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Solos tú y yo… y los demás por Paz

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Notas del capitulo:

Creo haber comentado que iba a estar ausente unos días, una vez más estaré de vacaciones, esta vez corresponden a esta año, serán quince días, por lo que no estaré presente durante dos semanas, mi siguiente actualización será el viernes 4 de mayo, con lo cual retornaré a las actualizaciones de los viernes.

Para que no extrañeis mucho este fic, aquí tenéis un lemon. Aprovecharé el tiempo para llevarme un cuaderno y escribir el fic que tengo pendiente "Errores encadenados", ya que no llevaré conmigo el portatil.

Ahora, sin más, el capítulo... que lo disfrutéis, olvidaba que este capítulo lleva sorpresa. Sabréis quien más ha caído en las redes del pelirrojo

Solos tú y yo… y los demás

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 21: Peculiar declaración de amor

 

-¿Quieres mantenerte tranquilo? –pidió por enésima vez Kaede, sus paseos delante de sus ojos empezaban a ser muy molestos.

-Voy a salir…. –dijo a modo de respuesta.

-De acuerdo…. –eso era mejor que formando un surco en mitad de la sala- ¿Iras a esperarlo al aeropuerto? –necesitaba saber por donde se movía. No deseaba que volviera a tener un encuentro con su primo William y menos aún estando solo.

-No… me pidió que no fuera. Parece que desea hablarme de algo importante y quedamos en vernos en su casa.

-¿Sigue viviendo con sus padres? –el lugar estaba peligrosamente cerca de William. Empezaba a reconsiderar la opción de acompañarlo.

-No, su hermana se caso y vive ahí con su familia, sus padres continúan en Aomori. Un tío le ha prestado un apartamento que tiene vacío en el Distrito de Kotsuka a condición que lo mantenga en buenas condiciones, al parecer su último inquilino no fue muy cuidadoso. –Estaba enterado por las conversaciones vía teléfono que ha mantenido con su amigo- Me dijo que  bajara en la estación de Kotsuka, que su casa estaba a seiscientos metros cruzando la primera calle transversal.

-¿Te dio la dirección exacta? –preguntó elevando una ceja en actitud perpleja.

-Lo hizo…, no te preocupes, llegaré sin novedad –sabía que tenía que transbordar un par de veces.

Recogió su cartera comprobando que llevaba la tarjeta para viajar.

-No olvides llevar el móvil –le recordó, porque la ultima vez que le llamó no lo llevaba y dejo una importante tertulia de trabajo para salir a buscarle.

-Aquí lo llevo… -palpó el bolsillo de su chaqueta, notando su peso.

-¿Has cargado la batería? –preguntó.

-Lo hice anoche. Me voy… -se dirigió rápido hacia la salida, antes que tuviera tiempo que hacerle alguna nueva recomendación. La preocupación de Kaede era encomiable, si se ponía a pensar en esa actitud comenzaba a remontarte al pasado y no uno próximo como cinco o seis años atrás- No me esperes para cenar, antes de las ocho estaré de vuelta.

Kaede no respondió pues Hanamichi ya había salido.

De camino hacia la estación dejo de pensar en Kaede para centrarse en su amigo Yohei que llevaba ausente de Kanagawa cinco años y tras esa larga ausencia ha regresado. Le emociona volver a encontrarse con él, saber que su amigo esta cerca le devuelve a los años de su infancia y adolescencia.

Cuando le dijo que regresaba le falto poco para dar saltos de alegría, sintió una gran satisfacción, su euforia se mantuvo durante todo el día haciéndosele más  agradable y llegando al extremo de pensar que sus alumnos parecen mostrarse menos rebeldes que otros días.

Toma su primer tren para enlazar con otra línea que le permitía trasbordar con el suburbano y de ahí solo tiene que esperar llegar a la estación donde vive su amigo.

Al salir de casa miró la hora para controlar el tiempo que le llevaba llegar, cuando se detuvo ante el edificio, comprobó que había transcurrido una hora y media. Lo que quería decir que tenía que despedirse de su amigo alrededor de las seis para llegar a la hora indicada.

Yohei había llegado el día anterior, le pidió que no fuera de inmediato a verle, que le diera tiempo a reponerse del viaje en tren, demasiadas horas. Sabía que hubiera llegado más descansado de tomar un avión, aunque ese era un tema que no iba a reconocer ante cualquiera todavía no había superado su temor a dejar los pies por encima del suelo.

El edificio tenía tres plantas y en cada una de ellas a través de un largo pasillo se ubicaban diez puertas. Encontró la puerta abierta y subió las escaleras con agilidad de dos en dos hasta alcanzar el último piso, fue mirando los números de las puertas hasta llegar al fondo del pasillo, allí estaba el que buscaba.

No vió pulsador por lo que golpeó con los nudillos.

La puerta se abrió hacia fuera, se quedaron mirándose, luego Hanamichi con gesto cómico se inclinó ceremonioso hacia su amigo.

-Bienvenido a casa… 

-Pasa….. –Yohei cerró la puerta y entonces con gesto espontaneó, se estrecharon en un cálido abrazo, en el que se palmeaban entusiastas las espaldas, como si estuvieran en una competición a ver si golpeaba más fuerte.

Enseguida Hanamichi soltó una risa cantarina.

-Te he echado de menos, Yohei-kun.

Hanamichi y Yohei hablan y hablan, se cuentan lo que han hecho aún sabiendo que ya lo habían hablado por teléfono, y sin darse cuenta el tiempo transcurre más rápido de lo que desean.

Tenían que contarse muchas novedades de las que no estaban enterados, Hanamichi le contó que el entrenador Anzai le había dejado una propiedad en el Distrito de Seya.

-¿Vives ahí?

-Si y no.

-Como se explica eso.

-Kaede tiene sus oficinas en Yokohama y mi trabajo esta en Shohoku, ni él ni yo lo tenemos fácil por lo que estamos seis meses vivienda en Seya y los restantes en el apartamento que tenemos en Kanagawa-shinmachi.

-Indudablemente os queda mucho más cerca. Por ahora podría decirse que casi somos vecinos –dijo con una amplia sonrisa Yohei-kun- ¿Y cuanto tiempo te queda para estar en Seya?

-Un mes…, no pongas esa cara… posiblemente en el último momento Kaede decide prolongar nuestra estancia aquí.

-¿Cómo es eso?

-No lo se. Me da la impresión que hay algo que le preocupa.

-¿Le has preguntado?

-Si, pero siempre dice lo mismo. Solo desea lo mejor para mi y como sabe que me gusta el lugar, procura que pase el mayor tiempo posible.

-Por lo que dices seguís tan enamorados como al principio. –dijo Yohei con un tono de tristeza que Hanamichi no advirtió.

-Si…, nos amamos como el primer día. –y al decirle mostro su anillo con su hermosa talla.

-Te felicito…, es maravilloso acertar con la persona a la que amar.

-¿Y tú?

-¿Yo? –se hizo el desentendido.

-¿Has entregado tu corazón a alguien en Aomori?

-Difícilmente podría entregarlo. Lo deje aquí. –le miró de frente, separados únicamente por una mesilla baja- Hace años que supe que estaba enamorado –se encogió de hombros como resignado a no ser correspondido- él nunca lo supo y yo tuve mucho cuidado para ocultárselo.

-¿Por qué? –preguntó sin mostrar lo que esa confidencia le hacia sentir. Yohei-kun sufría un amor no correspondido y él en lugar de poder ayudarle a sobrellevarlo, estaba ignorante de todo. Si hubiera sido diferente, su amigo le habría confiado su secreto se reprendió a si mismo.

-Siempre estaba enamorado…, no podía decírselo y cuando creí haber encontrado el momento oportuno supe que ya era tarde.

-Te fuiste por su causa…

-No exactamente, podría decirse que ese ofrecimiento llegó en el mejor momento de mi vida y no podía rechazarlo. Al mismo tiempo pensé que la lejanía me ayudaría a olvidarlo.

-¿Lo has conseguido? –preguntó deseoso de ayudarle a superar ese desengaño amoroso.

-No… -su mirada no se apartaba de su rostro- Lo intente, pero era imposible si continuamente estaba hablando con él. Preferí seguir siendo su amigo a perderlo definitivamente y si regrese ha sido por él y por mi. Nos evitaremos hablar por horas.

-Demasiado gasto…

-También….

-Lamento no haberme dado cuenta… -podía ser torpe en algunas cosas, ahora el sentido de su conversación la comprendió enseguida- Quiero ser sincero contigo, te quiero mucho, somos amigos desde el jardín de infancia, tu amistad ha sido lo mejor que pude conseguir y saber ahora esto, me apena, porque yo no puedo amarte. No quiero perder tu amistad.

-No la perderás, si tú me aceptas sabiendo que estoy enamorado de ti, continuaremos siendo amigos.

-Hay otra posibilidad… -se detuvo, mirándole con expresión dubitativa, podría hacerlo, se da cuenta que ahora puede verle bajo otra perspectiva. Nunca se había planteado llegar a una relación más intima, pero la idea no le desagrada- No olvídalo, no es posible… ni siquiera debí pensarlo. Olvídalo –insistió consciente su actitud era una falacia para conseguir lo que tan confiadamente le daba su amigo. Jamás se le ocurrió pensar en su amigo en ese sentido, pero al oírle hablar de que estaba enamorado y comprender que era de él, decidió que no estaría mal incorporarlo a su harén

-¿De qué se trata?

Hanamichi se lleva la mano a la cabeza y sacude sus cabellos.

-No… no… no debo… es egoísta por mi parte… -sabía que le estaba intrigando.

-¿De qué posibilidad hablas? –había pensado muchas veces como llegar al corazón de Hanamichi y nunca encontraba el modo de hacerlo, al parecer su amigo tenía la solución.

Se levantó y dio un par de pasos por la habitación, volviendo a dejarse caer sentado frente a él.

-Me odiaras por lo que voy a decir…

-Te amo demasiado para sentir ese sentimiento... –dijo suavemente- Dímelo ya.

-Podríamos ser… -bajo la cabeza golpeándose suave contra la mesa y sin levantarla para que no viera la sonrisa sardónico en su rostro prosiguió- amigos con derecho a roce.

El jadeo de Yohei-kun fue como un cañonazo en plena batalla campal y un fuerte golpe en la puerta de entrada les sobresaltó a ambos que se miraron como evaluando la reacción del otro.

La llamada se hizo más apremiante.

Yohei se levantó y fue hacia la puerta. Al rato volvió a la sala, tras él avanzaba Kaede.

******************

Kaede preocupado al ver que pasa de las nueve y que Hanamichi ni llama ni llega, ni contesta cuando le llama, pues una locución repite una y otra vez "El teléfono al que usted llamado esta apagado o fuera de cobertura"

-Do'aho… -murmura marcando otro teléfono.

Reconoce la voz que contesta, es William, por lo que corta la llamada, mas tranquilo al saberle en casa. Su número es privado, por lo que William no puede saber quien le llama.

Va a recoger su chaqueta, agarra la llave del coche y se dirige al garaje. Una hora después se detiene frente a la estación recordando las palabras de Hanamichi:

"Me dijo que  bajara en la estación de Kotsuka, que su casa estaba a seiscientos metros cruzando la primera calle transversal."

-Bien, ya estoy en Kotsuka, -se incorporo en el asiento para mirar por delante del cristal. Desde allí no se veía ninguna calle trasversal. Salió del coche y desde fuera observó las distintas calles que desembocaban en la estación, una de ellas era la que buscaba, observó que la dirección de los coches era la correcta para tomarla desde allí. Volvió a ocupar su lugar frente al volante y lo puso nuevamente en marcha, minutos después rodaba por esa calle- Una… dos…tres…cuatro… cinco… y seis, buscó donde aparcar. Le puso el seguro antes de alejarse unos pasos de su vehículo.

Edificios bajos, tipo comunidad, de un lado y otro de la calle eran de parecida construcción.

Se fijo en unos chicos que estaban parados en la acera, por sus uniformes supo que estaban en la secundaria baja, por la hora en que fue Hanamichi imposible que ellos le hubieran visto, por ello miro hacia los locales abiertos, en uno de ellos, un hombre mayor estaba sentado a la entrada.

-Disculpe…, obi-san. –le dio el tratamiento familiar y al obtener su atención le preguntó- Ha visto a un hombre joven con el cabello pelirrojo.

Los ojillos del hombre le miraron como evaluándolo, enseguida los dirigió al edificio de enfrente.

-Último piso…, última puerta… -al verlo llegar le llamo la atención ese rojo fuego y le siguió con la mirada hasta verle entrar en la vivienda, desde aquella altura solo podía ver su cabeza- Parece un buen chico… llegó hace unos días cargado con varios bultos.

Supo que se refería a Mito.

Agradeció la ayuda prestada y se apresuró a cruzar la calle. La entrada al edificio permanecía abierta la puerta, se dirigió hacia las escaleras y sin saberlo las subió tan rápido como su koi.

Desde la calle el hombre mayor seguía sus movimientos.

-La juventud de ahora siempre tiene prisa –murmuró para si.

Rukawa se detuvo delante de la puerta, cerró el puño y golpeó la puerta. Espero unos instantes que se le hicieron eternos. No era posible que no estuvieran en casa, Hanamichi era un despistado, pero no irresponsable. Insistió con mayor energía.

Al momento la puerta se abrió. Se miraron con la misma animosidad que en el pasado. Yohei porque por su causa había perdido la oportunidad de dar a conocer sus sentimientos a su amigo, Kaede porque estaba convencido que el chico sentía algo más que amistad por Hanamichi, por ese motivo siempre estaba bajo la estela del pelirrojo.

-Mito… -murmuró como si le hubiera visto el día anterior.

-Rukawa… -respondió a modo de saludo, rogando para que no advirtiera la alteración que las palabras de Hanamichi le habían provocado en su ánimo. No estaba preparado para oír algo semejante. Sentía que su corazón latía acelerado. Se hizo a un lado- Pasa, esta dentro. Disculpa que le haya entretenido tanto tiempo –se daba cuenta que estaba molesto y le comprendía. Yo también estaría celoso, si mi novio estuviera con otro tanto tiempo

Rukawa asintió esperando que se adelantara para seguirle.

-¡¡Kaede!! –se levantó al verle allí.

-¿Sabes la hora que es? –pregunto impertérrito.

-¡¡Oppps! –Exclamó turbado al ver que las horas habían transcurrido sin sentir- Discúlpame… hablamos… hablamos…, teníamos tantas cosas para contarnos que no me dí cuenta de lo tarde que era. –fue a su lado y con expresión cariñosa se colgó de su brazo, en su mano mostraba el hermoso anillo de compromiso. Se dio cuenta que Yohei-kun había estado toda la tarde echándole miradas que pretendían ser discretas.

-¿Por qué no contestabas al móvil? Te llamé. –no añadió que hizo como veinte llamadas.

Hanamichi se apresuró a sacarlo de su bolsillo, al abrirlo vió que estaba apagado, fue en ese instante que recordó que si bien lo había cargado durante la noche, esa misma mañana estuvo hablando con Meguru-kun durante más de una hora. Sus alumnos iban a odiarle porque les tuvo corriendo durante el resto de la clase. Al parecer sus encuentros con él iban a estar más espaciados. Al recibir el generoso regalo del entrenador Anzai, la propiedad fue dividida en dos, la residencia de Meguru-kun y el edificio contiguo donde hacia sus practicas seguían siendo suyos, el resto, la casa principal su unía por un corredor a la de invitados y la cocina en un edificio aparte eran suyos. Saber que su amigo estaba tan cerca le favorecía, algunas veces cuando acababa sus entrenamientos por la tarde, y él podía relajarse de sus obligaciones, hablaban a menudo. Meguru-kun le avisaba cuando estaba libre y él cruzaba el jardín en dirección a un disimulado paso entre los setos que separaba ambas propiedades.

Meguru-kun le hablaba como era el estilo de vida de un luchador de sumo o rikishi, al parecer vivir en una Heya es feudal. Todo se rige por rangos. Los de rango inferior se levantaban temprano, sus tareas estaban asignadas de antemano y ellos las realizaban con alegría, limpiaban todo el edificio y se ocupaban de preparar los alimentos para la comida principal. Todos los que viven allí deben aprender a realizar aquellas tareas, cocinar se volvía un trabajo importante, al punto que algunos al retirarse abrían restaurantes o ryokans donde el plato principal era chako-nabe la comida de los luchadores de sumo.

Los de mayor rango se levantaban más tarde, privilegio que los demás no tenían y entonces comenzaban sus sesiones de practica, a veces, podía aparecer por allí luchadores de otra casa y entrenar entre ellos. No solo era por beneficio propio, todo luchador tiene la obligación de ayudar a los luchadores de rangos inferiores.

Supo que a la hora de comer también se impone el rango, primero el oyakata, luego los rikishi de mayor a menor rango. Los juniors están para servir a los demás antes de ocuparse de su alimentación. Tras la comida, se retiran a dormir la siesta, razón por la que engordan, las calorías aportadas por la gran comida se convierten en peso al no ser consumidas por sus músculos por completo. Al levantarse efectúan unos ejercicios menos arduos que los de la mañana, técnicas en lugar de fuerza bruta y movimientos básicos de pies. Solo al terminar quedan libres de hacer lo que quieran. Pasear por el barrio, ir al cine, o simplemente ir a tomar unas cervezas. Cuando les llega la hora de acostarse, unos, si están casados van a reunirse con sus familias, otros, los solteros, tienen que hacerlo en las habitaciones individuales de la heya, en cambio, los de rango inferiores en habitaciones compartidas.

Fue apartado de abstracción, por el cálido aliento de Kaede junto a su oído y en la humedad de su lengua. Todo su cuerpo se estremeció ante la intima caricia. Se fijo en la turbación que aparecía en el rostro de Yohei. Supo que Kaede estaba marcando su propiedad ante su amigo. Le sonrió de un modo íntimo y prometedor.

-Tenemos que marchar, Do'aho. –murmuró, no tan bajo para que sus palabras llegaran a Mito. Esa expresión solo era utilizaba en el clímax de su entrega, era consciente de lo que provocaba en su novio al decírsela allí.

-Disculpa… tenemos que irnos –y se apresuró a salir para que no viera como le ponía- ¡¡Shimata!! ya puedes buscar un lugar libre de miradas indiscretas –le urgió, su pantalón vaquero presionaba con fuerza su erección- No eres necesario que…

-Solo estaba avisándole por si tenía otras intenciones contigo.

-Por favor, Kaede, solo es mi amigo –y mi amante pronto –ya lo tenía decidido, ni siquiera Kaede con su actitud protectora o sobreprotectora iba a impedirle conseguir lo que se proponía. Saber que Yohei estaba enamorado de él era un aliciente más.

-Te has portado mal preocupándome de ese modo, tendrás que esperar a llegar a casa. –dijo imperturbable.

Media hora más tarde, se detenía delante de un hotel del amor. A su lado, Hanamichi gemía suavemente.

-Kaede.. –un hondo suspiro ensanchó su pecho cuando la presión contra su miembro cedió.

-Baka… -Kaede se ubicó entre sus piernas abiertas, arrodillado, su cabeza descendió hasta que su boca se apoderó de su tronco henchido, saboreó su carne caliente, dura y caliente, la chupó y lamió con golosa satisfacción, se alzó para mirarle el rostro, detectando en él las sensaciones que estaba experimentando. El placer que le estaba procurando, le daba un tono sonrosado a su piel, volvió la mirada a ese tronco que ahora sostenía entre sus dedos resplandecía atrayente y brillante por la saliva que le embadurnaba. Retornó a su tarea, esta vez lamiendo el exterior en toda su largura, hasta alcanzar su escroto que no sin dificultad consiguió meter dentro de su boca masajeándola con su lengua contra el paladar y dándole suaves apretones, notaba las manos de su koi en su cabeza, apretándole hacia abajo como animándole a continuar con esa dulce tortura que arrancaba de su garganta sonidos inarticulados, propios de quien estaba gozando con lo que sentía. Sus caderas se alzaban y las vibraciones de su pene, eran un claro indicio que estaba alcanzando su clímax. Soltó el dulce bocado que tenía en la boca y se apresuró a llevar su goteante pene a la boca, tragando con fruición la corrida de su koi. Su sabor era delicioso.

-¡¡¡Zorrrooooo!! –jadeó sollozante por el goce que había experimentado, su boca le provocaba el deseo de tener su pene siempre dentro de ella, su forma de tratarle, su esmerado cuidado le privaban el sentido , todo su cuerpo se sacudía tembloroso y palpitante de deseo. Sus manos le atrajeron hacia arriba y su boca ansiosa se unió a la suya, en un beso con sabor a leche, su propia esencia- ¡¡Tómame ya!! –exigió moviendo con desesperado deseo las ropas que le cubrían para sentir el calor de su piel sobre la suya y la fuerza de sus músculos contra los suyos- Estoy preparado… -sentía como su ano se contraía una y otra vez, y como sus esfínteres se abrían, sus piernas rodearon sus caderas y sus pies se afianzaron en sus nalgas empujándole hacia su interior.

Kaede no se sorprendió por la premura de su koi, su ansiedad se materializo en un suspiro de alivio cuando se hundió profundamente dentro de él, buscando en él un signo de dolor, de molestia, nada de eso sucedió.

Sus manos abarcaban su rostro, mirándole fijamente, viendo como resplandecía al sentirle dentro de él. Su gozo era el suyo, por ello, sin detenerse a pensar más comenzó a moverse dentro y fuera, siguiendo un mismo ritmo que fue aumentando la fuerza de sus embestidas porque veía el placer reflejado en su rostro, el deseo de sentir como se movía dentro suyo. Cuando alcanzó su próstata, su grito gozoso y el voluptuoso movimientos de su cuerpo, el empuje de sus pies contra sus nalgas y el toque fuerte de sus manos sobre sus hombros y espalda le animaban a seguir dando en ese punto que conseguía que el rostro de su koi se iluminara con una placidez que le llevaba al deseo de seguir viéndole así. Su rostro tomaba una expresión de sentirse transportado a un gozo insuperable y él solo deseaba que él nunca dejara de alterarle y estremecerle a ese extremo.

cada vez que le embestía, llevaba todo su cuerpo hacia delante, para besar esa boca que jadeaba haciéndole perder el poco sentido que le quedaba, mantenía su cabeza firme, las palmas de sus manos en sus mejillas y sus dedos enredados entre sus cabellos pelirrojos, sus vaivenes, frotes habían excitado nuevamente su miembro que lo sentía duro contra su vientre cuando se deslizaba hacia delante, al punto que percibió las vibraciones  que un modo estremecedor cuando no solo estaba por venirse sino que sus esfínteres se cerraban alrededor de su miembro, la presión era una tortura deliciosa, al aflojarse la tensión sobre su órgano, salió de dentro de él, el gemido estremecido de su koi se convirtió en un largo chillido al hundirse profundamente en sus entrañas alcanzando su próstata y dejándole tembloroso y jadeante, la humedad entre sus vientres le hizo saber que había conseguido llevarle hasta el limite y ese convencimiento provoco su estallido, sus jadeos fueron intensos derramando dentro de él. Fue un final apoteósico, de los pocos que últimamente tenían tan extremadamente impetuosos. Se derrumbó encima de él entre sus piernas que habían caído lasos y perdiendo su contacto, sintió las manos de Hanamichi alrededor de su espalda, abrazándole.

Sus respiraciones tardaron un poco más en normalizarse.

-Te amo, Kaede… -su voz sonó aún agitada junto a su oído.

-Te amo, Hanamichi –dijo haciendo intención de apartarse.

-Quédate un ratito más.. –pidió, aunque estaba laso en su interior le gustaba la sensación de saber que ya no tenía ningún poder sobre él y se preguntó como sería el de Yohei, aunque nunca compartiría con otro lo que le pertenecía a Kaede. ¿Cómo será metérsela a mi amigo? –Pensó sin dejar de acariciar la espalda de su novio- ¿Qué le gustará? Suave o fuerte. Sera un placer experimentar con él. ¿Será virgen su culo? No quisiera lastimarle –era consciente que podía alcanzar veintidós centímetros si su amante le excitaba con su respuesta.

Kaede alzó el rostro para mirarle, al sentir la suave presión entre sus cuerpos, una mirada dulce y cálida se encontró con la suya.

-Te estas excitando.

-Si, así es como me pones –dijo con serena expresión, consciente que ese candor suyo era lo que más excitaba a su koi, su respuesta la sintió llenándole, creciendo en todos los sentidos, un hondo suspiro llenó nuevamente el ambiente y sabiendo que otra cosa le provocaba un férvido desenfreno pronunció las palabras mágicas- ¡¡Fóllame!!

Kaede sin salir de su rica y  húmeda cueva, le dio la vuelta, para que le presentara su espalda. Comenzó a embestirlo con fuerza, clavando sus dedos en sus caderas por la fuerza de su agarre para impedir que con su fuerza su cuerpo se escurriera de él,  Durante los siguientes momentos los gritos pasionales, los sonidos de dos cuerpos uniéndose, el desenfrenado y erótico placer de Kaede se desencadenó en ellos llevándoles al limite, moviéndose los dos a un mismo ritmo, frenético y delirante, en el que hubo enredos de piernas y brazos, de cuerpos sudorosos y entregados, de dos hombres entregados al frenesí que marcaba la pasión que los unía y cuando finalmente alcanzaron la cúspide, el punto de no retorno, sus cuerpos vibraron y se vaciaron de todo movimiento, derrumbándose uno junto al otro, con el deseo consumido y sus respiraciones jadeantes.

-Se nos acaba el tiempo… -susurró porque su garganta estaba rasposa.

-Si…-pero no se movió, permaneció estrechamente abrazado a él tal como había caído cuando el orgasmo le alcanzó.

-Kaede… muévete… o te tiro de la cama… -amenazó con un amago de risa.

-Estoy muerto… -gimió.

-En serio? –una mano traviesa se deslizó por entre sus cuerpos agarrándose de él.

Kaede gimió más alto y la danza amorosa recomenzó, no sin antes Hanamichi tuviera un pensamiento hacia su amigo Meguru-kun que le esperaba en su casa para despedirse, enseguida Kaede le hizo olvidar cualquier otro pensamiento coherente.

Continúa en el próximo capítulo…

Notas finales:

Glosario

Heya: Lugar donde los luchadores viven y practican.

Oyakata: Director de una heya o entrenador. El hombre que entrena y cuida de todos los luchadores que viven en esa heya.

 

¿Habéis notado que los pensamientos de Hanamichi ya no estan centrados en su esposo? Una relación así no tiene mucho futuro.


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