Epílogo
Abrí la puerta con cada centímetro de mi cuerpo adolorido, había tenido una sesión emocionante pero terriblemente cansada. Karl (sí, Karl Lagarfeld!!) me había contratado para una sección de su nuevo libro y se había encaprichado conmigo (y además de que era maravilloso para mi carrera me pagaba estupendamente) pero era tan exigente que en los últimos días había faltado mucho al conservatorio, donde estudiaba composición desde hace un año. Dentro del departamento se escuchaban los disparos de algún videojuego, entré, la sala estaba vacía y con papeles tirados por todas partes, me asomé al cuarto de Europio para ver al joven estudiante de química que le disparaba, certeramente, a algunos zombies en la cabeza.
-hola-saludé
-grr
-¿y David?- le di un golpecito en la cabeza
-en la cocina
Maldije a la humanidad, seguramente estaría comiendo algo tremendamente costoso
-me agrada ese modo de ahorrar-gruñí
- si señor, le diré a su mujer
-tu eres la tía solterona ¿recuerdas? No la sirvienta
Hace un par de meses Jay y Europio habían terminado y el drama que se armó fue de proporciones cósmicas, tal vez Europio no comió helado mientras lloraba en el sillón, pero su humor había sido terrible y lleno de "Jay es una perra" hasta en la sopa, menos mal que no era muy expresivo porque no hubiera podido resistir u Europio llorando.
No me contestó y frunció el ceño, le alboroté el cabello y salí a rescatar nuestra precaria economía.
-hola ¿Qué haces cariño?-me burlé
David me miró con cara de sorpresa y cubrió la estufa, apresurado, me acerqué, había una cacerola con algo que parecía espagueti, me reí.
-ah... ¿no se supone que el espagueti se hace con agua hirviendo?
-no se- se dio la vuelta sin mirarme y observó el paquete-tal vez
Giró hasta quedar frente a mí de nuevo y me recargué en la barra para aprisionarlo, me sonrió distraído y apagué la estufa, había sido bastante amable de su parte tratar de cocinar así que lo besé.
Ladeé la cabeza y tomé sus muñecas convenciéndolo de abrir la boca, su saliva era dulce, como siempre y me acerqué hasta que mi nariz se aplastó fuertemente contra su pómulo.
-¿podrían dejar de tragarse?-la voz molesta de Europio interrumpió
Nos separamos y me reí de su gesto malhumorado, miró detrás de nosotros y se rió.
-¿trataron de cocinar algo?
-él trató-señalé a David
Sonrió y se asomó al "espagueti"
-impresionante
Fruncí el ceño y lo empujé para limpiar la olla, tiré el contenido y la lavé.
-podemos comer sushi-sugerí
-o pueden dejar cocinar a la tía solterona
Europio abrió la alacena con cara de saber que hacía
-ahora recuerdo porque aun vive con nosotros-comenté
Seguí a David a la sala, mi compañero estudiaba ingeniería mecatrónica y tenía que hacer no sé que cosas, me senté en el sillón para contemplarlo y descansar mientras un olor bastante agradable se extendía por el departamento. Llevábamos ahí poco más de un año, al salir de del internado habíamos estado en diversas habitaciones para estudiantes (aunque yo no estudiaba nada) pero después de mi año de trabajo, mis honorarios y mi reputación habían aumentado considerablemente, sumados a los sueldos de los gemelos, por fin nos dimos el lujo de un pequeño departamento con dos habitaciones, sala, comedor, cocina y (tanks god) dos baños, a pesar de todo nuestra rutina de ahorro no era perfecta aún (a mí, por ejemplo me había costado mucho trabajo comprender que mis sábanas no tenían que ser de seda, lino o semejantes) y de vez en cuando nos quedábamos sin nada de dinero por todo el fin de semana.
El teléfono sonó e interrumpió mis pensamientos, contesté.
-bueno...
-¿Er?... soy Jay... yo... verás... necesito verte...
-soy Andrew- me reí
-ah...-se escuchó una risa nerviosa y avergonzada-hola, tu voz se parece a la de... emm... ¿podrías comunicarme con Europio?
-.supongo-repuse imitándolo y me levanté
En la cocina, Europio revolvía distraídamente, me asomé y aspiré satisfecho, eran macarrones con queso.
-Jay te habla
Hubo un pequeño alboroto y se le cayó el cucharón al piso.
-vamos-lo animé-fue una tontería
Me miró y me picó la mejilla
-muévelos de vez en cuando y apágalos en 3 minutos
Salió y me alegré, Jay había terminado con Europio, nunca entendí bien porqué, eso hirió a Europio y decidió que era definitivo, esta vez, para siempre. Era una completa estupidez, pero por los relatos de David terminar de la nada era una de los rituales de su relación.
Traté de seguir al pie de la letra las instrucciones de Europio, conteniendo mi curiosidad. Ni yo ni la mirada impaciente de David fueron satisfechas hasta le cena.
-Jay dijo que me ama
-que sorpresa
-quiere que salgamos unos de estos días
Asentí
-pero saldríamos... todos
Entendí
-¿Cuándo?
-el sábado, a la hora que puedas
Le sonreí y aparté mi plato mientras David se servía más, complacido.
-a las 12
-bueno
En la noche mi aún compañero de cuarto me contó del primer amor de su hermano y nos reímos mucho.
El sábado regresé de la sesión y David estaba en pijama, jugando no sé que en mi laptop, suspiré, Europio ya estaba lo más reluciente y limpio que podía estar.
-vaya presentación, ven-extendí una mano- ¡vamos!
Supuse que me estaba esperando cuando me tomó la mano con una sonrisa sospechosa.
Abrí la regadera y asistí al bello espectáculo de David desvistiéndose, me desvestí yo también y probé el agua.
-estas muy ocupado últimamente- se quejó
-te diría que es molesto pero...
Sonrió
-lo siento, estoy en exámenes
Se mordió el dedo y supuse que estaba enfadado.
-cuando Europio y Jay reclamen su protagonismo en la comedia romántica acompáñame al conservatorio, quiero enseñarte algo
Lo tomé del los hombros ignorando su ceño fruncido y lo metí a la regadera
-¿esta fría?-dudé en meterme
-esta bien
Me metí con él y cerré la puerta corredera, el agua estaba tibia, lo acorralé contra la pared y lamí su pómulo.
-pasar tanto tiempo con Europio es una tortura-gruñó
-lo sé- traté de no recordar esos tiempos- puedo trabajar menos pero tengo una familia que mantener
-comeré menos-prometió
Tamborileé sobre sus caderas y respiré conteniéndome, habíamos tenido problemas pero ya llevábamos bastante tiempo juntos, sin esas estupideces de Europio y Jay. Tal vez eso no había sido una pelea pero no estaría mal un poco de sexo de reconciliación, aunque los pianos siempre me parecieron muy interesantes en esos aspectos.
-pervertido-agarró el shampoo sin ningún signo de molestia
-¿Por qué?-puse cara de inocencia
-planeas violarme en el conservatorio ¿verdad?-entrecerró los ojos
-sí, sobre el piano
Se volteó con cara de alarma y terminamos de bañarnos.
Jay llegó media hora tarde y saludó a Europio con nerviosismo evidente.
-¿y a dónde iremos?-pregunté
Los dos voltearon asustados y me reí.
-Ah... tomaremos un té y algunos pastelillos, tenemos que hablar
Mi compañero pareció muy complacido con esa cita.
A pesar de que era la misma mesa traté de sentarme lo más lejos posible de la pareja, para que pudieran reconciliarse sin nuestra presencia pero gastamos la primera hora recordando el pasado, nos reímos al pensar en las maletas que, días después de mi emancipación, habían llegado al hospital, contenían todas mis cosas, desde los libros que solía leer hasta mi vajilla, con mi nombre en dorado. Había cortinas, toallas, sábanas, aguamaniles, cuadernos, algunos instrumentos pequeños como mi flauta dulce y guardada entre la ropa, una nota de Cesio informándome de que mis padres me habían desheredado oficialmente, me habían borrado de la biblia familiar y habían ordenado tirar todas mis pertenencias, cosa, que estaba claro nadie hizo, es bueno ser amable con los sirvientes porque después de la graduación conseguimos bastante dinero con las cosas inservibles que, sin embargo, encantaron a los anticuarios Londinenses.
Poco a poco la conversación se desvió a otros temas y Europio y Jay se quedaron hablando por su parte.
David y yo conversamos sobre cualquier tontería un buen rato, mi compañero engullía algún postre y yo me tomé varias tazas de un extraño té, no fue necesario mucho tiempo para que la mano de Jay se colocara sobre la de Europio y lo invitara a sentarse a su lado, la dulzura de la imagen duró poco, casi enseguida se besaron con una pasión casi indecente e incluso David, siempre tan distraído se sonrojó ante tal espectáculo.
-Ven, creo que ya podemos irnos- me levanté extendiendo una mano hacia David
-¿no deberíamos decirles?
-no creo que les importe
Dejé un poco de dinero sobre la mesa y salimos, el conservatorio, por suerte, no estaba muy lejos.
El problema del conservatorio es que los salones siempre están llenos y es casi imposible encontrar lugar para tocar o componer, muchas veces me vi obligado a sentarme en el suelo afuera de un salón y esperar horas a que alguien desocupara el midi, en esos días incluso extrañaba a mi padre y su dinero (que por cierto ahora pertenecía a Cesio, el esposo de mi hermana) pero ese día tuvimos suerte y la escuela estaba prácticamente vacía, pudimos entrar a un bonito salón de prácticas con midi y un pequeño piano de cola.
-toma asiento-lo invité
Con aire tímido David se sentó en el banquito del piano y esperó, yo me acerqué al midi y empecé a reproducir mi última composición, vamos, no era muy difícil saber a quién estaba dedicada.
Como suponía, David se sonrojó profundamente en cuanto llegó la parte coral, yo también me había desconcertado, era un lamento perturbador porque de cierto modo, no resultaba triste, lo miré atentamente mientras escuchaba.
-¿y bien?-pregunté una vez que la estancia quedó en total silencio
Me miró con su sonrisilla sospechosa y no dijo nada.
-vaya, gracias-me levanté y me acerqué a él
-wow-dijo en voz baja
Levanté su barbilla y lo examiné como solían hacer los fotógrafos conmigo.
-¿y tú que haces en la escuela?
- prótesis, de piernas, se supone que se conecten a el cerebro para poder moverlas voluntariamente
-suena un poco aterrador, me gusta
Se rió y se volteó para levantar la tapa del piano.
-toca algo
Me senté a su lado y toqué lichgestalt sin pensar, era mi arreglo, en realidad, pero, a juzgar por el modo en que recargó su cuerpo en mí, le gustó.
-entonces...
Lo miré y lo obligué a levantarse, sintiendo en mi vientre un cosquilleo expectante.
-muy bien-lo recargué contra el piano y me dispuse a cumplir mi promesa
-siempre haces estas cosas-se quejó
-¿te molesta?-en realidad no parecía molesto, me había abrazado por el cuello y sonreía
-no, pero ese es mi papel ¿no?-metí las manos bajo su camiseta mientras un leve sonrojo le subía por las mejillas
-pues no ganarías ningún oscar con esa actuación, trata de parecer más infeliz- me acerqué a su oído-resístete
Después de una risa contenida, frunció el ceño y me empujó, lo ignoré y lo besé, aplastándolo contra el piano, sus labios se mantenían firmemente cerrados y los mordí ligeramente mientras sus manos trataban de alejar las mías de su cintura, apartándome lo suficiente para mirarlo tomé sus muñecas y aparté de mi camino sus manos, volví a acercarme y acaricié con mi mano libre su abdomen, en dirección descendente mientras su respiración se aceleraba.
-sabemos que yo ganaré-dije orgulloso
Abrió la boca para replicar y lo besé metiendo mi lengua entre sus labios, mi mano pasó a acariciar la parte interior de sus muslos, lo obligué a seguirme el ritmo y mi mano llegó a su entrepierna, oprimí suavemente y pude notar como se tensaba y abría más los labios. Me entretuve un rato saboreando su saliva hasta que tuve que separarme para respirar. Lo hice voltearse y solté sus manos, enseguida trató de zafarse pero lo tomé de la cintura y lo obligué a recargarse en el piano, sus manos le arrancaron un grave sonido al instrumento.
-tienes que aceptar que es un gran acompañamiento
Metí la mano bajo su camiseta y subí mis dedos para acariciar sus pezones con la palma.
-nghh-contestó y lo tomé como una afirmación
Me incliné y levantando su playera pasé mi lengua por su columna hasta la nuca, su piel estaba caliente y se estremeció, me deshice de la molesta prenda que ya no cubría nada y manteniéndolo en la misma posición, con mi mano en su nuca para que no pudiera levantar la cabeza comencé a pasar mis labios y dientes por su espalda, mientras se quejaba levemente por las pequeñas marcas que dejaba, el vello de sus brazos se erizó y su cuerpo se tensó cuando llegué a la parte baja de la espalda, me erguí y me lamí dos dedos para pasarlos por la piel ardiente de su pecho, mordisqueé su oreja mientras bajaba mis húmedos dedos por su ombligo y hacia abajo, muy lentamente. Besé su nuca y pasé mi mano apenas rozando su entrepierna, lo que le arrancó un jadeo desesperado con un pequeño espasmo, volví a acariciar el interior de sus muslos y volví a subir, bajé su bragueta.
-en verdad eres malo actuando- comenté con voz burlona
No contestó pero se revolvió un poco tratando de zafarse, por encima de sus bóxers acaricié su despierto miembro y se calmó con un suave gemido, lo tomé de la cintura y pegué mi cadera a su cuerpo, bajé sus pantalones y sus bóxer lo suficiente para tomar su erección entre mis dedos y masajear con furia, sus manos se movieron sobre el piano y el sonido de las teclas resonó en el espacio acompañando a sus gemidos que, al parecer, ya no podía contener, sin dejar de mover mi mano solté su nuca y dediqué mi mano libre a sus ingles y sus testículos, jadeaba y apretaba los puños sobre el teclado, succioné levemente su cuello que se tensaba en jadeos.
-basta... por favor deja que... ah
Disminuí el ritmo y moví suavemente mi cadera, lo que pareció excitarlo más, echó la cabeza para atrás con los ojos cerrados, le besé la frente.
-eres adorable ¿sabes?
Olvidó que solía contestar con comentarios agudos porque estaba muy ocupado mordiéndose los labios, aumenté la velocidad hasta que los abrió, para tomar aire con un gemido indecente y se corrió con un profundo espasmo.
Se recargó más en el piano mientras tomaba aire y yo me alejé para abrirme un poco la camisa que no me dejaba respirar, me acerqué de nuevo y bajé sus pantalones lo suficiente para apreciar toda la extensión trasera de sus pálidas y largas piernas, la zona estaba húmeda y pequeñas gotas escurrían por sus muslos, me sonreí y volví a deslizar mi boca por su espalda hasta su coxis donde me detuve porque usualmente no le gustaba que siguiera, pero volteó la cabeza y me sonrió, decidí tomarlo como un permiso y comencé a explorar con mi lengua, tomé su cintura y sentí su abdomen contraerse levemente, seguí y acaricié sus muslos hasta que pareció estar listo de nuevo, di otro paso hacia atrás y tomé aire, él se incorporó un poco.
Me lamí un dedo pero lo pensé mejor y tomándolo de la cintura le ofrecí mi mano, la tomó con una sonrisa y se metió dos dedos en la boca para rodearlos con su lúbrica lengua. Me miró con absoluta confianza e introduje muy lentamente un dedo, apenas lo moví dentro jadeó desviando la mirada, introduje otro y suspiró, sus rodillas temblaron y el rubor volvió a extenderse por su pecho.
-es increíble que no me canse de esto
Me medio sonrió y recargó su frente en el piano, me acerqué y metí el último dedo entreabrió los labios respirando agitadamente, moví un poco mis dedos para dilatarlo adecuadamente pero no pude resistir más y lo hice voltearse para que quedáramos frente a frente.
Me gustaba verlo a los ojos en el momento en que hacíamos "eso", tan vulnerable, sin cubrirse con nada, dejando su timidez fuera, me sentía especial por "hacerlo mío" y eso me provocaba satisfacciones de diversa índole, pero todas geniales, lo tomé de la cintura y lo cargué, me envolvió con brazos y piernas y se sujetó con fuerza.
Tomé sus caderas y las acomodé en el lugar adecuado, lo penetré y después de unos segundos me moví con cuidado hacia el lugar, que no me costó nada encontrar, tomó aire y sus muslos se contrajeron en torno a mí, di un paso, recargó un antebrazo en el piano y su pequeña mano se posó en las teclas, hice ademán de quitarme un cabello que no tenía (me lo había cortado) y me preparé para la función.
Moví mi cadera sintiendo la calidez extenderse por mi abdomen, volví a moverme escuchando las agudas notas del piano inundar la habitación, me moví apretando su cintura entre mis manos, me moví con sus huesudas rodillas apretándose contra mis costillas, me moví frotando su miembro con mi abdomen, me moví sintiendo la humedad de su la saliva que se escapaba entre sus labios y gemidos, del sudor que goteaba por mi cuello y por su pecho, de las gotitas que se escapaban de él indicándome la proximidad del final, me moví con más fuerza y rapidez hasta que el salón de prácticas se convirtió en un infierno de movimiento, calor y ruido.
David, con los labios entreabiertos y lo ojos entrecerrados, enredó una mano en mi cabello semicorto, podía imaginarme los dedos de sus pies encogiéndose en el aire, agitó su cabeza y dibujó un elegante arco con su cuerpo, su mano se estrelló contra el teclado con una fuerza innecesaria y un estremecimiento recorrió su cuerpo, las contracciones de su orgasmo me apretaron haciendo que todo el cuerpo me ardiera de un modo casi doloroso.
Y luego, como siempre, llegó la calma, bajó los pies y se sentó en el banquito, con el ajetreo mis pantalones y los suyos habían caído hasta el suelo, me subí los bóxers y me puse los pantalones en silencio, antes de sentarme a su lado.
-en verdad no entiendo porque reprobabas gimnasia, tienes una fuerza increíble en los muslos
Gruñó y se recargó en mi hombro.