- Kai… nos dio el día libre, de ser lo contrario se sorprendería de verme despierto.
Takao no lograba entender como era posible que hubiera soñado tal cosa, simplemente no lo podía entender. Algo simplemente lo ponía nervioso, no lograba entenderlo del todo. Takao tenía dudas, demasiadas, por un lado pensaba que el tango era aburrido, sin embargo… parecía lo contrario y es que la verdad algo había sentido… algo en aquel baile que simplemente no se lo pudo explicar.
Se levantó de la cama, mirando por la ventana, recargando su mano en la misma.
Ahora se encontraba frente aquel lugar, levantando su mano temblorosa, dudando de si entrar o no. No entendía nada ni por que sus pasos lo llevaron hasta ahí.
- “¿Pero… por qué estoy aquí? Se supone que no me gusta el tango, para mi solo existe el beyblade.”
Su brazo permanecía extendido y su mente seguía dudando. Sin embargo, la puerta se abrió y ahí en frente del peliazul, se encontraba aquel hombre de mirada gélida.
- ¿Tú?
Enarcó una ceja mientras no quitaba la vista de encima. Takao se comenzaba a incomodar por aquella mirada sobre su persona.
- ¿Qué haces aquí?
- Yo… eh…
- ¿Viniste a bailar?
- Eh? No… no me gusta el tango, para mi solo existe el beyblade.
- Ah… ya veo… entonces… ¿Por qué estás aquí?
- Eh…
Ante eso no supo que decir, se había quedado sin palabras. Aquel sujeto no le quitaba la vista de encima y sonrojado, agachó su cabeza y reflexionando un poco, al fin confesó.
- Bien, si… la verdad… lo he pensado y yo…
- Si?
- Que si, tiene razón, estoy aquí por esa razón… quiero bailar.
Al decir lo último levantó su cabeza y miro de frente a los ojos oscuros del instructor. El azabache lo miró y vio en aquellos ojos la pasión del baile, entonces sonrió, una sonrisa prepotente y dijo al fin.
- Bien, entonces pasa.
- He… si, gracias.
Al estar adentro el apuesto maestro le dijo.
- Escucha, si en verdad deseas bailar te diré que no es barato, las clases son algo caras y dudo que puedas costearlo.
Takao reflexionó sobre eso y era verdad, nunca podría pagar las clases ni aún cuando tuviera un trabajo…
- Pero…
Takao levantó la vista al escuchar al instructor y entonces espero a que terminara la frase.
- Te propongo un trato.
- ¿Un trato?
- Así es.
Takao no sabía que pensar. Entonces sintió su mano aprisionada por la pálida del pelinegro y lo condujo a una habitación al fondo, cerrando la puerta. Entonces el peliazul se sonrojo y retrocedió con algo de temor.
- No seas desconfiado, si te he traído aquí no es con el propósito que tu crees.
- ¿Entonces?
Pregunto todavía desconfiado. El pálido hombre se acercó hasta el y le dijo en voz baja.
- Lo que te propongo es que no te cobrare las clases solo con una condición.
- ¿Cuál condición?
Estaba nervioso y algo aterrado, no sabia cual podría ser aquello que le pediría.
- La condición es que todos los días vendrás exactamente a las 6:00, sin retrasos y deberás poner esfuerzo en cada clase, si en verdad deseas tomar esto en serio, no te negaras a lo que te diga. Esto requerirá de que tomes una gran decisión y conllevará también sacrificios… te daré tiempo a pensar, mañana… a las 6:00, si apareces significas que aceptas estas condiciones, y si por el contrario, no apareces, comprenderé que no deseas tomar las condiciones, pero te diré una cosa, esta será la única vez que te de esta oferta, si decides volver ya no será gratis, entendido?
Takao pensó un instante y entonces dio su afirmativa para decir que lo había entendido. Regresó a su casa y esa noche no pudo dormir. Veía la ventana constantemente, pensando en la oferta, por un lado sabía que era lo que deseaba y le convenía en más de un sentido sin embargo, el beyblade… eso requeriría un sacrificio, no podría dar el 100%.
- Quizás… es esto… a lo que se refería con los sacrificios…
Se recostó en su cama y miró el folleto del salón de baile y en verdad, el costo de la clase era muy alto para su presupuesto…
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