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Solos tú y yo… y los demás por Paz

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Notas del capitulo:

Supongo que ya habéis caído en la cuenta que practicamente casi todos los capítulos tienen lemon. Este no va a ser menos que los demás y serán dos..., Rukawa se muestra muy activo y no perdona ni una sola de las oportunidades que se le presentan. Tal como se presenta su vida diaria necesita un psicologo y solo tiene dieciocho añitos.... o... será esta autora la que necesita psicoanalizarse. Como siempre en la misma línea que imprimo a todos mis fics... dramas.. sexo y también mucho amor.

La letra en cursiva son pensamientos o recuerdos, según cada capítulo iré comentándolo.

Solos tú y yo… y los demás

 

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

 

By Paz

 

Capítulo 14: Algo más que amabilidad

 

 

 

Apretaba los labios con fuerza para no gemir, su respiración agitada resoplando por la nariz, temblaba estremecido por lo que estaba sintiendo, hundía su rostro en la almohada de su futón, porque a escasos centímetros de ellos William dormía.

 

Se sobresaltó cuando a poco de acostarse, empezaba a quedarse dormido, fue espabilado por una mano traviesa en su entrepierna que enviaba vibraciones por todo su cuerpo, quiso hacerle saber el peligro de hacerlo porque no estaban solos, más Kaede como previniendo su intención alzó su bata, dejándole expuesto, su órgano henchido se restregaba entre sus nalgas abriéndolas, consiguiendo que olvidara cualquier intento de hablar, su espalda reposaba en su pecho, sus brazos cubrieron los suyos, entrelazando durante unos minutos sus dedos, su cabeza reposaba junto a la suya, apoyándola en su hombro, su aliento cálido enviaba oleadas de placer, él soplaba suavemente a su oído, luego su lengua comenzó a deslizarse húmeda y cálida por su pabellón auditivo, el mordisco a su lóbulo le provocó una sacudida, tuvo que ahogar su gemido apretando con fuerza los labios. Kaede sabía hasta que extremo le afectaba y siempre conseguía hacerle gritar estremecido.

 

Ninguno de los dos hablaba, uno daba, el otro recibía, era sumamente erótico hacerlo tan cerca de su primo a quien suponía ajeno a su actividad porque dejaba escuchar su reposada respiración por debajo de la agitación que experimentaban sus sentidos.

 

Kaede soltó sus manos, las suyas se deslizaron por sus brazos, alcanzando sus costados y deteniéndose en sus caderas, le dio espacio para moverse, lo hicieron por debajo del kakebuton, adoptando una nueva posición, sus manos le guiaron, no necesitaba más para comprender lo que deseaba, una vez más sintió como le masturbaba, si no fuera porque no podía hacerlo le hubiera pedido que le hiciera más fuerte, que le tomara como solo él sabía que le gustaba. Fuerte y duro.

 

En segundos le tuvo en posición perrito, con la mitad del cuerpo reposando sobre el shikibuton, con las caderas elevadas y sus nalgas abiertas por sus propias manos, bajo la ropa de cama que les cubría por completo, era imposible ver algo, aún así Kaede fue dejando suaves besos y mordiscos en su expuesta entrada para dilatarle, durante los siguientes minutos todo su cuerpo se estremecía como si pretendiera llevarle al límite a base de caricias, al mismo tiempo que le masturbaba.

 

Sus ahogados gemidos contra la makura eran como música en sus oídos, reemplazó su lengua por sus dedos, metiéndolos y sacándolos como si estuviera cogiéndole, Hanamichi temblaba y se sacudía agitado, de vez en cuando un jadeo se dejaba escuchar en el silencio roto por su frenética actividad, Hanamichi creía estar silencioso, sin embargo, no lo lograba por completo.

 

Era imposible que su invitado estuviera dormido, más ese detalle poco importaba a Kaede, él deseaba que estuviera bien despierto, que se excitara escuchándoles y masturbara pensando en ellos. Aunque no le viera, era consciente que Hanamichi acabara fallando estrepitosamente en su deseo de hacer el amor en silencio, él contaba con ese detalle mientras le excitaba y preparaba, le acariciaba y le llevaba al orgasmo solo con la ayuda de sus manos. No le había pedido que se contuviera, por ello, no le extraño cuando su koi se estremeció, su espalda de arqueó y los espasmos de su cuerpo concluyeron cuando eyaculó en su palma, semen que utilizó extendiendo a lo largo de su tronco para facilitar el acceso a su cuerpo, estaba tan abierto, tan dilatado que apenas empujo traspasó sus esfínteres y su pubis dejó escuchar un seco sonido al golpear contra sus nalgas.

 

En un movimiento instintivo, echó su cabeza hacia atrás al sentir los dedos de Kaede sobando sus cabellos, enredando sus dedos entre ellos, su boca se abrió como si pretendiera tomar aire y de su garganta escapó un perturbador sonido cuando su koi le llevo a la cúspide de sus sentidos, las emociones le embargaron de un modo intenso y profundo y su cuerpo se sacudió por el orgasmo que le alcanzó de un modo tan intenso que le dejo desmadejado, sabía que había llegado el momento de Kaede, por ello respiro profundo.

 

Tampoco él se contuvo, le dio fuerte y duro, como siempre le pedía, su invitado tenía que estar sordo para no enterarse de la actividad que sus anfitriones tenían a escasos centímetros de él.

 

Sus bocanadas en busca de aire fueron tan ruidosas que William se sintió obsceno por lo que estaba haciendo bajo la ropa de su extraña cama. Aunque se había cubierto la cabeza para dejar de oírles y se había vuelto de espaldas, era imposible ignorar lo que sucedía a escasos centímetros de donde habían ubicado los dos futones como lo llamaron, él de ellos el doble de tamaño. En ese instante pensó que era preferible que roncaran a enterarse de lo que estaban haciendo.

 

Hanamichi aunque joven terminó extenuado, tres intensos orgasmos en medio de una hora era demasiado incluso para él, dejándose llevar al mundo de los sueños escuchando la jadeante respiración de Kaede que aún continuaba dentro de él, una vez alcanzada la culminación.

 

-Duerme, mi amor… -musitó acariciando suavemente su mejilla que sentía acalorada, enseguida se separó de él y sin un titubeo, se volvió hacia su invitado, apartó el extremo del kakebuton y se metió dentro de su futón, estaba de espaldas, por lo que ni tiempo le dio a reaccionar.

 

Recuerdo de Kaede

 

Mientras William estaba en el aseo, Hanamichi y él desmontaron la cama que compartían y que en ese instante les quitaba espacio, dejando todo apoyado en una de las paredes, en el extremo más alejado, luego extendieron los futones en el piso lo más cerca del ventanal que por ser una noche con una temperatura moderada dejaba pasar una refrescante brisa, por lo que la dejaron abierta, su koi aprobó su decisión con un gesto de asentimiento.

 

Williams al entrar y ver lo que habían hecho se disculpó por ocasionarles tantas molestias. Hanamichi intervino diciendo que eso no era nada para ellos, explicándole que no tenían otro lugar donde acomodarle y que no era ninguna molestia.

 

-Kaede tiene el sueño pesado y yo me duermo enseguida, ni siquiera notaras que estamos aquí porque no roncamos –dijo con una carcajada.

 

Le dejaron solo para que tomara posesión de su futón y ellos salieron para ocupar el aseo. Aprovechó que todos estaban ya acostados para hacerle el amor allí mismo, Hanamichi era como cera moldeable en sus brazos, era tan receptivo que bastaba un beso o una caricia para excitarse y él tocaba aquellos puntos erógenos que le dejaban tembloroso y ansioso de más.

 

Le dio un suave beso en el hombro.

 

-No te demores mucho… -le pidió- Y no hagas ruido, seguramente que ya esta dormido. –le recomendó.

 

Hanamichi asintió.

 

Algunos minutos después le sintió llegar y meterse dentro con cuidado creyéndole a él también dormido. La escasa claridad que entraba por la ventana abierta, le impidió darse cuenta que había acortado la distancia que separaba ambos futones, reduciéndola al mínimo, si se hubiera fijado, habría visto que se podía pasar de un futón a otro, precaución necesaria para llevar a cabo lo que se proponía.

 

Esa noche, como solían decir los occidentales iba a matar dos pájaros de un solo tiro.

 

Apenas Hanamichi se acostó se movió acortando la distancia entre ellos y pasándole el brazo por encima, complacido sintió como se acomodaba en su regazo, tan juntos como dos cucharitas.

 

Cuando escuchó que su respiración se relajaba, le despertó con candentes caricias.

 

Hanamichi se derretía enseguida a su toque.

 

Fin del recuerdo Kaede

 

Al sentir un movimiento a su espalda se volvió con excesiva brusquedad, sus ojos se abrieron con estupor, al sentir como su boca era asaltada y unos brazos fuertes le rodeaban y el peso de un cuerpo le inmovilizaba contra el colchón. Gimió al sentir como se restregaba contra su miembro ya de por si erecto y dolorido, su mano de dedos cálidos se cerraban en torno a él dándole un trato tan intenso que no pudo evitar un jadeo semiahogado por lo que estaba haciendo sentir.

 

-No te reprimas… -susurró junto a su oído- Tenemos toda la noche por delante para nosotros. Voy a joderte en todas las posiciones posibles y quiero oírte gritar y jadear. –Se fijo que miraba hacia su derecha- Por él no te preocupes, me he ocupado de dejarle agotado, pero tú ya lo sabes. 

 

En ningún momento llegó a pensar durante el tiempo que le trato que se atreviera a llegar a ese extremo, estaba visto que los chicos de esa época eran más lanzados que cuando él era un adolescente. Asintió estremecido por lo que sus manos y su boca estaban consiguiendo hacerle sentir. La siguiente invasión de su boca con su lengua, le permitió percibir el sabor acre que no había notado la primera vez debido al inesperado asalto del chico, ahora él mismo respondía con idéntico ardor a su caricia, al mismo tiempo que sus manos se movían a lo largo de su espalda y se posaban en sus nalgas masajeándolas entre sus dedos.

 

El chico sabía lo que hacia y como excitarlo, las emociones que despertaban en su cuerpo, le hacían desearle sentirle más profundamente, el ataque a sus tetillas con lamidas y mordiscos excesivamente fuertes arrancaron de él sonoros gemidos imposibles de contener, a veces, avergonzado por su respuesta, giraba el rostro hacia su derecha, y viendo con que inocencia dormía su primo, sentía el deseo de ser capaz de separarse, pero el chico como si leyera sus pensamientos atacaba un nuevo  espacio en el que todavía su lengua y su boca no habían explorado hasta dejarle tembloroso, consiguiendo que le atrajera más aun hacia él.

 

Solo era un adolescente, en cambio, estaba enseñándole cosas que nunca antes había experimentado con tanta intensidad y cuando una humedad le rodeó, le lamió, le mordisqueó comprendió que como continuara así iba a venirse, quiso apartarle de su lado, hacerle saber que como fuera tan rápido acabaría antes de empezar. Su boca aceleró sus movimientos tragando más profundamente su polla, al tiempo que una de sus manos abarcó su escroto flácido y lo estrujo entre sus dedos, su mente perdió toda coherencia y su espalda se arqueó en un ángulo imposible de mantener, cuando se derrumbó, estaba acabando de sorbiendo hasta su última gota de semen.

 

-No tengo intención de dejarte el control. –y aplastó sus labios contra los suyos obligándole a abrirlos. El beso fue tan profundo e intenso, duro y fuerte, como queriendo demostrarle que  solo él sería el dominante- Quiero saber hasta cuanto eres capaz de resistir. –murmuró separándose de su boca.

 

Ni fuerzas tenía para resistírsele, cuando se ubicó entre sus piernas abiertas, su órgano henchido, duro y firme se restregó contra sus nalgas, su respiración comenzó nuevamente a alterarse y su cuerpo otra vez reaccionó a su toque. Le excitaba con cada roce de su miembro que iba abriéndose paso sin otra ayuda que su fuerza.

 

Apretó los labios cuando comprendió que no tenía intención de dilatarle, se movió para advertirle que nunca antes lo había hecho así, cuando un sonoro cachete le inmovilizó, le había dado con excesiva fuerza, el gemido que escapó de entre sus labios entreabiertos le sonó tan fuerte como la nalgada recibida, sin poderlo evitar una vez más su mirada se dirigió hacia su primo.

 

-¿Te gusta mirarlo mientras te tengo cogido?

 

-No…, no… -dejó salir un nuevo gemido cuando ignoró su contestación moviéndole de manera que su rostro quedaba frente al chico dormido- Por favor… así no...

 

Afianzó sus manos alrededor de sus caderas y antes que pudiera decir más haba traspasado todas sus barreras hasta que sus nalgas chocaron contra su pubis, estaba dentro de él, su aullido de dolor debieron de escucharlo hasta los gemelos, pero no dudaba que ninguno de ellos iría a ver que sucedía. Les habían escuchado demasiadas veces para desear interrumpirles. Por ese motivo se quedo quieto para acostumbrarle a su intrusión, su grosor era un tanto desmedido, sin embargo, todavía no había encontrado a quien no pudiera metérselo por completo.

 

El dolor era tan grande que no pudo evitar quejarse, sus ojos se llenaron de lágrimas que rodaron por sus mejillas, apretó el rostro contra el colchón, su ano punzaba dolorosamente, había sido abierto de un modo tan brutal que quedo convencido que podía estar desgarrado. Sollozaba sin poderlo impedir, no supo cuanto tiempo permaneció en aquella postura tan humillante y atormentado por el sufrimiento que aún sentía.

 

Su excitación había cesado con el dolor.

 

Consciente de ello, Kaede comenzó nuevamente a masturbarle mientras esperaba que se tranquilizara, demasiado tarde se dio cuenta que esa era su primera enculada, cuando comenzó a escuchar sus suaves suspiros comprendió que podía comenzar a moverse, al principio lentamente, entrando y saliendo, cuando sus gemidos fueron de placer adquirió un ritmo mas rápido, embistiendo con excesiva fuerza y llevando al limite de su escasa contención al golpear una y otra vez su próstata.

 

Sus manos se deslizaron por su espalda hacia sus hombros y sus dedos tironearon de su cabeza hacia atrás, al enredarse en sus cabellos pelirrojos, que había soltado para dormir. Los tenia tan largos que eran como una llamarada delante de sus ojos.

 

Ya no había dolor, solo un intenso placer que alcanzaba todos los poros de su cuerpo, llevándole al éxtasis, la fuerza de sus embestidas, seguían el ritmo del movimiento de sus caderas que buscaban mayor profundidad. Al punto que olvidó toda prudencia y comenzó con exigencias.

 

Era curioso ver un hombre hecho y derecho pidiendo a un adolescente que le follara fuerte y duro… que le hiciera sentir que era su macho.

 

Kaede le complació en todo. Y esa noche le convirtió en un hombre que aullaba por más sin importarle que frente a sus ojos su primo durmiera ajeno a lo que sucedía a su lado.

 

Ignoraba que Kaede había tomado la precaución de traspasar a su boca durante uno de sus besos un suave sedante, que poseía en su botiquín de emergencia y que con su lengua lo había arrastrado hasta su garganta sin que lo notara.

 

De ahí la tranquilidad de Rukawa.

 

La claridad del nuevo día se dejaba ver por la ventana, mostrando un trozo de cielo de un color sonrosado, estaba amaneciendo y el sol aparecía en el horizonte.

 

Momento que Rukawa se inmovilizó, William había acabado agotado. Le recostó sobre su futón tras apartarle del suyo, se recostó junto a Hanamichi, aunque se sentía cansado se obligó a no dormirse porque entonces nada ni nadie era capaz de despertarle.

 

A las siete y media zarandeó a Hanamichi para despertarle.

 

Tenían que levantarse y marchar a la preparatoria. Dejando que los gemelos se ocuparan de su hermano quien con toda seguridad dormiría durante toda la mañana. Seria interesante escucharle justificar el porque estaba tan cansado, con toda seguridad ya estaría levantado cuando ellos regresaran minutos antes de las seis de la tarde, al terminar su entrenamiento.

 

-Despierta Hanamichi.

 

Se levantó como un zombi, esta vez tenía justificación. Le llevó hasta dejarle debajo de la ducha, dejando que el agua que caía sobre él le despejara un poco.

 

-Iré a preparar nuestro desayuno –le avisó.

 

-¿A que hora nos acostamos anoche? –preguntó al salir a la calle.

 

-Pronto… ¿Por qué?

 

-Siento como si todavía estuviera dormido.

 

-Es… me disculpo… anoche… tu y yo… lo hicimos otra vez.

 

El rubor en el rostro de Hanamichi fue tan encantador que no pudo evitar abrazarle y darle un pico rápido.

 

-¡¡Pervertido!! –exclamó compitiendo sus mejillas con sus cabellos.

 

Hanamichi se adelantó unos pasos y él sonrió con regocijo a su espalda. Sonrisa que no vió su pelirrojo. Se detuvo a destrabar su bicicleta que dejaba junto a un poste, comenzó a pedalear y le alcanzó.

 

-Sube…

 

Hanamichi lo hizo a su espalda, echándole los brazos alrededor de la cintura.

 

Esa mañana también él se durmió en todas las clases y no hubo profesor que se atreviera a interrumpir su sueño.

 

Continúa en el próximo capítulo…

Notas finales:

Glosario

Futón: típica cama japonesa consta de tres partes, el kakebuton o edredón, el shikibuton o colchón y la makura o almohada.


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