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Mi Tiempo Límite por konaxtakuya

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Notas del capitulo:

u_u

 

Nunca sentí el tiempo pasar lento… es más, siempre creí que avanzaba a pasos agigantados frente a mis ojos.  Pero ahora lo sentía tortuosamente largo, me desesperaba… jamás pensé querer que el tiempo comenzara a correr de manera acelerada, ¡pero ahora lo necesitaba!. Cada mirada, cada cruce, cada desprecio volvía más y más lentos mis días. No había tenido oportunidad de hablarle; más bien dicho, no me la había dado… y tampoco me sentía capaz de hablarle.

-          No entiendo porque siempre te auto privas de esta clase de cosas- me dijo molesto Aoi desviando la mirada al otro lado de la habitación.

-          Supongo que lo hago por mi propio bien – me defendí de inmediato

-          Sabes que mientes, no seas descarado – me dedico una mirada fulminante.

-          ¿¡porque mentiría!? – exclame

-          Dices que es por tu bienestar que te privas del amor, sin embargo haces cosas tan irresponsables como andar por ahí bailando aunque sepas que ya no puedes más, o correr por las escaleras simulando que nada ocurre, o forzándote a ti mismo a continuar cuando sabes que estas al límite… por eso digo que mientes – sentencio – te privas de ser querido simplemente porque eres un idiota. 

-          Tu no lo entiendes… - le dije mirando a otro lado enfurruñado

-          ¿Qué es lo que no entiendo? – inquirió amenazante

-          Que él nunca querría estar conmigo si supiera que estoy enfermo… ¡nadie querría hacerlo, no es conveniente! – solté en un impulso. De nuevo podía ver en Aoi esa mirada herida, ese dolor que le traía el recuerdo cada vez que mencionaba algo acerca de lo “triste” que se supone que es la vida así como la vivo. - … no me mires así, solo dije lo que pienso. Además eres tu quien quería que hablara – dije evitando su mirada dolida.

A veces… muchas veces, Aoi me había hecho pensar en reconsiderar mis puntos de vista en algunos temas, y últimamente se había empeñado en convencerme de que intentara llevar a cabo alguna relación sentimental. Según mis analogías el amar, y ser amado no era lo correcto… sin embargo, entre Reita y Aoi habían conseguido hacerme dudar con respecto a aquella decisión que durante mucho tiempo parecía ser irrevocable. Mi deseo era experimentar y conocerlo todo antes de dejar mi labor en este mudo… y sin duda el amor era una de las tantas cosas que no había conocido ni experimentado. El problema para mí en se entonces era: si tenía algo con Reita, debía contarle acerca de mi enfermedad… y si se lo contaba ¿él lo aceptaría?.

Estaba sentado en la camilla mirando las nuevas imágenes y los nuevos diplomas que mi doctor había colgado en el muro de enfrente… llevaba toda mi vida asistiendo al mismo centro médico y siendo atendido por el mismo doctor que día a día luchaba por encontrar un trasplante que fuera indiscutiblemente compatible con mi organismo para así no correr ningún riesgo. Mi camisa estaba doblada a un lado de mí, mi torso desnudo se tensaba con cada toque que me daba el doctor con el frio estetoscopio.

-          Respira hondo… - susurró concentrado en su labor. Inspiré profundamente llenando mis pulmones de aire - … noto un leve aceleramiento de tu corazón al inspirar fuertemente, es como si se parase en el momento en que llenas los pulmones de aire. – se puso frente a mí y me miró fijamente.

-          Y… ¿eso es malo? – pregunte despreocupado

-          En cierto modo… si – dijo volviendo a poner el estetoscopio sobre mi cuerpo haciéndome tensar nuevamente - … malo porque quiere decir que hay algo que no me has contado aun.

-          ¿eh? – le mire extrañado. Cada chequeo que tenía con él, debía de contarle cada cosa me había sucedido, y no porque influyera precisamente en mi salud, si no por aquella extraña complicidad que se había creado entre ambos durante todo ese tiempo que llevábamos conociéndonos.

-          ¿Alguna emoción fuerte?, ¿te has agitado de alguna manera? – dijo moviendo sus cejas de arriba abajo con picardía.

-          ¡Byo-sensei! – exclame avergonzado – ¡usted sabe que no haría algo así tan irresponsablemente!      

-          Lo sé – dijo riendo estrepitosamente para luego tomar mi camisa y comenzar a ponérmela con cuidado. – Bueno… ¿me vas a contar?

-          No hay nada que contar, toda ya se lo he dicho – dije desviando mi mirada avergonzado al ver como abotonaba sumamente concentrado mi camisa.

-          Okey… como digas – dijo acomodándome los hombros y dando la vuelta para sentarse en su escritorio y comenzar a escribir una receta médica. Me senté frente a él abriendo confianzudamente el pequeño cofre que adornaba su escritorio a sabiendas que dentro de él siempre habían dulces. Tome uno y lo metí a mi boca. – si comes esas cosas engordaras…

-          ¿Y eso qué? – dije arrogantemente

-          Que si engordas, el ya no te querrá mas – sonrió de medio lado sin despegar los ojos de la receta.

-          ¡que tonteras dice! – dije riendo torpemente siendo presa del nerviosismo.

-          ¿con que eso era no? – sonrió sin perder la concentración. - ¿Quién es?

-          Un… estudiante de mí mismo instituto – confesé

-          ¡Supongo que no es Aoi verdad! – exclamó sorprendido por primera vez dejando a un lado la receta.       

-          ¡claro que no! – chillé- se llama… Akira Suzuki. Me tiene nervioso, sé que le gusto y sé que me gusta… sé que lo quiero.

-          ¿Entonces qué  es lo que te aflige?- dijo extrañado entrelazando sus dedos bajo su mentón

-          Pues… - vacilé – que tema estar conmigo por… usted sabe.

-          Si eso llega a ser así créeme que no debes perder tu tiempo con alguien como él – espeto algo descontento – Pero de todas formas es algo que no sabrás si no lo intentas… piénsalo

“Piénsalo” , como si jamás lo hubiese hecho… toda mi vida pensando en las cosas que debía y las que no debía hacer para que ahora todos quisieran hacerme dudar de mis reflexiones. No quería hacer sufrir a nadie… no quería sufrir yo mismo. Cada mañana al levantarme, me miraba al espejo y me preguntaba “si este fuera por fin tu último día de vida… ¿querrías hacer lo que estas por hacer hoy?” y cada vez que la respuesta fue “no” yo sabía que algo debía cambiar en mi día. También, todos esos días que me sentí enojado, melancólico, frustrado o triste… me preguntaba “si mueres ahora, ¿quieres estar enojado, melancólico, frustrado o triste?” sin duda no lo quería… es por eso que no quería ser rechazado por Reita, es por eso que no quería que me mirara con lastima, es por eso que no podía contarle de mi enfermedad… para que no arrancara de mí.

Los pasillos del instituto estaban vacíos, todos habían regresado a casa; incluso Aoi. Había tardado más de lo presupuestado en entregar y explicar al director las señalizaciones que había en la receta que había enviado mi doctor. Entre al aula, y para mi sorpresa mis cosas estaban ordenadas… desde luego Aoi había dejado todo listo antes de partir para que solo tuviera que tomar mis cosas y marcharme. Colgué el bolso en mi hombro y echando una última ojeada salí del salón dispuesto a ir a la parada de buses, cuando la silueta de Reita recargado en una pared me detuvo.

-          Hola… - susurro aun desde su posición con la mirada clavada en piso

-          Hola… - lo salude ahogándome en mis nervios - ¿c-como has estado?

-          Bien… supongo. – respondió cortante reincorporándose y acercándose a paso lento hasta mí.

-          ¿Qué sucede?, ¿Por qué estás aquí aun? – le pregunte mientras sentía su fría mirada posada en mi rostro.

-          … necesitaba preguntarte algo – espeto decidido

-          Dime… - susurre con los nervios a flor de piel. 

-          Porque… en vez de hacer las cosas que haces, ¿Por qué no simplemente me rechazas? – prácticamente vomito las palabras – si no te gusto simplemente dímelo… no podré hacer más que rendirme, ¡pero dímelo! – exclamo comenzando a exaltarse. Podía sentir como la sangre se helaba en mi cuerpo, y como el aire parecía entrar escarchado a mis pulmones.

-          N-no es eso Reita… - intente excusarme

-          ¡entonces si no es eso!, ¿¡Qué es!? – cada vez estaba más molesto – ¡dímelo de una puta vez, porque no entiendo nada!

-          Aunque te lo explique no lo entenderías… - susurre desviando la mirada.

-          ¡no juegues conmigo!, ¿¡esto te parece muy gracioso!? – grito golpeando con un puño el muro a nuestro lado  

-          ¡claro que no! – exclame comenzando a impregnarme de su molestia

-          ¡solo te estoy pidiendo que me digas que no me quieres para poder quedarme tranquilo de una buena vez! – grito forzando su voz para que no se quebrace. Sus ojos estaban cristalizados, contenía las lágrimas desde hacían unos minutos y yo no podía ignorarlo.

-          ¡no voy a decirte algo de no siento! – le grite en la cara

-          Entonces dime que sientes… - prácticamente suplicó

-          Pues… todo lo contrario a no quererte – le dije clavando mis ojos en los suyos – es más, te quiero como no imagine que te querría. Pero no puedo estar contigo…

-          ¿Por qué no?... – dijo con una expresión dolida

-          No lo entenderás, nadie lo ha entendido – dije comenzando a caminar para salir del instituto

-          Pero yo quiero entenderte… por favor Takanori… no me hagas sufrir por más tiempo con esto. – Sentí como mi corazón se encogía con aquella suplica. Cerré los ojos armándome de valor y me gire para verle a la cara.

-          … desde que nací que me diagnosticaron una enfermedad al corazón – comencé a hablar viendo como su expresión cambiaba por cada palabra salida de mi boca. – no hay forma de que viva más allá de los 21 años sin un trasplante de corazón. No puedo tener emociones fuertes, no puedo agitarme, no puedo comer las mismas cosas que todos comen porque todas esas cosas podrían adelantar el límite de mi tiempo. Y seamos sinceros, nadie quiere comprometerse con alguien destinado a morir… por eso no puedo estar contigo – el rostro de Reita no denotaba emoción alguna, estaba tan serio que podría pensar que había caído en coma. De alguna forma, cuando comencé a hablar albergue en mi mente y corazón la posibilidad de que no le importase, de que me dijera que nada importaba más que yo... una parte de mi esperaba una respuesta, pero él no tenía planeado dármela. Un desgarrón en mi corazón hizo que sintiera la necesidad de llevar una mano a mi pecho, pero puse toda mi voluntad en no hacerlo, el aire que respiraba entraba en mi como cemento, pesaba… costaba respirar, me costaba ver, me costaba dejar mi entorno quieto, era mi limite. Esboce una amarga sonrisa – eso pensé… Adiós Reita. – Dije para comenzar a caminar a paso rápido fuera del instituto. Hurgaba desesperado mis bolsillos y mi bolso pero no hallaba las pastillas que saciarían la desesperación que tenía en aquel instante, me senté en la acera y lleve dos dedos a mi muñeca contando las pulsaciones por minutos… eran tantas que no podía percibirlas, como pude mire a mis alrededores, unas cuadras más y podría llegar al centro médico en el cual me atendía… llegar a mi casa en ese momento seria suicida.   

 

-          ¿¡en que rayos estabas pensando Takanori!? – me grito una vez que había conseguido estabilizarme – me hallaba recostado en la camilla con la vista fija en el techo

-          Ya estaba muy mal cuando decidí venir aquí… no habría podido llegar a casa – susurre

-          ¿Qué sucedió? – pregunto sentándose a un lado de mi - debe haber sido algo muy fuerte, ¿tuviste problemas con él? – asentí levemente - ¿Qué problema?

-          Más que un problema con él, es conmigo mismo – dije sentándome en la camilla abrazando fuertemente mis piernas - … Por primera vez siento que no estoy preparado para morir… - dije acumulando gruesas gotas de agua en mis ojos. Byo giro su vista a mi sorprendido y triste. – Por primera vez siento que estoy afrontando la realidad de mi destino… -dije dejando salir algunas lágrimas y un sollozo

-          Nunca habías mencionado nada de esto Taka… - susurro un tanto perturbado por mis confesiones.

-          Es que nunca antes lo había pensado siquiera… - conteste soltando las lágrimas que por tantos años guarde – mientras más me enamoro de él, más débil soy Byo-sensei  - hable con la voz quebraza mordiendo mi labio inferior intentando reprimir un sollozo

-          Dios santo Taka – dijo con un nudo en la garganta envolviéndome entre su brazos como consuelo. Me aferre fuertemente a su agarre escondiendo mi cabeza en su pecho.

-          ¡Quiero vivir, sensei! – solté en un alarido dejando todo intento por reprimir mi llanto. ¡Quería llorar, necesitaba llorar! – no quiero morir Byo… - dije en un grito desesperado aferrándome aún más a su cuerpo queme ceñía torpemente debido a que se concentraba en no echar a llorar conmigo.

-          Nadie quiere morir Taka… - dijo abrazándome aún más fuerte – ni siquiera las personas que desean ir al cielo quieren morir para ir ahí

-          Déjame vivir Byo-sensei… necesito vivir para él   

 

Notas finales:

Acabo de leer como quedo y me dio peeenaa T_T


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