Capítulo 1
Comienzo
Daniel alzó la vista y enfocó la mirada en los muchos edificios de apartamentos que lo rodeaban. No tenía ni la menor idea de donde estaba y las indicaciones que llevaba sobre un papel tampoco eran demasiado claras.
Miró el reloj y vio que ya eran las diez de la noche. Hoy había sido un día demasiado largo y sólo quería dormir. Se levantó a las siete de la mañana, gracias a la azafata del avión que lo sacudió y le indicó que ya habían llegado.
Cuando bajó del avión, su cuerpo temblaba mezcla de nervios y excitación y lo primero que hizo fue salir del aeropuerto sólo para comprobar que estaba allí de verdad. Liverpool se extendía delante de sus ojos. Comió en el restaurante que había en el aeropuerto y tomó un taxi rumbo al estadio de Liverpool. Cuando llegÓ aun no habían abierto y se quedó sentado en una vereda, esperando.
En ese momento no podía ni siquiera pensar en la cuidad. Mantenía los ojos clavados en la puerta y sólo se movió cuando abrieron.
Un rato más tarde estaba parado en los límites del campo con un par de chicos que parecían tener su misma edad. Uno de ellos era el delantero estrella de la sub 17, William Garden, un tipo de 1.80 y cabello rubio corto, lo conocía porque habían múltiples noticias de él. Este año sería promovido al primer equipo. Al otro, un chico delgado y de cabello negro, igual que el suyo, no lo conocía.
-¿Vienen a hacer pruebas?- pregunto William. Se había sentado y los miraba desde abajo- ¿O ya los contrataron?
-Yo tengo que pasar el examen físico primero- dijo el otro, imitando a William, ambos miraron a Daniel, esperando su respuesta.
-Ya estoy contratado- contestó. Los imitó también y de repente William le dio un golpe amistoso en el brazo.
-¡Ya recuerdo! ¿Eres el sudamericano, verdad?
Daniel asintió.
-¿De dónde eres tú?- preguntó Daniel.
-¿No lo sabes? Es de las menores de Newcastle. ¿No has revisado las nuevas adquisiciones del equipo?- William señaló a Daniel y prosiguió- Te llamas Daniel Ibáñez, tienes diecinueve, eres de Uruguay y jugaste en Argentina antes de venir aquí. Y tú- señalo al otro chico- Te llamas Jhon Turner, tienes diecisiete. Te contrataron porque el entrenador te vio jugar y le gustó.
Daniel regresó a la realidad y se arrepintió de no haber aceptado la propuesta de William de acompañarlo. Después de salir del entrenamiento se había ido de paseo por la ciudad y había perdido la noción del tiempo.
Volvió a elevar la vista para ver los nombres de las calles y no se dio cuenta cuando del chico que venía en dirección contraria hasta que chocó con él.
-Hey, lo siento- dijo mientras le tendía la mano para ayudarlo a levantarse.
Lo observó mientras el chico se sacudía el polvo de sus pantalones. Tenía el cabello largo, en mechones desiguales que caían por su espalda, de color castaño dorado, vestía una gabardina negra que le llegaba hasta las rodillas y tenia múltiples piercings en las orejas. El más grande era una cruz que colgaba de su oreja izquierda.
-Deberías ver al frente cuando camines- dijo.
-Sí, lo sé.
-¿No eres de aquí, cierto?- preguntó- Se nota por tu acento.
-No, acabo de llegar. La verdad es que estoy perdido.
-¿Adonde quieres llegar?
Daniel le alcanzó el papel con la dirección y el chico le indicó que lo siguiera. Llegaron en unos quince minutos a un edificio de apartamentos que parecía un poco venido a menos. El chico se quedó apoyado en la pared mientras Daniel hablaba con el portero, que le dio las llaves del apartamento 18. El chico siguió a Daniel hasta que éste estuvo frente a la puerta de su apartamento.
-Gracias por todo- dijo Daniel y estiró la mano. El muchacho se la estrechó- Soy Daniel.
-Sig- dijo el chico- Pleased to meet you.
-¿Sig? Ese es un nombre algo extraño.
Sig soltó una risa entre dientes.
-En realidad es un apodo. Sólo por curiosidad, ¿De dónde eres?
-Uruguay- contestó Daniel- En Sudamérica- agregó, por si no conocía el nombre.
-Sudamérica- susurró Sig- Ese es un continente que me gustaría conocer.
-¿Ah, sí?- preguntó Daniel sin saber muy bien que mas decir.
-¡Por supuesto! En realidad planeo ir allí en unos tres años más o menos. Allí y adonde sea después de eso. Recorreré el mundo. ¿Qué has venido a hacer en Inglaterra? ¿Estudias?
-En realidad a trabajar. Estudiaré sólo si tengo tiempo.
-¿Y qué tipo de trabajo?
-El mejor del mundo- contestó Daniel, sonriendo.
-¿El mejor del mundo? ¿Eres guía turístico? ¿O trabajas en uno de esos programas que recorren restaurantes?
-No, nada de eso. En realidad…
El sonido de una canción de rock de los ochenta interrumpió a Daniel. Sig sacó el celular del bolsillo de su gabardina y contestó.
-Dime. Bien. Bien. Lo único bueno de que llames es el timbre que escogiste para ti- se volvió a reír entre dientes y colgó.
-Tengo que irme. Adiós.
Se despidió con un gesto de la mano y se alejó por el pasillo. Daniel se preguntó si no había sido muy descortés por conversar en la puerta del apartamento. Se quito la idea de la cabeza muy rápidamente y abrió la puerta.
El apartamento era pequeño, pero a Daniel le venía bien. Sus maletas habían sido enviadas allí desde antes y estaban amontonadas en el suelo. Daniel decidió que las arreglaría mas tarde y se sentó en el sofá de la sala, mientras el entusiasmo del entrenamiento volvía a su cuerpo. Decidió que lo mejor sería dormir.
-Es un viejo cascarrabias- dijo William, mirando al entrenador- Lo vi algunas veces y es muy estricto, pero por lo menos no es detestable.
Daniel enfocó la mirada en el tipo que conversaba con los miembros del equipo en ese momento. El entrenador se acercó a ellos y los miró por un momento. Les dio la bienvenida al club y ordenó que entrenaran con el resto.
Cuando el entrenamiento terminó, Daniel estaba más cansado de lo que recordaba, pero igual de feliz. Comparado con sus nuevos compañeros le faltaba mucho, pero no había viajado para rendirse. Jhon y William se le acercaron mientras se cambiaba de camiseta.
-¿Cuánto tiempo crees que pase antes de estar en el equipo titular?- preguntó William.
-Primero mejora tu físico- le contestó alguien más mientras le daba un golpe en la cabeza.
Daniel lo reconoció al instante. Era Charlie, el número nueve del equipo, había terminado la temporada pasada en el tercer lugar en la tabla de goleadores.
-Si le pegas demasiado lo volverás tonto- agregó a su vez el que llevaba la camiseta quince, James. Era defensa.
Jhon los miraba medio sonriendo. Considerando la edad que tenía, parecía bastante maduro. A Daniel le estaba costando no pedirles un autógrafo.
-La prensa dice que le parece raro que solo hayan tres nuevos en el equipo y que el boss no haya hecho otras contrataciones- dijo James de pronto.
-Eso es porque el equipo está bien armado- dijo Charlie- Además sólo se fueron dos del club.
Daniel despertó de sus recuerdos por el sonido de su celular. Leyó el mensaje y sonrió. Decía una sola palabra, “esfuérzate” en mayúsculas. Daniel cerró los ojos y durmió en seguida.