algo más que abrazar o besar a Gabriel, y estaba haciendo acopio de todo su autocontrol para lograrlo.

No era fácil. La noche anterior se había quedado con unas ganas enormes de, por lo menos, dormir con el Ángel. Pero eso era demasiado peligroso.

Le daba fuerza el recordar a Gabriel en el hospital. Eso era lo que quería evitar, de modo que recordarlo le hacía mantener su objetivo.

Era consciente de que Gabriel podía malinterpretar de muchas formas su distanciamiento y echarse la culpa; pero no tenía salida. No se perdonaría nunca el que Gabriel volviera a enfermar de esa manera.

Sabía que el Ángel hacía algo de ejercicio y yoga, pero no era suficiente como para hacerle aguantar otra ocasión como aquella. El doctor lo había dicho: el corazón de Gabriel no estaba bien. Friedrich estaba convencido de que tuvieron suerte mientras lo hacían, ya que se habían detenido en varias ocasiones para permitirle recuperarse al Ángel; eso fue mucha suerte y en una segunda oportunidad, podría no ocurrir lo mismo. Además, Fredrich no estaba seguro de poder contenerse y, si perdía tan solo un poco el control, lo lamentaría.

Hannah había dicho que Gabriel, según los nuevos exámenes, corría el riesgo de sufrir un infarto.

Qué maravilla de vida era la suya...

¿Cómo se perdonaría el provocarle algo así al Ángel?

Por eso había tomado aquella radical decisión. La abstinecia sería difícil, pero estaba dispuesto a mantenerla; el problema era que Gabriel no lo entendería, eso podría apostarlo. Hacer que Gabriel comprendiera sus razones sería una tarea complicada, pero necesaria.

Sólo una mínima esperanza tenía. Gabriel dijo que le había gustado lo que hicieron; pero, muy en contra de sus deseos, prefería pensar que el Ángel le había mentido al respecto. Quizás no le gustó y le resultó doloroso, pero había dicho aquello para complacerlo; si ese era el caso, Gabriel no pondría objeciones a su decisión.

Sin embargo, Gabriel era un caso perdido si se trataba de mentir.

Sí le había gustado.

 

Friedrich estaba estresándose demasiado, ya no sabía a qué aferrarse para sostener su precipitada decisión, pero sentía tanta culpa que no veía otra solución. Era una inconsciente forma de castigarse por lo que, según él, era su completa responsabilidad.

¿Qué más podía hacer? El miedo que sintió durante los días anteriores fue terrible, y se asentó en él, negándose a marchar.

 

 

Terror. Esa era la palabra que mejor definía lo que Gabriel sentía en ese instante. Ya era tarde y había oscurecido. En cualquier momento llegaría Friedrich y no quería ni pensar en lo que éste le diría, cuando Gabriel le preguntara por su comportamiento.

Además, estaba aquel asunto de la supuesta salida de Friedrich. Sumado a esto, el traje que colgaba del armario del mayor también le estaba alterando los nervios.

Gabriel se encontraba sentado en su escritorio, estudiando un poco, para distraerse con algo mientras esperaba.

Casi se cayó del asiento al oír la puerta abrirse.

- Hola Gabriel.

"Gabriel"

Esa era una pésima señal.

- Hola...- Dijo desanimado, intentando ocultar su angustia, sin atreverse a voltear para mirar al mayor. A juzgar por lo que escuchaba, Friedrich buscaba algo en su armario. Pensó desesperadamente en algo que aliviara la tensión.- Lindo traje...- Eso fue lo único que se le ocurrió decir.

- Ah sí...- Murmuró Friedrich con indiferencia.

- ¿Lo usarás para la graduación?- Preguntó Gabriel, esforzándose por mantener la "animada" conversación. Además, sabía perfectamente que aún faltaba para la graduación.

- Oh no... Eso tuve que usarlo el martes, para una cena con mis padres.- La voz de Friedrich parecía más cálida, por lo que Gabriel se atrevió a dar la vuelta en su asiento y mirarlo. Friedrich seguía escarbando en su armario.- Fue en la noche.

Condenada serpiente...

- ¿Todo bien en casa?- Se aventuró a preguntar. La verdad era que no sabía nada sobre la familia de Friedrich, salvo que tenía una hermana y que la relación con su padre no era muy buena; exceptuando eso, el mayor no decía nada al respecto.

Friedrich no respondió en seguida. Terminó de hurgar en el dichoso armario y miró a Gabriel. Se veía pensativo.

- Sí, todo bien.- Dijo finalmente, sonriendo de manera no muy convincente.

Gabriel supo que Friedrich no fue sincero, pero no quería presionarlo sobre ese tema, de manera que le respondió con una sonrisa.

- Me alegra oír eso.- Comentó Gabriel. Aunque no fuese honesta, la conversación estaba fluyendo.- Llegaste tarde, ¿Han vuelto a alargar los entrenamientos?

- Maldición sí...- Se quejó Friedrich, frunciendo el ceño.- Si siguen así no pasaré de esta semana.

Gabriel rió y, sin darse cuenta, Friedrich se acercó a él y le besó la frente.

- Gracias Ángel.

Eso lo tomó por sorpresa.

- ¿Por qué?- Preguntó intrigado y mirando hacia arriba, ya que Friedrich permanecía inclinado sobre él. El mayor guardó silencio. Gabriel decidió hablar de una vez por todas.- ¿Qué es lo que tienes?- Preguntó afligido.- Desde ayer me evitas.- Agregó. Friedrich se enderezó y desvió la mirada. Gabriel le tomó una mano e hizo que lo mirara nuevamente.- ¿No crees que es mejor hablar sobre lo que pasa?

- No entende...

- Si no me dices, desde luego que no entenderé.- Repuso Gabriel.

Friedrich volvió a guardar silencio.

- Es mejor dejarlo así.- Dijo quedamente, al cabo de un rato. Estaba claro que no quería soltar la verdad.

- No.- Replicó Gabriel muy seguro.- Sólo mira como estamos.

- Pero...

- Sólo cuéntame.- Le pidió Gabriel, reteniendo la mano de Friedrich con fuerza.- ¿Por qué me has estado evitando?

El mayor lo miró; parecía decidir si hablar o no. Estuvo un par de minutos así, hasta que finalmente confirmó la sospecha de Gabriel.

- No quiero que tengamos sexo de nuevo.

Lo suponía, lo sabía; pero no pensó que escucharlo le doliese tanto. Haciendo a un lado la tristeza que lo invadió, siguió insistiendo.

- ¿Todavía crees que fue tu culpa, no?

Friedrich asintió.

- ¿Lo haces por eso?

Friedrich volvió a asentir.

- Pues estás equivocado, porque no fue tu culpa; aquello habría sucedido de todas formas.- Afirmó. Y era cierto; tuvo tantos altibajos, que tarde o temprano habría acabado como acabó.

- No lo creo.- Rebatió Friedrich.

- Pero qué terco eres.- Murmuró Gabriel, comenzando a perder la paciencia.- Tienes que entender que no fue tu culpa; podría haber pasado en cualquier momento, sólo fue coincidencia.

- Es un factor de riesgo.- Dijo Friedrich, mirándolo cada vez más serio.- El sexo te deja agotado y te hace vulnerable a que pase algo como eso.

- ¡Sólo fue una vez! ¡Una! ¿¡Por qué lo das por hecho!?- Comenzaba a angustiarse de nuevo, al ver que no podía convencer a Friedrich.- ¡No tiene por qué ser la causa!

Friedrich, jalando de su mano, lo atrajo hacia él y lo abrazó.

- Cálmate...- Dijo con voz ronca, acariciando su espalda. Gabriel se limitó a quedarse quieto, porque ya no sabía qué decir.- No me lo perdonaría. No quiero ni pensar en que vuelvas a pasar por eso y que no tengamos tanta suerte.

- ¿Y entonces...?- Susurró Gabriel.- Si no quieres tocarme y prefieres evitarme... no tiene sentido estar juntos.- Le partió el alma decir eso, pero no se creía capaz de soportar la indiferencia de Friedrich.

El mayor lo abrazó con más fuerza.

- ¿Hablas en serio?

- Sí...

Friedrich lo alejó un poco de él, para mirarlo de frente.

- ¿Quieres que terminemos?- Preguntó con decisión.

Las fuerzas de Gabriel flaquearon.

- ¿Por qué me haces esto?- Preguntó sollozando.- Me hace más mal que nada.- Dijo con sinceridad.- Claro que no quiero terminar contigo, pero no resisto que me ignores así.- Friedrich hizo un ademán de acercarse, pero Gabriel retrocedió.- ¿Tenías pensado evitarme siempre...?- Eso era lo que más le importaba.

- Por supuesto que no.- Contestó Friedrich.- Es sólo que...- Dudaba.- Es difícil... aguantar... si me abrazas como lo hiciste ayer...

- ¿Entonces sólo debo darte la mano?- Gabriel no solía ser sarcástico, pero debía probar con todo para sacarle esas ideas de la cabeza a su novio.

Friedrich movió los labios por un segundo, pero no dijo nada.

- Pese a que no es lo que quiero, podría aceptar el no volver a...- La voz de Gabriel tembló, pero respiró profundamente.- A hacerlo.- Finalizó, con determinación.- Pero si eso conlleva a que ni siquiera me puedas dar un abrazo...

Gabriel miró a Friedrich, quien seguía sin decir nada. El mayor simplemente no iba a hacer nada; lo más seguro es que prefiriese terminar a arriesgarse. A Gabriel le dolía que él se culpara, pero no sabía qué hacer. Suspiró cansado, sintiendo caer sus lágrimas. Cuando ya no aguantó más el silencio de Friedrich, salió de la habitación.

 

Como no pretendía ir a ningún lugar, sencillamente se sentó al inicio de la escalera, desde arriba, que se hallaba a unos metros de su cuarto. Allí se soltó a llorar la pena.

¿Por qué Friedrich tenía que ser tan necio? No era posible que se creyera responsable por algo así. Y lo peor de todo, era que Friedrich estaba decidido a alejarse de él, aunque no quisiera.

Esa maldita enfermedad...

 

Gabriel se sobresaltó al sentir a alguien sentarse junto a él y pasarle un brazo por los hombros.

- No llores...- Masculló Friedrich, acercándolo hacia él para abrigarlo. Gabriel no se opuso.- Sé que estás molesto y que no le ves lógica a lo que estoy haciendo, pero realmente no sé qué hacer.- Dijo Friedrich. La tranquilidad con que hablaba lo estaba relajando, por lo que Gabriel se limitó a escuchar.- Intento creerte y convencerme de que no acabaste en el hospital por lo que hicimos, pero el miedo me gana Gabriel. Aunque parezca una estupidez, sigue pareciéndome posible, y por eso no puedo arriesgarme.

Gabriel comprendió, al escuchar esas sinceras palabras, que había ido muy lejos. Se había dejado llevar por la frustración y la aflicción; ahora lograba atisbar parte del inmenso temor que Friedrich sentía.

Aunque no pudiesen siquiera tocarse, la solución no era terminar; menos aún si ninguno de los dos lo deseaba. Ahora lo entendía.

- Lamento haber dicho esas cosas, sabes que quiero estar contigo.- Se disculpó Gabriel, buscando apoyo en el pecho de Friedrich.

- Estabas enojado, no hace falta que te disculpes Ángel.- Sintió como Friedrich besaba su cabeza.

Permanecieron así un rato, abrazados en silencio, dejando atrás la reciente discusión.

- ¿Qué haremos?- Preguntó Gabriel tranquilamente. Al menos tenía la seguridad de que Friedrich estaría con él; por un momento había olvidado que eso era lo más importante.

- ¿Te gustó, Ángel?- Preguntó Friedrich.

- Muchísimo.- Respondió Gabriel.

Friedrich se rió.

- Quién hubiese dicho que te gustarían esas cosas, con lo inocente que te ves...- Le dijo Friedrich al oído. Había algo travieso en su voz.

- Soy un hombre; desde luego que me gustan esas cosas.- Gabriel le siguió el juego y le habló en el mismo tono.

- Puedo dar fe de todo eso.- Replicó Friedrich riendo.

- ¿Entonces...? ¿No volveremos a...?- Gabriel tenía que saber.

- Hasta que estés bien.- Lo consoló Friedrich.

- Nunca voy a estar bien Friedrich.- Le recordó Gabriel con pesar.- Lo que tengo no tiene cura.

- Lo sé...- Friedrich dijo aquello en voz baja.- Pero puedes estar mejor; ahora acabas de salir del hospital.

Gabriel entendió.

- Tienes razón, pero... ¿Eso significa que volveremos a...?

- Se ve que tienes muchas ganas de repetir.- Friedrich reía divertido. Gabriel se sonrojó; de verdad parecía muy ansioso al respecto.

- Pues sí...- Admitió avergonzado.

- No te preocupes Ángel, yo también quiero repetirlo.- Lo animó Friedrich.- Pero no por ahora, ni siquiera has empezado el tratamiento, así que es mejor que no.- Aclaró Friedrich. Gabriel suspiró resignado.- Aún así... no había considerado la otra vía...- Dijo pensativo.

- ¿De qué hablas?- Preguntó Gabriel, perplejo.

Volvió a sentir la voz de Friedrich susurrando en su oído.

- De cosas que exijan menos ejercicio.

Gabriel se puso rojo, sin entender del todo por qué; varias ideas pasaron por su mente, pero no estaba seguro sobre lo que Friedrich estaba sugiriendo. Pese a su confusión, si entendió que habían más opciones.

- ¿Qué cosas?- Preguntó ansioso, pese a lo colorado que estaba.

- Ya te mostraré.- Friedrich se alejó un poco de él.- Por ahora es mejor que regresemos a la habitación, no quiero que te congeles.

 

Los días siguientes fueron mucho mejor para Gabriel. Él y Friedrich se habían organizado para evitar "la tentación".

La primera medida fue dormir separados, lo cual no habría sido tan terrible si no lo hubiesen hecho antes; porque una vez que conoció lo que era despertar junto a Friedrich, no podía evitar querer despertar así siempre. La segunda y última medida fue dormir con pijama completo, cosa que Friedrich hizo sin protestar, pero que obviamente le desagradaba, a juzgar por la forma en que se removía en la cama durante la noche.

Así pasaron dos semanas.

Gabriel consideraba que las cosas iban bastante bien, si se excluía el hecho de que debía ir al hospital para realizarse transfusiones de sangre. Aunque tenían que recurrir a todo su autocontrol cada vez que se besaban, su relación iba de maravilla.

Terminó de vestirse y salió a toda prisa de la habitación. Esa tarde habría un partido, del cual eran sede, entre el equipo de voleibol del internado y el del colegio Mary Anne Coulter. Estaba muy animado, ya que ese partido definiría a uno de los finalistas del torneo anual. Aunque Friedrich dijera que no le importaba el resultado, había asistido a todos los entrenamientos y se esforzó mucho.

Llegó a la cancha. Como siempre, las gradas estaban repletas y había mucho ruido. Miró en busca de sus amigos, pero no logró hallarlos; fue Christopher quien lo vio y le hizo señas para que fuera con ellos. Estaban instalados en la parte central y muy bien aprovisionados con bebidas y comestibles.

- Pero mira que guapo estás.- Le dijo Hannah sonriendo.- Parece que quieres romper corazones.- Bromeó.

Gabriel se sonrojó un poco, pero por suerte su pelo era lo suficientemente largo como para disimularlo. Normalmente no se preocupaba por la ropa y cultivaba un estilo cómodo y descuidado, pero inconscientemente había elegido lo más "decente" de su armario para ese día: unos holgados pantalones tejidos de color blanco, junto a una camisa negra y sin botones.

- Seguro querías estar irresistible para cierta conquista.- Sugirió Ellie, guiñándole un ojo a escondidas de Hannah.

Después de unos minutos ambos equipos salieron. Gabriel miró con algo de molestia a las chicas de la primera fila. Pudo escuchar varios nombres, por lo que supuso cada miembro del equipo tenía admiradoras, pero los nombres que más destacaban eran los de Friedrich y el capitán.

El partido comenzó. Gabriel ya entendía las reglas del juego, de manera que le fue fácil seguir el partido, exceptuando el hecho de ver a su novio mostrando más piel de la que había visto en semanas, lo que resultó ser un factor extremadamente distractor.

 

En ese momento estaban en medio de una pelea titánica por un punto; un punto importante. El tiempo pasaba y el balón no tocaba el suelo. Gabriel comenzó a perder la calma.

- ¡¡Vamos!!- Gritó nervioso, como todos los alumnos que habían ido a ver el encuentro.

- Casi me sacas la oreja.- Dijo Isaac para molestarlo, pese a que él también se la había pasado gritando.

Pero entonces lograron hacer el bendito punto. Friedrich había encajado con fuerza el balón entre dos jugadores rivales, logrando llevarse el punto. Los gritos de alegría casi lo dejan sordo, pero eso no fue nada frente a lo que Friedrich estaba haciendo; miraba en dirección a él y le dedicaba una reverencia, sonriendo pícaramente.

Sintió el rostro arder. Friedrich le guiñó un ojo y volvió a enfocarse en el partido. Gabriel vio como las chicas buscaban con la mirada a la supuesta "novia" de Friedrich.

- Por lo visto también le gustó como te ves.- Le dijo Ellie con malicia.

Después de eso le costó concentrarse en algo más que Friedrich.

 

Al finalizar el partido, con la victoria obtenida por el equipo local, los alumnos salieron de la cancha y se desperdigaron por el internado. No habría fiesta, ya que la primera no dejó contento al director; pero como premio se suspendieron las clases que quedaban del día. Gabriel fue a su cuarto, con la cabeza por las nubes. Friedrich llegó media hora después; venía muy contento, con el cabello empapado y olor a jabón.

- ¡Felicidades!- Dijo Gabriel sonriéndole.

Friedrich se le fue encima y le dio un beso muy apasionado.

- Gracias mi ángel...- Friedrich le dejó respirar unos segundos y le sonrió también. Luego le lanzó una lasciva mirada.- Te ves tan...- Por la forma en que lo miraba, Gabriel pensó que se lo comería.- Tuve que inclinarme ante semejante belleza.

Gabriel estaba como un tomate.

- Me vi en la necesidad de tomar una ducha luego de que todos se fueran.- Añadió el mayor.

- ¿Por qué?

Como respuesta, Friedrich apartó su bolso deportivo, que traía hacia adelante, cubriéndole el abdomen. Entonces supo por qué tuvo que ducharse solo. ¿Por qué Friedrich insistía en hacerle sonrojar hasta el límite?

El mayor rió a carcajadas. Obviamente el quedarse callado y mirando la entrepierna de Friedrich como idiota no fue buena idea.

- Ángel...- Friedrich había tirado el bolso hacia atrás, para que cayera quién sabe dónde, y se acercó hacia él.- Sé que no debería aún, pero... ¿Recuerdas lo que mencioné sobre las "otras vías"?

¿Había oído bien? ¿Friedrich estaba sugiriendo que...? Pese a que había esperado mucho por eso, se puso muy nervioso. Asintió rápidamente.

Friedrich lo tomó por la cintura y juntó sus cuerpos. Gabriel pudo sentir lo excitado que estaba el mayor.

- Sí... lo recuerdo...- Murmuró Gabriel, acariciando el pecho de su novio.- Sea lo que sea, quiero hacerlo...

- Qué osado ángel...- Friedrich sonrió, haciéndole cosquillas en el cuello, ya que había estado besando allí.- Pero está bien; sólo espero no pasarme.

"Y yo espero que te pases...", fue lo que, inevitablemente, pensó Gabriel.

- ¿Qué haremos?- Preguntó con calma. Quería saber sus límites. Era extraña la confianza que sentía; estaba dispuesto a aprovechar al máximo ese momento. El deseo por Friedrich no había hecho más que aumentar.- ¿Con ropa...?

- Tranquilo.- Friedrich buscó su boca y lo besó.- Lo único que no haré es...- La susurrante voz del mayor titubeó.-... meterlo.

Lástima. Pero de todas formas tenía el camino libre para hacer otras cosas.

- De acuerdo.- Dijo resignado.- Al menos no hay problema con la ropa.

- ¿Quieres que te la saque?- Ofreció Friedrich riendo, mientras se alejaba para echar el seguro a la puerta. Gabriel aprovechó ese momento para sentarse en su cama.- Si te ves tan bien...- Friedrich había vuelto con él y, lentamente, se puso sobre él y lo empujó hasta recostarlo.

- Como prefieras...- Gabriel rió también; no consideraba que se viera mejor o peor con esa ropa.- Pero yo quiero que tú...

- Entendido mi Ángel.- Friedrich se echó hacia atrás, quedando de rodillas, y se quitó la sudadera que traía. Seguidamente, llevó la mano hacia el pantalón de buzo y también se lo quitó. Gabriel dejó escapar un suspiro al ver ese bulto que terminaba de darle el aire sexy e irresistible a Friedrich en ese momento. Olvidándose de sus temores y la timidez, Gabriel acarició el pene del mayor, por sobre la tela del bóxer gris que usaba.

- ¿Te gusta?

Friedrich sonrió. Tenía los ojos cerrados y parecía muy concentrado en lo que Gabriel le hacía. Poco a poco, Friedrich se fue recostando sobre Gabriel, levantó su camisa y comenzó a besarle el pecho. En esa posición, a Gabriel le era difícil continuar con lo que hacía, de modo que optó por juguetear con el pelo y los hombros de Friedrich.

- Ángel... Ángel...- De vez en cuando escuchaba al mayor decir esas palabras.- Estás duro.- Dijo de pronto, levantando la cabeza y sonriendo.- Muy duro.

Tras decir eso, Friedrich dejó desnudo a Gabriel en cuestión de segundos. Era increíblemente satisfactorio ser observado de esa manera por su novio mientras se encontraba totalmente desnudo; Friedrich separó sus piernas y miró entre ellas. La forma en que lucían sus ojos y el modo en que se pasaba la lengua por los labios sólo lograba encender aún más a Gabriel. Sin poder aguantar más, se levantó y se arrodilló frente a Friedrich, quien lo había imitado y se hallaba en igual posición. Se deshizo de la ropa interior del mayor y acercó su cuerpo al de él.

- Aah...- Jadeó Gabriel, cuando el pene de Friedrich se restregó contra el suyo. El mayor lo sujetó por los glúteos, agarrando con fuerza, atrayéndolo una y otra vez hacia adelante.- Friedrich...- Abrió los ojos para ver su rostro. Friedrich prácticamente lo devoró en un intenso y largo beso francés.

Ambos no dejaron de tocarse y moverse mientras se besaban, sólo separándose por segundos para gemir el nombre del otro y besar alguna otra zona. Se movían con tanta fuerza y deseperación, que terminaron cayendo en la cama. Allí Friedrich volvió a separar las piernas de Gabriel y miró.

- Eché de menos a esos dos...- Susurró provocativamente el mayor, bajando tranquilamente hacia la entrepierna de Gabriel, quien ya no aguantaba más debido a la deseosa mirada que Friedrich le dirigía a sus genitales. Sin dejar de mirarlo, Friedrich comenzó a lamer sus testículos. Era demasiado erótico como para siquiera pensar en dejar de mirar; los ojos claros de Friedrich estaban clavados en los suyos.

Aquel extasiante placer duró varios minutos, en los que sólo pudo retorcerse y mirar esas lujuriosas esferas de color pálido; aún no podía decidirse por un color, a veces se veían azules, otras veces verdes y otras grises... pero siempre intimidantes en extremo. Todavía no se venía, cuando Friedrich dejó lo que hacía y volvió a besarlo. Sin pensarlo dos veces, abrazó al mayor, quien se separó un poco; pero sin dejar que el contacto se perdiera, ya que Gabriel podía sentir su respiración y calor sobre el rostro.

Comenzaba a sentir el cansancio. Friedrich lo besó otra vez.

- Te amo Ángel.- Susurró contra su cuello.- Desde que te vi aquel día, únicamente envuelto en esa toalla, no ha pasado un sólo día sin que piense en ti... No pude sacarte de mi cabeza... No pude hacer nada para evitarlo... Y no me arrepiento.- Friedrich lo miraba con ternura.- Eres lo más maravilloso que ha podido pasarme; aunque nos haya costado estar juntos y ahora tengamos problemas, estoy extremadamente feliz por tenerte conmigo.- Gabriel sentía su corazón a punto de explotar; cada palabra que Friedrich decía representaba exactamente lo que él mismo sentía.- Quiero que tengas claro que nunca he deseado alejarme de ti ni nada parecido; no lo olvides, sólo quiero que estés bien.

Los ojos de Gabriel se humedecieron. No sabía como responder por culpa de la emoción.

- Será tu culpa si después no puedes deshacerte de mi...- Gimoteó entre sollozos. Simplemente sentía que si Friedrich lo dejaba, no lo superaría.

- Encantado asumiré la responsabilidad.- Respondió Friedrich sonriéndole.

- Tonto... Te amo...- Gabriel rió y se dejó besar por Friedrich.

Luego de ese romántico momento, Friedrich le propuso a Gabriel algo que lo dejó con la boca abierta, pero más que dispuesto. Muerto de vergüenza, dejó a Friedrich acostarse boca arriba y con las piernas abiertas, para que él se acomodara sobre él, pero invertido.

Jamás imaginó que haría un 69.

Friedrich fue el primero en empezar, metiendo el pene de Gabriel en su boca. Eso no se comparaba a las simplonas masturbaciones que se había hecho antes; era mil veces superior. Se dispuso a hacer lo mismo a Friedrich, pero tenía complicado meter ese grueso y largo miembro en su boca, de manera que optó por lamerlo y succionar los testículos.

No pasó ni un minuto, cuando Friedrich soltó una grosería y un gruñido.

- Ah... Mierda, Gabriel; eres buenísimo.- Dijo con voz ronca, para luego continuar. Gabriel lo hizo aún más lentamente, para comprobar si era eso lo que el gustó a Friedrich y, en efecto; Friedrich soltó un gemido bastante ronco.

Luego de eso la temperatura comenzó a elevarse considerablemente, a medida que la velocidad de su respiración incrementaba; ambos se tocaban y estimulaban intensamente.

- Friedrich...- Gabriel estaba muy agitado y sentía que terminaría en cualquier momento.

Pero en ese instante alguien llamó a la puerta. Gabriel se corrió y se dejó vencer por el cansancio, apoyando su cabeza en el cuerpo de Friedrich.

- Es una maldita broma.- Bufó Friedrich furioso, mientras salía de abajo y volteaba a Gabriel, para dejarlo boca arriba. Acarició sus mejillas.- ¿Estás bien Ángel?

- Sí, no te preocupes, recuerda que acabo de...

Volvieron a tocar, esta vez más fuerte.

- ¿¡Quién mierda...!?- Friedrich se veía muy molesto. Tocaron otra vez. Friedrich se incorporó, cogiendo sus bóxers y poniéndoselos mientras iba hacia la puerta; ignoró completamente la insatisfecha erección que llevaba.- Le partiré la cara al tarado que esté afuera.

 

De verdad. Tenía que ser una maldita broma.

- Buenas noches, Friedrich.- Saludó su padre. Friedrich no supo qué decir.- ¿No me dejas entrar?

- Eh...- Friedrich estaba demasiado impresionado como para pensar en algo. Si su padre hubiese ido en otro momento, probablemente se habría molestado, pero al ocurrir justo en ese instante no atinó a nada.- Mi compañero está estudiando.- Balbuceó.

- Entiendo. Entonces sal y hablamos afuera.- Dijo su padre.

- Claro... Dame un segundo, me vestiré.- Murmuró, comenzando a reaccionar y a preguntarse el por qué de la visita.

Su padre miró la parte baja de su cuerpo; al parecer no había notado que iba en ropa interior. Friedrich se ocultó a tiempo tras la puerta para que no viera su estado.

- ¿Aquí también duermes así?- Su padre puso mala cara. Hace años que luchaba para que Friedrich usara un pijama.

- Sí, sí, ya vuelvo.- Murmuró, entrando y cerrando la puerta. Gabriel seguía tendido en la cama. Al menos él había terminado. No le habría hecho gracia dejarlo a medias.

- ¿Quién era?- Preguntó el Ángel. Friedrich se sentó en la cama, junto a él.

- Mi padre.

Gabriel lo miró boquiabierto, sentándose también.

- ¿En serio?- Preguntó incrédulo. Él asintió.- ¿Pasó algo?

- No lo sé, pero quiere que hablemos.- Murmuró Friedrich con pesar.- Y encima aún estoy duro.

- Está oscuro, no se notará.- Lo animó Gabriel.- Y cuando vuelvas podemos seguir...

- Trataré de volver pronto.- Prometió Friedrich. Le dio un beso y se vistió, para luego salir.

 

- Listo. ¿Qué quieres?

- Hay mucho de qué hablar, así que busquemos un lugar apropiado.- Dijo su padre, caminando por el pasillo.

 

Notas finales:

Eso es ser oportuno jajaja.

MIEDO

Lo que tiene a Fred atado de manos u.u

(El de la imagen del capi es Fred, por si alguien olvidó la otra imagen que puse de él... :D)

PERSONAJES

Mr. Frederick "Viejo maldito" Rosendorff

Ciudad/País: Hamburgo, Alemania.

Estatura: 1.87 m

Aquí:

http://i578.photobucket.com/albums/ss223/Yamamura12/14.jpg?t=1287764408

Esop :) Saludos y gracias por leer!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).