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Xalih... por Mirelle

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Notas del capitulo:

¡¡Feliz cumpleaños, sasuke!! >w<

Capitulo 2: Devastación.

 

 

 

-Señor Sasuke… - susurró uno de los sirvientes con temor. A él justamente le habían encargado informarme a mí, al señorito, de que tenía que hablar para la gente del pueblo y tranquilizarles por la sequía que últimamente sufría el pueblo.

 

 

 

-Señor Uchiha, si no le importa… - rugí fríamente con prepotencia. El hombre sudó más, asustado, sacándome una sonrisa de suficiencia.

 

 

 

-Señor Uchiha. – repitió a punto de salir huyendo. – Usted debe de hablar con el pueblo para que…

 

 

 

-¿¡Con el pueblo?! – repetí colérico. – ¡¡Sólo me dirigiría a ellos si estuviese a punto de morir, y ni aún así!! ¡¡No pienso dedicarles palabras a unas ratas que no trabajan lo suficiente como para pagar lo que deben!! – el sirviente se secó el sudor con un pañuelo y formó una mueca.

 

 

 

-Lo comprendo, señor, pero es que…

 

 

 

-Como vuelvas a hablar sin mi permiso pido que te corten las manos. – gruñí mientras me levantaba y ordenaba que se lo llevasen.

 

 

 

Supongo que ahora comprenderéis mejor el tipo de actitud que tenía. Y eso no era lo único. Eso sólo era una mínima parte de la falta de respeto que le tenía a la gente y al mundo entero. En ese entonces, debía de tener unos doce años. Me encontraba irritado por la conversación con ese hombre, así que me enderecé y fui hacia otro sirviente, el chófer.

 

 

 

-Quiero ir a dar una vuelta. – dije. El hombre me miró con temor.

 

 

 

-Las órdenes del rey me impiden que salga usted del castillo, señor Uchiha. – gruñí por la orden que me había sido negada y le aparté de un golpe, saliendo de la instancia. Quería pasear.

 

 

 

Con mis nobles andares salí de la ciudad. No me apetecía estar en medio de la muchedumbre de ratas enfermas que había en la ciudad. Llegué al campo y vislumbré la ciudad desde lo alto. Era asquerosa. Cada piedra de cada casa de la ciudad me asqueaba profundamente. Si me hubiesen dado un cañón, lo habría disparado sin pensármelo dos veces.

 

 

 

Me giré para sentarme bajo un árbol, pero un leve temblor me asustó. En ese entonces, no tenía sentimientos, y me sentí indiferente al ver como unas columnas de fuego procedentes del cielo rodeaban y destruían Theso. No lloré al ver como la gente salía corriendo quemada con sus hijos en las manos y como morían a medio camino. No me asusté cuando del cielo empezaron a bajar seres con extrañas tecnologías y empezaban a destruirlo todo a su paso. Ni siquiera me sentí mal cuando vi como un grupo de aquellos seres rodeaban al servicio y a los reyes de la ciudad. A mi familia.

 

 

 

Desde mi posición vi como claramente les iban cortando la cabeza uno a uno e iban quemando todo a su paso. La ciudad quedó arrasada y me atrevería a decir que no quedó ningún superviviente. Si quedaba alguien, hubiese muerto de pena. Pero yo no sentía nada, simplemente, bajé de la montaña con la cara seria.

 

 

 

Al llegar a la posición donde estaba antes mi antiguo castillo, me quedé mirando las ruinas de lo que había sido ese gran reino. Fui a los jardines y vi todos los cadáveres que había apreciado desde la montaña. Observé sus ojos negros faltos de luz. De vida.

 

 

 

Seguía avanzando sin pararme para ver a nadie. Llegué donde quería. En medio de la ciudad estaban todos esos seres que habían bajado del cielo con sus extrañas armas. Creo que me decepcioné al ver que eran simples humanos. Estaban riendo y charlando, comentando la tremenda victoria. Al verme, unos me ignoraron, pero la mayoría se giraron para verme curiosos.

 

 

 

-Hola. – dijo un pelirrojo que me pareció el mandamás. Lo dijo con una extraña voz. Como si sintiese tristeza por mí. Y en sus ojos verdes había un poco de agua, pero muy poca. - ¿Eres de aquí? – asentí con la cabeza. – Hemos matado a tus padres, supongo… ¿Nos perdonas? – preguntó mirándome con una sonrisa lobuna.

 

 

 

-No… - me sorprendió ver como las palabras que salían de mis labios se oían débiles y duras. El hombre me miró con una sonrisa, como si ya esperase esa respuesta. – No hay nada que perdonar… - le miré a los ojos con determinación. – Lo hubiese hecho yo mismo dentro de unos años.

 

 

 

Mi respuesta pareció sorprenderle mucho. Me miró como si así detectase mi mentira, pero comprendió que estaba diciendo la verdad. Soltó un bufido.

 

 

 

-¿No notas un dolor aquí? – me preguntó mientras posaba su mano abierta en mi pecho. - ¿No notas una presión que te oprime? ¿No tienes ganas de gritar, de llorar…? – negué con suavidad. No, no notaba nada de todo eso. Simplemente, se me era indiferente.

 

 

 

El pelirrojo pareció ofenderse con mi respuesta.

 

 

 

-¿Cómo te llamas? – preguntó.

 

 

 

-Sasuke.

 

 

 

Abrió los ojos como dos platos para luego volver a su habitual máscara de cinismo.

 

 

 

-Ya veo…  -susurró, para luego acariciarme la cabeza y darse la vuelta para marcharse, enviándome una última mirada reprobatoria. – “El sin alma.” – Eso dijeron un día mis padres. Mi nombre significaba “sin alma” en nuestro idioma, aunque supuse que ya no habría más “mí idioma”. Theso estaba acabada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Reviews???

PD: Todavía pueden votar las parejas que querrán!!! >w<


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