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Mi Tiempo Límite por konaxtakuya

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A veces… mejor dicho siempre, el destino de las cosas, personas o relaciones es bastante incierto; jamás sabrás cual, ni como, y mucho menos el cuándo será el fin de lo que parece te da la fuerza para continuar viviendo la vida con esmero. Porque nunca sabes cuál será tu último día… porque nunca te alcanzas a enterar cuándo terminará lo que te hace sentir lleno, es por lo que debes disfrutar cada momento como si fuera el primero.

Esa filosofía… yo no la conocí hasta el día en que entre visiones borrosas pude distinguir el rostro de Reita. Me había dejado llevar por un mal momento y me había permitido dejar de oír absolutamente las palabras que con emoción él me dedicaba sólo a mi, durante el trayecto de su hogar al instituto; entre sonidos distorsionados, y voces desesperadas intentaba recordar cual fue la última cosa que Reita me había dicho… pero definitivamente no lo había oído. ¿Y si en aquel momento moría?, ¿lo haría sin recordar cuales habían sido las últimas palabras dedicadas a mi persona?, ¿lo haría sin antes confesarle por centésima vez cuanto lo amaba?...

-          ¡Taka!… ¡Taka!..  ¡hey! ¡Por un demonio, trae ya la camilla! – escuchaba los gritos de Byo apagados, casi como un susurro lejano. Me sentí elevado a la vez que por mis ojos entrecerrados podía distinguir la borrosa silueta de vaya a saber quién, luego distinguí debajo de mi espalda la acolchada estructura de una camilla… “una situación tan conocida”, pensé hacia mis adentros. Un nuevo agujero me hacía caer mientras intentaba proceder por mi camino limitado… camino que lejos estaba de ser austero. - ¡dame el oxígeno! – paso a seguir… una mascarilla cubriendo prácticamente la mitad de mi rostro intentando darme la vida que estaba dejando escapar.

“ un poco de oxígeno no va a devolverme el fragmento de confianza que he perdido hoy” – pensé mientras ya era capaz de observar todo desde lo alto. – Takanori… por favor ayúdame un poco con esto- decía Byo al notar que el oxígeno no era para nada absorbido.

“Byo… no estoy seguro de querer seguir si voy a dañar a la gente con mi egoísmo…” -  era lo que quería decir; era la razón por la cual no estaba poniendo de mi parte en el salvamento - ¡Vamos Taka!, ¡¿Qué mierda te sucede!? – comenzaba a perder la paciencia con el cuerpo casi inerte frente a sus ojos – asegúrate de que esté preparada la sala de reanimación – nada nuevo en el itinerario… las ruedas metálicas de la camilla girando ruidosamente a todo lo que dan al pasar por las heladas baldosas de la clínica, la suela de los zapatos de Byo resonar en cada paso que daba al correr a un lado de la camilla, los tacones de las enfermeras de un lado a otro mientras preparaban los implementos que fuesen necesarios para llevarme de vuelta… nada nuevo, todo lo había vivido.

“espero que esta sea la última vez…una vez al otro lado no volveré a vivir esta ya tan conocida experiencia”

Una opresión… dos, y tres sobre mi pecho en un intento fallido de reanimación. Una opresión… dos y tres antes de la desesperación de Byo. Dos opresiones más… y aún continúo fuera. Él vuelve a oprimir mi pecho desesperado, no iba a rendirse fácilmente; definitivamente no era característico de él - ¡¡Vamos Taka!!, maldito sea el momento en que dejaste de mirarme – Una opresión… y dos más y los insultos de Byo al no conseguir nada con eso.  Me sentía cansado… estaba agotado de continuar y de intentar hacer felices a los demás sin siquiera poder pensar un poco en mi felicidad sin ser un egoísta a los ojos del resto del mundo.

“mi modo de ser feliz es alivianando la carga que se posa en los demás… y esa carga soy yo”  

Fui despojado abruptamente de mi camisa, y las manos de Byo fueron reemplazadas por dos aparatos de voltaje que amenazaban fieramente con hacerme volver a la realidad. Un salto sobre la camilla, dos… y una fuerte corriente eléctrica recorriendo mi cuerpo - ¡dale más voltaje!, ¡tampoco me responde al primer electroshock! – un salto, dos… y uno más, pero mi deseo no es regresar.

“que esta sea la última vez… si me acusan de ser egoísta, al menos déjame morir siéndolo de verdad”

-          ¡Taka!... Taka sé que me estás escuchando – decía en lo que volvía a recurrir a sus manos para hacerme reaccionar – y déjame expresarte cuan molesto y decepcionado me encuentro en este momento de ti  - hablaba sin dejar de ejercer presión sobre mi pecho – nunca pensé que serías tan cobarde como para dejar todo a medias, nada terminado. ¿Tu deseo no era acaso dejar todo concluido antes de partir?... me prometiste que un día cantarías en un festival una de las canciones que tú mismo compusiste, pero que no me cumplas esa promesa no es lo importante; lo importante es que eres tan cobarde que no eres capaz de cumplir las promesas que te haces a ti mismo…

“no me importa… realmente no me importa”  

-          ¿Qué hay de tus estudios?, ¿de tu viaje a París?... – seguía diciendo cada vez más desesperado - ¿Qué hay de los planes que tenías en tu futuro?... ¡¿Qué hay de tu familia?!

“…¿mi familia?”

-          ¿Qué hay de Aoi?, ¡¡es tu mejor amigo y planeas dejarlo así, sin ninguna explicación!! – dijo presionando sin piedad mi pecho

“… Aoi… Aoi… ¡Aoi!”

-          ¿¡Así de cobarde y mal agradecido eres!? – me gritó golpeando mi rostro mientras la voz se le quebraba.

“¡¡no lo soy!!”

-          ¡dame 5.000! – gritó al otro extremo de la habitación. – debería darte vergüenza ser así de desagradecido.

“¡¡que no lo soy!!”  

Un solo golpe eléctrico fuerte, y una gran bocanada de aire lleno hasta el tope mis pulmones. Abrí los ojos bruscamente con ambas pupilas desorbitadas; no podía sujetar mi cabeza, no era capaz de mantenerla en una posición fija. Podía sentir como un líquido caía por un costado de mi boca, no tenía el control de mi cuerpo pero si lo tenía por completo de mi mente.

-          Por fin te tengo de vuelta… maldito Takaroni – dijo Byo dejándose caer  sobre mi cuerpo en un abrazo desesperado dejando escapar toda aquella angustia de la cual lo había hecho victima… lloraba; lo hacía sin importarle quien lo viese, ni que pensasen de él en aquel instante – pensé…que te perdía imbécil – seguía llorando sobre mi cuerpo sin importarle que tal vez estuviera tan desorientado como para escucharle. De un momento a otro, mis ojos, que con suerte comenzaban a enfocar un poco la habitación en la que estaba comenzaron a cerrarse… dándole paso al impetuoso sueño que de pronto me había invadido.    

Hay momentos…  y personas, que consiguen darte el valor suficiente para lograr que te dejes de babosadas y aceptes tu destino sin querer acobardarte y tomar el camino rápido… el más sencillo, pero no así el menos peligroso. Agradecí  el poder escuchar los desesperados reproches que Byo vomitaba a la suerte de mi conciencia… reproches que más tarde no recordaría producto de mi regreso a “la vida consiente”.

Estuve a escasos minutos de abandonar todo aquello por lo cual había trabajado; estaba osando a dejar a medio camino la construcción de mi edificio, estructura que estaba construyendo con el fin de resguardar dentro de ella a todas las personas que más que querer, amaba. Por suerte estaba Byo para hacerme notar que me estaba equivocando en el uso del material… quería construir una estructura firme, fuerte, pero estaba construyendo mi edificio con cristal cuando en realidad debía usar el más poderoso hormigón , y los más finos ladrillos.

Mientras me encontré en aquel espacio en blanco que se haya entre los límites de la conciencia y la inconsciencia, recordé un relato bíblico que años antes en una clase de religión me habían contado… un hombre quería construir su casa propia, y se le ocurrió hacer su construcción sobre una gran roca, mientras que otro hombre – con los mismos deseos que el anterior – construyó su casa sobre la tierra. Poco tiempo tardó en llegar los vientos y las lluvias trayendo caos a todo aquello que estuviese a su paso… asustado el primer hombre observó como el viento soplaba contra su casa, como las lluvias azotaban su propiedad más esta no se movió de su lugar, ni se averió un poco… mientras que el otro hombre, el que construyó en la tierra, observaba como al primer soplido su casa se remeció entera, y como al caer la lluvia su casa se desmoronó por completo. Esas eran las consecuencias que traía el construir sobre unos cimientos tan débiles… yo no debía cometer el mismo error que el segundo hombre; yo debía construir sobre mi autoconfianza… los cimientos más firmes que podía poseer.  

La luz poco a poco se abrió camino en mis ojos. Sólo siluetas distorsionadas era aun lo que podía ver al estar recién abriendo los ojos de luego vaya a saber quién cuantas horas de sueño. Ruidos lejanos invadían mis oídos, ruidos que prontamente comenzaban a volverse más nítidos, al igual que mi visión. Sentí un retorcijón en el pecho al ver a mi madre sentada a mi lado mirándome expectante con los ojos brillantes… casi olvidé como se sentiría ella si algo malo me ocurría. Con un gran esfuerzo esbocé una leve sonrisa, la cual fue correspondida al instante.

-          … como me alivia que ya estés despierto – susurró besando delicadamente mi mano que se posaba a uno de mis costados. – no imaginas cuan asustada estaba – dijo presionando el botón a un lado de mi cama para llamar a los doctores.

-          Casi… me… rindo – conseguí hablar con voz rasposa y mucha dificultad al sentir la escases de aire.

-          Shhht – hizo un ademán con su mano para luego acariciar maternalmente mis cabellos. La puerta de la habitación se abrió abruptamente dejando ver la figura de Byo… tenía los ojos hinchados, parecía haber llorado, lucía un rostro cansado y con el ceño fruncido por la preocupación.    

-          ¿Cómo te sientes? – habló acercándose lentamente a mi lado cambiando completamente su expresión a una más relajada.

-          …ahogado – susurré – cansado… adormilado, igual que siempre.

-          Ya veo – dijo sonriéndome de manera tierna – solucionaremos esto de inmediato – volvió a hablar mientras tomaba de un pedestal a mi lado una mascarilla de oxígeno para luego ponerla en mi nariz y boca. – vamos a ver tu reflejo ocular, ¿está bien? – asentí levemente mientras Byo sacaba del bolsillo de su camina un lápiz de luz y encendía la pequeña ampolleta a solo centímetros de mis ojos  - perfecto… ¿Qué tal el pulso? – se dijo a si mismo tomando mi muñeca izquierda y buscando mis pulsaciones - … siguen siendo lentas… pero están bastante bien – volvió a sonreírme – ya estás estabilizado…

-          Gracias a dios – se escuchó la voz aliviada de mi madre.

-          Miteru-san… ¿Por qué no va por un café o algo de beber?, así aprovecha de tener un tiempo de descanso – dijo Byo mirando a mi madre quien devolvía su mirada un poco desconfiada- … yo voy a quedarme con él, ya he terminado mi turno

-          … está bien – habló levantándose de su asiento y depositando un beso en mi frente para luego desaparecer por la puerta de mi habitación. Las manos de Byo temblaban, su cuerpo lo hacía también. Sus ojos denotaban el cansancio extremo, y dejaban ver esa constante impresión de alerta. Solo era capaz de mirarlo atentamente intentando recordar el por qué tenía esos enormes deseos de agradecerle… agradecerle algo que mi mente no era capaz de llevar a mi poso de los recuerdos. Una sonrisa… una sonrisa fue todo que pude darle cuando sentía que tomó delicadamente mi mano entre las de él.

-          Te ves… mal – dije con dificultad mirándolo fijamente. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios mostrándome un poco de cómo era Byo normalmente.

-          Supongo que me has dejado con los nervios algo alterados – rió entre dientes. – Nos diste un susto del porte de un volcán… jamás habías demorado tanto en reaccionar.

-          Lo siento… - me disculpé al sentir un fuerte cargo de conciencia sobre mí. Otra sonrisa y un gesto de negación fue todo lo que recibí. - Byo, ya cálmate, estás temblando… - hablé ya algo extrañado por el estado de mi doctor.

-          …no puedo – susurró dejando escapar una lágrima – no sé qué haces en la gente para que lleguemos a quererte tanto. Fue como si fueras mi hijo y yo aun estando ahí no era capaz de ayudarte… de traerte de vuelta.

-          Byo… ya basta – dije impresionado apretando un poco sus manos e intentando sentarme en la cama. El cuerpo me pesaba, ¿¡pero que importaba eso si tenía a Byo demolido frente a mí!? – muchas veces nos hemos encontrado en esa situación.

-          ¡pero jamás sentí ese miedo!... jamás pensé que de verdad te perdería – dijo tapando su rostro con una de sus manos- … hay mucha gente afuera esperando por verte. – dijo intentando acompasar su reparación – pero no quiero que entren todos, sólo dejaré pasar a Aoi, y a ese chico Reita – dijo soltando mi mano y hablando con un tono más maduro.- y no te agites, porque los saco a patadas de aquí. – sentenció antes de cerrar la puerta haciéndome sonreír por el repentino cambio de actitud. Lamentaba y me culpaba a mí mismo por el estado de Byo… en cosas de horas pude posar sobre su cuerpo y conciencia un sinfín de preocupaciones, pero ya tendría tiempo para remendar eso… en aquel instante, sólo podía pensar en que la silueta de Aoi se hacía presente en la habitación seguida de la Reita. La máquina de pulsaciones situada a mi lado y conectada a mi pecho comenzó a subir repentinamente el ritmo; no alcanzaba a avanzar desbocada, pero si su nivel subió considerablemente.

-          ¡hey, tranquilo! ¿Qué sucede? – se acercó riendo Aoi – mira nada más como hacemos mover a tu corazón, ¿no te emociona? – preguntó divertido mirando a Reita, quien sólo esbozó una sonrisa avergonzada – vaya sustazo que nos diste muchacho – reprochó Aoi en broma intentando imitar la voz de un adulto.

-          Perdón… - reí despacio frunciendo un poco el ceño por el dolor que se me producía en el pecho

-          No tienes que disculparte… - susurró Reita acercándose a mi lado y rodeándome delicadamente con sus brazos, como si fuera de cristal. Me ponía nervioso esa cercanía, y la máquina no dudó un instante en ponerme en evidencia… Reita sólo sonrió y se separó de mí.

Quiero hacer de mi edificio un gran monumento… de esos que ni con los años y toda la vejes encima pueden derrumbarse.

 Deseo que los cimientos sean tan fuertes, que jamás ningún viento ni diluvio sea capaz de borrar la sonrisa de estos dos seres…

Anhelo que mi monumento sea su refugio… el de ellos dos, y todos aquellos que me quieren.

Notas finales:

Muuuuchas, gracias por sus comentarios x'D

no los he contestado, porque descubrí que... ¡me faltan muchos!

no se cuando fue que dejé de contestarles amigos por dios! xd... ahora miro la cantidad que debo responder y me da fatiga x'DDD. Pero prometo contestarlos antes del viernes.

En cuanto al capitulo... a pesar de lo angustioso que es (creo xd), estoy muy conforme con él, siento que a través de las letras pude plasmar perfectamente lo que pasaba por mi cabeza.

Espero de todo corazón que les guste.


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