°-°-° ¿De qué me sirve la vida?” °-°-°
Capitulo II.
Las estrellas eran las únicas testigos de cuanto aquella proposición le había hecho estragos, de cuanto le había movido el tapete el volver a ver a su estrella favorita. Pero simplemente no podía acceder a aquella petición.
-Zoro, debemos bajar del auto, nos esperan en el estudio-anuncio Nami, la única chica que a pesar de todo estuvo dispuesta a confiar en él y no en su hermana.
-¿Por qué aceptaste el trabajo?-pregunto con fastidio Zoro, que se colocaba unos lentes grandes y obscuros.
-pagarían una fortuna-confeso Nami con las manos en forma de súplica y sus ojos convertido en signo de dinero.
-lo sabía…-hablo Zoro con una gotita en la cabeza.
-pero te ara más famoso posar junto al grupo “De Beaux Dieux*”, tu fama crecerá y no se diga de tu dinero-volvió a hablar la representante imaginando los millones que Zoro le aria ganar.
Miro a través de la ventanilla del auto, en la entrada de la disquera de ese famoso grupo, había una bola de chacas y chicos esperando seguramente la salida de alguno de sus ídolos. Aun así, sabia apenas saliera el, esas chicas se le amontonarían, no entendía como es que persistían aun a esas horas de la noche.
*-*-*
-Tamaki-san es un gran modelo, el será una de nuestros modelos para este nuevo álbum, aunque en realidad, esta es más una estrategia de la empresa, tenemos a dos grandes personajes juveniles-hablaba Iceburg, el dueño y fundador de “alas de ángeles”, (nombre de la empresa)
-aun así Iceburg-san, no creo que el grupo esté preparado para trabajar con Tamaki-san-defendía Ace, quien sabía que sería un problema para algunos integrantes del grupo.
-creo que si a un no “están listos”, tampoco lo están para subir a las grandes ligas-el jefe se levantó del sofá, dirigiéndose a la salida-Tamaki-san los estará esperando en el estudio, su representante ha aceptado la oferta-hablo antes de marcharse.
Todos se quedaron en silencio, mientras que miraban discretamente a Mihawk, que miraba a través de los cristales de la oficina, a “Tamaki” que era rodeado por las chicas “fans” de SU grupo, no del mode-lucho de “Tamaki”.
Y sin querer, recordó un poco de como aquel peli-verde lo había atraído.
Recordaba claramente que fue una tarde de invierno, en un parque, él se encontraba sentado en aquel hermoso parque, contemplando el atardecer, de pronto la voz que jamás había escuchado sonó como una hermosa melodía, pero la historia que esta contaba, no era del todo alentadora…
“¿Que debería hacer? solo te miro.
A un no puedo decirte un pequeño hola.
Te aferras a mis manos frías.
Pero ahora tengo que despedirte…
Volvió su vista hacia su espalda, escuchando el rechinar de las cadenas de un columpio, solo podía escuchar entre esas hermosas palabras, hipos y suspiros, quizá… solo quizá podría seguir escuchando aquella melodía sin remordimientos, ya que esa voz no solo transmitía libremente lo que decía, no… también había removido su corazón escuchar la tristeza del cantante.
“… ¿Que debería hacer? tú vas más lejos,
Mi corazón se llena con tantas lágrimas.
Incluso aunque intente lo mejor de mí para ocultarlo, no puedo.
Este corazón no entiende, ¿qué debería hacer?...”
Tenía que conocer a la persona dueña de aquella voz, aquella voz que pudiera acompañarlo en el escenario, por fin había encontrado la voz que pudiera complementar la suya.
Se levantó y camino con sigilo hacia la parte de los juegos del parque, entonces el destello de la luz lunar revelo algunos cabellos verdosos, una espalda saltando por los suspiros y cristalinas gotas cayendo en dirección al pasto.
-que desperdicio…-susurro cuando vio que aquellas gotas caían del rostro más hermoso jamás esculpido.
Pero su surero no fue tan audible para detener al hermoso joven que comenzó a mecerse con un poco más de fuerza, levantando por primera vez su rostro revelando el color de sus hermosos iris.
“…No olvides los recuerdos que nos gustaban.
Incluso si encuentras a otra persona que te haga sonreír.
Incluso la dolorosa despedida, me alegro que hayas sido tú.
Reuniendo todas mis tristes lagrimas... adiós…”
-¿estás bien?-pregunto, ya que su llanto se había hecho más fuerte y a simple vista sufrible.
-me han… me han dejado- susurro aquel joven, que dio un salto desde el columpio, cayendo de pie al pasto, fue cuando Mihawk, se dio cuenta…
Aquel peli verde, llevaba un pantalón pesquero blanco y ligero, junto a una playera de botones totalmente desabrocha, blanca… pero lo más sorprendente era que sonreía aun llorando de aquella manera.
-te resfriaras-Mihawk desvió la vista de aquel ser divino, ya que solo le faltaban las alas para ser un ángel, porque la sonrisa encantadora que le dedico, simplemente lo elevo al cielo.
“…No había nada que no hubiera hecho por ti.
Lamentablemente, solo quedan lágrimas.
La persona que abarco mi corazón que cambio
Ahora tengo que despedirte ¿qué debo hacer?...”
Y justo, ahí el chico perdió todas sus fuerzas, Mihawk solo fue consciente de ello cuando observo al pequeño entre sus brazos ¿Cuándo había corrido para evitar su caída? ¿Cuándo había sujetado tan delicadamente a una persona?...
-cuando me robo el corazón su voz…-susurro antes de levantar al chico y cargarlo hasta su auto.
*-*-*
-Zoro-llamo Nami antes de entrar a la oficina donde los esperaban –si no quieres, puedo cancelar el trabajo.
-no quiero huir como antes-hablo con firmeza Zoro, tomando el pomo de la puerta y girándolo, abriendo lentamente la puerta.
*-*-*
-ahh… Ace-san, no… mmm-la vocecita se escuchaba excitada y con eco.
-Luffy… ah…no puedo evitarlo- el pelinegro mayor besaba el cuello de SU amado, sin importar el lugar donde estuvieran.
-demo… Ace-niisan, el… mmm, el baño…-no puedo seguir, ya que Ace lo cayo con un beso.
Sus encuentros no podían ser como Ace lo deseaba, públicos, pues a la vista de cualquiera eso estaría mal. Aun así, no podía evitar raptarse al chibi, besarlo y marcarlo como suyo.
El grupo sabia o sospechaba de su relación, y prefería que fuera así, pues no lo cuestionaban cuando salía con Luffy o lo llevaba a su “oficina” pero eso comenzaba a cansarle además…
-Ace… no…-la vocecita de Luffy comenzó a destruirse y escucharse nerviosa- no… quiero…
Fue cuando Ace se detuvo, se dio cuenta que habia metido una mano debajo de la polera de su ototo, acariciando su vientre, siempre terminaban así, el más que deseoso de pasar a otro nivel en su “relación” y Luffy…. Luffy siempre espantado y triste.
-será mejor que bayas con los demás- anuncio Ace suspirando y acomodando las ropas del menor.
-Ace-llamo serio Luffy, aun con los ojos acuosos-lo siento… yo…
-no es tu culpa Luffy, te esperare-anuncio Ace revolviéndole cariñosamente el cabello y saliendo del cubículo del baño.
-no… no te despediste-susurro Luffy, derramando ahora sin aguantar sus lágrimas.
Con su mano izquierda apretó su plora, mientras se resbalaba por la pared del cubículo, llevando sus piernas al pecho, recargando su frente en sus rodillas y dejo caer sus lágrimas con más añico.
-"que pocos vales Monkey D. Luffy, ni siquiera le puedes entregar al ser amado por primera vez tu cuerpo, eres tan patético"-se decía mentalmente Luffy, con miles de gotitas que lloraban por su verdad.
*-*-*
-¿Dónde está Luffy?-pregunto de pronto Sanji, mirando alrededor de la habitación.
Pero el rechinar de la puerta abrirse hizo que las miradas se posaran en el que entraba en ese momento, ni más ni menor que el famoso modelo era quien les dirigía una mirada analizadora.
Zoro a un se mantenía en el marco de la puerta, con su mano izquierda sobre el pomo, observo la habitación, y miro a cada chico ahí presente.
-<>-Zoro miro atentamente aquella mirada afilada, pues aun recordaba que esa mirada fue la última que el canta autor le dedico cuando todo se derrumbó.
-nos volvemos a ver Zoro-la voz de Mihawk se escuchó fría y serena. Mientras todos se sorprendían.
-mi nombre no es Zoro, Tamaki, Tamaki King-hablo con determinación el peli verde.
En esos momentos, los sentimientos se desataban dentro de cada uno, pues era verdad que no habían terminado en buenos términos… y ahora se miraban a la cara con los disfraces que poco a poco el tiempo les fue construyendo, ahora ya no se identificaban como los amantes que eran, ahora de eso solo quedaba el rencor, odio y sabiéndolo muy bien, un amor infinito que ninguno de los dos admitiría.
Pero el problema ahora estaba en Zoro, pues había visto la falta de presencia de su hermana, lo que indicaba que cada vez contaba con menos tiempo para dar una respuesta certera a Sara.