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Tiñendo de Amor y Sangre por AvengerWalker

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Notas del capitulo:

El capitulo final :3

Defteros entrecerró furioso los ojos; su jefe tenía razón. Saga había ido a buscar algún sobreviviente del avión y no había regresado solo al parecer. Se suponía que debía quitarle información y se acostaba con él. Iba a tener que llevar esas noticias a su superior. Era peligroso que su hermano se involucre con un prusiano. Sus planes de ataque se veían amenazados por esa relación, la cual habría que destruír de alguna manera. Si no le hubiesen dicho que Saga fue a buscar algún sobreviviente, no hubiese creído que aquel joven fuese prusiano, alemán o quién sabe qué más. Parecía de algún país nórdico. Se ajustó los guantes y rebuscó por la casa silenciosamente. Había sido un truco muy inteligente el fingir que se había retirado. Se acercó al tacho de basura y comenzó a hurgar. Sin esperarlo, encontró un gran trozo de tela. Tironeó y extrajo con algo de dificultad una bandera. Era blanca y con dos líneas negras. El dibujo estaba arañado y el resto bastante descocido y sucio… Había algunas manchas de sangre alrededor del centro y algunos huecos en los bordes. Parecía chamuscada y casi no se notaba el color… pero era la bandera de Prusia.

Caminó lentamente hasta la puerta, la cual abrió y cerró con tanto cuidado que los amantes no la oyeron.

Media hora luego, Defteros se encontraba frente a su superior, el cual tenía los puños apretados y el ceño profundamente fruncido. ¿Cómo había podido Saga traicionarle de tal forma? Luego de que el le hubiese enseñado de todo, lo hubiese cuidado y le hubiese dado todo lo necesario en los momentos en que su padre no podía…

Pero no iba a permitir que la cosa llegase más lejos.

Estuvo a punto de enviar a Defteros a buscar a la hermosa y revolcona pareja, cuando ingresó Camus agitado en la estancia. Llevaba unos cuantos papeles en las manos y el cuerpo le temblaba de la rabia. Sus pupilas estaban dilatadas…

-    ¡Señor! ¡Recibimos un informe acerca de unos extranjeros muy extraños que acaban de llegar al pueblo de aquí a 120 kilómetros! –revisó las hojas y las colocó respetuosamente sobre la mesa- ¡Al parecer traen ropas muy extrañas para ser rusos, y algunos dijeron que pagaron a un posadero con medallas robadas a prusianos! ¡Quizás ellos hayan encontrado a los sobrevivientes del avión y sepan donde podemos encontrarlo, o es probable que ellos mismos lo sean!

Las declaración bombardeó a ambos militares con tal fuerza que se quedaron sin ideas por unos minutos. Sin duda, aquello tendría que quedar grabado en la historia, pensó Defteros. Tantos acontecimientos en tan solo un solo día no podía ser más que cosa del destino… que parecía servirles las cosas en bandeja. Pero todo se iba complicando cada vez más. Si hacían un paso en falso, aquellos personajes podrían escapar, y si iba en su búsqueda, Saga podría descubrir el plan ruso y enviaría a Mu de regreso a Prusia. Chasqueó los labios y miró a su jefe, el cual tenía las cejas levantadas y la mirada perdida en algún punto de la pared.

El francés que yacía parado delante de ellos no se animó a carraspear. Conocía bastante bien la poca paciencia que Defteros y el mayor se traían… era razón suficiente para no entrometerse en sus pensamientos. Tomó las hojas nuevamente y comenzó a revisarlas, concentrado y esperando no haberse salteado nada por alto. Pero entonces… encontró aquello que le faltaba. Aquello que sabía que se había olvidado de mencionar, pero que podía significar mucho.

-    Uno de los jóvenes estaba herido y fue llevado a una clínica.

El dúo compartió una mirada… el jefe hizo un movimiento de cabeza.

-    Camus. Por haber brindado la muy necesaria información, irás a encargarte de ese grupo… Tienen que ser los del avión, tanta casualidad es inexistente. Ropa extraña, tenían monedas extranjeras pero de alguno de esos países germanos y un hombre herido… no pueden ser otros que ellos. Ve tú y asegúrate de que son ellos. Si llegamos a tener razón, mátalos a todos, no dejes ninguno vivo… no podemos permitir que tales lacras vengan a refugiarse justamente en la boca del lobo – una sonrisa torcida adornó su rostro- Y tú, Defteros. Encárgate de tu hermano. No podemos permitir que tenga ningún lazo con Prusia, Austria, Alemania o cualquier de esos países estúpidos si no es un sentimiento de odio… Mátalo si es necesario, acaba con el… que no te importe que sea tu hermano, esto es muy importante para el desarrollo de nuestro plan. Si todo llega a fracasar por culpa de tu estúpido hermano, sabré que eres tú y te mandaré a matar también, ¿Está claro? –Defteros asintió- Y por supuesto… mata al muchacho del que me hablaste… Rusia no puede verse contaminada por germanos…


~

Cuando Aioria sintió aquella “cosa” cálida posarse con suavidad sobre su boca abrió los ojos. Debía admitir que nunca en sus veinte años había besado a nadie, pero esa persona besaba como un dios. Entreabrió los labios para protestar, pero el español le acalló con un beso más demandante, y una lengua abriéndose paso entre aquellas paredes cálidas.

Las grandes manos morenas comenzaron a quitarle con cuidado la camiseta mientras Aioria gemía escandalosamente.

Tan solo unos momentos después ambos cuerpos se agitaban sudorosos del placer. Ambas manos tironeaban de las sábanas, queriendo expresar aquellos sentimientos que bombardeaban sus corazones. Cuando el acto finalizó, Aioria se dejó caer en la cama aún más cansado que antes. Miró con curiosidad y, porque no, intrigado a su ahora amante.

-    Tenía muchas ganas de hacerte mío – fueron las simples palabras de Shura, pero bastaron para que Aioria se sonrojase.

En la habitación de al lado se podía oir una acalorada discusión. Pudieron reconocer las voces de Shaka y Milo, e instantes después la débil vocecita de Afrodita se unió al coro protestante. Luego de vestirse con in disimulada rapidez corrieron a la habitación contigua. Shaka tenía lágrimas en los ojos y el escorpiano le tomaba de los hombros, agitándole en un movimiento desesperado. Afrodita trataba de tranquilizar los humos de ambos, pero parecía darle la razón a Milo en alguna cosa desconocida.

-    ¿Qué sucede? – el vozarrón de Shura acalló al cuarteto.

-    ¡Vinieron a buscarnos! – gritó Milo.

-    Hey rubio, tranquilo… - pidió Aioria aún más confundido que antes- ¿Qué pasó?

-    Eso pasó, Ria – Milo tomó aire varias veces antes de continuar – Hace apenas minutos estaba afuera y ví que ingresaban vehículos militares… No sé que hacían aquí, pero ¡seguro vienen a buscarnos! Tenemos que irnos de aquí… hay que abandonar Rusia, ¡moriremos si continuamos aquí!

-    ¡No, no podemos irnos! – dijo en cambio Shaka. Todos le miraron sorprendidos. La reacción normal de una persona en peligro sería huir inmediatamente, pero el hindú se negaba rotundamente - ¡Todavía tenemos que encontrar a Mu, no podemos dejarle!

-    Shaka, tienes razón… pero si nos quedamos, moriremos todos – habló Afrodita. Todos se callaron ante tales palabras – Si Mu está vivo, sabrá cuidarse… si está muerto, entonces quizás la esté pasando mejor que nosotros… el ya no tendría que preocuparse de nada, pero nosotros estamos exactamente en el peor lugar en el que podemos estar. Estamos en territorio enemigo, Shaka. No conocemos el lugar, tanto frío nos hace daño y no trajimos ropa para combatirlo… No tenemos lo que se necesita para encontrar a Mu… Ni siquiera sabemos donde cayó… y si lo supiésemos, quizás ni siquiera está ahí… -el sueco apoyó la mano en el dolido rubio- Tenemos que irnos, Shaka.

Todos asintieron. Luego de las duras pero ciertas palabras de Afrodita todos comenzaron a armar sus mochilas. Les pareció innecesario salir por la puerta… y más inteligente aún: salir por la ventana. Como la distancia hasta el suelo eran apenas unos centímetros, lograron escapar por allí sin dificultad. El problema era poder huir de aquel lugar sin ser vistos por los vehículos militares, los cuales ahora que podían ver bien eran bastos. 

Se deslizaron como expertos del camuflaje y corrieron luego como desquiciados hasta que el pueblo quedó atrás… muy atrás…

Al cabo de una hora, caminaban por un desierto compuesto de nieve, blanca nieve. No podían ver nada a metros delante más que nieve, y detrás de ellos el pueblo ya se había perdido por completo. Las fuerzas les habían abandonado por completo, pero el solo hecho de saber que morirían si no avanzaban les daban nuevas y renovadas fuerzas aunque fuesen pocas. Shaka había logrado tranquilizarse, pero no dejaba de sollozar. No soportaba el hecho de haber dejado atrás a su compañero pelilila. Este era su mejor amigo y, porqué no, varias veces se sintió atraído hacia el. Sintió que le traicionaba al dejarle atrás, pero al fin y al cabo el peliceleste Afrodita tenía razón… ¿cómo podían encontrar a Mu cuando no sabían si estaba vivo ni mucho menos dónde había caído? Miró a su izquierda y vió el rostro palidísimo y triste de Aioria. Podía jurar que hacía varios minutos antes estaba sonriente y tenía color en la cara… no obstante ahora parecía un muerto viviente. Como respuesta a su pensamiento, el leo se desplomó sobre la alfombra blanca. Asustadísimo, Shura se acercó y alzó sin esfuerzo alguno el cuerpo de su amante.

Se quedaron todos algo conmocionados y temerosos, pero se relajaron al ver que Shura también lo hacía; Aioria se había desmayado del cansancio.

~

Camus bajó del vehículo que le había llevado a tal lugar y miró las varias pero pequeñas casitas que había. Podía recordar a la perfección el nombre de la posada en donde esas extrañas personas se habían quedado a pasar el día. Estuvo buscándola por un tiempo, ya que pese a haber vivido bastantes años en Rusia, no conocía casi nada… y muchísimo menos de un pueblo tan pequeño como ese. La persona que atendía la posada se mostró extrañamente muy pero muy simpático con el y le mostró las medallas dócilmente. Camus sonrió, pero inmediatamente borró la sonrisa. Miró al posadero.

-    ¿Dónde están esas personas?

El aludido solo ladeó la cabeza y buscó la copia de las llaves para ingresar a donde se alojaban. Tendió las llaves al francés, quien de muy mala gana las tomó. El bien vestido hombre caminó con aparente tranquilidad, aunque el corazón le saltaba de la emoción… ¿Realmente serían alemanes o lo que fuere y los atraparía con las manos en la masa? ¿Se iría todo al carajo y sería solamente bandidos que habían tenido suerte? Esperaba que el descubrimiento detrás de aquella puerta fuese importante y revelador.

Introdujo la herramienta de metal y quitó seguro a la puerta. Jaló del pomo y empujó… 

Tenía que ser un chiste.

Su paciencia se fue al carajo al ver el lugar vacío. Y no sólo eso, las camas estaban hechas como si nadie se hubiese recostado en ellas. Todo estaba como se suponía que una posada sin ser usada debía estar. El baño estaba impecable y en el cesto de basura no habían arrojado ningún papel. El lavabo no estaba mojado y el jabón de la bañera estaba seco… señal de que nadie había estado allí. Abrió la puerta de la habitación contigua, llevándose la misma desilusión. ¡Allí no había nadie ni mucho menos había habido alguien!

Miró por si las dudas debajo de la cama, por los alrededores… pero nada.

Simplemente, se habían esfumado.

~

Cuando Saga quiso darse cuenta, se encontraba entre la espada y la pared… literalmente. Defteros sostenía en sus manos un arma, y lo hacía con tanta seguridad y seriedad que estaba seguro de que iba a matarlo sin dudarlo si hacía el más mínimo movimiento.

A su lado, Mu temblaba como una hojita al viento. No sabía si por nervios, bronca, ira o miedo ante el hecho de saber que pronto iba a ser asesinado a manos del hermano de su amante. El gemelo mayor sonrió a su amante y le tomó de la mano. Defteros frunció el ceño.

-    Vístanse y vamos afuera… -no obstante pareció arrepentirse al segundo-. No, mejor no… Van a morir dentro de poco…. ¡para qué van a llevar ropa! – y rió ante su ocurrencia.

Así, desnudos y sin ropa interior, salieron al exterior, donde sintieron la fría Rusia quemarles la sangre. Mu gimió de dolor al apoyar los pies desnudos en la nieve, pero tuvo que soportarlo. Saga no lo sufrió tanto. Varias veces había tenido que caminar descalzo sobre la nieve… pero ver sufrir a su carnero era lo que más daño le hacía.

Mientras Shura cargaba a Aioria y corría, Shaka, Milo y Afrodita apuraban los pasos. Varios disparos a detrás de ellos se habían comenzado a oír.

Camus había descubierto mediante ciertos testigos que habían huido del pueblo hacia el sur, y había organizado todo de tal manera que el operativo estuvo listo en tan solo 10 minutos. La fuerza y rapidez con la que se movían los fugitivos no podía compararse a la velocidad con la que aquellos motores se deslizaban… Estaban hechos exactamente para eso: atrapar y matar.

Sin pudor alguno, el francés dio la orden de inmovilizar a los cinco sujetos. La orden rápidamente fue deshecha: Camus quería divertirse. Dejó que los soltasen mientras estos intentaban escapar despavoridamente. Quitó el seguro de su arma y disparó al que más lento corría, un jovencito de cabellos celestes. El impacto le dio de lleno en la nuca y produjo la muerte inmediata. Un muchacho de rizos rubios se detuvo a ayudar a su compañero, pero las lágrimas surcaron su rostro al notarlo muerto. Fue la segunda víctima de aquella arma francesa. Al cabo de unos minutos, los cinco cuerpos yacían contra la nieve, desangrándose y sufriendo, aún después de la muerte, del frío avasallante de Rusia…

Sabiendo que inevitablemente iban a morir, Saga miró con profundidad a Mu. En el se evidenciaban cientos de sentimientos… el amor primero y la culpa después. Amor por todo el cariño que sentía hacia ese muchacho que tan solo hacía unas horas había conocido… aquella persona que en tan solo minutos se había ganado su corazón. Perdón porque, por su culpa, ambos iban a morir injustamente. Mu le sonrió despreocupado. Desde un principio había estado listo para morir… solo se arrepentía de no poder disfrutar de una vida completa al lado del amor de su vida… pero para eso estaba la muerte, ¿no? Un descanso profundo junto al amor de su vida… y sabía que aún después de la muerte le amaría.

El silencio fue interrumpido por una pequeña explosión… Ambos cayeron al suelo tomados de la mano. Por el rostro de Mu surcaba una dulce sonrisa y la expresión de Saga era de profunda tranquilidad.

Notas finales:

En fin.. disfruté escribiendo este fanfic, aunque termina con un final tristísimo XDD y es k iba a ser demasiado wtf que haya una guerra y curiosamente sobrevivan todos ewe así que decidí matarlos D: que sería lo que más se espera de una guerra [?]

En fin quedé bastante conforme con este fic xD espero les haya gustado

 

Aven~


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