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Solos tú y yo… y los demás por Paz

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Notas del capitulo:

Advertencias para este capítulo: fist-fucking y lluvia dorada

Solos tú y yo… y los demás

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 25: Yoshisato-kun

 

Tenía organizadas sus salidas en base a las ausencias de su pareja, que llevaba a rajatabla sus encuentros sexuales con sus respectivos amantes durante una semana, había sonsacado hábilmente a los gemelos que días se encontraban con él y ahora sabía que James le veía los lunes y Craig los miércoles, suponía que William ocupaba la noche de los martes o tal vez el viernes, no lo tenía muy claro, el que si tenía seguro era los jueves, ahí se encontraba con su amante secreto, cada vez que pensaba en él su interés por conocer su identidad se intensificaba, a veces, en su mente insidiosa se mezclaban los nombres de sus hermanos, más solo duraba un segundo, era como un flash y al instante no era consciente de haberlo pensado. Si algún día estaba libre le avisaba que volvía a casa.

Sabía que la siguiente semana era exclusivamente suya y que al concluir volvía a repetirse la secuencia, una semana con los demás, otra con él y así en un círculo interminable que les satisfacía por igual. Nunca le cuestionó el porque no intentaba evitar verles, así quedaría controlada su fijación. Tal vez callaba porque aquel planteamiento era perfecto para él porque así se escapaba sin tener que darle excusas acerca de sus salidas.

A la mañana siguiente Kaede tras el desayuno se disculpó con su padre por no poder atenderle debidamente.

-Hanamichi me ha prometido que ira a verte a tu casa si tu estas de acuerdo. Me ha hablado que ha descubierto una actividad que es de tu agrado y me sentiría mejor sabiendo que él esta contigo. –comentó recogiendo su maletín, sin ver la expresión turbada en el rostro de su padre.

Cuando quedaron solos Hanamichi dejo salir una carcajada divertida.

-Has puesto tal cara de susto que pareciera que has visto un fantasma. Tranquilo, él no sabe nada y no lo sabrá si somos cuidadosos. Si él te hubiera visto seguro que entraría a recelar, aunque no creo que llegara a sospechar que anoche estuve explorando terreno virgen y tengo la intención de seguir rastreando ese estrecho sendero que anoche descubrí tan rico. –Comentó sin ningún pudor, al tiempo que se sentaba en su regazo y se frotaba contra su pubis sintiendo como le excitaba su contacto- Eres un rico bocado –pasó sus brazos por detrás de su cuello, sus dedos acariciaban su nuca y su boca se lo comía hambriento, le vió abrir los ojos mirándole sorprendido y con tímido movimiento alzó sus brazos para rodear su cintura ajustando sus caderas a las suyas con un movimiento muy erótico por el frote de sus miembros que se sentían ardientes bajo la tela que les cubría.

Gemían sin separar sus bocas, se entregaban al frenesí de la caricia, el pequeño ambiente se llenó de sonidos inarticulados y gemidos hasta que la necesidad de respirar los separó. Se miraron anhelantes, faltos de aliento.

-Anoche nos interrumpieron, vamos a terminar lo que empezamos. Tienes suerte que hoy es sábado y no trabajo -levantándose y tomándole de la mano le condujo a su habitación.

-¿No sería conveniente dejarlo para otro día? –Preguntó- Aún me siento dolorido –y al decirlo se turbó al porque el recuerdo de esa vez aún lo tenía vívido en la memoria y en su cuerpo.

-Si eso es lo que deseas, por mi esta bien, en parte es preferible no dejarlo –dijo ladinamente.

-¿Qué quieres decir? –preguntó quedando a escasos centímetros de la cama que aparecía deshecha.

-Se que anoche fue tu primera vez… -le miró, Yoshisato sostuvo su mirada unos segundos.

-Si… -su afirmación fue un susurro. Le intimidaba hablar tan abiertamente de eso.

-Tienes que saber que si dejas pasar más tiempo, tu cuerpo se amoldará a su anterior estado. Necesitas estar abierto para evitar que cada vez que lo hagamos sea doloroso –le embaucó al tiempo que daba por sentado que lo harían más veces sin que Yoshisato-kun pareciera advertir su añadido, tal vez era porque mientras hablaba le había quitado la bata dejándola caer al piso, comenzando una retahíla de besos por su rostro y cuello, mientras sus manos recorrían su pecho y espalda notando bajo las palmas la dureza de sus músculos. La natación los había moldeado, sus dedos se entretenían tironeando del vello de su pecho, arrancando de sus labios gemidos y cuando su boca se entretuvo con una de sus tetillas, fue imposible acallarle, tampoco era que quisiera hacerlo, quería oírle gritar, quería oírle gemir mientras le embestía, por ello atendió con esmerada atención cada una de sus tetillas, descendiendo hasta su ombligo.

Observó que bajo el slip se formaba un gran bulto y que la tela mostraba una humedad claro indicio que estaba segregando presemen.

Con suavidad fue empujándolo hacia atrás hasta que el peso de su cuerpo le venció cayendo sobre la cama.

Se quitó su bata exponiendo a su mirada su esbelta desnudez.

Se fijó que sus ojos no se apartaban de él y como relamía sus labios. Con mirada lasciva también él le miró. Se arrodilló entre sus piernas abiertas, se inclinó su boca delineó el largo de su miembro a través de la húmeda tela que se sacudía en su prisión, lo aprisionaba entre sus labios, lo mordisqueaba y sorbía su cabeza, sus manos fueron a la cinturilla del bóxer y sin dejar de enloquecerle con sus caricias lo fue deslizando por sus caderas hasta dejarlo libre.

Estaba demasiado caliente para tomarlo con calma, apenas sus cuerpos entraron en contacto, le volteo, abrió sus nalgas ignorando su quejido de dolor que se acrecentó cuando su rígido miembro traspasó sus esfínteres hasta la base.

Sin darle tiempo a acostumbrarse a su intrusión, comenzó a moverse con excesiva rapidez, dentro y fuera, dentro y fuera, hasta que sus gemidos tuvieron un ritmo placentero y sus caderas se movían para hacer más profunda la penetración.

El frenesí de sus movimientos tenía a Yoshisato-kun dando bramidos placenteros cada vez que su próstata era golpeada. Oírle era un placer y embravecido por los chillidos del hombre, sus embestidas se volvían más salvajes, más fuertes, al tiempo que su mano en su miembro llevaba el mismo ritmo.

Su respiración se volvía más acelerada y sus jadeos se oían parejos a los de su amante, sus sacudidas estaban alcanzando el clímax, sentía los espasmos de su cuerpo, los deliciosos apretones a su polla y al momento su mano recibió su espeso y caliente semen, sentía como se vaciaba, ráfagas continuas de su esencia le demostraban que había disfrutado de ese encuentro, él seguía excitado, continuó embistiendo duro y fuerte durante un largo rato hasta que alcanzó su propio orgasmo y con sus últimas sacudidas comenzó a llenar sus entrañas con su fluido hasta que rebasó por su ano, dejando caer sobre sus nalgas el resto que continuaba fluyendo de sus testículos.

En los siguientes minutos solo se escuchaba el sonido de sus respiraciones jadeantes y el leve quejido de Yoshisato, al parecer le había lastimado, aunque ese no fuera su propósito.

-¿Cómo te sientes? –preguntó colocándose de costado para mirarle.

-Creo que he muerto y estoy en el paraíso. –musitó sin haber recuperado el aliento, su amplia sonrisa desmentía el principio de su frase cuando se dio la vuelta quedando boca arriba.

Hanamichi rió al escucharle.

-A mi no me lo parece –dijo pasando su mano por su miembro en reposo y que se sacudió a su contacto y acomodándose entre sus piernas entreabiertas, su boca tomó aquel trozo de carne que comenzó a crecer excitado por lo que le estaba haciendo. Sus lamidas, sorbeteos y mordidas, sus dientes le arañaban consiguiendo que sonidos inarticulados y agudos salieran de la garganta del hombre, cuyas manos se apoyaban en su cabeza empujándole cada vez más adentro, llegándole hasta la garganta. Lo sacaba y chupaba como si fuera un helado, desde la punta a la base, bordeando continuamente ese tronco duro, su mano se cerraba con suavidad alrededor suyo y la movía arriba y abajo como si le estuviera penetrando, sus caderas se alzaban y su boca entreabierta mostraba claros indicios que estaba disfrutándolo, su mano se empapaba el semen que goteaba sin parar, sabía que estaba por venirse y nuevamente su boca se cerró alrededor de su punta dándole un mordisco excesivamente fuerte y cortando así su orgasmo.

Un quejido de dolor y protesta salió de sus labios. Su boca continuó jugando con él impidiéndole alcanzar el clímax, buscando llevarlo al limite, todo su cuerpo convulsionaba, sus caderas se alzaban con brusquedad metiéndoselo hasta el fondo, su nariz tropezaba con los pelillos de su pubis y su olor le llegaba profundamente. Sus manos sobre su cabeza con sus dedos enredándose en sus cabellos y tironeando de ellos, manos convulsas que le impedían moverse. Un nuevo mordisco consiguió que le suelte pudiendo apartarse para recuperar el aire que no llegaba a sus pulmones durante un instante.

A modo de castigo dos de sus dedos se abrieron paso dentro de él moviéndolos a modo de tijera, al notar que estaba tan excitado le metió dos más, Los movía como si fuera su falo, entrando y saliendo hasta sentir como su orgasmo le alcanzaba y su ano se contraía convulso, comenzó a sorber con ansia tragando hasta dejarle seco, solo entonces sacó sus dedos que reemplazó por su polla, estaba tan abierto que extrañó la estrechez de su primera vez. Decidió que le daría un reposo, se había comportado mejor de lo que esperaba de él. Había sido más excitante cuando la noche anterior le traspasaba, llenándole, tan estrecho, su falo quedaba tan apretado entre sus paredes que las sentía suaves al deslizarse por su interior, ahora en cambio estaban dilatadas, se movía con facilidad, sin encontrar obstáculos que le hicieran esforzarse, aún así sus embestidas eran enérgicas y con toda probabilidad tendría ocasión de volver cogerle antes de dejarle marchar.

Yoshisato-kun se vino por segunda vez y él le siguió enseguida.

-¡Por Kamisama! Eres increíble… nunca pensé que podía sentirse tan bien. –exclamó cuando más relajados permanecían aún tumbados sobre el revuelto lecho, estrechamente juntos.

-Eso es porque soy un amante genial –dijo con presunción.

Yoshisato rió al oírle.

-No lo pongo en duda.

En ese instante su móvil comenzó a sonar. Se movió desenredando su pierna de entre las suyas y alargó la mano para recogerlo de la mesilla, al tiempo que miraba la pantalla.

-Es Kaede… -le dijo antes de contestar- Hola… ¿Qué hay? –Preguntó fijándose en el trasero de Yoshisato-kun que salía del dormitorio- ¿Tú padre? No esta aquí –era cierto- Se fue hace un momento. No me dijo, pero creo que se acordó de algo urgente y salió rápido. ¿Yo? Nada… estoy relajado. Tal vez salga después de comer. ¿Vienes? –Inquirió- Lo comprendo… tú trabajo es importante, lo se, nos da de comer. –esa era una de las muchas cualidades de Kaede, le había dejado claro que con su sueldo iban a vivir, que él dispusiera del suyo como mejor le pareciera, un detalle a agradecerle, porque podía gastarlo sin darle cuenta. Tras su despedida cerró el móvil soltándolo sobre la cama, Kaede insistía en que si querían progresar no debían dejar olvidado el trabajo porque fuera fin de semana, solo el domingo se lo tomaba libre, no comprendía que era joven y necesitaba disfrutar de la vida, porque esos días que pasaban no volverían. Él al margen de Kaede vivía con intensidad.

Se levantó y fue tras los pasos de su amante, tal como pensaba estaba en el baño, se estaba lavando las manos cuando él entró. Se puso a su espalda pegándose a él, y frotándose con total impunidad.

-¿Quieres un baño de lluvia dorada? –preguntó mordisqueando su lóbulo y lamiéndole la piel de alrededor.

-¿Qué… es… eso? –sus palabras se entrecortaron, su respiración se aceleraba con sus caricias.

Sus palmas extendidas recorrieron su pecho sin dejar que su boca se entretuviera mordisqueando su cuello y dejándolo humedecido con su saliva.

Ya lo veras… -dijo alcanzando su garganta y dando una mordida a su nuez antes de apartarse para abrir la puerta que estaba a su espalda, accediendo desde ahí al ofuro, otro acceso más próximo.

-Túmbate sobre las baldosas.

Yoshisato así lo hizo, Hanamichi de pie, con las piernas abiertas y a los costados de él, tomó entre sus manos su pene y lo dirigió hacia el hombre al comprender su intención, fue lento en reaccionar, por ello todo su cuerpo recibió un baño de caliente y espumosa orina que dirigía hacia su rostro, pecho, vientre y sexo, veía como el golpe líquido le excitaba.

Después de aquello Yoshisato se quedo unos minutos inmovilizado, sin saber que hacer o decir, fue él quien una vez más tomó la iniciativa, se sentó en su pecho, la punta de su pene fue rozando sus labios en una clara invitación para que los abriera. Aunque inexperto y algo torpe, hizo un buen trabajo, dejándole más que satisfecho.

La mañana transcurrió entre cogida y cogida, comieron lo que encontraron dentro de la nevera para continuar en el dormitorio hasta que la caída de la tarde se hizo sentir.

Solo entonces Hanamichi permitió marchar a su nuevo amante, con la promesa de ir a verle la noche del jueves.

Al quedar solo aireó la habitación y deshizo la ropa de cama para sustituirla por otra limpia. La sucia la metió en la lavadora que puso en funcionamiento.

**************

Tadaima…

-Has venido. Bienvenido –dijo saliendo a su encuentro con entusiasmo, prendiéndose de sus labios con suavidad y calidez.

Kaede respondió con más apasionamiento a la caricia.

-Voy a ponerme cómodo… -dijo cuando se apartó.

-Estoy manteniendo la cena caliente –comentó- y la tina esta preparada para que puedas relajarte.

-Gracias. Lo necesito… he tenido un día difícil ¿y tú?

Hanamichi frunció los labios como indicando que nada interesante de contar.

-Le dije a tu padre que iría a verle los jueves ¿te parece bien? –le preguntó pues le gustaba conocer sus movimientos, a veces se preguntaba si no era una manera de tenerle controlado.

-Si… -dijo acabando de colgar el traje y poniéndose una bata para el aseo sobre su cuerpo desnudo- ¿Habéis quedado en alguna hora fija? –inquirió sin observar con que fijeza le miraba. Nada en el comportamiento de su koi llamó su atención.

-Entre las seis y las siete, según nuestros compromisos.

-¿Te quedaras mucho tiempo con él? –preguntó mientras iban hacia el aseo.

Kaede avanzaba un paso por delante de él, por lo que no podía saber el porque de su pregunta.

-No lo se, depende de su nueva actividad, al parecer ha encontrado un entretenimiento para esos días que esta solo.

-Ah… ¿Y te ha dicho que va a hacer? –dijo dejando la bata colgada de un gancho y sentándose en el banquillo para comenzar su aseo.

-Escribir… -Hanamichi  ocupo la pared opuesta para darle privacidad en su lavado.

-¿Una novela? –preguntó sorprendido.

-No… dijo algo de sus memorias. Como una especie de Diario personal.

-¡¡Ah!! Si eso es lo que desea por mi esta bien.

Los dos prosiguieron su aseo concienzudamente y casi al mismo tiempo ocuparon la tina donde permanecieron unos diez minutos.

Mientras cenaban comentó distraídamente.

-Llamó Jean-Paul…

-¿Qué quería?

No advirtió la ansiedad en su tono de voz.

-No lo se… solo me saludo… me preguntó como estaba y cosas así… -no podía decirle a Kaede- La verdad es que fue inoportuna su llamada y no le hice mucho caso porque en ese instante estaba jodiendo a tu padre y su llamada nos interrumpió. –En cambio prosiguió- Hace tiempo que no viene por aquí, le dije que se pasara algún día, prometió intentarlo. Le dije que nos avisara con tiempo para que estuviéramos en casa.

-Bien. –aprobó.

Con su ayuda, terminaron de recoger la cocina dejándola impecablemente limpia.

-Tengo algo que le gustará a mi padre –comentó momentos antes de acostarse como si recordara la conversación acerca de su padre, yendo hacia donde estaba su  maletín, lo apoyó sobre la mesa, lo abrió y extrajo de su interior una libreta de tapas negras de cuero- Llévasela, puede serle útil para lo que se propone.

La tomó en sus manos hojeándola de forma rápida.

-Seguro que le gusta.

A poco de acostarse Kaede le abrazó y comenzó a darle suaves besos que iba ampliando por su rostro, cuello y pecho. Él estaba realmente cansado, el baño lo había relajado, pero aún así no le quitó el agotamiento físico, claro que eso no podía decírselo a Kaede, así que respondió a sus caricias, sus manos en su cuerpo se movían tocando esos puntos que tenía sensibles y en momentos la pasión hizo presa de los dos llevándoles a unir sus cuerpos, como si de uno solo se tratara. En previsión a casos así, había dejado bajo la almohada un remedio eficaz, nunca hasta esa noche había necesitado hacer uso de él, sin embargo, estaba tan, tan agotado, que no dudo, sin que Kaede le viera, metió la mano sacando un pequeño objeto que llevo a su boca y mantuvo bajo la lengua, sabía que cuando Kaede cambiara de posición iban a intercambiar besos candentes, entonces le haría tragar la diminuta pastilla sin que fuera consciente de ello.

Como ya sabía así ocurrió y momentos después Kaede se derrumbaba dormido. Esos somníferos eran muy efectivos.

Sin ningún remordimiento, le acomodó para que estuviera cómodo y abrazándole se recostó a medias sobre él.

-Buenas noches, Kaede –y plácidamente también se quedo dormido.

Continúa en el próximo capítulo…

Notas finales:

El próximo viernes tendréis ocasión de leer un capítulo bastante más largo. Hanamichi se encuentra con un ex compañero de la preparatoria que tiene cierto problemilla de timidez. Hanamichi no duda en darle su ayuda para espabilarle, aprovechando la ocasión para aumentar su harem. El juego sucio de Hanamichi se extiende hacia sus amigos.


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