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Give me a Sign por Harnex

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Notas del capitulo:

Holaa!

Antes que nada gracias a Evany y diana por sus reviews :D

OJO CON ESTO: Cambiaré el nombre de la historia y ahora se llamará "Give me a sign", que la representa mejor :) Pero lo cambiaré para el próximo capitulo. Esop.

Y sin más preámbulos, el rompecorazones cuarto capítulo:

 

- ¿Cómo te fue en el examen?- Le preguntó Matt cuando se reunieron durante el primer descanso. Gabriel se sentó. Tenía un aspecto terrible; ojeroso, cansado, pálido-más de lo normal- y temblaba. Se sentía muy mal.- ¿Estás bien?

 Gabriel no respondió, tenía la cabeza baja. Era incapaz de concentrarse por las náuseas y el frío.

- ¿Gabriel?- Preguntó Matt preocupado, acercándose para apartarle el cabello de la cara y poder verlo mejor; estaba muy frío y no enfocaba bien. Se puso de pie y lo tomó en brazos.

- E-es...- Balbuceó Gabriel totalmente perdido y sin fuerzas. No quería dar problemas.- Es... estoy bi...- Todo desapareció.

 Se desmayó; por suerte Matt ya iba camino a la enfermería.

 

 

- ¿Y Hannah?- Preguntó Isaac extrañado. Hace unos minutos estaba con ellos cuando salieron del salón.

- No lo sé... estaba...- Dijo Christopher mirando alrededor.

- Fue a la enfermería.- Intervino Claire.

- ¿Se sintió mal?- Saltó Isaac.

- No... creo que Gabe se desmayó.- Explicó la chica con pena.

- ¿Que se desmayó?- Preguntó Friedrich sin poder contenerse. La chica asintió.

Hannah no volvió a la clase siguiente. En el siguiente descanso Claire fue a ver como estaban las cosas. Él se moría por ir, pero no tenía una buena excusa.

- No va a volver por hoy.- Informó la chica de cabello corto cuando regresó.- Se quedará cuidándolo, al menos la han dejado llevarlo a su cuarto...

- Espero que no pase a mayores...- Comentó Isaac.

- No, según me dijo fue por agotamiento.- Dijo Claire.- Nada serio, sólo debe descansar.

- Qué bueno...- Se alegró Christopher.- Pero es que este chico no para; hace un montón de cosas sabiendo que no tiene la fuerza suficiente para hacerlas... ¿Cierto Fred?

 Friedrich dio un bote.

- Ah sí...- Murmuró dándole la razón a Christopher. Tenía la cabeza en otra parte.

- Que no te extrañe tener a Hannah en tu cuarto esta noche, velando a Gabriel.- Bromeó Christopher.

 

Por fin terminaban las condenadas clases. Apenas se separó de los demás Friedrich caminó lo más rápido que pudo hasta su cuarto, cuidando de no parecer demasiado desesperado. Quería verlo.

Entró apresuradamente. Allí estaba Hannah, sentada sobre unos cojines junto a la cama de Gabriel, quien parecía dormido. Ella le sonrió con tristeza. ¿Tan triste por un simple desmayo? No la culpaba, él estaba igual de afligido.

- Tomé prestados los cojines...- Susurró ella. Él hizo un gesto para indicarle que no se preocupara y se sentó en su propia cama mirando al ángel.

- ¿Él está bien?- Preguntó. Algo le decía que eso era más que cansancio. Gabriel estaba más delgado, y esas ojeras no habían aparecido la noche anterior, sino mucho antes.

Los celestes ojos de Hannah se llenaron de lágrimas.

- Sí...- Dijo secándose.- Sólo me asusté... no puedo evitarlo... su salud es muy frágil...- Murmuró con pesar.- Por eso Fred...- Dijo con tono suplicante.- Te lo pido porque sé que no sólo eres su compañero de cuarto...- Sonrió.- Cuídalo, por favor... tú eres quien está con él aquí... me importa poco si saca malas notas; no dejes que se quede estudiando toda la noche... un examen estúpido no vale la pena si va a suceder esto... o algo peor...- Lo último lo dijo en un susurro, como si le aterrara el sólo hecho de pensarlo. Luego lo miró.- ¿Lo harás...?

- Sabes que sí.- Contestó. Al oírlo ella volvió a llorar en silencio. Friedrich se acercó a su amiga y la abrazó.

 

Hannah se fue luego de un rato, pues ya era tarde, pidiéndole que si despertaba le hiciera comer algo, que ella había dejado preparado.

Tras cerrar la puerta se quedó contemplando a Gabriel. Se acercó a él y le pasó un dedo por las mejillas, rogándole en silencio que despertara. Dormido era cuando más le parecía un ángel, aunque esos ojos ingenuos estuviesen cerrados... tan frágil... así se veía tranquilo, en paz... como si nada ocurriera... como si no se hubiese desmayado... como si no estuviera matándolo por no corresponderle... no se percató del tiempo que estuvo así, mirando al ángel, sino hasta que este movió los dedos y abricute; lentamente los ojos.

 

 

Gabriel se sintió perdido unos segundos, antes de encontrarse con esos ojos que amaba, mirándolo preocupados, pero alegres, desde arriba. Era simplemente reconfortante mirarlos. Tardó unos segundos en darse cuenta de lo que pasaba; estaba acostado, en su cama... las cortinas cerradas... ya era de noche. Recordó de golpe lo sucedido; estaba con Matt en el patio, se sentía mal y de pronto no supo nada más... y ahora tenía a Friedrich inclinado sobre él, demasiado cerca... se sonrojó.

- Te desmayaste en la mañana.- Le dijo Friedrich, comprobando así que sus recuerdos eran correctos.- Hannah se fue hace un rato...

Qué mal... otra vez había hecho que su hermana se preocupara, con lo nerviosa que se poní;a en ese tipo de situaciones. Intentó levantarse, pero la mano de Friedrich se posó sobre su pecho, reteniéndolo con fuerza contenida.

- Ni lo pienses.- Le advirtió el mayor seriamente.

- Descansé todo el día...- Se quejó él.

- Y descansarás toda la noche.- Dijo Friedrich tajante.- Vio como se estiraba hacia su cama y cogía una bolsa, que luego abrió para examinar su contenido. Sacó de ella una caja de leche y un sándwich.- Come esto.- Dijo pasándole ambas cosas.

No pudo negarse, porque tenía mucha hambre. Comió bajo la atenta mirada de Friedrich, lo cual le ponía nervioso; no sabía cómo ocultar el ardor en toda la cara. Tardó unos tortuosos minutos en acabar e intentó levantarse de nuevo. El mayor repitió el gesto y lo retuvo.

- ¿Acaso tengo que amarrarte a la cama para que descanses?- Preguntó Friedrich atónito y enfadado.

Gabriel desvió la vista sonrojado.

- Tengo deberes para mañana...- Susurró sin mirarlo.

Friedrich suspiró.

- ¿Qué deberes?- Preguntó con paciencia.

ormal" style="text-align: justify;">- Un cuestionario, un texto y una guía para mis clases de Idiomas... y algunos ejercicios de Química - Dijo rápidamente, como si eso convenciera al otro de que lo más acertado era dejar que se levantara. Pero la respuesta que recibió lo dejó fuera de combate.

- Tú no te preocupes, yo los haré.

- Pe-pero...- Intentó protestar cuando se repuso de la impresión que le provocaron esas palabras.

- No admito peros.- Aclaró Friedrich.- ¿Dónde están tus cosas?

- Yo puedo ha...

- No, no puedes.- Interrumpió Friedrich taladrándolo con sus ojazos, haciendo que se quedara sin habla al instante.- Tú vas a dormir y me dejarás esto a mí ¿Tan burro crees que soy?

- ¡No quise decir eso!- Exclamó afligido.

- Lo sé, lo sé; no te agites.- Dijo Friedrich sonriendo y miró hacia el escritorio.- ¿Dónde están tus cosas?- Volvió a preguntar.

- En mi mochila está el cuaderno de Química... el del oso polar...- Dijo rindiéndose y avergonzado. Friedrich escarbó en su mochila y sacó el cuaderno y un estuche.- Lo demás está en mi escritorio.

- Perfecto.- Dijo Friedrich.- Ahora duerme y sueña con los angelitos.- Se detuvo, rascándose la cabeza.- Eso sería como soñar contigo mismo...- Le dijo al aire. Gabriel se ocultó entre las sábanas, rojo de la vergüenza. Friedrich insistía en llamarlo "ángel"; no es que le molestara, pero le daba vergüenza y pena que lo dijera tan naturalmente.- Bueno, sueña con lo que quieras.- Le dijo sonriendo y se instaló en el escritorio.

- El libro de Química está ahí... también los diccionarios de italiano y alemán...- Comenzó, preocupado.- No tengo de francés porque sé hablarlo... quizás el cuestionario debería hacerlo yo...

Friedrich dio un resoplido y volteó a mirarlo. A juzgar por su expresión no admitiría réplicas.

- Te juro que te amarro.- Dijo exasperado.- Pero si te hace feliz, te digo que no soy tan malo en francés y que hablo alemán...- Le informó.- Y Química se me da bien, además esto es materia pasada para mí.

Eso tranquilizó un poco a Gabriel.

- Pero si tienes una duda...

- Despertaré a los profesores si hace falta, pero quiero que tú descanses.- Dijo Friedrich con una arrebatadora sonrisa que lo dejó embobado.

Eso acabó por vencerlo y hacer que se resignara. Sin embargo, seguía sintiéndose culpable por molestar a Friedrich y permitir que le hiciera los deberes. Pensando en esas cosas y con una agradable- y contradictoria- sensación en el pecho, se durmió.

 

 

Friedrich sonrió aliviado al verlo dormir. Era gracioso ver al ángel luchar sin argumentos y ser tan encantadoramente terco. Había sentido, y contenido, unas ganas enormes de hacerlo callar a besos cada vez que le soltaba algo sobre hacer sus benditos deberes.

Por otra parte... no le gustaba Química, a pesar de que no le iba mal. Revisó los ejercicios... que resultaron ser bastante complicados; seguro eran pan comido para Gabriel. Tardó un poco, pero logró resolverlos y apartó por fin lo relacionado a esa materia, cuando estuvo seguro de que los resolvió correctamente.

Luego francés... en eso no era muy bueno, o al menos era un desastre pronunciándolo. Echó una rápida lectura al cuestionario, que no habría sido tan difícil, si contara con un diccionario... se paró en silencio para ir por su celular, que por suerte tenía un traductor que incluía francés. No era enciclopédico, pero de algo tendría que servir.

Tardó más de lo esperado con ese endemoniado cuestionario -para rematar se le acabó la batería al celular- y terminó odiando a los franceses. Luego italiano... una auténtica pesadilla. Antes de llegar a ese internado, donde la clase de italiano era obligatoria, no sabía ni decir "ciao" correctamente. Por suerte esta vez contaba con un diccionario, que no fue de gran ayuda, dado su escaso manejo del idioma. Por eso estaba a punto de reprobar esa maldita materia... pero se esforzó; le había dicho al ángel que lo haría y eso pensaba hacer.

Tras largo rato de tortura, que al menos le sirvió para aprender lo que no aprendió durante lo que iba del año, terminó la cochina guía.

Ahora quedaba lo más fácil: un texto, sobre la famosa familia de músicos Bach, que debte;a traducir. Era aburrido de lo simple que le resultó hacerlo. Había nacido y vivido en Alemania, por lo que manejaba el idioma mil veces mejor que el inglés, que por cierto hablaba asquerosamente mal. Bostezó, cuidando de no hacer ruido, y se preparó para acostarse. Por suerte el ángel continuaba durmiendo.

 

Hannah apareció por su cuarto muy temprano, disculpándose por ir a esa hora y con una cara que evidenciaba la mala noche que había pasado.

- Hola Fred...- Saludó en voz baja, entrando ante una seña de él y acercándose a su hermano. Lo miró algo deprimida.- ¿Despertó?

- Sí.- Contestó él en el mismo bajo tono de voz.- Anoche estuvo despierto un rato y comió.- Dijo para animarla.

- ¿En serio?- Preguntó Hannah más alegre.

- Costó que se durmiera.- Dijo él riendo.- Estaba decidido a hacer los deberes.

Ella se rió.

- Me imagino.- Dijo riendo con alivio.- Siempre ha tenido esa manía de ser tan responsable.- Contó, haciendo un gesto negativo con la cabeza. Luego lo miró a él.- Muchas gracias por cuidarlo, en serio...

Esta vez él hizo un gesto negativo.

 

 

 

Matt no se perdió las clases, pero anduvo con la mente en otra parte todo el día. Kale se resignó otra vez. Desde que Matt salía con Lafferriere parecía tener más preocupaciones, sobre todo cuando ocurría algo así. Se supone que cuando sales con alguien estás más feliz... otra vez estaba desvariando; como si el chico tuviese la culpa de estar enfermo...

Se recostó en una banca bajo el sol, usando su bolso como almohada. Sonrió al cielo. Ya ni los celos le duraban demasiado; la costumbre. Conocía a Matt hace años y llevaba esos mismos años enamorado de él. Lamentablemente Matt, aparte de no corresponderle, nunca se dio cuenta siquiera; es por eso que Kale estaba acostumbrado a verlo con otros chicos ¿Qué le iba a hacer?

- Hola Kale.- Dijo una voz.

Abrió los ojos cubriéndose del sol con las manos y miró hacia abajo, desde donde provino la voz. Isaac se había sentado en el pasto y le sonreía; de milagro iba sin su gorro, por lo que su oscuro cabello estaba libre y tapándole parte de la cara.

- Hola...- Saludó, retomando su posición de cara al sol.- ¿Qué haces?

- Lo mismo que tú; absorber sol como una planta para hacer fotosíntesis y dar oxígeno a los imbéciles que nos joden.- Dijo Isaac riéndose.

Kale se rió a carcajadas.

- Será mejor reducir la producción de oxígeno.- Añadió.

- Sí...- Murmuró Isaac repentinamente distraído. Kale lo miró; el chico tenía la vista clavada en algo o alguien y se había puesto serio. Siguió la dirección de su mirada y se encontró con un chico alto y rubio, bastante agraciado; Anthony Hoddnett, famoso capitán del equipo de fútbol, el típico chico popular con neuronas flojas. Pero ¿Por qué Isaac le miraba de esa manera? Era como si quisiera asesinarlo. Isaac se levantó.- Me voy, tengo clase.- Era evidente que su humor se volvió denso.

- Claro.- Murmuró Kale perplejo.

 

 

Isaac se alejó a paso rápido, tomando la dirección contraria al chico rubio. Ese tipo imbécil le ponía de mal humor.

En el aula de su curso se encontró con Sloth y Fred. Por fin algo de distracción. Sloth tenía el bolso con su violín sobre la mesa. Desde que lo conocía, lo cual sucedió cuando ingresaron a primer año en ese internado, que cargaba con su violín. Lo cuidaba como si fuera un tesoro y más que a sí mismo. Quizás por eso lucía tan desaliñado; con su cabello rizado y voluminoso, herencia de su padre que era negro, y sus ropas que no combinaban. Era un buen amigo y lo apreciaba mucho. Luego estaba Fred, el más reciente miembro del grupo; era un chico con carácter, pero muy amable. A él le importaba un pepino que fuese homosexual, no tenía problemas con eso. Además, los tres se llevaban muy bien.

- Nos juntaremos mañana a hacer el trabajo de Biología.- Le dijo Sloth apenas lo vio.

- Bien ¿Después de clases, no?- Dejó sus cosas sobre la mesa y se acercó a ellos.

- Sí.- Contestó el chico en voz baja, riendo e indicándole que se acercara. Él se aproximó y escuchó.- ¿Sabías la última?- Hizo un gesto negativo.- Hannah está saliendo con Anthony Hoddnett.

Una desagradable sensación se apoderó de él. El odio por ese estúpido Hoddnett se triplicó en un segundo y no pudo evitar poner mala cara, aunque la ocultó al instante. Sabía que eso pasaría tarde o temprano, pero aún así el asunto le dejó el ánimo por el suelo. ¿Cómo Hannah podía salir con semejante tarado? No lograba dar con una respuesta a esa pregunta. Hannah era inteligente, sensible, empática, cariñosa, tierna, encantadora y... era perfecta. ¿De verdad a ella le gustaban ese tipo de chicos...? Había que admitir que el idiota tenía gracia... por fuera. Seguía sin convencerse de que a ella le gustase semejante espécimen.

- Hace tiempo que él la perseguía.- Contó Christopher a Friedrich.

- ¿Cómo puede gustarle ese imbécil?- No pudo evitar que se le escapara esa pregunta.

- Bueno... él es simpático.- Dijo Sloth encogiéndose de hombros.- Y ya sabes cómo es Hannah... cero prejuicios.- Dijo sonriendo divertido.- Pero, mientras no sea un mal tipo, está bien ¿No?

Eso era cierto.

Tendría que renunciar a ella... por ahora.

 

 

 

- ¡Rosendorff!

Friedrich recibió el balón y remató directo al suelo con toda su fuerza.

- ¡Eso! ¡Bien hecho!- Gritó el entrenador. Con eso el partido finalizó. Estaban entrenando dos horas diarias; Varley y el entrenador cada día se obsesionaban más.- Rosendorff, ven un momento.- Lo llamó, haciendo un gesto para que se aproximara.

- ¿Sí, señor?- Preguntó, aún con la respiración agitada por el reciente partido.

 

¿¡Entrenar en una sesión particular- y extra- antes del próximo partido!? Y encima el día sábado... maldito viejo fanático que arruinaba sus planes. Al menos sería temprano, por la mañana. Mientras se vestía, luego de tomar una agradable ducha fría, pensó tranquilamente sobre su permanencia en ese club. El vóleibol siempre le había gustado, y era bastante bueno jugando, pero no estaba interesado en practicarlo profesionalmente, como sugirió disimuladamente el entrenador. "Exagerado" fue lo primero que Friedrich pensó. Aún así, mientras estuviese en ese colegio, continuaría jugando. Al fin y al cabo era divertido.

Se apresuró al recordar que debía estudiar, un pequeño detalle que había olvidado por completo. Gabriel, instalado en su escritorio y con un montón de libros frente a él, lo miró sorprendido.

- ¿Y esa cara ángel? No soy un fantasma.- Bromeó, tirando el bolso como siempre, para coger sus cosas de matemáticas.- ¿Cómo te sentiste hoy?- Preguntó con aparente indiferencia.

- Bien...- Murmuró Gabriel concentrado en sus libros.- Pensé que salías más temprano, es eso.

- Ya sabes, el entrenador y Varley están locos, más aún con el partido de la próxima semana.- Explicó sin dejar de mirar al ángel, que ni se enteraba.

- Ah...- Fue la escueta respuesta de Gabriel.

 

 

Estaba nervioso. Al despertar esa mañana Friedrich ya se había ido, pero encontró todos sus deberes hechos, sobre su escritorio. No supo identificar lo que sintió cuando vio eso. Que él hubiese hecho eso por él era... Esperó todo el día para verlo y agradecerle. Sin embargo, en ese momento no encontró las palabras ni el valor para decírselo.

- Friedrich...- Comenzó, todavía sin mirarlo y muy nervioso.

- ¿Sí?- Preguntó el mayor despreocupadamente.

- Yo...

El celular de Friedrich lo interrumpió.

- Disculpa...- Dijo este y contestó.- Dime.- Unos segundos de silencio, seguidos por una fuerte carcajada.- Tendré entrenamiento, pero ven igual, puedes quedarte en mi cuarto; hay espacio en mi cama.- Dijo con calma.- En la noche podemos escaparnos e ir a tomar algo... no, no necesito nada...- Risas.- De acuerdo... te veo el sábado cariño...

¿"Cariño"? ¿Sería la misma persona de la vez anterior? A juzgar por lo que decía, esa persona vendría y dormiría allí... con Friedrich. El asunto comenzaba a afectarlo, no quería que esa persona fuera.

- Oye, ángel...- Lo llamó Friedrich con un tono de voz que sonaba cuidadoso.

- ¿Mmm?- Aparentó serenidad.

- Bueno...- Dijo el mayor algo complicado.- Quería preguntarte algo...

- Adelante.- Continuó en lo suyo, fingiendo que leía, pero estaba pendiente de cada palabra.

- Alguien vendrá a visitarme pasado mañana...- Dijo lentamente. Se moría por preguntar "¿Quién?".- Y me gustaría que se quedara aquí, sólo será una noche.- Agregó.- Te juro que no te molestará, hasta te caerá bien, en serio.- Dijo más entusiasmado.- Sé que podría quedarse en un hotel, pero ya sabes; hay que aprovechar el tiempo.- Bromeó.- Pero bueno, tú decides... ¿Puede quedarse? Sólo una noche...

Gabriel trató de imaginar cómo sería aquello; tener a Friedrich y a otra persona, probablemente alguna de sus conquistas, durmiendo en la cama del lado o haciendo algo en lo que no quería ni siquiera pensar. Pero no podía hacer nada por impedirlo. ¿Qué diría? ¿"No quiero que se quede porque estoy celoso"? Esa no era una opción. Además, Friedrich lo había ayudado con sus deberes y lo cuidó, no podía ser tan egoísta. Aunque tuviese que dormir afuera le devolvería el favor.

- Claro.- Dijo adoptando un tono que sonara convincente.

- ¿¡En serio!?- Exclamó Friedrich emocionado. Oyó un par de pasos y luego sintió una mano revolviéndole el cabello. Se sonrojó otra vez.- ¡Gracias ángel, te debo una!

- No... Qué dices... yo...- Balbuceó, nervioso por la cercana presencia de Friedrich. Juntó valor.- Gracias a ti... por hacer esto.- Señaló sus cuadernos de química y francés.- ¿Te quedaste hasta muy tarde?- Preguntó afligido.

- No importa, ángel.- Dijo Friedrich quitándole importancia.

- ¡Pero...!- Protestó dando la vuelta y encontrándose con el rostro de Friedrich... tan, tan cerca...

Friedrich tardó más de lo debido en alejarse.

- Olvídalo, no te preocupes por eso.- Dijo Friedrich sentándose en su propio escritorio.- Considéralo en pago por traerme el desayuno aquella vez, cuando me embriagué ¿Recuerdas?

- Sí.- Contestó Gabriel con una sonrisa bastante pobre.

 

La presencia de Friedrich era tranquilizante; como un bálsamo para su alma. A pesar de que él era el principal causante de sus preocupaciones, y por muy contradictorio que fuese; cuando estaban así, solos, juntos y sin tensiones, lo invadía una calma que lo aliviaba. Eso era suficiente para él.

Friedrich no lo quería, pero evitaba pensar en ello.

Lo amaba, eso era todo.

 

Notas finales:

Corazones Rotos

Bueno... sólo decir que estos chicos tienen muy mala suerte en el amor jajaja Basta ver al resignado Kale y al paciente Isaac :D Del par principal ni hablar (-_- U)

PERSONAJES

Sobre esto quería decir algo; es muy probable que l@s chic@s de las imágenes no sean exactamente iguales a las descripciones que he hecho... Pero como dijo alguien "eso es un poco imposible" y tiene razón jajaja De todas formas son detalles mínimos :)

He aquí el señor Isaac Priestnall:

http://i578.photobucket.com/albums/ss223/Yamamura12/4370784992_4d0f88f8bb_o.jpg?t=1273094393

Ciudad/País: Londres, Inglaterra.

Estatura: 1.76 m

Críticas (constructivas :D), comentarios, opiniones, dudas... abajo y a la derecha :)

Saludos...


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